jueves, 20 de agosto de 2015

Libia , censuran las masacres del Estado Islámico en Sirte.

Extraña ley del silencio sobre los decapitados de Sirte

Mondafrique

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Los doce hombres decapitados por el Estado Islámico el 14 de agosto en Sirte no han copado las portadas de los medios de comunicación, ¿debido a la presencia de partidarios de Gadafi?  
Lo que ocurrió en Sirte durante toda la semana es realmente inédito y sin embargo, esta vez, el horror apenas ha conmovido a la opinión internacional. La ciudad costera de Sirte, cuna del difunto dictador libio Muammar Gadafi, está en manos del Estado Islámico (EI) desde el pasado mes de junio. El viernes 14 de agosto, después del rezo, la decapitación de doce hombres por el EI debería haber incendiado los medios de comunicación internacionales. Máxime cuando este nuevo crimen del EI vino acompañado durante toda la semana anterior de violentos combates que causaron la muerte de casi 200 personas solo en la ciudad de Sirte.
Estas nuevas sacudidas en el centro del caos libio solo han suscitaron un modesto comunicado de AFP el viernes y además varias horas después de los dramáticos sucesos. Al día siguiente de las decapitaciones, el sábado 15 de agosto, se difundieron algunos breves, pero sin análisis, en varios medios de información. ¿Por qué, esta vez, esta falta de alboroto tras una nueva atrocidad del Estado islámico?
Gadafi, el regreso  
Desde la condena a muerte este verano de Saif al Islam, el fogoso primogénito de Gadafi, los núcleos de la «resistencia verde» que agrupan a los fieles del difunto líder de la Jamahiriya se han manifestado en varias ciudades libias, en particular en Sirte, Bani Walid, Sebha, Tarkuna y Bengasi. Muy poco eco han tenido esas manifestaciones duramente reprimidas en Sirte por los yihadistas del Estado islámico y dispersadas por las fuerzas de Fajr Libya , las milicias islamistas que ocupan, en particular, las regiones de Trípoli y Misrata.
Pero la semana pasada la situación se complicó más en Sirte. Los enfrentamientos y las ejecuciones de manifestantes por la memoria de Gadafi se multiplicaron. Uno de los jefes religiosos de la ciudad, el jeque Khaled Al-Farjane, perteneciente a la gran tribu Al-Farjane que antaño no era totalmente hostil hacia el viejo poder, se posicionó a favor de la libertad de expresión. Mala elección, el jeque fue ejecutado el jueves 13 de agosto por algunos matones del Estado Islámico. Al día siguiente estalló el gran incendio. El Estado islámico detuvo a un centenar de personas y se dedicó, sin puesta en escena previa, a su deporte favorito: la decapitación de inocentes. Para añadir más horror los yihadistas remataron a varias decenas de heridos en hospital.
En el corazón del caos político  
Con los trágicos sucesos de Sirte hemos llegado al centro de la complejidad libia. Sobre el terreno, los bandos presenten se dividen según unas líneas de demarcación difusas y fluctuantes. En Sirte las fuerzas del Estado Islámico se benefician de la benevolencia del Gobierno «islamista» de Trípoli, el cual se guarda bien de enfrentarse frontalmente a los yihadistas, encantados de disponer eficaces perros guardianes contra los rebeldes incontrolables. Otra sorpresa, también en Sirte y frente al Estado Islámico, descubrimos solidaridades insospechadas entre los «salafistas» hostiles a la yihad, los representantes de las tribus y los nostálgicos del viejo orden gadafista.
Una certeza, en todo caso, si los antiguos baasistas pro Sadam Husein han podido establecer alianzas en Irak con el Estado Islámico, los fieles de Gadafi son en Libia sus principales adversarios.
Entre personas respetables  
Tampoco el Gobierno legítimo de Tobrouk, como el no reconocido de Trípoli, desea verdaderamente tener en cuenta la realidad del país «real». En Tobrouk nadie quiere adherirse abiertamente a los núcleos fieles al antiguo régimen, aunque muchos antiguos gadafistas luchan al lado del general Khalifa Hafter, aliado del Gobierno legítimo de Tobrouk. Pero no es cuestión para este último de reivindicar semejante alianza con el diablo verde, mientras negocia en Ginebra con la ONU y los estadounidenses. Entre personas respetables. Así, el embajador del Gobierno de Tobrouk en París ha lamentado los graves incidentes de Sirte y ha llorado a las víctimas pero sin dar apenas detalles, con prisa por pasar página.
En cuanto al Gobierno de Trípoli, no legítimo, que se basa en un movimiento «islamista» de contornos difusos, aparenta que apoya a los «salafistas» de Sirte en su lucha contra el Estado Islámico. Así, el martes, las autoridades de Trípoli anunciaron el lanzamiento de una «operación para liberar Sirte». El ministerio de Defensa precisó que «los jóvenes y los habitantes de Sirte» participarían en esta ofensiva apoyados por la aviación. Pero sobre el terreno nada indica que las milicias de Trípoli estén dispuestas a ayudar a los anti-Estado Islámico, más bien al contrario.
Antiguo colaborador de Le Monde, Libération Le Canard Enchainé, Nicolás Beau fue redactor jefe de Bakchich. Es profesor asociado del Institut Maghreb (París 8) y autor de varios libros, Papa Hollande au MaliLe vilain petit QatarLa régente de Carthage (La découverte, Catherine Graciet) y Notre ami Ben Ali (La Découverte con Jean Pierre Tuquoi).
Fuente: http://mondafrique.com/lire/politique/2015/08/18/etrange-omerta-sur-les-decapites-de-syrte

miércoles, 19 de agosto de 2015

El bloqueo informativo en Sahara Occidental.

