sábado, 25 de enero de 2020

El Agit-prop de Casado y Cia..




Agit-prop de una derecha desnortada y peligrosa

El PP anda desnortado sin saber qué quiere ser, porque le ha salido una conciencia agitadora a su extremo que viene acompañada de un panorama mediático insultantemente antidemócrata

Pablo Casado es un dulce bocado para quienes aspiran a tener un líder blando sin consciencia de su ruta, porque eso hace posible tener un hombre de paja al que guiar en beneficio propio: una derecha sin rumbo ni concierto y, por eso, muy peligrosa

Antonio Maestre


 El diario.es

Pablo Casado anda confuso. No sabe si raparse la barba o ponerse gafas. En ocasiones es un digno heredero de Rajoy y su calma atemporal, y en pocas horas pasa a ser un furibundo defensor de las esencias ideológicas de lo peor de la aznaridad. 
El PP anda desnortado sin saber qué quiere ser, porque le ha salido una conciencia agitadora a su extremo que viene acompañada de un panorama mediático insultantemente antidemócrata. 
Un extremo que le urge constantemente a tomar decisiones extemporáneas y atribuladas y le obliga a levantar mucho la voz. A ir a rebufo de Vox.
 Ruido en las redes, ruido en las ondas, ruido en las portadas. Mucho ruido para un líder popular que no sabe bien qué deriva tomar y se siente acomplejado por su falta de liderazgo.
Pablo Casado es un dulce bocado para quienes aspiran a tener un líder blando sin consciencia de su ruta, porque eso hace posible tener un hombre de paja al que guiar en beneficio propio. Una derecha sin rumbo ni concierto y, por eso, muy peligrosa.
El agit-prop marxista fue cooptado hace tiempo en España por la extrema derecha. Está a mandos de Federico Jiménez Losantos, que tiene a sus cachorros diseminados por todos los medios conservadores españoles siguiendo sus instrucciones y enseñanzas como pequeños chacales adiestrados.
 Pero hasta para hacer ruido hay que tener cierto talento. La elección fallida de las guerras culturales de estos días permite pensar que los discípulos están aún muy lejos del maestro.


La estrategia de agit-prop es constante desde los medios conservadores con El Mundo a la cabeza, que se ha demenciado (más aún) bajo la dirección de Francisco Rosell y que, con Jorge Bustos en opinión, está marcando la pauta de una oposición mediática imbuida del espíritu del antiguo maoísta Losantos.
 El verdadero artífice del corpus discursivo de todos y cada uno de los representantes del panorama mediático conservador dirige la orquesta y hace que sientan miedo a que desde las ondas los tilde de maricomplejines.
 Esa estrategia constante de urgencia, de escándalo, de emergencia crítica que transmiten estos medios provoca en sus correligionarios una sensación de peligro y alarma, que es el germen propicio para el odio de los salvapatrias.
Tendemos a creer que el proceder de nuestra derecha cuando se encuentra en la oposición, y no maneja a su antojo los resortes del poder, es específico de nuestro país y que su concepción patrimonial del ejercicio del gobierno es una enfermedad española. Pese a que nuestro patrioterismo reaccionario tenga unas especificaciones regionales heredadas del pensamiento doctrinario del XIX no es una cuestión endémica, sino un modus operandi habitual en las derechas europeas y allende los mares cuando el poder es desocupado por los que lo consideran capital propio por derecho divino.

El odio

Las campañas de odio y difamación constantes desde los medios al que consideran poseedor ilegítimo del poder tienen antecedentes en otros países. Con similitudes y trágicas consecuencias. En el año 1982, Olof Palme recuperó el poder en las elecciones en Suecia después de haberlo perdido en 1976. El líder socialdemócrata había conseguido labrarse multitud de enemigos por una política internacional crítica con el imperialismo de EEUU y algunas actuaciones de la URSS, sobre todo en Afganistán.
 A Olof Palme se le consideró uno de los principales elementos que buscaban una tercera vía en la política internacional en el difícil contexto de la Guerra Fría. Una vez recuperado el poder en Suecia, Palme se encontró con una oposición muy virulenta liderada por los medios conservadores en un país en el que la mayoría era de esa adscripción ideológica. 
Jan Stocklassa narra en Stieg Larsson. El Legado: Las claves ocultas del asesinato de Olof Palme la campaña atroz que tuvo que sufrir el entonces líder socialdemócrata y que provocó un ambiente de odio hacia Palme.
Jan Guillou fue uno de los periodistas que puso en el foco a Olof Palme con su campaña constante de descrédito. Un periodista que perteneció a la corriente maoísta y que en la actualidad es un furibundo crítico con el movimiento feminista y contra el colectivo LGTBI. Las similitudes con otro locutor en España se aprecian fácilmente. Guillou acusó a Palme de tener relaciones con prostitutas y diversos escándalos relacionados con su vida privada. Según Stocklassa, "cuando el odio contra Palme estuvo establecido en diferentes sectores de la población, ya no se le pudo poner freno". 
La cascada de acusaciones, descrédito y deshumanización comenzó a ser imparable. Se publicaron caricaturas de Olof Palme con nariz aguileña, dientes rotos y ojeras exageradas. No hay que ir muy lejos para encontrar algo parecido en España; la compartió Vox el día de la investidura. Los diarios conservadores comenzaron a hablar de una ideología inventada llamada "Palmeísmo", que buscaba establecer el sentido peyorativo de toda idea emanada del presidente. 
En España lo llaman "Sanchismo". Finalmente, un diario de derechas llamado Contra vendía dianas con la cara de Olof Palme para que se practicase puntería con el líder socialdemócrata. A ese punto aún no hemos llegado, puede que no tardemos en verlo. El odio se hizo concreto y frío el 28 de febrero de 1986 en Estocolmo. Cuando Olof Palme volvía del cine con su esposa, un hombre se aproximó por detrás, le disparó por la espalda y le causó la muerte casi de inmediato. Están a tiempo de parar la escalada, el agit-prop reaccionario tiene consecuencias imposibles de asir una vez que se desata.

