jueves, 9 de mayo de 2019

Libia. Caos , indiferencia e inercia

  El caos permanente de Libia. Indiferencia e inercia

Investig’Action

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

En el actual desorden internacional, algunos asuntos son víctimas de un silencio ensordecedor por parte de la mayoría de los estados y de los grandes medios de comunicación, silencio al que acompaña un desinterés manifiesto del mundo intelectual y particularmente de los juristas más eminentes quienes, sin embargo, teóricamente deberían sentirse muy concernidos. Es el caso, entre otros, del problema kurdo, los pueblos autóctonos del Golán anexionado, Cachemira, la reunificación de Corea, etc. Y la cuestión libia desde 2011 (1). El único punto en común de esas situaciones de crisis crónica cuyo origen es antiguo, es la extrema debilidad de los pueblos directamente afectados, los cuales no están en condiciones, por diferentes razones, de influir con fuerza en las relaciones internacionales. Las grandes potencias «vigilan» para que dichas situaciones permanezcan más o menos ignoradas por la opinión internacional con el fin de evitar que resurjan, ya que sus intereses económicos o estratégicos estarían en causa.
La complejidad, que en algunos casos alcanza un nivel que parece inextricable, facilita este «mantenimiento en la sombra» sin suscitar, aunque solo sea, la curiosidad intelectual de los juristas especializados, de quienes aunque podamos admitir que no tienen la obligación de señalar la conveniencia (dejando a los políticos esta tarea), al menos tienen la responsabilidad de cuestionar los procesos de retroceso del derecho, fuente de miseria social y de crisis masivas.
1. ¿Por qué esa falta de atención?
Ante la constatación preocupante de la indiferencia (al menos aparente) de los juristas expertos en el terreno del derecho internacional y de los politólogos analistas de las relaciones internacionales, debemos buscar las causas de esta nueva «traición de los intelectuales»
Es particularmente desgarrador para quienes, en el corazón del mundo occidental, todavía son sensibles a la tesis querida de G. Scelle, eminente jurista de mediados del siglo XX, favorable al «desdoblamiento funcional» que hacía responsables a las grandes potencias, como Estados Unidos (o Francia), de sustituir la ausencia de un poder mundial centralizado y de neutralizar a las soberanías enfrentadas.
Esta concepción parece prolongar hasta nuestros días la vieja tradición de los «estados civilizados» superiores a pueblos a los que consideran inferiores y a los que por lo tanto tendrían plena legitimidad para imponer sus puntos de vista por todos los medios y escoger sus lugares de intervención dominadora.
Al igual que los grandes medios de Europa y Estados Unidos, numerosos juristas y politólogos, lejos de ponerse en el lugar de los sirios, intervienen exclusivamente para describir la organización y el funcionamiento «técnico» de las instituciones y las normas o para criticar a los «enemigos» más o menos declarados (por ejemplo China o Rusia) con ocasión de sucesos puntuales (por ejemplo el conflicto ruso-ucraniano) con el mismo espíritu que lo hacen los estados en los que residen.
Ese descriptivismo selectivo dominante, que ignora las prácticas estatales, viola claramente la legalidad internacional y en particular el principio de igualdad soberana de los estados, como fue el caso de la intervención en Libia en 2011 y en el conflicto armado de varios meses que siguió hasta la ejecución sumaria de Muammar Gadafi, merece, al parecer, la búsqueda de hipótesis explicativas.
La primera hipótesis es la confirmación del seguidismo doctrinal tras la política: así la doctrina dominante ejerce una función de legitimación de las relaciones de fuerza existentes y particularmente de la política seguida por los estados que las aprueban. Lo que escribía en 1905 el profesor Bonfils sigue siendo el fundamento del enfoque actual: «Francia, a pesar de algunas debilidades pasajeras, siempre ha sido la campeona de la justicia y el humanismo» (2). Muchos son los herederos oficiosos del profesor Louis Le Fur (Précis de Droit International public, Dalloz, 1931) que lo único que hacen es expresar de forma erudita el consenso ideológico de su tiempo y su mundo, marcado por el «centrismo occidental». Como en el pasado y como en la doctrina estadounidense, los contemporáneos se preguntan sobre la «ilegibilidad de algunos estados» al derecho internacional, demasiado poco «civilizados» para beneficiarse del derecho común, antaño la doctrina francesa casi unánimemente señalaba los pueblos «salvajes o bárbaros» por no considerarlos desde el punto de vista del derecho «miembros regulares de la comunidad internacional», es decir, como los estados europeos y Estados Unidos. Los juristas críticos que aparecieron a mediados del siglo XX, particularmente durante los años 1970-1980, que se inspiraban en el marxismo y se preocupaban por la igualdad soberana de todos los estados, fueron considerados «ideólogos subversivos» (3).
No debemos protestar por la utilización de la fuerza armada contra Irak o a favor de Kosovo ni examinar la muy «flexible» interpretación de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad en 2011, que concluyó en la liquidación total el régimen de la Jamahiriya libia por iniciativa del Gobierno francés y sus aliados británico, estadounidense y Catarí. Como en la época colonial (en particular durante la «guerra» de Argelia, calificada en derecho de «operación policial»), Francia no puede trabajar más que por el «bien común de la humanidad» (Le Fur). El recurso a la fuerza armada se lamenta de forma unánime, pero como dijo en el pasado el Instituto de Derecho Internacional, que no compartía «la utopía de aquéllos que quieren la paz a cualquier precio», la guerra es «un mal inherente a la humanidad e inevitable».
El seguidismo doctrinal se conformó con adoptar los desvíos de las estrategias estatales, es decir, hoy el «derecho del humanismo», después la «seguridad», antes que procedimientos considerados «ineficaces» (por ejemplo los del capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas, basados en la negociación y el acuerdo) y los fundamentos considerados inapropiados (la soberanía de los estados, por ejemplo).
Parodiando a Bourdieu, es obvio que para los juristas la mayoría de las veces el derecho no es una lucha. Al contrario, es el silencio o la prudencia extrema los que se imponen en materia de injerencia, de ética internacional (muy apropiada para soslayar el derecho), la guerra contra los «enemigos combatientes» según la clasificación estadounidense de los prisioneros de Guantánamo, lugar inédito de detención con respecto al que los trabajos jurídicos occidentales han sido escasos.
El arcaico concepto de la «guerra justa» se ha reintroducido en la «modernidad» jurídica. La ilegalidad se convierte para la OTAN, o en el marco de ciertas resoluciones del Consejo de Seguridad, en un concepto lícito del derecho consuetudinario, como en el caso de la injerencia humanitaria, en desafío de las posiciones de la Corte Penal Internacional ( fallo Nicaragua-Estados Unidos del 27 de junio de 1986 ).
