martes, 30 de julio de 2024

Radiografia americana .

 

El intento de asesinato de Trump liquida a los demócratas

 

Alejandro Marcó del Pont

| 30/07/2024 

 

 

Acabemos el trabajo (Joe Biden)

 

Los vaivenes de la coyuntura política nos demandan tanto que destruyen el análisis del pasado. El intento de asesinato del candidato presidencial republicano Donald Trump produjo un sismo en la candidatura demócrata, eliminando al aspirante aún no confirmado Joe Biden. Sin embargo, las ambiciones y la competencia por la Casa Blanca evitan una pregunta central: ¿Cómo llegó Estados Unidos a mantener una discusión acerca de la candidatura de un hombre senil? Trataremos de dilucidar las respuestas a este aparente fraude.

 

 Mejor leer  directamente el articulo por los  cuadros que publica

  https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/07/28/el-intento-de-asesinato-de-trump-liquida-a-los-democratas/

 

domingo, 28 de julio de 2024

¿Qué va a pasar hoy en Venezuela?.

 ¿Qué va a pasar hoy en Venezuela?

  

28/07/2024

 Lo que no te cuentan los medios europeos

Hoy va a ganar las elecciones Nicolás Maduro Moros, un conductor de autobús que fue obrero, sindicalista, diputado, presidente de la Asamblea y una década Canciller y a quien Hugo Chávez, gravemente enfermo, vio como su sustituto. El jueves, en el cierre de campaña en Caracas, sacó a medio millón de personas a la calle. Cinco veces más que la oposición. Es verdad que la calle no son los votos, pero orientan.

Edmundo González, el anciano enfermo elegido para reunir a la oposición, no sin crueldad, por María Corina Machado -inhabilitada por pedir una intervención estadounidense en su país, no por apoyar al autoproclamado presidente Guaidó, que no quiero pensar lo que diría el PP si Puigdemont hubiera llegado a tanto-, ha hecho una mala campaña y su magia y su gloria sólo aparece en los medios de comunicación occidentales. Lo mismo pasó en México con Xotchil Gálvez – entrevistas, encuestas abultadas, noticias tendenciosas, demonización de la izquierda- y Claudia Scheinbaum le sacó 30 puntos de distancia.

 María Corina Machado, y los medios occidentales, no te han contado que se presentan, además de Edmundo González y Nicolás Maduro, otros ocho candidatos de derecha que no comulgan con la oferta de violencia de Machado ni con el socialismo de Maduro. Esos candidatos, junto con Maduro, firmaron aceptar el resultado que dicte el árbitro electoral, el Consejo Nacional Electoral. González y Machado no lo aceptaron. Poniéndose en la estela de Trump, Bolsonaro, Abascal, Feijóo y Díaz Ayuso. No se entiende cómo la derecha a la que le asusta Abascal, Le Pen, Trump, Orban, Milei, Salvino o Meloni no se asusta con María Corina Machado, que es igual de neoliberal y racista pero mucho más violenta en sus propuestas.

 La incapacidad de la derecha venezolana

El tándem González-Machado no puede ganar en Venezuela por, al menos, nueve razones:

 1. Son los mismos golpistas de siempre y no representan nada nuevo (apoyaron el golpe contra Chávez en 2002). En el imaginario popular significan violencia, lucha callejera, conflicto, pérdida de soberanía.

 2. Su propuesta política es privatizar todo, incluido el petróleo, desmantelar todo lo hecho por Chávez y Maduro (con lo cual se perderían derechos sociales y también títulos) y desplegar en Venezuela la misma agenda de Milei en Argentina.

 3. Han prometido venganza contra todo lo que tenga que ver con el chavismo.

 4. No se han ganado a los evangelistas por su evidente ausencia de agenda social.

 5. No se han ganado a la patronal, que está con el oficialismo por el buen momento económico. La vinculación de Machado a los EEUU hace sospechar al empresariado venezolano de que todo lo que han ganado en estos años de sanciones puede terminar en manos de multinacionales extranjeras.

 6. No se han ganado al ejército por su falta de compromiso con la defensa del Esequibo, por los insultos constantes a las fuerzas armadas y por la falta de un proyecto de país donde ese ejército, de extracción popular -a diferencia de otros ejércitos latinoamericanos- tenga claro su papel.

 7. La vinculación de Machado con la lucha callejera -es la candidata elegida en su día por el imputado por terrorismo Leopoldo López- genera mucha inquietud en la ciudadanía, pues el recuerdo de las guarimbas -una versión radicalizada de la kale borroka- les aterra. Aún más en un momento donde el crecimiento económico ha hecho olvidar parte del infierno pasado producto, principalmente, de las sanciones. (Este fin de semana salía un artículo en el Washington Post donde se demostraba que las sanciones a Venezuela -las que se niegan a Israel- han sido tres veces más radicales que los efectos de la gran depresión en EEUU.

 8. Se sabe que son mandatados de los Estados Unidos, y si algo molesta al venezolano es que le amenacen.

 9. Desprecian al pueblo llano de Venezuela, pobres, negros, trabajadores informales, campesinos, pescadores, vendedores ambulantes, culonas y desdentados como les llaman. Y el pueblo lo sabe.

 La derecha global donde puede golpea, y donde no, hace como el avestruz, esto es, esconde la cabeza para aparentar que las cosas no pasan. Y por eso les va tan mal en Venezuela. Hemos escuchado al prófugo y terrorista Leopoldo López, el protegido del PP, decir que van a hacer un seguimiento desde la CNN en Miami de la campaña electoral, es decir, que, desde los EEUU, esto es, desde el lugar donde se suplantó a la Asamblea Venezolana. Esto es, desde donde se suplantó al pueblo de Venezuela y se nombró presidente a Juan Guaidó, resulta que van a decir otra vez quién es el nuevo presidente de Venezuela y quien va a actuar de presentador de esa farsa es Leopoldo López.

 Me van a perdonar, pero esto ya excede cualquier respeto a la inteligencia. Y si la derecha venezolana está acostumbrada a tratar con tarados, que no piensen que todo el mundo va a caer con tanta facilidad en sus embustes.

 El cansancio ante las mentiras de la democracia liberal

Esta semana el presidente Nicolás Maduro dijo dos cosas muy importantes. Una se tergiversó y la otra se ignoró. Dijo textualmente: "El 28 de julio, si no quieren que producto de los fascistas, Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo".

 Es decir, Nicolás Maduro se adelantaba a las intenciones de la derecha venezolana, donde una parte, la golpista de siempre, vuelve a prometer desconocimiento de las reglas de juego. La derecha venezolana, como Trump, como Milei, como Abascal, aceptan la democracia solo si ganan.

 Lo otro que dijo el presidente Nicolás Maduro me parece de lo más lúcido que se ha planteado desde la teoría de la democracia. Porque resulta que es la izquierda la que está respetando la democracia liberal, pese a que esa democracia de partidos, parlamentos, burocracias, jueces no siempre decentes y medios de comunicación podridos, no permite cambios radicales para terminar con las desigualdades, luchar contra el calentamiento global, remunerar la tarea de cuidados de las mujeres, reconducir la geopolítica mundial, parar las guerras y los genocidios, cuidar con dignidad a los ancianos o igualar la esperanza de vida de los ricos y los pobres en nuestros países. Y, por supuesto, garantizar la participación ciudadana más allá del voto.

Sin embargo, es la izquierda la que defiende esa democracia mientras que la derecha la patea constantemente pese a beneficiarse de la misma.