Rompiendo el bloqueo informativo en Sahara Occidental

Agentes marroquíes cargan contra manifestantes, en especial contra mujeres, durante una protesta en El Aaiún, en imágenes captadas por Equipe Media desde la azotea de uno de los edificios circundantes. Crédito: Cortesía de Equipe Media
Agentes marroquíes cargan contra manifestantes, en especial contra mujeres, durante una protesta en El Aaiún, en imágenes captadas por Equipe Media desde la azotea de uno de los edificios circundantes. Crédito: Cortesía de Equipe Media
EL AAIÚN, Sahara Occidental, 17 ago 2015 (IPS) - Ahmed Ettanji busca una vivienda para alquilar en algún edificio en el centro de El Aaiún, a 1.100 kilómetros al sur de Rabat. Se conforma con que tenga una azotea con vistas a la plaza que acogerá la próxima manifestación prosaharaui. 
“Las azoteas son esenciales para nosotros porque solo desde allí podemos documentar la brutalidad de la policía marroquí”, explica Ettanji a IPS. Este joven de 26 años es uno de los líderes del Equipe Media, un grupo de voluntarios saharauis que luchan por romper el bloqueo informativo impuesto por Rabat sobre Sahara Occidental.
“Aquí no hay agencias de noticias y a los periodistas extranjeros se les niega el acceso, e incluso se les deporta si visitan la zona”, añade el activista.
El español Luis de Vega es uno de los muchos informadores extranjeros que pueden corroborar dicho testimonio. No en vano, De Vega fue expulsado en 2010 tras pasar ocho años de corresponsal ​​en Marruecos, y declarado persona non grata por las autoridades marroquíes.
“La cuestión del Sahara Occidental es uno de los temas más delicados para los periodistas en Marruecos y los que se atreven a cubrirlo se enfrentan inevitablemente a las consecuencias”, explicó De Vega a IPS por teléfono desde Madrid.
Ahora, establecido en la capital española, De Vega dice estar “plenamente convencido” de que el suyo fue un castigo ejemplarizante, por tratarse del corresponsal extranjero que más tiempo había pasado en Marruecos.
Este año se cumplen cuatro décadas desde que en 1975 este territorio del tamaño de Gran Bretaña fue anexionado por Rabat tras la retirada de España de su última colonia, la del Sahara Occidental.
Desde el alto el fuego firmado en 1991 entre Marruecos y el Frente Polisario, Rabat ha controlado casi todo el territorio, incluyendo toda la costa atlántica.
El Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguía al Hamra y Río de Oro) es la autoridad que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce como representante legítimo del pueblo saharaui.
No obstante, la ONU todavía considera a Sahara Occidental como un “territorio en proceso inacabado de descolonización”.
Rompiendo el bloqueo informativo en Sahara Occidental
Ahmed Ettanji señala un detalle en la pantalla a un colega de Equipe Media mientras editan un video obtenido durante una manifestación prosaharaui en El Aaiún, en la ocupada Sahara Occidental. Crédito: Karlos Zurutuza/IPS
Mohamed Mayara, también miembro del Equipe Media, acompaña a Ettanji en su búsqueda de azotea. Como la mayoría de sus colegas, Mayara reconoce haber sido detenido y torturado en varias ocasiones.
En cualquier caso, el constante acoso no parecer haber menoscabado su entusiasmo, aunque admite limitaciones que se suman a las inherentes a toda actividad clandestina.
“Creamos el primer grupo en 2009, pero la mayoría de nosotros trabajamos por puro instinto. No tenemos ninguna formación por lo que estamos aprendiendo periodismo sobre el terreno”, apunta este saharaui nacido el año de la invasión y que redacta los informes y comunicados de prensa en inglés y francés.
Su padre, dice, desapareció en manos del ejército marroquí dos meses después de su nacimiento. No ha sabido nada de él desde entonces.
Represión sostenida
La mayoría de los saharauis vive actualmente en los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia occidental.
Los miembros del Equipe Media dicen mantener una “comunicación fluida” con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), la autoridad establecida ​​allí y que reclama un territorio que en 75 por ciento está ocupado por Marruecos.
Además de compartir todo el material, también trabajan codo con codo junto a Hayat Khatari, la única periodista que informa abiertamente para la RASD TV, que emite desde Tinduf.
A sus 24 años, Khatari recuerda que empezó a trabajar en 2010 tras los incidentes del campamento de protesta de Gdeim Izzik, a las afueras de El Aaiún.
Originalmente levantado como un campamento de protesta pacífica, Gdeim Izzik desembocó en disturbios que se extendieron a otras ciudades saharauis cuando fue desmantelado por la fuerza marroquí el 8 de noviembre.
Analistas occidentales,  como el estadounidense Noam Chomsky, atribuyen el origen de la llamada “primavera árabe” a El Aaiún, y no a Túnez, como comúnmente se ha establecido.
“Tenemos que trabajar muy duro y asumir muchísimos riesgos para poder contrarrestar la propaganda difundida por Rabat sobre todo lo que ocurre aquí”, subraya Khatari.
Rompiendo el bloqueo informativo en Sahara Occidental
Hayat Khatari, la corresponsal en el ocupado Sahara Occidental de RASD TV, con la videocámara con la que registra la situación en El Aaiún. Crédito: Karlos Zurutuza/IPS
La joven activista recuerda que fue detenida por última vez en diciembre de 2014. A diferencia de Mahmood al Lhaissan, su predecesor en RASD TV, Khatari fue puesta en libertad poco después de su arresto.
En un informe publicado en marzo, Reporteros sin Fronteras recoge el caso de Al Lhaissan. El activista fue puesto en libertad provisional el 25 de febrero tras ocho meses en prisión por cubrir una manifestación.
Aún espera su juicio por cargos de participar en una “reunión armada,” obstruir la vía pública, daños a la propiedad y agredir a agentes de seguridad durante el desempeño de su labor.
En el mismo informe, Reporteros sin Fronteras también denuncia la detención y deportación en  febrero de los periodistas franceses Jean-Louis Perez y Pierre Chautard.
Ambos trabajaban en un documental para la cadena de televisión France 3 sobre la situación económica y social en Marruecos, hasta que fueron detenidos y puestos en un vuelo a París tras serles confiscado todo su material.
El arresto se llevó a cabo en la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, una de las principales organizaciones humanitarias del país pero a la que el Ministerio del Interior acusa de “socavar la labor de las fuerzas de seguridad”.
Asimismo, otras organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch  denuncian de forma constante violaciones de los derechos humanos sufridas por el pueblo saharaui a manos de Marruecos durante las últimas décadas.
A pesar de repetidas llamadas telefónicas y correos electrónicos, las autoridades marroquíes se negaron a responder a las preguntas de IPS sobre estas y otras violaciones de derechos humanos presuntamente cometidas en el Sahara Occidental.
De vuelta en el centro de El Aaiún, los activistas del Equipe Media parecen haber encontrado lo que buscaban. Los propietarios del apartamento elegido son una familia saharaui, como no podía ser de otra manera.
“Nunca pediríamos a un marroquí tal cosa”, acota Ettanji desde la azotea, y sin quitar la vista del escenario de la próxima protesta. La fecha y el lugar exactos, dice, no pueden desvelarlos “por razones obvias”.
Editado por Estrella Gutiérrez



martes, 18 de agosto de 2015

La independencia del banco central es una falsificación ideológica .

  

El mito de la independencia del banco central
Alejandro Nadal

El mito de la independencia del banco central es una falsificación ideológica de gran relevancia en el mundo. También es un instrumento de dominación muy eficaz. Los economistas convencionales le han tratado de dar una especie de fundamento científico, pero la realidad es que esta leyenda carece de todo sustento racional.

Los economistas y políticos que justifican la idea de la autonomía del banco central esgrimen un argumento básico: al gobierno no se le puede tener confianza para manejar la oferta monetaria. El seudo-razonamiento tiene apariencia técnica: si el gobierno controla el banco central y gasta más de lo que recauda e incurre en un déficit sistemático, echará a andar la maquinita de imprimir billetes. Aumentará el circulante y la moneda perderá su valor al desatarse la inflación.

Todo lo anterior suena lógico, ¿verdad? Y hasta los estudiantes de economía que son torturados antes de sufrir una lobotomía en las facultades y escuelas de economía en el mundo entero aprenden que existe una teoría cuantitativa de la moneda que explica cómo aumentan los precios cuando crece la oferta monetaria. Sólo que hoy sabemos que la teoría cuantitativa de la moneda ha sido desacreditada en el ámbito de la lógica y que en el campo de la política económica es destructiva. Finalmente, en el terreno de la realidad empírica está basada en una idea de la creación monetaria que dejó de ser cierta hace por lo menos 150 años. Vale la pena examinar cada uno de estos puntos para entender los límites de la idea de la autonomía del banco central.

Primero el ámbito de la lógica. La teoría cuantitativa de la moneda supone que los precios varían de acuerdo a la cantidad de moneda en circulación. Pero eso depende del supuesto de que el producto total no varía al aumentar el circulante. Pero eso es absurdo: el producto no tiene por qué permanecer estático. Una vez que se abandona ese supuesto la relación entre cantidad de moneda y precios (inflación) se derrumba. Esa y otras críticas formuladas por Keynes en 1936 son definitivas.

Segundo, el campo de la política económica. La separación en compartimentos estancos de la política fiscal y de la política monetaria pone de rodillas al Estado moderno frente a los caprichos de los mercados financieros. Los poderes soberanos se han degradado al rango de clientes del sistema financiero internacional y los objetivos de desarrollo se someten a los dictados del capital financiero. Además, la separación conduce a una falta de coordinación entre la política fiscal y la monetaria. Las terribles consecuencias que todo esto acarrea están a la vista en Europa y América Latina.

Tercero, el terreno de la realidad. Los primeros bancos centrales fueron creados a finales del siglo XVII, pero su capacidad de mantener el monopolio de creación monetaria duró poco. El desarrollo del sistema bancario a partir de la segunda mitad del siglo XIX permitió a una parte del sector privado reapropiarse de la facultad de emitir dinero. Los bancos privados crean dinero cada vez que hacen un préstamo y la actividad económica está íntimamente asociada a esta forma de operación de los bancos privados. Si una empresa solicita un crédito y las expectativas son buenas, el banco le hará un préstamo, tenga o no reservas. Es decir, le abrirá una cuenta y le entregará un medio de pago que será reconocido por todos los demás bancos (por ejemplo, una chequera y una tarjeta de débito). Ese medio de pago es moneda, aunque no haya sido emitida por el banco central.

