domingo, 23 de abril de 2023

Un mundo multipolar y el dólar .

 Un mundo multipolar y el dólar

Michael Roberts  


Christine Lagarde, directora del Banco Central Europeo (BCE), pronunció un importante discurso la semana pasada ante el Consejo de Relaciones Exteriores de EEUU en Nueva York.

Fue importante porque analizó los desarrollos recientes en el comercio y la inversión globales y evaluó las implicaciones del aparente debilitamiento del dominio hegemónico de la economía estadounidense y del dólar en la economía mundial y la evolución hacia una economía global 'fragmentada' y 'multipolar' – en la que ninguna potencia económica o incluso el actual bloque imperialista del G7-plus dominaría el comercio, la inversión y las monedas mundiales.

Lagarde explicó: “La economía global ha estado atravesando un período de cambio transformador. Después de la pandemia, la guerra injustificada de Rusia contra Ucrania, el uso de la energía como arma, la repentina aceleración de la inflación, así como una creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, hace que las placas tectónicas de la geopolítica se estén moviendo más rápido”.

Es posible que no se esté de acuerdo con las causas que ofrece Lagarde, pero concluyó que “Estamos presenciando una fragmentación de la economía global en bloques que compiten, y cada bloque intenta acercar la mayor parte del resto del mundo a sus respectivos intereses estratégicos y valores compartidos. Y esta fragmentación bien puede fusionarse en torno a dos bloques liderados respectivamente por las dos economías más grandes del mundo”.

Así que se trata de fragmentación y reagrupamiento en una batalla entre un bloque liderado por Estados Unidos y un bloque liderado por China. Esta es la preocupación de Lagarde y el bloque imperialista liderado por Estados Unidos: una pérdida de control global y una fragmentación del poder económico global que no se veía desde el período de entreguerras de las décadas de 1920 y 1930.

Lagarde habló con nostalgia del período posterior a 1990 después del colapso de la Unión Soviética, que supuestamente presagió un período de dominio global por parte de los EEUU y su 'alianza de los dispuestos' ('Coalition of the Willing'). “Después de la Guerra Fría, el mundo se benefició de un entorno geopolítico notablemente favorable. Bajo el liderazgo hegemónico de Estados Unidos, florecieron instituciones internacionales basadas en reglas y se expandió el comercio global. Esto condujo a una profundización de las cadenas de valor globales y, a medida que China se unió a la economía mundial, a un aumento masivo en la oferta laboral global”.

 Sí, estos fueron los días de la ola de globalización que aumentó los flujos de comercio y capital; el dominio de las instituciones de Bretton Woods como el FMI y el Banco Mundial dictando los términos del crédito; y sobre todo, la expectativa de que China sería subordinada al bloque imperialista tras su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.

 Sin embargo, no funcionó como se esperaba. La ola de globalización llegó a un abrupto final después de la Gran Recesión y China no cedió a la hora de abrir su economía a las multinacionales de Occidente. Eso obligó a EEUU a cambiar su política china del 'compromiso' a la 'contención', y con mayor intensidad en los últimos años. Y luego vino la invasión rusa de Ucrania y la renovada determinación de EEUU y sus satélites europeos de expandir su control hacia el este y así asegurar que Rusia fracasa en su intento de ejercer control sobre los países fronterizos y debilitar permanentemente a Rusia como fuerza de oposición al bloque imperialista.

 Lagarde comentó sobre las implicaciones económicas de esto: “Pero ese período de relativa estabilidad ahora puede estar dando paso a uno de inestabilidad duradera que resulte en un menor crecimiento, mayores costes y asociaciones comerciales más inciertas. En lugar de una oferta global más elástica, podríamos enfrentar el riesgo de choques de oferta repetidos”. En otras palabras, la globalización y el fácil movimiento de la oferta, el comercio y los flujos de capital que tanto beneficiaron al bloque imperialista (ver nuestro artículo La economía del imperialismo moderno) han llegado a su fin.

 La respuesta ha sido una intensificación de las medidas proteccionistas (aumento de los aranceles, etc.); control del comercio, particularmente de tecnología e intentos de revertir la globalización, de manera que el capital invierta en lugares más favorables geopolíticamente - 'reshoring' o 'friendshoring'- y no en cualquier parte del mundo.

 Como dijo Lagarde: “los gobiernos están legislando para aumentar la seguridad del suministro, en particular a través de la Ley de Reducción de la Inflación en los Estados Unidos y la agenda de autonomía estratégica en Europa. Pero eso podría, a su vez, acelerar la fragmentación ya que las empresas también se adaptan con anticipación. De hecho, a raíz de la invasión rusa de Ucrania, la proporción de empresas globales que planean regionalizar su cadena de suministro casi se duplicó (alrededor del 45 %) en comparación con el año anterior”.

¿Significa todo ello que el bloque imperialista está perdiendo el control de la extracción de plusvalía de los trabajadores del mundo? En particular, ¿el papel del dólar estadounidense como emperador de las monedas está amenazado por otras monedas en el comercio y la inversión? Lagarde comentó: “La evidencia anecdótica, incluidas las declaraciones oficiales, sugieren que algunos países tienen la intención de aumentar el uso de alternativas a las principales monedas tradicionales para facturar el comercio internacional, como el renminbi chino o la rupia india. También estamos viendo una mayor acumulación de oro como activo de reserva alternativo, posiblemente impulsado por países con vínculos geopolíticos más estrechos con China y Rusia”.

 Es indudable que la imposición de sanciones económicas a Rusia empleadas por los gobiernos imperialistas –prohibición de importaciones de energía; confiscación de las reservas de divisas; el cierre de los sistemas de liquidación bancaria internacional – ha acelerado el alejamiento del dólar y el euro. Sin embargo, Lagarde agregó la advertencia de que esta tendencia aún está lejos de cambiar drásticamente el orden financiero mundial. “Estos desarrollos no apuntan a ninguna pérdida inminente de dominio del dólar estadounidense o el euro. Hasta el momento, los datos no muestran cambios sustanciales en el uso de las monedas internacionales. Pero sí sugieren que el estatus de moneda internacional ya no debería darse por sentado”.

Lagarde tiene razón. Como he mostrado en varios artículos anteriores, aunque los EEUU y la UE han perdido terreno en su cuota en la producción mundial, el comercio e incluso en las transacciones y reservas de divisas, todavía queda un largo camino por recorrer antes de declarar que la economía mundial se ha 'fragmentado' en ese sentido

 El dólar estadounidense (y en menor medida el euro) sigue siendo dominante en los pagos internacionales. El dólar estadounidense no está siendo reemplazado gradualmente por el euro, ni por el yen, ni siquiera por el renminbi chino, sino por un lote de monedas menores.

