domingo, 19 de enero de 2020

La nefasta herencia de las derechas patriotas.

La nefasta herencia de las derechas patriotas








Desde antes de la guerra civil no se registraba en España un gobierno de coalición con partidos a la izquierda del socialdemócrata PSOE. Más de 80 años después un comunista confeso, Alberto Garzón, militante del PCE y líder de la formación Izquierda Unida, ambas siglas dentro del grupo parlamentario de Unidas Podemos, será ministro. Que un comunista y otras gentes de distinta sensibilidad de izquierda empujadas por movimientos sociales y el famoso 15M lleguen tan alto es una noticia de dimensión internacional. El acuerdo para gobernar entre PSOE y Unidas Podemos no traerá ninguna revolución social, política, ideológica o económica a España. Estamos ante una propuesta de acción bastante moderada que lo único que pretende es arrebatar el discurso hegemónico a las derechas y restablecer algunos servicios públicos deteriorados por el neoliberalismo en boga preconizado por el PP y también por el ala más tradicionalmente escorada a la derecha en las filas del PSOE, en todo momento desde la muerte del dictador Franco en sintonía económica con Bruselas y con los poderes fácticos, financieros y mediáticos, de España.
Hay que decirlo tal cual: las políticas llevadas a cabo por el PSOE son corresponsables de la España actual, siendo sus medidas en materia social, leyes del divorcio y el aborto, el pionero matrimonio entre homosexuales, la norma progresista sobre personas dependientes sin apenas dotaciones presupuestarias y la retirada de las tropas de Irak, los momentos más sobresalientes de sus diferentes pasos por el palacio de La Moncloa, cuyo primer inquilino “socialista” fue en 1982 Felipe González, dentro del periodo moderno de la democracia.
Nunca el PSOE se atrevió a reformar en profundidad los aparatos militares, judiciales y policiales ni las estructuras económico-financieras diseñadas por el franquismo. Tampoco impulsó de manera efectiva la ley de memoria histórica ni la reparación de los miles de muertos y aún desaparecidos en cunetas por el régimen fascista vencedeor en 1939, salvo el evento espectacular reciente de la exhumación exprés del dictador Franco de la abadía del Valle de los Caídos a un cementerio en las afueras de Madrid. La raquítica osadía del PSOE no tuvo el coraje de denunciar los acuerdos preferenciales con el Vaticano ni eliminar los privilegios de todo tipo de la Iglesia católica, sobre todo en cuestiones fiscales y su preeminencia en la educación privada. A propósito de la memoria histórica, dejar constancia que España, tras Camboya, es el país con mayor número anónimo de desaparecidos del mundo, fruto de la vesania franquista. De todo ello, en España se habla con sordina, al igual que de la disyuntiva monarquía/república, que ni siquiera es objeto de evaluación demoscópica para mantener en secreto el aval de la población al jefe de Estado en calidad áurea de rey.
Realidades genuinas made in Spain
Según el Fondo Monetario Internacional, España es la primera potencia de la Unión Europea en economía sumergida, cuya estimación alcanza los 300.000 millones de euros anuales, esto es uno de cada tres euros devengados en suelo español no cotiza fiscalmente ni a la Seguridad Social. Por tanto, son legión las gentes trabajadoras que son explotadas sin derecho alguno a reclamar de modo oficial.
Se cree asimismo que alrededor de 150.000 millones de euros viven al calor hogareño de los paraísos fiscales, mientras la mitad de los trabajadores y trabajadoras cobran al mes menos de 1.000 euros de salario.
A través del fraude fiscal, la ingeniería financiera, la corrupción, las exenciones directas, subvenciones opacas y elusiones técnicas, las arcas de Hacienda dejan de ingresar anualmente unos 100.000 millones de euros en cada ejercicio anual. Se considera que el 70 por ciento de defraudadores son grandes emporios empresariales y el selecto club de las mayores fortunas. El 80 por ciento de ese astronómico fraude “patriótico” es imputable a 45.000 personas y la mitad corresponde a una elite archimillonaria de más o menos 4.500 individuos. Esta es la España representada por PP, Vox y Ciudadanos y algunas derechas autóctonas en Catalunya y Euskadi, que según soplen los vientos apoyan la tensión bipartidista hacia uno u otro lado: su independentismo es una forma de gobernar frente al mito de Madrid y seducir a amplias capas populares para que no se planteen políticas de izquierda más allá de los símbolos clásicos de bandera, lengua y cultura propia excluyente. Es curioso observar como los recortes unen a las derechas de cualquier territorio por encima de los iconos distintivos: el PP, Pujol y Mas en Catalunya y el PNV vasco, éste en menor intensidad, han aplicado la austeridad con devoción entusiasta. Otro denominador común es que la corrupción ha visitado a sus huestes, no tan acusada en el caso del PNV, a todos por igual: PP y CiU, hoy PdeCAT en Cataluña, son las organizaciones más manchadas de corrupción de todo el Estado.
Hablando de paraísos fiscales España también tiene el suyo propio. La Iglesia católica recibe del Estado 11.000 millones de euros al año y paga cero impuestos. Aún hay más en esta España constitucionalmente aconfesional. La Iglesia española es un imperio inmobiliario sin ninguna transparencia. El clero catolico se niega a presentar inventario de su inmenso patrimonio. Sí se conoce que entre 1998 y 2015 inmatriculó de forma unilateral sin papeles legítmos casi 35.000 inmuebles entre catedrales, templos, garages, pisos, parcelas rústicas y solares urbanos, gracias a una ley franquista y el silencio cómplica del PP de Aznar. La joya universal de la mezquita de Córdoba, hoy catedral porque sí, les costó inscribirla el módico precio de 29 euros en el Registro de la Propiedad.
El poder fáctico del catolicismo español aumenta si tenemos en cuenta que es dueño de casi 2.600 colegios, 15 universidades, 22 facultades eclesiásticas y 71 institutos de enseñanza superior. Diseminar la ideología ultraconservadora y elitista es un daño colateral de graves repercusiones en la mente colectiva del país. Las ayudas estatales no acaban ahí: hay curas castrenses en las unidades militares y en hospitales públicos, además de sufragarse al profesorado de Religión con dineros procedentes de los presupuestos generales aunque las autoridades católicas se reservan el derecho de nombrar y despedir a los titulares docentes de su doctrina. Añadamos a esta lista de poderío social y económico que regenta 65 hospitales, 56 ambulatorios sanitarios y más de 700 residencias para personas discapacitadas y ancianas. Del nacimiento a la muerte, resulta difícil escapar al campanario católico en España.