Los medios de pago emitidos por los bancos privados son simples promesas para entregar dinero base o de alto poder (un cheque es una simple promesa de entregar a la contraparte una cantidad de pesos, dólares o euros). Por eso muchos creen que en última instancia las reservas controlan la cantidad de préstamos que pueden hacer los bancos. La realidad es otra: es la actividad de los bancos la que le dicta al banco central cuántas reservas debe emitir. El banco central no regula las reservas de la banca comercial, es la banca comercial la que dicta el monto de las reservas.

La idea de que los gobiernos son irresponsables es la piedra de toque de todo el razonamiento sobre la autonomía del banco central. Pero todo esto entraña una enorme contradicción. ¿Qué no se supone que en una democracia las operaciones del banco central estarían sujetas a una sana disciplina? Vaya, perdón, pero qué pregunta más impertinente si ahora ya sabemos que la democracia ha muerto.

En el espacio de la reflexión política, una de las tragedias de nuestro tiempo es la aceptación de las izquierdas en casi todo el mundo de esta idea de la necesidad de mantener la autonomía del banco central. Como si la fantasmagoría de los pensadores de la derecha fuera reflejo de una realidad y una necesidad. La obsesión del mundo financiero para recuperar el control sobre el dinero es una vieja historia en todo el mundo. Hoy en Europa este problema es parte medular del nuevo modelo de explotación y dominación que se erige en el continente.




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Amnistía Internacional sobre la Operación Muro Protector


Análisis minucioso de los informes de Amnistía Internacional sobre la Operación Muro Protector
¿Ha perdido el norte Amnistía Internacional? (Cuarta parte)

Byline

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Hospitales (continuación)3. Shuhada al-Aqsa. Israel bombardeó el hospital Shuhada al-Aqsa, con lo que mató al menos a cuatro personas e hirió a decenas de personas. Tras señalar que Israel había alegado que su objetivo había sido un alijo de misiles antitanque almacenados “inmediatamente al lado del hospital”, Amnistía Internacional (AI) afirma que “no ha podido confirmar este” incidente y pide que se “investigue de forma independiente”. Dado que AI amablemente informó del pretexto de Israel para cometer esta atrocidad, ¿no debería haber citado también el verosímil testimonio presencial de una enfermera que trabajaba en el hospital según el cual después de que los cuatro palestinos fueran asesinados en vehículos aparcados fuera, entonces “hubo una rápida sucesión de 15 ataques de tanque”? A pesar de que según la valoración de AI tanto Hamas como Israel podrían ser igual de culpables de violar el derecho internacional [1], la Misión Médica de Investigación concluye que “lo importante es que el ejército israelí atacó [el hospital al-Aqsa] mientras había pacientes dentro, los profesionales sanitarios estaban trabajando y personas civiles buscaban refugio en el hospital de los ataques en los alrededores” [2].
4. Ambulancias. Durante la OMP también fueron destruidas o dañadas 45 ambulancias a consecuencia de ataques israelíes directos o como daño colateral. AI informa de que Israel “hizo públicas unas secuencias de vídeo que según él mostraba a combatientes palestinos entrando en una ambulancia”. Este vídeo de 24 segundos es la única prueba que adujo Israel para justificar sus ataques a ambulancias durante la OMP [3]. De hecho, el vídeo no tiene en absoluto valor de prueba. En él se ve a dos militantes de Hamas desarmados en una fecha y lugar desconocidos entrando en una ambulancia perteneciente a la unidad médica de emergencia del ala armada de Hamas (las Brigadas de Al-Qassam). Lo único que se puede decir del vídeo es que los militantes estaban en camino de una operación de rescate médico rutinario. ¿No debería haber indicado también AI que en operaciones anteriores Israel ha atacado sistemáticamente ambulancias palestinas [4], que a pesar de su sofisticada tecnología de vigilancia, solo en un único incidente Israel se esforzó por aportar pruebas para justificar semejante ataque criminal y que en esta única ocasión la propia AI consideró que la prueba era dudosa? [5]. De hecho, AI, la Misión Médica de Investigación y la delegación de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) documentaron abundantemente impactantes ataques premeditados y no provocados de Israel a ambulancias palestinas durante la OMP [6].
Escuelas. Israel destruyó 22 escuelas y dañó otras 118 durante al OMP [7]. AI indica lo siguiente: “El ejército israelí ha afirmado que durante las hostilidades se lanzaron cohetes y proyectiles de mortero desde dentro de varias escuelas de la Franja de Gaza” y que “al menos 89 cohetes y proyectiles de mortero se lanzaron desde [una distancia de] 30 metros de escuelas de la ONU”. Después de afirmar que no puede “verificar cualquiera de estas afirmaciones específicas”, AI recomienda que “se debería investigar de forma independiente”. Pero, ¿por qué [el informe de AI]Unlawful and Deadly cita solo (y ad nauseam) los comunicados de prensa del ministerio israelí de Asuntos Exteriores y de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF)? [8]. Seguramente podía haber verificado las afirmaciones oficiales israelíes consultando a grupos de derechos humanos palestinos, a funcionarios de la ONU y a destacadas ONG que trabajan en Gaza. La Comisión de Investigación de la ONU investigó siete ataques israelíes, muchos de ellos mortíferos, a escuelas de la ONU, todas las cuales excepto una se habían convertido en refugios de emergencia. Se publicó un resumen de sus conclusiones después de que AI publicara Unlawful and Deadly. La Comisión no adujo ninguna prueba que apoyara las acusaciones israelíes de que Hamas había lanzado cohetes desde dentro o de los alrededores de las escuelas específicas de la ONU a las que Israel había atacado, sino abundantes pruebas que lo refutaban, incluido el testimonio de un guarda de seguridad y de otros testigos. Además, vale la pena señalar que basándose en comunicados de prensa de la ONU AI recoge las ampliamente difundidas acusaciones que culpan a Hamas de hacer un mal uso de otras escuelas de la ONU que no fueron atacadas por Israel: “Grupos armados palestinos almacenaron cohetes y otras municiones en […] escuelas de la ONU. La [Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos] UNRWA descubrió municiones palestinas en tres de sus escuelas vacías en Gaza”, concretamente, “20 cohetes en una escuela de primaria de la ciudad de Gaza”, “cohetes […] en una escuela de primaria en Jabalia”, “otro alijo de cohetes […] en una escuela de Nuseirat”. Sin embargo, la Comisión de Investigación concluyó que las armas almacenadas en estas escuelas vacías (estaban cerradas por las vacaciones de verano) [9] no eran alijos de cohetes sino un proyectil de mortero y 20 obuses en la escuela de primaria de la ciudad de Gaza, “un objeto, al parecer un arma” en la escuela de Jabalia, y un proyectil de mortero y tres obuses en una ocasión, y un proyectil de mortero y 20 obuses en otra en la escuela de Nuseirat.
Mezquitas. Israel destruyó 73 mezquitas y dañó otras 130 durante la OMP. AI informa de que, según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, “se lanzaron al menos 83 cohetes y proyectiles de mortero a [una distancia de] 25 metros de las mezquitas durante las hostilidades, en algunos casos directamente desde dentro de las instalaciones de la mezquita”. AI no cita ninguna otra fuente, No era la primera vez que las mezquitas de Gaza eran un objetivo de Israel. Durante la Operación Plomo Fundido Israel destruyó 30 mezquitas y dañó otras 15. La misión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU presidida por Richard Goldstone investigó un ataque israelí “intencionado” con misiles a una mezquita durante aquella operación que mató al menos a 15 personas que estaban rezando. No “encontró pruebas de que los grupos armados palestinos utilizaran la mezquita para almacenar armas ni para cualquier actividad militar”. En general, carece de coherencia la argumentación de Israel para justificar sus ataques a las mezquitas de Gaza. Afirma que Hamas ha utilizado las mezquitas para esconder armas pero, como observó el experto militar de la Misión Goldstone, con “los muchos escondites que hay en los laberínticos callejones de Gaza” sería una insensatez que Hamas “almacenara cualquier cosa en un edificio abierto como una mezquita, que la inteligencia israelí habría considerado de antemano un objetivo y habría registrado”. Israel también alega que Hamas situó armas en las mezquitas porque, según la experiencia anterior, “consideraba que las IDF no las atacarían”. Pero, de hecho, incluso antes de la Operación Plomo Fundido Israel había dañado o destruido 55 mezquitas en Gaza entre 2001 y 2008. El informe final del comité de investigación presidido por el eminente jurista sudafricano John Dugard concluyó que durante la Operación Plomo Fundido, “ las mezquitas y más particularmente los minaretes fueron atacados deliberadamente por simbolizar el Islam”, al tiempo que los testimonios de soldados de las IDF que habían servido en Gaza durante la Operación Plomo Fundido confirmaron los ataques indiscriminados a las mezquitas [10]Si AI va a citar los pretextos oficiales israelíes para el ataque sistemático (de hecho, fueron algo similar a la Noche de los Cristales Rotos) a los centros de culto islámicos, ¿no debería haber indicado también que en el pasado resultaron ser falsos?
Central eléctrica. Israel atacó repetidamente la única central eléctrica de Gaza durante la OMP. Estos ataques empeoraron los ya graves apagones y destrozaron los servicios de [potabilización] de agua, sanitarios y médicos. No era la primera vez que Israel atacaba la única central eléctrica de Gaza. En 2006 emprendió un ataque múltiple con misiles cuyo objetivo preciso eran los transformadores de la central. La organización B’Tselem (Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) consideró que este ataque de 2006 era un “crimen de guerra” [11]. AI afirma que el ataque a la central eléctrica de Gaza durante la OMP “podría equivaler a un crimen de guerra” [12], pero a continuación se apresura a hacer una matización: “Un general de brigada israelí negó que Israel hubiera atacado intencionadamente la central eléctrica, aunque no descartó la posibilidad de que el ataque fuera error”. Si AI citó el previsible desmentido del general de brigada, ¿no podía también haber indicado que en el pasado Israel había atacado intencionadamente la misma central eléctrica? Por su parte, la delegación de la FIDH concluyó tras su visita a Gaza que “era de sobra conocida la ubicación de la central eléctrica. […] Los repetidos ataques […] y la negativa [de Israel] de garantizar la seguridad de la central no apoyan la afirmación de que estos ataques fueron un accidente” [13].