 Es la derecha que ve normal que, en Venezuela al presidente Maduro, como presidente del Gobierno, le quiten recursos robándose CITGO, robando el oro del país, imponiendo sanciones o alentando sabotajes de la red eléctrica para que el Polo Patriótico vaya a las elecciones golpeado. Mientras que los mismos EEUU que perjudican a la candidatura de Nicolás Maduro, financian a María Corina Machado y a Edmundo González para que vayan bien dopados a las elecciones o le paguen el boleto a Miami al delincuente Leopoldo López.

 En España, Unidas Podemos tuvo seis millones de votos y el Partido Popular, el que da cobijo en España a los venezolanos ladrones de la oposición, utilizó el aparato del Estado, pagado con dinero de todos los españoles -policías, comisarios, jueces y periodistas- para inventarse todo tipo de acusaciones contra Podemos hasta convertirlo en un partido pequeño.

 Es decir, la derecha puede utilizar el poder económico, el judicial y el poder político del Estado para acabar con sus adversarios. Porque son ellos los que deciden qué es y qué no es democracia. Y pueden poner sanciones a Venezuela porque no les gusta el gobierno, pero impiden que se pongan sanciones a Israel por el genocidio en Gaza donde decenas de miles de niños han sido asesinados, amputados, heridos para toda su vida.

 O pueden encarcelar a Lula Da Silva sin pruebas. O pueden perseguir a Cristina Fernández de Kirchner o a Rafael Correa o a quienes ellos les dé la gana. Y lo más importante: pueden desmantelar la Constitución y acabar con todos los derechos sociales como está haciendo Milei en Argentina. Y la pregunta relevante es: ¿tiene derecho nadie a acabar con la dignidad de los pueblos porque ganan unas elecciones presidenciales? ¿Tiene derecho Milei a condenar a la ignorancia, al hambre y la enfermedad a los argentinos y argentinas o ese bienestar está por encima de los Gobiernos? ¿No está garantizado ese derecho por la Constitución? ¿Dónde está el Ejército argentino defendiendo los derechos del pueblo?

 El presidente Maduro ha sido muy claro en una reunión casi familiar donde ha dicho que él ha evitado una guerra civil, porque si la derecha llega al poder y cree que a través de la violencia puede desmantelar las victorias populares en el país, el pueblo no lo va a aceptar y se va a levantar como poder constituyente en una revuelta "civil y armada" -civil y armada como en la revolución francesa, en la revolución americana o en la resistencia frente al fascismo- frente a los que quieran desmantelar el carácter social y popular de la Constitución venezolana. Y el Ejército, como Ejército constitucional, va a estar apoyando la defensa de la Constitución. Porque el ejército en una democracia está para defender la Constitución, no para disparar contra el pueblo.

 Hay mucha gente en Venezuela que sabe que, si ganase la oposición, quitarían la pensión a sus padres y abuelos, se privatizarían las universidades y estudiar sería otra vez un privilegio de ricos, sus abuelos no tendrían asistencia médica, sus hijos no tendrían escuela, las empresas venezolanas terminarían en manos extranjeras y las grandes compañías volverían a hacerse con el petróleo.

 Y por eso, gente que, legítimamente, pueda estar en desacuerdo con el Gobierno, no va a votar por la derecha porque no tienen un proyecto de país sino solamente un proyecto de desmantelamiento del país.

 Además, hay millones de venezolanos y venezolanas que, si a alguien se le ocurriera desmantelar los logros de los Gobiernos chavistas, les harían saber que hay un pueblo consciente, organizado y con memoria que no iba a permitir que los mayordomos de intereses de fuera volvieran a robarle el bienestar que este pueblo escribió en su Constitución.

 Una nota para la Cadena Ser y los demás medios que mienten sobre Venezuela

Tristemente, la Cadena Ser no ha dicho la verdad en su información de Venezuela. Que lo hagan los medios de la derecha es comprensible, pero cuando los medios progresistas hacen lo mismo, es o porque no se enteran de la realidad o porque hay intereses en uno y otro lado que son coincidentes. En cualquier caso, hay mucha inconsecuencia en cómo ha recogido las elecciones, de la misma manera que El país en Venezuela es un órgano de la oposición.

 1. Hay mucha encuestas con prestigio que dan ganador a Nicolas Maduro. Citan los medios solo las encuestas interesadas, que son las misma que por ser propaganda fallaron estrepitosamente en México. Como decíamos, Claudia Sheimbaum ganó por 30 puntos a Galvez. ¿De verdad nadie se dio cuenta?

 2. Parte de la campaña de desprestigio tiene que ver con el show bochornoso de expresidentes latinoamericanos, algunos de ellos golpistas, y de la derecha española del PP.

El art.481 de la ley orgánica electoral de Venezuela dice que no puedes ser observador si no estás autorizado. Vente Venezuela, el partido de Machado, no está inscrito y, por tanto, no puede invitar a nadie. Y lo mismo ocurre con el artículo 7.1 de la ley de extranjería que dice que no serán admitidos en territorio electoral quienes vayan a causar alteraciones del orden público o comprometan las relaciones internacionales del país. No es que no dejaran entrar a los diputados del PP por capricho: es que no estaban autorizados. Y quizá debieran los medios haber recordado que Cayetana Alvarez defendió el terrorismo en Venezuela, celebrando, ella, el látigo del terrorismo en España, que quemaran a un policía en Caracas. Además de que los que se quejan de la injerencia rusa en España quieren hacer lo mismo en Venezuela.

 3. No estaría mal recordar que el partido de María Corina Machado, Vente Venezuela, acaba de firmar un acuerdo con el Likud que sitúa a esta señora como cómplice de Netanyahu, con el que tiene una enorme sintonía y al que ha ofrecido todo su apoyo. Vamos, que es cómplice de genocidio. Esa es la señora a la que blanquean todos los medios en Europa.

El problema de fondo es que esta información prepara el desconocimiento del resultado electoral si, como dicen las encuestas, gana Maduro. Se entiende de la derecha; menos de otros espacios políticos y mediáticos.

 El guion está escrito: Maduro ganará las elecciones y la derecha no lo reconocerá, haciendo un escándalo internacional. ¿Qué hará entonces Europa? Las sanciones ya las aplicó. Y la Unión Europea quedará otra vez como idiota cuando EEUU levante las sanciones a la Venezuela de Maduro y los europeos sean rehenes de sus propias mentiras.

https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2024/07/28/que-va-a-pasar-hoy-en-venezuela/?doing_wp_cron=1722163024.0254859924316406250000#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4x15-t2;mm=mobile-medium

Nota del blog  .-Extracto del libro del asesinato del golpe corporativo: Maduro de Venezuela sobre el complot de John Bolton para matarlo .

Vale la pena leer el articulo para ver como se las gastan

ANYA PARAMPIL

https://thegrayzone-com.translate.goog/2024/07/16/corporate-coup-assassination-venezuelas-maduro-boltons-plot/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

viernes, 26 de julio de 2024

¿Dónde está el piloto?

                                   


     

¿Dónde está el piloto?

 

  Jorge Majfud |


 26/07/2024

 Las elecciones internas en Estados Unidos fueron de una singularidad histórica. Tanto Trump como Biden se habían quedado sin competencia casi al arrancar, a principios de año. Aunque esta ausencia de disidencia interna no dejaba mucho lugar para la imaginación, algunos dudábamos que finalmente fueran estos los candidatos de noviembre. O uno caía por sus muchas demandas legales o al otro lo retiraban por sus problemas intelectuales―para el caso, problemas de imagen.

Dos candidatos con diferencias en política popular (políticas de identidad, género, aborto, raza, etnia, religión) y muy similares en la política del poder (del poder financiero, militar y mediático) demostraban que el poder estaba cómodo con cualquiera de los dos. De hecho, ambos fueron presidentes y el poder corporativo-financiero-militar nunca se sintió cuestionado, sino todo lo contrario. Hubo algunas dudas, debido a un Trump ambiguo en lo que se refería a la OTAN y su relación con Rusia. Si bien es cierto que tanto un sector minoritario de los demócratas como otro de los republicanos coinciden en sus críticas a la OTAN, no era Biden el candidato dubitativo o problemático para el poder.

