“Occidente no se ha disparado en el pie, se ha disparado en la cabeza” — John Laughland.
Pablo Heraklio
Ucrania es una ficción. Bosnia es una ficción. Kosovo es una ficción. El Covid es una ficción. La Unión Europea es una ficción. Donde quiera que mires, en las principales decisiones políticas tomadas por los gobiernos occidentales durante las últimas dos décadas, encuentras ficción. Todas estas ficciones tienen una cosa en común y es que se conciben con un solo propósito: el control.
Todos somos conscientes de la naturaleza totalitaria de nuestras sociedades occidentales. Son totalitarias porque se basan en ficciones, sin ellas desaparecería el control del que son pretexto. De ahí la existencia de tanta censura y tanto control, y de ahí que una de las primeras sanciones adoptadas tras el comienzo de la guerra de Ucrania fuera el cierre de RT y Sputnik en Europa. El verdadero propósito de toda esta realidad virtual es, por supuesto, ejercer el control.
Bosnia y Kosovo, que como recordaréis son territorios en los que la OTAN libró guerras en 1995 y en 1999 respectivamente, son dos territorios ficticios que pretenden ser independientes. ¿Por qué digo que son ficticios? Kosovo, como sabéis, declaró su independencia en 2008. Bosnia promulgó su constitución en 1995. Pero si leen la constitución de Kosovo y la declaración de independencia de 2008, verán que Kosovo se declara sujeto a toda una gama de organizaciones internacionales y sobre todo a una representación civil internacional. En otras palabras, es una gobernación internacional la que de hecho es responsable del gobierno de Kosovo. Así que la declaración de independencia de Kosovo es, por una parte una declaración de dependencia de la OTAN y por otra de la Unión Europea y de las demás organizaciones que de hecho gobiernan ese territorio. Lo mismo ocurre con Bosnia. Puede que no lo sepáis, pero 25 años después de finalizada la guerra de Bosnia todavía hay, como en Kosovo, una fuerza de ocupación de la OTAN y la UE.
Así pues, estos son estados ficticios. La Unión Europea es una ficción. Fuimos testigos de esta realidad el 9 de febrero, poco antes de que estallara la guerra de Ucrania. El canciller alemán fue a Washington, y en una rueda de prensa conjunta Joe Biden dijo: “Si Rusia invade Ucrania es el fin de North Stream 2. Nosotros le pondremos fin”. El canciller alemán ni rechistó. En otras palabras, la política energética de Alemania y, por lo tanto, de muchos otros países europeos –porque es de suponer que el North Stream 2 abastecería no solo a Alemania, sino a otros países europeos–, la política energética de Alemania, decía, que es un asunto bilateral entre Alemania y Rusia, la deciden los Estados Unidos de América. Así que la Unión Europea, de la que se nos ha dicho durante 20 años que tiene una bandera, una moneda, un presidente y un ministro de Relaciones Exteriores y todo lo demás, está en realidad bajo el control absoluto de los Estados Unidos: ficción, control. Y lo que está sucediendo en esta guerra, es que es un conflicto entre la ficción y la realidad.
¿Por qué afirmo que Ucrania es una ficción? Ucrania es una ficción por innumerables razones, incluidas las históricas. No trato de cargar, ni de provocar, ni de herir los sentimientos de nadie, pero durante cien años la existencia del estado ucraniano ha sido ficticia. O mejor dicho, el estado ucraniano ha servido, sobre todo, a un propósito ficticio.
Es muy importante entender que, a diferencia de Polonia, Ucrania nunca tuvo existencia administrativa antes de la creación de la Unión Soviética. En el imperio ruso e incluso en la República Rusa antes de la Revolución de Octubre, Polonia era una unidad administrativa, pero no existía ninguna unidad administrativa llamada Ucrania en el imperio ruso, simplemente cambiaban los gobernadores.