Notas
[1] “Si los grupos armados palestinos violaron el derecho humanitario internacional al almacenar municiones cerca del hospital y ese fue el objetivo de Israel cuando atacó el hospital y mató a civiles, sigue siendo gravemente preocupante la forma y ejecución del ataque de Israel”.
[2] Medical Fact-Finding Mission [Misión Médica de Investigación], pp. 50-51; véase también FIDH, Trapped and Punished, p. 44.
[3] 2014 Gaza Conflict, párrafo 129.
[4] Finkelstein, “This Time”, pp. 73-76.
[5] Norman G. Finkelstein, Beyond Chutzpah: On the misuse of anti-Semitism and the abuse of history, expanded edition (Berkeley: 2008), pp. 128-30.
[6] Amnesty International, “Evidence of Medical Workers and Facilities Being Targeted by Israeli Forces in Gaza” (7 de agosto de 2014); Medical Fact-Finding Mission, pp. 44-49; FIDH, Trapped and Punished, pp. 32-38.
[7] Un documento israelí reproducido en 2014 Gaza Conflict afirma descaradamente que hasta en los dos últimos días de la OMP, “las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) se han abstenido de causar daño a las escuelas”, aunque el propio informe afirma que “solo en muy pocos casos” Israel tomó las escuelas por objetivo. (p. 176, paras. 281, 404).

[8] La totalidad de las fuentes citadas son:
· Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Hamas’ Violations of the Law of War [Violaciones por parte de Hamas de las leyes de guerra], pp. 20, 23.
· IMinisterio de Asuntos Exteriores de Israel, Hamas’ Violations of the Law, p. 25, IDF, Declassified Report Exposes Hamas Human Shield Policy [Un informe desclasificado saca a la luz la política de escudos humanos de Hamas], diapositiva 13.
· Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Hamas’ Violations of the Law, pp. 20, 22, IDF, Declassified Report Exposes Hamas Human Shield Policy, slide 14.
· Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Hamas’ Violations of the Law, pp. 20-21.
· Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Hamas’ Violations of the Law, pp. 20-26.

[9] 2014 Gaza Conflict afirma falsamente que, según la Comisión de Investigación de la ONU, “cuando se encontraron las armas” en una de las tres escuelas, “se refugiaban en ella unos 300 gazíes” (p. 82 (pie de foto), párrafo 280).
[10] Finkelstein, “This Time,” pp. 66-67, 252-53nn69-73, 75-76.
[11] B’Tselem, Act of Vengeance: Israel’s bombing of the Gaza power plant and its effects (Jerusalem: 2006).
[12] En un comunicado de prensa emitido durante la OMP Amnistía Internacional afirmaba que “muy probablemente” el ataque equivalía a un “crimen de guerra” (“Gaza: Attacks on UN school and power plant are likely war crimes”, 30 de julio de 2014).
[13] FIDH, Trapped and Punished, pp. 48-52.
Primera parte
Segunda parte
Tercera parte


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lunes, 17 de agosto de 2015

Churchill y su antisemitismo.