 Según el FMI, la parte de las reservas en dólares estadounidenses de los bancos centrales se ha reducido en 12 puntos porcentuales desde el cambio de siglo, del 71 % en 1999 al 59 % en 2021. Pero esta caída ha ido acompañada de un aumento por parte de lo que el FMI denomina "monedas de reserva no tradicionales", definidas como monedas distintas de las "cuatro grandes" (dólar estadounidense, el euro, el yen japonés y la libra esterlina), a saber, el dólar australiano, el dólar canadiense, el renminbi, el won coreano, el dólar de Singapur y la corona sueca. Todo esto sugiere que el cambio en la fortaleza de las monedas internacionales tras la guerra de Ucrania no será hacia un bloque Oeste-Este, como argumenta la mayoría, sino hacia una fragmentación de las reservas de divisas.

Esta fragmentación preocupa a Lagarde, como representante de la hegemonía global EEUU-UE. Y propone: “en la medida en que la geopolítica conduce a una fragmentación de la economía global en bloques que compiten, esto exige una mayor cohesión política. Sin comprometer la independencia, sino reconociendo la interdependencia entre las políticas y cómo cada una puede lograr mejor su objetivo si se alinea detrás de una meta estratégica”. ¿Qué quiere decir Lagarde?: que las principales potencias deben trabajar juntas con medidas fiscales y monetarias similares para garantizar que la 'fragmentación' fracase y se mantenga el orden existente. Pero eso va a ser muy difícil en una economía mundial que se desacelera en el crecimiento del PIB real y de la inversión, y sobre todo, cuando la rentabilidad del capital se mantiene en torno a mínimos históricos.

El dólar estadounidense y su hegemonía aún no están amenazados porque “entre el 50 y el 60 % de los activos estadounidenses a corto plazo en poder de extranjeros están en manos de gobiernos con fuertes lazos con los Estados Unidos, lo que significa que es poco probable que desinviertan por razones geopolíticas” (Lagarde). E incluso se da el caso de que la China 'anti-estadounidense' sigue fuertemente comprometida en sus reservas de divisas con el dólar estadounidense. China informó públicamente que redujo la participación en dólares de sus reservas del 79 % al 58 % entre 2005 y 2014. Pero China no parece haber cambiado la participación en dólares de sus reservas en los últimos diez años.

 Además, las instituciones multilaterales que podrían ser una alternativa al FMI y al Banco Mundial existentes (controlados por las economías imperialistas) aún son pequeñas y débiles. Por ejemplo, está el Nuevo Banco de Desarrollo creado en 2015 por los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El NDB ahora nombró a la ex presidenta de Brasil, Dilma Roussef, como directora, con sede en Shanghái.

Hay mucho ruido de que el NBD puede proporcionar un polo alternativo de crédito a las instituciones imperialistas del FMI y el Banco Mundial. Pero hay un largo camino por recorrer para hacerlo. Un exfuncionario del Banco de la Reserva de Sudáfrica (SARB) comentó: “la idea de que las iniciativas de los Brics, de las cuales la más destacada hasta ahora ha sido el NDB, suplantarán a las instituciones financieras multilaterales dominadas por Occidente es una quimera”. Para empezar, los BRICS son muy distintos en términos de población, PIB per cápita, geográficamente y en estructura comercial. Y las élites gobernantes en estos países a menudo están en desacuerdo (China contra India, Brasil contra Rusia).

Como escribió Patrick Bond recientemente: “El papel de los BRICS en las finanzas globales se resume en 'hablar a la izquierda, caminar a la derecha' como demuestra su vigoroso apoyo financiero al Fondo Monetario Internacional durante la década de 2010, y más recientemente la decisión de los BRICS de establecer el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) -supuestamente una alternativa al Banco Mundial- y que este declare un congelamiento de su cartera rusa a principios de marzo, ya que de lo contrario no habría conservado su calificación crediticia occidental de AA+. Y Rusia es accionista del 20% del NDB.

Pero volvamos a Lagarde: “ el factor individual más importante que influye en el uso de una moneda internacional es la “fortaleza de sus fundamentos”. En otras palabras, por un lado, la tendencia al debilitamiento de las economías del bloque imperialista con crecimientos muy débiles y crisis durante el resto de esta década; y por otro, la continua expansión de China e incluso de India. Esto significa que el fuerte dominio militar y financiero de EEUU y sus aliados se sostiene sobre las pies de barro de una productividad, inversión y rentabilidad relativamente bajas. Esa es una receta para la fragmentación y el conflicto global.

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 Michael Roberts  habitual colaborador de Sin Permiso, es un economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente:

https://thenextrecession.wordpress.com/2023/04/22/a-multipolar-world-and-the-dollar/ 

Traducción:G. Buster.

 Este texto tiene gráficas  , para ver  , picar aquí  en su enlace..

 https://www.sinpermiso.info/textos/un-mundo-multipolar-y-el-dolar

 Y ver  otro  artículo  comentando el discurso de Lagarde

 https://www.wsws.org/es/articles/2023/04/21/euro-a21.html..

sábado, 22 de abril de 2023

La UE no debate .

 Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

En su retorno exitoso de China, el presidente francés, Emmanuel Macron, comentó que “el gran riesgo que enfrenta Europa es ser atrapada en crisis que no son nuestras, que le previenen construir su autonomía estratégica (http://bit.ly/3zShGVQ)” . El rebelde Macron, atribulado en el frente doméstico por su polémica imposición de la ley de jubilaciones, sentencia que la “autonomía estratégica” sería amenazada si Europa “en pleno pánico (sic) cree que somos únicamente seguidores (¡megasic!) de EU”, por lo que “no es de nuestro interés acelerar una crisis sobre Taiwán”.

Desde hace 20 años detecté el horizonte luminoso de la “multipolaridad” y la “autonomía estratégica” de Francia, más que de Europa (http://bit.ly/3Usrb7o) . En caso del rechazo de la “autonomía estratégica” ,“Europa saldría de la historia (http://bit.ly/3KShoVd )”.

La postura de Macron contrasta con la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien acompañó al presidente galo a China y se empecinó en defender la política secesionista de Taiwán azuzada por EU. El pugnaz senador republicano Marco Rubio inquirió si la postura de Macron era de Francia o de toda Europa (https://bit.ly/404vE1g) , lo cual exhibe la fractura europea que de facto significa una enorme brecha en la OTAN cuando 80 por ciento de la ciudad de Bakhmut (Ucrania) ha sido capturada por Rusia. ¿Macron sacrifica a Taiwán en Pekín para rescatar algo de Ucrania?