La deconstrucción del derecho internacional calificada a veces de «clásica» para señalar su arcaísmo (apoyada por algunas corrientes doctrinales como lo demuestra la construcción de teorías «nuevas» ampliamente apoyadas por los gobiernos y los medios occidentales, como la «injerencia humanitaria» y la «responsabilidad de proteger», están en el origen de la «legalidad-legitimidad moderna», apropiada para los intereses contemporáneos de las potencias occidentales.
Como señaló André Hauriou en su último escrito en 1974, las investigaciones jurídicas están «de acuerdo con el gusto de los tiempos» (4). Es evidente que Libia no está de moda. La profesión de jurista es una con su objeto, existe una especie de fraternidad entre el científico y su objetivo y Libia nunca se ha beneficiado.
El drama es que encontramos, en particular entre los autores estadounidenses, posicionamientos que tomó la doctrina nacionalsocialista de la Alemania de los años 1930-1940. Heinrich Rogge, por ejemplo, considera que «ningún principio jurídico de derecho positivo debe estorbar el libre desarrollo de los pueblos civilizados». Esa es la posición actual del Departamento de Estado. La distancia es mínima si se sustituye «libre desarrollo de los pueblos civilizados» por la expresión de los «principios universales», incluida la vía de las injerencias polimorfas en todos los pueblos y en todos los estados.
La OTAN y las potencias occidentales, tanto en los Balcanes como en Libia, Siria y Yemen en los últimos años, han impuesto los intereses de algunos estados y algunas empresas bajo el paraguas de «valores democráticos» a aquéllos que juzgados de «autoritarios», «totalitarios», o simplemente no fiables, como el régimen de la Jamahiriya, no tenían legitimidad para sobrevivir.
El resultado es el desarrollo en un buen número de países de un caos generalizado del que Libia es la ilustración más flagrante: a iniciativa de las potencias occidentales, las instituciones implosionaron, se destruyó el sistema económico y los recursos petroleros son saqueados por las milicias relacionadas con las grandes empresas. El intervencionismo de fuerzas externas es de naturaleza múltiple, las tribus recobraron su hostilidad tradicional y los exciudadanos de la Jamahiriya no tienen otra razón para vivir que sus intereses individuales de naturaleza mercantil.
Así se comprende el silencio casi total de los medios, del mundo intelectual (incluidos los juristas y los politólogos) respecto a una situación que es «la obra» iniciada por la Francia de Sarkozy contra Libia, la catástrofe libia es el resultado de un «apocalipsis legal» tolerado por el mundo jurídico y apoyado por la política.
2. Impunidad de los responsables del caos libio
Las exigencias que se imponen con respecto a Libia parecen evidentes.
Libia no puede ser considerada por el mundo occidental una simple suministradora de petróleo de calidad al precio más bajo posible y un espacio estratégico que permite a los europeos externalizar el control de los movimientos migratorios procedentes del África subsahariana.
En primer lugar el mantenimiento de la paz y la seguridad en la región solo puede ser el resultado de la normalización de la situación en todas las regiones de Libia, el resultado de la reconstrucción de un Estado estable con instituciones adaptadas a la sociología del país, lo que solo se puede concebir en el respeto de la soberanía de Libia.
En segundo lugar, como los dirigentes occidentales no dejaron de proclamar a favor de Camboya, por ejemplo, a propósito del proceso de los Jemeres Rojos, la justicia debe pasar por favorecer la reconciliación contra todos los responsables de la situación del pueblo libio sumido desde hace ocho años en la miseria, la corrupción, los enfrentamientos armados y la presencia dominadora de los Hermanos Musulmanes, Al Qaeda y el Dáesh, por otra parte combatidos por los occidentales y Rusia. Porque ciertamente las fracturas en la sociedad libia fueron estimuladas por fuerzas exteriores cuyas preocupaciones no tenían nada de humanitarias y actuaban a favor o en contra de los dirigentes y sobre ciertos grupos libios mucho antes de los sucesos de Bengasi en febrero de 2011 (5).
Catar y los Hermanos Musulmanes de Egipto y Túnez, especialmente, proporcionaron los medios materiales, políticos y mediáticos (en particular el canal de televisión Al Jazeera) presentados como liberadores y demócratas contra la dictadura de Gadafi.
Sin verificar los hechos, el Fiscal de la Corte Penal Internacional, Moreno Ocampo, así como los medios occidentales declararon, entre otras denuncias, que se distribuyó viagra a las fuerzas del régimen, con el fin de justificar de antemano ante la opinión internacional los ataques que vendrían (6).
Este ambiente favoreció la adopción de la resolución 1973 (presentada por Francia y Gran Bretaña) en 2011, adoptada por el Consejo de Seguridad el 17 de marzo de 2011, dirigida a prohibir el sobrevuelo de las aeronaves del régimen sobre el territorio libio, con el fin de proteger a las poblaciones civiles de eventuales bombardeos. Estados Unidos sin embargo había prevenido: el Consejo de Seguridad considerará «ir más allá de una simple zona de exclusión». Las declaraciones del Secretario General de la OTAN, A. F. Ramussen, añadiendo que la organización atlántica proseguiría «su misión mientras fuese necesario, la cuestión no es tanto saber si Gadafi caerá, sino cuándo». Según la OTAN, esta «guerra de Libia» (y no oficialmente «contra Libia») se basaba en el derecho humanitario, totalmente instrumentalizado.
No fue hasta el 8 de septiembre de 2016 cuando la comisión de Investigación del Parlamento británico entregó su informe en el que se señalaba la ilegalidad de esa intervención armada poniendo de manifiesto la responsabilidad de Nicolas Sarkozy y David Cameron, que agitaron informaciones falsas difundidas por las redes de exiliados libios y los canales de televisión Al-Jazeera Al-Ardia: «La intervención limitada, dirigida oficialmente a proteger a los civiles, se transformó de manera oportunista en una campaña para derrocar al régimen. Esta política no estaba basada en una verdadera estrategia que permitiera organizar el país pos-Gadafi. Dio como resultado el hundimiento económico y político, las guerras entre las tribus y las milicias, las crisis humanitarias y migratorias, la ampliación de las violaciones de los derechos humanos, la propagación de las armas del régimen libio en toda la región y el crecimiento del Estado Islámico en el norte de África».
Ese informe fue confirmado por Amnistía Internacional, que desde el 23 de junio de 2011 denunció las informaciones falsas sobre el comportamiento de las fuerzas regulares contra los civiles (7). Solo 48 horas después de la votación de la resolución 1973, y a pesar de que la Unión Africana dirigida por Jean Ping había decidido intervenir para encontrar una solución política y pacífica a la crisis, se lanzaron los primeros bombardeos aéreos. Se trataba de obstaculizar de forma urgente cualquier negociación y cualquier transacción: el objetivo real, especialmente para Sarkozy y el Estado francés era eliminar, por diversas y variadas razones, incluidas las personales, a Gadafi y su régimen (8). Los bombardeos especialmente intensivos sobre Sirte, su ciudad, las ejecuciones de los miembros de la familia de Gadafi y las circunstancias de su muerte (9) son otros tantos elementos demostrativos (10).