Churchill dixit



Winston Churchill (1874-1965), el ícono del conservadurismo, el dos veces primer ministro de Gran Bretaña que lleva a su país por el mar de guerra, era un gran orador, polemista y un prolífico escritor, incluso ganador del Premio Nobel de Literatura (1953) por su prosa biográfica.
A la historia pasa también como autor de varios famosos dichos y bon mots.
Éste ya lo escuchamos todos (sobre todo de la boca de otros políticos liberales-conservadores): “la democracia es la peor forma del gobierno, salvo todas las demás”; o éste: “el mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio” (una tóxica semilla churchilliana detrás del discurso “el eslabón más débil de la Eurozona son los votantes”).
O uno sobre el papel de los aviadores en la Batalla de Inglaterra (“nunca antes tantos debieron tanto a... ”) y otro sobre la cortina de hierro (“desde Szczecin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático...”).
Allí está también la clásica puntada al rival político: “se acercó un carro vacío y bajó mayor Attlee” (Clement Attlee, el laborista que sorpresivamente derrota a Churchill en las elecciones de 1945).
¿Pero quién conoce este?: “los judíos-bolcheviques son enemigos del género humano, representantes de una ‘barbarie animal’” (François Bédarida, “Churchill”, 1999, p. 177).
O más “perlas” de su (in)famoso artículo –“Zionism vs communism: a struggle for the soul of the jewish people” (Illustrated Daily Herald, 8/2/20)– donde, aludiendo a... Protocolos de los sabios de Sion (¡sic!), subraya que el “elemento judío” está detrás de cada movimiento subversivo en el siglo XIX y acusa a “judíos internacionales” –desde Marx hasta Trotsky, Luxemburgo, Kun y Goldman– de “conspirar para abolir la civilización”.
El “judeo-bolchevismo” (la teoría conspiratoria que explica la revolución rusa con un “complot judío”) bajo su pluma va en ambos sentidos: no duda en atribuirle los “rasgos judíos” a Lenin recurriendo al peor imaginario antisemita.
Los bienpensantes dicen: “...uyy, ¡¿seguro habla usted de Churchill y no Goebbels?!”
Para el 50 aniversario de su muerte un diario liberal israelí recuerda sus “13 citas inolvidables” (Haaretz, 24/1/15), entre otras ésta tomada del... mismo texto: “a algunos les gustan los judíos, a algunos no; pero nadie puede negar que son la más extraordinaria raza (¡sic!) del mundo”, sin citar otras de sus “joyas”.
Éstas, al parecer, sí son “olvidables”.
¿Meros lapsus o “productos de un justificado anti-bolchevismo” (dicen sus defensores)?
Para nada: el antisemitismo y sus clichés (“judíos+dinero”, “judíos+comunismo”) hasta que el Holocausto poncha el absceso son parte integral de la ideología dominante.
John M. Keynes en sus memorias de la conferencia de Versalles (1919) recuerda como miembros de la delegación británica denigran unánimemente al ministro de finanzas francés Louis-Lucien Klotz por su origen judío.
Lloyd George mata dos pájaros de un tiro: imitando al gesto de “judío abyecto agarrando un saco de dinero” lo acusa –por insistir en las reparaciones alemanas– de “ayudar a propagar el bolchevismo en Europa” (Enzo Traverso, “El final de la modernidad judía”, 2013, p. 10).
Klotz al final de su vida hace unas malas inversiones, pierde su fortuna y acaba en la cárcel. Georges Clemenceau en un perfecto tono de la época espeta: “mi ministro de finanzas era el único judío de Europa que no sabía nada del dinero”.
La pequeña tormenta que estalla en 2007 por un supuesto texto no publicado de Churchill (1937) –en realidad escrito por su ghost-writer– donde se acusa a judíos de ser “parcialmente responsables por sus persecuciones” (Ynetnews, 15/3/07), resulta ilustrativa para la controversia “lo que dijo o no dijo sobre judíos”.
Sus devotos con un apócrifo en la mano tratan de descartar en bloc todos los dichos antisemitas y alejar definitivamente cualquier acusación.
Aunque hay una buena “fórmula absolutoria”, rehúsan usarla; la fórmula reza: “Churchill no era un antisemita (puro y duro), solo era un racista (común)”.
Abrazarla lo pone en una mala luz (recuerda sus teorías de “razas inferiores” o las “racialmente inducidas” hambrunas en India en los 40), lo acerca a Hitler (que admira su “orgullo supremacista”, asegura que “el este europeo es para alemanes lo que la India para británicos” y acaba inscribiendo el Holocausto en una larga tradición de masacres coloniales), pero a la vez permite clarificar su posición (si bien con los nazis lo une la narrativa de “judeo-bolchevismo” su enfoque no es biológico sino político).
De hecho es una extraña mezcla de “anti” y “filo-semitismo” reflejada en el texto de 1920 donde contrasta los “judíos malos” (cosmopolitas-comunistas) con los “buenos” (“nacionales” y sionistas-nacionalistas).
La creación del Estado judío en Palestina es para él un modo de “salvar a los judíos de las ideas revoltosas” (¡sic!) y “debilitar al comunismo internacional” ya que “el sionismo ésta en un violento contraste con él”.
Aquí entra el clásico argumento –sostenido entre otros por Martin Gilbert su “biógrafo oficial”, también historiador de Israel (no se sabe si “oficial”...) que tiene un libro aparte sobre el tema (“Churchill and the jews: a lifelong friendship”, 2008)– que va así: “Churchill no era un antisemita porque era un gran amigo del sionismo”.
Pasemos de la obviedad que su “amistad” no era ideológica (sionista tal cual), sino instrumental (acorde a los intereses imperiales británicos); el problema está en aparentar que uno excluye al otro: a menudo las dos cosas van juntas.
El mismo Theodor Herzl (1860-1904), el “padre” del sionismo, es consciente de esto: promocionando su proyecto sabe que los mejores amigos del sionismo pueden ser los... antisemitas (o sea casi todo establishment europeo de la época que podría ver en él una “solución a la cuestión judía”); en su gira por los salones europeos del poder enfatiza un punto político: si lo apoyan, él les quita de encima también a los “judíos revolucionarios” (tal cual el análisis de Churchill).
La misma “amistad” es expresada hoy por la ultraderecha europea antisemita que fustiga a los “judíos malos” (izquierdistas y/o los que se quedaron), pero ama a Israel y sus “judíos buenos” que además “les dan duro a los musulmanes” (la “principal amenaza a la civilización”).
Hoy ya no es el antisemitismo, sino la islamofobia que forma parte integral de la ideología dominante; de igual manera que ayer era “completamente normal” denigrar a los judíos hoy lo es denigrar a los musulmanes.
Casualidad o no, los mismos políticos que sin vergüenza explotan el nuevo y nefasto cliché “musulmanes+bomba” a menudo alaban a Churchill y repiten hasta el hastío sus dichos.
Desde luego solo aquellos “inolvidables”.

Maciek Wisniewski, Periodista polaco.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/08/14/opinion/021a2pol/

domingo, 9 de agosto de 2015

Podemos y el populismo de izquierdas de Laclau y Mouffe

  La influencia del populismo de izquierdas de Laclau y Mouffe en el núcleo impulsor de Podemos resulta evidente. 



Por Miguel Sanz Alcántara
La influencia del populismo de izquierdas de Laclau y Mouffe en el núcleo impulsor de Podemos resulta evidente. En este artículo desgranamos los elementos que configuran este pensamiento y lo contrastamos precisamente con el del revolucionario italiano que los inspiró, Antonio Gramsci.
La propuesta política de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe es claramente el principal asidero teórico del núcleo fundador de Podemos: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y Carolina Bescansa. Parece ser que con diferentes matices, todos ellos se mueven en un acuerdo de orientación práctica con referencia en la teoría Laclau-Mouffe.
Laclau, nacido en 1934, militó en el marxismo nacionalista argentino desde los años 60. Su evolución a partir del golpe de Estado de marzo de 1976 (ya afincado en la Universidad de Essex, Inglaterra) le condujo a un alejamiento progresivo de sus anteriores posiciones hasta dar nacimiento, junto a Chantal Mouffe, a lo que se ha denominado “postmarxismo”[1]. Uno de los motivos que impulsó el surgimiento del postmarxismo fue la búsqueda de una adaptación de la izquierda a los nuevos movimientos sociales surgidos tras 1968 (feminismo, ecologismo, liberación gay y lesbiana, antimilitarismo, etc.)[2]. Se trataba de teorizar una estrategia política que rompiera con el viejo esquema marxista de una transformación revolucionaria de la sociedad apoyada en la actividad consciente de la clase obrera.
La obra Hegemonía y Estrategia Socialista: hacia una radicalización de la democracia de 1985 es, quizás, el trabajo más conocido del postmarxismo. Los planteamientos de Laclau y Mouffe —abstractos, oscuros y poco accesibles para los y las lectoras no familiarizadas con el lenguaje del posmodernismo— encajaban bien en el ambiente intelectual de los años 80. El panorama político europeo y norteamericano giraba hacia la derecha (con Reagan y Tatcher en su cénit) y la clase trabajadora y los sindicatos de occidente se batían en retirada. Como veremos, la crítica de Laclau y Mouffe al marxismo es más bien una crítica a una caricatura de las ideas de Marx y Engels, popularizada primero por los teóricos de la Segunda Internacional y después por el estalinismo. El mismo Laclau, antes de su transición hacia el postmarxismo, estuvo influenciado por esta forma de interpretación de las ideas de Marx y Engels, si bien adaptadas a la compleja situación de la Argentina de los años anteriores al golpe de 1976, donde el peronismo era con diferencia la corriente política dominante[3].
El populismo de izquierdas —que viene a ser la síntesis práctica actual de la teoría Laclau-Mouffe asumida por la dirección de Podemos— tiene, como se explicará a continuación, bases muy cuestionables desde el punto de vista de la construcción de un sujeto político transformador, y consecuencias prácticas que conducen inevitablemente al campo de lo electoral a expensas de las luchas sociales. La apropiación sesgada que estos dos autores han hecho del revolucionario italiano Antonio Gramsci, como se explicará al final del artículo, ofrece algunas de las claves para encontrar una respuesta alternativa y transformadora al populismo de izquierdas.