Había, sin embargo, una debilidad en tanta confianza, en tan poca disidencia interna. Entre los 258 millones de adultos en un país que se precia de ser la gran democracia líder del Mundo Libre, el sistema electoral, herencia viva del sistema esclavista, no pudo elegir sino a dos ancianos excéntricos que ya habían sido presidentes y que una gran cantidad de estadounidenses rechazaba, pese a la propaganda que logró dibujar a uno de ellos, Trump, como un mesías renacido. Según una encuesta reciente de PBS-NPR, el 55 por ciento de los estadounidenses no se sienten a gusto teniendo que elegir entre Trump o Biden. Encuestas anteriores arrojaron resultados similares, confirmando la extendida frustración de los electores por el callejón sin salida por el que habían entrado. Un detalle de poca importancia para el gran poder corporativo-financiero-militar y de gran importancia estratégica para la campaña demócrata en busca de un reemplazo para Biden.

La otra debilidad que vimos antes fue que, aunque el poder de los lobbies y de las corporaciones capitalistas se encontraba con una elección fácil de ganar, sin terceros en disputas, Trump había dado algunas muestras de independencia en geopolítica, algo que fue solucionado (es lo que entendemos, aunque aún sin pruebas) por el reciente atentado contra su vida y la elección de J. D. Vance como vicepresidente, un candidato joven comprometido con las grandes corporaciones (sobre todo las tecnológicas) y los mismos lobbies de siempre (como el más influyente de todos, el lobby pro israelí AIPAC) que lo catapultaron al poder en apenas un año y a los cuales no traicionará sin pagar un precio muy alto.

El anuncio de Biden sobre el resultado positivo en una nueva prueba de Covid fue apenas la confirmación de lo que se esperaba. En cuestión de horas, figuras como Nancy Pelosi y el mismo Barak Obama comenzaron a manifestarse a favor de su renuncia a la candidatura. La presión del partido era creciente e imparable, por lo que sólo se podía esperar que Biden renunciara. Cuanto más tardase, peor, porque las disputas y el desgaste interno iban a disminuir las chances de éxito en las elecciones de noviembre y porque le dejaba menos tiempo para maquillar a la figura reemplazante como futura presidenta.

Aunque la constitución no prevé ningún orden de reemplazo de un presidente que no ha muerto, la candidata natural por orden jerárquico parecía ser Kamala Harris, quien ha recibido el apoyo de Biden, con Pete Buttigieg como vicepresidente, lo que confirmaría el perfil de la política de identidades en la que los demócratas y la izquierda posmoderna se sienten más cómodos: una mujer negra y un hombre homosexual. Pero un sureño conservador como Roy Cooper podría atraer a clientes más del centro. Como sea, serán figuras que no desafiarán el poder corporativo que gobierna este país, como sí podían haberlo hecho, en alguna medida, el socialista Bernie Sanders y los actuales candidatos independientes, el profesor Cornel West del Partido Socialista y la doctora Jill Stein del Partido Verde, ambos adherentes a una izquierda más tradicional (sesentista, obrera, antiimperialista) y abiertamente en favor de los derechos humanos de los palestinos.

Increíblemente, las teorías conspirativas surgieron solo cuando ocurrió el atentado contra la vida de Trump. La parte ingenua no radica en las teorías sino en la idea de que los grandes poderes que dominan la política y la vida de los habitantes de este mundo solo conspiran cuando un candidato a la presidencia de un país hegemónico es asesinado, como J. F. Kennedy. Estos hechos están marcados por el morbo de un individuo asesinado y de un crimen nunca o casi nunca resuelto, algo propio de la literatura y del cine comercial anglosajón. Es decir, otra de las debilidades ancestrales de la especie humana, aumentada y explotada por la comercialización de la existencia.

Pero es necesario ser demasiado ingenuo, y un ingenuo funcional, para creer que el poder se toma vacaciones conspirando a su favor. El atentado contra Trump, la enfermedad de Biden, son apenas detalles si consideramos las múltiples guerras y masacres que son provocadas por los mercaderes de la muerte, los mismos que se benefician económicamente de ellas y los mismos que expanden su poder no sólo en otras comarcas del mundo sino en sus propios países de residencia, succionándoles impuestos y deudas ficticias, aterrorizando a los incautos con inminentes peligros de los cuales debemos protegernos y para los cuales debemos pagar y renunciar al derecho de los pueblos a saber. Todo en nombre de la seguridad y de la libertad―de la seguridad del poder y de la libertad de los poderosos.

La renuncia de Biden era inevitable. El extraño y adelantado debate entre dos candidatos sin nominar y sin público, sólo podía ser un movimiento estratégico de los demócratas que querían exponer a Biden y forzarlo a caer por la borda antes de que el barco se hundiera. Luego de la catástrofe del debate que dejó aún más claro sus problemas intelectuales para fingir que el poder está en sus manos, las encuetas terminaron por enterrarlo en vida. El ala izquierda del club exclusivo de El Uno entró en pánico, mientras del otro lado del salón los republicanos se servían más champagne. Si no renunciaba lo renunciaban. Si no era con un Covid de advertencia sería por un accidente doméstico.

Un presidente con demencia senil estaba erosionando la fe de los votantes en un sistema anacrónico y sin alternativas reales, propio de sus orígenes esclavistas. De ser confirmada, Kamala Harris o cualquier otro candidato le dará una bocanada de oxígeno a los demócratas y, en consecuencia, al sistema. Un hombre que renguea no camina bien. El sistema de democracia política y dictadura económica necesita dos piernas que, en apariencia, se oponen en sus movimientos, pero una colabora con la otra para caminar.

Por el momento, seguirá caminando y la dirección seguirá estando en el verdadero poder corporativo-financiero-militar. No en el pueblo. 

https://rebelion.org/donde-esta-el-piloto/

jueves, 25 de julio de 2024

¿ Es posible una paz en Ucrania ?

 Ucrania recibe el respaldo de China a la negociación con Rusia y cuestiona el camino de la guerra defendido por Europa

Kiev recaba el apoyo chino a la negociación con Moscú, aunque sus aliados europeos insistan en la retórica de derrotar a Rusia por las armas, con o sin ayuda de EEUU.

 24/07/2024  

JUAN ANTONIO SANZ

Ucrania, acosada en todos los frentes, desde el diplomático al bélico, está desarrollando un doble juego en torno a la guerra con Rusia que puede empantanar el conflicto durante años o alcanzar una frágil solución que no guste a casi nadie, pero que detenga la matanza.

 La grave situación del ejército ucraniano en la guerra, las crecientes voces internas a favor de una negociación y la amenaza de que Estados Unidos cancele su apoyo a Ucrania si Donald Trump llega al poder están empujando al Gobierno de Kiev a buscar una salida negociada con terceros, en este caso China.

 La insistencia de sus aliados europeos en que la única forma de derrotar a Rusia es con sanciones y en el campo de batalla no se está reflejando en el curso de la guerra y el riesgo de una debacle ucraniana es cada día más real.

 El descalabro bélico y las dudas sobre el futuro apoyo de EEUU inclinan a Ucrania a buscar una negociación

Por esa razón, viajó a Pekín el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba. China es el principal aliado internacional de Moscú y su ascendencia sobre Rusia, económica y política, garantiza que el Kremlin escuche sus recomendaciones.