A los bombardeos de las poblaciones de pueblos y ciudades libias, a los crímenes y actos de tortura de las milicias anti-Gadafi, se añade el caos generalizado que se pretendía en el conjunto del país desde hace casi ocho años.
Ese caos que reina en el territorio libio, donde se enfrentan dos autoridades con pretensiones gubernamentales (Trípoli frente a Bengasi), varias asambleas (no representativas) y las diversas tribus tradicionales, así como diversas milicias islamistas, demuestran a menudo una criminalidad común. El conjunto, impregnado de la presencia de islamistas de diversas tendencias se mantiene. Esa profunda confusión no pone en cuestión los intereses de las grandes empresas petroleras que revenden en el mercado mundial el petróleo libio saqueado a bajo precio a las milicias y a los micropoderes que lo poseen. Dicha confusión no perturba a Francia ni a los demás estados europeos, que buscan una solución para detener la llegada de emigrantes al continente. Además la Unión Europea financia a las autoridades libias que controlan, arrestan y detienen a los emigrantes que buscan asilo en el continente europeo.
Esta casi anarquía no se debe únicamente a las divisiones entre los libios. Cada bando y cada grupo se benefician, más o menos según sus obediencias, de apoyos extranjeros políticos y financieros, italiano, francés, estadounidense, catarí, etc., que estimulan las contiendas y rivalidades y suprimen cualquier soberanía libia. Los estados europeos y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tienen una responsabilidad especial en esas violaciones de los principios fundamentales de la Carta de la ONU.
El asunto de la congelación de los activos libios es muy significativo.
Desde la resolución 1973 (2011) el Consejo de Seguridad tiene bloqueados los activos libios, en particular los fondos soberanos depositados por Trípoli en diferentes bancos occidentales. Algunos capitales se desbloquearon en 2011, antes de la caída de la Jamahiriya, para financiar la insurrección (11). Esos activos no solo siguen congelados casi ocho años después, sino que el bloqueo fue prolongado por la resolución 2441 (2018) hasta el 15 de febrero de 2020. Sin embargo la primera resolución 2009 (2011), confirmada por varias resoluciones más, preveía la restitución «al pueblo libio de esos activos, así como sus intereses y dividendos».
El hecho de que el Consejo de Seguridad no haya conseguido reunir las condiciones para determinar cuál es el poder legítimo en Libia y no pueda darle los medios materiales para conseguir su efectividad, demuestra que existe contra el pueblo libio una especie de guerra usurera, de naturaleza económica y financiera, con el fin de imponer a Libia una política económica conforme a los deseos de las potencias dominantes.
Pero debido a eso las Naciones Unidas son cómplices de una situación en la que el conjunto de los derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales de Libia se violan sistemáticamente mientras las lógicas comerciales se criminalizan en un clima general de corrupción, que solo suscitan reacciones muy moderadas de las instancias encargadas del problema, en particular el «Comité libio» y la Organización de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Activos Libios.
Otro hecho revelador relacionado con la práctica de ciertos bancos (entre ellos el Société Générale (12), el BNP, etc.), es que parece que nadie sabe dónde están los intereses y dividendos, miles de millones, de esos activos libios que deben restituirse según las resoluciones de las Naciones Unidas y del organismo de Expertos de las Naciones Unidas.
La impotencia del Consejo de Seguridad, que favorece el mantenimiento de las divisiones en el pueblo libio y el desarrollo de una «economía gris», se unen a la indiferencia mostrada por los estados occidentales, a pesar de algunos encuentros multilaterales sin efectos concretos.
La «responsabilidad de proteger a los civiles» que fue invocada en el Consejo de Seguridad para la intervención de la OTAN que siguió podría volverse contra las personas que la esgrimieron como un argumento pseudojurídico durante la agresión. La situación caótica de Libia merecería una nueva intervención en nombre de esa «responsabilidad de proteger», pero ese tipo de injerencia siempre se practica en sentido único, las potencias occidentales todavía no han optado claramente entre el ejército de Haftar (en Cirenaica y Bengasi) y el Gobierno de Fayez el Sarraj (en Trípoli), ya que el desorden establecido no cuestiona sus intereses.
Para salir de las múltiples contradicciones que sufre el pueblo libio, y los países vecinos por contagio (13), se impone ante todo el respeto de su soberanía, competencia del Consejo de Seguridad encargado del mantenimiento de la paz y la seguridad. La voluntad de las grandes potencias, el intervencionismo actual obviamente no tienen por objetivo promover la soberanía de los pueblos pequeños.
Así, los crímenes cometidos en 2011 por la OTAN, los dirigentes de varios países occidentales (14), Catar y los responsables de las fuerzas armadas contra las poblaciones civiles, que constituyen crímenes de guerra, así como su inercia desde 2011 hasta hoy, al igual que los dirigentes de empresas que se aprovechan del caos para mejorar sus beneficios, podrían tener que someterse a la justicia penal si esta no fuera, como la CPI, una justicia política incapaz de sancionar a los ciudadanos de las grandes potencias. En realidad la CPI solo ejerce su competencia con respecto a los actos cometidos en África, porque «es el único espacio lo bastante marginal políticamente para no enfrentarse a los obstáculos de Estados Unidos y lo bastante débil políticamente para no desafiar a la Corte» (15). La presencia de jueces africanos no es en absoluto una garantía de imparcialidad ya que se atienen, lo mismo que los jueces occidentales, a un formato al estilo Common Law inadecuado para los problemas surgidos en los países del Sur (16).
Es difícil imaginar, aunque un recurso siempre es políticamente útil si se publica, que la CPI cuestione a los dirigentes de la OTAN o a los responsables franceses, ingleses o estadounidenses.
Aunque en 2017 la agresión se convirtió en un crimen según la CPI, esta nueva competencia no puede aplicarse a lo sucedido en 2011. Solo los crímenes de guerra cometidos en Libia son susceptibles de un proceso pero, como en Costa de Marfil, los responsables occidentales y sus aliados tienen todas las posibilidades de librarse (17).
No se pueden esperar de la CPI condenas penales a los destructores de Libia fuentes de eventuales reparaciones para un pueblo globalmente víctima de las operaciones de la OTAN.
En cuanto a los obstáculos para el cobro de los activos libios (18) son de tal complejidad y a menudo las consideraciones financieras (de los bancos de negocios) tan importantes, que es posible que solo se puedan restituir cuando se decida que deberán utilizarse para establecer una dirigencia libia estable a la que se dictará la política que decidan las potencias.
