domingo, 30 de mayo de 2021

Unamuno , Rizal y Millán Astray en Salamanca .

                                                                                        


Unamuno y su muerte, en el centro del debate


No he podido ver, por diversas razones, la película Palabras para un fin del mundo, dirigida por Manuel Menchón, realizada en forma de documental y salida a la luz a finales del año pasado. Acabo de leer, sin embargo, el libro La doble muerte de Unamuno, que ha sido escrito al alimón por el propio director y el novelista Luis García Jambrina. Recién publicado, se trata de una ampliación del contenido de lo que puede verse en la película y también una contestación a las reacciones negativas que suscitó desde el primer momento, teniendo en cuenta que el meollo del trabajo de Menchón tiene un claro mensaje: discrepar de la versión oficial, mantenida a lo largo de los años y aceptada casi unánimemente, sobre la muerte de Miguel de Unamuno.

Entre esas reacciones destaca la de Severiano Delgado Cruz que publicó de inmediato el largo artículo «Ramón Mercader en Salamanca: a propósito del documental Palabras para un fin del mundo, de Manuel Menchón». He leído en diversos medios artículos de opinión sobre la película, si bien ha sido en los de carácter conservador donde se ha fustigado con dureza a su director. Joan Juaristi, por ejemplo, ha llegado a decir sobre el posible asesinato que se trata de «una estupidez siniestra».

¿La razón?, haber puesto en duda el relato oficial de la muerte de Unamuno. Para ello ha puesto de relieve dos cosas: una, la más novedosa y arriesgada, la figura de Bartolomé Aragón Gómez, profesor universitario y falangista, que fue el único testigo de la muerte del Unamuno, acaecida en su propia casa en la tarde del 31 de diciembre de 1936; y la otra, ya conocida, el secuestro de su cadáver, prácticamente desde el primer momento, perpetrado por miembros de la Falange salmantina. 

En esta entrada me voy a centrar en el trabajo antes referido de Delgado Cruz. Primero, por tratarse de un historiador solvente, autor, entre otras obras, del artículo «Arqueología de un mito: el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca», aparecido en 2018 y que se ha publicado con posterioridad ampliado como un libro (Madrid, Sílex, 2019). También, porque, independientemente de la opinión que pueda tenerse, su artículo, muy crítico con la versión de la muerte de Unamuno ofrecida por Menchón, no es una mera yuxtaposición de palabras. Y por último, porque me ha sorprendido la virulencia que emplea, teniendo en cuenta que no estamos ante un publicista de la derecha política y cultural, sino ante un defensor de la memoria histórica, tan denostada por quienes forman parte de ese espectro. 

Repito: no he visto Palabras para un fin del mundo, pero su contenido puede traslucirse de lo que se desarrolla en el libro posterior de Menchón y García Jambrina, así como en el artículo de Delgado Cruz. Y, respetando el orden cronológico, empezaré por este último, cuya fecha de finalización es la del 16 de noviembre de 2020. ¿Qué nos cuenta, pues? Veámoslo a continuación.

La valoración que hace Severiano Delgado Cruz de Palabras para un fin del mundo

En el primer punto nos ofrece una síntesis del relato oficial sobre la muerte y entierro de Unamuno, del que dice «que, con variaciones de detalle, ha sido transmitido desde aquellos momentos y ha sido aceptado pacíficamente por los investigadores de toda índole que se han ocupado de este asunto, que no han sido pocos». Para ello se remite, como fuentes, a lo que se publicó esos días en los dos diarios locales de Salamanca: El Adelanto y La Gaceta Regional, y a algunas obras escritas con posterioridad. Concretamente, las de Emilio Salcedo: Vida de Don Miguel: (Unamuno, un hombre en lucha con su leyenda) (1998); Bartolomé Heredia Soriano: «Bartolomé Aragón, último interlocutor de Unamuno, en Naturaleza y gracia: revista cuatrimestral de ciencias eclesiásticas (2000); Francisco Blanco Prieto: Unamuno, profesor y rector de la Universidad de Salamanca  (2011); y Colette Rabaté y Jean-Claude Rabaté: En el torbellino: Unamuno en la Guerra Civil  (2018).

No conviene perder de vista un hecho importante y que Delgado Cruz refleja en su escrito: el relato sintético que hace de lo ocurrido a primeras horas de la tarde del 31 de diciembre, hasta el fallecimiento de Unamuno, está basado en el testimonio de Bartolomé Aragón Gómez, quien, al parecer, redactó como un informe durante la noche del suceso y que luego transmitió al catedrático José María Ramos Loscertales. Meses después, en mayo de 1937, dicho catedrático lo hizo constar en el Prólogo a un libro escrito por el propio Aragón. Es así como lo cuenta Delgado Cruz: 

«A comienzos de mayo de 1937, la librería ‘La Facultad’ puso a la venta el libro de Bartolomé Aragón titulado Síntesis de economía corporativa con un prólogo de José María Ramos Loscertales titulado ‘Cuando Miguel de Unamuno murió’, fechado el 16 de enero de 1937, en el que recogía el informe escrito por Aragón horas después del fallecimiento del rector, con algunas aportaciones propias».      

Más adelante, en el punto cuarto, Delgado Cruz dedica la atención a diversos aspectos del documental, tanto formales como del propio contenido, entre los que se encuentran apreciaciones positivas como ésta: 

«Menchón ha conseguido en Palabras para un fin del mundo reunir una meritoria colección de imágenes fijas y en movimiento sobre Unamuno y su época. Uno de los mejores momentos es una bonita evocación del acto del 12 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde desarrolla unos efectos visuales poéticos y elegantes sobre los muros del Edificio Histórico. En general, la fotografía y los efectos visuales están muy cuidados, al igual que la música y el sonido».

No le faltan apreciaciones críticas, como cuando dice que  «el uso de fotografías y fragmentos de películas, unas veces localizándolas mediante rótulos en pantalla, y otras veces sin ello, hace que el espectador no sepa qué lugar está viendo ni a qué fecha corresponde, lo cual da lugar a equívocos”.