 

51 días de huelga contra la reforma de Macron



  


3350.000 personas marcharon en París a 51 días de huelga contra la reforma de Macron

Con enormes columnas de trabajadores y estudiantes, las manifestaciones reunieron a 350.000 personas en París y 1.3 millones en todo el país, según la CGT. Esta jornada de huelga y movilización confirmó que el movimiento está muy lejos de haber muerto.



http://www.izquierdadiario.es/350-000-personas-marcharon-en-Paris-a-51-dias-de-huelga-contra-la-refor

 Última hora
 

El Consejo de Ministros aprueba el proyecto sobre las pensiones, clave en el programa del presidente

viernes, 24 de enero de 2020

Los caniches de Trump

Los caniches de Trump

TopoExpress


Las oligarquías y sus representantes políticos intentaron vendernos durante años un cuento. Según esta historieta la interrelación, cada vez mayor, entre los países europeos y, especialmente, a través de los tratados (Maastricht y el euro) empujaría a Europa a una nueva edad dorada. Se preservaría la paz en el continente. Se profundizaría el espíritu democrático y el bienestar europeo. Se reequilibraría el peso de los diferentes países y, finalmente, Europa sería reconocida como agente internacional de primer orden. Las izquierdas postmodernas, alimentados algunos de sus dirigentes con Erasmus europeos y doctorados en Harvard, creyeron el cuento. Apostaron, sin querer ver la realidad, porque la entente entre los grandes (Alemania, Francia y Reino Unido) relanzaría la importancia de Europa como factor de moderación internacional. La izquierda encandilada apoyó la supuesta idea de una “nacionalidad europea” al creer que se difuminarían los estados-nación nacidos tras la paz de Westfalia. Quisieron auto-convencerse de que definitivamente Europa sería reconocida como un factor geopolítico diferenciado del bloque estadounidense y sus satélites. En realidad Europa se confunde con los intereses de la oligarquía alemana. El sueño europeo no es sino el sueño de una Alemania que domina el continente y que se pliega a su vez, a los intereses de EEUU.
Europa no ha representado un factor de paz en este tiempo. No ha sido un elemento de vertebración para la distensión internacional. Ha participado, por el contrario, a través de los países dominantes (Francia, Reino Unido o Alemania), en los conflictos militares en la zona. Europa, a través de la OTAN, participó activamente en la guerra por la disolución total de Yugoslavia (1991-2001). Alemania, que tenía intereses en los Balcanes desde antes de la Primera Guerra Mundial, creyó llegado el momento de imponer su hegemonía. Arrastró a los demás países. Clinton, con problemas con sus becarias, utilizó el conflicto para desviar la atención y configurar la zona. Su objetivo era convertir Centro Europa en una base militar contra Rusia, como así hizo con la aquiescencia europea.
Europa, a través de Francia y Reino Unido con participación española, destruyó Libia, y perpetró uno de los crímenes más horrendos de nuestra época. Europa y la UE han participado activamente en el financiamiento de los grupos terroristas en Siria y, al margen de la cacareada UE, cada país, como el caso francés, mantiene “sus guerras imperialistas” en otros continentes (por ejemplo en África Central) o mantiene la ocupación de Irak.
Europa no ha supuesto un factor de crecimiento de la solidaridad europea, sino que al contrario, ha sido subyugada por el “diktat” alemán y la influencia neoliberal de Inglaterra en tiempos de Margaret Thatcher. Europa ha sido la palabra talismán, el engañabobos para que la opinión pública, con el beneplácito de la izquierda atlantista, haya permitido el retroceso generalizado en las condiciones de vida y trabajo de la población. Ha sido el vehículo a través del cual se han introducido las políticas ultraliberales. La excusa para el recorte de pensiones, los recortes en Sanidad o servicios sociales es siempre Europa. En realidad hemos aprendido que son las mismas oligarquías nacionales las que imponen las políticas de ajuste para maximizar las tasas de beneficio empresarial. Agotado el modelo, el capitalismo neoliberal dibuja los contornos de una nueva frontera. El Brexit inglés muestra el debilitamiento del proyecto europeo. El capitalismo transnacional y las oligarquías territoriales apuestan a medio y largo plazo por el reforzamiento de los partidos neofascistas que tienen y tendrán desgraciadamente mayor influencia continental.
