viernes, 12 de septiembre de 2025

El principio de libre determinación y la Declaración 2625 .

 

El conflicto ruso-ucraniano y el derecho internacional: libre determinación y democracia


El pasado 9 de julio, en la web NachDenkSeiten, la escritora y traductora Éva Péli presentaba un artículo resumen del contenido de la entrevista al ministro de asuntos exteriores ruso, Sergei Lavrov, realizada por el periódico húngaro Magyar Nemzet.

Una de las partes llamativas de la entrevista se centraba en el derecho internacional, con la acusación de Lavrov de una referencia selectiva por parte de los países occidentales a la integridad territorial, con ignorancia de la libre determinación y del respeto de los derechos humanos. A tales efectos, mencionaba de forma específica el contenido de la Resolución 2625 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que incluye, a modo de Anexo, la Declaración sobre los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, aprobada el 24 de octubre de 1970[1]. Según dicha declaración, en la interpretación de Lavrov, la apelación al principio de integridad territorial sólo podrían realizarla aquellos estados cuyos gobiernos representan a toda la población.

Aunque no se trata de un acuerdo internacional directamente vinculante, la Declaración constituye una fuente jurídica destacada ya que desarrolla, de forma universalmente aceptada, principios generales de la Carta de las Naciones Unidas. En sus decisiones y valoraciones, los tribunales internacionales, en particular la Corte Internacional de Justicia, se han apoyado en muchas ocasiones en los principios de la Declaración 2625. Esto supone un reconocimiento de su carácter fundamental y de su papel de fuente destacada en la interpretación aplicada de la normativa internacional.

El destacado valor normativo de la Declaración 2625 se asocia al hecho de que fuera aprobada por consenso, coincidiendo con el 25º aniversario de la creación de la ONU, y de que tuviera como intención fundamental abordar aspectos no suficientemente precisados hasta entonces en el derecho internacional, en particular en lo relativo a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los estados de cara al mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. En este sentido, constituye una fuente jurídica relevante de cara a una interpretación más desarrollada de los principios fundamentales que rigen las relaciones entre los Estados en la comunidad internacional, incluyendo todo lo relativo al desarrollo del principio de libre determinación (o autodeterminación). Como señala el preámbulo de la Declaración, en su búsqueda del fortalecimiento de la paz mundial, su aprobación pretendía constituir “un acontecimiento señalado en la evolución del derecho internacional y de las relaciones entre los Estados al promover el imperio del derecho entre las naciones y, en particular, la aplicación universal de los principios incorporados en la Carta [de las Naciones Unidas]”.

El principio de libre determinación y la Declaración 2625

En el planteamiento de Lavrov subyace la opinión de que existiría, en el marco del derecho internacional, un derecho a la libre autodeterminación para aquellos pueblos, en especial en aquellos territorios en los que fueran mayoritarios, sujetos a los designios de un gobierno que no actúa como gobierno representativo de todas los grupos de población o pueblos presentes en el territorio.

Sin embargo, en lo relativo al principio de libre determinación (o autodeterminación), el derecho internacional se ha enfrentado tradicionalmente a la ausencia de una clara delimitación de su contenido, por mucho que se acepte de forma general que la autodeterminación implica el derecho a una elección libre, por parte de los distintos pueblos, respecto a la determinación de su condición política y a la persecución del desarrollo económico, social y cultural deseado.

En este contexto, los dos aspectos esencialmente debatidos, y sujetos a cierta indefinición, se han relacionado con el contenido del concepto de pueblo y con el potencial derecho de secesión asociado a la autodeterminación. Respecto a estos dos puntos, algunos hechos jurídicos recientes, en particular la Referencia sobre la secesión de Quebec de la Corte Suprema de Canadá (Referencia sobre Quebec) y la Opinión sobre Kosovo de la Corte Internacional de Justicia (Opinión sobre Kosovo), han contribuido a precisar, al menos, algunas cuestiones básicas.

El concepto de pueblo

En el derecho internacional, la delimitación del concepto de pueblo, sujeto último de la libre determinación, ha quedado relativamente indeterminada. En gran medida, el término de pueblo ha tendido a asimilarse en las normas internacionales a la población del territorio, un criterio que resulta coherente con la aplicación, en la política de descolonización (o de disolución de estados previamente existentes), del principio de uti possidetis juris (esto es, que las fronteras son las que existían en el momento de acceder a la independencia o la estatalidad). De esta forma, se ha entendido aplicable el proceso de autodeterminación externa en el marco de las fronteras heredadas del Estado colonial (o del Estado en vías de disolución, por ejemplo en el caso de la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia) en el momento de la independencia.

Aunque está implícito en el derecho internacional que partes de la población de un estado pueden constituir un pueblo, la Opinión sobre Kosovo introduce una novedad fundamental sobre el modo de representación de dicho pueblo y su capacidad de actuar de forma independiente sin violar los preceptos del derecho internacional. Así, en esta Opinión la Corte Internacional de Justicia establece que, en el marco del derecho internacional, actores no estatales (entendidos como actores que actúan al margen del derecho estatal e incluso internacional) no violan las normas internacionales al actuar conjuntamente “en su calidad de representantes del pueblo de Kosovo” y declarar su independencia, al margen del marco provisional de autogobierno establecido por Naciones Unidas y de la regulación estatal serbia. Por tanto, en lo relativo a la apuesta por ejercer la autodeterminación externa, incluida la potencial secesión, el hecho de representar a una parte específica de la población de una parte de un estado, a un pueblo, sería suficiente para poder declarar la independencia sin contravenir las normas generales del derecho internacional.

De esta forma, la Opinión sobre Kosovo convierte a los “representantes” de un pueblo minoritario dentro del estado en actores con capacidad real de actuación en materia de libre determinación. Algo que, por supuesto, pudiera ser de aplicación, en el caso ucraniano, a los representantes de territorios como la República Autónoma de Crimea.

El derecho a la secesión

Sin embargo, poder actuar legítimamente como actores independientes en el derecho internacional, apelando a la representación de un pueblo, no significa que exista en paralelo un derecho automático a la rebelión y a la secesión. Al amparo de la normativa internacional, los estados independientes no coloniales pueden reclamar la aplicación del principio de unidad nacional y de integridad territorial para que prevalezca sobre demandas de autodeterminación externa. Más aún, la legislación internacional espera que el derecho de libre determinación sea ejercido por los pueblos dentro del marco de los estados soberanos existentes, respetando la integridad territorial de dichos estados. La Opinión sobre Kosovo no pone en tela de juicio este principio, sino que se limita a señalar que no existe en el derecho internacional una norma que, de forma general, prohíba las declaraciones de independencia.