Pero en su veredicto final, que en un momento parece que podría ser más que positivo, señala:  «podría haber sido un apreciable documental histórico, pero todo se tuerce al final, cuando el cineasta comienza a exponer su teoría sobre Bartolomé Aragón y su relación con la muerte de Unamuno».

Y es que la mayor parte del artículo está dirigido a fustigar el contenido del documental, al que le reprocha su falta de rigor histórico, bien por errores cometidos o bien por no presentar «prueba alguna de sus afirmaciones». Es por ello por lo que llega a expresas muy categóricamente: «resulta evidente que el cineasta desconoce la historia de Salamanca, tiene graves errores de concepto en lo relativo a la historia de la Guerra Civil y maneja los datos y documentos con una falta de rigor espeluznante».

Delgado Cruz manifiesta que la consideración de Bartolomé Aragón Gómez como sospechoso de haber estado involucrado en la muerte de Unamuno es algo que no tiene sentido. El hecho de que fuera la única persona presente cuando tuvo lugar y que gritara varias veces «¡Yo no lo he matado!», antes de que llegara la otra persona presente en la vivienda, la criada Aurelia, no le merece ninguna importancia.

En relación al papel jugado por el cirujano Adolfo Núñez Domínguez, el facultativo que fue llamado de inmediato por la familia de Unamuno para atenderlo y que determinó como causa de su muerte (una “hemorragia bulbar; causa fundamental arterioesclerosis e hipertensión arterial”), se niega a ponerlo en duda. Para ello alude a su larga trayectoria como republicano y al hecho de haber sufrido una dura represalia económica durante los primeros meses de la guerra, como fue la multa de 75.000 pesetas que el impuso a principios de diciembre.

Como alegato final, el artículo acaba de esta manera: «no hay nada en Palabras para un fin del mundo que nos permita creer en la existencia de este Ramón Mercader de pacotilla en que Menchón pretende convertir [Bartolomé Aragón Gómez]. No hay nada tampoco que nos haga dudar del certificado de fallecimiento expedido por el doctor Núñez, ni del acta de defunción inscrita en el Registro Civil de Salamanca, ni del desarrollo del funeral y entierro. No hay nada, en suma, en este documental tramposo, que erosione la versión de la muerte de Unamuno consolidada en los libros de historia, que no es la ‘versión oficial impuesta por el régimen franquista’, sino simplemente el relato de los hechos objetivos».

La respuesta de José Luis García Jambrina y Manuel Menchón en el libro La doble muerte de Unamuno

Estamos ante un libro no muy extenso pero sustancioso en su contenido. Aunque no se indican qué partes corresponden a cada uno, creo, sólo como un ejemplo, que pueden distinguirse como propias del primero lo relativo a las alusiones literarias. Bien de las obras, con sus personajes, escritas por Unamuno o bien de las de autores como Jorge Luis Borges, Miguel de Cervantes, William Shakespeare e incluso Sófocles. 

Creo, no obstante, que eso ahora resulta secundario, porque entre los dos autores del trabajo se ha dado una comunión que, partiendo de la propia película Palabras para un fin del mundo, va desarrollándose, ampliando su mensaje, a lo largo de las 152 páginas y 18 capítulos que ocupan el libro. Y lo hacen para defender que «no queremos construir un relato alternativo, sino más bien un contrarrelato«, como sostienen en la nota inicial del trabajo, a lo que añaden unas líneas después:«no es nuestra intención acusar a nadie ni manchar el nombre de ninguna persona en particular; tan solo queremos hacer uso a nuestro derecho a discrepar de la versión oficial y a poner en cuestión un relato de los hechos que, como mínimo, habría que considerar como insuficiente y confuso, cuando no de contradictorio y falaz».

Por mi parte no pretendo hacer un estudio comparado del artículo de Delgado Cruz y el libro que nos ocupa, sino mostrar algunos de los contrastes que ofrecen entre sí. 

Menchón y García Jambrina manifiestan un gran acercamiento a la figura de Unamuno, de cuya personalidad destacan su elevado grado de independencia y coherencia, así como su escepticismo hacia todos los órdenes de la vida y con ello el mostrarse como un permanente polemista, de manera que la palabra, entendida en toda sus dimensión, se erige en la piedra angular de esa figura. Por otro lado, no les falta resaltar lo que consideran que fue el error que cometió al apoyar en un primer momento el golpe militar, de lo que con el tiempo se fue arrepintiendo. Es por eso que, como indican la final del Prólogo, indiquen: «Detractor de las dos Españas, al final de su vida quedó solo entre las redes y las alambradas de una de ellas, repudiado por los hunos y por los hotros, y ya no logró salir indemne».

Para estos dos autores el momento decisivo en el devenir de la vida de Unamuno durante los meses que van de julio a diciembre de 1936 tiene lugar el 12 de octubre, cuando el Paraninfo de la Universidad salmantina fue el escenario del tan conocido acto de celebración del Día de la Hispanidad, rebautizada en ese momento como Día de la Raza, y que ocasionó el enfrentamiento dialéctico entre Unamuno y Millán Astray. Un acto cuyo contenido real, en cuanto a las palabras que se pronunciaron, ha sido muy bien delimitado por Delgado Cruz, en su antes referido trabajo «Arqueología de un mito». 

Pero lo que Menchón, en su película, y él mismo y García Jambrina, en el libro, destacan no es tanto lo del famoso «¡Venceréis, pero no convenceréis!», como la alusión que Unamuno hizo a José Rizal, héroe de la independencia filipina en 1898, al que mostró como modelo de un buen español. Para ellos ése fue el principal motivo que llevó a la violenta diatriba de José Millán Astray contra Unamuno. Hay que tener en cuenta que el famoso militar formó parte de los contingentes que lucharon en el archipiélago asiático contra los insurgentes filipinos. Como también hay que hacerlo sobre un colectivo en el que caló profundamente en su amor propio esa derrota, en particular, y lo que acabó siendo en poco tiempo le desmoronaron de los últimos restos del imperio levantado en el siglo XVI.