Distanciamiento del marxismo

Las posiciones desarrolladas por Laclau y Mouffe en los años 80 extendían la propuesta de Althusser [4] de “autonomización” o independencia de las diferentes estructuras que conforman la realidad social. Para Althusser no existía una “totalidad” sino que percibía la sociedad dividida en diferentes estructuras, entre las que se encontrarían las estructuras económica, política e ideológica. Estas estructuras se desarrollarían de forma independiente y se relacionarían sólo de forma coyuntural [5].
Laclau y Mouffe asumen este planteamiento y llevan al extremo el concepto de “autonomización”: las relaciones sociales no forman parte de un sistema unitario en lo económico y lo político, sino de un campo entrecruzado de antagonismos que pueden o no relacionarse pero que requiere la autonomización de las esferas de lucha: “no hay, por ejemplo, vínculos necesarios entre antisexismo y anticapitalismo […]. Sólo es posible construir esta articulación a partir de luchas separadas, que sólo ejercen sus efectos equivalenciales y sobredeterminantes en ciertas esferas de lo social”[6].
En este esquema, las luchas de los y las trabajadoras (piedra angular de la transformación social en el marxismo) no juegan ningún tipo de papel central. La lucha de clases es un punto más, entre otros, de la articulación de antagonismos. Es más, si las esferas ideológica y económica de la sociedad son autónomas, los conflictos surgidos en ellos son también independientes. Las identidades de grupos sociales surgidas de estas esferas (identidad de género, de raza, de clase, etc.) y sus respectivos conflictos no pueden explicarse desde la existencia objetiva de una fuente primaria de opresión. Queda descartada así la explotación de la clase trabajadora en el sistema capitalista (y las relaciones de producción que conllevan) como elemento configurador del conjunto de las relaciones sociales. Y queda sacralizada la expresión de la lucha a través de identidades sociales independientes, en esferas de acción que sólo encuentran su lugar común en lo cultural, lo ideológico y lo discursivo.
Para estos autores, el capitalismo moderno ha deshecho las grandes identidades comunes (en especial la de pertenencia a una clase social concreta) y heterogeneizado los conflictos, produciendo multitud de identidades colectivas diferenciadas. Si bien esto es hasta cierto punto cierto, existe una gran diferencia entre entenderlo como un efecto del capitalismo que, bajo las condiciones adecuadas, puede ser revertido, y el considerarlo una característica intrínseca del capitalismo contemporáneo, como consideran los autores del posmodernismo.
En las obras posteriores de ambos autores y, por ejemplo, en La Razón Populista (penúltimo libro publicado en vida por Laclau), podemos encontrar numerosos ejemplos de la proposición de que la lucha es siempre de naturaleza discursiva, ideológica, y que ésta es la esfera realmente totalizante donde deben desplegarse los esfuerzos de acción política. Para Laclau, Mouffe y los autores y autoras del postmarxismo, “no hay nada fuera del texto” (o del discurso). Éste incluye lo ideológico y lo material: “Hablamos de los discursos como totalidades estructuradas que articulan elementos tanto lingüísticos como no lingüísticos” [7]. Una de las consecuencias directas de este planteamiento es el papel central que otorga a los intelectuales en la lucha política, algo que encaja como un guante con el núcleo de la dirección de Podemos. Como ha señalado Ellen Meiksins Wood, este planteamiento: “necesariamente adscribe a los intelectuales un rol predominante en el proyecto político, en tanto que descarga en ellos no menos que la tarea de la construcción de ‘agentes sociales’ por medio de la ideología y el discurso” [8].
La separación de las esferas económica e ideológica en el análisis de la sociedad debe ser entendida como una rebelión —ya abierta por Althusser y otros pensadores y pensadoras— contra el mecanicismo marxista generalizado por el estalinismo y sus intelectuales, dominante desde los años 30 en el panorama comunista internacional, y del que parcialmente el mismo Laclau procedía. Laclau y Mouffe centran en Hegemonía y estrategia socialista gran parte de su crítica contra un marxismo caricaturizado, donde existe una relación de determinación cercana a lo absoluto entre la realidad material y la evolución ideológica de la sociedad. Valga como ejemplo la obra de Stalin Acerca del Marxismo en la lingüística. En ella se insiste una y otra vez en que la superestructura ideológica, política y jurídica reflejan meramente los cambios en la base de la sociedad (las relaciones de producción) que a su vez reflejan los cambios en las “fuerzas productivas”. Esto le lleva a concluir que “la esfera de acción de la superestructura es estrecha y limitada” [9].
Laclau, Mouffe y muchos otros autores y autoras [10] reaccionan a este planteamiento mecanicista con una independización de la superestructura ideológica, donde encuentran el verdadero campo de acción política, un campo tan amplio que acaba abarcando a la realidad material misma. Sin embargo, las ideas de Marx, Engels o pensadores como Gramsci distaban mucho de este mecanicismo crudo criticado por Laclau y Mouffe. Interpretaban esta relación de forma dialéctica, entendiendo que si bien ambos campos de la realidad no estaban separados y la base material de la sociedad ejerce en algunos momentos de forma determinante, la superestructura ideológica de la sociedad puede adquirir una enorme autonomía. De ahí que la batalla política o ideológica sea también determinante para el marxismo.
El punto paralizante de la propuesta Laclau-Mouffe es que relega la acción política al campo discursivo, cultural o de construcción de identidades. De esta forma sus planteamientos no ofrecen ningún tipo de proposición coherente acerca de la construcción de sujetos políticos que no sean efímeros o actúen, directa o indirectamente, en el campo de la realidad material.

El populismo de izquierda

El esquema de Laclau y Mouffe sirvió durante los años 80 y 90 para respaldar las políticas de identidad, que frente al retroceso de las luchas obreras provocaron una atomización de los diferentes movimientos sociales [11]. Sin embargo, estos autores fueron decantándose más y más hacia la definición de un proyecto político que hoy día Chantal Mouffe llama “el populismo de izquierdas”. En La Razón Populista, Ernesto Laclau expone cómo las diferentes demandas surgidas de los diferentes campos de la sociedad pueden llegar a converger para dar lugar al nacimiento de un sujeto político (“el pueblo”) con capacidad para poner en marcha una nueva época más democrática. Con la ayuda de conceptos y proposiciones procedentes de la lingüística y el psicoanálisis, el autor traza un modelo de análisis del populismo en clave positiva. El populismo no es una ideología ni una carencia de ideología. Es una lógica política que atraviesa ideologías y propuestas políticas. Veamos cómo funciona.
Laclau parte de la existencia de demandas democráticas que emanan de diferentes grupos sociales. El primer paso para la construcción de “el pueblo” es la creación de una frontera política que consiga agrupar todas estas demandas (o una parte considerable de ellas) en un campo común, y definir al mismo tiempo un enemigo que se encuentra al otro lado de la frontera política. Es la labor realizada por el concepto de “casta” repetido una y otra vez en el discurso público de Podemos.
Como se ha dicho anteriormente, el papel del discurso para Laclau y Mouffe no es sólo instrumental (la movilización a través de un mensaje político) sino también constitutivo. Es la lectura correcta de la situación y la elección de un discurso por parte de un liderazgo fuerte y carismático lo que hace posible el reconocimiento de una “cadena equivalencial” entre diferentes demandas y la constitución de un frente político común que partía de demandas dispersas.
El segundo paso es el proceso hegemónico a través de los significantes vacíos. Para Laclau y Mouffe el proceso hegemónico del conjunto de su teoría dista mucho del elaborado por Gramsci (como veremos al final de este artículo). Consiste fundamentalmente en que una de las demandas democráticas contenida en esa cadena se erige como contenedora de todas las demás. Pero esto sólo puede ocurrir si la demanda que va a convertirse en el signo de todo el movimiento es vehiculada a través de un significante —una palabra o conjunto de ellas— cuyo contenido —significado— está vacío. El concepto de vacío hace referencia a una demanda cuya plenitud nunca puede ser alcanzada y cuyo significado está abierto. Un ejemplo de significante vacío podría ser la demanda de “paz, pan y tierra” de la revolución rusa. Esta demanda, en su particularidad, agrupaba al mismo tiempo todo una carga de exigencias particulares contra el zarismo. Por eso al mismo tiempo constituía un significante con capacidad para hegemonizar el proceso y vehicular muchas otras demandas.
La construcción del pueblo según Laclau implica la consolidación de este campo político, con otros ingredientes como un liderazgo que simbolice al sujeto político en su conjunto y movilice los anhelos y pasiones del público (“la unificación simbólica de un grupo en torno a una individualidad es inherente a la formación de un pueblo” [12]).