La increíble «desaparición» de los intereses y dividendos de los activos libios, congelados por la actuación de ciertos bancos de acuerdo con algunas instancias estatales en violación de las decisiones de las Naciones unidas, es un indicio que revela el carácter esencialmente político de la cuestión de la restitución de dichos activos necesarios para la reconstrucción de Libia.
Salvo que se logre la unión de las fuerzas libias favorables al respeto de la soberanía del país y el apoyo que pudieran recibir de las potencias extranjeras frente a las injerencias de 2011 a 2019, el caos libio se prolongará hasta acabar en un alineamiento con la política impuesta por intereses (especialmente petroleros y estratégicos) indiferentes a las necesidades del pueblo libio.
Una vez más la exigencia de respeto a la legalidad pasará a la cuenta de pérdidas y ganancias.
Notas:
(1) La suerte que sufre el pueblo palestino moviliza a algunas asociaciones de solidaridad en el mundo occidental, así como a algunos movimientos universitarios y se libra así de la indiferencia de la que se beneficia la política israelí desde hace más de medio siglo.
(2) Prólogo del Manual de Derecho Internacional Público de Rousseau (1905).
(3) Véanse, por ejemplo, las apreciaciones aportadas por el movimiento de juristas «Critique du Drouet», fundado en los años 70, al que se comparó con una «disidencia» subversiva «afortunadamente» insignificante para la comunidad de los juristas «clásicos».
(4) Véase de A. Hauriou «Réflexions sur les statuts épistémologiques respectifs du pouvoir et de la liberté». RDP. 1974, p. 643.
(5) Conviene señalar que, paradójicamente, los disturbios de Bengasi en los que se basó la presunta intervención humanitaria fueron acompañados de colgamientos, degüellos o mutilaciones que recuerdan los métodos de los islamistas argelinos, los del Estado islámico en Irak y los del Dáesh en Siria.
(6) Esa noticia falsa, así como la del bombardeo de la población de Bengasi por la aviación del régimen, que nunca existió, fueron repetidas por todos los grandes medios occidentales y desarrolladas por diversas personalidades (como Bernard Henri Lévy) del mundo político, de las artes y las letras sobre la única base de una antigua hostilidad hacia la persona y el régimen de Gadafi.
(7) Véase el artículo de J. Ping en Le Monde diplomatique de agosto de 2014 ¿Era necesario matar a Gadafi? Uno de los tres puntos aceptado por Trípoli era la renuncia de Gadafi al poder. El llamamiento del obispo de Trípoli, monseñor Matinelli, pidiendo un «gesto humanitario hacia el coronel Gadafi que protegió a los cristianos de Libia», no fue escuchado.
(8) Uno de los aliados africanos de Francia más estables, Idriss Deby, presidente de Chad, lo expresó abiertamente el 16 de diciembre de 2014 en Dakar, en la clausura del Foro sobre la Paz y la Seguridad en África: «el objetivo de la OTAN era asesinar a Gadafi. Ese objetivo se cumplió». Véase también Avec les compliments du Guide , de F. Arki. K. Laske, Fayard. 2018.
(9) Véase la descripción del linchamiento de Gadafi por las milicias de Misrata (brigadas Al Nimer y al Assad), tras los ataques del escuadrón 3-mars-Ardennes al vehículo que transportaba a Gadafi y a uno de sus hijos ( Human Rights Watch . 16 de octubre de 2012).
(10) Con respecto a las víctimas civiles de los bombardeos de las fuerzas de la OTAN, de las que Amnistía Internacional da cuenta en su informe « Libia, las víctimas olvidadas de los ataques de la OTAN», de 2012, (tras una investigación sobre el terreno en enero y febrero de 2012), vino la respuesta: La propia OTAN (carta del 13 de marzo de 2012) se atrevió a afirmar que «como había ordenado explícitamente el Consejo del Atlántico Norte, ningún civil y ningún individuo específico, civil o militar, fue nunca objetivo en el curso de esa operación. Véase también el informe de Amnistía Internacional «La lucha por Libia, asesinatos, desapariciones y torturas», 13 de septiembre de 2011.
(11) Los ejecutivos del Banco Central libio, a través de los Hermanos Musulmanes, revelaron al Tesoro estadounidense las cuentas bancarias del país, lo que permitió congelar los activos en menos de una semana desde el principio de las protestas y beneficiar al consejo Nacional de Transición antes de la caída del régimen, es decir, desde el 1 de septiembre de 2011.
(12) Hay un proceso abierto ante el Tribunal Supremo de Londres contra la Société Générale y ha comenzado una instrucción en Bélgica con respecto a los intereses de los activos libios depositados en los bancos belgas cuya utilización parece que fue autorizada por el Gobierno belga y el Tesoro Público belga desde 2012.
(13) Las intervenciones militares francesas, incapaces de controlar el territorio como en Malí, por ejemplo, basadas en la «seguridad» no hacen más que agravar la situación y exacerbar las tensiones sociales locales sin arreglar nada en la lucha contra los «yihadistas» (quienes por otra parte tienen poca afinidad con los islamistas de Irak y Siria). La desaparición del Estado libio es una de las fuentes de desestabilización de los países vecinos, cuyas dificultades esenciales resultan de cuestiones económicas, sociales, inmobiliarias y secundariamente religiosas.
(14) Señalemos que Alemania se desmarcó y rechazó cualquier participación en la operación «Protector unificado» de la OTAN contra Libia.
(15) Véase «Dominic Ongwen on Trial: the ICC’s African Dilemmas », de A. Branch, en International Journal of Transitional Justice, 2017, p. 34.
(16) Esta particularidad que favorece la propensión a sancionar a los ciudadanos del Sur por hechos que también podrían reprocharse a los representantes del mundo occidental, ya fue denunciada por el juez indio Radhabinod Pal, del Tribunal Internacional militar para Tokio, y por el internacionalista Georg Schwarzenberger.
(17) Más que hacia una reorientación, la Corte Penal Internacional (CPI) camina hacia el declive. Aumentan los países que se retiran del Estatuto de Roma (algunos estados africanos, Filipinas, etc.) y vuelven incierto el futuro de la CPI. La creación de esta jurisdicción fue prematura. La «comunidad» internacional no tiene una existencia real, no existe una cohesión ideológica y todavía menos intereses comunes. La CPI, y numerosos estados ya son conscientes, presenta todas las características de una jurisdicción política al servicio de los dominantes. Los juristas occidentales, en general entusiastas en 1998 cuando se adoptó el Estatuto, se han vuelto más «cautos» en cuanto a su valoración.
(18) Los tratados internacionales no regulan la cuestión de la restitución de los activos adquiridos por la corrupción (Véase de T. Balmelli «La restitution des avoirs acquis par la corruption: de l’obligation morale à l’obligation juridique» en T. Balmelli. B. Jaggi. Les traités internationaux contre la corruption, 2004. (Suisse), p. 63 y s.
Robert Charvin  es profesor emérito de derecho (especializado en las relaciones internacionales) en la Universidad de Niza Sophia-Antipolis, decano honorario de la Facultad de Derecho y Ciencias Economicas de Niza y consultante en Derecho Internacional, derecho de las relaciones internacionales.
Fuente: https://www.investigaction.net/fr/libye-un-chaos-entretenu-indifference-et-inertie/