Y sobre esto no podemos olvidar que Menchón y García Jambrina hacen hincapié en el detalle de la presencia del héroe filipino («el fantasma de Rizal») en el discurso de Unamuno, algo que hasta ahora o bien no se había tenido en cuenta o bien se había hecho olvidar, si no desaparecer. Es así como lo expresan: «se da la circunstancia de que en buena parte de los testimonios o de las reconstrucciones que se han hecho de la intervención de Unamuno no aparece ninguna referencia al héroe filipino, como si su nombre hubiera sido olvidado o silenciado».

En este sentido, mencionan a autores como Luis Portillo (que recreó literariamente el acto, origen del mito desmontado por Delgado Cruz), Hugh Thomas (el primer difusor del escrito de Portillo), Emilio Salcedo (en cuyas sucesivas ediciones de su biografía de Unamuno reitera la ausencia de Rizal) o Andrés Trapiello (que se remite al propio Salcedo). 

Y para rebatirlo, se remiten, de un lado, a la reproducción facsimilar que se conserva en la Casa-Museo de Unamuno de las notas improvisadas que escribió durante el acto del Paraninfo y, de otro, a lo aportado por dos testigos directos de lo ocurrido por haber estado presentes en dicho acto: el catedrático de Derecho Civil Ignacio Serrano y el político conservador Eugenio Vegas Latapié.

El primero escribió unas notas sobre ello, entre las que se encuentran palabras como éstas: «Hay que darse cuenta que vencer no es convencer y que en último término eso que llama la anti-España (idea esta superficial) también es España y advierte contra el riesgo de caer en una unidad en la ramplonería.

Que también era español el filipino Rizal, (1) que se despidió de la vida con unas palabras en español(…) En cambio, es francamente inadmisible la última parte de su discurso, la referente a que la anti-España es España también y la alusión a Rizal».

Y el segundo, ya años después, incluyó en sus memorias:«[Unamuno] de manera inesperada, en su característico juego de ideas y palabras, sacó a colación el fusilamiento de José Rizal, héroe de la independencia de Filipinas, como ejemplo de la brutalidad agresiva e incivil de los militares. Yo mismo sentí un cierto desasosiego al oír pronunciar con elogio el nombre de quien había luchado ferozmente contra España. Y fue precisamente el momento en que Millán Astray se puso en pie y lanzó un grito, [para acabar diciendo]: ‘¡Muera la intelectualidad traidora’!».

A partir de lo sucedido el 12 de octubre la vida de Unamuno cambió drásticamente. Además de ser desposeído de todos sus reconocimientos honoríficos perpetuos (rector, alcalde…), vivió prácticamente recluido en su domicilio, permanentemente vigilado y limitado en las visitas y/o entrevistas que pudieran hacerle. Su estado de salud y ánimo fue deteriorándose, a la vez que fue distanciándose cada vez más del estado de cosas que fue percibiendo en cada momento que pasaba. 

Para Menchón y García Jambrina:«Unamuno era, por tanto, una bomba de relojería que podía estallar en cualquier momento y provocar un daño incalculable a la causa de los sublevados».

Y es aquí aparece Bartolomé Aragón Gómez, un personaje clave para acercarnos a la comprensión de la muerte de Unamuno. Un profesor en Salamanca (catedrático en la Escuela de Comercio) y fascista de convicción, que se afilió a Falange al comienzo de la guerra en su Huelva natal, donde se encontraba de vacaciones, participando, primero, en acciones militares en la toma de las localidades mineras de la provincia y, luego, como jefe provincial de la Oficina de Prensa y Propaganda. Aunque había conocido con anterioridad a Unamuno, no dejó de ser una relación distante, si bien, a su vuelta a la ciudad castellana en el mes de noviembre, buscó la forma de retomar dicha relación. Tampoco fue su discípulo, pese a que ha sido presentado como tal. 

Lo que Menchón y García Jambrina quieren dejar patente es que buena parte de lo que se ha escrito sobre Aragón Gómez en relación a Unamuno, bien por los testimonios propios del primero o bien por lo que se haya escrito por otros autores, está lleno de contradicciones, errores, incongruencias e incluso falsedades. Y desde esas dudas, teniendo en cuenta el desenlace final habido, es por lo que plantean que la versión oficial o, si se quiere, la más extendida de la muerte de Unamuno debe ser puesta en cuestión. 

No me voy a extender en pormenores, algunos de los cuales contienen elementos no tanto fantasiosos como supuestos o imaginados. En cuanto al papel jugado por el cirujano Adolfo Núñez Domínguez, autor del primer informe de defunción, lejos de responsabilizarlo de una mala praxis por no haber sugerido que el cadáver de Unamuno fuera objeto de una autopsia, apuntan en esta dirección: «hay que tener en cuenta que el facultativo no estaba en condiciones de poder solicitar que se realizara una autopsia del cadáver de don Miguel ni, desde luego, de sugerir que se llevara a cabo ninguna clase de investigación, pues eso habría significado arrojar sospechas sobre el único testigo, nada menos que un miembro de la Falange y un adepto de los golpistas, muy bien relacionado, además. Recordemos que Adolfo Núñez era un notorio republicano y que había sido castigado de alguna forma por ello, lo que implicaba que su dictamen médico estaba muy condicionado, ya que corría el riesgo de ser duramente represaliado».

Para los autores del libro esta apreciación sería una hipótesis muy aventurada, pero no sólo, «pues estaríamos (…), ante una pista proporcionada con gran astucia por el doctor Núñez, que vendría a revelar que en esa muerte había algo oscuro, tal vez de índole criminal; una pista convenientemente solapada y a la vez puesta a la vista para que alguien en el futuro se fijara en ella». 

En este sentido han encontrado una importante valoración en la persona del conocido antropólogo forense Francisco Etxeberria. Partiendo del hecho de que, dado el contexto en que se produjo la muerte de Unamuno (en la que hubo un único testigo, Bartolomé Aragón Gómez, no lo olvidemos), el procedimiento legal debería haber sido la realización de una autopsia. Pero, al no haber ocurrido tal cosa, señala con cautela al final del informe:  «Como en tantos otros ejemplos históricos que se investigan muy a posteriori, existe en este caso una versión que es la oficial y que sostiene una hipótesis de muerte natural.(…) Indicios circunstanciales de muerte natural hay muchos, lo complicado es transformar esos indicios en evidencias y, si eso fuera posible, transformarlos en pruebas desde la perspectiva netamente forense». 

