miércoles, 27 de septiembre de 2017

La burguesía catalana a la sombra de Franco .

Los grandes apellidos catalanes que fraguaron su poder en la España de Franco

Por Alejandro Torrús

La obra ‘El franquisme que no marxa’, del periodista Lluc Salellas, analiza las conexiones entre las grandes familias catalanas y el régimen dictatorial.

Por su indudable interés en los actuales y convulsos tiempos políticos,  publicamos el artículo de Alejandro Torrús para Público del 14 de junio de 2015 sobre el enriquecimiento de una parte importante de la burguesía catalana a la sombra del sanguinario régimen franquista.

Las puertas giratorias no las inventó la democracia. Las puertas del Estado español llevan girando, al menos, desde el 1 de abril de 1939 cuando el ejército de Franco venció la Guerra Civil y comenzó a edificar las nuevas estructuras económicas y de poder del naciente Estado español con el Boletín Oficial del Estado como motor. Así, una parte importante de las actuales grandes familias empresariales son herederas de las grandes fortunas que se vieron beneficiadas de la victoria del ejército fascista aquel 1 de abril, la última gran tabula rasa de la economía española.
“Ahora, como en los años 40, los apellidos que continúan ejerciendo el poder económico y político en Catalunya son los Millet, los Cortina, los Carceller, los Mateu o los Trias, mientras que al conjunto de España son los De Oriol, López de Letona, De la Mora y Mon, Suárez o De Borbón, por poner algunos ejemplos”, señala a Públicoel periodista Lluc Salellas, que acaba de publicar la obra El franquisme que no marxa [El franquismo que no se va] (Edicions Saldonar)un trabajo de investigación en el que analiza, entre otros puntos, las conexiones entre las grandes familias catalanas y el régimen de Franco.
Portada Franquismo que no marxa
Portada Franquismo que no marxa
De esta manera, el Boletín Oficial del Estado brindaba los negocios y los amigos del régimen se comían el pastel. Después llegó la Transición y la economía fue el primer tema en ser apartado de toda negociación. “El tema económico fue un tema tabú. No se plantea ni un cambio de modelo ni una redistribición de la riqueza”, explica Salellas, que considera que si los ‘colaboracionistas’ con el régimen de Franco no hubieran sido amnistiados por su responsabilidades en la dictadura, la historia hubiese sido muy diferente.
“Si estas familias hubieran tenido que rendir cuentas por su colaboración con el régimen franquista pues seguramente otro gallo hubiese cantado. Sus empresas no estarían tan bien vistas y, quizá, no hubiesen disfrutado de las subvenciones y adjudicaciones que han disfrutado durante la democracia”, afirma el periodista.
Y es ahora, cuando una Segunda Transición se vislumbra en el horizonte, cuando Salellas cree conveniente recuperar la información sobre las raíces de las grandes fortunas catalanas para poder reabrir el debate. “Para poder analizar la realidad es imprescindible el contexto. Y el origen del poder de estas familias es una parte muy importante del contexto”, reflexiona el autor.
Por este motivo, Público ofrece a partir de ahora un capítulo íntegro de la obra El franquismo que no marxa, que, anteriormente, fue publicado por la revistaCritic.
Los Cortina:
Uno de los ámbitos dentro del sector de la alimentación que más beneficios produce es el de la cerveza. Así lo constata la empresa San Miguel, que hoy en día forma parte del conglomerado Mahou, y constituye un gran ejemplo de este pequeño mundo que son las grandes empresas y su relación con los herederos del franquismo.
San Miguel fue fundada por Pedro Cortina Mauti (la Pobla de Segur, 1908–Madrid, 1993), empresario y diplomático del franquismo que llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores con los últimos gobiernos de Carlos Arias Navarro. Embajador español en París durante mayo del 68, este empresario, casado con la hija del primer alcalde franquista de Madrid y cuñado del primer oficial muerto de la División Azul en el frente ruso, fue vicepresidente de la marca cervecera hasta su muerte.
Sus dos hijos también han tenido un conocido recorrido en el mundo empresarial español. Por una parte, Alfonso Cortina fue presidente de Repsol-YPF entre 1996 y 2004, posteriormente de la inmobiliaria de La Caixa, Colonial, y finalmente obtuvo un cargo directivo a la empresa de capital riesgo Texas Capital Group en España.
Empresario y diplomático del franquismo que llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores con los últimos gobiernos de Carlos Arias Navarro
Por otra, Alberto Cortina se casó con Alicia Koplowitz, empresaria y propietaria de la fortuna heredada de la empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Koplowitz está considerada como una de las 20 fortunas españolas más importantes y, además de FCC, enriquecida gracias al régimen, dispone de acciones en grupos empresariales diversos como Inditex, Prisa o Ferrovial a través de su Sicav.
Los Carceller (Damm)
La historia de Damm no es sustancialmente diferente de la de San Miguel en lo que se refiere a las conexiones con el franquismo. Su fundador, Demetrio Carceller Segura (Las Parras de Castellote, Terol, 1894 – Madrid, 1968), ingeniero formado en Terrasa, fundador de Campsa, acabó siendo ministro de Comercio de Franco entre 1940 y 1945.  Fundador de la Falange con Primo de Rivera, Carceller colaboró con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini desde un Gobierno, antes de abandonarlo para hacer fortuna en el sector privado gracias al Boletín Oficial del Estado.
Además de la marca cervecera, Demetrio Carceller formó parte de los consejos de administración del Banco Comercial Transatlántico, el Banco Industrial de Catalunya, Fomento de Aragón y Cepsa, y representa, según diversos historiadores, el ejemplo paradigmático de la oligarquía que creció dentro del régimen. Su fortuna, liderada por la marca Damm, continúa en manos de sus descendientes.
El propietario mayoritario actual de la cervecera es su nieto, Demetio Carceller Arce, que ha conseguido incrementar la fortuna participando en la petrolera canaria Disa y siendo consejero de Sacyr, CHL, Pescanova, Ebro Puleva, Gas Natural o Repsol. Carceller ha mejorado las prestaciones empresariales de su abuelo, aunque durante 2014 salió a la luz la imputación por el juez Pablo Ruz, de la Audiencia Nacional, por blanqueo capitales y delito contra la Hacienda Pública.
Los  Suqué-Mateu (Grupo Peralada)
Si el mundo de la cerveza huele a rancio por sus vinculaciones con la dictadura, una parte del sector vinícola no es para menos. Uno de los conglomerados más conocidos en el mundo del vino catalán, el Grupo Peralada, es propiedad de los Suqué-Mateu. Esta familia está formada por Carmen Mateu, propietaria de las viñas y del castillo que da nombre a la empresa, y Artur Suqué, fundador de Inverama-Casinos de Catalunya, y sus tres hijos.
El proyecto empresarial, gastronómico y cultural alrededor de esta localidad del Empordà fue creado por Miquel Mateu i Pla (Barcelona, 1898-1972), padre de Carmen Mateu y alcalde de Barcelona desde la entrada de los fascistas en la capital de Catalunya hasta 1945. Mateu i Pla fue, además, 24 años procurador de las Cortes franquistas como un consejero nacional de la Falange y cinco más como miembro vitalicio, además de embajador en París durante dos años.
Falangista como pocos, Mateu i Pla era considerado uno de los amigos más íntimos del Caudillo. De hecho, iba a menudo a visitarlo en la casa de verano de la playa de Gabet en Llançà. Hijo de un industrial, cofundador de la Hispano-Suiza, este empresario tuvo cargos y responsabilidades en muchas empresas, como el Banco Urquijo Catalán o Barcelonesa de Publicanos (editora del Diario de Barcelona), y presidió La Caixa de Pensions, Fomento del Trabajo Nacional y la agencia de noticias EFE.
El escritor Josep Pla, nada sospechoso de ser un aliado de los bolcheviques, lo definió como “un personaje siniestro, un burgués dominado por el miedo”
El escritor Josep Pla, nada sospechoso de ser un aliado de los bolcheviques, lo definía como “un personaje siniestro, un burgués dominado por el miedo, por un ansia económica sin límites, el auténtico representante del franquismo en Catalunya”. Palabra de Pla.
Los Trias Sagnier
En la alta burguesía catalana que formaba parte de la oligarquía franquista y que se ha mantenido viva durante el paso de los años no hay, como es lógico, sólo empresarios vinculados con la alimentación. La familia Trias Sagnier, por ejemplo, es un caso bien diferente. El padre, Carlos Trias Bertran (Barcelona, 1914–Madrid, 1969), hijo de la alta burguesía barcelonesa, fue uno de los fundadores de la Falange en la provincia y huyó a Burgos nada más explotar la guerra.