España es la potencia económica número 13 del mundo. O 14, porque Australia tiene un PIB similar. Para el caso es lo mismo. No obstante este lugar de honor a escala internacional, puede dar mucho que pensar.
Ahora mismo España ocupa el tercer puesto en pobreza infantil en el espacio comunitario europeo, 40 por ciento de este segmento poblacional, tras Rumanía y Grecia. Y el 25 por ciento de sus habitantes, 12 millones de personas, se sitúan en ese espacio nebuloso de riesgo de exclusión social, séptimo lugar europeo después de Bulgaria, Rumanía, Grecia, Lituania, Italia y Letonia.
A día de hoy, 3,2 millones de trabajadores no tienen empleo y 30.000 indigentes duermen en la calle. En 2018 se produjeron 60.000 desahucios de familias y 40.000 en el pasado año, a un ritmo de 100 al día. El gasto social en España (sanidad, educación, desempleo, dependencia) ha bajado al nivel de 2009: en total, 3.700 euros por persona y año menos que la media de la denominada zona euro, 19 países contando España. Ahora un dato extremadamente significativo: la deuda pública asciende a 1,2 billones de euros, solo tres puntos porcentuales por debajo del PIB. Cada residente en España debe 25.000 euros por cabeza, la mayor parte a inversores extranjeros y al Banco Central Europeo. Y como remate de este cuadro macroeconómico, no hace mucho el Banco de España ha descubierto que el rescate bancario de la primera década del siglo XXI, siempre negado por el PP y Rajoy, se elevó a 65.000 millones de euros (fuentes independientes consideran que esa cantidad fue de hasta 100.000 millones de euros). A parecer, el Estado solo recuperará 14.000 millones. Ese agujero también pasa de puntillas por la actualidad española: no hay culpables, tout va bien, nos envolvemos en la bandera rojigualda patriótica y entonamos con orgullo nacional: ¡viva España!, ¡viva el Rey! Muchos votantes de PP, Vox y Ciudadanos tienen suficiente con esos dos lemas simples y emocionales.
En otro orden de cosas, la precariedad laboral se ha cobrado en 2019 la vida de más de 500 trabajadores causados por accidentes de trabajo y de los más de 500.000 accidentes laborales documentados por encima de 3.000 sucesos han dejado secuelas graves físicas y/o psíquicas en sus víctimas. Estos datos suelen pasar sin pena ni gloria por los informativos diarios. Hasta cierto punto es lógico este apagón de noticias. La pluralidad informativa en España es una farsa obvia aunque no evidente para la ciudadanía común: tres gigantes empresariales, Atresmedia, Prisa y Mediaset, controlan casi el 60 por ciento de los medios de comunicación, también el 60 por ciento de la audiencia total y alrededor del 90 por ciento del negocio publicitario. Nos referimos tanto a prensa escrita como emisoras de radio y canales de televisión. Hay muchas alternativas y marcas pero la propiedad está en muy pocas manos, por tanto los mensajes ideológicos e intereses económicos ocultan a lo bruto o sibilinamente las ideas y opiniones que critiquen o pongan en cuestión la sacrosanta libertad de comercio capitalista y el régimen parlamentario o legal que le da sustento. De ahí la desaforada violencia verbal de las derechas ante el tibio pacto entre PSOE y Unidas Podemos: la democracia es aceptable si ganan ellas, caso contrario todo vale, llamadas al golpismo militar, atropellos judiciales, algaradas callejeras, presiones inmorales bajo cuerda, deslegitimación extrema de cualquier aroma a izquierdismo. En suma, nada nuevo en la historia española plagada de pronunciamientos antidemocráticos y sectarios provenientes de cosuno de la milicia, el clero y las castas financieras.
Como colofón de esta herencia nefasta que lastrará la acción del nuevo Gobierno, mencionar que 1.028 mujeres han sido asesinadas por sus parejas en el periodo 2003-2019. Y la ira de la ultraderecha quiere eliminar cualquier apoyo a la violencia de género. Esta irracionalidad, y tantas otras del partido fascista Vox, con la anuencia silenciosa y cómplice de PP y Ciudadanos, ha obtenido en las últimas elecciones generales 3,6 millones de votos, un millón más en menos de seis meses. La mancha de aciete de la ultraderecha aún puede extenderse más, incluso en la vieja Europa.
El futuro en España estará plagado de minas. Las derechas harán todo lo que puedan, a plena luz y a la sombra, para desacreditar y derribar a la coalición de izquierdas recién investidad. Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia viven inmersos aún en plenas desestabilizaciones de sus débiles democracias representativas. Porque España esté en Europa, nada hay asegurado. Entre golpes duros y blandos hay una secuencia muy larga de posibilidades. Recordemos el ¿fallido? golpe de Estado de Tejero del 23 de febrero de 1981: de esa asonada salió un PSOE liderado por González más pragmático y conservador. El precedente está ahí.
Valga como corolario del artículo que en el horizonte inmediato de España se abrirá una pugna feroz entre la furia desatada de los poderes fácticos de siempre y el desencanto que pudiera producirse entre el electorado más empobrecido y el más sensible, radical o ideologizado de Unidas Podemos ante las contradicciones inevitables de la acción gubernamental. A un sector importante de las izquierdas les parecerá muy poco, nimio o insustancial lo que se haga para recuperar la dignidad de la inmensa mayoría. Gestionar ambos sentimientos encontrados no será nada fácil en mitad de una batalla que se presume compleja. La España que trabaja, estudia o malvive en la precariedad o la marginalidad ya tiene tras de sí decepciones muy potentes. Unidas Podemos y su líder Pablo Iglesias tendrán que realizar gestos y discursos muy finos para que el desencanto no cale hondo en las mentes atribuladas de las gentes trabajadoras y no volvamos al punto de partida parido por la transición, más bipartidismo con derechas nacionalistas periféricas sacando tajada de una España eterna e inmovilista. Y, por ende, capitalista, católica y conservadora sociológica y culturalmente hablando. Gran parte de España vive hoy un sueño de progresismo, tal y como lo tuviera en su tiempo Martin Luther King. Ya sabemos qué hicieron con Luther King las fuerzas tenebrosas del irracionalismo fascista.