¿A qué se debe, pues, tanto en empeño en dudar en torno a la muerte del intelectual bilbaíno/salmantino? Se aportan algunos datos más, como éstos: han desaparecido el certificado médico y el documento que escribió quien constó en el acta del juez municipal como testigo. Nada menos. Pero, atención, ese testigo no era Bartolomé Aragón Gómez, sino Luis Sánchez Zúñiga, convecino del finado.

No me voy a detener en lo referente a la hora del fallecimiento, que se hizo constar en el acta de defunción judicial «a las dieciséis» y que no coincide con lo que aparece en el mandato de sepultura firmado por el párroco de La Purísima, esto es, una hora después. Pero sí en lo que vino poco después: la llegada al domicilio de varios falangistas locales para hacer guardia ante el féretro, mientras otros, desde la Oficina de Prensa y Propaganda, se dedicaban a escribir y/o insuflar panegíricos y obituarios: «rindiendo honores y homenajeando a Unamuno», en suma. Y en lo ocurrido al día siguiente, cuando el féretro fue llevado por las calles de Salamanca a hombros de falangistas conocidos. 

Y todo eso, más que sorprendentemente, ante los ojos de los miembros de la familia. Así es como lo contó en la película de Menchón uno de los nietos, Miguel de Unamuno Adarriaga:«ya por la mañana, de pronto, sin previo aviso, se presentaron unos falangistas conocidos (…); agarraron el féretro y se lo llevaron sin más; por supuesto, sin pedir permiso a nadie, ni hacer ningún comentario, ni nada más. (…). Fue un robo, casi, casi violento».

Esto último es la razón por la que Menchón y García Jambrina definen lo ocurrido como «la muerte simbólica» de Unamuno y que el título de su libro aluda a su «doble muerte»:«A Unamuno se lo apropió la Falange (…) y los sublevados siguieron utilizándolo después de su desaparición, y ello a pesar del rechazo y desprecio que sentían hace él, o precisamente por eso, nuca se sabe».

Algunas apreciaciones personales sobre el libro

No pretendo profundizar en los aspectos en los que los autores valoran la figura de Unamuno, en cierta -o quizás en gran- medida desde la equidistancia. No es éste un término por el que sienta predilección, siguiendo metafóricamente esos versos de Gabriel Celaya que dicen: «Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse» (¡ay de esos comunistas!). A lo largo del libro han recurrido varias veces, enfatizándolas, a las conocidas palabras de «ni con los hunos ni con los hotros». Casi al final del libro dicen:«Los fascistas lo enterraron como a uno de los suyos, a pesar de que lo veían como a un traidor. Para los republicanos era un traidor, a pesar de haberse enfrentado a los sublevados, En definitiva, fue un héroe al que los hunos y los hotros consideraban un traidor, aunque fuera por motivos diferentes y se podría decir que complementarios». 

¿Qué pretendo decir? Resulta incontrovertible que Unamuno se fue distanciando de los gobernantes republicanos, sobre todo del Frente Popular. También, que nunca sintió simpatías ni por el fascismo ni por su versión española. Cuando se inició el golpe militar no tuvo dudas en apoyarlo, aun cuando los argumentos que dio pudieran resultar pueriles en una figura intelectual de su talla. Eso de que iban a salvar la civilización occidental, de creerse que se trataba de un golpe temporal previo a unas elecciones, de hacerlo también acerca de su carácter republicano… Incluso, como apuntan los autores, de confiar en las buenas intenciones de Francisco Franco. 

El paso del tiempo, según fue conociendo los horrores de los militares a los que apoyó, incluidos los asesinatos de algunos amigos suyos, lo llevó a ir distanciándose. Y como momento decisivo, el acto del 12 de octubre en el paraninfo universitario. Una especie de punto sin retorno, porque supuso la ruptura definitiva de Unamuno con sus antes aliados y la de éstos con él. Que su muerte fuese o no producto de una conjura, es lo de menos, pese a que lo sugerido por Menchón y García Jambrina ofrezca otras vías de acercamiento a lo ocurrido. De lo que no cabe la menor duda es que su figura fue utilizada en todo momento por los sublevados: al principio, porque les ayudó mucho en la legitimación del golpe y lo que le siguió, y después, incluso una vez muerto y más allá de la «sobreactuación» falangista en el momento del velatorio y el entierro, o de los escritos propagandísticos que le dedicaron.

Es cierto que la figura de Unamuno empezó a ser relativizada en el bando republicano cuando se fue conociendo, aunque fuera de una forma difusa, lo del 12 de octubre en el Paraninfo. Severiano Delgado Cruz lo desentraña con claridad en su «Arqueología de un mito». He dicho relativizada, que no recuperada, porque seguía negando la legitimidad republicana, aun cuando empezara a distanciarse  de quienes lo utilizaron para construir la suya. Pese a ello, todavía a finales de octubre Unamuno seguía teniendo confianza en los militares. Así se lo confesó al periodista griego Nikos Kazantzakis: «En este momento crítico por el que atraviesa España, es indispensable que me ponga junto a los militares. Son ellos los que establecerán el orden, porque tienen el sentido de la disciplina y lo saben imponer. No preste atención a lo que se dice de mí: no me he convertido en un hombre de derechas, no he traicionado a la libertad. Pero de inmediato es urgente instaurar el orden. Verá como dentro de algún tiempo, y esto no será dentro de mucho, seré el primero en reemprender la lucha por la libertad. No soy ni fascista ni bolchevique. Yo estoy solo».

Negar que lo suyo con la República fue un acto de deslealtad, cuando no de traición, no es decir nada descabellado. Salvo situarse en la equidistancia de «ni con los hunos ni con los hotros» o de lo que con el paso de los años empezó a denominarse como la «tercera España».

Aludí antes a un verso del poeta Gabriel Celaya, pero no está de más recordar lo que el historiador británico Barrington Moore Jr. ha aclarado acerca de la confusión tan frecuente entre objetividad y neutralidad en la investigación histórica. Si la primera resulta obligatoria, la segunda no deja de ser una ilusión por imposible.  