Teniente de alcalde de la Barcelona franquista y primer secretario del Movimiento en la provincia de Girona, Carlos Trías es unos de los nombres vinculados con la sentencia a muerte del fundador de Unió Democràtica de Catalunya, Manuel Carrasco i Formiguera.
Los hijos de este barcelonés, al que la muerte súbita le impidió ser ministro, también se han mantenido en la élite intelectual y política catalana. Así, Jorge Trias, por ejemplo, es abogado y colaborador de la Fundación para los Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y fue diputado popular entre el año 1996 y el año 2000. Histórico columnista de ABC, escribe actualmente en El País.
Jorge Trias ha estado relacionado con el ‘caso Bárcenas’, ya que fue uno de las primeras voces en denunciar el entramado delictivo en la calle Génova de Madrid. Su hermano, Eugenio Trias, fue uno de los filósofos españoles más importantes del siglo XX, así como uno de los promotores del manifiesto Foro Babel, que reclamaba más presencia del castellano en los espacios públicos de Catalunya.
Vinculado intelectualmente con Ciudadanos, Eugenio Trias murió a causa de un cáncer en el año 2013. Un tercer hermano, Carlos Trias, también hizo carrera dentro de las esferas culturales como escritor y ensayista.
Los Gay de Montellà

Algunos importantes empresarios catalanes de la actualidad también continúan linajes como los de Trias. El presidente de la patronal catalana, Joaquim Gay de Montellà, por ejemplo, es hijo de Rafael Gay de Montellà, abogado y falangista de la Barcelona del régimen. Gay de Montellà padre (Vic, Osona, 1882–Barcelona, 1969) llegó a escribir un libro en el año 1940 titulado Autarquía.
Los Lara Bosch
La dictadura dio poder con su advenimiento a los más fieles a la insurrreción. Uno de ellos fue José Manuel Lara, editor y padre de José Manuel Lara, fallecido recientemente. En el transcurso de su vida, Lara Bosch consolidó uno de los grupos editoriales españoles más potentes, Planeta, con inversiones en el mundo de los medios de comunicación, como, por ejemplo, en La Razón o en Atresmedia (La Sexta y Antena 3).
Su influencia en el mundo de la comunicación y la financiación de las opciones más contrarias al catalanismo fue una de las constantes durante su trayectoria. José Manuel Lara (padre) participó en la Guerra Civil en el bando franquista como capitán de la Legión y permaneció siempre fiel a Franco. En 1949, sólo 10 después del final de la guerra, fundó la editorial Planeta en Barcelona.
Los Bau
Esta corriente hereditaria, la encontramos también entre una de las familias más destacadas de las Tierras del Ebro, los Bau. Joaquim Bau (Tortosa, 1897–Madrid, 1973), comerciante acomodado, carlista y alcalde Tortosa durante la época de Primo de Rivera, tuvo un papel político clave en esta zona del país durante el franquismo, cuando su audacia con el Banco de Tortosa le permitió acumular una gran fortuna.
Procurador de las Cortes franquistas, presidió el Consejo del Reino desde 1965 hasta su muerte, cuando el monarca le otorgó el título póstumo de conde de Bau y el municipio de Tortosa le puso su nombre a un instituto. Uno de sus hijos, Fernando Bau, también fue diputado en las Cortes franquistas y fue uno de los fundadores de Alianza Popular (AP) en las Tierras del Ebro.
La historia se repite. Y, además, coincide. Porque, familias como los Bau o los Veray nos encontramos en todas las comarcas rurales catalanas.
Los Samaranch 
Si una persona simboliza el enlace entre la élite franquista y el mundo del deporte durante los años posteriores a la muerte de Franco, es el catalán Juan Antonio Samaranch Torelló (Barcelona, 1920-2010). Samaranch, que había estado de procurador en las Cortes franquistas (1964-1977), como delegado nacional de Deportes, regidor del Ayuntamiento de Barcelona y como presidente de la Diputación de Barcelona (1973-1977), llegó al zenit de su carrera en 1980 con su designación como presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), organismo encargado de promover el olimpismo.
Este cargo le permitió ser la persona que anunció que Barcelona acogería los Juegos Olímpicos de 1992 y le facilitó la posibilidad de establecer negocios y conexiones con las élites políticas y económicas de la gran mayoría de estados del mundo.
Asimismo, durante su mandato al frente del COI (dejó el cargo en 2001) sucedieron algunos de los casos más sonados de corrupción dentro de la institución. Por una parte, en el año 1991 se produjo la dimisión del abogado y mano derecha de Samaranch, Robert Helmick, por haberse beneficiado de su cargo y haber cobrado de forma irregular más de 300.000 dólares.
Durante su mandato al frente del COI (dejó el cargo en 2001) sucedieron algunos de los casos más sonados de corrupción dentro de la institución.
Por otro lado, tuvo lugar la compra silenciosa de votos por parte de la candidatura de Salt Lake City para acoger los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002. Una acción que resultó exitosa, ya que esta ciudad de los Estados Unidos, con una abundante población mormona, acabó celebrando aquellos Juegos, aunque por hacerlo vio como 13 miembros del COI fueron expulsados.
De hecho, no fueron pocos los que durante aquellos años, acusaron al expresidente de la Diputación de Barcelona de haber fortalecido una estructura basada en el clientelismo y la corrupción dentro de los organismo internacionales con más poder del planeta. Al día siguiente de su muerte, por ejemplo, el periodista inglés Matthew Syed escribía un artículo contundente en el diario The Times, donde afirmaba que, con su presidencia, Samaranch “había matado los ideales del olimpismo” y había permitido que la corrupción se generalizara dentro de la institución, ya que no se solicitaban facturas ni se auditaban las cuentas, todo y que no paraban de entrar dinero.
Una manera de hacer que heredaron sus sucesores, tal y como salió a la luz pública en el año 2009 cuando exaltados cargos chinos confirmaron que Jacques Rogge, sucesor de Samaranch, había pactado en secreto la ciudad que acogería los Juegos Olímpicos de 2008 (Pekín)
Pero Juan Antonio Samaranch no se dedicó únicamente a presidir el COI durante su etapa postfranquista. Combinó su presidencia con una ascensión categórica en el mundo empresarial y financiero. En el año 1984 fue nombrado consejero delegado de la Caja de Pensiones y en 1987, presidente de la entidad, posición que ocupó hasta 1999. Samaranch que, cuando era presidente de la Diputación, había afirmado que “el mandato de Franco representaba, a su parecer, uno de los más brillantes periodos de la historia de España, presidió también la inmobiliaria Colonial, propiedad de la misma Caja y desde donde la entidad promovió la especulación inmobiliaria y la posterior burbuja del sector.
Durante este periodo a la cabeza de la empresa, Samaranch y su equipo se situó entre las cajas de ahorros más importantes de Europa. Una vez jubilado, el expresidente del COI, fue designado presidente de honor de La Caixa, cargo que compaginaba con muchos de otros, como era el presidente de honor del Real Club Deportivo Espanyol. El rey Juan Carlos I lo nombró en 1991 marqués de Samaranch.
Los Vilarasau
Todo este recorrido de éxito en el ámbito financiero, el que hizo de la mano de otro catalán estrechamente vinculado con la Administración franquista y que hoy día ostenta la presidencia de honor de La Caixa. Se trata del barcelonés Josep Vilarasau i Salat (1931), que en el año 1976 ya fue fue designado director general de La Caixa, que después acabó presidiendo durante cuatro años tras la renuncia de Samaranch.

Vilarasau, no obstante, no comenzó su carrera profesional en La Caixa sino que su llegada a la entidad financiera estuvo precededida por su experiencia dentro de la estructura franquista como director general adjunto de Telefónica (1966-1969), director general del Tesoro y de Presupuestos (1969-1975) y, finalmente, director general de Política Financiera (1972-1975). Como director general de La Caixa, cargo que compatbiliza algunos años con la presidencia de la concesionaria de autopista Acesa (1989-1998), Vilarasau está considera el cerebro de la fusión con La Caixa de Barcelona, así como del rápido crecimiento de la empresa.
Este hijo de la burguesía barcelonesa fue, para muchos, unas de las pocas personas que podían ejercer un contrapoder real a Jordi Puyol i Soley, cuando era presidente de la Generalitat de Catalunya. Asimismo, Vilarasau fue la persona que propuso a Samaranch ocupar la presidencia de la entidad en el año 1987, fruto de la buena relación que tenían a través de su primo Carlos Ferrer Salat, fundador y presidente durante siete años de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y presidente del Comité Olímpico Español.
Este hijo de la burguesía barcelonesa fue, para muchos, unas de las pocas personas que podían ejercer un contrapoder real a Jordi Puyol i Soley
Vilarasau buscaba en Samaranch una persona de crédito internacional que no se interpusiera en su día a día y que le permitiera hacer y deshacer tanto como quisiera. Samaranch era la persona ideal para hacer este propósito, ya que pasaba largas temporadas fuera del país, al mismo tiempo que buscaba posiciones que le otorgaran un prestigio. Relaciones simbióticas, salidas del honor de la burguesía.
Los Udina Martorell
Durante el primer postfranquismo también formaba parte del consejo de administración de La Caixa otro conocido franquista catalán, Santiago Udina i Martorell ((Barcelona, 1911-2006). Udina había destacada en el régimen por el hecho de ser presidente de Acción Católica, regidor y teniente de alcalde de Barcelona entre 1951 y 1956, y por el hecho de ocupar diversos cargos en la Administración, tanto en la comisaría del Plan de Desarrollo, como en el Ministerio de Obras Públicas, o presidiendo el Banco de Crédito Local.
Este barcelonés, procurador de las Cortes franquistas, padre de 11 hijos, después en Alianza Popular, crítico con la legalización del PCE y el retorno de Tarradellas, fue también delegado del Consorcio de la Zona Franca con la llegada de la democracia liberal española. Un nómada del poder. Udina coincidió en el consorcio con Antonio de la Rosa, padre de Javier de la Rosa y conocido expoliador español del ente de la Zona Franca por un valor de 1.230 millones de pesetas (alrededor de 7 millones de euros).
http://m.publico.es/politica/1923168/los-grandes-apellidos-catalanes-que-fraguaron-su-poder-en-la-espana-de-franco/amp