* Todos los datos citados son de dominio público.

Nota del blog . Este texto ya puse su enlace en el post anterior , y lo repito para ver los problemas a que enfrenta el nuevo  gobierno . Como si fuera una segunda transición.
 y ver  ..

sábado, 18 de enero de 2020

El Consejo General del Poder Judicial




Qué está pasando en el Consejo General del Poder Judicial

     Ignacio Escolar
   
El Diario.es

Es el órgano que decide todos y cada uno de los puestos claves en la justicia española. Nombra a todos los jueces del Tribunal Supremo, a los presidentes de las audiencias provinciales, a los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia y de sus salas, al presidente de la Audiencia Nacional y de sus salas, a los jueces de refuerzo… Todos y cada uno de los ascensos importantes en la carrera judicial los escoge un organismo tan desconocido como vital para entender cómo funciona España: el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Tiene la responsabilidad de proteger "la independencia judicial" y también capacidad disciplinaria sobre todos los jueces, a los que puede sancionar. Reparte los premios y los castigos. Y es un poder donde el PP sigue mandando, donde mantiene artificialmente la mayoría absoluta que perdió en las urnas, y que está siendo uno de los principales arietes de la derecha contra el Gobierno de coalición.
Porque los jueces llegan a su plaza por oposición. Pero al gobierno de los jueces, no. 
sigue  ...
https://www.eldiario.es/escolar/pasando-Consejo-General-Poder-Judicial_6_985561462.html

Nota del blog .-Que los tribunales han jugado su fuerte baza en estas ultimas elecciones con sus tiempos y sentencias contra la izquierda en precampaña y en campaña con el  proceso catalán esta mas claro que el agua , solo les falto lo de la operación Judas y al final seguir lo mismo ya fuera de tiempo mover la JEC para impedir el pacto de izquierdas .Después de esta novela de terror, lo que queda claro es, que las cúpulas del poder judicial son independientes del pueblo español.

viernes, 17 de enero de 2020

Y Vox tomo Granada .


La reconquista de Vox



Diario de Sevilla




Como era de esperar, la concentración de grupos de extrema derecha haciendo pública ostentación de sus símbolos (banderas con el aguilucho, de Falange y otras) y jaleando el Pendón de Castilla, el nombre de España y a la Legión ha sido este año aún mayor que en los anteriores en la denominada "Fiesta de La Toma". Desde hace años, esa fiesta local granadina, que se nos dice rememora, aunque en realidad falsea, el hecho histórico de la entrada de los reyes de Castilla y de Aragón en la ciudad de la Alhambra, viene siendo ocasión para una reafirmación no solo de símbolos fascistas o parafascistas sino de valores y actitudes incompatibles con una sociedad democrática. De ahí que en 1995 un grupo de andaluces, entre los que nos encontrábamos Carlos Cano, Antonina Rodrigo, Antonio Gala, Miguel Ríos, Juan de Loxa y yo mismo, junto a otras personalidades también enamoradas de Andalucía, como Saramago, Mayor Zaragoza, Juan Goytisolo, Amín Maalouf o Ian Gibson, suscribiéramos un documento, el Manifiesto 2 de Enero, en que apelábamos a la sensibilidad democrática del Ayuntamiento granadino para que abandonara una serie de elementos del ritual de carácter racista, xenófobo y de exaltación de la violencia e incorporase otros de significación integradora, multicultural y de respeto a las minorías étnicas del pasado y del presente para alentar una convivencia en paz sin que nadie se sintiera agraviado. Realmente, lo que planteábamos era la resignificación de un ceremonial que contiene abundantes elementos obsoletos, falsificados y no democráticos, que se había convertido en causa de división social y política y en refugio del nacional-catolicismo que debiéramos haber dejado atrás tras el final de la dictadura franquista (que fue la que resucitó una fiesta que en época republicana había sido sustituida por el Día de Mariana Pineda o Fiesta de la Libertad). Apenas nada se hizo a nivel institucional: algún año se recordó, de forma vergonzante, a Boabdil y en otros se incorporaron, de forma esperpéntica, algunos grupos de moros y cristianos de los que protagonizan las fiestas locales de algunos pueblos. No sólo se mantuvo inamovible el núcleo de la celebración sino que se agigantaron los aspectos más militaristas y sectarios.
En realidad, nunca hubo "toma" de Granada sino un asedio que concluyó con la firma de las capitulaciones de Santa Fe: un tratado mediante el cual desaparecían las instituciones políticas del reino nazarí pero se garantizaba el respeto a las propiedades, religión y costumbres de los andalusíes que pasaban a ser súbditos de Castilla. Un tratado que no tardó en ser violado desde el poder castellano porque muy pronto la rapiña de los vencedores y una planificada limpieza étnica anularon esas garantías. Fue prohibido el ejercicio de la religión islámica. Hubo edictos contra la utilización, incluso dentro del círculo familiar, de la lengua. Y se desencadenó una verdadera persecución para hacer desaparecer las diferencias en las costumbres (incluso en el aseo, el vestido y la alimentación). La quema de los libros de las bibliotecas, en la plaza de Bib-Rambla, en 1502, simboliza esa política etnocida, que pronto fue también genocida. Y que luego sería el modelo de actuación en lugares de Abya Yala (América). Una política de corte intolerante e imperialista que estaba muy alejada de la que había tenido Castilla dos siglos y medio antes, cuando conquistó la Andalucía del Guadalquivir -lo de "reconquistar" es una solemne tontería, como ya señalara en el siglo XIX Antonio Machado Núñez, el catedrático creador de la Sociedad Antropológica Sevillana-, como lo atestigua, por ejemplo, que la ampliación del Alcázar sevillano se realizara a imagen y semejanza de la Alhambra, en contraste con la violación infringida a este monumento, en 1526, al ser incrustado en su corazón algo tan incompatible con su estilo y funciones como es el palacio de Carlos V.
Dados los valores (o mejor antivalores) que siguen transmitiendo los actos de la historia inventada de la "Fiesta de la Toma", no es de sorprender que fuera elegida por Vox como marco idóneo para publicitar sus baladronadas. En palabras de su secretario general, que no quiso perderse ese momento orgásmico del ultranacionalismo español, "la reconquista no ha terminado aunque algunos crean que es así: la reconquista de los valores, de las libertades, de la unidad de todos los españoles… Y la reconquista también frente a esa invasión del islamismo radical, de más mezquitas salafistas, de quienes quieren imponer sobre Europa una concepción totalitaria… Esa reconquista continúa, de modo que a todos nos corresponde, españoles y europeos, seguir defendiendo esos valores que hace 528 años fueron defendidos por quienes nos precedieron". Y el señor Ortega (de apellido materno Smith) se quedó tan satisfecho, tras esta parrafada. Porque, según él, Granada -en realidad, unos cientos de personas, muchas de ellas venidas de fuera, entre aplausos y silbidos- "ha respondido, un año más, en nombre de España, frente a quienes quieren romperla, se alían con quienes no creen en nuestra unidad y libertad y pisotean nuestra historia". Ahí queda eso.
Isidoro Moreno. Catedrático emérito de Antropología