Pueril o no la actitud de Unamuno tras el golpe militar, lo cierto es que fue altamente beneficiosa para quienes acabaron ganando la guerra y se adueñaron inclementemente del país durante las cuatro décadas siguientes. Quizás lo que fue viendo y percibiendo con el paso de los días acabó siendo lo que le llevara a incrementar su sentido agónico de la vida.

Documentación de referencia

Claret Miranda, Jaume (2006). El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945. Barcelona, Crítica. 

Delgado Cruz, Severiano (2018). «Arqueología de un mito: el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca»; https://docplayer.es/82980496-Arqueologia-de-un-mito-el-acto-del-12-de-octubre-de-1936-en-el-paraninfo-de-la-universidad-de-salamanca.html.

Delgado Cruz, Severiano (2020). «Ramón Mercader en Salamanca: a propósito del documental Palabras para un fin del mundo, de Manuel Menchón»; https://www.academia.edu/44509086/Ram%C3%B3n_Mercader_en_Salamanca.

Espinosa, Francisco (2006). Contra el olvido. Historia y memoria de la guerra civil. Barcelona, Crítica.

García Jambrina, Luis y Menchón, Manuel (2021). La doble muerte de Unamuno. Madrid, Capitán Swing. 

Goldáraz, Luis H. (2020). «Jon Juaristi sobre el presupuesto asesinato encubierto de Unamuno: ‘Es una estupidez siniestra'», en Libertad Digital, 27 de octubre; https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2020-10-27/miguel-de-unamuno-asesinato-muerte-jon-juaristi-palabras-para-el-fin-del-mundo-manuel-menchon-bartolome-aragon-6674257/

Kaye, Hervey J. (1989). Los historiadores marxistas británicos. Un análisis introductorio. Zaragoza, Universidad de Zaragoza.

Kazantzakis, Nikos (s.f.) «Salamanca según Kazantzakis», extraído de su libro Apuntes de viajes, en Apocatastasis. Literatura y contenidos seleccionados;  https://www.apocatastasis.com/grecia/kazantzakis/espana/salamanca.php

López García, Santiago y Delgado Cruz, Severiano (2001). «Víctimas y Nuevo Estado. 1936-1940», en Ricardo Robledo (coor.) y José Luis Martín (dir.), Historia de Salamanca. V. Siglo XX. Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos. 

Lucía, Lourdes (2021). «La doble muerte de Unamuno. Conversación con Luis García Jambrina», en Espacio Crítico, 22 de abril; https://espacio-publico.com/la-doble-muerte-de-unamuno.

Marichal, Juan [1986]. «Los intelectuales y la guerra», en Autoría colectiva, La Guerra de España. 1935-1939. Madrid, El País. 

Monedero, Juan Carlos (2021). «La doble muerte de Unamuno. Entrevista a Manuel Menchón», en diario Público/En la Frontera, 29 de abril; https://www.publico.es/publico-tv/en-la-frontera/programa/950346/la-doble-muerte-de-unamuno-entrevista-a-manuel-menchon-en-la-frontera-29-de-abril-de-2021.

Montero Barrado, Jesús María (2019). «Mientras dure la guerra, entre las contradicciones de Unamuno y de Amenábar», en el blog Entre el mar y la meseta, 4 de octubre; http://marymeseta.blogspot.com/2019/10/mientras-dure-la-guerra-de-amenabar.html.

Preston, Paul (1999). . Barcelona, Plaza y Janés. 

Reig Tapia, Alberto (1999). «Inteligencia y política: el intelectual inorgánico», en Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu. Madrid, Alianza.

Rivero Gómez, Miguel Ángel (2020). «Miguel de Unamuno, un liberal secuestrado», en Mercurio. Cultura desorbitada, 30 de noviembre; https://www.revistamercurio.es/2020/11/30/miguel-de-unamuno-un-liberal-secuestrado/

Robledo, Ricardo (ed.) (2007). Esta salvaje pesadilla. Salamanca en la guerra civil española. Barcelona, Crítica.   

(El artículo ha sido publicado en el blog del autor: https://marymeseta.blogspot.com/2021/05/unamuno-y-su-muerte-en-el-centro-del.html)

Nota del blog .- Rizal   fue un gran escritor filipino en castellano   como  el cubano Martí ,cuya memoria era muy presente en la Generación del 98   como en escritores como Unamuno y en la del 14  como Azaña en su novela , El jardín de los frailes .. Era masón . Pero Rizal fue fusilado en Filipinas  acusado de ser independentista y no lo era  ,sino  provincialista , quería que Filipinas fuera un provincia con todos sus derechos , creando La Liga  Filipina  más cultural y cívica que política pero sus novelas eran   de un claro nacionalismo filipino , como comunidad imaginaria  , en su Noli me tangere  y El filibusterismo .  Y luego en teatro y sobre  todo  con importante  poseía   . Por eso fue  luego  fue el héroe    nacional  filipino . El Katipunan  una sociedad clandestina . inspirada en sus libros  esa si eran  independentistas , fundada por  Andrés Bonifacio y Emilio Aguinaldo  que fue el presidente de una fundada  República filipina  que terminó rindiéndose  a los americanos pero  después de la ocupación japonesa  paso a  ser República  soberana  bajo “protección” americana  ,soberanamente  intervenida .  Millán Astray  había  estado en Filipinas  como oficial y tenía una medalla de la Reina de su defensa  del sitio  de San Rafael  . Como  igual Aguinaldo por la humanidad que había tratado a los soldados españoles en  el  sitio de Baler .  Vaya los últimos de Filipinas . La frase ¡Muera la intelectualidad traidora’!», no está  solo contra Unamuno sino contra Rizal y Martí .  En el fondo la tremenda frustración imperial intentando compensarla con la ocupación del  Rif y su copia de  la legión extranjera francesa la respuesta a la República de Abdelkrim y el desastre de Anual. Tampoco es extraño a esto el anti republicanismo actual  del nacionalismo español   y del  mito  de un estado imperial frustrado territorial .Que les produce ceguera nacional. Si Cuba hubiera sido una Autonomía  o Estado asociado y Filipinas una provincia , la historia seria distinta o de una descolonización  y/o independencia  graduada .Y el Rif  al final lo  incorporo el sultán de  Marruecos como el Sahara  , cuando no eran del sultanato.  Sin olvidar el papel fundamental norteamericano en todos los casos . La biografía de Rizal de E.W  .Retana publicada en 1907   era una referencia como actualmente seria  la de Benedict Anderson  , Bajo tres banderas .2014 .