martes, 26 de septiembre de 2017

Alemanía .- La casa en orden o ¡sálvese quien pueda!.



 

Elecciones en Alemania
La derecha en el Parlamento

Gilberto Lopes
Rebelión


Hay alarma por los resultados de las elecciones alemanas de este domingo. Sin embargo, no hay ninguna sorpresa: magro triunfo de los demócrata cristianos y sus aliados social cristianos, caída prevista de la socialdemocracia, y una derecha xenófoba transformada en tercera fuerza política, con poco menos de 13% de los votos, que ya anuncia que va por el gobierno. “Hemos llegado para quedarnos”, advierten.

Con la decisión de la socialdemocracia de abandonar la coalición de gobierno que integraba con Angela Merkel, a la canciller solo le que queda una alternativa para formar gobierno: aliarse con los verdes y con los liberales, que vuelven al Parlamento. Lo habían dejado después del fracaso electoral anterior, luego de un período aliado con los demócrata cristianos en el gobierno. ¿Querrán volver? Los verdes dicen que cobrarán caro por su eventual apoyo. Lo cierto es que Merkel y los suyos, con un 33%, obtuvieron su peor resultado electoral, aunque probablemente alcanzará para un cuarto período de la canciller.

La derecha

Causa escozor el ingreso de la Alternativa por Alemania (AfD) al Parlamento, con una representación de casi 90 parlamentarios, en una cámara que se ampliará a 709 escaños. Merkel quiere conquistarlos de vuelta, pues parte de esos votos eran antes de los demócrata cristianos. Se fueron, probablemente, por la política de la canciller hacia los refugiados.

Afd nació en 2013 protestando contra el euro y sus consecuencias para los trabajadores alemanes. La política de austeridad y los “miniempleos” tienen graves efectos sobre las condiciones sociales de los trabajadores alemanes, Entonces lograron un 4,7% en las elecciones generales, a solo 0,3% de los votos que les hubiesen abierto las puertas del Parlamento. Luego añadieron a sus demandas una radical oposición a la inmigración y al islamismo. Por eso les dicen antieuropeos y racistas. Los acusan de extrema derecha. Por antieuropeos y islamófobos. Por xenófobos. Es inevitable.

Pero no es del todo cierto.

La derecha, una derecha extrema, ha venido gobernando Alemania desde hace mucho tiempo. Es difícil imaginar algo más a la derecha, por ejemplo, del ministro Wolfgang Schäuble. Lo recuerdo implacable, exigiendo a Grecia privatizar sus recursos públicos, recortar las pensiones, reducir los gastos sociales. O sea, devastar el escenario económico del país para pagar deudas impagables. Medidas draconianas. Aplicación del programa neoliberal recesivo que incluía reducción de salarios y pensiones; severo recorte del gasto público, incluyendo los presupuestos de salud y educación; apropiación de tierras; reformas en la legislación laboral para reducir el poder de los sindicatos e incrementar la flexibilidad laboral, pobreza y desigualdad. Ese es el resultado de las políticas que Schäuble impuso a Grecia. Naturalmente, no lo hizo solo. El socialdemócrata holandés, presidente del Eurogrupo,   Jeroen Dijsselbloem, lo apoyó, entusiasmado. Un programa devastador, inimaginable, y contrario a lo que el partido gobernante en Grecia, Syriza, había prometido en campaña.

Grecia aceptó todo. Entonces el FMI le exigió más. Más recortes en las pensiones. Reducción del umbral de exenciones impositivas. Se necesitaba recaudar (y transferir a los bancos europeos, sobre todo alemanes y franceses) 3,6 mil millones de euros más, equivalentes a 2% del Producto Interno Bruto griego. Medidas a ser aplicadas en 2019 y 2020, un año después de las próximas elecciones, previstas para 2019. O sea, no importa quien gane, ni que programe ofrezca a los electores. Estará amarrado por el compromiso financiero que el FMI les ha presentado como un ultimátum.

En casa

Eso impuso Schäuble a Grecia. Y en casa, ¿cómo vamos? Hay debate intenso. La economía crece moderadamente, el desempleo es muy bajo, hay superávit en las cuentas públicas. Parece un éxito. Pero no hay unanimidad de criterios para evaluarla.

La “hora germana” es el título de un extenso trabajo del profesor emérito de Política Económica de la Warwick University y miembro de la Cámara de los Lores en Inglaterra, Robert Skidelsky. Skidelsky comenta un libro del exembajador de Gran Bretaña en Berlín, Paul Lever, titulado Berlin Rules.

Alemania ha consolidado un sistema de reglas que consolida sus ventajas competitivas, afirma. “La moneda única evita devaluaciones en la eurozona y también que el euro valga menos de lo que una moneda exclusivamente alemana podría valer”. Eso facilita sus exportaciones.

Las regulaciones que impiden elevados déficits fiscales evita usar este mecanismo para promover el crecimiento. Y la insistencia alemana para que los costos no salariales sean equivalentes en toda la UE, más que un instrumento para promover la competitividad alemana sirve para reducir la de los demás.