La cuestión a debatir respecto al derecho de secesión de pueblos minoritarios dentro de un estado es determinar aquellas circunstancias, siempre excepcionales, en las que pudiera ser de aplicación un proceso de autodeterminación externa porque no sea posible la libre determinación interna, dentro del propio estado, que teoriza y defiende de forma general el derecho internacional. Y ahí es donde resulta de especial relevancia la mención al gobierno representativo de la Declaración 2625.

A este respecto, debe recordarse la posición de la Corte Suprema de Canadá en su Referencia sobre la Provincia de Quebec. Según este tribunal, tres son las circunstancias excepcionales que podrían hacer permisible el ejercicio de la autodeterminación externa y de la secesión de un determinado estado. Los dos primeros, previstos en la propia Carta de Naciones Unidas, se vinculan a la existencia de una situación colonial o, fuera de este contexto colonial, de una forma de opresión similar (situaciones de subyugación, dominación o explotación extranjera, por ejemplo). Pero, en una tercera circunstancia, cuando se observara un bloqueo completo de un ejercicio significativo del derecho de un pueblo a la libre determinación interna, podría eventualmente considerarse un derecho a la secesión. En este caso de opresión real, cuando “a un grupo definido se le deniega un acceso significativo al gobierno para perseguir su desarrollo político, económico, social y cultural”, el pueblo en consideración estaría legitimado, en última instancia, para ejercer su derecho a la autodeterminación a través de la secesión.

Como aspecto común, en los tres casos señalados el grupo o pueblo afectado se enfrentaría a un tipo de gobierno que no represente al conjunto del pueblo o a los pueblos presentes en el territorio. sin distinción de ninguna naturaleza. Y es precisamente en este punto en el que resultan determinantes los preceptos de la Declaración 2625 puesto que en ella se precisan aquellos casos en los que resulta aplicable la prohibición de aquellas actuaciones encaminadas a “quebrantar o menospreciar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes”. Esto se daría en el caso de aquellos estados “que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos […] y estén, por tanto dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivo de raza, credo o color de piel”.

Este precepto sobre la exigencia de un gobierno representativo para poder apelar al principio de integridad territorial frente a los intentos secesionistas se retoma, en una forma más simplificada, en la Declaración de Viena adoptada por consenso en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de 1993 y en la que esa idea de gobierno representativo se asocia a un “gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción alguna”.

En conclusión, para que se respete el principio de integridad territorial, los Estados deben actuar en representación de toda su población. Un planteamiento normativo que, como los demás contenidos en la mencionada Declaración 2625, se consideran hoy parte de las normas consuetudinarias del derecho internacional.

Po esa razón, en el párrafo 134 de su Referencia sobre Quebec, la Corte Suprema de Canadá establece que la ausencia de un gobierno representativo, y el bloqueo asociado de los procesos de aplicación efectiva de la autodeterminación interna “podría potencialmente dar lugar a un derecho de secesión”. Esto parecería particularmente cierto, según distintos expertos, en presencia de violación grave de los derechos humanos y en caso de que el bloqueo señalado sea grave y persistente, sin posibilidad de corrección a través de medios judiciales.

En este tipo de violación del derecho a la libre determinación interna, se consideraría que, sin tratarse de pueblos coloniales, podría hablarse de pueblos tratados en una forma colonial, quedando totalmente frustrada su capacidad de ejercitar internamente su derecho a la libre determinación interna. Según la Corte Suprema de Canadá, en su párrafo 138, un pueblo así sometido podría ser titular de “un derecho a la autodeterminación externa porque le ha sido negada la capacidad de ejercer internamente su derecho a la autodeterminación”.

Los límites al derecho de secesión y la cuestión ucraniana en el marco de la Declaración 2625

Sin embargo, como recuerda el tribunal canadiense, no está suficientemente acreditado que el supuesto de falta de un gobierno representativo refleje realmente una norma jurídica internacionalmente establecida, dado que la Declaración 2625 no emana de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sino de su Asamblea General. Debe recordarse que el principio de libre determinación en el derecho internacional ha evolucionado en todo momento dentro de un marco de respeto hacia la integridad territorial de los Estados. Diversos principios internacionales, tales como los de integridad territorial, soberanía, no intervención en asuntos domésticos, normas contra un prematuro reconocimiento de nuevos Estados o la aplicación del principio de uti possidetis juris condicionan la aplicación del principio de libre determinación, entendido en términos de derecho a la secesión. Tal y como señala la Corte Suprema de Canadá, en su párrafo 126, se trataría, en todo caso, de una medida de último recurso que “surge sólo en los casos más extremos e incluso entonces, en circunstancias cuidadosamente definidas”.

En realidad, lo que la Declaración 2625 asociaría al principio de libre determinación de los pueblos no sería tanto un derecho de secesión externa como un derecho interno a la democracia y al respeto pleno y completo de los derechos humanos, ya se traten de derechos lingüísticos, religiosos o culturales.

Sin perjuicio de ello, puede aceptarse que, tras los acontecimientos de Maidan en 2014, la posición de Ucrania es un claro ejemplo de un Estado cuyo Gobierno no sólo no respeta al conjunto del pueblo o de los pueblos residentes en su territorio, en este caso al que se identifica con la nación o la cultura rusa, sobre la base de la igualdad y sin discriminación, sino que su actuación hace inviable la integración de la minoría prorrusa en la vida democrática del país. Debe recordarse que el Estado ucraniano se ha manifestado de forma expresa en contra de toda pretensión de representación de la minoría, favoreciendo la liquidación, por la vía tanto política como judicial y militar, de toda efectiva expresión política y hasta cultural de la oposición prorrusa. De ahí que, en este caso, pudiera alegarse ante los tribunales internacionales la total falta de respeto en Ucrania por la aplicación efectiva de la democracia y del respeto de los derechos humanos, en condiciones de igualdad, para una parte significativa de la población.

Según distintos autores, como por ejemplo Jean Marie Woehrling, habría tres criterios básicos previstos en la Declaración 2625 que, de no estar presentes, podrían permitir apelar a un ejercicio externo del derecho de autodeterminación de forma que incidiera en la integridad territorial o en la unidad política de un estado. Estos criterios se resumirían en tres aspectos: no haber podido autodeterminarse dentro del estado; ser sometido a tratamiento desigual o discriminatorio o a violación de los derechos humanos; y carecer de un gobierno representativo.