Europa y los países que la lideran se han convertido en los caniches de Trump: Alemania, Gran Bretaña y Francia van a obedecer la orden de Washington de matar el acuerdo nuclear con Irán. ¡Denunciarán a Irán!; precisamente el país que ha cumplido fielmente los acuerdos de los que eran garantes Alemania, Reino Unido y Francia. La UE-3, donde anida una legión de mediocres políticos, muchos rebotados de sus propios parlamentos, no debería ignorar que la ruptura del acuerdo con Irán es, en realidad, una fase más del enfrentamiento con China y Rusia en Oriente Medio. ¿Puede y debe permitirse Europa actuar en un bando y enfrentarse al otro? El gobierno Trump ha ordenado que cancele el acuerdo: ya han comenzado. Rusia y China, los otros cofirmantes, se oponen vehemente porque saben que es el preludio de nuevas guerras en Oriente Medio.
La UE-3, a pesar de las declaraciones altisonantes, siempre ha buscado formas para imponer restricciones a Irán, especialmente por su programa de misiles. La penetración del sionismo en los gobiernos europeos es más que evidente, de ahí la influencia de Tel Aviv en la política exterior. Cuando en mayo de 2018 Trump faltó a los acuerdos firmados, abandonó el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) y reintrodujo sanciones contra Irán de forma ilegítima, la UE-3, en lugar de aferrarse al derecho internacional y denunciar la posición de Washington, no hizo nada por preservarlo. Dijeron, eso sí, que ellos seguirían apoyando el acuerdo. Finalmente claudicaron frente a las amenazas de imponerles sanciones si comerciaban con Irán. Incluso pretendieron crear un instrumento comercial (INSTEX) que no ha funcionado.
Si el presidente Trump ha faltado al más elemental decoro y legalidad internacional, no lo ha hecho menos la UE-3. En junio de 2018, Irán, tal y como estaba recogido en el tratado, activó el Mecanismo de resolución de disputas del acuerdo (se estableció para denunciar a la parte que no cumpliera los acuerdos, en este caso EEUU). Se envió una carta oficial al coordinador de la Comisión Conjunta del JCPOA. En la reunión organizada para cumplimentar el mecanismo, la UE-3 se comprometió a mantener su parte del acuerdo. Se reconoció que Irán estaba cumpliendo estrictamente las condiciones establecidas. Por ello, la UE-3 debería haber eliminado las sanciones económicas contra Irán, incluyendo el acceso a los fondos financieros del país retenidos por el Reino Unido, EEUU y Francia. El incumplimiento por parte de los firmantes europeos provocó que Irán, según el artículo 26 del tratado, reiniciara el reprocesamiento de uranio como medida de presión, pero esperó todo un año para hacerlo.
Todas los acuerdos firmados han quedado rotos, la amenaza de Trump ha bastado para la UE muestre su carácter. ¡Qué duros con las espigas, con los griegos, los refugiados o sus pensionistas! ¡Qué blandos con las espuelas! ¡Qué perritos falderos frente a la arrogancia de EEUU! Hemos visto como frente al incalificable asesinato del General Gassem Soleimani, un general de un ejército con el cual EEUU no está en guerra, la UE ha acabado posicionándose al lado de Trump, justificando con sus silencios e incluso dando apoyo, como hicieron alemanes e Ingleses, a una tropelía sin nombre en el derecho Internacional. De esta forma también la UE-3 ha acabado por sancionar nuevamente a Irán.
La UE es un vasallo desesperado de los Estados Unidos. Nos dicen que los estados han cedido parte de su soberanía a Bruselas; lo que ocultan es que la UE ha perdido su soberanía a manos de los EEUU. La retirada del JCPOA ha sido la prueba de fuego para la UE-3. El cambio geopolítico al que estamos asistiendo debería obligar a la UE a adoptar decisiones conflictivas, que no va a tomar. Las diferentes oligarquías europeas están confabuladas para mantener las relaciones de poder a través de una UE que sirve como excusa y garante de las formas de apropiación neoliberal. La UE habla y gesticula mucho, pero frente a las pruebas de fuego empequeñece y se esconde. Las capas humildes de este continente, los asalariados, los autónomos, las mujeres, los pensionistas… han de entender que se puede presionar a los gobiernos en el poder y que estos, al margen de lo que diga “Europa o Bruselas”, no solo tienen margen de maniobra sino que se pueden revertir políticas antisociales. La Francia de los chalecos amarillos y la lucha por las pensiones muestran que la idea de la “Sagrada Unión Europea” no es más que un “bluff”, otro cuento más con el que asustarnos.
Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/los-caniches-de-trump/

Chile , la desafeción total hacía los políticos .