Llama la atención que Von der Leyen se inmiscuya temerariamente en los asuntos de China cuando no ha sabido resolver el contencioso ucranio en Europa. Pero todavía llamó más la atención que Macron, ex funcionario de la banca Rothschild –cuando los contestatarios franceses ocuparon las oficinas de Black Rock, que gana jugosos dividendos con las pensiones galas– haya exhortado a que Europa reduzca su dependencia sobre la “extraterritorialidad (sic) del dólar”. Desde la “autonomía estratégica” de Francia y/o Europa hasta la “extraterritorialidad del dólar”, Macron retoma los principios soberanistas del general Charles de Gaulle y recupera la legendaria combatividad del guerrillero galo Vercingetorix frente a las huestes del cónsul romano Julio César. Por cierto, Pierre, nieto de De Gaulle, comentó que “si Rusia pierde en Ucrania, el mundo pierde (http://bit.ly/3zRf7mU) ”.

Las reacciones de los multimedia de la anglósfera han sido feroces. El consejo editorial del WSJ se lamenta de las supuestas “fallas de Macron sobre Taiwán y Ucrania”: “debilita la disuasión contra la agresión china y socava el apoyo de EU a Europa”. Lo peor, a su juicio: “Macron se considera el De Gaulle del siglo XXI”, que incluye “distanciar a Europa de EU (http://bit.ly/3MAdDVp )”. The Guardian, muy cercano al globalista neoliberal George Soros, atiza el fuego: “Macron enciende el enojo al decir que Europa no debe ser “vasallo” en el conflicto de EU y China”. El rotativo británico afirma que “existe alarma a los dos lados del Atlántico” conforme “el presidente francés advierte contra ser atraído en cualquier conflicto en Taiwán (http://bit.ly/41lJeyA.

 Para Scott Foster, del portal Asia Times, “Macron no tiene ningún interés en desacoplarse de China” y “coloca los negocios antes que la política” al haber asegurado “nuevos grandes arreglos para Airbus y otras firmas nacionales (http://bit.ly/3GCC8xE)”

¿No habrá sido más bien la inflación, la desdolarización, la crisis energética, la grave crisis bancaria, el declive del G7, la crisis migratoria y la ausencia de resultados militares en Ucrania lo que ha “desacoplado” a Francia, y a otros países europeos más “independientes”, de las fallidas políticas de Biden? Macron extrapoló en La Haya la “autonomía estratégica” a la “soberanía económica” en tecnología y la defensa (http://bit.ly/41jk2Zl)

.Como el rey Edipo, Macron llegó a una ineludible bifurcación, donde decidirá su permanencia en el concierto universal de países o su sojuzgamiento a la anglósfera globalista. Remember el “¡fuck Europe!” de la jázara Victoria Nuland...

 http://alfredojalife.com

y ver ...

.El arte lento de la "guerra" de todo el gobierno

Alastair  Crooke  

Europa no está preparada para admitir que las sanciones fueron un fracaso y que Occidente se excedió, y ahora se ven las consecuencias económicas y políticas

https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com

 

 

miércoles, 19 de abril de 2023

El sueño de un Imperio polaco

 

Polonia toma la iniciativa peligrosamente

En el concurso de dementes que empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Varsovia está jugando un papel de vanguardia

Rafael Poch 


Miroslaw Hermaszewski (1941-2022) fue el primer y, hasta la fecha, único astronauta polaco. En 1978 formó parte de la tripulación de la Soyuz 30 y cumplió misión en la estación orbital soviética Salyut-6. Después de eso, alcanzó el generalato y fue condecorado con la medalla de Héroe de la Unión Soviética, la más alta distinción de la URSS, raramente concedida a extranjeros. Muchos años después del hundimiento del bloque del Este, en julio de 2013, el jubilado astronauta concedió una entrevista al canal de televisión polaco TVN 24 en la que ofreció detalles desconocidos de su biografía. En Polonia se conmemoraba entonces el setenta aniversario de las “masacres de Volinia”, es decir, la aniquilación de entre 70.000 y 100.000 civiles polacos a manos del brazo armado de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), el llamado Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). Hermaszewski nació en un pueblo de Volinia llamado Lipniki y tenía dieciocho meses cuando las unidades del UPA llegaron una noche de finales de marzo de 1943.

“Asesinaron a 182 personas de nuestro pueblo, entre ellos dieciocho de nuestra familia inmediata, mi abuelo murió de siete golpes de bayoneta en la cabeza”, explicó. El pequeño Miroslaw se salvó de milagro, porque su madre lo tomó en brazos y huyó con él campo a través. “Los bandidos vieron que una mujer corría con un niño en brazos y empezaron a dispararnos”. Uno de ellos les persiguió y disparó a  la madre en la cabeza a corta distancia pero falló, solo fue herida en la sien y en la oreja, cayó inconsciente y el niño huyó[1].

Al día siguiente de aquella entrevista, el Parlamento polaco aprobó una resolución sobre las matanzas de polacos del periodo 1942-1945 en Volinia y Galitzia oriental, territorios que habían pertenecido a la segunda república polaca hasta la disolución del Estado polaco de 1939, condenando la masacre de “alrededor de 100.000 ciudadanos polacos, hombres, mujeres, ancianos y niños” a manos de los nacionalistas ucranianos de Ucrania Occidental. La resolución consideraba que “la dimensión organizada y masiva del crimen de Volinia lo caracteriza como una limpieza étnica con aspectos de genocidio”. Al mismo tiempo, el Parlamento expresaba su agradecimiento “a los ucranianos que actualmente ayudan a documentar los crímenes y conmemorar a las víctimas”, pese a que el gobierno ucraniano no autoriza excavaciones en los escenarios de las matanzas.