jueves, 16 de enero de 2020

La libreta de Chéjov



La libreta de Chéjov

El viejo topo



 Resultado de imagen de la casa de chejov
La  casa de Moscú 

Per Irene Giménez, actriu
Cuando la Málaya Nikitskaya de Moscú (la calle donde vivió Gorki) llega a la Sadóvaya-Kudrínskaya ulitsa, se descubre en el número 6 la casa de Chéjov, convertida hoy en museo a su memoria. Es una casita de dos pisos, de fachada rojiza, que al lado de las ventanas de la planta baja enseña una reja de hierro que cierra el callejón por donde se llega a un patio abierto arbolado. La puerta de entrada está en ese pasadizo lateral. Chéjov y los suyos vivieron aquí entre 1886 y 1890. Dentro, aparece una salita con butacas, un reloj y cuadros familiares, y un escritorio verde, que utilizaba Antón Pávlovich. Sobre la mesa, una imagen de Chaikovski: el compositor iba a esa casa a visitarlo y, antes, le había escrito encandilado por los relatos del escritor. Llama la atención una vitrina con una caja de acuarelas. Aquí tenía Chéjov su estudio, y extraía de una libreta que siempre llevaba consigo rasgos, personajes, situaciones. Dejó muchos cuadernos de notas. Era capaz de escribir un relato en un solo día.
Al lado, dos pequeños dormitorios: el de Mijaíl, con escritorio y butaca; y el de Antón Pávlovich, que tiene una minúscula cama baja. En la antesala, una estantería con libros. La habitación de su hermana María, que tanta devoción le mostró siempre hasta el punto de sacrificar su propia vida, rechazando pretendientes para cuidar de su hermano, tiene una pequeña sala. En el piso de arriba, una estancia con piano, que tocaba Nikolái; alrededor, un diván y sillas para escuchar al virtuoso. Chaikovski venía con frecuencia. Junto a ella, una habitación para coser y pintar, que tiene un caballete y pinturas de Nikolái, el hermano enfermo y alcohólico que también murió de tuberculosis en 1889 sumiendo a Chéjov en una profunda tristeza.





Después del viaje del escritor a Sajalín, la familia no pudo pagar el alquiler, y se trasladaron a la Málaya Dmítrovka. Durante esos cuatro años en la casa de Sadóvaya-Kudrínskaya ulitsa, Chéjov escribía durante toda la jornada, aunque a mediodía recibía pacientes durante tres horas. No le gustaba frecuentar las fiestas, ni los encuentros literarios. En la disposición de recuerdos de la casa, no han olvidado poner un mapa de la isla de Sajalín. Y fotografías del penal, e incluso una carta autógrafa suya. Aquí y allá, cuadros de la familia, una vitrina con los anteojos, su pluma, una caña de pescar y el maletín de médico, como si esos objetos resumieran toda su vida. Y tal vez sea así.

Hay otros museos Chéjov en las casas donde vivió, en Mélijovo (de hecho, es una reconstrucción hecha por el gobierno soviético en 1960) y en Yalta, y hasta en Sajalín. La última vez que Chéjov visitó Moscú fue el 3 de junio de 1904: ese día subió al tren para viajar a Badenweiler. Los días anteriores había estado repasando El jardín de los cerezos. Llegaron a su destino seis días después, y en ese balneario alemán pasó las jornadas en cama leyendo los periódicos, preocupado por la guerra en Oriente con Japón. El 2 de julio del calendario ortodoxo, murió.
Resultado de imagen de chejov


Chéjov  en prisión en  la isla de   Sajalín, con Leon Tolstoy.
* * *  
Para conocer a Chéjov, además de sus páginas, disponemos de la monumental biografía que escribió Donald Rayfield hace dos décadas, y la de Pável Grómov, en cirílico; de las escuetas páginas de Natalia Ginzburg; del libro de Irène Némirovsky , publicado cuando la autora ya había muerto en Auschwitz; del estudio de David Magarshack que citaba (aunque se había publicado hacía más de cincuenta años) Cabrera Infante poco antes de morir, y de la biografía de Rosamund Bartlett. Nos han dejado un recuerdo de Chéjov a veces triste, sin duda por algunas de sus obras, pese a que sus primeros cuentos eran humorísticos, y por su temprana muerte, aunque también supo reír y disfrutar de la vida. Muchos lo veían como un hombre reservado, distante, y, sin duda, era un solitario, aunque disfrutaba con su familia y sus amigos: en Mélijovo los visitantes eran a veces tan numerosos que había que instalarlos en la casita de dos habitaciones para invitados y en el granero. Entonces, cuando viajaba a Moscú, se alojaban en el Gran Hotel Moscú, al inicio de una de las calles principales de la ciudad, la Tverskaia, que en los años soviéticos llevaba el nombre de Gorki.
Chéjov visitó por primera vez a Moscú con diecisiete años y dos años después se trasladó ya a la capital, desde su Tanganrog del mar de Azov, para vivir con su familia en un pobre sótano de la calle Gráchevka y, luego, en la callejuela Golovin. Hasta que no se cambiaron a la Yakimanka, junto a la iglesia de Tserkov' Ioanna Voina, Chéjov no pudo disponer de un pequeño estudio. Por fin, en 1886, pudieron alquilar esa casa entera en la Sadóvaya-Kudrínskaya ulitsa: Chéjov se había licenciado en medicina en 1884, aunque apenas cobraba, pero conseguía ingresos con sus relatos. La familia se instaló después en un pequeño apartamento en la Málaya Dmítrovka, y a partir de 1892 Chéjov vivirá en Mélijovo durante seis años, aunque volvía a la Málaya Dmítrovka ocasionalmente, hasta que a finales de 1898 compró la finca de Yalta, la última casa de su vida.
Reconocemos a Chéjov en ese cuadro que pintó el joven Iósif Broz, un discípulo de Repin, que le había encargado la galería Tretiakov de Moscú, donde se halla hoy el retrato: vemos al escritor en un sillón verde, con los anteojos sujetos al cordón que baja hasta su chaleco, y la mano sujetando el mentón. En casi todas las fotografías que se conservan vemos a Chéjov serio, aunque en algunas, con Olga Knipper, sonríe: la conoció al final de su vida, en septiembre de 1898, tras haber pasado enfermo el invierno en Niza. En una de esas fotografías, Antón Pávlovich lee La gaviota: le escuchan actores del Teatro del Arte de Moscú, Olga Knipper y Vsevólod Méyerhold; de pie, mirando el libro que Chéjov lee, vemos a Konstantín Stanislavski. En otra, aparecen Tolstói y Chéjov, tomando el té en una terraza de Crimea: el dramaturgo telefoneaba a Tolstói e iba a verlo a Gaspra, cerca de su casa en Yalta. Era muy distinto a él, cuyo torrente narrativo contrasta con la concisión y sencillez de Chéjov, que tuvo en gran estima al autor de Guerra y paz (“a ningún hombre quiero tanto como a él”, le confesó a Mijaíl Osípovich Ménshikov) aunque le molestaba su aire de profeta y que, en ocasiones, escribiese sobre “aquello que no conoce y que por obcecación no quiere conocer”; pero creía que esos defectos eran irrelevantes ante la calidad literaria de Tolstói. Por su parte, al autor de Anna Karénina no le gustó El tío Vania. Tolstói no dejó resquicio de duda cuando le dijo a Chéjov: “Detesto a Shakespeare, pero las comedias que usted escribe son todavía peores”. No era extraño: después de todo, Dostoievski nos advirtió de que “un par de botas es más importante que Shakespeare”.