Las brutales tensiones del derrumbe de los políticos



Nueve de cada diez chilenos no tienen confianza en los partidos políticos. Esa es una situación impactante, y más cuando son los políticos los que deberían encaminar el proceso hacia una nueva Constitución, el mecanismo más urgente para superar la crisis que quedó en evidencia desde octubre de 2019. Estos y otros resultados arrojó la muy reciente encuesta del CEP (Centro de Estudios Públicos), confirmando la debacle de la política convencional, pero también dejando en claro que esa crisis es más profunda de lo que asume buena parte de la clase política, sea por derecha como por izquierda (1). Esta nueva evaluación muestra que Chile enfrenta unas tensiones que sólo pueden ser descritas como brutales. Es que la salida a la crisis por medio de una nueva constitución que deje atrás definitivamente las herencias pinochetistas, está en manos de políticos, pero casi nadie los respalda. El 98% de los chilenos desconfía de los partidos, el 97 % del congreso y el 95% descreen del gobierno. La política convencional ha quedado en manos de una minúscula minoría a la que casi nadie apoya.
A pesar de ello, los partidos políticos que sostienen al gobierno siguen insistiendo en que una de las salidas puede ser una convención constitucional “mixta”, con un 50% de parlamentarios. No entienden que los congresistas apenas reciben un 3% de confianza. El sentido común demandaría centrarse en la otra opción, una convención con constituyentes específicamente elegidos para esa tarea, y sobre todo provenientes de movimientos sociales. De todos modos, esos políticos convencionales ya están entorpeciendo o bloqueando la postulación de candidatos independientes. Lo hacen de varios modos, como exigirles los mismos mecanismos que usan los partidos políticos, desatendiendo la paridad de género, impidiendo que exista representación específica para los pueblos originarios, y hasta entorpeciendo el acceso a la televisión.
Al mismo tiempo, Sebastián Piñera, quien de alguna manera sigue coordinando acciones para salir de este atolladero, se sumergió en el más bajo nivel de apoyo público a un presidente en el continente: sólo el 6% de los chilenos lo respaldan. Esto es menor que las adhesiones a Dilma Rousseff en Brasil (7 %) cuando se trataba su destitución; y también menos que las recibidas por Fernando de la Rúa en Argentina (8%) al tiempo de huir en helicóptero desde la casa presidencial. Dicho de otro modo, casi todos los chilenos desconfían o creen incapaz a la persona que debería mostrar los caminos de salida a la crisis.
Ni siquiera los partidos políticos de la oposición parecen entender esta problemática ya que repiten posturas que los siguen alejando de los reclamos ciudadanos. Por ejemplo, para enfrentar la protesta en las calles, los parlamentarios de la coalición de gobierno están aprobando una “ley antisaqueos” con duras penas. En ella, acciones como la interrupción de la libre circulación de personas o vehículos mediante violencia o intimidación o la instalación de barricadas, pueden ser penadas de 61 días a casi un año y medio de prisión; y los que lanzan objetos cortantes, punzante o contundentes (como una piedra), pueden ser encarcelados hasta por tres años (2). Es una norma durísima, que criminaliza la protesta, pero que de todos modos recibió votos de apoyo de parlamentarios opositores, e incluso de aquellos que se llaman a sí mismos de izquierda en Chile, como el PPD de Ricardo Lagos o legisladores del Partido Socialista.
Esto permite entender que el descrédito no afecta únicamente al presidente sino que golpea a todos los demás actores en todo el espectro ideológico. Según la encuesta del CEP, las evaluaciones negativas superan largamente a las positivas en líderes de la derecha política, como Jacqueline van Rysselberghe de la UDI (74% de imagen negativa o muy negativa frente a 6% positiva, lo que la ubica como la peor evaluada, incluso por debajo de Piñera). Pero la oposición política también es castigada por la opinión pública. Por ejemplo, Camila Vallejo, diputada por el Partido Comunista cosecha un 61 % de imagen negativa. Los líderes más jóvenes que ilusionaban con una renovación desde la izquierda al provenir del movimiento estudiantil, sufren el mismo padecimiento: Gabriel Boric recibe un 46 % de imagen negativa y sólo un 19% positiva, y Giorgio Jackson, líder de Revolución Democrática y uno de los promotores del Frente Amplio, tiene 49% de imagen negativa y 19% de positiva.
Más allá de los límites de encuestas como las del CEP, y la calidad de esos indicadores, lo que parece evidente es que las mayorías ciudadanas no sólo no se sienten reflejadas en los dichos y acciones de los políticos, sino que cada vez más desconfían de ellos. El problema es mucho más agudo para las izquierdas, ya que se esperaría que sintonizaran mejor con las demandas en las calles.
De hecho, el viraje hacia la izquierda que ocurrió en varios países vecinos a inicios de los años 2000 fue el resultado de severas crisis en gobiernos conservadores o neoliberales, y que incluyeron estallidos sociales en algunos casos. En esos países, las izquierdas escucharon, aprendieron, aprovecharon y lideraron esos procesos, y por ello vencieron en las elecciones. Es cierto que una vez alcanzado el gobierno, esos grupos político partidarios transitaron desde aquella izquierda al progresismo, como sucedió en Ecuador con Alianza País con Rafael Correa, o en Bolivia con el Movimiento al Socialismo con Evo Morales. Pero ese progresismo se conformó como resultado de un largo proceso que tuvo lugar mientras estaban en el gobierno, alimentado entre otras cosas por repetidas concesiones al economicismo convencional o los extractivismos.
Al contrario de esa evolución, parecería que la izquierda chilena muta rápidamente al progresismo, sin haber ganado el gobierno y estando en la oposición. Esto no es exagerado y basta repasar la reciente carta de renuncia de casi 70 militantes al Partido Socialista (PS), quienes claramente sostienen que su partido “hoy vive la deslegitimación social más profunda de su historia”, por un liderazgo que nunca asumió la voluntad de la militancia en favor de un “programa antineoliberal y crítico al capitalismo”, y que se alejó de los movimientos sociales, para sumarse a un “polo socialdemócrata conservador”. La carta es lapidaria: “Chile despertó, pero el PS sigue sumido en el letargo” (3).