 China apuesta por una salida política a la guerra

Así, y sin que Pekín traicionara un ápice su alianza con Moscú, Kuleba recibió este miércoles el compromiso chino de mediar en unas eventuales negociaciones con Rusia, posibilidad que, desde el principio del conflicto había rechazado Kiev, siempre obediente a sus aliados.

 Las tornas han cambiado internacionalmente y en el frente de batalla. La iniciativa bélica rusa está desgastando a Ucrania más allá de lo indecible, las armas occidentales no llegan a tiempo y, aunque la implicación europea en el conflicto cruza ya todas las líneas rojas, la derrota de Rusia no parece más cercana.

Ante el riesgo de que el expresidente Trump gane las elecciones presidenciales estadounidenses el 5 de noviembre próximo y cumpla su promesa de desentenderse del conflicto ucraniano, Ucrania ha tenido que recurrir a China, el primer país que presentó un plan de paz, a pocos meses de comenzada la invasión rusa. Plan de paz que fue desde un principio desdeñado por los aliados occidentales de Kiev.

 Este ha sido el primer viaje de Kuleba a China desde que comenzó la guerra hace dos años y cinco meses. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, subrayó tras reunirse con Kuleba en Cantón el compromiso de su país para "seguir jugando un papel constructivo para conseguir un alto el fuego y reanudar las negociaciones de paz" entre Rusia y Ucrania.

 La solución del conflicto entre Moscú y Kiev "se debe conseguir por medios políticos", resaltó el jefe de la diplomacia china.

 Wang reconoció que, aunque los dos países, Ucrania y Rusia, han mostrado ya su disposición a negociar "a distintos niveles", sin embargo, "las condiciones y el momento no son aún los adecuados". También advirtió de los "riesgos de recrudecimiento y contagio" que esta guerra puede tener en otras crisis.

 Un paso de Kiev que puede contrariar a Bruselas

Kuleba es la autoridad ucraniana de más alto rango que ha visitado China desde el comienzo de la guerra, de ahí la importancia de esta visita. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la última cumbre de la OTAN en Washington, este mismo mes de julio y a la que asistió el presidente ucraniano, Vlodímir Zelenski, se cargaron las tintas sobre China y se acusó a este país de "facilitar" la guerra de Ucrania al "apuntalar la economía de guerra rusa".

 El comunicado conjunto de los 32 países de la OTAN llegó entonces a señalar que "las ambiciones y políticas coercitivas (de China) siguen desafiando los intereses, seguridad y valores" de los miembros de la Alianza Atlántica.

 Ahora, Ucrania acude a Pekín a buscar una mediación para negociar con Rusia un alto el fuego en una contienda que ya solo parecen desear los fabricantes y mercaderes de armas, y los halcones belicistas en Bruselas. No al parecer los propios ucranianos

 En Ucrania crece el número de habitantes que reclama esas negociaciones, cerca de un 44%, así como de quienes estarían dispuestos a ceder parte del territorio ucraniano a Rusia si se cumplen unas exigencias de seguridad. En una de las últimas encuestas, publicada este martes por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), hasta un 57% de los ucranianos estaría dispuesto a ciertas cesiones territoriales si Ucrania entrara en la OTAN.

 El propio Zelenski señaló esta semana que confiaba en poner fin a "la fase caliente de la guerra" antes de fin de año, es decir, que se podría alcanzar algún tipo de alto el fuego. Ni un solo líder de la UE apoyó a Zelenski en esta afirmación. Los deseos de Zelenski y el compromiso de mediación chino parecen demasiado ingenuos si se escuchan las llamadas a zafarrancho de combate de los líderes europeos, sobre todo de los países bálticos, Polonia, Alemania y Reino Unido.

 Sin embargo, las armas prometidas por esos mismos líderes no están llegando a tiempo y ya parece poco probable que se produzca una nueva contraofensiva ucraniana como la acometida en junio del año pasado. Contraofensiva que fracasó por no disponer de la fuerza aérea prometida, de municiones para los cañones, de misiles de largo alcance y el permiso para usarlos contra territorio ruso y por las graves carencias de personal en el ejército ucraniano.

 Soldados europeos muriendo ya en suelo ucraniano

Quizá por esta razón, países como Francia, Reino Unido o las repúblicas bálticas han insistido en enviar "instructores" europeos para apoyar con sus "conocimientos" a los soldados ucranianos. O, como dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, para sustituir a los ucranianos que sirven en la retaguardia y despachar a éstos al frente bélico.

 Este desafuero de Macron fue rechazado inmediatamente por la mayor parte de los aliados de la OTAN, pero el plan siguió en pie. El último reporte se dio este miércoles, cuando el Ministerio de Defensa ruso comunicó que medio centenar de esos "instructores" occidentales murieron esta semana alcanzados por un misil Iskander ruso en la localidad ucraniana de Dergachí, en el norte de Járkov.

 En esta zona del norte de Ucrania, se suceden fuertes combates después de que Rusia abriera esta primavera un nuevo frente bélico, que se sumó a los de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, regiones anexionadas a la Federación Rusa en 2022.

 En marzo pasado, el Kremlin indicó que al menos 6.000 voluntarios extranjeros habían sido abatidos por las fuerzas armadas rusas desde que comenzó la guerra. De esa cifra, parte podrían ser realmente voluntarios internacionales, otra parte mercenarios y, según avanza la guerra, la posibilidad de que sean tropas especiales de países europeos es cada vez mayor.

 Hay que apoyar a Ucrania como sea, dicen en la UE y la OTAN

La posición de los países europeos integrados en la OTAN o miembros de la UE sigue invariable desde el principio de la guerra, a pesar de los cambios ocurridos en la contienda: es necesario apoyar a Ucrania con armas y dinero hasta las últimas consecuencias.

 Así lo recordó esta semana el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell. El político español insistió en la necesidad de seguir mandando armas a la guerra y condenó el bloqueo por Hungría –país que también apuesta por la apertura de negociaciones de paz– del paquete de ayuda destinado a Ucrania del llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Este nombre eufemístico se refiere a ayuda militar y armas.

 Borrell es uno de los dirigentes europeos que más críticas ha lanzado contra el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, por la gira que este mes le llevó a Ucrania, Rusia, China y Estados Unidos, para pedir negociaciones de paz y el fin de la guerra.

 Este miércoles, el canciller alemán, Olaf Scholz, reiteró la necesidad de seguir apoyando con armas a Ucrania y rechazó una paz con Rusia, pues ello significaría, destacó, "una capitulación". Scholz recordó que su país es el que más armas ha entregado a Ucrania de toda la UE y solo es superado por EEUU a nivel mundial.

 Esta postura beligerante europea contrasta aparentemente con los novedosos intentos de Ucrania de impulsar una mesa de negociación con Rusia. Pero no es tan extraña esta estrategia, como indica el diario chino South China Morning Post, si se insiste en el panorama político internacional que se viene encima este otoño.

 El rotativo señala que la razón de esta visita de Kuleba a China está en Donald Trump. Y si se alarga esa razón, también en Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos y la candidata demócrata más factible a los comicios de noviembre, tras la retirada del presidente Joe Biden de la carrera electoral.

 Si Trump retorna a la presidencia de EEUU, se puede acabar el apoyo de este país a Ucrania. Ese dinero podría ser enviado a Israel, un amigo de siempre de Washington y no de última hora como Ucrania. En ese caso, "Kiev correría el riesgo de perder la guerra de forma decisiva y de afrontar su desmembramiento".

 Pero si fuera Harris la nueva presidenta de Estados Unidos, la continuación del apoyo de Washington y por tanto la prolongación de la contienda convertiría el conflicto en una guerra de desgaste. Se impondría la dura realidad: Rusia dispone de muchos más hombres para ser utilizados como carne de cañón y Ucrania perdería igualmente la guerra.