La cuestión a plantear entonces es si el derecho a la autodeterminación externa no podría justificarse en el caso de un estado que prohíbe la existencia misma del pueblo y de la cultura rusa en su territorio y que se muestra dispuesto a usar la fuerza militar, contribuyendo a la total destrucción de sus ciudades, contra la población rebelde del Donbass o de Crimea, con peso determinante o mayoritario de la minoría prorrusa. El mero recurso a la guerra contra el Donbass a partir de 2014 sitúa el conflicto en un escenario de incumplimiento por parte de Ucrania de sus obligaciones como gobierno representativo, en particular a partir de la crisis de los acuerdos de Minsk, con continuadas referencias de las autoridades ucranianas actuales a su imposible aplicación (a pesar de haberlos rubricado). La persecución de la lengua rusa y de la formas religiosas vinculadas al mundo ruso, así como la prohibición casi universal de los partidos y movimientos vinculados a la población prorrusa en Ucrania, son otras muestras de la inequívoca falta de voluntad del Estado ucraniano por representar los intereses de esa parte de la población en su territorio.

De ahí que pudiera plantearse –al menos como potencial demanda en el marco del derecho internacional– la posibilidad de recurrir al derecho de secesión en aquellos casos en los que se ha negado a una parte del pueblo ucraniano un nivel significativo de ejercicio de su derecho a la libre determinación dentro del Estado del que forma parte.

De esta forma, mientras en el caso Crimea sería de potencial aplicación la no prohibición, en el derecho internacional, de las declaraciones de independencia, el incumplimiento de los acuerdos de Minsk, en un contexto de completa persecución política de la grupos de cultura o posición prorrusa por parte de Ucrania, con acciones manifiestas orientadas incluso a impulsar su salida del país, sitúan a Ucrania en un escenario de potencial incumplimiento de su obligación de actuar como gobierno representativo. Este escenario ha sido, en términos históricos, particularmente real en determinadas áreas de los oblast del Donbass, tanto en Donetsk como Lugansk.

Las distintas partes incumplidoras del derecho internacional

Sin duda, la intervención rusa de 2022 supuso el ejercicio de una coerción militar, política o económica contra el Estado de Ucrania, así como el recurso a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de ese estado. Pero no se trata de la única vulneración de los principios contenidos en la Declaración 2625 y en las demás normas del derecho internacional. Analizando el contenido de esa declaración, de hecho, pueden señalarse al menos las siguientes vulneraciones en la parte ucraniana y occidental:

  • La obligación de no intervenir en los asuntos de cualquier otro estado, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones no sólo puede considerarse vulnerada por la acción rusa, ya se sitúe en 2014 o en 2022, sino por todos aquellos estados occidentales, Estados Unidos y Canadá a la cabeza, que facilitaron la acción contra las entonces instituciones legítimas de Ucrania en 2014. Debe recordarse que, según la Declaración 2625, los estados tienen el deber de abstenerse de organizar, instigar, ayudar o participar en actos de guerra civil en otro Estado. Tienen que abstenerse, además, de cualquier otra forma de injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del Estado, o de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen.

Es difícilmente discutible que determinados estados incumplieron, durante el periodo Maidan, su obligación de “abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por la violencia el régimen” legítimo en Ucrania en 2014.

  • El uso de la coerción y la amenaza no sólo ha caracterizado a la Federación Rusa contra Ucrania, sino que ha estado bien presente en la actuación ucraniana y de sus aliados occidentales. Destaca muy en particular la coerción económica por parte de las potencias occidentales contra la Federación Rusa, una acción que vulnera el contenido de la Declaración 2625 al plantearse en términos que desbordan el propio marco de la intervención militar rusa, y con pretensión de extenderse más allá de la finalización de las acciones militares, y establecerse expresamente al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, sin voluntad alguna de considerar su aprobación en el marco de ese Consejo.
  • La acción desarrollada en el oblast de Kursk, así como en otras zonas de la Federación Rusa, como los oblast de Briansk y Belgorod, también suponen un ataque contra la integridad territorial rusa, desarrollada por el Estado de Ucrania con el apoyo militar efectivo de los países occidentales. Como señala la Declaración 2625, todo estado “tiene el deber de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza para violar las fronteras internacionales existentes de otro Estado o como medio de resolver controversias internacionales, incluso las controversias territoriales y los problemas relativos a las fronteras de los Estados”. La intervención rusa no legitima la acción ucraniana en Kursk y otras provincias rusas sujetas a ocupación ucraniana durante la guerra posterior a 2022.

Debe recordarse además que, con anterioridad,  Ucrania ya había recurrido al uso de la fuerza para violar las líneas internacionales de demarcación establecidas en Minsk. También había recurrido, a partir de 2022, a la organización de fuerzas irregulares para hacer incursiones en el territorio de la Federación Rusa.

  • En ningún momento, y con algunas raras excepciones, como la iniciativa Trump, ni Ucrania, ni sus países aliados, han optado después de 2022 por tratar de arreglar la controversia con la Federación Rusa a través de medios pacíficos. Al contrario, la opción por la acción militar caracterizó la posición de estos países tras la intervención rusa de febrero de aquel año, incluso en el periodo en que la Federación Rusa se ofreció a negociar un acuerdo en Estambul, aceptando la igualdad soberana tanto de la parte rusa como de la ucraniana (en fuerte contraste con la pretensión de imposición unilateral de una salida que caracterizan las iniciativas ucranianas y occidentales, por ejemplo el Plan de Victoria de Ucrania o las propuestas del Reino Unido y la Unión Europea en el marco del proyecto de negociación planteado por los EE.UU. de Trump).

Debe mencionarse igualmente, en este contexto, la obligación del Estado de Ucrania de cooperar para eliminar todas las formas de discriminación racial y todas las formas de intolerancia religiosa, algo que ha incumplido de forma sistemática en relación con la población prorrusa en Ucrania.

  • Además, la obligación de cumplir de buena fe las obligaciones contraídas por los estados en sus relaciones internacionales quebró por completo en relación con los acuerdos de Minsk, tal y como han dejado claro las propias manifestaciones de las distintas personas que, después de 2014, ocuparon de forma sucesiva la Presidencia de Ucrania.

Sin embargo, es en todo lo relativo al respeto del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos en el que más claramente la acción del Estado de Ucrania y de sus países aliados se ha alejado de toda pretensión de ajuste a las normas vigentes del derecho internacional. El mayor exponente de este alejamiento ha sido el conjunto de medidas políticas y militares adoptadas para anular la efectiva posibilidad de una integración democrática de la minoría adscrita a la cultura rusa en el Estado de Ucrania, recurriendo las máximas instituciones de dicho estado al ataque militar contra la población disidente, en especial en la región del Donbass. Debe recordarse en este punto, además, que el recurso al uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional constituye una violación de sus derechos inalienables, un método de actuación al que el Estado de Ucrania ha recurrido de forma evidente tras 2014 contra la oposición prorrusa en ese país.