Similares reclamos se escuchan desde importantes líderes que actuaban dentro del Frente Amplio (FA). El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, expresa la raíz del problema: “No entiendo cómo el FA prefiere dialogar con estos sectores autoritarios de la derecha y no con los movimientos sociales”, y agrega que la derrota de ese autoritarismo no se hará con la derecha sino “trabajando y construyendo con la gente” (4). Sharp renunció en el pasado noviembre a Convergencia Nacional, uno de los grupos del Frente Amplio, cuando su líder, Gabriel Boric, se sumó al programa del gobierno para una nueva Constitución.
Los analistas y académicos más cercanos a los partidos y más alejados de los movimientos sociales no siempre parecen interesados en estas paradojas, y siguen apostado a la clase política convencional. Por ejemplo, el sociólogo y consultor Eugenio Tironi estima que dado el bajísimo respaldo a Piñera, la alternativa es "cogobernar" con el parlamento y en lo posible con los municipios, en lo que llama un "semipresidencialismo de facto" (5). Pero esto lleva a preguntarse si Tironi, como muchos otros académicos, realmente entienden lo que esa altísima desconfianza significa, ya que su receta es persistir con quienes gobiernan con el 97 % y 95 % de rechazo. No hay novedad sustancial en ello. Por eso no puede sorprender que alabe a Piñera, afirmando que "ha demostrado el tipo de ductilidad que se adquiere en el mundo de los negocios y eso es meritorio para gobernar en los tiempos" actuales. En esa afirmación se revela que Tironi, como otros analistas, siguen apostando a una estrategia de gobierno como si fuera un gerenciamiento empresarial; no es el país el que está en crisis, sino la “compañía” y basta un buen “gerente” para lidiar con ello. No habría una crisis profunda en los modos de concebir y practicar la política como discusión pública, sino que lo que se padece es una mala gestión.
Por el contrario, es más apropiado aceptar que el estallido social de octubre de 2019 resulta de unas tensiones y contradicciones mucho más complejas y profundas que un simple problema de gerenciamiento. En ese sentido, está mejor encaminada Kathya Araujo, al alertar sobre un “efecto de fisión” donde se rompen las adhesiones a las normas e instituciones de la vida en común, prevaleciendo la “desconfianza, la impotencia, la resignación o, en su versión más preocupante”, el rechazo radical (6).
No se está frente a la caída del respaldo o popularidad de algunas figuras políticas, o de un partido, sino a un derrumbe generalizado de la confianza en todos y cada uno de los políticos y de sus organizaciones. La gravedad es alarmante, pero parecería que muchos todavía no lo entienden. Las tensiones que se generan son brutales.
Es cierto que el rechazo a los modos convencionales de la política permiten nutrir reclamos de cambios profundos, como puede ser una nueva constitución, terminar con la mercantilización de la seguridad social o la medicina, recuperar el control sobre el agua, tomarse en serio la plurinacionalidad, y así sucesivamente. Esa reacción contra la política clásica ha permitido romper con mitos anquilosados, retomar debates postergados, alimentar el activismo, y una apertura a alternativas de cambio que parecían impensables hace unos meses atrás.
Pero a la vez, el rechazo puede ser tan extremo y sostenido, que carcome las opciones de construcciones políticas alternativas, justamente cuando más se necesita de ellas. El proyecto de lograr una nueva constitución para que sea exitoso requiere una recomposición del tejido político, un regreso de la confianza. Esto no será sencillo ya que aunque amplios sectores de la ciudadanía han “despertado”, los políticos convencionales y los gerentes siguen actuando para silenciarlos. Es necesaria una apertura a la pluralidad de los movimientos, y en lugar de criminalizarlos, callarlos o inmovilizarlos, es urgente escucharlos, respetarlos y cobijarlos, ya que es con ellos que se podrá reconstruir la confianza con la política. Al mismo tiempo, esos movimientos también deben asumir desafíos: se están acercando al momento en que deberán organizarse, coordinarse y representarse para que sus voces se escuchen, deberán crear una política a su medida para que sus demandas de cambio se realicen.
Referencias
1. Estudio Nacional de Opinión Pública N° 84, Diciembre 2019, Centro de Estudios Públicos, en: https://www.cepchile.cl
2. Senado aprueba “ley antisaqueos” con división opositora, F. Cáceres, La Tercera, 13 enero 2020, https://www.latercera.com/politica/noticia/senado-aprueba-ley-antisaqueos-division-opositora/972665
3. Siguen las renuncias en el PS: 70 militantes dejan el partido con críticas a la directiva de Elizalde, El Mostrador, 16 enero 2020, https://www.elmostrador.cl/dia/2020/01/16/siguen-las-renuncias-en-el-ps-70-militantes-dejan-el-partido-con-criticas-a-la-directiva-de-elizalde
4. Jorge Sharp: “Tenemos que ver cómo aprovechamos el proceso constituyente para ir por todo”, entrevista de F. Cáceres, La Tercera, 18 enero 2020, https://www.latercera.com/politica/noticia/jorge-sharp-alcalde-valparaiso-tenemos-ver-aprovechamos-proceso-constituyente-ir/978600
5. Eugenio Tironi: “Piñera ha demostrado una capacidad de dominar su propio ego que era bastante inimaginada”, entrevista de F. Artaza, La Tercera, Santiago, 19 enero, https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/eugenio-tironi-pinera-ha-demostrado-una-capacidad-dominar-propio-ego-bastante-inimaginada/978621
6. Katya Araujo, "Desmesura, decepción y desapego", Santiago No 8, Universidad Diego Portales, diciembre 2019.
Eduardo Gudynas es analista en temas de desarrollo en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social). 