Skidelsky sigue analizando el funcionamiento de la economía europea. La eurozona, afirma, sirve como una vasta base de donde Alemania se lanza al asalto de los mercados extranjeros. Sus exportaciones al mercado de la UE supera en 30% sus importaciones. Un excedente en una parte implica un déficit en la otra. Pero la eurozona fue creada sin un mecanismo para atender a los países deficitarios y el Banco Central Europeo tampoco puede actuar como prestamista de última instancia para los bancos de los países más afectados.

Datos del Instituto Alemán para la Investigación Económica publicados por la BBC revelan que la economía alemana creció un 22% en términos reales entre 1991 y 2014. Pero el 10% más pobre vio cómo sus ingresos disminuían en un 8% en ese período, mientras los ingresos del 10% más rico crecían cerca de un 27%.

Pese el bajo nivel de desempleo, muchas personas tienen trabajos de mala calidad, cobran poco y dependen de los subsidios estatales a pesar de estar trabajando, como recordó Carsten Koschmieder, politólogo de la Universidad Libre de Berlín.

Una de las razones por las que se acusa de extremistas de derecha al AfD es por ser antieuropeos. Europa ha sido un éxito para Alemania. ¿Por qué entonces oponerse?

Lo que pasa es que el éxito de Alemania en Europa está basado en las políticas como las que impuso a Grecia, o que los conservadores españoles imponen en su país y que Macron ha empezado a promover en Francia: desmantelar la organización sindical, precarizar el trabajo, facilitar el despido.

“Creo que la gente se da cuenta de que algo tiene que cambiar en este país. Nos damos cuenta de que hay cada vez más jubilados pobres”, dijo Jens Eckleben, diputado de la AfD para el Parlamento de Hamburgo a la RFI francesa. Y luego viene la otra cara del argumento: “Muchos lo han subestimado pero las miles de personas que han llegado a nuestro país son un problema porque entran en competición con nuestra gente pobre, por ejemplo para la vivienda. Somos favorables a Europa pero a una Europa de las patrias." Así es como se construye ese discurso.

El resultado de esta política de austeridad es siempre el mismo: una creciente concentración de la riqueza; la precarización de la vida de las mayorías.

 
 Iñaki y Frenchy en Rebelión ..


La casa en orden

Alemania exige a los países en problema “poner la casa en orden” recortando gastos, vendiendo activos y tomando medidas para hacerse más competitivos. No importa los costos. Pero Schäuble no ve razones para reducir su propio superávit.

Ayuda a entender lo que esto significa leer “El infierno del milagro alemán”, artículo de Olivier Cyran en Le Monde Diplomatique de este mes. Nos recuerda que el inicio del proceso de desregulación del mercado de trabajo estuvo en la llamada “Agenda 2010”, promovida por el canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder y aplicada entre 2003 y 2005. Es el origen de los minijobs, que han servido para reducir la tasa de desempleo alemana pero han creado una multitud (cerca de seis millones) de trabajadores miserables. Ideas que ya venía masticando con su colega inglés, Tony Blair desde fines del siglo pasado. Como dice Cyran, se trataba de transformar los derechos de la seguridad social en un trampolín para la responsabilidad individual. O sea, ¡sálvese quien pueda!

Skidelsky hace ver, en su artículo, la necesidad de algo de solidaridad. Sin algún mecanismo que la garantice, “Europa saltará de crisis en crisis”, estima.

El exembajador Lever afirma, en su libro, que Alemania ejerce el poder para proteger la economía alemana y poder jugar un papel más influyente en todo el mundo. Más allá –asegura– no subyace ninguna visión o propósito.

Puede parecer razonable, pero las tensiones que eso provoca son evidentes. Por lo tanto, cuando partidos como el AfD se manifiestan contra el euro, quizás no sean “antieuropeístas”, sino que interpretan el malestar de grandes sectores que, en Europa, la están pasando cada día más mal con las políticas depredadoras de los Schäuble y los Dijsselbloem. Al final, Merkel parece apenas la operadora –una operadora que se ha mostrado muy eficaz– de esas políticas. Schäuble sería impresentable.

No resulta tampoco extraño que un personaje como Javier Solana sueñe con Merkel asumiendo un papel más preponderante en Europa. En artículo publicado en El País el domingo afirmó: “Alemania, muy condicionada por su historia, sigue mostrándose reticente a reclamar un gran protagonismo en la esfera internacional. Pero a escala europea, siempre que se confirme su reelección, no cabe duda de que la canciller puede —y debe— labrarse un legado que vaya en consonancia con su talla política. Con Emmanuel Macron en el Elíseo y las elecciones alemanas en el retrovisor, habrá llegado el momento de adoptar medidas que doten de mayor vigor y equilibrio a la Unión Europea”. Ese es su sueño. Naturalmente, tan ignorante de la política europea no es Solana, para creer su afirmación de que “Alemania, muy condicionada por su historia, sigue mostrándose reticente a reclamar un gran protagonismo en la esfera internacional”. Pero sería formidable, un sueño, si Merkel extendiera por Europa su éxito alemán…

La extrema derecha: algo de historia

De modo que la extrema derecha no es la que acaba de entrar al Parlamento alemán. Es la que ha estado gobernando el país desde hace muchos años, con el apoyo de una socialdemocracia que ha aprendido poco de su propia y larga historia, cuyo escenario privilegiado fue la República de Weimar. Los resultados fueron dramáticos, como sabemos.

Queremos llamar la atención aquí para un aspecto particular, destacado por el miembro de la Escuela de Frankfurt, Franz Neumann, en Benemoth, su notable trabajo sobre la economía alemana en el período del nacional socialismo.

Neumann destaca el papel del comercio exterior como “un medio de enriquecer a los países más y mejor organizados a costa de los menos industrializados. Esa es la esencia del comercio internacional, aun en condiciones de libre competencia”.