Así que Ucrania no existía. Surgió por primera vez el 9 de febrero de 1918, cuando la proclamada República Popular de Ucrania, que solo controlaba una pequeña fracción de territorio, firmó un tratado de paz con los alemanes, convirtiéndose en un estado títere ocupado por Alemania.
El tercer “nacimiento” de Ucrania tuvo lugar el 30 de junio de 1941, cuando los líderes del movimiento nacionalista ucraniano proclamaron que trabajarían junto con Adolf Hitler para la creación de una nueva Europa. Más tarde, como es sabido, se restauró el poder soviético y la república socialista se mantuvo hasta la independencia en 1991.
¿Por qué abordo todos estos detalles históricos? Ciertamente no pretendo negar y no niego la existencia de personas que se consideran ucranianas y no rusas. Hay un territorio en particular que se incorporó a Ucrania en 1945 que nunca había sido ruso, en al menos no durante siglos, y es natural que las personas que viven en esa parte de Ucrania tengan una identidad nacional opuesta a la de Rusia. Pero la cuestión es que no existe en Ucrania una única identidad nacional, ser ucraniano significa una cosa en el oeste y la contraria en el este.
Así pues, la noción de Ucrania como nación existe, no lo niego, pero lamentablemente no hay acuerdo entre los habitantes de Ucrania sobre qué es exactamente esa nación, y sobre todo sobre cuál debe ser su relación con Rusia. No expongo todos estos datos para justificar la guerra –porque la Federación Rusa ha convivido desde hace 30 años con una Ucrania independiente–, los menciono para subrayar esta noción ficticia que oculta la realidad del control.
Porque ¿cuál es la realidad? La realidad de Ucrania es que todos sus miembros del poder judicial son seleccionados con la participación de jueces extranjeros: estadounidenses, británicos, alemanes, etc. No hay país soberano en el mundo cuyos jueces sean nombrados por extranjeros. Es una prueba, si se quiere, de la naturaleza ficticia de la independencia o soberanía de Ucrania. Ucrania ni siquiera puede nombrar a sus propios jueces, sus nombramientos judiciales han de ser validados por británicos, estadounidenses y alemanes. Ucrania no es un país independiente.
Otra realidad. En noviembre, Ucrania firmó un pacto militar con Estados Unidos, pacto que ha sido el marco para el pago de miles y miles de millones de dólares en material militar que ingresa a Ucrania con el supuesto propósito, entre otros, de recuperar su integridad territorial. Es decir, expulsar a los rusos de Crimea, del Donbass y –esto está en la web del Departamento de Estado–, garantizar la operatividad interna de la OTAN. En otras palabras, el propósito del acuerdo militar firmado en noviembre del año pasado era incorporar a Ucrania a la OTAN de facto, pero por supuesto no de jure. En suma, garantizar plena operatividad a la OTAN en Ucrania.
Lo mismo ocurre con el acuerdo militar firmado con los británicos en junio de 2021. Esa es la realidad del estado ucraniano, un estado sostenido, armado y controlado por potencias externas, Gran Bretaña y Estados Unidos en particular, y por supuesto la Unión Europea. En ese contexto estalló la guerra actual.
La característica más notable de esta guerra que está librando occidente es de naturaleza híbrida. Occidente está armando a Ucrania, sí, pero sobre todo está imponiendo sanciones, el principal medio son las sanciones. Y este uso de sanciones, este uso de poder blando o económico, es una extraordinaria ilustración de esta obsesión occidental por generar realidad virtual. Sin embargo, como todos sabemos, estas sanciones están teniendo un efecto catastrófico en nuestras propias economías. Por el contrario, a Rusia le está yendo bien, los cafés están llenos y la población continua viviendo razonablemente feliz. Existirán algunas dificultades aquí y allá, sin duda, pero Rusia está bien. Mientras tanto, el precio del gas en Europa, que el año pasado era de 35 euros por megavatio en la bolsa de Róterdam, hoy es de 180 euros por megavatio, se ha multiplicado por seis, y en ascenso ¿Cómo pueden nuestras economías sobrevivir a tal conmoción tras el terrible impacto infligido por las restricciones de la covid? Nos estamos ahogando en deudas, estamos en una situación de extrema debilidad. Es simplemente un suicidio. Dicen que Europa se ha disparado en el pie. No, ¡se ha disparado en la cabeza!