Resultado de imagen de chejov

A inicios del siglo XX, Tolstói, Chéjov y Gorki coincidieron en Crimea y se relacionaron. Durante casi un año, en 1901, Tolstói vivió en Gaspra, en la propiedad de la condesa Sophia Vladimirovna Panina, una mujer que era miembro de los kadetes y que acabó colaborando con Denikin y los blancos durante la guerra civil. Por su parte, Gorki vivía en una pensión en Oleis (que era ofrecida gratuitamente para escritores pobres por el comerciante Iván Tokmakov) y consideró siempre a Chéjov un hombre libre, íntegro, uno de los grandes escritores de Rusia. También vivía en Yalta, por problemas de salud, Meyerhold, de quien Chéjov escribe que “se lamenta de todo lo que le duele la vida”.
Todos sus abuelos fueron siervos de la gleba en aquella Rusia miserable, y Chéjov pasó una infancia difícil, golpeado con frecuencia por su padre, ante la resignada madre. Pese a su beatería, el progenitor era un hombre brutal, y el matrimonio cargado de deudas, no pudo ofrecer a sus hijos más que una vida de pobres. Esas figuras que viven entre estrecheces aparecen con mucha frecuencia en sus cuentos, como Pasha, la corista, que entrega sus joyas para salvar a un marido infiel. En su vejez, su padre, siempre santurrón, cantaba salmos religiosos a voz en cuello mientras ahogaba en el sahumerio a la familia con el incensario de cadena. Chéjov recelaba de la religión, es capaz de hacernos sonreír mientras la melancolía envuelve sus escenas y personajes, y nos lleva a la desolación de las vidas inútiles, perdidas, prescindibles.
Con diecinueve años, abandona Taganrog para ir a Moscú, donde ya estaban sus padres y hermanos, y con poco más de veinte años escribe relatos por unos pocos kópeks cada línea, mientras soporta las borracheras de sus hermanos. Se hizo médico, pero no cobraba a los pobres. En 1885, visitó San Petersburg por primera vez. Habló con editores, volvió al año siguiente y en otras ocasiones, a casa de su editor y amigo Suvorin, aunque el asunto Dreyfus enfrió su amistad: Chéjov defendió la militancia de Zola. Los inicios no fueron fáciles. En 1887, estrena Ivanov en el teatro Korsh de Moscú. Es un fracaso clamoroso. La bronca es estrepitosa: los estudiantes querían tirar a los actores por la platea. Pese a todo, antes de marchar a Siberia consiguió abrirse paso en el teatro y en la edición, y empieza a ser muy conocido; su obra La estepa tuvo éxito, y en 1888 la Academia de Ciencias le concedió el premio Pushkin, aunque tuvo algunos fracasos y la muerte de su hermano Nikolái lo afectó profundamente. Incluso empezó a escribir una novela, según confesó a Alekséi Suvorin, aunque nunca la terminó. En esos años ya tiene una noción clara de su escritura: sus relatos nos muestran la vida, sin concebir historias cerradas; busca la objetividad, describe con veracidad los personajes que crea, inmersos en su época, y opta por la sencillez y la brevedad. A su hermano Alexánder, que también escribe, le recomienda: “El lenguaje debe ser sencillo y elegante. Los lacayos deben hablar de modo sencillo, sin tapujos ni regodeos. Los capitanes retirados de nariz colorada, los periodistas bebedores, los escritores muertos de hambre, las esposas tísicas y laboriosas, los jóvenes honestos y sin mácula, las doncellas sublimes, las niñeras bondadosas… todo eso ya fue descrito y debe evitarse como un foso.”