Este es, ciertamente, un factor de permanente actualidad, como ya lo vimos, y explica parte de las tensiones en la zona del euro. Son los mismos intereses de la economía alemana, que entonces llevaron a la guerra y ahora han transformado el proyecto, poniendo la integración europea como un mecanismo adaptado a esos intereses. Y a mucha gente en Europa le molesta, no está de acuerdo, trata de resistir.

El secreto de esas transferencia de recursos, dice Neumann, es que los países más industrializados cambian menos trabajo por más, por lo que el comercio internacional es uno de los medios más importantes para enfrentar la sobreacumulación y la saturación del mercado interno. Por eso adquiere una importancia singular. Puede ser, en ocasiones, la única, o la más importante fuente de ganancias de una economía, como la alemana. Ese ímpetu no ha cambiado, agrega, refiriéndose al período del Nacional Socialismo. Lo que ha cambiado son los métodos para lograrlo. La historia de hoy nos muestra que ese en un proceso que solo se aceleró luego de la derrota nazi.

Esto nos permite entender también mejor porque partidos “antieuropeistas” y xenófobos ganan espacios en el escenario político europeo.

Su “antieuropeísmo” solo puede ser entendido si entendemos también en que se ha transformado la depredadora política “europeísta”. Por otro lado, surfean en la ola de indignación creada por las políticas neoliberales, con el argumento fácil contra la inmigración y el choque cultural provocado por algunos aspectos de la vida árabe, trasladada a Europa. Pero esa misma migración es provocada, en gran medida, por los desequilibrios impuestos por el mercado internacional. O, si nos vamos más atrás, por las políticas coloniales.

“Populistas” les dicen a estos partidos los que tiene pereza de pensar. Un concepto vacío, que cada uno utiliza como quiere y que, por eso mismo, es tan útil. El peligro, en todo caso, no está en los “populistas”, ni en esos extremistas, sino en los otros, en esos mismos que gobiernan desde hace años llevando los pueblos europeos –y, con ellos, al resto del mundo­– a una situación desesperada y cada vez más tensa. No fue con esa intención que anunciaron, hace ya más de medio siglo, si intención de integrar Europa.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=231975


 Y en Francia lo mismo...

  Se acabó la República de la igualdad y la fraternidad








 

lunes, 25 de septiembre de 2017

Cataluña .-Memorial Democrático y los abusos de la historia .

 
 Presentació del catàleg de la nova exposició del Memorial Democràtic
 
 
 
Cataluña, una comunidad singular
Machado, el Memorial Democrático y los abusos de la historia