Así pues, esta guerra va a hacer que algunas realidades sumamente incómodas se hagan evidentes muy pronto. Probablemente hayáis escuchado que van a apagar las luces de las calles en Augsburgo y otros lugares. Estamos lidiando con una situación sin precedentes y es fuente de profunda tristeza que todo esto haya sido decidido por Estados Unidos, mientras quienes la sufren son principalmente los propios ucranianos, pero también la población occidental europea, cuyas economías se verán gravemente mermadas.
Esta guerra no puede ni va a ser ganada por Occidente, se perderá, tanto en términos de territorio ucraniano como en términos económicos y políticos.
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Fuente: Fragmento extraído de War between fiction and reality – John Laughland at the Ukraine Symposium 12.7.2022 – Transcripción: Arrezafe – “Occidente no se ha disparado en el pie, se ha disparado en la cabeza” — John Laughland 21.8.2022.
Nota 1 del blog .- Los países europeos se enfrentan actualmente una crisis energética profunda que se debe a las sanciones con efectos adversos de Occidente contra Moscú tras el inicio de la operación militar rusa en Ucrania
De hecho, los embargos que tuvieron como finalidad debilitar la economía de Rusia, han tenido efecto bumerán, puesto que desde junio Moscú ha iniciado el corte del flujo de gas a países europeos, tal como había prometido, que no paguen la energía en rublos.
Aun cuando la operación militar especial rusa en Ucrania generó la aplicación de las más duras y vastas sanciones occidentales, se encuentra en una situación estable y mejor de lo que muchos anticipaban, según un informe publicado a finales del pasado agosto por el diario británico Financial Times .
La Unión Europea (UE) es el principal financiador de la guerra de Rusia en Ucrania, ya que ha adquirido el 54% de todos los combustibles fósiles exportados por Rusia desde el inicio de la invasión, el pasado 24 de febrero, según revela este martes un informe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA).
De acuerdo con este centro de investigación independiente con sede en Finlandia, Rusia ingresó 158.000 millones de euros con la exportación de carburantes fósiles durante los primeros seis meses de la guerra de Ucrania (desde el 24 de febrero hasta el 24 de agosto), de los que la UE importó cerca de 85.100 millones.
China se situó como el segundo mayor comprador de petróleo, gas y carbón rusos, aunque muy lejos de la UE, ya que su gasto ascendió a unos 34.900 millones de euros, seguido de Turquía (10.700 millones), India (6.600 millones ) y Japón (2.500 millones).
“Las exportaciones de combustibles fósiles han aportado aproximadamente 43.000 millones de euros al presupuesto federal de Rusia desde el inicio de la invasión, ayudando a financiar los crímenes de guerra en Ucrania”, afirma CREA en su informe.
Aunque no hay cifras oficiales disponibles, se estima que Rusia ha invertido alrededor de 100.000 millones de euros en financiar la guerra contra Ucrania, por lo que los ingresos procedentes de la exportación de combustibles se han convertido en “el factor clave” que hace posible la agresión militar rusa, según CREA.
Nota 2 del blog .-
Entendamos una cosa, al disolverse la URSS y el Pacto de Varsovia , la OTAN debía disolverse y así se esperaba y entonces la UE quiso tener un euro ejercito pero entonces va e interviene en Yugoslavia sin mandato de la ONU y apoyada por USA y así considera que los europeos no son capaces de gobernarse solos , le siguiente paso fue Afganistán de donde salió con el rabo entrepiernas y ahora incluso en su ultimo delirio China y el Indo Pacífico