En septiembre de 2016, el Parlamento ucraniano, la Verjóvnaya Rada, rechazó las consideraciones de la Cámara polaca con cuatro argumentos: 1) que los polacos también mataron ucranianos, 2) que el número de víctimas polacas no pudo exceder los 30.000, porque en aquellos momentos en Volinia no había tanta población, 3) que “está bien establecido” que los perpetradores fueron agentes de la policía secreta soviética disfrazados de combatientes de la OUN/UPA (pese a que desde junio de 1941 la región estaba ocupada por los alemanes y los soviéticos se habían retirado, derrotados) y 4) que evocar este asunto solo sirve a los intereses rusos[2] 

Saco esto a colación para ilustrar el hecho de la complejidad de las relaciones polaco-ucranianas. Polonia ha acogido ejemplarmente a centenares de miles de ucranianos que han huido de la guerra. Es el segundo país de Europa, después de Rusia, que más refugiados ucranianos ha recibido. Es también el país más antirruso y más proamericano del continente. Solo un 2% de los polacos expresan una opinión favorable a Rusia, según una encuesta del Pew Research Center de primavera del año pasado, que también mostraba un máximo continental de opiniones favorables a Estados Unidos (91%). Esa opinión echa sus raíces muy lejos, en una serie de experiencias históricas mutuamente desastrosas y bien conocidas, tanto con el zarismo como durante el estalinismo, cuando centenares de miles de polacos perecieron o fueron deportados por el régimen soviético y, más en general, en una divergencia histórica, cultural y religiosa con Rusia muy viva.


Encuesta sobre los principales desagrados de la población polaca, con Rusia en cabeza.

Entre 1572 y 1791 la elección de los reyes polacos por los nobles, que a veces implicaba a cuarenta mil o cincuenta mil de ellos, fue norma en Polonia. El rey electo estaba atado por el llamado “pacta conventa”, una suerte de contrato que detallaba las obligaciones del rey hacia la nobleza. Si se comparan las relaciones de aquella caótica monarquía republicana, nobiliaria y católica, con las de la autocracia ortodoxa moscovita, en las que el “gosudar” (soberano) se definía por atar bien corto a sus boyardos, y donde la nobleza estaba totalmente supeditada a la corte, el contraste entre las culturas políticas de ambos países no puede ser más agudo y da lugar a verdaderas patologías.

Los polacos rechazaron la mano tendida de Moscú cuando, por ejemplo, Rusia, con Putin como primer ministro, reconoció directamente y asumió la responsabilidad por las matanzas estalinistas de Katyn. Cuando en abril de 2010 el avión que conducía a la plana mayor del país a un acto conmemorativo de aquellas matanzas se estrelló cerca de Smolensk por obvias negligencias polacas, la nación prefirió ver en la tragedia un atentado ruso pese al cúmulo de evidencias en contra registradas en la caja negra... La extrema beligerancia del Gobierno polaco en el actual conflicto es resultado de todo este complejo de experiencias históricas, diferencias y patologías.

Ningún gobierno europeo se ha mostrado más proclive y entusiasta con que la OTAN intervenga abiertamente en la guerra contra Rusia. Los polacos son siempre los primeros a la hora de apoyar el envío de todo tipo de armas, son los terceros que más ayuda militar han prestado a Ucrania, solo por detrás de Estados Unidos e Inglaterra, gastan proporcionalmente más que nadie en “defensa” y están reforzando su ejército a marchas forzadas junto a sus fronteras con Ucrania y Bielorrusia. Según algunas estimaciones, muy difíciles de verificar, ya hay miles de soldados polacos en Ucrania luchando de forma extraoficial, es decir, formalmente licenciados o en excedencia del ejército polaco. Pero lo que importa aquí es retener que, en el actual conflicto, Polonia tiene sus propios intereses, sus propios motivos, sus propios proyectos y marca su propio juego. ¿Qué decir del juego polaco? Pues que históricamente ha sido siempre fiel a aquella observación de Balzac, casado con una polaca nacida en Ucrania, que ya en el siglo XIX advertía que “si hay un precipicio, el polaco se tira por él”. 

En época moderna, gran parte de Ucrania Occidental perteneció a Polonia desde 1918 hasta 1939, y en épocas anteriores los polacos dominaron enormes zonas de la actual Ucrania. En el siglo XVI se creó la llamada “República de las dos naciones”, formada por el reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. Duró hasta finales del XVIII y dominó, además de sus dos matrices, los territorios de Bielorrusia, gran parte de las actuales Estonia, Letonia y Ucrania, y zonas de la Rusia meridional. En aquella época la influencia polaca y sus ejércitos llegaron a Moscú, enviaron a Varsovia enjaulado al zar de Rusia, donde fue ejecutado, e incluso impusieron un breve zar en Moscú, en lo que en la historia rusa se conoce como “época turbulenta”. Aquella  “gran Polonia” se extendía por casi un millón de kilómetros cuadrados y dejó en Varsovia y Cracovia un recuerdo de grandeza que siempre ha sido muy difícil compaginar con las realidades de una nación obligada a convivir con los tres colosos de su entorno: Prusia, Austria-Hungría y Rusia. Llevarse mal con todos ellos equivalía a una sentencia de muerte, pero eso es, precisamente, lo que hicieron los polacos: tirarse por el precipicio de Balzac y pagar por ello el correspondiente precio.

Entre la destrucción de la vieja república polaca, en 1795, y el fin de la Primera Guerra Mundial, en 1918, el Estado polaco dejó de existir. Fueron 123 años, cinco largas generaciones en las que Polonia sólo conoció el dominio extranjero y la opresión política por parte de prusianos, rusos y austro-húngaros. En esa larga travesía por el desierto, los polacos se metieron en un avispero de múltiples hostilidades; en Rusia contra los lituanos, en Austria-Hungría contra los ucranianos de Galitzia oriental y contra los checos, y en la mayoría de las ciudades polacas contra los judíos cuyo sionismo militante levantaba cabeza. Luchar contra todos, sin calcular las propias fuerzas y las del adversario, es una vieja tradición polaca. Una doble hostilidad geopolíticamente suicida, contra alemanes y rusos, dictó su segunda gran extinción como Estado en 1939, con el pacto Molotov/Ribbentrop y el enésimo reparto territorial y maltrato del país, ahora entre Alemania y la URSS.

Así sería la mancomunidad Polonia-Lituania con las fronteras actuales.

¿De donde viene esa predisposición nacional al suicidio? La primera estrofa de su himno nacional, “Jeszcze Polska nie zginela” (“Polonia aún no ha muerto”), la proclama con orgullo. Norman Davies, el principal historiador británico de la nación, cuya obra rezuma simpatía hacía esa actitud polaca, la explica como virtud al observar que “todos los principales países europeos pasaron por la experiencia romántica, pero en Polonia fue particularmente intensa. Se puede pensar que ofreció el elemento principal de su cultura moderna”[3]. Sea como fuere, los polacos están regresando ahora a sus típicos delirios nacionales a propósito de la guerra de Ucrania. En el centro de esos delirios está la idea de recrear la gran Polonia del mariscal Pilsudski.