 


sábado, 29 de mayo de 2021

¿ Golpe de toga ('lawfare' ) del TS ?



El Tribunal Supremo entra de nuevo en política

En su informe sobre los indultos, el Supremo va más allá de lo que debería ser su papel. Se extralimita. Y excede la que debería ser su función, que no es valorar la conveniencia política de una medida de gracia

 

Ignacio Escolar


 Hay un problema en España con la separación de poderes. Pero no es el Gobierno quien está invadiendo competencias que no le corresponden. Es el Poder Judicial el que pretende ejercer funciones que no son suyas, quien está haciendo política, quien está excediéndose en su papel. 

Es natación sincronizada. O uno de esos bailes de salón. O un mecanismo de relojería donde cada pieza se mueve con exacta precisión. Tic, tac. A las nueve de la mañana, el PP y Vox cargan duramente contra el Gobierno por no descartar –aún no han sido aprobados– los indultos del procés. Y apenas un par de horas después, es el politizado Tribunal Supremo quien les da más munición.

Hace tiempo que la derecha política actúa coordinada con la derecha judicial.

Los seis jueces que firman este informe, denegando los indultos del procés son Manuel Marchena, Andrés Martínez Arrieta, Juan Ramón Berdugo, Antonio García del Moral, Andrés Palomo del Arco y Ana María Ferrer. En este artículo explico en más detalle quiénes son. Un 'spoiler': de los seis, cinco fueron elegidos por los vocales del CGPJ aupados por el PP. Solo hay una que fue ascendida al Supremo por los vocales del PSOE. Uno de los seis es también miembro del Opus Dei.

Con este tribunal de absoluta mayoría conservadora –había otro magistrado de la asociación progresista, pero ya se jubiló–, estaba cantado el 'no' a los indultos del procés. Nadie esperaba que el Tribunal Supremo diera su aprobación. Y no porque no hubiera precedentes de informes favorables ante delitos aún más graves: el Supremo sí respaldó los indultos de los golpistas del 23F o al terrorismo de los GAL. 

El informe negativo estaba cantado. Pero no así los argumentos que ha empleado el Supremo. Ni el modo en que los despacha. Ni los razonamientos que da. 

La primera anomalía es que el Supremo agrupe 12 peticiones de indultos a 12 condenados en una sola tacada. En un solo informe. Algo que no debería ser lo normal. Porque la Constitución prohíbe los indultos generales. Porque el indulto es una medida de gracia individual. Porque cada caso es diferente y sus circunstancias también lo son: no es lo mismo Santi Vila que Oriol Junqueras que Jordi Cuixart. Y por tanto el Supremo también debería haber informado sobre cada caso de forma individual. No son un pack. 

La segunda anomalía es que el Tribunal Supremo considere la falta de "arrepentimiento" y la "contumacia del penado en su desafío" como "la mejor expresión de las razones por las que el indulto se presenta como una solución inaceptable". Aunque en el Supremo lo plantee de ese modo, como si el arrepentimiento fuera un requisito imprescindible y obligado, ni la ley ni la jurisprudencia lo consideran así. Tejero nunca se arrepintió, pero el Supremo sí se mostró favorable a indultar a este golpista. En ese informe a favor del perdón para Tejero, que el Supremo firmó en 1993, se defendió la medida de gracia por "conveniencia pública" y para contribuir "al olvido de unos hechos que deben quedar ya en el pasado".

La tercera anomalía es que el Supremo reescriba su propia sentencia del procés. Que fue una condena por sedición, no por rebelión, porque el propio tribunal consideró que aquello no fue un golpe de Estado, que no se usó la violencia como parte del plan. Según la propia sentencia, "todos los acusados eran conscientes" de que la independencia era inviable y solo buscaban "presionar al Gobierno para la negociación de una consulta popular".

Fue sedición, no rebelión. Pero cuando el Supremo argumenta en este informe que las penas a la que los líderes del procés fueron condenados son equivalentes a las de otros países europeos, las compara con los delitos de rebelión o alta traición de Alemania, Francia o Italia. 

Todos estos países ponen un requisito para los delitos que cita el Supremo que en el procés no se dio: la violencia. Basta con repasar esta detallada comparativa sobre las penas que tiene la sedición en el resto de Europa para ver la trampa y el cartón. 

La cuarta anomalía es ese peligroso argumento –más político que judicial– que desliza el Supremo y también el fiscal al considerar que esta medida de gracia podría ser "un autoindulto", al ser ERC un partido que en ocasiones apoya al Gobierno en el Parlamento. Por las mismas, también lo serían los indultos a los condenados del PSOE de los GAL por parte del PP, puesto que es el PSOE quien ha pactado con el PP todas y cada una de las renovaciones del Poder Judicial. O cualquiera de los muchos indultos que se han aprobado, por parte de sus propios partidos, a condenados por corrupción. 

El Tribunal Supremo, en este informe, va más allá de lo que debería ser su papel. Hace política. Se extralimita. Y excede la que debería ser su función, que no es valorar la conveniencia política de una medida de gracia. 

Nada nuevo bajo el sol. Porque casos como éste son la verdadera razón por la que el Partido Popular se niega a renovar el Consejo General del Poder Judicial, que es el órgano constitucional que nombra a todos y cada uno de los jueces del Tribunal Supremo de forma casi discrecional. Como decía un portavoz del PP: "Controlar la Sala Segunda desde atrás".

Cada vez que el PP pierde las elecciones, bloquea la renovación del Poder Judicial. Y así alarga su control sobre la justicia, y puede nombrar a más jueces afines en los puestos clave: en todas las salas del Supremo, en los Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, en las presidencias de la Audiencias Provinciales, en las presidencias de sala de la Audiencia Nacional… 

En 1995, la Sala de lo Penal o Sala Segunda del Supremo –la que juzgó el procés– estaba compuesta por 13 jueces: siete progresistas, seis conservadores. Hoy el dominio de la derecha en los tribunales claves, empezando por el Supremo, es abrumador. 


