Guerra en Siria "La información que nos ha llegado de
Siria corresponde a la 'posverdad'"
El profesor e investigador de la Universidad Complutense de
Madrid Pablo Sapag publicaba la obra “Siria en perspectiva”, editada por
Ediciones Complutense. Sapag disemina las claves que han marcado los seis años
de conflicto entre el gobierno de Bashar al Assad y una multitud de agentes
internos y externos.
Nacho Valverde @javat91
El pasado 19 de diciembre, el profesor e investigador de la
Universidad Complutense de Madrid Pablo Sapag publicaba la obra “Siria en
perspectiva”, editada por Ediciones Complutense. Bajo el subtítulo “De una
crisis internacionalmente mediatizada al histórico dilema interno”, Sapag
disemina las claves que han marcado los seis años de conflicto entre el
gobierno de Bashar al Assad y una multitud de agentes internos y externos. El
ensayo elaborado por el experto en comunicación social y propaganda ahonda en las
falsas informaciones transmitidas por los medios dominantes sobre la guerra en
Siria, poniendo el énfasis en la simplificación y catalogación del conflicto
como “guerra civil” y en el desconocimiento de la realidad siria por parte de
los países occidentales.
Motivado por sus vínculos familiares y de origen en el país
árabe, la cruda realidad que afectó a millones de sirios a partir de 2011 le
motivaron a redoblar el interés y el conocimiento acerca de la historia y de la
composición étnica-religiosa siria. En este libro, Sapag delimita el 2012 como
el año en que los Hermanos Musulmanes y otras facciones se apoderaron de un
descontento popular desorganizado, derivando en un virulento intento de
secularizar el Estado, y decantando a la población hacia la salvaguarda de la
esencia multiconfesional de Siria, a pesar de las criticas profundas que
amplios sectores de la población tenían hacia Bashar al Assad.
En el libro sostiene que en Siria no existe una guerra civil
¿Qué condicionantes no se cumplen en la teoría y en la práctica para no merecer
tal consideración?
Autores como Moro o Sambanis citan la guerra civil española
como el modelo arquetípico. Una guerra civil necesita que existan dos
gobiernos, dos ejércitos -no milicias, ni grupos armados-, unos frentes
delimitados que abarquen extensiones amplias -no un pueblo o un barrio- y exige
que haya dos administraciones que provean servicios a la población de tipo
social, educativo o sanitario. Ninguna de esas condiciones se ha dado en Siria
y, para que se pueda hablar de guerra civil, tendrían que existir combatientes
sirios. En el caso de los grupos armados que han combatido al Estado, a partir
de 2012 queda sobrepasado el llamado Ejército Libre Sirio, y se adueñan de la rebelión
grupos terroristas extranjeros como Al-Nusra y Estado Islámico.
¿La etiqueta de ‘guerra civil’ ha legitimado a estos grupos
terroristas?
Deberíamos preguntarnos por qué se ha insistido en que
hablemos de guerra civil, si tú lo llamas ‘guerra civil’ te permite justificar
el reconocimiento a determinadas autoridades paralelas a las oficiales del
Estado. Esa legitimación parte de una lectura equivocada de la realidad y del
sistema político sirio para sacarla de la ecuación regional. Desde el punto de
vista occidental, se presentó el conflicto como un problema sectario-religioso
que no existe en Siria. Siria es uno de los países más complejos del mundo
árabe por su composición étnica y religiosa, como país habitado más antiguo del
mundo, y las lecturas simplistas no son aplicables al marco suníes contra
chiíes.
En la crisis que se inicia en 2011, establece la acción de
los Hermanos Musulmanes como el principal elemento instigador ¿Qué pretensiones
tiene la organización?
La Hermandad Musulmana aspira a que el Estado sea
confesional suní y en Siria el Estado es aconfesional desde la independencia,
aunque en la práctica diaria es multiconfesional. Allí, los sirios celebran por
igual las festividades del islam y las cristianas. El pueblo sirio sabe que el
triunfo de la Hermandad Musulmana supondría una confesionalización del Estado y
termina apoyando al Estado como garante de la multiconfesionalidad, aunque
discrepe enormemente con Bashar al Assad. Durante la crisis, curiosamente, una
de los grandes focos propagandísticos del gobierno ha sido el ejército
multiconfesionalizado como garante del mantenimiento de la esencia siria, no el
ensalzamiento de la figura del presidente.
El Gobierno sirio proclama el sesgo aconfesional del Estado,
pero en la Constitución se estipula que el presidente debe ser musulmán. ¿Esas
concesiones a los islamistas han podido dar mayor protagonismo a los Hermanos
Musulmanes y que se hayan visto legitimados para llevar a cabo la revuelta?
El Gobierno debió ser mucho más explícito en las cesiones
que estaban haciendo a los islamistas, sobre todo, de cara al exterior. En el
exterior han configurado la imagen del Estado sirio como un sistema laico e
incluso antirreligioso, cuando éste ha protegido y ha amparado todas las
religiones. El Estado protege constitucionalmente los bienes públicos de todas
las confesiones y eso no le gusta a la Hermandad Musulmana, que quiere tener el
estatus privilegiado que en España tiene la Iglesia Católica.
¿Se ha quebrado ese pacto social de respeto e igualdad
étnico y religioso?
No se ha roto porque esa es la esencia de los sirios, no se
lo ha impuesto ningún agente externo. En Siria no hay barrios o regiones
separadas por religiones y eso la ha permitido resistir. Con una sociedad
dividida sectariamente el país hubiera estallado. Esa esencia siria se ha
fortalecido con esta crisis, con muestras de solidaridad redobladas para
afrontar la hecatombe vivida.
En los seis años de conflicto, los medios han recogido
ataques del Gobierno con armas químicas sobre la población difundidos por el
Observatorio Sirio de DDHH. ¿Qué hay de veraz en estos actores y sucesos que
han marcado la trayectoria de la crisis siria?
La mayoría de información que nos ha llegado de Siria
corresponde al territorio de las ‘fake news’ o de la posverdad. En el caso del
Observatorio Sirio de Derechos Humanos no todo lo que sacan es falso, pero su
gran problema es que detrás están los Hermanos Musulmanes. En términos de
propaganda, está ocultación deliberada de la fuente se llama propaganda negra.
Otro factor clave de la propaganda exterior ha sido la utilización y
entrenamiento de supuestos blogueros y activistas sirios que, en realidad, detrás
de esos activistas se encontraban estadounidenses residentes en Europa.
Bashar al Assad le confesó en una entrevista que hay una
suerte de sacudida identitaria excluyente ¿Cómo puede superar Siria esta
escalada y no acabar como Irak?
El futuro, como poco, será mejor que el presente y el
pasado. Las pérdidas de vidas han sido terroríficas y los daños representan
200.000 millones de euros, siete veces el PIB de Siria antes del conflicto. En
primer lugar, el problema de Siria es que tiene un 20% de la población que,
permanentemente, intenta confesionalizar el Estado y que con apoyos externos
puede aprovechar una nueva oportunidad. En segundo lugar, el país se puede
enfrentar a procesos del terrorismo de gran escala como el que vivió Irak
después de la invasión estadounidense. Siria hoy es un Estado mucho más débil
de lo que era antes de 2011 desde el punto de vista regional, en un mundo tan
volátil como Oriente Próximo en el que está rodeado de vecinos hostiles.