 Y VER

  https://www.rebelion.org/noticia.php?id=255666

lunes, 6 de mayo de 2019

La guerra híbrida en América Latina


Las seis cartas de la guerra híbrida
América Latina está amenazada por la guerra

CLAE / Rebelión

Los continuos discursos belicistas proferidos por el Departamento de Estado buscan imponer una salida distante y ajena a toda negociaciones política y diplomática. Su insistencia se sustenta en el denominado Hexahedron Program, diagramado por asesores de John Bolton en las oficinas del Harry S. Truman Building ubicadas en el distrito de Columbia. Su objetivo declarado es la recuperación del control comercial de los recursos naturales y el desvanecimiento de los crecientes vínculos diplomáticos, económicos y militares de Caracas con Moscú y Beijing.

El nuevo fracaso de Donald Trump, Juan Guaidó y el languidecido Grupo de Lima, incrementa los niveles de tensión y conflictividad en Latinoamérica. Las reiteradas amenazas de invasión manifestadas por referentes políticos republicanos, sumados a las continuas frustraciones padecidas por quienes buscan el colapso interno de Venezuela, extienden la inestabilidad social en una de las regiones, hasta ahora, más pacificas del mundo.
Los continuos discursos belicistas proferidos por el Departamento de Estado buscan imponer una salida distante y ajena a toda negociaciones política y diplomática. Su insistencia se sustenta en el denominado Hexahedron Program, diagramado por asesores de John Bolton en las oficinas del Harry S. Truman Building ubicadas en el distrito de Columbia. Su objetivo declarado es la recuperación del control comercial de los recursos naturales y el desvanecimiento de los crecientes vínculos diplomáticos, económicos y militares de Caracas con Moscú y Beijing.
El Hexahedron Program incluye 6 fases que pueden ejecutarse en forma continua, en etapas sucesivas, o en formatos yuxtapuestos. Sus basamentos: (a) el golpe de Estado clásico, en este caso a ser ejecutado por Fuerzas Armadas venezolanas; (b) la incursión bélica interestatal a ser implementada desde países limítrofes (Colombia y/o Brasil, prioritariamente) en el formato de guerra fronteriza; (c) el colapso económico (implosión) provocado por el bloqueo y el ahogamiento comercial y financiero: (d) la generalización de una guerra civil capaz de legitimar una intervención humanitaria; (e) la irrupción de un modelo de “contras” efectuado con el apoyo de mercenarios en clara reminiscencia de Bahía de los Cochinos o de la recordada triangulación Irán-Contras en Nicaragua; y (f) El bombardeo y/o invasión directa por parte de Washington del tipo Granada o Panamá.
Cada lado del hexágono tiene antecedentes históricos recientes en relación al rol jugado por Washington en América Latina desde el fin de la Primera Guerra. Pero todos ellos se tropiezan con particulares resistencias obstinadas en el caso venezolano, sumadas a una mutación del escenario internacional que tiende en forma paulatina a niveles crecientes de multipolaridad.
El primer modelo se intentó llevar a cabo en 2002, cuando el ex Presidente Hugo Chávez profundizó la política de nacionalizaciones de la infraestructura y la expulsión de las bases del Pentágono en su territorio. El golpe de Estado fracasó debido a la fuerte incidencia del entonces Presidente entre los oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. A pesar de esos antecedentes, hasta el día de hoy el Pentágono imagina e instiga sublevaciones militares que justifiquen y/o brinden la aquiescencia para una pronta ayuda militar del Comando Sur a ser desplegada en territorio venezolano ante el primer pedido de ayuda de una tropa rebelde.
El segundo formato, la incursión bélica interestatal, es decir la alianza de países que atacan un territorio soberano, fue impulsado en el siglo XIX por el imperio británico en la Guerra de la Triple Alianza con el objeto de destruir al Paraguay soberano y autónomo de Francisco Solano López. Este plan ha fracasado momentáneamente en relación a Venezuela, debido a la negativa de Colombia y Brasil a iniciar un conflicto militar que conocen hipotéticamente los términos de su inicio pero que desconocen su final. Este escenario fue reclamado con insistencia por Donald Trump, bajo la solicitud de convertir al Grupo de Lima en el mascarón de proa inicial de una complementariedad posterior del Comando Sur.
La tercer fase, la búsqueda de la implosión social como producto del estrangulamiento económico a ser generado por el bloqueo, se encuentra operativa en la actualidad y reviste las mismas características que las efectuadas desde hace seis décadas atrás en Cuba. Tiene como indicador de éxito la producción de hambrunas, la limitación del acceso a los medicamentos, la generalización de desastres epidemiológicos, la veda al comercio con terceros países, el cercenamiento al financiamiento y el castigo a quienes mantengan relaciones políticas con el gobierno de Maduro. En ese marco se explica el sabotaje llevado a cabo sobre la infraestructura de transmisión eléctrica acaecida a principios de abril.
El cuarto dispositivo, la generalización de una guerra civil, remite a la búsqueda de la ocupación del espacio urbano a través del empoderamiento de las guarimbas (núcleos activos de sabotaje y difusores de violencia callejera), adictas al injerencismo estadounidense. Esta última fase ha sido la promovida por el autoproclamado Presidente Juan Guaidó. El quinto elemento, parafraseando a Luc Besson, supone la utilización de empresas administradoras de mercenarios, como los que trabajan para Blackwater, portadores de sanguinarios antecedentes en Afganistán e Irak, que se encontrarían en la actualidad en la etapa de reclutamiento (específicamente entre grupos de latinoamericanos) para aparentar una apariencia militar caribeña en los inicios de sus incursiones fronterizas.
Por último, el sexto dispositivo es el que Trump anuncia permanentemente como amenaza disponible para reforzar los cinco anteriores. La invasión directa tiene el inconveniente actual de no gozar de la autorización de tres de los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos que poseen derecho a veto. La presencia de Rusia y China en el territorio ahora conflictivo del Caribe, en funciones de asesoramiento militar y/o de socios de emprendimientos productivos petroleros, ha forzado a Washington a sobreactuar lo que puede terminar convirtiéndose en una profecía autocumplida. El deterioro de la predominio de Estados Unidos parece estar directamente relacionado con su exasperación militarista y su correspondiente incapacidad para aceptar las nuevas reglas del juego, en las que no es el único jugador hegemónico. En ese marco, el incremento irresponsable de la virulencia discursiva funciona como un círculo vicioso: por un lado, obliga a los voceros de la Casa Blanca a aumentar los niveles de intimidación; y al mismo tiempo, frustra (a repetición) a los Guaidó que se sienten avalados por el Pentágono.
Antecedentes y futuros
La ofensiva injerencista contra Venezuela posee varios capítulos que explican el actual escenario. La Asamblea de las Naciones Unidas, a solicitud de Washington y sus aliados, propuso el desconocimiento de Nicolás Maduro en enero de este año. Dicha propuesta fue votada en contra por dos tercios de los países integrantes de ese foro multilateral. La misma propuesta no logró aprobación en el Consejo de Seguridad de la ONU. En la actualidad solo 55 países, de un total de 193, reconocen a Juan Guaidó como primer mandatario.
Esta asimétrica distribución de apoyos y cuestionamientos es lo que repetidamente se busca ocultar para otorgarle mayor legitimidad a la lógica discursiva pronunciada por Trump y los Presidentes que integran el Grupo de Lima. Este es el marco en el que el último 25 de febrero el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, presionó a los Presidentes latinoamericanos para conformar una coalición conducente a derribar al gobierno de Nicolás Maduro. La posición de México y Uruguay, comprometidos a lograr soluciones negociadas, fue percibida como un debilitamiento de quienes propendían a soluciones fulminantes y bélicas. El 22 de marzo, Trump recibió en Florida a los primeros mandatarios de Jamaica, Bahamas, Haití, República Dominicana y Santa Lucía. La agenda del encuentro se vinculó con la exigencia por parte de Washington para discontinuar cualquier relación con Caracas y ofrecer zanahorias disponibles para compensar el plan, liderado por Venezuela, conocido como Petrocaribe.
Poco tiempo después, entre el 11 y el 14 de abril, Mike Pompeo, ex jefe de al CIA y actual secretario del Departamento de Estado, realizó una gira por Colombia, Perú, Chile y Paraguay con el objetivo de presionar a sus Presidentes para limitar la presencia de China y Rusia en la región y reactualizar al acoso hacia Venezuela ante el advenimiento del final del gobierno de Nicolás Maduro. Según las testimonios de algunos asesores presentes, Pompeo no alcanzó el éxito esperado. Menos de una semana después, en una mezcla de sincericidio histórico y provocación desvergonzada, el consejero de seguridad nacional de Washington, John Bolton, asumió que la doctrina Monroe, desechada (en forma discursiva) tiempo atrás por John Kerry, volvía a erigirse como el eje de la política exterior de su país hacia el llamado hemisferio occidental.
La presión sobre Caracas continuará el próximo martes 7 de mayo, durante la 49 edición de la Conferencia de las Américas, repetida cita en la que Washington procede a disciplinar a los gobernantes que concurren. En esta ocasión la convocatoria se intitulará “Trastorno y transformación en las América” y su anfitrión será el vicepresidente Pence. Entre los presentes estarán el senador por el Estado de Florida, Marco Rubio (que recientemente anunció en su Twitter que Maduro terminará como Sadam Hussein, mostrando imágenes de la ejecución del ex gobernante iraquí), y el secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kevin McAleenan. Las gacetillas difundidas por Rubio anuncian una nueva ofensiva contra el nuevo eje del mal: Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Eliot Abrams es asesor del gobierno de los Estados Unidos. Ha sido condenado por la Justicia de su país por el caso “Irán/Contras”. En este video se refiere a un país soberano de una manera bastante particular
En la tarde del viernes 3 de mayo, los primeros mandatarios de Moscú y Washington mantuvieron una larga conversación telefónica relativa a la situación de Corea del Norte, Venezuela, el desarme nuclear y las implicancias del informe del fiscal especial Robert Mueller, que investigó durante casi un año al primer mandatario republicano. La comunicación duró una hora y media y habría finalizado, según colaboradores de Putin, con un gélido mensaje del mandatario euroasiático: “Lo que hagan será de vuestra entera responsabilidad. No cuenten de ninguna manera con nuestro aval. Y sepan que deberán atenerse a las consecuencias”. El próximo lunes 6 de abril el canciller ruso Sergei Lavrov continuará este intercambio con Washington en la Reunión Ministerial del Consejo Ártico. Antes de viajar a Finlandia declaró, esta vez de forma pública: “Aunque el secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo y yo acordamos continuar con los contactos, no veo cómo será posible armonizar nuestras posiciones”.
Jürgen Habermas señaló hace dos décadas que “La irresponsabilidad por los daños forma parte de la esencia del terrorismo.” La falta de evaluación en relación a los costos humanos que determinadas acciones políticas generan, la infravaloración de la vida como ecuación central de la gestión política y la incapacidad para identificar la soberanía nacional como el basamento supremos de las relaciones internaciones, parecen ser la forma que asume hoy esa lógica de la irresponsabilidad. Quienes sueñan con guerras civiles, cientos de miles de muertos y un subcontinente atravesado por la guerra, deberán saber, como subrayó Putin, que las consecuencias existen. De eso se trata la responsabilidad. De conocerlas.
Jorge Elbaum. Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )
Fuente: http://estrategia.la/2019/05/05/las-seis-cartas-de-la-guerra-hibrida-america-latina-esta-amenazada-por-la-guerra/