Hay un dato que hace de Cataluña una comunidad singular: es la única que ha concebido una institución para reconocer la memoria del antifranquismo, el Memorial Democrático (MD). Y constituye una vergüenza sin paliativos que los gobiernos españoles –y los españoles a secas– no hayan/hayamos logrado establecer, por encima de siglas y querencias, un espacio dedicado a evocar los horrores de la Guerra Civil y el franquismo del modo en que lo han hecho otros países de nuestro entorno con sus memorias traumáticas. Como escribe Montserrat Iniesta, que jugó un papel protagonista en su concepción, “por primera vez una entidad del Estado asumía la responsabilidad de restituir la memoria de cuantos hicieron posible la reconstrucción del sistema democrático como patrimonio cultural colectivo” (“Instrumentos para una política de la memoria”). Ricard Vinyes, el otro arquitecto del proyecto, señala que su objetivo “es asumir como patrimonio de la nación los esfuerzos, los conflictos, las luchas y las memorias que han hecho posible el mantenimiento de los valores éticos de la sociedad y de la organización política que nos hemos dado, y sobre los que se sostienen sus expresiones institucionales, la Constitución y el Estatuto de Autonomía” ( El asalto a la Memoria ). Los dos textos son de 2011, hace 6 años. En 2013, el Museo Memorial del Exilio (MUME), de cuyo consorcio forma parte el MD, programó una actividad sobre las rutas del exilio con Walter Benjamin y Antonio Machado como figuras centrales. La actividad se cerraba con la visita a la tumba de Machado en Collioure. El 17 de julio del año pasado tuvo lugar un acto conmemorativo de los 80 años de la Guerra Civil en el Palau de la Música, con la presencia de Carles Puigdemont, Carme Forcadell y Raül Romeva. Durante el acto, impulsado por el MD y organizado por el Departamento de Romeva, se proyectaron videos de varios testigos que se alternaban con textos, entre ellos de Antonio Machado. Eso pasó el verano pasado. Este verano, en cambio, el historiador Josep Abad, en un informe encargado por la regiduría de Cultura del ayuntamiento de Sabadell (ERC) gobernado por un alcalde de la CUP, recomendaba borrar a Machado del callejero por “anticatalanista” y “españolista”; a la vez que proponía la misma medida para Goya, Quevedo, Larra, Góngora y Lope de Vega por su perfil “franquista”. Sobre la calidad de la producción historiográfica de tracción nacionalista está todo dicho y volveré sobre ello. Lo que aquí me interesa destacar es el silencio del MD sobre las incalificables palabras de Abad sobre Machado, habida cuenta de su objetivo de guardián de la memoria y del lugar de Machado en ella. Es un silencio que Freud calificaría de elocuente como enseguida señalaré. El mutismo del MD es ilustrativo de la marcada trayectoria de su corta vida, apenas diez años. Sus avatares recientes son inseparables de las torsiones que el procés ha imprimido al tejido institucional y social. Primero por el lado cuantitativo: se reduce la plantilla y el presupuesto (un recorte del 60% entre 2010 y 2014, año en el que se vende la sede de Via Laietana 69; el edificio fue adquirido por 11,9 millones por la familia Espelt propietaria de la cadena de hoteles de lujo H10 y es hoy el Hotel Cubik). En marzo de 2015 la nueva sede en alquiler en el Raval estaba cerrada y el visitante frustrado recibía respuestas evasivas de una empleada que había salido a fumar. En noviembre de ese año la web institucional no brindaba materiales en otras lenguas que el catalán.
Más seria es la metamorfosis cualitativa de la institución, que la lleva desde el espacio ético ecuménico (un término que solía usar Vinyes) a las tierras pantanosas de la geometría gentilicia. Sabemos que una de las tareas prioritarias del primer gobierno de Mas –cuando gobernó con apoyo del PP, parece que esto ocurrió en el paleolítico superior– fue encargar a su vicepresidenta, Joana Ortega, que recondujera la orientación antifascista del MD. En el segundo gobierno, el cambio de rumbo queda evidente con la exposición itinerante “Catalunya en Transición, inaugurada en julio de 2013 en el castillo de Montjuic (clausurada el 28 de febrero de 2014). Esta iniciativa se cierra con el III Col.loqui internacional, con este mismo título –Catalunya en transició– celebrado en el Museu d’Història de Catalunya a mediados de noviembre de 2013, un mes antes del Simposio España contra Cataluña . En el Coloquio participó, en representación de ICV, Raül Romeva. El mismo que, previo cambio de atuendo ideológico, organizó el acto del MD de 2016 en el Palau y encargó la exposición recién inaugurada, entre la Diada y el 1-O, de esa misma institución titulada “Une Catalogne indépendante? Geopolítica europea i guerra civil espanyola (1936-1939)”. (El papel de Romeva es difícil de exagerar; ha llegado a decir –no es el único– en reuniones con familiares de los fusilados y represaliados que la situación política de Cataluña se asemeja a la del franquismo: algunos han optado por no acudir más a estos encuentros).
Estábamos en diciembre de 2014, en el momento del Simposio que abría el intenso programa de fastos del Tricentenario. Dos meses después, e n febrero de 2014, el Instituto Francés de Barcelona organizó unas jornadas (los días 13, 14, 15, y 25) tituladas “Antonio Machado y el exilio republicano”. Ninguna representación institucional, ni autonómica ni municipal en el programa. El cargo más alto, salvo error por mi parte, fue académico, la Decana de la Facultad de Letras de la UAB que inauguró la jornada del 25 en la Sala de Grados de esa Facultad. El tricentenario parecía absorber todas las energías institucionales. La distancia entre la agenda pública del MUME y la implicación de las autoridades mostraba, una vez más, esa variante política de la ley de Gresham que sostiene que cuando la agenda social o cívica compite con la étnica, la última suele imponerse. Vemos ahora mismo cómo ha sucumbido a ella una persona tan emblemática como Aung San Suu Kyi. La falta de implicación en la celebración de una figura tan cargada de simbolismo como Machado tiene otras esquirlas. En su Asamblea general de 2011 la Red de Ciudades Machadianas confiaba en que Madrid, Valencia y Barcelona se sumaran a ella. Solo lo ha hecho Valencia. Sería de esperar que se incorporaran las otras dos y sería paradójico que cuando en 2018 se cumplan ochenta años de la estancia terminal de Machado en Barcelona, los Comunes no reivindicaran y celebraran a Machado como patrimonio común, marcando las necesarias distancias con los cruzados de lo propio.
Las mutaciones biográficas acompañan a las metamorfosis institucionales. Vinyes describió el Museo de Historia de Cataluña como la “nau capitana de Catalunya”; había anticipado la deriva etnogravitacional de esta institución dirigida a hacer, de ciudadanos catalanes; en sus palabras: destinada a “consolidar los mecanismos de consenso nacional de centroderecha, la cohesión ciudadana en torno a una explicación históricamente coherente de por qué somos como somos” (Vinyes, L’Avenç , nº 247, 2000). (De paso, porque no toca, la visión de R. Vinyes, como Comisionado de Programas de la Memoria del Ayuntamiento de Barcelona, sobre la exposición conmemorativa del 30 aniversario del atentado de Hipercor, merecería un análisis).