¿Cuántos jueces conservadores y progresistas hay en la Sala Segunda del Supremo?

Evolución del número de magistrados progresistas y conservadores en la Sala de lo Penal del Supremo, según los acuerdos anuales de composición de las salas del tribunal a fecha 1 de enero

En el último cuarto de siglo, el porcentaje de jueces progresistas en la Sala de lo Penal del Supremo ha menguado paulatinamente, casi con una única excepción: 1997. Ese año coincide la jubilación de dos magistrados conservadores con la vuelta a su plaza en el Supremo de dos progresistas que estaban en comisión de servicios.

Fuente: BOE


El camino de los indultos del procés por el Tribunal Supremo solo acaba de empezar. Porque después de este informe, si es que el Gobierno finalmente aprueba algún indulto, será otra Sala del Supremo, la Tercera, la que se tenga que pronunciar. Los puede anular.

El Gobierno corre un serio riesgo: el del desastre total. Que apruebe los indultos y que después la Sala Tercera del Supremo los tumbe. No es es descartable: en esa Sala la derecha también tiene la mayoría absoluta. Como en todas las demás.

Esta derechización de la Justicia no es fruto de la coincidencia o del azar. Es el resultado del filibusterismo del PP con las renovaciones del Poder Judicial: bloquear el acuerdo cuando pierden las elecciones, y así alargar su dominio sobre los jueces unos añitos más. En las últimas dos décadas, el PP y el PSOE han gobernado casi el mismo tiempo: unos diez años cada uno. Pero el CGPJ ha mantenido una mayoría conservadora 15 años de esos 20. Quien controla el Poder Judicial decide los nombramientos. El resultado a la vista está. 

En el colmo del cinismo, el PP argumenta ahora que será "casi imposible" renovar el Poder Judicial si el Gobierno sigue adelante con los indultos. Porque así funciona el "constitucionalismo" de quienes no cumplen con lo más básico de la Constitución.

 https://www.eldiario.es/escolar/tribunal-supremo-entra-nuevo-politica_129_7975371.html

 Nota del blog  .-En todos los juicios  el cumplimiento  del sistema procesal es fundamental para que sea justa la sentencia y garantista  ,en este caso con el proceso  no lo cumplieron . Al aplicar el 155  y  suprimir su aforamiento los acusan de una cosa y luego sentencian por otra  y así se saltaron el juez natural , el tribunal natural  en la mayoría de los casos , para así ir a parar directamente al TS  que el PP lo tiene bien controlado y hacer un paquete con  ellos y  montar un gran juicio como si  fuera el Franquismo  con el de  Burgos,  impidiendo además  los sucesivos recursos escalonados , fuera el TSJC  o la Audiencia Nacional , caso de los Jordís que no eran aforados .. El gran juicio  fue  una venganza y siguen en lo mismo , con esta sentencia paquete como salida de un bunker  y como si fuera un haz o sea un facho  y no separar cada caso e individualizarlos , como es lógico en  cualquier sentencia  penal . Y así con todos juntos tapan cada uno  . No me extraña que tribunales de estados europeos  los desnuden  con las sentencias  sobre las extradiciones . El día que desde Estrasburgo o  tribunales europeos empiecen a caer sentencias les veremos  desnudos y que debajo de la parafernalia de la toga van en pelotas . Y veremos a toda la caverna mediática chillar contra los tribunales  de la UE  , desempolvando otra vez lo de la leyenda negra  contra España . Mientras además  , como aprendices de brujo el independentismo saldrá reforzado. La ANC   ya manifestó que los indultos perjudican su  movilización .Y así se cumplirá otra vez más  la ley de la estupidez que  dice:  que  quería hacer tanto daño al contrario y como estaba tuerto  se arrancó el ojo que le quedaba para que el otro se sacara  uno y  se quedó totalmente ciego . Está sentencia es un suicidio  del TS  .Actuando  como tercera Cámara  solo para dar apoyo la derecha . Y no es vinculante  .El Gobierno lo que debe de hacer es reformar primero el código penal ,  y quitar eso delitos que solo están así en  el código en España . Y le dan  razones a la derecha y al TS  que esta actuando como si fuera una tercera cámara   como hizo el TC  con  el desmantelamiento del Estatut  de 2006 que rompió además el pacto  constitucional . Con el voto mayoritario incluso de  180 diputados a 200 (1) diputados  . La derecha solo tiene 150 . Lo  puede hacer  y tomarlo con calma ,tiene dos años que es el acuerdo  de la mesa con el Gobierno  de Cataluña y dejar que el trifachito de Colón , otra vez tan unidos  , se desgaste en Covadongas emergentes  gritando  .. ¡Pelayo cierra España! . Recordemos que la sentencia no es vinculante y los recursos solo los puede poner solo Vox que actuó como acusación en el  macro juicio ..Y algunos del  viejo PSOE les debería caer la cara de  cemento si la tuvieran , como sino hubieran indultado  a  los del GAL o al  general  Armada del 23 F . Y del PP ya no tiene nombre cuando ellos  indultaron a MILES  de corruptos   y a guardias civiles .La Fundación Civio (1) recopila en su buscador los indultos concedidos en España desde el año 1996, que en la actualidad ascienden a 10.652 La mayoría de ellos, bajo la batuta de los gobiernos del Partido Socialista (PSOE) y del Partido Popular (PP), se concedieron por delitos contra la salud pública o robos. Sin embargo, la propia fundación destaca que los delitos que más porcentaje acumulan en relación a las condenas totales son los delitos de malversación, contra el medio ambiente o de funcionarios contra las libertades individuales (2).  Tampoco se necesita ningún arrepentimiento  para indultarlos solo en las mentes  nacional católicas   cabe eso cabe eso. Impide de eso que se repita ?. Un ejemplo cuando  Lutero hizo la traducción del Biblia ,se dio cuenta  que  esa palabra no era así como se traducía en la Biblia en latín ,   ,sino  CAMBIO  , arrepentirse es cosa del confesonario y así  establecer el control  espiritual, o sea la haces  , te confiesas, te arrepientes y la repites ,  sueltas  la moneda en cepillo y listo    " absuelto"  , típico  del catolicismo de Trento  del cual  se reía Lutero con las indulgencias . Decía. "Cada vez que  suena la moneda en el cepillo el cura se da un saltito "  ..Estos jueces se están suicidando  a  paso lento  pero seguro . cuando vengan sentencias europeas se les vera  que bajo la  toga  están en pelotas. 