y ver ...



domingo, 5 de mayo de 2019

Venezuela .- Giro diplomático

Giro diplomático


ROBERT MUR | BUENOS AIRES,  

La línea dura contra el chavismo no funciona y la derecha latinoamericana, predominante en el Grupo de Lima, ha decidido ahora buscar una postura dialogante con el gobierno de Venezuela, aunque estrictamente el último comunicado de esta organización informal fundada para aislar al autoritario régimen bolivariano en el continente sea tan lapidario como los anteriores.

La apelación a Cuba, Rusia, la ONU y al Grupo de Contacto Internacional para que ayuden a resolver la crisis evidencia un cambio de actitud después del fracaso de la asonada militar del martes capitaneada por el autoproclamado presidente, Juan Guaidó, y el líder de su partido, Leopoldo López, que ha acabado refugiado en la residencia del embajador de España en Caracas tras huir de su arresto domiciliario.

La realidad interna de Venezuela contradice el discurso exterior y ni siquiera surte efecto ya la presión y estrategia comunicativa de la Casa Blanca, que se pasó todo el martes filtrando a periodistas que estaba negociando una transición con altos cargos chavistas y que Maduro estaba a punto de dejar el país. Guaidó y López sólo contaron con un reducido grupo de militares leales en Caracas y no lograron, como pretendían, levantar una ola de apoyo castrense.

¿Qué confirma el fracasado alzamiento?

El fracasado alzamiento confirma básicamente tres cosas. Primero, que las fuerzas armadas apoyan casi sin fisuras al chavismo, entre otros motivos porque los militares conforman el corazón del poder del régimen y sus negocios paralelos, desmintiendo que exista una abrumadora mayoría de oficiales dispuestos a rebelarse, mantra repetido por Guaidó desde que en enero el titular de la Asamblea Nacional se autoproclamó “presidente encargado”.

Segundo, que el chavismo, aunque probablemente no obtuviera una mayoría en las urnas si se celebrasen hoy unas elecciones democráticas, aún cuenta con un elevado respaldo de la población; y, al mismo tiempo, la oposición, que sigue dividida en la práctica, es incapaz de generar movilizaciones espontáneas contra el gobierno, que sólo los fines de semana o días festivos –como el 1 de mayo– se vuelven masivas y medianamente organizadas.

Y tercero, que por mucho que Guaidó tilde de “usurpador” a Maduro, difícilmente la crisis se resolverá sin una negociación entre ambos, con mediación internacional, que lleve a la convocatoria de unas nuevas elecciones con garantías democráticas.

La fiscalía general del Estado ha ordenado la detención de 18 militares y civiles implicados en la intentona golpista.

Tras una reunión de cinco horas en la capital peruana que acabó a última hora del viernes, los once miembros del Grupo de Lima –más la Venezuela presidida por Guaidó–, encabezados por los gobiernos derechistas y más intransigentes contra Maduro como Argentina, Chile, Brasil o Colombia, emitieron un comunicado donde reafirmaron su “pleno respaldo” a la intentona golpista del “presidente encargado”, condenaron “la represión del régimen ilegítimo y dictatorial” chavista, y reiteraron su llamamiento a jueces y militares para que den la espalda al gobierno autoritario. No obstante, y aquí está la gran novedad, también decidieron “hacer las gestiones necesarias para que Cuba participe en la búsqueda de la solución a la crisis en Venezuela”. Además, hacen un llamamiento a “Rusia, Turquía y a todos aquellos países que aún apoyan al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro a favorecer el proceso de transición democrática”.

Al mismo tiempo, las cancillerías del Grupo de Lima proponen al Grupo de Contacto Internacional(GCI) “una urgente reunión de representantes de ambos grupos para buscar la convergencia en el propósito común de lograr el retorno a la democracia en Venezuela”. Impulsado por la UE y con la presencia directa de España o Alemania, pero también de países con gobiernos progresistas latinoamericanos, como Uruguay o Bolivia, el GCI apuesta por una salida menos confrontacional que la avalada por el grupo limeño o EE.UU., a pesar de muchos de los ejecutivos europeos –incluido el español– se encuentran entre el medio centenar de estados que reconocen Guaidó como presidente legítimo de Venezuela.