En relación con procesos que ninguna institución internacional competente ha definido como ilegal en el marco del derecho internacional, en particular con el observado tras la acción de las instituciones competentes de la República Autónoma de Crimea, debe recordarse que, según la Declaración 2625, el Estado de Ucrania habría tenido que “abstenerse de recurrir a cualquier medida de fuerza que prive de su derecho a la libre determinación y a la libertad y a la independencia a los pueblos”. Todo Estado, incluido el de Ucrania, tiene el deber de abstenerse de recurrir a cualquier medida de fuerza que prive de su derecho a la libre determinación a los pueblos aludidos en la formulación del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación.

Si bien las vulneraciones señaladas con anterioridad no prefijan la potencial posición de los tribunales internacionales ante los hechos, sí pretenden señalar que, en ningún caso, y contrariamente a la creencia dominante en los países occidentales, puede considerarse a la Federación Rusa como único Estado que haya incumplido sus obligaciones en el marco del derecho internacional en el conflicto ruso-ucraniano. Por esa razón, en ausencia de algún pacto o acuerdo entre las partes para resolver las cuestiones planteadas por los participantes en la guerra ruso-ucraniana, es previsible que se abran importantes batallas jurídicas entre las partes. Además, respecto a los litigios que pudieran plantearse, no podría aventurarse a priori, a pesar de lo que opinen los gobiernos occidentales, el contenido de las decisiones finales de los tribunales internacionales.

[1]   Resolución A/RES/2625 (XXV.

https://slavyangrad.es/2025/09/12/el-conflicto-ruso-ucraniano-y-el-derecho-internacional-libre-determinacion-y-democracia/#more-33016


 

martes, 9 de septiembre de 2025

La militarización policial en España .


La militarización  de la policía por el PP .


NUEVA  “VUELTA  DE  TUERCA”  HACIA  LA  MILITARIZACION  DE  LA  GUARDIA  CIVIL.‐ ORDEN PRE/1983/2012, de 14 de septiembre, por la que se declaran de aplicación a la Guardia Civil diversas normas del ordenamiento militar obre mando, disciplina y régimen interior.  El pasado viernes 21 de septiembre de 2012, se publicó en el BOE  la  Orden PRE/1983/2012, de 14 de septiembre, por la que se declaran de aplicación a la Guardia Civil diversas normas del ordenamiento militar sobre mando, disciplina y régimen interior.     

 En un primer momento, las actuales Fuerzas y Cuerpos de Seguridad  del  Estado  se  encontraban  sometidas  a  la  disciplina  militar  y  tenían  restringidos sus derechos constitucionales conforme a las Fuerzas Armadas,  (v.g.  art.  28.1  C.E.),  pero  esta  concepción  se  ha  ido  superando paulatinamente,  en  principio  dejando  fuera  de  ese  concepto  a  la  Policía  Nacional  y,  posteriormente,  a  la  propia  Guardia  Civil,  (integrada  ya  plenamente como Fuerza y Cuerpo de Seguridad del Estado en virtud de la  L.O.  2/86,  de  13  de  marzo)  por  mandato  del  Alto  Tribunal  Constitucional  (Sentencia  de  16  de  noviembre  de  1989)  que  originó  la  anterior  L.O.  11/1991, de 17 de junio, reguladora del Régimen disciplinario de la Guardia  Civil  (actualmente  LO  12/2007),  estando,  desde  entonces,  sometido  este  Cuerpo  a  un  régimen disciplinario específico y diferente al Régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas  establecido  inicialmente  para  ambas instituciones por L.O. 12/85  del 27/9  y anteriormente  del 83/1978  .. 28/12 .

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https://www.hsabogados.es/img/actualidad/00264.pdf?v=0


 Nota del blog .- Pero  recordemos además  que  la ley mordaza del PP no ha sido derogada 

sábado, 6 de septiembre de 2025

Entrevista al economista estadounidense Michael Hudson

Trump: “perdimos la India”. ¿Esta naciendo un nuevo orden mundial? 
Resumen de una reciente entrevista al economista estadounidense Michael Hudson realizada por el académico noruego Glenn Diesen
Glenn Diesen

Hoy nos acompaña Michael Hudson, uno de los más grandes economistas políticos, para hablar sobre el desarrollo de un sistema económico internacional multipolar, que de hecho se está construyendo en este momento en China. 

Es increíble la rapidez con la que se están produciendo los acontecimientos. Pero si queremos ver lo extraordinario que esta ocurriendo en un período de tiempo relativamente corto, deberíamos echar una mirada a las últimas tres décadas.

Al final de la Guerra Fría, el principal objetivo de la política exterior de Rusia era integrarse con Occidente, tener un hogar europeo común o una Europa ampliada. Y luego, en las últimas décadas el expansionismo de la OTAN empujó a Rusia cada vez más cerca de China. 

Después de 2014, Rusia abandonó la idea de una Europa más amplia en favor de lo que llama la Gran Eurasia. Y Trump cuando llegó al poder pareció reconocer este error parafraseando a Henry Kissinger al decir que fue un gran error empujar a Rusia hacia los brazos de China. 

Sin embargo, Trump está cometiendo el mismo error colosal. Todas las amenazas, aranceles y sanciones secundarias contra la India está empujando a la India hacia China y Rusia. Así que ahora vemos crecer la Organización de Cooperación de Shanghai con nuevas alianzas. Esto es realmente extraordinario. ¿cómo interpretas toda esta situación? 

Michael Hudson 

Bueno, lo interesante es que aunque Trump está representado al estado profundo al declarar la guerra contra el resto del mundo, la única guerra que realmente ha ganado es contra sus propios aliados, contra Europa, Corea y Japón. 

Y es precisamente política beligerante beligerante de Trump la que esta unificando al resto del mundo, contra la hegemonía unipolar apenas medio año después que asumiera. 

Todo el tema de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai fue la gobernanza global. Y no se trata solo de la gobernanza de los países de la OCS, es para todos los países que han sido expulsados de la órbita estadounidense. Y por supuesto, el catalizador fueron los aranceles de Trump contra la India. 

Cuando el primer ministro indio pasó una hora viajando en limusina con el presidente Trump,  este básicamente le dijo Modi: “ Si no deja de importar petróleo y energía de Rusia vamos a bloquear el acceso al mercado estadounidense a la India y eso va a crear caos en su economía». Lo que Modi replico fue: “El comercio de petróleo de la India es mucho más importante para su economía que su comercio con Estados Unidos. 

Tener petróleo para alimentar la economía y tener dinero para su balanza de pagos es más importante que producir textil con bajos salarios y otros trabajos que las empresas estadounidenses esperan utilizar en la India como contrapeso a China. 