Dos puntos cabe considerar aquí: la congruencia entre los objetivos del MD y la exposición sobre la Cataluña independiente (el signo de interrogación no pasa de retórico), por una parte, y los usos de la historia, por otro. Para quien escribe, un contenido como el de la exposición citada violenta crudamente los principios inspiradores de una institución dedicada a la pedagogía de la memoria, en cuanto que esta se construye desde la ética universalista que inspira la figura de la víctima. Recuerdo las críticas de ERC a Mas por el “poco interés en la política de la memoria” que reflejaban los recortes del MD y las más contundentes del catedrático de Historia Andreu Mayayo, miembro de la Junta del Gobierno del Memorial, en 2013. Y lo que debería sorprender ahora si las sorpresas no hubieran agotado su repertorio es que no se haya levantado ninguna voz significada contra este abuso, un abuso que no es ajeno al silencio condescendiente del MD sobre las expectoraciones de una parte del secesionismo contra Antonio Machado.
En un artículo en el que ataca a un crítico y que comienza con una anécdota sobre la ceguera, el comisario de la exposición, Arnau González Vilalta (El Periódico, 11/09/2017), ni siquiera ve el problema. Por el contrario, basa su escrito en dos estrategias complementarias: una desautorización del crítico cercana a las técnicas que usan los devotos de los sistemas cerrados –con la delicadeza de identificar al crítico con un mono con orejas, boca y ojos tapados–, y una apelación a la historiografía de la que deduce, trop vite en besogne, que “gobiernos, diplomáticos y prensa occidental creyeron probable que Cataluña se independizara durante la guerra”. El comisario reprocha al crítico emitir un juicio antes de haber visto la exposición, en lo que tiene razón. Pero no es honesto cuando oculta que el contenido de la exposición remite a un libro suyo publicado el año del tricentenario bajo el título Amb ulls estrangers, en el que se sostenía la tesis de que las principales naciones europeas daban por descontada la independencia de Cataluña en los años 30. Es difícil rehuir la acusación del razonamiento analógico: si entonces sí… (1) El propio autor constataba las semejanzas entre los años treinta y la aventura emprendida por Mas en 2012. La analogía tenía un corolario implícito: entonces la independencia no se consiguió por falta de claridad y valentía de las fuerzas catalanistas, de modo que no repitamos el error.
No soy historiador así que me contentaré con sugerir que esa interpretación de la sensibilidad de las potencias europeas, por no hablar de las prioridades de la agenda internacional, me parece poco plausible. En cambio, este abuso de la historia, que consiste en utilizarla como mancha de Rorschach para hacerla decir lo que ahora queremos escuchar –lo que he llamado ventriloquia o teleología inversa– está bien registrado como una de las patologías más frecuentes de la historiografía nacionalista. “Como queremos ser tuvimos ser”, aunque lo que digamos es “seremos porque fuimos”. No solo nos inventamos la tradición sino que, además, incorporamos los instrumentos para certificar la autenticidad de los artificios. En estos asuntos uno no puede pasarse de la sociología del conocimiento, una disciplina que invita a mirar a las motivaciones de los actores. Me contentaré con recomendar al lector o lectora la lectura de una tribuna de González en los momentos inaugurales del procés (“Digem-ne Catalunya Espanyola”, Ara , 11/10/2012). Allí el autor obtenía la misma conclusión que en Amb ulls estrangers desde premisas distintas: Tras la independencia de Cataluña en 2014 (el hito que marca un antes y un después), los años entre 1714 y 2014 debían denominarse como sugiere el título, para diferenciarlos de la “Historia de Cataluña (nacional o independiente)”. No falta el elemento mágico que resolverá la carencia ontológica de la historiografía catalana: “Perquè el dia després de la baixada de la bandera espanyola del Palau de la Generalitat o del Parlament tot prendrà sentit, perquè llavors farem història pròpia”. ¿Es esta una actitud consecuente en términos epistémicos? Y, más importante, porque va de sociología: ¿Es puro azar que el autor de este artículo y del libro subsecuente haya sido el elegido por Romeva para comisariar una exposición inaugurada en estos momentos para los que los mentores del procés derrochan superlativos?
Con una desconsiderada ingenuidad el autor señala en su artículo defendiendo la exposición (“La decencia intelectual”, lo titula) que la muestra “no está hecha para satisfacer una posición en el debate actual”. Los latinos hicieron famoso el adagio Excusatio non petita… y Freud sacó oro de formulaciones de esta naturaleza. El mensaje principal de la exposición –según ha reconocido el autor en varias entrevistas– es que entonces no se logró la independencia por falta de decisión. Ahora, los promotores del 1-O han pisado el acelerador de la voluntad hasta el límite. La implicatura no puede ser más elocuente y solo la falta de familiaridad con los rudimentos de la pragmática puede dar cuenta de esa negación insolvente. Pero la perversión es más grave que la impostura porque ilustra hasta qué punto el secesionismo no se para en barras ante nada e instrumentaliza lo que encuentra a su paso. Lo que, por cierto, no es un buen augurio para esa república independiente en el horizonte; pero esa es otra historia. Puesto que el autor aprovecha la historia para su abuso de la analogía, cabría invitarle a una analogía de otro tipo: ¿es imaginable que una institución memorial sobre el nazismo en Baviera o Flandes fuera utilizada para reivindicar la independencia de esos territorios? Decía Primo Levi que cuando se atropella al hombre antes se atropella al lenguaje. Y nunca faltan oficiantes para hacerlo con el excipiente noble de la ciencia. Hay poderosos antecedentes, también en los años que González analiza y en los que, por cierto, una proporción notable de alemanes comulgaba con el mito tribal de la raza aria. Tras las sucesivas diálisis el MD está más cerca de El Born que del Camp de la Bota/Nou Barris. ¿Se reconocerán las víctimas y familiares de socialistas, anarquistas, comunistas, republicanos y antifranquistas a secas en el espíritu de esa última exposición organizada por el MD?
En resumen, esta historia no es más que un síntoma de lo que podemos llamar el principio de (Mario) Onaindía: los prejuicios burdos engendran perjuicios brutales. Entre tales perjuicios figura la mutación de democracias reales o tentativas en etnocracias: ocurrió después de Weimar, en la exYugoslavia y, en un ejemplo más envidiado, Israel, donde el “nunca más” ecuménico se transformó en un “nunca más a nosotros”, étnico. Y si bajamos del palacio a la calle, observamos esa misma pendiente deshumanizadora desde la identidad moral de la víctima sin acepciones a la identidad gentilicia de quienes se erigen en señores del pueblo o de la tierra. La omnipresencia del adjetivo democrático es algo peor que puro nominalismo; la realidad a pie de calle desvela los enormes abusos cometidos en su nombre. Ante lo que estamos es más bien algo que podría denominarse parademocracia, que es a la democracia lo que la parapsicología a la psicología.
Martín Alonso Zarza. Coordinador de El lugar de la memoria. La huella del mal como pedagogía democrática y miembro del Colectivo Juan de Mairena.