Resultado de imagen de chejov

Con Gorki, el discípulo de Chéjov

En abril de 1890 inició su viaje a Sajalín, atravesando ríos helados, bosques infinitos: el ferrocarril transiberiano no se inauguraría hasta 1900. Sajalín era el infierno (viaja allí “quizá para no volver jamás”, escribió): quería huir, probar la aventura, y contribuir a la reforma de Rusia examinando uno de sus pozos más negros, aunque, al mismo tiempo, admiraba a Nikolái Przevalski, un militar y excepcional geógrafo que defendía un nacionalismo exaltado y que exploró el desierto de Gobi, Mongolia y el Ussuri. En Sajalín, Chéjov se despertaba cada mañana con el sonido de las cadenas que arrastraban los deportados, y esa experiencia lo marcaría para siempre. Volvió por mar, en diciembre, en el vapor Petersburgo: pasó por Singapur, Ceilán (el paraíso, contó, donde tuvo relaciones, bajo los cocoteros, con una “hindú de ojos negros”, como tuvo otro encuentro con una meretriz japonesa en Blagovéshchensk, en el Amur, en la frontera china, durante el viaje de ida), llegó a Port Said y a Constantinopla para alcanzar Odessa y tomar un tren hasta Moscú.
Hizo su primer viaje por Europa en 1891, con el editor Aleksei Suvorin y su hijo; a lo largo de dos meses visitó Viena, Venecia, Florencia, Roma, Nápoles, Niza, París y Berlín. En Nápoles, incluso ascendió al Vesubio. Al año siguiente pudo comprar la casa de Mélijovo, gracias a un préstamo de su editor Suvorin: allí escribió La gaviota. En esa época, febrero de 1893, escribe al médico Iósif Isaiévich Ostrovski (estudiaron juntos, en Taganrog): “No soy rico y vivo exclusivamente del trabajo. Cuanto más viejo me hago, trabajo menos y con mayor pereza. Ya siento la vejez.” Y solo tenía treinta y tres años. Volvió a Italia en 1894, a Trieste, Venecia, Milán, Génova. Tres años después, tras recuperarse precariamente de un grave ataque de su tuberculosis, viaja a París, a Biarritz y Niza, a Montecarlo a jugar a la ruleta. Incluso acarició el proyecto de viajar a Egipto, y de conocer el Sáhara, pero su precaria salud se lo impidió. El viaje que más le marcó fue la expedición a Sajalín: quedó atrapado para siempre por la belleza del Baikal.
Antes de vivir allí, Chéjov se iba a Mélijovo, al sur de Moscú; paseaba con sus perros, y se encerraba a escribir en una casita de madera que le hicieron en el jardín. Después, viajaba a Crimea, más enfermo, para perseguir el sol del mar Negro. Desde Yalta entabló relación con el joven Gorki, que también padecía tuberculosis, y por quien dimitiría en 1902 de la Academia de Ciencias cuando el zarismo (el gran duque Konstantín Románov era el presidente de la institución) impidió que Gorki se incorporara. Chaikovski, amigo de Chéjov y del gran duque, no pudo evitarlo. En Yalta, a Chéjov le gustaba pasear hasta Oreanda, donde hubo un palacio del zar Nicolás I, que se perdió en un incendio en 1882; llegaba atravesando la finca donde Nicolás II hizo construir el Livadia, que años acogió la Conferencia de Yalta, con Stalin, Roosevelt y Churchill. En esos días, Chéjov paseaba con una joven, Nadezda Ternóvskaia; descansaban en un banco de la iglesia (“el banco de Chéjov”) para admirar las costas de Yalta y las aguas tranquilas: en ese lugar puso Chéjov a su Anna, la dama del perrito, mirando el mar junto a Gúrov, su amante moscovita. Gorki desnudó esos relatos: “al leer los cuentos de Chéjov uno parece sumergido en un día triste de fines de otoño”.
Antón Pávlovich siempre tuvo muchas relaciones sentimentales, como detalla Donald Rayfield, fugaces intentos o algo más, no importa. A veces, rechazaba mantener relaciones con algunas mujeres, pero también frecuentó prostíbulos. Chéjov trató mucho a Lika Mizínova, una actriz amiga de su hermana que estaba profundamente enamorada de él y que, un tiempo, creyó que el escritor le correspondía, aunque nunca se lo manifestase. Y a Olga Vasílieva, que lo había conocido en Niza. Niza le recordaba a su Taganrog natal, y allí se instaló en septiembre de 1897, para pasar el invierno lejos del frío que agravaba su tuberculosis, viviendo en la Pensión Rusa, la misma donde se alojó Lenin en 1909. También se relacionó con la hija de Tolstói, Tatiana; y con la nieta de su editor Suvorin, Nadia Kolomnina. A Nadiezdha Ivanovna, que estaba Yalta, la califica de “mi prometida” en una carta a Olga Knipper, cuando aún no se había comprometido con ésta. Conoció a Knipper en el teatro, ensayando La gaviota (la obra donde retrató a Lika Mizínova, convirtiéndola en Nina Zaréchnaia, y que para algunos es, también, el modelo de la Anna de La dama del perrito). La gaviota, representada en San Petersburgo en 1896, fue un fracaso, y las risas del público hirieron profundamente a Chéjov. Otras versiones dicen que conoció a Knipper en Moscú cuando ella interpretaba a Irina en la obra de Alekséi Tolstói, El zar Fiodor Ivánovich.
En 1899, invitó a Olga a Mélijovo; después, viajaron a Yalta. Al año siguiente, decidió recorrer el Cáucaso con Gorki. Ese año, escribió Las tres hermanas, donde Olga iba a representar a una de ellas, y, en diciembre, de improviso, se fue a Niza y después a Florencia, Pisa, Roma. En julio de 1900, Knipper pasa el verano en Yalta y ambos se convierten en amantes, mientras Chéjov avanza en Las tres hermanas. Unas semanas después, el escritor viaja a Moscú, en octubre, donde permanece casi dos meses y ambos se ven obligados a esconderse en el hotel Dresden para huir de encuentros inoportunos. Comprensivo, enfermo, en marzo de 1901 Antón Pávlovich escribe a Knipper: “No significa nada que estés enamorada de otro y que me hayas engañado. Te lo voy a suplicar, simplemente ven, por favor.” Knipper obedece, viaja a Yalta, donde pasa la primera quincena de abril, y deciden casarse: la boda se celebra en Moscú, el 25 de mayo; después parten hacia el Volga, el Kama y el río Blanco. Tras su matrimonio con Olga Knipper, la pintora María Drozdova le confesó que tenía la esperanza de casarse con él. También Lidia Alexéievna Avílova que, muerto el escritor, escribió Chéjov en mi vida, publicada cuando ya había fallecido ella también, revelando un supuesto, prolongado y secreto amor con el escritor, que María Chéjova siempre negó.