En los años veinte, el caudillo polaco Jósef Pilsudski rescató la tradición de grandeza imperial de aquella república aristocrática polaca de los siglos XVII y XVIII para formular su proyecto de federación desde el Báltico hasta el Mar Negro bajo liderazgo polaco, el llamado Miedzymorze o Intermarium. Aquel espacio entre los dos mares estaba enfocado a la disolución de Rusia, primero en su encarnación zarista/imperial y luego soviética. En su actual Constitución (1997), Polonia se declara sucesora de “las mejores tradiciones” de aquella primera república, bajo la cual los campesinos ucranianos estuvieron sometidos al doble yugo de los latifundistas polacos y del catolicismo. Desde la disolución de la URSS y la integración de Polonia en la Unión Europea, la idea de una “tercera Europa” liberada de lo que el primer ministro Mateusz Morawiecki describe como “dictadura franco-germana” de la UE, está presente en la mentalidad de la derecha polaca y encaja con los intereses de Washington en el continente. 

En un artículo publicado el 26 de marzo por la revista Foreign Policy, Dalibor Rohac, un autor neocón del American Enterprise Institute, evocaba la conveniencia de un nuevo Intermarium, una unión polaco-ucraniana que contenga a Rusia y desbarate definitivamente al competidor europeo. “Ambos países”, decía, “se enfrentan a amenazas de Rusia, Polonia forma parte de la UE y de la OTAN, así que si formaran un Estado federal o confederal común, con una misma política exterior y de defensa, Ucrania se integraría inmediatamente en la UE y en la OTAN”. “Se formaría así el mayor país de la UE (segundo en población tras Alemania) y su primera potencia militar, ofreciendo un contrapeso más que adecuado al tándem franco-alemán. Para Estados Unidos sería una forma de asegurar el flanco oriental de Europa frente a la agresión rusa a cargo de un país con una comprensión muy clara de la amenaza de Rusia”, decía. El precedente de la reunificación alemana, en la que la RFA engulló a la RDA, “demuestra que tal operación es posible si hay voluntad política”, señalaba el articulista, dejando caer de paso el detalle de que, de esa forma, Estados Unidos podría desentenderse del coste de la reconstrucción de Ucrania, lastre que recaería íntegramente en el club del cual Kiev ya sería miembro… La guinda del artículo era la frase con la que concluía, y que resume tanto las intenciones de Washington como las ambiciones de Varsovia: “El futuro de Ucrania es demasiado importante como para dejarlo en manos de Bruselas, París y Londres”.

El 5 de abril, el diario polaco Rzeczpospolita recogió la idea en un artículo del politólogo Tomasz Grzegorz Grosse, de la Universidad de Varsovia, titulado “Reconstruyamos la República de Polonia, esta vez con Ucrania”. Se trata de “construir un sistema de seguridad sólido en Europa central-oriental” que haga posible “una mayor intervención de Estados Unidos en el Pacífico” contra China, escribía el autor. “También los expertos polacos aconsejan la reconstrucción de la histórica república de las dos naciones, profundizando la cooperación entre los países de nuestra región, principalmente polacos y ucranianos”, decía.

El mismo día de la publicación del artículo, el presidente Zelenski realizaba su primera visita oficial a Polonia, donde fue condecorado con la orden polaca del “Águila blanca” y declaró la “amistad por los siglos” entre Polonia y Ucrania. “Entre los dos países no debe haber fronteras políticas, económicas ni sobre todo históricas”, dijo el presidente ucraniano en lo que parecía una velada referencia a las matanzas de polacos en Volinia y Galitzia de los años cuarenta. Pocos días después, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, visitaba Washington, reclamando el liderazgo de la “tercera Europa” para su país: “Polonia quiere convertirse en la base de la seguridad europea. Nuestros vecinos de Occidente fueron los primeros en cometer el gran error de una estrecha cooperación energética con Rusia, y ahora su posición hacia Ucrania no es la misma de Estados Unidos o de Polonia”, dijo en abierta referencia a las últimas declaraciones de Emmanuel Macron contra el “vasallaje” europeo, realizadas a su regreso de la visita oficial a China. “Los aliados de Europa occidental y Estados Unidos no pueden o no quieren armar y entrenar suficientemente a las tropas ucranianas para lograr una victoria espectacular”, decía Tomasz Grzegorz Grosse en el mencionado artículo. “Somos la piedra angular perfecta de las relaciones europeo-estadounidenses”, proclamó Morawiecki en Washington, criticando a “aquellos líderes europeos que quieren un alto el fuego rápido en Ucrania, prácticamente a cualquier precio”.

“Polonia se está convirtiendo en un nudo de concentración de tropas junto a Bielorrusia y Ucrania”, dice en Moscú Konstantín Zatulin, vicepresidente del comité para las relaciones con el entorno exsoviético de la Duma de Rusia. Según fuentes de la inteligencia de Estados Unidos, citadas por el periodista Seymour Hersh en su último artículo, en Polonia y Rumanía hay dos brigadas aerotransportadas, la 81 y la 101, es decir veinte mil soldados de Estados Unidos, perfectamente preparadas para una intervención militar en Ucrania, sin que se sepa cuál es el plan y el objetivo de la Casa Blanca en esta guerra. La respuesta rusa a esa tendencia ha sido el anuncio de desplegar armas nucleares tácticas en Bielorrusia, bajo estricto control ruso, el mismo estatuto que rige la presencia de esas mismas armas americanas en Turquía, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania para torear los artículos 1 y 2 del acuerdo de no proliferación nuclear.

En el concurso de dementes que nos empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Polonia ya está jugando un papel de vanguardia.

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Notas:

1. Hermaszewski wspomina historie swojej rodziny podczas rzezi wolynskiej / Hermaszewski recuerda la historia de su familia durante la masacre de Volinia, en ONET Wiadomosci, 11 de julio de 2013.

2. Citado por Nicolai N. Petro, 2023; The Tragedy of Ukraine.

3. Davies en Hearth of Europe: A short History of Poland, 1984.

Polonia toma la iniciativa peligrosamente | ctxt.es

 y ver  

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-gran-polonia-el-monstruo-geopolitico-que-se-avecina/

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/los-planes-yanki-polacos-para-ucrania-sirven-para-debilitar-a-alemania/

sábado, 15 de abril de 2023

La dialéctica del amo y el esclavo. I y II .