 ...........................Nota del blog ..En Chile se ha comenzado a gestar el nacimiento de un partido nuevo llamado Partido de la Dignidad. Es, por ahora, un movimiento dirigido a quienes se sienten decepcionados, mas, si logran constituirse como partido,   podrán cristalizar grandes cambios.


  -El saldo de tres meses de represión policial en Chile: más de 2.000 heridos de bala y 158 querellas por violencia sexual

 ver
https://www.eldiario.es/internacional/saldo-meses-protestas-Chile_0_987251978.html

jueves, 23 de enero de 2020

Los arquitectos de la tortura

Los arquitectos de la tortura

 Javier Biosca
La historia de los dos psicólogos que diseñaron el programa de torturas secretas de EEUU
La teoría de la "indefensión aprendida" sostiene que se puede romper la voluntad de una persona sometiéndola a acontecimientos incontrolables y adversos. En esta teoría se basaron los psicólogos James E. Mitchell y John 'Bruce' Jessen para diseñar el programa de torturas de EEUU. La CIA los fichó por su experiencia en el ejército de EEUU entrenando a militares a soportar todo tipo de abusos en caso de caer en manos enemigas.
18 años después de su trabajo para la CIA, Mitchell y Jessen declaran estos días en Guantánamo como testigos por primera vez en un juicio abierto. Se trata de las audiencias previas en el juicio de los atentados del 11-S contra los cinco principales detenidos en este caso, todos ellos torturados. El principal acusado, Khalid Shaikh Mohammed (KSM), fue sometido a ahogamientos simulados 183 veces, algunas de esas directamente a manos de Mitchell.

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El pin del incesto .