 Si Ucrania se ha planteado estas dos posibilidades y la incapacidad de Europa de sustituir a EEUU en el suministro de armas, es muy comprensible este viaje de Kuleba a China, por mucho que la verborrea europea apueste por la guerra.

https://www.publico.es/internacional/ucrania-recibe-respaldo-china-negociacion-rusia-cuestiona-camino-guerra-defendido-europa.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t1;mm=mobile-big

 

martes, 23 de julio de 2024

Perfil de Kamala Harris

 Joe Biden encuentra su análoga neoliberal en Kamala Harris

 

Por Branko Marcetic

 

 | 22/07/2024 | 


Fuentes: Jacobin - Ctxt





El presidente Biden ha retirado su candidatura y ha propuesto que lo reemplace su vicepresidenta, Kamala Harris. ¿Quién es Kamala Harris? Reproducimos este análisis de Branko Marcetic de 2020, que profundiza en los antecedentes de quien podría ser la candidata presidencial del Partido Demócrata.

… Joe Biden ha elegido finalmente a su compañera de fórmula: la antigua fiscal y actual senadora de California, Kamala Harris. Lo que se puede hacer es observar la senda que ha recorrido Biden para llegar a este punto como anticipo de lo que nos espera si gana las elecciones. El proceso de selección de la vicepresidencia ha sido especialmente caótico porque había bandos distintos y antagónicos (desde informantes de Biden, hasta activistas progresistas, funcionarios demócratas y grupos de donantes principales), compitiendo por influir, persuadir y hasta amenazar a Biden para que eligiera a su favorito.

Hubo ávidos contendientes que subieron hasta lo más alto, se reunieron en privado con Biden, aparecieron en televisión con él, recaudaron fondos para su campaña con ansias y luego, de repente, cayeron en desgracia. En algunas ocasiones aplastó cruelmente sus esperanzas en directos de televisión y en otras ocasiones se hundieron bajo una tormenta de filtraciones que pretendían debilitarlos. En última instancia, con todo este caótico proceso, Biden terminó saltándose al menos tres de sus plazos autoimpuestos.

Biden es conocido desde hace tiempo por su falta de disciplina y por su indecisión

Sin embargo, esto dista mucho de ser algo exclusivo de la búsqueda de vicepresidente. Biden es conocido desde hace tiempo por su falta de disciplina y por su indecisión, algo que ha trasladado a la actual campaña, hasta el punto de casi haberse saboteado a sí mismo antes de empezar, por un comienzo atrasado que le hizo perderse los principales fichajes. Hasta el Timestuvo dificultades para encontrar los eufemismos que le permitieran adornar esas carencias, a las que se refirió como “procesos de decisión no lineares” y “costumbre de extender los plazos de tal forma que algunos demócratas se muestran ansiosos y molestos”.

O lo que es lo mismo, Biden dirigió una campaña que puede describirse de forma generosa como relajada, en la que su eventual resurgimiento y victoria en las primarias se debió casi en exclusiva a una coalición de medios centristas y al trabajo y sacrificio de los demócratas para arrastrarlo hasta la meta, incluso a pesar de él. No obstante, aunque no es seguro aún que este proceso caracterice la presidencia de Biden, ya hemos sido testigos de cómo la lucha entre las diferentes facciones del partido ha tenido como resultado que elija a Harris como vicepresidenta.

El posible ascenso de Harris a la Casa Blanca consolida lo que la nominación de Biden ya representaba: la derrota, al menos de forma temporal, de la izquierda del partido demócrata a manos de la facción corporativa del partido, y la fijación de sus élites por seguir adelante con la política superficial y corporativa de la era Obama, que se basa ante todo en rebajar las expectativas de la gente común y corriente.

De hecho, una de las razones de que fuera tan difícil imaginar que otra persona, aparte de Harris, fuera quien acabara liderando la lista es que ella encarna a la perfección al partido demócrata moderno, lo que también significa que casi todo lo que se va a escuchar sobre ella a partir de ahora no tiene nada que ver con quién es en realidad.

Incluso en un partido que hizo suyo el estilo de políticas inflexibles con la delincuencia como las que promovieron Biden y Clinton, Harris destaca por su crueldad

Harris está lejos de ser la “fiscal progresista” por la que lleva haciéndose pasar desde que presentó su candidatura en 2019, su historial no guarda ninguna similitud con otras personas que sí podrían ajustarse a esa descripción, como por ejemplo Larry Krasner o Keith Ellison. Incluso en un partido que hizo suyo el estilo de políticas inflexibles con la delincuencia como las que promovieron Biden y Clinton, Harris destaca por su crueldad: luchó por mantener a gente inocente en la cárcel, bloqueó las indemnizaciones a personas injustamente condenadas, defendió que los delincuentes no violentos permanecieran en la cárcel y siguieran trabajando como mano de obra barata, ocultó pruebas que podrían haber liberado a numerosos detenidos, intentó desestimar una demanda para terminar con el régimen de aislamiento en California y negó la operación de reasignación de género a presos transexuales. Un informe reciente detallaba cómo casi se la acusa de cometer desacato al tribunal por resistirse a una orden judicial que decretaba la liberación de presos no violentos, y que un profesor de derecho comparó con la resistencia del sur de EE.UU. a las leyes desegregadoras de los años 50.

A Harris le encanta reírse. Harris desternillándose como un malvado de dibujos animados al hablar de procesar a los padres por las ausencias repetidas de los niños en edad escolar es posiblemente una de las cosas más escalofriantes que se pueden ver en política. ¿Otras cosas que le hayan hecho gracia a Harris? La idea de construir escuelas en lugar de cárceles y la noción de legalizar la marihuana. Cinco años después volvió a reírse, en esa ocasión cuando se estaba postulando para presidenta y recordó con cariño sus días de fumar porros para embelesar a una audiencia más bien joven. Supergracioso fue también que su oficina hubiera condenado a casi 2.000 personas por delitos relacionados con la marihuana cuando trabajaba como fiscal de distrito en San Francisco.

La falta de sensibilidad que Harris muestra hacia los pobres e indefensos solo es comparable a la simpatía que siente por los ricos y poderosos. Lo más destacado fue cuando Harris desestimó la recomendación de su propia oficina para procesar al banco de rapiña del actual secretario de Hacienda, Steve Mnuchin (que más tarde hizo una donación a su campaña para el Senado), y luego supuestamente intentó ocultar su pasividad.

A pesar del estatus de California como el epicentro de las estafas de ejecución hipotecaria, la Fuerza de Ataque contra el Fraude Hipotecario de Harris procesó menos casos de estafas de consultores en ejecuciones hipotecarias que muchos otros fiscales de distrito de otros condados.  En lugar de utilizar su despacho para frenar el crecimiento de los monopolios tecnológicos, algunos correos a los que tuvo acceso hace poco el Huffington Post muestran cómo les hacía la corte, a cambio de lo que recibió un considerable apoyo financiero de Silicon Valley.

Hace poco se ha decretado como inapropiado hablar de su ambición, aunque la verdad es que a Harris, al igual que a Biden, a Obama y, tristemente, a la mayoría de los políticos, le motiva por encima de todo su propia trayectoria profesional. Solo hay que ver estos vídeos de una Harris con 44 años explicando en agosto de 2008 (cuando la pobreza, la guerra y una crisis inmobiliaria en ciernes atenazaba a EE.UU. y a su estado en particular) qué es lo que cambiaría después de ocho años de una presidencia con ella a la cabeza: que “estaríamos dispuestos a abrazar la idea de que realmente poseemos una increíble cantera de talentos”, que Estados Unidos tendría “una población de gente que estaría informada no solo sobre su gran historia, sino también sobre historia internacional” y que “decidiríamos con orgullo que todos somos, como estadounidenses, patriotas”, que llevarían, todos, banderas en las solapas.