Dos aspectos problemáticos de la cuadratura del círculo populista

En primer lugar Laclau admite que el populismo es, por definición, un ejercicio de unión de multitud de elementos heterogéneos. Da por hecho que la cadena equivalencial de demandas que darán lugar al sujeto político debe agrupar a diferentes clases y sectores sociales. De aquí se deduce que el discurso del populismo debe ser, por definición, ambiguo, destinado a abarcar al mayor número posible de sectores sociales en diverso grado de conflicto con la autoridad.
El seguimiento de esta noción por parte de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón es evidente. Podemos ha ido diluyendo sus posiciones políticas de izquierdas para hacer más y más habitable la opinión favorable del mayor número de sectores sociales, incluso si sus intereses se encuentran enfrentados. Es difícilmente compatible la unificación del núcleo de gente trabajadora procedente del 15M (que gritaba que nuestra solución es mandar a los banqueros a prisión) con los “empresarios honestos” que el Secretario General de Podemos Madrid, Jesús Montero, nombraba en alusión a la familia Botín [13].
Igualmente resulta incompatible casar aquellas demandas que requerirán de una mayor imposición fiscal y los intereses de las clases medias (pequeños empresarios y profesionales) que no tienen interés en pagar más impuestos. El resultado es que demandas como la renta básica, ya de por sí poco ambiciosa, acaban cayendo del programa para mantener la cohesión de la cadena equivalencial (o de las perspectivas electorales). La elaboración del último programa electoral de Podemos para las elecciones autonómicas y municipales es un esfuerzo más para visualizar esta unión heterogénea e inestable de intereses sociales.
Una intervención clarificadora en este sentido fue la de Carolina Bescansa hace ya meses, cuando en el proceso de primarias de la Comunidad de Madrid, para desacreditar al sector crítico de Podemos, esgrimió frente a la prensa que “existe un Podemos para protestar y otro para ganar” [14.
Efectivamente, con un sujeto político que contiene intereses sociales no definidos que pueden llegar a ser contradictorios no es posible poner en marcha un frente común con objetivos claros destinado a la movilización y la conquista popular de derechos. Lo que se puede hacer con un sujeto político así es lo que la dirección estatal de Podemos está haciendo: apelar a nuestro voto o a todo lo que sirva para captar más votos, pero nada más. El proceso de desmantelamiento de los círculos como espacios de organización social está también relacionado con las consecuencias colaterales de la estrategia populista. Ésta no puede desarrollarse con espacios vivos y activos de base donde se produce una clarificación política y programática de los intereses de la formación. Lo que cuadra con un espacio político populista es la indefinición, la ambigüedad del discurso y la reducción de los antagonismos de clase en su seno.
La heterogeneidad e indefinición planteadas por Laclau, si bien parecían indiscutibles en su utilidad en el ámbito electoral, le han jugado una mala pasada: un partido claramente liberal y conservador como Ciudadanos está siendo capaz de usar los mismos mecanismos discursivos para comerle una buena parte del apoyo electoral (el de las clases medias que hasta ahora habían apoyado, de mala gana, a Podemos).
Siguiendo a Laclau, los elementos en torno a los que está construyendo Ciudadanos su discurso (regeneración democrática, lucha contra la corrupción, fin del despilafarro económico…) representarían significantes que han pasado de ser “vacíos” a “flotantes”. Por decirlo de alguna forma, están en disputa entre “diversos procesos hegemónicos” [15]. Sea como fuere, la situación con Ciudadanos ha mostrado la debilidad de la teoría del populismo de izquierdas en el campo de la construcción simbólica del discurso (que parecía ser su fuerte), o al menos ha mostrado la incapacidad para reformularse de forma precisa hacia la izquierda y evitar que la derecha haga uso de las herramientas discursivas que el mismo Podemos ha construido en el último año y medio. La construcción del populismo tiene ese riesgo (como Chantal Mouffe ha insinuado más de una vez [16]): que arma un sujeto político impreciso, espoleado por las emociones, pero que puede oscilar de izquierda a derecha si no se efectúa un cambio cualitativo de conciencia en su interior. Cambio que, por otra parte, no es posible conseguir en el marco limitado y superficial de la movilización electoral.
En segundo lugar, si la estrategia populista intenta poner en pie un sujeto cuya relevancia debe ser máxima hasta la conquista electoral, ¿qué podría ocurrir después? El populismo de izquierdas no tiene otro objetivo que hacerse con la maquinaria del Estado para dar un giro en las políticas del neoliberalismo, como ha expresado Chantal Mouffe mucho más explícitamente que Laclau en multitud de artículos y entrevistas [17]. Esta creencia en la posibilidad de “usar” el Estado contra la minoría dirigente (la casta) procede del planteamiento de autonomía de las estructuras de la sociedad, cuya naturaleza no está definida y son sólo un producto “relacional” de la articulación de diferentes elementos.
Pero, a la luz de la experiencia de Syriza y otras casos históricos de la llegada al poder político de partidos de izquierda [18], realmente cabe preguntarse si es suficiente con la conquista del gobierno para poder imponer un nuevo programa de medidas enfrentado al neoliberalismo. La respuesta a esta pregunta queda fuera del objetivo de este artículo. Lo que sí sabemos es que el populismo de izquierdas de Iglesias y Errejón no está especialmente interesado en el escenario interno de Podemos en la post-victoria electoral. No hay ni una sola propuesta definitoria de cómo debe articularse una organización con presencia en el Gobierno y fuera de él. Sin embargo, lo que está ocurriendo en Grecia o experiencias como la de Chile en 1970-1973 muestran que la relación entre la organización política, los movimientos, el gobierno y otros elementos del “Estado profundo” [19] puede ser crítica para el avance o no de un proceso de transformación social.