Crítica a la dialéctica del amo y del esclavo, de Kojève a Hegel (I)


 

Kojève: sus cursos y el escenario de su lectura

La dialéctica del amo y del esclavo proviene del filósofo de origen ruso Alexandre Kojève (1902 – 1968), quien estudió bajo la dirección de Karl Jaspers en Alemania. Fue a través de los ojos de Marx y Heidegger que leyó a Hegel. Entre 1933 y 1939 hizo clases de la Fenomenología del espíritu (FdE), en los que estuvieron presentes intelectuales de la talla de Jean HyppoliteJacques LacanGeorges BatailleMaurice Merleau-Ponty, entre otros. Su lectura de la FdE estableció un desafortunado canon que, aunque todavía pesa, poco a poco se ha ido superando.

Como queda manifiesto en la Introducción a la Lectura de Hegel de Kojève[1] (ILH en adelante), el autor prestó escasa –por no decir nula– atención a la sección “Conciencia” de la Fenomenología, partiendo con la sección “Autoconciencia” y, en particular, con el apartado titulado “Independencia y sujeción de la autoconciencia; señorío y servidumbre”,[2] a través del cual va a ver el conjunto de la obra. Ese énfasis nos da luces del panorama al que se ve enfrentado Kojève y respecto del cual busque responder con su interpretación: la idea de deseo, proveniente de Freud y el psicoanálisis; el análisis histórico formulado por Marx; el auge de la fenomenología de Husserl y Heidegger.

Kojève parece buscar en la FdE temas que respondan a la contingencia de su tiempo y puedan conversar con estos desarrollos del pensar. Esa puede ser la razón de sus monumentales omisiones, por ejemplo, no encontró en la sección “Conciencia” un uso práctico para tales fines.[3] Kojève mismo menciona abiertamente su sesgado horizonte de lectura:

“Independientemente de lo que Hegel pueda pensar al respecto, la Fenomenología es una antropología filosófica. Su tema es el hombre como humano, el ser real en la historia… Aspira a describir la ‘esencia’ íntegra del hombre, es decir, todas las ‘posibilidades’ humanas (cognitivas, afectivas, activas).” (Kojève, ILH, p.39)

En 1971, el filósofo español Ramón Valls Plana cuestionó ese enfoque. Para él, “la experiencia clave de la obra no está en la dialéctica del señor y el siervo, sino en el perdón”.[4] Las críticas se han hecho más visibles en este siglo: en el año 2000, dos distinguidos especialistas, Ludwig Siep y Jon Stewart, señalaron abiertamente el reduccionismo de Kojève en sus respectivos comentarios de la Fenomenología;[5]en 2006, el profesor Carlos Pérez Soto sostuvo que la dialéctica Señorío-Servidumbre no logra articular la obra como sí lo hace “el análisis filosófico de la revolución francesa, de la modernidad, que es su condición y su contexto”.[6]

A pesar de existir un consenso académico respecto a la parcialidad e inexactitud de la interpretación de Kojève, es muy común ver aún ese tratamiento en manuales de filosofía, en Universidades, en medios de divulgación en general y sobre todo en redes sociales. El programa de televisión argentino, Filosofía aquí y ahora, conducido por José Pablo Feinmann, que se transmitió entre 2010 y 2016, repitió sin más la versión de Kojève en su capítulo 7; la serie de televisión española Merlí, que duró de 2015 a 2018, hace lo mismo cuando se habla de Hegel; más recientemente, la degradación del pensamiento hegeliano ha aumentado a grados inauditos en las redes sociales, el antropologismo de Kojève tiende a ser sustituido por un vil individualismo, un individuo se encuentra con otro y luchan (en la calle) para reconocerse, logrando solo la dominación de uno por el otro, parece broma pero no lo es.

En el fondo, esa degradación tiene una raíz: forzar la sección “Autoconciencia” a una aplicación concreta e inmediata, de uso práctico. De ahí también la conveniente traducción de Kojève, Señorío-Servidumbre por Amo-Esclavo, términos que nunca usa Hegel. En el idealista alemán la relación tiene un sentido lógico y abstracto, para hacer notar la posibilidad de reconocimiento entre dos autoconciencias libres. La relación Señorío-Servidumbre es un momento evanescente del espíritu que permite explicar sus configuraciones reales y efectivas. Es completamente valida (aunque debatible) una propuesta filosófica inspirada en la FdE, como la que hizo Kojève, pero es un completo error atribuírsela a Hegel, más cuando este último dice explícitamente que la relación Señorío y Servidumbre no existe realmente:

Todas las figuras anteriores de la conciencia [refiriéndose a la sección Conciencia, Autoconciencia y Razón, e. m.] son abstracciones de este espíritu; son el analizarse del espíritu, el diferenciar sus momentos y el demorarse en momentos singulares. Este aislamiento de tales momentos tiene al espíritu mismo como supuesto y subsistencia, o existe solamente en el espíritu, que es la existencia. Estos momentos, aislados de esta manera, tienen la apariencia de ser como tales; pero, su progresión y su retorno a su fundamento y esencia muestran que son solamente momentos o magnitudes llamadas a desaparecer” (A, p. 260)

Cuatro contrastes entre Kojève y Hegel

Si bien es de destacar el esfuerzo que hace Kojève al retomar a Hegel de forma directa, muy poco común entre marxistas, que se guiaron por los juicios emitidos por Marx o Engels como veredictos, se pueden notar cuatro conceptos que contrastan con lo expuesto en la FdE y la ILH.

1. Libertad

La libertad –que es, de hecho, el tema principal de toda la obra de Hegel– es lo que mueve a Kojève como hilo conductor de sus explicaciones. Desde una mirada marxista y quizá influido y preocupado por el estado “geopolítico” de su época, con el surgimiento y consolidación del fordismo, la URSS, las consecuencias de la primera guerra mundial y la inminente (y luego actual) segunda guerra mundial, su mirada crítica hacia el capitalismo y un sistema de división social del trabajo esclavizante, lo llevó a aterrizar a Hegel al terreno del materialismo:

“El hombre religioso es a la vez Amo y Esclavo; Amo en la medida en que es Esclavo, Esclavo en la medida en que es Amo: amo del Mundo, esclavo de Dios. (Forma laicizada y real: esclavo del capital, pero de «su» capital)” (p. 88).