Bueno, ahora sabemos que el primer ministro indio Modi será el presidente de los  BRICS durante el próximo año. Pues bien, apenas un mes antes de la cumbre de la OCS, todo el mundo temía que la India fuera el eslabón débil de los BRICS  porque en cierto modo actuaba muy parecido a Turquía, intentaba jugar tanto con Estados Unidos como en el mundo de los BRICS.

Sin embargo, la política arancelaria de Trump cerró la opción de alinearse con Estados Unidos, a pesar de los muchos multimillonarios indios o empresas indias adineradas vinculadas a Estados Unidos. 

El tema central de los discursos de Putin, Xi y los demás líderes , fue que ahora que han pasado 80 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial el mundo diseñado por  Estados Unidos se ha acabado. Los acuerdos de Bretón Woods  permitió que los estadounidenses hayan tenido las manos libres para diseñar el orden económico internacional con  el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

En sus discursos afirmaron que ha llegado la hora de aplicar los principios multilaterales que sustenta la Carta de las Naciones Unidas. Dijeron, por encima de todo multipolaridad, trato igualitario con todos los países. No a los aranceles selectivos, no a las sanciones contra algunos países, no a que te digan lo que tienes que hacer, con quién puedes comerciar, donde puedes invertir. Todo esto ha sido violado a un ritmo acelerado por los neoconservadores estadounidenses. 

Al día siguiente el presidente Xi, anfitrión de la Cumbre, se trasladó a Pekín para el gran desfile militar, para afirmar que China retoma el camino donde suponíamos que debía llevarnos 1945, a una alternativa al fascismo, una alternativa al nazismo, una alternativa al militarismo de Japón. 

El presidente Xi recordó el papel de China en la derrota de Japón y el papel de Rusia en la derrota de Alemania. Subrayó los sacrificios que hicieron. Y a pesar, que sus países realmente ganaron la guerra contra las potencias del eje, la realidad es que Estados Unidos diseñó en el mundo de la posguerra.  Lo hizo porque Rusia  China llegaron agotadas militar y económicamente al final de la  guerra. 

Y Estados Unidos aprovecho su capacidad militar y económica para imponer sus condiciones y diseñar un orden mundial a su servicio. También contrató a tantos científicos y políticos nazis como pudo con la operación llamada “Paperclip” y los empleó para luchar contra los comunistas en América Latina, en Europa y en otros países.  Fueron los Estados Unidos quienes de alguna manera no terminaron realmente la Segunda Guerra Mundial. Y ahora tenemos en Alemania al canciller Mertz. diciendo: «Vamos a volver a luchar y esta vez el ejército alemán va a derrotar al ejército ruso». 

Este es realmente el escenario que ha consolidado a los países BRICS. Y el resultado es que está ocurriendo una fractura global.

Pero es diferente a 1954, cuando las naciones no alineadas se reunieron en Bandung, Indonesia, en esa oportunidad declararon: «Necesitamos un orden más justo y equitativo que nos permita desarrollarnos y que la deuda externa no impida nuestro desarrollo y necesitamos un libre comercio, no nos impida proteger nuestra industria. 

Pero, no pudieron hacer nada al respecto. Eran demasiado pequeños y actuaban por separado. Las naciones no alineadas no podían hacerlo solas, ni siquiera juntas, porque no tenían la masa crítica necesaria . Lo que ha cambiado esto, desde los años 90, evidentemente, ha sido China. 

Ahora China puede ser el núcleo de una masa crítica en gran parte gracias a sus políticas financieras, sus reservas de divisas, su poder económico, su capacidad exportadora, su poder tecnológico. El desarrollo de China esta permitiendo que por primera vez los países del sur global puedan crear un polo de desarrollo alternativo. 

La cumbre de OCS que será seguida por la reunión de los BRICS, en una semana aproximadamente, tratara precisamente de cómo se van a estructurar este nuevo orden económico. Tienen suficiente poder para hacerlo y es evidente que el comercio internacional va a ser clave. 

Por su parte Estados Unidos ha convertido el comercio exterior en un arma. Trump le esta diciendo al mundo : «Podemos obligar a todos a seguir nuestras directrices políticas. Deben aislar a Rusia y China, si no lo hacen bloquearemos su acceso al mercado estadounidense». 

Así que la alternativa a estas amenazas, como acordaron los países en Tianjin, fue: «Comerciaremos entre nosotros. Si no nos dejan comerciar con Estados Unidos, renunciaremos al mercado estadounidense». 

De hecho, la India no tiene más opción que renunciar al mercado estadounidense como consecuencia de la imposición de los aranceles de Trump . Comerciarán con el resto del mundo. 

Y todo esto tiene una dimensión militar y este es el marco subyacente para los cambios económicos, financieros y  geopolíticos. Es una lucha civilizatoria para reestructurar el sistema de comercio exterior y las finanzas. Se va a desdolarizar la economía mundial. 

El presidente Putin destacó lo mucho más eficiente que es comerciar entre ellos, cada país en su propia moneda nacional . Evita que Rusia tenga que comprar dólares para pagar a China en dólares y que luego China convierta esos dólares a su propia moneda. 

De hecho de Estados Unidos ha convertido las finanzas internacionales en un arma al expulsar a Rusia, China y a otros países del sistema Swift, la red internacional de compensación bancaria. 

Así que todo lo que Trump ha hecho para aislar financieramente, comercialmente y militarmente a Rusia , China y a otros países ha tenido justo el efecto contrario.  Está uniendo unido a todos los países de los BRICS y de la mayoría global.

Ahora los BRICS se están preguntando; ¿como vamos a actuar juntos?, ¿cómo vamos a establecer las reglas del comercio, ¿ como serán las reglas de las finanzas para que sean multilaterales? ¿ como podemos desdolarizar la economía? ¿como evitaremos que Estados Unidos se apodere de nuestras reservas de divisas como lo hizo con los 300.000 millones de dólares de Rusia o con las reservas de oro de Venezuela y de otros países? 

Así que estamos presenciando como se retoma la civilización donde fue interrumpida por la Guerra Fría de Estados Unidos, que transformó las finanzas y el comercio violando todos los principios de las Naciones Unidas. Ese es básicamente el marco que se ha dado. 

Acabo de leer que esta mañana China y Rusia firmaron finalmente un acuerdo sobre el enorme gasoducto Fuerza de Siberia 2.  No se trata de yacimientos de gas de las partes asiáticas de Rusia , este gas proviene de la península de Yamal en el ártico ruso que estaba destinado a ser exportado a Europa, principalmente a través de los gasoductos North Stream 2 hacia Alemania. 

Como sabemos, estos gasoductos fueron destruidos. Inicialmente intentaron culpar a los rusos, pero luego tuvieron que retractarse. Ahora están intentando culpar a los ucranianos, pero creo que la mayoría de la gente asume que Estados Unidos tuvo algo que ver con esto. 