El fracaso del martes, cuando debía iniciarse “la fase final de la Operación Libertad”, no desalienta a Guaidó, que este sábado volvió a convocar movilizaciones en todo el país y pidió a los antichavistas que acudieran a los cuarteles y convenzan a los militares de “sumarse a la Constitución”.

A pesar de las evidencias en contra, el presidente de la Asamblea Nacional insistió el viernes en 
que mayoritariamente las fuerzas armadas están contra Maduro y aseguró que la jerarquía militar se ha visto obligada a someterse a la máquina de la verdad para saber si fueron leales al gobierno durante la asonada del martes. “Pasan por polígrafos a todo su alto mando a ver quién estaba y quién no”, afirmó Guaidó. (1)

Mientras tanto, la fiscalía general del Estado ha ordenado la detención de 18 militares y civiles implicados en la intentona golpista.


Nota del blog  . .Ahora toca el cuento americano ante el fracaso que los engañaron y que fue una trampa de Maduro , claro para tapar su fracaso  .."Más allá de las declaraciones del gobierno estadounidense, que pueden o no ser parte de la “guerra psicológica”, lo que no deja de ser una realidad es el papel preponderante que cada vez más cobran los jefes de la Fuerzas Armadas".
 http://www.sinpermiso.info/textos/venezuela-las-fuerzas-armadas-cada-vez-mas-posicionadas-como-factor-de-poder-en-medio-de-la-crisis


 y ver   ..https://www.lavanguardia.com/internacional/20190503/462003127399/venezuela-crisis-maduro-guaido-lopez.html

sábado, 4 de mayo de 2019

Mentiras y silencios sobre Venezuela




Mentiras y silencios sobre Venezuela

 pascual  Serrano

A estas alturas esperar que los grandes medios españoles informen con rigor de lo que sucede en Venezuela y a que llamen golpe de Estado al intento de que una persona, que no es reconocida como presidente por el gobierno actual ni por las Naciones Unidas, intente con la ayuda de militares tomar el poder es misión imposible. Sin embargo, no por ello debemos dejar de analizar las falsedades y omisiones de la cobertura e información sobre lo sucedido el pasado 30 de abril en Caracas.
 y sigue ...

 (Muy bueno , merece la pena leerlo )

https://www.cuartopoder.es/internacional/2019/05/04/venezuela-medios-de-comunicacion-manipulacion/

 Nota del Blog .-

Cuando el intento de ocupar la Carlota ,algunos videos muestran cómo efectivos militares plegados al golpe respondían con tiros de fusiles a las bombas lacrimógenas lanzadas por la Guardia Nacional Bolivariana, en medio de manifestantes desarmados. ¿Buscaban una respuesta armada del gobierno para provocar una masacre? Hubo varios militares (4 ? ) fieles al gobierno heridos graves , entre ellos 2 coroneles. Pero aquí la prensa  como siempre   dijo que los heridos eran dela oposición .

viernes, 3 de mayo de 2019

La tasa real de desempleo en Estados Unidos es del 21,2 %.

Más de cien millones sin trabajo en EE.UU.

Diario ¡Por esto! (Mérida)


Triste noticia la que hoy esconden los medios de prensa de Estados Unidos, el número de estadounidenses sin trabajo ha sobrepasado los cien millones de personas, cifra que supera la de los que estaban en esa situación en cualquier momento de la Gran Recesión de 2008 y 2009. Según datos publicados por el periodista Michael Snyder, casi 102 millones de ciudadanos estadounidenses no tienen trabajo en la actualidad. Las reclamaciones de beneficios estatales por desempleo crecieron de 37 000 a 230 000 en la semana que terminó el 20 de abril, según el Departamento de Trabajo. El aumento fue el mayor desde principios de septiembre de 2017.

Se agrava el asunto al recordar que durante la última década los legisladores de todo el país han hecho más dificultoso solicitar beneficios por desempleo y han reducido el tiempo durante el cual pueden recibirlos los cesantes.

Durante la última década, el número de estadounidenses que se encuentran en la categoría de “desempleados” ha disminuido constantemente, pero el número de estadounidenses “que no forman parte de la fuerza laboral” ha ido en más rápido incremento. En ambos casos se trata de estadounidenses que no tienen trabajo. Es sólo una cuestión de cómo el gobierno federal decide categorizar a esos individuos. En estos momentos se publica que sólo existen 6,2 millones de estadounidenses oficialmente “desempleados”, pero esto es tan sólo la mitad de la historia. Los principales medios de comunicación raramente mencionan el número de estadounidenses categorizados como “no en la fuerza laboral” que ha crecido exponencialmente desde la última recesión. En este momento, esa cifra es de 95,577 millones. Cuando se suman 6,2 millones de “oficialmente desempleados” a 95,577 millones de estadounidenses categorizados como “no en la fuerza laboral”, se obtiene un gran total de casi 102 millones de estadounidenses que no tienen trabajo en este momento.

Según John Williams, de la firma shadowstats.com que rastrea cuál sería la cifra real de empleo si se utilizaran cifras adecuadas, la tasa real de desempleo en Estados Unidos en este momento es del 21,2 %. Un indicador que shadowstats.com prefiere tomar en cuenta es la tasa de participación de la fuerza laboral civil que en esencia refiere el porcentaje de la población en edad de trabajar que está realmente involucrado en la fuerza laboral. Justo antes de la última recesión, la tasa de participación de la fuerza laboral civil se situaba en torno al 66 %. Pero, cuando la recesión golpeó, la tasa de participación de la fuerza laboral civil cayó por debajo del 63 %, y se mantuvo entre el 62 y el 63 % durante un largo período de tiempo. En este momento se habla de apenas un 63,0 %, tasa que no representa una verdadera recuperación. Si se quisiera afirmar que Estados Unidos ha tenido una muy marginal recuperación del empleo desde la última recesión, el argumento sería podría ser legítimo. Pero algo más allá de esto sería simplemente una deshonestidad.

Lo cierto es que la economía de Estados Unidos se está desacelerando rápidamente una vez más, y la mayoría de los estadounidenses no está preparada para lo que está por venir. Los reclamos iniciales de beneficios estatales por desempleo subieron de 37,000 a 230,000 en la semana que terminó el 20 de abril, dijo el jueves el Departamento de Trabajo. El aumento fue el mayor desde principios de septiembre de 2017.

Cuando un estadounidense en edad de trabajar no tiene trabajo, las estadísticas lo incluyen en una de dos categorías diferentes. O bien se los clasifica como “desempleado” o como “no está en la fuerza laboral”. Pero usted tiene que sumar ambas categorías para obtener el número total de estadounidenses sin trabajo. Durante la última década, el número de estadounidenses que se encuentra en la categoría de “desempleados” ha disminuido constantemente, pero el número de estadounidenses “que no forman parte de la fuerza laboral” ha ido en rápido aumento. En ambos casos estamos hablando de estadounidenses que no tienen trabajo. Es sólo una cuestión de cómo el gobierno federal decide categorizar a esos individuos.