El pin del incesto

Cuarto Poder

Lo que menos debemos permitir es que esta barbaridad del pin parental se defienda en términos de “derechos” y “libertades”

Por mi parte estoy impresionado con los magníficos artículos que se están publicando estos días contra el pin parental. Reconforta mucho saber que la comunidad educativa ha reaccionado con tanta contundencia ante semejante barbaridad. Todavía recordamos, por tanto, lo que es y debe ser una escuela pública, por mucho que la hayan machacado económicamente y calumniado ideológicamente en estas últimas décadas. Aún somos conscientes de lo que hay que defender a toda costa como una de las más bellas conquistas de la Humanidad.
No conviene, sin embargo, minusvalorar al enemigo y menospreciar la victoria que ya ha obtenido, la batalla que ya ha ganado. El mero hecho de que el tipo de argumentación que han esgrimido esté sobre la mesa en los medios de comunicación, el mero hecho de que sea posible argumentar así, sin que resulte por sí mismo bochornoso, es algo muy grave, porque socava nuestra compresión de lo que es un Estado de derecho y un orden constitucional y, por lo tanto, contribuye a allanar el camino para el avance de la ultraderecha.
Acusar a la escuela pública de adoctrinamiento es hablar de un hierro de madera. Es comenzar por poner el mundo del revés. La clave del asunto está en que la escuela pública estatal es, en realidad, el único dispositivo que ha inventado la humanidad para evitar el adoctrinamiento ideológico. Puede, sin duda, tener sus fallos, pero no se ha inventado (ni se inventará) nada mejor, y, desde luego, cualquier otra ocurrencia suele ser nefasta o muy mala. ¿Por qué? Pues sencillamente porque somos seres humanos y no dioses. Los seres humanos no tenemos a la mano ninguna objetividad que nos llueva de los cielos y, como suele decirse, nadie puede alardear de tener la verdad en sus manos. La única manera en la que podemos acceder a alguna dosis de objetividad es a través de la diversidad, a través de una pluralidad institucionalizada. Sobre el sentido de esta institucionalización ha reflexionado sin descanso la teoría del Estado Moderno, hasta ponerse de acuerdo en ciertas condiciones muy elementales como, por ejemplo, la división de poderes, la libertad de expresión, de reunión y organización, la inmunidad parlamentaria, las garantías judiciales… y, por supuesto la escuela pública.
La escuela pública se levanta sobre unos cimientos muy estrictos. Para que la pluralidad ideológica no se vea anegada por los que puedan gritar más fuerte o posean altavoces más poderosos hace falta institucionalizarla. Y la receta hace ya tiempo que se inventó y ha dado muy buenos resultados: maestros y profesores que sean funcionarios con libertad de cátedra. Por eso es tan importante que el acceso a la función docente sea por oposición, es decir, a través de tribunales públicos, en los que la sociedad entera pueda, si lo desea, actuar como testigo. Por eso, dicho sea de paso, los exámenes tienen que leerse en voz alta y con la puerta de la sala abierta, algo que incomprensiblemente se ha dejado de hacer sin que nadie levante la voz. El que los docentes sean funcionarios garantiza (y no hay otra manera de hacerlo) que van a ser independientes de cualquier presión gubernamental (si presuponemos, claro está, un Estado de Derecho, en una dictadura de lo dicho no hay nada). Y también, de cualquier presión privada (sobre todo si se les garantiza un sueldo digno). La cosa puede tener sus fallos, no cabe duda, pero cualquier otra receta es muchísimo peor. Los funcionarios, en tanto que propietarios de su función, pueden resistir cualquier chantaje gubernamental o privado. Eso no garantiza que lo hagan, pero sí que pueden hacerlo, lo que para los seres humanos ya es bastante.
Por supuesto, la condición de funcionario que ha pasado por el control de un tribunal público tampoco garantiza ninguna objetividad ideológica por parte de los profesores. No es que se les formatee el cerebro durante el examen (y menos mal). Todos siguen teniendo su propia ideología a la hora de dar clase. Y es muy importante que ninguna autoridad académica o gubernamental pueda imponerse sobre su libertad de cátedra. Incluso en los casos más discutibles, conviene que siempre prevalezca la libertad de cátedra sobre las autoridades académicas. Porque, en la escuela pública, la libertad de cátedra de unos, es la garantía de la libertad de cátedra de los otros. Quizás al profesor de matemáticas se le nota mucho que vota al PP. Pero el profesor de física quizás sea inequívocamente de Podemos. No cabe duda de que la profesora de Historia de este año es de VOX y claramente homófoba, pero el profesor de gimnasia es claramente homosexual y militante del LGTBI. La profesora de sciences es hippie y lesbiana, el profesor de sociales podría haber sido obispo. En fin, siempre es un espectro lo bastante amplio para que no sea posible orientarlo ideológicamente. Y tampoco es que sea una tertulia, ya que todos ellos tienen que cumplir con el programa de su materia, acordado democráticamente. Hay una diversidad ideológica blindada institucionalmente. Una pluralidad reglada, constitucionalizada.