Gramsci sin Gramsci

Para Gramsci, la esencia última de la instancia articuladora —o la voluntad colectiva— es siempre lo que él llama una clase fundamental de la sociedad, y la identidad de esta clase no es considerada como el resultado de prácticas articulatorias. Esto es lo que, en Hegemonía y estrategia socialista, hemos denominado el último resabio de esencialismo en Gramsci. Si lo eliminamos, el pueblo como instancia articuladora sólo puede ser el resultado de la sobredeterminación hegemónica de una demanda democrática particular que funciona como significante vacío. [20]
La mayor diferencia en la apropiación sesgada de Gramsci que Laclau y Mouffe realizan en su trabajo respecto a la que realizó el eurocomunismo entre el final de los años 50 y 70 es que Laclau y Mouffe son bastante honestos cuando admiten la supresión que realizan del planteamiento de clase en Gramsci. Por decirlo de alguna forma, para poder utilizar a Gramsci necesitan vaciarlo al completo de las aspiraciones socialistas revolucionarias, a las que consagró su vida, su obra y su muerte. No es una apropiación metodológica como la que pudo haber realizado Marx de la dialéctica de Hegel, sino más bien una apropiación de su pensamiento casi al completo para dirigirlo a objetivos diametralmente opuestos a los de Gramsci. Tres son los elementos que Laclau y Mouffe deben desechar o reformular en su esencia para poder utilizar a Gramsci: su concepto de hegemonía socialista, la “guerra de posiciones” y la noción de conciencia contradictoria. Estas tres reinterpretaciones se fundamentan en la negación de la clase trabajadora como agente principal del cambio social y como portadora potencial de una propuesta global para la sustitución del capitalismo por un sistema más justo.
La hegemonía que plantea Gramsci, como contraposición a la hegemonía ejercida por el sistema capitalista, es la búsqueda de una extensión de la ideología de liberación de la clase trabajadora al conjunto de clases y sectores sociales oprimidos. Sin embargo, para Laclau y Mouffe la hegemonía resulta un ejercicio discursivo de unificación de clases y grupos sociales en sí mismo, sin importar qué intereses son los dominantes en esta alianza. El concepto de significante vacío que agrupa las demandas democráticas de diferentes grupos sociales no busca la extensión de una propuesta ideológica de liberación global del sistema capitalista al conjunto de las y los oprimidos, sino meramente la constitución de un sujeto político fuerte con capacidad para impulsar a sus líderes a hacerse con el control del aparato estatal capitalista. Ya hemos hablado de que esto, en la práctica, supone una unificación contradictoria de diferentes intereses de clase que paraliza la acción y las conquistas sociales en pos del apoyo electoral.
Frente a la alianza de clase por el mero hecho de la alianza, Gramsci desarrolla el concepto —ya utilizado en experiencias revolucionarias anteriores— de frente único. Este consiste en la alianza en la lucha —no en lo electoral— entre los sectores con aspiraciones de transformación profunda de la sociedad —que siempre mantienen su independencia— y sectores más moderados de la clase trabajadora y la clase media. A través del proceso de movilización por demandas comunes, el frente único debe servir para extender la influencia de los sectores combativos minoritarios a los más moderados y agrandar así la base social de la movilización por una transformación profunda de la sociedad.
Gramsci era muy consciente de que la solidez ideológica del capitalismo —la hegemonía— en occidente era muy superior a la de otros países con sistemas capitalistas menos desarrollados (como la Rusia de 1917). Por eso plantea que la toma del poder por parte de la clase trabajadora debe seguir un itinerario mucho más complejo y enrevesado que en los países capitalistas atrasados. Procedente del campo militar, extrapola el concepto de guerra de posiciones a la política. Este viene a explicar que, en lugar de realizar un asalto directo al poder del Estado para destruirlo (“guerra de maniobra”, como había pasado en el proceso revolucionario ruso y se había intentado en Alemania a partir de 1918), era necesario ir ganando batallas en el ámbito político, cultural y económico, que erosionaran la hegemonía ideológica del sistema capitalista y levantaran una contra-hegemonía de carácter socialista. La construcción de frentes únicos tenía este propósito, pero siempre con el objetivo de crear una coyuntura favorable para la toma revolucionaria del poder [21]. Laclau y Mouffe simplemente descartan la posibilidad de la guerra de maniobra. Liberan la guerra de posiciones de su objetivo de toma del poder real, y pretenden, una vez alcanzado el poder político —el gobierno— seguir haciendo una guerra de posiciones desde el Estado para abrir perspectivas democratizadoras (en sentido liberal, no socialista). Pero este proyecto no tenía nada que ver con el de Gramsci.
El último concepto, que no es reinterpretado por Laclau y Mouffe sino simplemente negado, es el de conciencia contradictoria. La separación de la esfera económica e ideológica de la sociedad conduce inevitablemente a esta negación. Para Gramsci el sistema capitalista, fundamentado en la extracción de plusvalía de la clase trabajadora por parte de la clase dirigente, sólo podía funcionar creando una conciencia “falsa” entre la misma clase trabajadora. Esta conciencia permite que la gente asuma un régimen injusto de explotación como normal o invencible.
La creación de una falsa conciencia está directamente relacionado con el concepto de hegemonía del sistema capitalista. Para desarticular esta falsa conciencia es necesario contraponer la realidad material a la ideología dominante. Y este proceso de contraposición sólo puede asegurarse a través de la lucha en diferentes ámbitos y el aprendizaje colectivo de sus resultados. Poniendo el énfasis en la importancia de la lucha política para debilitar la hegemonía ideológica del capitalismo, Gramsci consideraba sin embargo que la lucha en el punto de producción —en los centros de trabajo— era un lugar privilegiado para “destapar” la realidad del régimen de explotación capitalista, pues en él se producen constantemente conflictos que contraponen lo que dicta la ideología oficial y la realidad. Esta visión fue desarrollada por su experiencia participativa y de liderazgo en la ocupación de fábricas en Turín en 1920.
Además partía del hecho de que era la clase trabajadora, con su trabajo día a día, la que permitía el funcionamiento del orden capitalista y el florecimiento de todo su aparato de generación de consensos ideológicos. Por eso sólo la clase trabajadora podía usar su posición privilegiada en el orden capitalista para construir un sistema diferente. Pero esto requería del “descubrimiento“ de este horizonte por parte de los mismos trabajadores y trabajadoras: sin las luchas no había victorias; sin ellas no había reconocimiento de su poder colectivo; y sin el reconocimiento de este poder colectivo no podía existir una propuesta para organizar la sociedad de un modo distinto al capitalista. Esto significa romper con la falsa conciencia y adquirir una propia que reconozca su verdadero lugar y poder dentro del sistema.
Laclau y Mouffe asumen que el capitalismo contemporáneo ha conseguido diversificar la situación de la gente trabajadora hasta tal extremo que es imposible generar una conciencia colectiva global de sí misma. En realidad, esta premisa parte de la imbatibilidad del sistema capitalista y por eso resulta tan asumible por todas aquellas personas que coinciden en el objetivo de la transformación del sistema desde dentro, en lugar de su sustitución global por otro diferente. Es especialmente adecuada para las personas que tienen una esperanza en transformar la realidad a través de los procesos electorales y la conquista de posiciones institucionales.
Pero Laclau y Mouffe no ofrecen ningún mecanismo efectivo para la transformación de la conciencia colectiva. Sí lo ofrecen para la identificación simbólica de grupos sociales que convergen en un asalto electoral. La tradición marxista originaria plantea la lucha a diferentes niveles como herramienta para la ruptura con la ideología dominante y la adquisición de conciencia, proceso que hemos visto en numerosas ocasiones, desde el impacto de las movilizaciones del 15M a las revoluciones del siglo XX y XXI. Por eso resulta imprescindible recuperar al Gramsci original hoy día frente al Gramsci del postmarxismo: para contraponer una alternativa revolucionaria a un proyecto, el del reformismo de izquierdas, que ya ha fallado demasiadas veces a lo largo de la historia.
Miguel Sanz Alcántara
Notas:
1 Acha, O., 2015: “El marxismo del joven Laclau (1960-1973): una antesala del postmarxismo”, en herramienta.com.ar, http://bit.ly/1JxjWQ5.
2 Para un relato en primera persona sobre el contexto ideológico en el que se escribe Hegemonía…, ver la entrevista con Pablo Iglesias en Otra vuelta de tuerka, http://bit.ly/1yLcg5w
3 Acha, O., op. cit.
4 Althusser tuvo una enorme influencia en el pensamiento de Laclau. De hecho los planteamientos estructuralistas del pensador argelino-francés fueron la puerta de entrada para una revisión profunda de los planteamientos marxistas.
5 Harman, C., 1983, “Philosophy and Revolution” en International Socialism nº 21. Londres.
6 Laclau, E. y Mouffe, C., 2005, Hegemonía y Estrategia Socialista, p. 294, Argentina.
7 Laclau, E., 2005, La Razón Populista, p. 27, Argentina.
8 Meiksins Wood, E., 1986, The Retreat from Class: A New ‘True’ Socialism, p. 6, Londres.
9 Stalin, J., 1950, El marxismo en la lingüística. Pekín.
10 Para un recorrido sobre la rebelión contra el mecanicismo y el debate base/superestructura ver Harman, C., 1998: Marxism and History, Londres.
11 Smith, S., 1994: “Mistaken identity: can identity politics liberate the oppressed?” en International Socialism nº 62, http://bit.ly/1PSncJA.
12 Laclau, E., op. cit., p. 130.
13 “Podemos elogia a los Botín por su contribución al bienestar social”, en eldiario.es, 28/1/2015.
14 “Bescansa a los críticos: ‘Hay un Podemos para ganar y otro para protestar’”, en infolibre.es, 19/01/2015.
15 Laclau, E., op. cit., p. 166.
16 Por ejemplo en la entrevista de la nota 1 al hablar sobre el Frente Nacional francés o en El País: http://bit.ly/1Eb0KqY.
17 Sirvan de muestra la entrevista en El País del enlace anterior, en medios argentinos: http://bit.ly/1baavtY.
18 Ver por ejemplo los planteamientos de Molyneux, J., 2013: “Understanding Left Reformism”, en Irish Marxist Review, nº 6.
19 El ejército, la policía, los servicios secretos y de seguridad. Ver el debate entre Alex Callinicos y Stathis Kouvelakis sobre la actual situación en Grecia en http://bit.ly/1J6p7pN. Sobre las posibilidades de transformación desde el estado ver Barker, C., 1979: “A critique of Nicos Poulantzas” en International Socialism nº 4, http://bit.ly/1OzDNVi.
20 Laclau, E., op. cit., p. 160.
21 Hasta los últimos años de su vida en la cárcel, Gramsci tenía esta opinión. Ver http://bit.ly/1IjuqnE.

http://www.librered.net/?p=39832


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