O lo que es lo mismo, que no tenía ni idea.

Por ese motivo, si Harris no es en realidad una progresista con ambiciosos compromisos políticos, ¿qué aporta realmente a la candidatura? Los medios alineados con el partido demócrata han mencionado su ascendencia mixta, india y jamaicana, porque confían que estimulará a los votantes de color en noviembre, y su inflexibilidad y agresividad, que anticipan que desplegará contra Trump y, sobre todo, contra el vicepresidente Mike Pence en su eventual debate.

Tras abandonar la carrera presidencial, casi todos los expertos declararon su sorpresa por el fracaso de Harris a la hora de conseguir el apoyo de los votantes negros

Pero es difícil compatibilizar esas dos cosas con la realidad. En contra de lo que afirma el extraño mundo de los consultores y medios liberales, la población afroamericana y latina no vota a quien sea solo porque comparte su color de piel o sus raíces nacionales. Tras abandonar la carrera presidencial, casi todos los expertos declararon su sorpresa por el fracaso de Harris a la hora de conseguir el apoyo de los votantes negros; apenas si consiguió inscribirse en su propio estado cuando terminó todo. Al final se retiró de la carrera antes de que se celebrara ninguna primaria y se ahorró el bochorno de dar un espectáculo en Iowa –y los siguientes estados– como el que dio Biden en las primarias de 2008.

En lo que respecta al segundo elemento, la débil actuación de Harris en las encuestas vino acompañada de una vacilante campaña en la que se vio a la antigua fiscal decepcionar en los debates y alejarse de sus propias posturas. Tras copatrocinar en 2017 el proyecto Medicare for All de Bernie Sanders, se unió a este para ser uno de los dos únicos candidatos demócratas que defendieron en un debate, que se celebró junio de 2019, la abolición de los seguros privados de salud, antes de dar rápidamente marcha atrás el día después y decir que no había entendido bien la pregunta.

Luego presentó su propio plan de salud nacional que ampliaba el papel de los seguros privados en la sanidad y añadía un absurdo período de transición de diez años, o dos mandatos presidenciales y medio.

Otro tanto sucedió en el momento más memorable de Harris en un debate: atacar a su actual compañero de ticket por el papel protagonista que tuvo en el movimiento racista antibusing [el transporte de desegregación es la práctica de asignar y transportar estudiantes a escuelas dentro o fuera de sus distritos escolares locales en un esfuerzo por reducir la segregación racial]. Por algún motivo, la campaña de Harris ya tenía listas para vender las camisetas que conmemoraban el momento a las pocas horas de que acabara el debate, pero Harris no tardó en aclarar que ella también había defendido la misma postura sobre el busing que la que acababa de reprochar a Biden. Más tarde, Harris se quedó sin palabras cuando Tulsi Gabbard la criticó en un debate por su historial como fiscal. Para finalizar, su intento de desafiar a Elizabeth Warren para que exigiera a Twitter que prohibiera la cuenta de Trump quedó en agua de borrajas.

 

Cada vez está más claro que los planes de Biden son conformar un gobierno que será muy parecido al de Obama, si no más conservador

Pero no, el valor real de Harris para Biden es triple. Por una parte está su popularidad entre la clase donante, pues consiguió embolsarse cantidades enormes de dinero para su campaña procedentes no solo de las grandes tecnológicas, sino también de Wall Street, los seguros privados y las farmacéuticas, además de varios multimillonarios. Poco después de que Biden la eligiera, aparecieron algunos ejecutivos de Wall Street en la cadena CNBC y alabaron la sabiduría de la decisión, en particular porque demostraba que Biden no se estaba desplazando hacia la izquierda, como se había repetido en numerosas ocasiones.

Esto nos lleva al segundo elemento. Cada vez está más claro que los planes de Biden son conformar un gobierno que será muy parecido al de Obama, si no más conservador, aunque tenga al frente un abanderado menos popular y menos inspirador. Mientras que el propio Biden carece del carisma y la base popular necesarios para convertirse en el cuidador eficaz de un sistema disfuncional que se está desmoronando, ese sí es un papel que Harris (que cuenta con una fanática cohorte de seguidores y los atributos para hacer historia que le faltan a la candidatura de Biden) puede hábilmente protagonizar, mejor de lo que podría haberlo hecho una relativamente desconocida Karen Bass, o alguien con menor carisma y sin base popular como Susan Rice.

Con la campaña de Biden, que se está centrando en dejar ver y oír lo menos posible del disminuido candidato, podemos esperar que la mayor parte de la atención y la propaganda se consagre a promover a Harris. Lo que también podemos esperar es ver a Harris defendiendo cualquier medida reaccionaria que el presidente Biden no pueda justificar por sí solo.

Puede que Harris posea el carisma de Obama para movilizar a la base del partido y para venderles un programa político conservador, al igual que lo  hizo el antiguo presidente. Pero eso también acarrea sus riesgos: seguiría siendo la presidencia de Biden y ella podría verse arrastrada por el peso de cualquier tipo de medida impopular que decida implementar el presidente.

Aunque por otro lado, ella estaría preparada para liderar el partido una vez que Biden desapareciera de escena, y conseguiría así neutralizar cualquier futura victoria del ala izquierda del Partido Demócrata y mantendría, tanto a la formación como a Washington, en manos de la élite corporativa.

Por último, Harris cumple el deseo de Biden de encontrar una vicepresidenta que esté en su misma sintonía. Si dejamos de lado las diferencias superficiales, Biden y Harris son en esencia el mismo político. Los dos han estado permanentemente en el lado equivocado de la historia; los dos persiguieron objetivos crueles y de derechas durante la mayor parte de sus vidas con el fin de avanzar en sus carreras profesionales; y los dos tienen la costumbre de tergiversar sus creencias e historiales. Es lo más apropiado: al fin y al cabo, Biden es uno de los creadores de la vieja escuela que dio pie a la política demócrata de favorecer a las corporaciones que Harris ha promovido durante toda su carrera.

Puede resultar absurdo o paradójico, pero mientras en Estados Unidos se vive un malestar social sin parangón, como consecuencia de la brutal represión policial, y mientras sus habitantes claman contra la histórica desigualdad económica y la dominación corporativa, el Partido Demócrata ha elegido como avatares a uno de los principales arquitectos de ese sistema y a una de sus soldados más entusiastas.

No obstante, tanto Harris como Biden, aunque este en menor medida, han demostrado una limitada, pero prometedora, propensión hacia los gestos de izquierda cuando se encuentran bajo presión. Las actuales condiciones sin precedentes, junto con el aún pequeño, pero creciente, poder de la izquierda en EE.UU., significan que los próximos cuatro años no están necesariamente condenados a ser una repetición de los años de Obama.

Veremos si eso marca la diferencia entre llevar a cabo el cambio sistémico que hace falta para evitar el desastre o realizar un mero “programa de condonación de la deuda estudiantil para los receptores de la beca Pell que funden una empresa que tenga sus actividades durante tres años en alguna comunidad desfavorecida”.

Branko Marcetic es redactor de Jacobin y autor de Yesterday’s Man: The Case Against Joe Biden [El hombre de ayer: La causa contra Joe Biden]. Reside en Toronto, Canadá.

Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin.

Traducción de Álvaro San José.