  NOTA (1)  https://noticias.juridicas.com/actualidad/noticias/14823-el-gobierno-anuncia-que-reformara-el-codigo-penal:-los-delitos-de-sedicion-y-rebelion-entre-los-principales-objetivos-/

NOTA  (2) https://civio.es/el-indultometro/buscador-de-indultos/ 

                                                           


           

jueves, 27 de mayo de 2021

COVAX : la trampa .

COVAX: la trampa

 Silvia Ribeiro 

Hay muchas paradojas en esta pandemia, la mayoría sobre cómo los más ricos y poderosos se benefician del desastre y lo empeoran. El mecanismo COVAX es una de ellas. Se presenta como forma de acceso más equitativo a las vacunas para Covid-19, pero en realidad es una forma de facilitar los negocios de las grandes farmacéuticas y proteger sus patentes, lo cual impide que los países del Sur global puedan disponer de suficientes vacunas. No es un efecto secundario o accidental: la escasez es un elemento importante para las empresas, ya que garantiza la demanda y aumenta los precios.

Un reciente reporte sobre Covax del experto Harris Gleckman -antes funcionario de ONU- publicado por Amigos de la Tierra Internacional, analiza con rigurosidad el mecanismo, revelando una perversa iniciativa comercial contra la salud pública, diseñado y promovido por la Fundación Bill y Melinda Gates.

COVAX funciona como un banco comercial, para hacer compras conjuntas a gran escala a las transnacionales, lo que a éstas les otorga aún mayor seguridad a sus inversiones aunque ya han recibido cuantiosa financiación pública para desarrollarlas. No cuestiona sus precios ni condiciones leoninas. Al contrario, facilita a las empresas la entrada a nuevos mercados en países pobres, sin costo ni riesgo para ellas. Las miserables entregas “gratuitas” que realiza a esos países ya han sido pagadas por otros o por instituciones públicas multilaterales. Al entrar con vacunas patentadas, favorece los mecanismos de mercado en la atención de salud pública.

Que se produzcan y distribuyan equitativamente vacunas seguras en una pandemia global, es un rol de la Organización Mundial de la Salud de Naciones Unidas (OMS), no de una institución privada como COVAX. Ésta se ha apropiado de tal función para prevenir que se tomen medidas imprescindibles y necesarias, como la cancelación de patentes y el apoyo internacional al fortalecimiento de capacidades nacionales para prevenir próximas pandemias.  Como asociación público-privada, COVAX es una institución de “partes interesadas” (stakeholders), sin transparencia ni rendición de cuentas, donde los grandes actores privados como la gran farmacéutica, que actúa por interés de lucro, deciden tanto o más que gobiernos e instancias públicas de la comunidad internacional.

Fue fundada por la Alianza Mundial para las Vacunas e Inmunización y la Coalición para las Innovaciones en la Preparación para Epidemias (GAVI y CEPI por sus siglas en inglés), esta última fundada en el Foro Económico Mundial de Davos. Y, ambas, diseñadas y financiadas por la Fundación Bill y Melinda Gates. Aunque la OMS figura también como fundador y participante, su papel es marginal y parece más bien una fachada. GAVI es quien administra el mecanismo y su máxima instancia de decisión está presidida por los presidentes de directorio de GAVI y CEPI. 180 gobiernos se han enlistado en COVAX, pero deciden poco o nada sobre sus formas de acción, contratos, etc.

Según la OMS, el porcentaje de vacunación para obtener inmunidad colectiva debería ser mayor al 60 por ciento en todos los países simultáneamente. Numerosos reportes de Naciones Unidas y prensa dan cuenta diariamente de cómo los países industrializados acaparan la mayoría de las vacunas, incluso algunos países como Canadá, más de tres veces las dosis necesarias para toda su población. COVAX no ha hecho nada, salvo pedir amablemente a esos países que donen las vacunas que no van a usar (ya pagadas a las empresas, obviamente).

Para lograr ese nivel de vacunación global, la única vía sería que todos los países con capacidad de producir vacunas a nivel nacional lo hicieran y apoyaran directamente a los que no lo tienen.  Un primer paso para ello es cancelar todas las patentes y otras restricciones de propiedad intelectual para acceso y transferencia de vacunas y tratamientos relacionados a Covid-19. Esto ya fue planteado por India y Sudáfrica y apoyado por más de 100 países en la Organización Mundial de Comercio (OMC) pero Estados Unidos, Europa y otros países sede de trasnacionales farmacéuticas se han opuesto ferozmente.

Varios países del Sur global, entre ellos India, Sudáfrica y Brasil, tienen capacidad de producción y distribución de vacunas. En muchos más esa capacidad ha sido debilitada por las políticas neoliberales de las últimas décadas, pero podrían ser apoyados para reactivar la producción nacional. Esto es lo que COVAX quiere impedir, siguiendo el modelo de acción que lleva también GAVI.

COVAX funciona también como una forma de privilegiar las vacunas transgénicas, patentadas y altamente experimentales, llenas de incertidumbres y riesgos, como las vectorizadas por virus, que insertan ADN (entre ellas AstraZeneca, Johnson y Johnson, Sputnik, CanSino) y las de ARN (como Pfizer y Moderna). El reporte de Gleckman señala que también este mecanismo ha funcionado para marginar opciones más accesibles y públicas producidas en China, así como la de Rusia, aunque tiene el mismo modo de acción que las que sí aprobaron.

Lamentablemente, no sólo COVAX, sino también la OMS y gobiernos promueven esas vacunas más caras y riesgosas, obviando que las empresas seguirán provocando escasez y que existen opciones con métodos convencionales probados, como virus atenuados, inactivados o de sub-unidades proteicas (éste último es el caso de las vacunas cubanas) , que además son las que mejor se podrían producir a nivel nacional.

 

Fuente: Alainet