Después de conocer a Olga Knipper, Chéjov, aislado en Yalta, la encontraba a faltar, ella debía atender a sus compromisos teatrales; aburrido a veces, pese a las frecuentes visitas, le escribía hablando del tiempo magnífico o de la lluvia ocasional: “por el jardín corren sapos y pequeños cocodrilos”, le cuenta a la actriz. La enfermedad le agota: en la primavera de 1903, va a Moscú, pero apenas puede subir al apartamento de Olga, en un segundo piso. Regresa a Yalta, donde pasa el verano, y vuelve a Moscú en diciembre para presenciar los ensayos de El jardín de los cerezos. En junio de 1904, Chéjov y Olga viajaron a Berlín, para recibir consejo de un médico alemán. Un mes después, había muerto, en el balneario de Badenweiler.
* * *
En Yalta, en la Kirova ulitsa, no lejos del río Uchan-su, se encuentra la dacha blanca de Chéjov. Cuando llegó, era un pequeño pueblo tártaro, Autka, donde hizo construir la casa. Allí lo visitaron Gorki, Iván Bunin, Rajmáninov, el famoso cantante de ópera Fiódor Shaliapin, los pintores Isaac Levitán, gran amigo suyo, y Víktor Vasnetsov. La casa, en cuya cocina escribió Chéjov La dama del perrito, fue convertida en museo por la revolución bolchevique en 1921, en plena guerra civil con los zaristas, y su hermana María, Masha, se encargó de dirigirlo. Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, resistió a la invasión nazi: las tropas de Hitler ocuparon Crimea, y en Yalta se detuvo un destacamento de soldados alemanes al mando de un oficial nazi que pretendió dormir en la habitación de Chéjov. Masha, una anciana venerable que ya tenía ochenta años, se negó, con severidad, y los alemanes tuvieron que retirarse de la casa. Años después, llegaron el Ejército Rojo y la liberación: en febrero de 1945, el cercano palacio de Livadia acogió a Stalin, Roosevelt y Churchill para ordenar el mundo tras la gran matanza.
Chéjov era un hombre modesto: achacaba sus errores a su “falta de talento”, y se comportaba con rectitud: “Nunca he sobornado a nadie, ni he calumniado ni desprestigiado a nadie. He evitado la adulación, las mentiras y los insultos”, escribió poco antes de marchar a Sajalín. No recibió siempre el mismo trato: el escritor Nikolái Mijailóvich Yezhov, por ejemplo, que en presencia de Chéjov simulaba ser su amigo, lo criticaba y calumniaba en los círculos intelectuales. Antón Pávlovich ironizaba consigo mismo: poco antes de casarse con Olga Knipper, le escribe desde Niza firmando “matasanos retirado y dramaturgo a tiempo parcial.” Siempre ayudó a su familia, y observó el alma rusa, presente en tantos de sus personajes, en la actitud de sus campesinos, en la desdicha de sus compatriotas. En la aparente trivialidad de sus escenas, latía una apasionada fe en el ser humano, aunque conociese a la perfección sus miserias y sus contradicciones y, en ocasiones, las criticase con dureza; vivía una cálida fraternidad que le había llevado a luchar contra la enfermedad y la miseria, y a intentar mejorar en lo posible la vida de sus vecinos: en Mélijovo, hizo construir tres escuelas y un puente sobre el río, y atendió a los campesinos enfermos sin cobrar por ello.
Junto a sus cuentos y obras teatrales, escribió sin descanso cartas, como hicieron Gógol, Turguénev, Dostoievski y Tolstói: de los treinta volúmenes de sus obras completas, doce son de correspondencia. Su teatro reflejaba fielmente la vida. No todos sus relatos muestran su maestría; hay muchos prescindibles, aunque no compartamos la severidad de Hemingway (“Chéjov escribió unas seis buenas historias, pero era un escritor aficionado”). En los cuentos, en su teatro, aparece siempre la vida desbordada y cruel que el zarismo había impuesto a Rusia y a sus campesinos. Chéjov era un joven de poco más de veinte años cuando Alejandro II fue asesinado en 1881, y su sucesor, Alejandro III, no sería mejor. En El pabellón número 6, obra que impresionó a Lenin, Chéjov, aunque no citase a sus gobiernos (había que pasar siempre la censura imperial) trazó una severa mirada sobre el zarismo, igual que en su libro sobre Sajalín. Su aversión a la tiranía era evidente: en Yalta, jamás quiso presenciar la caravana imperial cuando pasaba por las calles. La abyección zarista, que pudo constatar en Sajalín, con presidiarios arrojados a la muerte y condenados convertidos en demonios de Lérmontov, había sumido a Rusia en un pantano de sangre y estiércol, en un agujero atormentado. Ese “viaje al infierno” de la deportación que hizo Chéjov se convirtió en unas páginas desoladoras, semejantes a las que habían escrito Dostoievski, Kropotkin y Maksímov sobre el universo carcelario del zarismo. La muerte silenciosa, la esperanza que se ahoga en la inutilidad de la vida, la miseria de campesinos y obreros, la tala de los cerezos, muestran la vieja Rusia que ya esperaba un gran cataclismo y se aflige entre la hipocresía mercenaria del Zapoikin de El orador y la miseria del carpintero Yakov de El violín de Rothschild, obligado a vivir en una sola habitación entre sus propios ataúdes.
Chéjov era el niño que cantaba en el monasterio griego de Taganrog, el médico que anotaba en sus libretas el obstinado susurro de los pobres, y el hombre que veía el final de su vida mientras atendía las noticias de la guerra ruso-japonesa en 1904. En sus cuentos, Chéjov se detiene en la lucidez de quien no espera nada, en la insatisfacción de quien persigue una vida tranquila y descubre la angustia de una existencia vacía; pero muestra aquí y allá la esperanza y el deseo de otra verdad. El desolador alegato final de Sonia al tío Vania que parece no dejar resquicio a la esperanza, el tedio de una vida sin horizontes, la amargura de una mirada inmóvil y perdida, el sufrimiento interminable y la ternura de esos seres humanos sobre quienes cae el olvido del mundo, estaban en los cuadernos del hombre que se acercó a los tártaros de Crimea, del escritor que amaba profundamente Moscú, su bullicio, el tañido de las campanas de los centenares de iglesias: la ciudad con la que soñaban las tres hermanas, Masha, Irina y Olga, la vida de Rusia que estaba guardada en la libreta de Chéjov.
Fuente: El Viejo Topo, número 380. Septiembre 2019.