(1) Nota del Blog ..

Catàleg de la nova exposició del Memorial Democràtic ( Es la foto de arriba)
Dimecres, 27 de setembre, es presentarà al Memorial Democràtic el catàleg de l’exposició del Memorial Democràtic ‘Une catalogne indépendante?’ Geopolítica europea i Guerra Civil Espanyola (1936-1939)’.
La presentació tindrà lloc a les 19 h. Anirà a càrrec de Plàcid Garcia-Planas, director del Memorial Democràtic. Posteriorment tindrà lloc un debat entre els historiadors Arnau Gonzàlez Vilalta i Enric Ucelay da Cal.
‘Une catalogne indépendante?
El catàleg explica com, en el context de l’Europa d’entreguerres, una part significativa de la diplomàcia i dels mitjans de comunicació internacionals van veure com a possible la independència de Catalunya.
La posició geogràfica catalana en el context de l’interès de totes les potències. Fou aquest un fenomen especial a Europa? Seguia les dinàmiques de les dècades anteriors? Quin paper hi jugaria la URSS en tot plegat? I la reacció del govern republicà?
El llibre conté articles dels historiadors Enric Ucelay-Da Cal, Xosé Manoel Núñez-Seixas, Arnau González i Vilalta, Josep Puigsech Farràs i Josep Sánchez Cervelló.