Kojève lee la lógica de la relación Señor–Siervo como un hecho constitutivo en la realidad, operando en nuestro día a día, incluso manifiesta que la historia humana es esa dinámica:

“el hombre, en su estado incipiente, nunca es un hombre a secas. Siempre es, necesaria y esencialmente, o bien Amo, o bien Esclavo…si la realidad humana revelada no es nada más que la historia universal, esta historia debe ser la historia de la interacción entre Dominación y Servidumbre: la «dialéctica» histórica es la «dialéctica» del Amo y el Esclavo.”  (p. 44)

Esta lectura no parece corresponder con lo que Hegel quiere decir del espíritu y la correspondencia sujeto-objeto, ni mucho menos con el que Hegel expone como forma teórica y pedagógica en Fuerza y Entendimiento (B, FdE, p. 89).     

2. Muerte

Kojève se fija en la angustia ante la muerte, no sólo en la llamada lucha a muerte ejemplificada de ese modo por Hegel, sino que proyecta esa angustia como condición existencial, como el ser mirado desde una perspectiva donde la relación de ser y nada es externa; la nada actúa como un límite angustiante, amenazante al ser y lo determina de esa forma, o bien (cabe quizá la precisión) de ser existencial a una manera “heideggeriana” donde la nada es una suerte de “grieta” del ser, que lo interrumpe.

“El trabajo debe efectuarse (como el Esclavo) con la actitud de angustia ante la muerte… Cuando el Esclavo experimenta la angustia ante la muerte, experimenta la pura negatividad, es decir, su libertad, su humanidad” (p.78)

Esta conexión entre la angustia ante la muerte y la negatividad es confusa. Si bien es cierto que, en definitiva, la negatividad es/contiene la libertad, en Hegel esta “lucha a muerte” es una figura lógica. Nadie realmente está arriesgando la vida en la práctica; todo esto ocurre dentro de una autoconciencia desdoblada siendo desplegada desde/a través de las primeras determinidades de la reflexión. Lo que Hegel nos va mostrando es que en esta figura no hay verdadera mediación real y efectiva, ni mucho menos hay libertad propiamente tal. Es más, ni siquiera esta lucha es realmente “a muerte”. El señor necesita vivo al siervo para ser señor, ya que necesita a “alguien” (coloquialmente hablando) para ser reconocido como un “alguien” y necesita del servicio del siervo para ser señor, por lo que el arriesgar la vida realmente es contraproducente: aquel que prefiere la vida tiene la posibilidad de progresar como conciencia y eventualmente ejercer un verdadero señorío porque en definitiva entiende que necesita al otro y se rinde no sólo para conservar la vida, sino para formarse a través del trabajo y encontrar la manera de ser eventualmente libre. Tampoco el temor a la muerte es algo natural, es algo que nace en la lucha misma; recién al terminar la sección, con la conciencia desventurada[7] como resultado, se llegará a una libertad (aunque meramente pensada, sólo como concepto de libertad).

Esta visión de la muerte, claramente influenciada por Heidegger, hace de la lectura un ejercicio extremadamente confuso, quizá con una intención anti metafísica/antiesencialista, en vista que simplemente se descarta el argumento hegeliano lógico-ontológico que sustenta el ejercicio fenomenológico que expone en favor de una interpretación finita y existencial de autoconciencias, que son, aparentemente, tratadas como seres ya en-y-para-sí.

3. Deseo

Considerando la preponderancia que Kojève le da a la relación señor-siervo y en la medida en que esa lucha se genera desde el deseo,[8] el autor tomará un largo tiempo desarrollando esa idea y extrapolándola al conjunto de la obra. Desde una posición marxista, Kojève dirá que la lucha es el motor de la historia, la cual tiene como gatillante al deseo, entonces postulará al deseo como el fundamento del hombre.

Kojève ve en Hegel una antropología filosófica, entonces este deseo es el deseo de un hombre de carne y hueso, un individuo real, existente y obrante en el mundo. Incluso, describe a la historia humana como la “historia de los deseos deseados” (p.42). Parece que Kojève solo se quedó con el esqueleto de la dinámica de lucha.

El deseo en Kojève juega un papel indeterminado, en su caso el deseo desea desear, es por eso que la conclusión a la que se llega desde su lectura es a un reconocimiento imperfecto entre dos autoconciencias, el deseo no podría ser colmado, quedando en pie sólo la relación de dominación entre pares. En Hegel, el deseo desea otra autoconciencia, algo perfectamente realizable, aunque no dado.

4. Trabajo

Marx consideró el valor formativo del trabajo descrito en esta sección, pero sólo como trabajo exterior, material, descartando (o simplemente ignorando, quizá sin realmente quererlo) todo el trabajo interior que supone el verdadero desarrollo del saber de la conciencia. El canon del marxismo que se impuso en el siglo pasado, tomó el trabajo desde esta perspectiva, usando diversas citas de autoridad de Marx para legitimarse. Dado que Marx no pretendió establecer una doctrina sistemática –como es bien sabido– también hizo comentarios sobre el trabajo que no coinciden con esa orientación formativa, tal como cuando habla del trabajo enajenado. Georg Lukács, Herbert Marcuse y Karel Kosík, criticaron ese canon desde lecturas marxistas más cercanas a Hegel.

Aunque el debate es amplio y rebasa el comentario, es pertinente mencionarlo en la medida que la lectura de Kojève, anclada al canon marxista, obvióel carácter interior del trabajo que Hegel pone de manifiesto. Profundizando esta diferencia ontológica entre el canon marxista y Hegel, es precisamente la parte metafísica la que hace ese “trabajo” y va revelando el saber que tiene en sí, hacia sí. No es un hombre o la historia humana como tal la que se despliega aquí. Por lo tanto, no se estima que Hegel esté describiendo una cultura dada como tal en esta relación.

En Hegel, en un primer momento, en la sección “Autoconciencia”, el trabajo le permite a la autoconciencia servil reencontrarse consigo misma, saberse Ser, un intuirse ante la falta de reconocimiento que el señor no le otorga, es una determinación unilateral que se da a sí misma la conciencia, una autodeterminación. Es por medio del trabajo que la conciencia servil experimenta que ella es en el producto de su trabajo, se objetiviza en una exteriorización de su subjetividad, aunque este producto cósico no le pueda dar reconocimiento. Esta idea se encuentra expresada así en la FdE:

“Por el hecho de colocarse hacia afuera, la forma no se convierte para ella en algo otro que ella, pues esta forma es precisamente su puro ser para sí, que así se convierte para ella en la verdad. Deviene, por tanto, por medio de este reencontrarse por sí misma sentido propio, precisamente en el trabajo, en que sólo parecía ser un sentido extraño.” (A, p.120)

Puesto que ese trabajo está subordinado a la satisfacción del goce del señor, al tiempo que la autoconciencia servil se determina a sí misma, experimenta al trabajo de manera negativa, como apetencia reprimida.[9]

En un segundo momento, en la sección “Razón”, si mediante el trabajo la humanidad logra hacerse consciente de su alcance como totalidad, en la división social del trabajo, entonces el individuo se recobra a sí mismo en la obra colectiva. Si no lo consigue, no se recupera a sí misma, permanece disgregada en la obra de todos y de cada uno, como Hegel llama a la colección de individuos que no logran establecer una comunidad dada la falta de una eticidad que logre mediar la negatividad intrínseca de la individualidad moderna.