Este hecho es un desarrollo muy importante porque consolida el giro de Rusia hacia el Oriente desde Europa. algo con lo que había soñado desde 2001. La idea de una Europa común se remonta a Gorbachov , pero Rusia la abandono por completo al firmar este acuerdo. Todo ese gas que se suponía iba a alimentar las industrias europeas durante décadas ahora irá a China. 

Me pregunto, ¿qué dirán en el futuro los historiadores? Porque los europeos siguen celebrando que se han liberado del gas ruso. No tienen alternativas, salvo el gas estadounidense, mucho, mucho más caro que puede que ni siquiera esté disponible en el futuro.

 Así que es increíble ver lo que está ocurriendo. Pero en fin, esto ya no tiene marcha atrás. Es irreversible. Una vez que haces una inversión tan grande como esta, no vas a decir : «En algún momento quisimos ser una nación europea. Nos consideramos europeos, pero no vamos a derribar este gasoducto para construir uno nuevo hacia Europa». 

Putin ha dejado claro que la ruptura con Europa y especialmente con Alemania va a tardar muchas décadas en restablecerse. Rusia ha asumido que no va a haber una reapertura del gasoducto North Stream hacia Europa. 

Pareciera que toda la estrategia de Trump contra Rusia y China ha terminado por obligar a Europa a una  mayor dependencia de Estados Unidos, no solo con el gas natural licuado también con la venta de armas para la guerra. 

Trump anunció que había presionado a la India para que comprara más armas estadounidenses y criticó a la India por comprar armas rusas. Modi no dijo nada, pero es evidente que Estados Unidos ha perdido a la India como un gran comprador de sus carísimos aviones, misiles y otros productos del complejo militar industrial. Así que esto es un golpe para Estados Unidos,

Pero, Trump ha atado a Europa con la compra de armas y los acuerdos arancelarios . De hecho ha provocado una rendición de la economía europea ante Estados Unidos. Trump quiere impedir que Europa comercie con los países BRICS y con los países asiáticos, que son las economías de más rápido crecimiento en el mundo. 

Ante esta sumisión a Estados Unidos está creciendo el malestar político en las calles y salones de Europa. Cada vez más gente quiere  deshacerse de los partidos gobernantes, para elegir partidos soberanistas y nacionalistas. Sin embargo es sorprendente que esto ocurra casi exclusivamente en la derecha del espectro político, no en la izquierda. Las excepciones son el partido de Sahra Wagenknecht en Alemania y un partido de izquierda de nueva formación en el Reino Unido . 

Pero como ha dicho, la ruptura es irreversible.  Ya ha ocurrido y  Europa esta quedando al margen de este cambio tectónico al subordinarse a Estados Unidos . Ya no puede hacer nada.

La identidad y la estructura de cómo serán las reglas en la mayor parte del mundo serán las reglas decididas por China, Rusia, India, los BRICS y la mayoría global. Y no solo van a dejar a Estados Unidos aislado, sino también a Europa junto con él.

Interacciones con los lectore


viernes, 5 de septiembre de 2025

La paz es la Guerra .

 

Los lideres europeos “dispuestos” han elegido la guerra .



 

Los "orgullosos" partidarios de la euroguerra pretenden desplegar tropas lejos del frente con fines de "manifestación"

FABRICIO POGGI, Analista Italiano

 5/9/25

Se lo cuentan todo: uno habla y el otro responde; y obviamente están de acuerdo. Después de todo, ¿están "dispuestos" o no? El nuevo Thiers de la peor reacción europea, el homúnculo de la financiación de la guerra europea desde el Elíseo, nos asegura —como informa el Corriere della Sera— que «los europeos están ahora dispuestos a ofrecer a Ucrania las garantías de seguridad necesarias, una vez que se logre la paz». Y el moderno atamán ucraniano Skoropadsky, a las órdenes del nuevo «imperio» franco-alemán-británico, responde con prontitud que «desafortunadamente, no hay señales de que Rusia realmente quiera poner fin a esta guerra». 

De un lado, «nuestro» lado, hay paz; del otro, donde domina la «horda asiática», hay guerra, por axioma.

Lo dicen y lo repiten entre ellos, y por eso todos están contentos: «Putin quiere la guerra»; nosotros, «los euro-demócratas, estamos por la paz», hay que creerlo; si reponemos nuestros arsenales, es solo porque «Rusia invadirá Europa tarde o temprano»; por lo tanto, para evitar «la amenaza rusa, enviamos nuestras tropas a Ucrania». Ahí lo tienen. 

Y la multitud de «dispuestos» (o deseosos de librar una guerra, como prefieran, dado que ningún panfleto del régimen especifica ya qué están «deseosos» de hacer, o desean hacer, esos «aproximadamente 35 países presentes en París hoy») reunidos en casa de Emmanuel Macron están decididos a «ofrecer una visión inmediata de la posguerra, en el improbable caso de que Putin detuviera la agresión en los próximos días».

Una agresión que, según la nueva tendencia en boga en Vía Solferino, lleva en marcha desde 2014. Sí, porque evidentemente alguien se ha dado cuenta de que hablar de los "tres años de guerra" era bastante flojo: cómo llegamos a febrero de 2022, qué fuerzas se oponían antes, qué políticas seguían los distintos bandos, etc. 

Y luego, con un toque "mágico", aquí están los bombardeos ordenados por los Turchinov, los Poroshenko, los Parubij (hoy un "mártir" de la fe) contra los civiles del Donbás, culpables de haberse opuesto al golpe euronazi en Kiev en febrero de 2014, las masacres perpetradas entonces y en los años siguientes por "voluntarios" neonazis (bueno, ellos también estaban "dispuestos" a hacer la guerra); todo esto se convierte, en las esquizofrénicas redacciones de Milán, Turín y Roma, en la "agresión rusa desde 2014", con Moscú "sin vivir". Hasta los acuerdos de Minsk".

Es innegable: basta con callar el simple hecho de que dichos acuerdos incluían, como punto crucial, el estatus especial para el Donbás, que debía incluirse en la Constitución ucraniana, y que Kiev "mantuvo la fe en esos acuerdos" con bombas y masacres contra el propio Donbás. Los garantes, que conste, fueron los señores Merkel y Hollande: pro-europeos desde el principio.

En resumen, desde Vía Solferino nos informan que, el 4 de septiembre, los dandis de la camarilla parisina "podrían llegar a un acuerdo sobre tres ejes: 1) reforzar el apoyo militar al ejército ucraniano, la primera garantía real de seguridad, basándose en tratados bilaterales entre Ucrania y varios países; 2) extender el Artículo 5 de la OTAN a Ucrania, que prevé la intervención aliada si Kiev fuera atacada de nuevo tras el fin de la guerra (esto sería un indudable éxito diplomático para la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien planteó la idea por primera vez hace meses); 3) enviar una fuerza franco-británica tras las líneas ucranianas para garantizar un posible alto el fuego (sin Italia)". 