Yo estudié en un colegio franquista de marianistas sádicos y de ultraderecha, mayoritariamente pedófilos, unos auténticos criminales. Estaban todos tan de acuerdo entre sí, se parecían tanto unos a otros que durante años pensé que ese era el tipo humano inevitable y normal, lo que hizo que los doce primeros años de mi vida fueran, en realidad, los únicos verdaderamente malos que he experimentado. En esa atmósfera asfixiante no había nada que desentonara de la norma, excepto, quizás, el “maricón” de la clase, al que se le castigaba por ello con una tortura cotidiana e ininterrumpida.
Esta uniformidad totalitaria es la que están ahora reivindicando en nombre, precisamente, de la diversidad. Esto es lo sorprendente, que hablan en nombre de la diversidad ideológica. Del derecho de los padres a elegir entre un abanico ideológicamente diverso. O sea, que introducir a tus hijos en una prisión ideológica según tus propias convicciones más o menos neuróticas (de izquierdas o de derechas, eso me da igual), se hace en nombre de la diversidad. Si has tenido la suerte de nacer en una familia de Testigos de Jehová, cargas con ello como un destino. Lo mismo si tus padres son del Opus y te llevan a un colegio del Opus, para que tengas amigos del Opus, convicciones del Opus, carácter del Opus, sexualidad del Opus, hasta casarte finalmente con el Opus. Es como si una pareja de veganos ocultara a sus hijos el hecho de que algunos sí comen carne o les convencieran de que es que están enfermos y necesitan tratamiento (algo que tampoco es imposible que ocurra en determinados ambientes progres).
A eso le llaman derecho a la diversidad. Yo le llamo incesto. Derecho a una endogamia ideológica y vital que cercena los derechos más elementales de los menores de edad, porque les sustrae, precisamente, la ventana a la diversidad que sí tendrían, en cambio, en la escuela pública. En la escuela pública los niños y las niñas tienen enfrente suyo la diversidad, una diversidad, decíamos, institucionalizada por el funcionariado y la libertad de cátedra. Y también por el lado de los alumnos y las alumnas (porque, para empezar, hay alumnos y alumnas no como en otros centros religiosos en los que ni siquiera se permite este mínimo de diversidad). Cualquier estudiante de la escuela pública vive sumergido en verdadero baño de diversidad, porque algunos de sus compañeros serán cristianos, otros musulmanes, otros ateos, otros homófobos como sus padres, otros bisexuales y abiertos, otros, quizás, ricos, otros pobres, unos cis y otros trans, algunos latinos, otros africanos, unos rubios, otros morenos, negros o blancos. Y no es imposible contemplar con admiración y respeto que toda esa diversidad es capaz de jugar junta al fútbol en el recreo.
Decía Claude Lévi-Strauss que, desde el punto de vista antropológico, el mayor enemigo de la sociedad es la familia. Por eso se puede decir que la sociedad surgió de la prohibición del incesto, que no es otra cosa que la prohibición de que las familias se reproduzcan sobre sí mismas, formando hordas mafiosas en guerra con otras mafias. La familia es enemiga de la civilización. “Dejarás a tu padre y a tu madre” es la ley de hierro de cualquier impulso social. Pero para eso, los padres tienen que dejar a sus hijos en paz. Tienen que educarles, sin duda, pero, sobre todo, tienen que educarles para ser futuros ciudadanos abiertos a la diversidad social. Estos días he leído un tuit de Clara Serra que no lo puede expresar mejor: “Los padres tienen derecho a enseñar a sus hijos sus valores, pero no tienen derecho a que sus hijos conozcan SOLO sus valores. El Pin parental impide que los alumnos comparen los valores de sus padres con otros y elijan los suyos propios. Eso se llama adoctrinar en vez de educar”.
Por eso, lo que menos debemos permitir es que esta barbaridad del pin parental, que atenta contra los principios más básicos del orden constitucional moderno e incluso contra los fundamentos antropológicos más básicos de la civilización se defienda en términos de “derechos” y “libertades”. No es el derecho de los padres al incesto lo que debe prevalecer, sino el derecho de los niños a que sus padres no les cierren las puertas a la diversidad de lo real. Los padres no deberían tener derecho a meter a sus hijos en un campo de concentración privado, pese a que, por ahora, la ley lo permite. Pero que dejen a la escuela pública trabajar por la objetividad ideológica. Tenemos muchas cosas que hacer en la escuela pública para reconstruirla y mejorarla. Que no nos hagan perder más el tiempo con sus doctrinas privadas neuróticas. No deberíamos estar discutiendo de esto, deberíamos estar pensando más bien en cómo lograr constitucionalizar la escuela concertada, para que empiece de una vez a dejar de existir.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/ideas/2020/01/21/el-pin-del-incesto-carlos-fernandez-liria/
Ver como pdf 23-01-2020