Fuente: https://ctxt.es/es/20200801/Firmas/33155/kamala-harris-joe-biden-branko-marcetic-jacobin.htm

 Kamala Harris  mas información

--https://www.lahaine.org/mundo.php/eeuu-soros-rothschild-new-york

https://www.nytimes.com/es/2021/06/07/espanol/kamala-harris-guatemala.html .

https://nuevarevolucion.es/kamala-harris-una-firme-defensora-del-regimen-israeli/

 https://www.latercera.com/pulso/noticia/silicon-valley-ve-a-kamala-harris-como-una-de-las-suyas/XY5X5FMHGFBEFESYXISX2RBCX4/

https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2024/07/25/kamala-harris-condena-protestas-contra-netanyahu-estados-unidos-1751411.html

 


domingo, 21 de julio de 2024

Tiempos nuevos, tiempos salvajes

 Tiempos nuevos, tiempos salvajes

 Steven Forti .

10/06/2024

Las elecciones (europeas ) dejan pocas sorpresas: la extrema derecha obtiene sus mejores resultados históricos, logra un 25% de los escaños y condiciona fuertemente el europeísmo del eje París-Berlín

Si alguien se sorprende por los resultados de las elecciones europeas de este 9 de junio es porque no quería ver qué estaba pasando. La tendencia del último bienio mostraba claramente un avance de las extremas derechas y un debilitamiento de las fuerzas progresistas. Además, esta vez los sondeos no se han equivocado: la fotografía que deja el voto al Parlamento Europeo es la que, a grandes rasgos, llevaba circulando desde hace al menos un par de meses. En resumidas cuentas, sorpresas ha habido muy pocas.

 Ahora bien, por ser previsible el escenario, no es menos preocupante. Al contrario. Más allá de algún tropiezo, como en los países escandinavos o en Portugal donde Chega no despega, la extrema derecha ha cosechado éxitos a lo largo y ancho del continente: es el primer partido en seis países (Francia, Italia, Hungría, Austria, Bélgica y Eslovenia) y el segundo en otros seis (Alemania, Polonia, Países Bajos, Rumanía, Chequia y Eslovaquia). En la Eurocámara, si a los diputados del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y a los del grupo de Identidad y Democracia (ID), unimos los de partidos ultras que de momento no tienen adscripción, como los de Alternativa para Alemania o de la húngara Fidesz, junto a un puñado de formaciones de nuevo cuño sobre todo del Este, la extrema derecha sumaría 180 diputados, más o menos los mismos de los populares. Esto significa el 25% de los escaños del Parlamento de Estrasburgo. Hace veinte años, los ultras superaban por los pelos el 10% y hace cuarenta años, en 1984, no llegaban ni al 4%.

 Los bárbaros han entrado en Roma

 Sin embargo, hay otros dos elementos novedosos y alarmantes, uno más propiamente político y uno que podríamos definir como discursivo o de relato. El primero es que esta vez la extrema derecha ha golpeado duramente en el corazón de la Unión Europea: el frente europeísta sale muy debilitado en Francia y Alemania. Y sus gobiernos se tambalean. Es cierto que Marine Le Pen había ganado ya los comicios europeos de 2019, pero ahora la diferencia con el partido de Emmanuel Macron es abismal: el Reagrupamiento Nacional (RN) supera el 30% y dobla en votos a la lista del presidente. Se trata de una humillación en toda regla que ya ha tenido consecuencias: la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas para los próximos 30 de junio y 7 de julio. Su desenlace es una incógnita, debido también al sistema de doble vuelta existente en el Hexágono. ¿El RN repetirá el exploit y llegará por primera vez al gobierno o habrá una movilización de la Francia progresista? ¿Habrá cohabitación entre Macron y el joven candidato lepenista, Jordan Bardella? Vaya como vaya, parece indudable que Le Pen ha conseguido ya su principal objetivo, desdemonizarse y optar a la hegemonía política, es decir, ser considerada aceptable por una gran parte de la sociedad francesa.

 El frente europeísta sale muy debilitado en Francia y Alemania. Y sus gobiernos se tambalean

 Al otro lado del Rhin, aunque la extrema derecha no ha ganado las elecciones, Alternativa para Alemania (AfD) se consolida como segunda fuerza con casi el 16% de los votos y supera a socialdemócratas y verdes. Cabe recordar, además, que a los ultras alemanes ni se les ha ocurrido intentar moderarse durante la campaña electoral: las declaraciones a favor de la “reemigración” de los “no asimilados”, la minimización de los crímenes de la SS y las evidencias de haber recibido dinero de Rusia –lo que le ha costado, entre otras razones, la expulsión de Identidad y Democracia– no han impactado negativamente. Al contrario, muchos jóvenes la apoyan y en el Este del país ha arrasado: en las elecciones que se celebrarán tras el verano en tres estados federados de la antigua RDA tiene el camino despejado. El canciller Olaf Scholz sale con los huesos rotos: la CDU post-merkeliana ha obtenido casi más votos que los tres partidos que forman la coalición de gobierno. 

 En síntesis, el “motor” franco-alemán está gripado. Y esto puede tener consecuencias también en el corto plazo: en las próximas semanas se decidirán los puestos principales para la nueva legislatura europea, incluida la presidencia de la Comisión. Después de esta dura derrota, ¿Macron y Scholz podrán todavía jugar un papel activo? ¿Seguirá en pie el acuerdo no escrito entre el presidente francés, el canciller alemán, el premier polaco Donald Tusk y Pedro Sánchez para excluir a la extrema derecha de las instituciones comunitarias? No se pierda de vista, además, el factor Meloni. Aunque el Partido Democrático e incluso la izquierda han resucitado debajo de los Alpes, la líder de Hermanos de Italia puede celebrar por todo lo alto su victoria. Junto a Tusk, que en Varsovia ha superado a los ultras de Ley y Justicia, una de las pocas buenas noticias junto al aguante del PSOE y la victoria socialista en Portugal, Meloni, que ha rozado el 29% de los votos, es la jefa de gobierno que sale más fortalecida de este 9 de junio. Y la delegación de su partido será la tercera más importante en la Eurocámara, justo por detrás de la CDU y de Le Pen.

 Von der Leyen se ha escorado a la derecha, entablando una excelente relación con Meloni, abriéndole la puerta a la extrema derecha que se define como atlantista

 El centro ya no existe

 El segundo elemento muy preocupante es discursivo. La lectura que se está ofreciendo en la mayoría de los medios es que las fuerzas europeístas han aguantado, más o menos, el tipo. Repiten que se mantendrá una mayoría similar a la actual, formada por populares, socialdemócratas y liberales, y que, al fin y al cabo, no va a cambiar nada. Incluso hay quien afirma que el hecho de que las extremas derechas hayan moderado su euroescepticismo y hayan abandonado los propósitos de emular el Brexit mostraría la fortaleza del proyecto europeo. Sin embargo, este análisis o bien peca de wishful thinking, quizás por miedo a imaginar cuáles pueden ser los futuros escenarios si no hay un cambio de rumbo, o bien demuestra la ceguera de muchos analistas y tertulianos que aún no se han dado cuenta de lo que ha pasado en las últimas dos décadas.

 No nos engañemos: el “centro” ya no existe, si alguna vez existió. Los populares se han radicalizado y han comprado parte de la agenda de la extrema derecha en temas como inmigración e identidad. En diferentes países, como Italia, Finlandia, Suecia o Croacia, están gobernando junto a los ultras. En otros, lo harían o lo harán en cuanto puedan. Incluso en el Partido Popular Europeo (PPE) hay partidos que son ya de ultraderecha, como el SDS esloveno, liderado por Janez Janša, que está siguiendo el camino iliberal del húngaro Viktor Orbán, miembro de los populares hasta hace tres años. Entre los liberales de Renew Europe también hay formaciones que podemos considerar como mínimo cuestionables, como el ANO 2011 del expremier Andrej Babiš, y otras que ya no le hacen ascos a pactar una coalición de gobierno con la extrema derecha, como el Partido Popular por la Libertad y la Democracia de Mark Rutte en los Países Bajos. Añadámosle la posición que algunos partidos socialdemócratas han adoptado en los últimos tiempos sobre la inmigración, como los daneses o los alemanes, ambos, por cierto, en el gobierno en sus países.