Por cierto: hace unos días, en las mismas páginas, aseguraron que la implementación del Artículo 5 de la OTAN no es tan automática como desearían los partidarios del gobierno fascista.

No pasa un día sin que París y Londres, al menos verbalmente, reiteren su intención de enviar soldados a algún lugar de Ucrania: obviamente, lejos del frente. En cuanto al resto, ya veremos: ¿cuántos soldados, qué soldados y para qué? Lo importante es reunir a la hermandad de vez en cuando, convencer a alguien —sobre todo a ellos mismos— de su existencia, de que el nuevo anticomunista Thiers y los restauracionistas de Stuart están dispuestos a unir las "fuerzas democráticas liberales" y "organizar la resistencia europeísta contra el agresor asiático", y el juego está terminado.

Es una pena que la propia parte ucraniana —no la oficial, golpista, por supuesto— señale que Kiev se equivoca al creer las promesas del entorno de Zelenski sobre las "garantías de seguridad" de los países occidentales: ninguno de ellos está dispuesto a enviar sus ejércitos a combatir a Rusia por el Donbás. 

Esto según el politólogo ucraniano Ruslan Bortnik, quien señala que casi todos los acuerdos firmados con Kiev especifican que "en caso de una nueva guerra, nuestro socio considerará brindarnos asistencia financiera y técnico-militar, es decir, mediante el envío de armas y dinero". Como mucho, podrían intercambiar inteligencia, cooperar en diversos campos, etc. De hecho, ninguno de esos acuerdos menciona ningún principio de defensa colectiva. No me imagino, dice Bortnik, a un país diciendo: "Enviaremos nuestras tropas a combatir a los buriatos o a los norcoreanos en algún lugar de la zona de Pokrovsk".

Y, en la práctica, ni siquiera los "aliados" se ponen de acuerdo sobre el envío de tropas. Como informa el Financial Times, la "coalición" de los "dispuestos" se divide en tres bandos: el más radical, formado por Gran Bretaña, está dispuesto a considerar el envío de un contingente militar; el segundo grupo, que incluye a Italia, se opone categóricamente a cualquier despliegue de tropas; el tercero está formado por países "indecisos", como Alemania, con una postura expectante, que aún no han adoptado una postura definitiva. Conclusión: la división entre los "aliados" pone en duda la coordinación de los esfuerzos occidentales para apoyar al régimen de Kiev. ¡Vamos!

El Washington Post lo escribe con claridad: los "orgullosos" partidarios de la euroguerra pretenden desplegar tropas lejos del frente con fines de "manifestación". Gracias a las ofertas de Trump de apoyo aéreo y de inteligencia, "los líderes europeos afirman que finalmente cuentan con el apoyo necesario para enviar tropas a la Ucrania de la posguerra. Ahora solo necesitan que alguien detenga el conflicto", escribe TWP. No se rían.

American Newsweek va más o menos en la misma línea: «Si los europeos consideraran a Ucrania tan importante para la seguridad de su continente, las tropas europeas ya estarían luchando codo con codo con los ucranianos en las trincheras del Donbás. Pero no es así. Europa ladra mucho más fuerte que muerde, y Ucrania no es lo suficientemente importante para los europeos como para arriesgarse a un conflicto con la maquinaria militar rusa». Muy claro.

Sin embargo, según escriben periodistas yanquis, a pesar de las promesas de apoyo estadounidense, e incluso "mientras perfeccionan los planes para las garantías de seguridad, incluida la reunión del 4 de septiembre en París, los europeos discrepan sobre qué están dispuestos a hacer exactamente en Ucrania". Cuentan con que, a largo plazo, un alto el fuego es inevitable, mientras que, a corto plazo, el compromiso con las garantías de seguridad daría a Zelenski "confianza en el apoyo occidental si inicia conversaciones con Rusia sobre concesiones territoriales potencialmente dolorosas".

Así, hablan de "tropas de demostración", desplegadas lejos del frente, que —¿no se ríen a carcajadas al decirlo?— actuarían como "elemento disuasorio ante futuros ataques". Estas tropas son tan guerreras que, en círculos prodemocráticos europeos, se las define como parte integral de ese "erizo de acero" en el que, según Ursula-Demonia-Gertrud, se supone que se transformará la Ucrania de la junta golpista nazi.

En resumen, el 3 de septiembre, Thiers-Macron declaró que los ministros de guerra "dispuestos" habían finalizado planes "altamente confidenciales" y confirmado las contribuciones de sus respectivos países, que ahora, sin embargo, deben ser aprobadas. En concreto, Francia y Gran Bretaña, las dos únicas potencias nucleares de Europa, son también las únicas que han anunciado el despliegue de tropas; Estonia y Lituania anunciaron recientemente su participación. Punto.

Pero lo importante es demostrar que estamos reunidos en torno a la "mesa redonda" de la guerra, actuar como grandes líderes dispuestos a liberar el "santo sepulcro" —aquel donde la democracia, los derechos y los partidos políticos llevan enterrados al menos diez años, y donde los asesinatos de opositores son cosa del día— y proclamar que es Rusia, la "infiel", la que no quiere la paz. Y voilá, Sr. Thiers.

Fuentes:

    Publicado en..
https://observatoriocrisis.com/2025/09/05/los-lideres-europeos-dispuestos-han-elegido-la-guerra/

martes, 2 de septiembre de 2025

China y la II Guerra Mundial .



Un agujero negro en la memoria colectiva: China y la II Guerra Mundial

   



Mientras China se prepara para conmemorar el 80º aniversario de la victoria sobre el fascismo el
 3 de septiembre de 2025, la atención mundial se centra en el desfile militar de Pekín. Se especula sobre qué líderes mundiales se unirán al presidente Xi Jinping: la presencia de Putin es casi segura, aunque los rumores sobre la asistencia de Trump parecen descabellados. Algunos defensores de la paz argumentan que este momento ofrece una oportunidad para que las potencias mundiales reflexionen sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, un sentimiento acorde con el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas y una necesidad urgente en medio de las crecientes tensiones mundiales. Sin embargo, la negativa de los líderes europeos a asistir, alegando preocupación por si ofenden a Japón, revela un problema más profundo. La conmemoración de China cierra el ciclo de aniversarios de la II Guerra Mundial, pero plantea una pregunta fundamental: ¿Comprendemos realmente el alcance global de esa guerra o hemos permitido que determinados capítulos vitales caigan en el olvido?