“Así como el individuo lleva ya a cabo en su trabajo singularinconscientemente, un trabajo universal, lleva a cabo, a su vez, el trabajo universal como un objeto consciente; el todo se convierte en obra suya como totalidad, obra a la que se sacrifica y precisamente así se recobra a sí mismo desde esta totalidad.” (A, p. 210)

Desde el análisis expuesto en la FdE, el trabajo no aparece como un mero satisfactor de necesidades biológicas, ni un puente para llegar de forma inmediata a lo histórico concreto, como en la versión de Kojève. El trabajo adquiere una dimensión lógica-ontológica.

También parece pertinente para ver como Kojève simplifica la visión de Marx (y mucho más aún la de Hegel). Tomemos como ejemplo a Marx en su Contribución a la crítica de la economía política[10]:

“No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social lo que determina su conciencia” (p. 8).

Si bien es cierto que para Marx las condiciones materiales de producción determinan la interacción social, sólo determinan esas interacciones en forma exterior y no determinan ontológicamente a los individuos, sino que las clases sociales o pueblos constituyen el mundo, generan a los particulares y a través de ellos ese mundo es transformado. Al decir “El hombre es el ser supremo para el hombre”, Marx establece una versión atea del idealismo hegeliano, pero se mantiene dentro esa tradición idealista, cuestión poco aceptada por gran parte de los marxistas, debido al odio absurdo que desarrollaron contra la filosofía, que los llevó a plantear divisiones reduccionistas e insostenibles, como el debate entre idealistas vs materialistas, el cual contiene una connotación de retórica política más que de crítica filosófica.

Lo diremos claro: si se pretende leer a Marx en sus propios términos, debemos entender su “materialismo” no como un realismo ingenuo, sino que es la manera en la que autonombra su pensamiento como “científico”, pues tiene la intención de superar al “materialismo anterior” (por ejemplo, el empirismo) y cuando habla de “idealismo”, suele referirse a la tradición filosófica, en especial a la metafísica, que asocia con la “escolástica”.

Se puede decir que Marx pretendió superar la supuesta abstracción del idealismo en favor de la praxis y en sus Tesis sobre Feuerbach se pueden encontrar reflexiones al respecto. Aunque la fuente es sumamente problemática por ser un breve borrador de no más de una cuartilla que Engels publicó 43 años después de escritas, las podemos usar por ser muy conocidas. Ahí Marx reconoce el mérito activo del idealismo:

El defecto fundamental de todo el materialismo anterior -incluido el de Feuerbach- es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero sólo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal (Tesis sobre Feuerbach, p 3, TsF en adelante)[11]

Se puede apreciar que la actividad aparece como un elemento ontológico (de similar modo que en Hegel) y, por lo tanto, a pesar del mismo Marx, su sustrato constituyente es metafísico. Aunado a esto, Marx mismo siempre enfatizó que la materialidad de la realidad se funda en las relaciones sociales, no en el individualismo que recibe datos de forma pasiva desde el “exterior” y mucho menos en la materia en tanto cosa, a la usanza del empirismo y sus derivados, como el sensualismo o el posterior materialismo soviético. En las mencionadas Tesis lo expresa de la siguiente manera:

Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales (p 6)

A lo que más llega el materialismo contemplativo, es decir, el materialismo que no concibe la sensoriedad como actividad práctica, es a contemplar a los distintos individuos dentro de la «sociedad civil» (TsF, p 8).

Por último, Marx contraviene la noción de naturaleza humana por el determinismo inamovible en que desemboca:

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado (Tesis 2, TsF, p 5).


[1]Alexandre Kojève, Introducción a la Lectura de Hegel, Titivillus, 2017.

[2] Así aparece en la traducción que Wenceslao Roces hace del apartado. En el presente trabajo consultamos tres ediciones de la Fenomenología del espíritu, la traducción de Antonio Gómez Ramos editada por Abada (versión bilingüe) en 2010 y dos del Fondo de Cultura Económica: la de 2003, que es la traducción de Wenceslao Roces en colaboración con Ricardo Guerra (cuyas citas referenciamos con la letra A); y la de 2017, que contiene los aportes de Gustavo Leyva (que referenciamos con la letra B).

[3]Como hipótesis de lectura, se puede hacer notar que la sección “Conciencia” como la sección “Autoconciencia” son las premisas lógicas de la obra y a su vez son paralelas entre sí.

[4]Valls Plana, Ramón, Del yo al nosotros. Lectura de la Fenomenología del espíritu, Barcelona, PPU, 1994, tercera edición, p. 389.

[5]Siep, Ludwig, El camino de la Fenomenología del espíritu, España, Anthropos, 2015; Stewart, Jon, La unidad de la Fenomenología del espíritu de Hegel. Una interpretación sistemática, México, Universidad Iberoamericana, 2014.

[6]Pérez Soto, Carlos, Sobre Hegel, Chile, Ediciones Palinodia, 2006, p. 82.

[7]Unglückliche Bewusstsein – Siguiendo a Roces. Desdichada en Gómez Ramos, Infeliz en Leyva.

[8] Kojève traduce Begierde como deseo y lo usa sistemáticamente a lo largo de toda su interpretación de la FdE. En una segunda parte se señalará la diferencia con la hipótesis sugerida de lectura.

[9]Ramón Valls Plana expresa este aspecto negativo del trabajo en su artículo “El trabajo como deseo reprimido en Hegel”.La distinción entre apetencia y deseo que sugiere el profesor Carlos Pérez Soto, no será necesaria hacerla por ahora.

[10] Carlos Marx – Contribución a la crítica de la economía política, 1989, Progreso

[11] Usamos la edición de editorial Luarna.

 Crítica a la dialéctica del amo y del esclavo, de Kojève a Hegel (I) – Rebelion

https://rebelion.org/critica-a-la-dialectica-del-amo-y-del-esclavo-de-kojeve-a-hegel-ii/