 La guinda del pastel ha sido el giro que ha dado en el último bienio la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Elegida en 2019 para frenar a los ultras, la popular alemana se ha escorado a la derecha, entablando una excelente relación con Meloni, abriéndole la puerta a la extrema derecha que se define como atlantista y dando pasos atrás en diferentes asuntos, como la lucha contra el cambio climático. No se olvide que el actual presidente del PPE, el bávaro Manfred Weber, ha sido el primer patrocinador de un pacto con el ECR. Ya en septiembre de 2022 bendijo la alianza entre Forza Italia y Hermanos de Italia. Y al año siguiente hizo lo mismo en España. ¿Dónde estaría este fantasmático “centro”, pues?

 Por cómo funciona la UE y por los complejos procedimientos existentes, en Bruselas los bárbaros no pueden reventarlo todo de golpe

 Ganar legitimidad

 Probablemente, la mayoría en la Eurocámara seguirá siendo la misma. A día de hoy, tengámoslo claro, es el mejor escenario posible. Lo descubriremos dentro de unas semanas. Ahora bien, esa mayoría será en la práctica menos progresista comparada con el pasado porque todo el espectro político se ha movido a la derecha. Por otro lado, los populares, primer partido en Estrasburgo, se moverán con cierta libertad durante la legislatura, pactando algunas medidas con la extrema derecha y aprovechando, cuando sea posible, la existencia de mayorías alternativas. Sin ir más lejos, es lo que han hecho en los últimos dos años, desde la elección de la popular maltesa Roberta Metsola a la presidencia de la Eurocámara. Por último, si bien los ultras no conseguirán puestos importantes en las instituciones comunitarias, ganarán espacio, peso, visibilidad y, por ende, legitimidad. Seguramente caerá alguna presidencia de comisión parlamentaria, una o más de una vicepresidencia del Parlamento Europeo –ya tienen una ahora, dicho sea de paso– y, muy probablemente, una comisaría de peso, quizás con cargo de vicepresidencia.

 En síntesis, las cosas no seguirán igual. Por cómo funciona la UE y por los complejos procedimientos existentes, en Bruselas los bárbaros no pueden reventarlo todo de golpe. Los cambios pueden ser solo paulatinos y difusos. Y en éstas estamos. Como cantaban Los Ilegales, vienen tiempos nuevos, tiempos salvajes. Prepárense.

https://ctxt.es/es/20240601/Politica/46698/Steven-Forti-elecciones-UE-Europa-Extrema-derecha-le-pen-meloni.htm


  y ver ..

https://mientrastanto.org/228/ensayo/hacia-una-union-europea-de-extrema-derecha/

 

 

sábado, 13 de julio de 2024

Biden acabado .

 

La administración Biden ha puesto de manifiesto la podredumbre cerebral de los liberales occidentales

 CAITLIN JOHNSTONE

13 de julio del 2014

 En la cumbre de la OTAN en Washington el jueves, el presidente estadounidense se refirió al presidente ucraniano Zelensky como “presidente Putin”, se refirió a Kamala Harris como “vicepresidenta Trump” y dijo que está “siguiendo el consejo de mi comandante en jefe” sobre decisiones militares importantes.

El cerebro de este hombre claramente no funciona. Está acabado. Finito. No más. La demencia se ha hundido en el trasero desnudo y la neurología de Joe Biden está dando tumbos.

Los estadounidenses están viendo una prueba en vivo de que su país no necesita un presidente con materia gris funcional para que se tomen decisiones y se promulguen políticas en el Poder Ejecutivo del gobierno de Estados Unidos.

Las guerras y el militarismo han continuado sin interrupción, las agendas autoritarias siguen desarrollándose y el mismo statu quo político continúa avanzando. No se podría pedir una prueba más concluyente de que, a pesar de todo el alboroto que se arma en torno a los presidentes estadounidenses y las elecciones presidenciales, no son más que una posición de figura decorativa para un imperio que en realidad no está dirigido por su gobierno oficial electo.

Y es justo que el cerebro del presidente de Estados Unidos siga goteando por sus oídos justo cuando la podredumbre cerebral de la ideología que lo originó queda expuesta frente al mundo entero.

Hay una especie de belleza poética en el hecho de que los llamados “moderados” del liberalismo occidental estén animando la reelección de un paciente de demencia medio muerto mientras su administración facilita un genocidio activo en Gaza, perpetúa una guerra por poderes que amenaza al mundo en Ucrania, se prepara para la guerra con el Líbano y militariza con creciente agresión contra Rusia y China, todo mientras destruye el ecosistema de la Tierra y contribuye a la pobreza, la enfermedad y la opresión del pueblo estadounidense en su propio país. La podredumbre cerebral de su visión del mundo tiene como representante oficial a un tipo con un cerebro realmente podrido.

La administración Biden ha desacreditado por completo todos los valores que los liberales occidentales dicen defender: la paz, la justicia, los derechos humanos, la libertad de prensa, la oposición al racismo y la tiranía. Estos locos simplemente olvidaron por completo que el genocidio es algo malo el 7 de octubre y probablemente no lo recordarán de nuevo hasta que la maquinaria de propaganda imperial necesite usar esa acusación contra el próximo gobierno que el imperio ha elegido como blanco para un cambio de régimen.

Los “moderados” y “centristas” del mundo occidental son en realidad extremistas violentos, y no sólo extremistas violentos, sino el grupo extremista más asesino y destructivo sobre la faz de este planeta. Ningún grupo en la lista de organizaciones terroristas designadas por Washington tiene un recuento de muertos que sea siquiera una pequeña fracción de lo que el imperio estadounidense ha acumulado sólo en el siglo XXI (1).

Esta es la ideología política con la que Biden se ha alineado a lo largo de toda su demasiado larga carrera, desde que era apenas un bebé monstruo del pantano elegido para el Senado a la edad de 30 años hasta ahora, mientras observa cómo todos los restos cognitivos de sus décadas de venta de almas en Washington se difuminan como pinturas al óleo en la paleta de su materia cerebral arruinada.

Así es Joe Biden. Así son los liberales occidentales. Son la carnicería, el hambre y la enfermedad en Gaza. Son la biosfera que se estrangula hasta morir bajo la bota del capitalismo ecocida. Son los misiles nucleares que se están colocando en posición en todo el mundo. Son un cerebro y un corazón moribundos en un mundo moribundo que ellos mismos han creado.

Esperemos que la muerte de esta ideología tóxica y omnicida no se produzca muy lejos de la muerte de Joe Biden.

https://www.caitlinjohnst.one/p/the-biden-administration-has-exposed?utm_source= 

 Nota del blog (1)El número de muertos en Afganistán, Pakistán, Irak, Siria y Yemen desde que comenzó la guerra estadounidense contra el terrorismo después del 11 de septiembre (11S) de 2001 alcanza varios millones, según el informe ‘Coste de la guerra’ de la Universidad de Brown.

En una de las partes del informe se ofrece una visión general de las investigaciones recientes sobre el número de fallecidos, que alcanza entre 3,6 y 3,7 millones de muertes indirectas en las zonas de guerra posteriores al 11S. Los datos revelan que el número total de muertes puede alcanzar al menos 4,5-4,6 millones de personas.

Muertes indirectas en las guerras posteriores al 11-S | Figuras | Costos de la guerra (brown.edu)