Existe una laguna evidente en nuestra memoria colectiva de la II Guerra Mundial, una guerra que llamamos «mundial», pero en la que el papel del cuarto vencedor aliado, China, queda constantemente relegado. China entró en el conflicto en 1931, no en 1939, y resistió hasta la rendición de Japón en 1945. Durante 14 años, sufrió aproximadamente 35 millones de bajas y retuvo a un millón de soldados japoneses, lo que permitió a la URSS y a los EE. UU. centrarse en otros frentes. Líderes como Roosevelt, Churchill y Stalin reconocieron el papel fundamental de China en el resultado de la guerra. Entonces, ¿por qué se ignora tan a menudo esta contribución y se entierra bajo capas de relatos centrados en Occidente?

Para muchos, la tragedia que definió la II Guerra Mundial fue el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, actos horribles que sirven como severa advertencia del poder destructivo de la humanidad, en este caso desatado por Estados Unidos. Estos acontecimientos merecen ser recordados, pero la posterior ocupación estadounidense de Japón y la imposición de la constitución de paz (también conocida como la Constitución de MacArthur) tuvieron menos que ver con la armonía que con asegurar un punto de apoyo estratégico en el Indo-Pacífico durante la Guerra Fría. Hoy en día, Japón se arma bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos, aparentemente para contrarrestar la «amenaza» de China. Este giro narrativo es tan conveniente como engañoso.

Al igual que Rusia, que preserva ferozmente sus sacrificios de la II Guerra Mundial, China exige ahora el reconocimiento de los suyos. Su resistencia ante el militarismo japonés sigue siendo una saga en gran parte desconocida. Una mirada a este «agujero negro» de la memoria colectiva revela atrocidades que desafían la comprensión: la masacre de Nanjing de 1937, en la que murieron 300.000 civiles y se cometieron violaciones masivas; los experimentos químicos y biológicos de la Unidad 731 con prisioneros, incluidos niños, tan viles que conmocionaron incluso a los observadores nazis. Los enviados alemanes instaron a Berlín a frenar a Tokio, mientras que los registros japoneses documentaban meticulosamente su brutal caos. Desde entonces, valientes historiadores japoneses han sacado a la luz estos horrores, pero siguen siendo marginales en el discurso global. ¿Por qué este silencio?

Descubrir la historia de la II Guerra Mundial desde la perspectiva de Asia pone de manifiesto una verdad vergonzosa: los relatos occidentales, amplificados por Hollywood y los medios de comunicación, han glorificado selectivamente algunas historias y borrado otras. ¿El resultado? Los criminales son rehabilitados y las víctimas se convierten en villanos. Occidente suele aferrarse a una postura sesgada que valora algunas vidas por encima de otras. Las víctimas chinas han recibido escaso reconocimiento mundial, y su sufrimiento se ha visto eclipsado por el relato de la redención de Japón después de la guerra. Esta hipocresía se repite hoy en Gaza, donde la indignación selectiva, las lágrimas por Ucrania, pero el silencio por los 22 meses de sufrimiento de Gaza bajo las políticas de Israel, revelan el mismo doble rasero. Los líderes europeos, moldeados por un legado colonial que enmarcan como una «misión civilizadora», son cómplices. Mientras tanto, Estados Unidos alimenta una guerra comercial con China y, como advierten Kaja Kallas y algunos medios de comunicación, se prepara para un conflicto más amplio, al tiempo que pinta a China como «autoritaria y beligerante». Esto choca frontalmente con la historia antifascista de China y su compromiso moderno con la paz mundial.

El adagio de que los vencedores escriben la historia se desmorona aquí. A China, clara vencedora, se le negó la plataforma para mostrar su valentía, sus sacrificios y sus contribuciones. Hoy en día, el discurso occidental la tilda injustamente de amenaza. La II Guerra Mundial no comenzó ni terminó en Europa. China, miembro fundador de la ONU y el primero en firmar la Carta de las Naciones Unidas, sigue siendo su más firme defensor. Rechaza el relato dominado por Estados Unidos, elaborado por un país que se incorporó tarde a la guerra, que fue el que menos sufrió y el que desató la devastación atómica. El legado de China en la II Guerra Mundial alimenta su misión moderna: erradicar la pobreza, ayudar al Sur Global, construir infraestructuras globales y defender la paz y un futuro compartido para la humanidad.

La conmemoración de Pekín es una audaz refutación del monopolio occidental de la memoria de la II Guerra Mundial. Como afirma acertadamente Warwick Powell: «Durante ocho décadas, Occidente ha reescrito la II Guerra Mundial como una victoria de Estados Unidos y Europa, relegando a China a una nota al pie de página. La conmemoración de China este año desafía esa amnesia y reivindica el papel del país como fuerza central en la derrota del fascismo». Sin embargo, en los turbulentos tiempos actuales, el recuerdo por sí solo no basta. Desde Gaza hasta más allá, la lucha contra la inhumanidad y el fascismo exige que nos enfrentemos a estos puntos ciegos de la historia y a sus ecos modernos.

Biljana Bankovska es profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Cirilo y San Metodio en Skopie, miembro de la Fundación Transnacional para la Investigación de la Paz y el Futuro (TFF) en Lund, Suecia. Es asimismo profesora de la European Peace University en Austria y la intelectual pública más influyente de Macedonia.

Texto en inglés: CounterPunch.orgtraducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/08/28/un-agujero-negro-en-la-memoria-colectiva-china-y-la-ii-guerra-mundial

Nota del blog  .El papel de China en la 2ª G . Mundial fue capital ..

La resistencia china frente a los ataques japoneses durante la Segunda Guerra Mundial fue clave para que las fuerzas aliadas, lideradas por Estados Unidos, la Unión Soviética y Reino Unido, pudieran ganar la contienda. Sin embargo, 80 años después del armisticio, Occidente continúa sin acabar de entender qué papel jugó China en el conflicto, afirma el historiador británico Rana Mitter, autor del libro La aliada olvidada: la Segunda Guerra Mundial de China, 1937-1945. Existe una laguna evidente en nuestra memoria colectiva de la II Guerra Mundial, una guerra que llamamos «mundial», pero en la que el papel del cuarto vencedor aliado, China, queda constantemente relegado. China entró en el conflicto en 1931, no en 1939, y resistió hasta la rendición de Japón en 1945. Durante 14 años, sufrió aproximadamente 35 millones de bajas y retuvo a un millón de soldados japoneses, lo que permitió a la URSS y a los EE. UU. centrarse en otros frentes. Líderes como Roosevelt, Churchill y Stalin reconocieron el papel fundamental de China en el resultado de la guerra. Entonces, ¿por qué se ignora tan a menudo esta contribución y se entierra bajo capas de relatos centrados en Occidente?