miércoles, 15 de enero de 2020

Marchena nos saldrá muy caro,

Marchena nos saldrá muy caro, gobierne quien gobierne

Domingo Sanz

El eurodiputado López, socialista, acaba de aparecer en pantalla perdiendo un instante la mirada, como nos ocurre a casi todos cuando negamos una evidencia. 

Durante ese instante, López estaba negando que Iratxe García, su jefa en el Europarlamento, presionara a Sassoli cuando éste exigió el cumplimiento de la sentencia del TJUE para que Junqueras hoy, 13 de enero, pudiera tomar posesión de su escaño tal como, en medio de gran despliegue mediático, sí están haciendo Puigdemont y Comín, gracias a que tomaron la decisión de exiliarse de la represión.
Lo de las presiones de García nos lo contó el día 20 de diciembre el testigo directo, y también periodista del francés Liberatión, Jean Quatremer, incluyendo detalles como el montón de papeles que la eurodiputada, española, socialista y quizás de los nervios porque, además, Sánchez no tenía la investidura asegurada, tiró por el suelo que también pisaba Sassoli al grito de “No le puedes hacer esto a España”, y delante de terceros.
Pobre de López, el de la mirada perdida cuando miente, como a Quatremer le dé por acusarle de embustero con pruebas como las que los periodistas siempre conservan. Y, de paso, Sassoli también saldrá averiado, aunque menos.
El principal responsable de todo esto, desde su blindaje casi absoluto hasta que todo estalle de una vez, es Manuel Marchena, excesivamente conocido.
Hoy nos ceñiremos, únicamente, a lo último de este juez, al que el país que le paga el sueldo parece importarle, a la vista de las consecuencias de sus actos discrecionales, mucho menos de lo que a la víctima indirecta de la represión, Monserrat Bassa, le importa, “personalmente”, la “gobernabilidad de España”.
Resulta que, antes de las diez de la mañana del último 19 de diciembre de la pasada década, el juez Marchena, al igual que cientos de millones de europeos, pudo escuchar del presidente del TJUE una sentencia por la que Oriol Junqueras era considerado eurodiputado e inmune y que, por tanto, tenía que salir en libertad y, en todo caso, él, Marchena, solicitar un suplicatorio.
Pero Marchena contaba con la ventaja de conocer las obligaciones a las que el “enemigo”, en este caso europeo, está sometido. Y la obligación concreta era una fecha, la del 13 de enero de 2020, que se aproximaba contra Sassoli como esa espada que acorrala poco a poco al que tiene una pared impidiéndole la huida.
Entonces fue cuando Marchena decidió jugar con el tiempo de Sassoli y se inventó los trámites y los plazos de conveniencia para alargar hasta el penúltimo día una decisión que, si la tenía tomada o no desde el principio es cosa de él mismo y su conciencia, pero que para el resto del mundo solo era una más entre varias.
De esta manera, innecesaria pero evidentemente calculada, todo un juez del Tribunal Supremo español consiguió crear un plazo de 24 horas a todo un presidente del Parlamento Europeo, al colocarlo ante la disyuntiva de liderar una crisis global con España o sacrificar al peón Oriol, uno más, a fin de cuentas, de los miles de minoritarios incómodos que han sido sacrificados a lo largo de la historia.
Corriendo ha buscado periodistas Iratxe García, socialista y de los nervios el 20 de diciembre, porque yo sí creo a Quatremer, para decirles que Sassoli es estupendo.
Pero si alguien piensa que todas estas presiones de España, especialmente las de Marchena, no van a encontrar cumplida respuesta desde Europa es que sigue soñando con los Tercios de Flandes.
Nos va a salir muy caro, incluso en intangibles. Jugar a la ruleta de los justos rencores que otros más fuertes puedan acumular contra nosotros es muy peligroso, y hace tiempo que, desde Europa, nos están vigilando.
Resulta que el día 7 de junio de 2017, es decir, más de tres meses antes del referéndum catalán y todo lo que siguió, “El País” nos contaba que “Un informe del Consejo de Europa publicado este miércoles sitúa a España como el país menos comprometido en la lucha contra la politización judicial de los 21 estados evaluados por este organismo”.(1)
¿A qué viene que nuestros políticos mientan a sabiendas cada vez que presumen de que en España existe “independencia judicial”?
El Consejo de Europa es un organismo público de cooperación entre estados europeos (lo forman 47) y se constituyó en 1949. Defiende la integración europea mediante, entre otras actividades, la denuncia de la corrupción en los estados que forman parte de la Unión.
Es probable que usted sí haya escuchado a los mismos políticos presumir, más aún que de la independencia judicial, de que España es una de las mejores democracias del mundo, aunque no hablan tanto de que este ranking lo gestiona Idea Internacional, una organización financiada por Gobiernos, no por Estados, y no solo europeos, que desde agosto de 2019 está dirigida por Kevin Casas Zamora, ex vicepresidente de Costa Rica durante unos quinientos días, entre 2006 y 2007.
Qué casualidad, pero fue tres meses después del nombramiento de Kevin en Idea cuando la citada entidad colocó a España en el puesto 13 de ese ranking de democracias. Por un poco más hubiéramos entrado en el Top Ten.
Pero “un poco más” de qué, señora Lozano de España Global. Se lo pregunto porque su alegría parecía impostada.
Cambiando de tercio, toca ahora el tema del día, el de los nuevos ministros. De momento, dos detalles.
El primero, que Felipe VI se haya enterado de sus nombres, o así lo parece, al mismo tiempo que yo, lo que es todo un presagio sobre la nimiedad que le espera en el futuro, escribir y que te lo publiquen, sometido a las leyes de la libertad de expresión, y todas las demás. Me sumo a la propuesta. Pero para ello es necesario que Pedro Sánchez nos vuelva a sorprender. ¿Se atreverá?
Presidente, busca en Internet “Coalición Progresista sin llave maestra”, línea argumental que a algunos les ha gustado y en la que insistiremos. De momento, Chile, 26 de abril.
La segunda cosa es que pienso que Iglesias hubiera quedado mejor ofreciéndose él para Igualdad y proponiendo a Sánchez que Montero, Isabel, asumiera la vicepresidencia. En qué feminismo vivimos, me pregunto, que no he escuchado a ningún/una líder de la causa más global dándose cuenta de que esta distribución de cargos sí que sería la hostia. (Perdón por la expresión).
Para terminar sobre esto de los ministros, los tengo ahora mismo en pantalla con la ceremonia de toma de posesión, tal como hace unos minutos tenía a López. Y, como antes, la mentira de evidencias sigue siendo insoportable.
¿Acaso no hay normas legales que ya les obligan a todo lo que juran o prometen? Puro teatro para darse importancia, que no añade ningún valor. Y todo lo que no vale nada nos cuesta mucho.
O quizás sí que tiene valor: el de comprobar, una vez más, cómo el peso del poder sigue aplastando las convicciones más personales. Me ha venido este pensamiento porque he tenido que escuchar eso de “con lealtad al rey” en boca de políticos, ahora ministros, cuyo afán parecía ser el de que nadie tuviera que volver a decirlo jamás.(2)    Fuente  ..https://kaosenlared.net/marchena-nos-saldra-muy-caro-gobierne-quien-gobierne/ 

Nota del blog  (1) https://elpais.com/politica/2017/06/07/actualidad/1496827709_980747.html 

 Nota  del blog (2) .   La referencia sin citar es a UP que votaron el cargo por el Rey  y la Constitución , es que es  , el protocolo . Se supone que es para que  no se  la apropie la derecha .  Al entrar en un gobierno de coalición les obliga a ceder a unos y otros   . 
De todos   modos con la última parte del texto no estoy de acuerdo y mas siendo un gobierno de coalición
En este enlace  se  ve bien a que situación se enfrentan y los  escasos limites  con que cuentan y encima la  judicialización   de la política utilizada por la oposición , no solo con el conflicto en Cataluña .