En este momento, se nos dice que sólo 6,2 millones de estadounidenses están oficialmente "desempleados", y eso suena muy bien, pero lo que los principales medios de comunicación raramente mencionan es el hecho de que el número de estadounidenses categorizados como "no en la fuerza laboral" ha crecido enormemente desde la última recesión. En este momento, esa cifra es de 95 577 millones. Si eso te suena terrible, es porque es terrible.

jueves, 2 de mayo de 2019

El fracaso de la derecha nacional en España





Fracaso del asedio

Francesc-Marc Álvaro 


Determinados medios construyeron un relato de campaña según el cual había un choque entre la derecha salvadora (que se había investido de defensora en exclusiva de la Constitución) y la izquierda traidora (que lideraba un PSOE que había cedido al chan­taje de Podemos, independentistas, nacionalistas y amigos de los etarras). Los in­ventores de esta fábula también han perdido las elecciones del 28-A, porque la realidad que revelan las urnas es otra: olviden el ­choque épico de la España constitucional y la anti-España, la que querían liberar los tres caballeros bendecidos por ­Az­nar. Todo es más prosaico y miserable.

Lo que hemos vivido, durante meses, es el asedio sobreactuado de una derecha radicalizada (y prisionera de los ultras de Vox) contra el PSOE y los partidos que hicieron posible la moción de censura a Rajoy. Este asedio sin reglas ha fracasado estrepitosamente y, de paso, ha producido más votos para los socialistas y –hay que subrayarlo– más votos para las dos bestias negras de la derecha tripartita: el independentismo catalán y los partidos nacionalistas vascos. Para remate, el asedio de Casado y Rivera (con el concurso de Abascal) ha debilitado al bloque de la derecha, que no tiene suficientes diputados para una mayoría de gobierno. Para el PP, el asedio ha sido una apuesta letal y, en otro país, Casado ya habría dimitido.
Las tres derechas, además de ensayar batallas culturales con planteamientos torpes (como resucitar una revisión de la legislación del aborto) han hecho pivotar su campaña sobre la crisis catalana, la España que se rompe y el miedo a un “gobierno de Sánchez con Rufián, Otegi y Torra”. Catalunya (y en menor medida el nacionalismo vasco) ha sido el espantajo constante, con el concurso de medios que han hecho suyos los mensajes desfigurados, distorsionados y falaces del PP, de Cs y también de Vox. El tiro les ha salido por la culata: el PP y Cs no obtienen ningún diputado en el País Vasco mientras, en Catalunya, los populares sólo logran uno y Arrimadas conserva los cinco que ya tenía pero no crece con la fuerza que lo hace su partido en el conjunto de España. Asimismo, Vox se despeña en todas las nacionalidades históricas y Canarias, aunque consigue arañar un diputado por Barcelona.

Es digno de reflexión que el discurso que PP y Cs han emitido sobre el independentismo y Catalunya en general no tenga premio, especialmente ni entre el electorado más alejado de los partidos que han impulsado el proceso soberanista. También es indicativo de un cierto cambio de clima que Cs no repita ahora el éxito que tuvo en los comicios del 21-D del 2017, que lo convirtieron en el grupo principal de la Cámara catalana y primero de la oposición. El manual dice que si Rivera quiere llegar algún día a la Moncloa –si aspira a desplazar al PP como opción grande de la derecha–, debería aumentar considerablemente el porcentaje de voto que ha registrado en las autonomías históricas, una cuadratura del círculo que a los populares sólo les salió bien en las generales del 2000. Y eso pasó después del centrismo sobrevenido del Aznar de la primera legislatura, que se inauguró con el pacto del Majestic que firmaron PP y CiU, olvidando que la militancia derechista había cantado eso tan constructivo de “Pujol, enano, habla cas­tellano”.

Los medios de Madrid que han alimentado el relato del choque y de la derecha como depositaria única de la Constitución deberían entonar el mea culpa y admitir que no les ha servido de nada tragarse la propia propaganda como si fuera análisis. A este periodismo del autoengaño le pasó exactamente lo mismo cuando (con todos los recursos del establishment más inmovilista) quería la muerte civil de Pedro Sánchez para que no ganara las primarias del PSOE contra Susana Díaz, la candidata dócil de los mismos que ahora piden un gobierno de coalición de PSOE y Cs que asegure –dicen– “la estabilidad, la moderación y la seguridad jurídica”. Ciertas élites –descontentas con los resultados del domingo– todavía desean creerse la fábula del asedio. David Jiménez, que fue efímero director de El Mundo, resume muy bien el problema en su libro testimonio El director, muy recomendable: “El sistema estaba perfectamente engrasado y dependía de que ninguna pieza se moviera del lugar donde había sido colocada. El poder económico protegía al poder político. El poder político protegía al poder económico. La prensa protegía al poder económico”.

El asedio ha fracasado y la democracia –fatigada y siempre imperfecta– ha funcionado bastante bien, contra el fatalismo y el desánimo, contra los empeoradores. Celebremos, pues, que la democracia no haya cedido, mientras contemplamos el espectáculo del líder del PP haciendo grandes esfuerzos para ir al centro y definir –finalmente– como lo que son a los ultras de Vox, a los que ofreció ministerios. Cuando la realidad desmiente rotundamente tus planes, sólo hay un camino: repensar las ideas y cambiar las actitudes, un ejercicio que no se hace de un día para otro. A partir de ahora, quien sufre un asedio importante, dentro y fuera de su partido, es Casado.


miércoles, 1 de mayo de 2019

Assange ; del Guantánamo británico al Gulag americano .


El Gulag son ellos

 rafaelpoch
Publicado el 1 mayo, 2019
  Eurasia


Sobre lo que le espera a Julian Assange en Estados Unidos, mayor universo carcelario del mundo
 La obvia voluntad de los medios de comunicación establecidos al silenciar al mínimo posible el escandalosos caso de Julian Assange, es que nos olvidemos del asunto y que este se diluya en la ruidosa cacofonía de la coral informativa
Entre su detención, el 11 de abril, y el día 26, no se le ha permitido a Assange recibir visita alguna, ni siquiera de médicos, abogados, diputados o familiares, en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, que la BBC designó en su día como el “Guantánamo británico”. Que alguien pueda ser sometido a semejante régimen de aislamiento en una prisión de ese tipo por una banal violación de la libertad condicional bajo fianza, es un insulto a la inteligencia.
No es el “caso Assange”
Dejemos las cosas claras: esto no es el “caso Assange”, sino el de la libertad de información. Desde el fin de la segunda guerra mundial, lo que el ex Presidente Jimmy Carter define como, “la corrupta oligarquía de Estados Unidos” ha llevado a cabo todo tipo de guerras, guerras comerciales, embargos, bombardeos, invasiones, operaciones de cambios de régimen que, según estimaciones internacionales arrojan unas cincuenta intervenciones directas en las que perdieron la vida entre 20 y 30 millones de seres humanos. Estados Unidos es, “la principal amenaza a la paz mundial”, dice Oskar Lafontaine. Pues bien, Assange es culpable de haber revelado muchos detalles y métodos recientes de esa inusitada violencia. No ha sido el único, pero su informe, a través de WikiLeaks ha sido enorme y muy dañino para el Imperio. Periodísticamente ha sido, sin duda, el mayor scoop periodístico del siglo. Por eso hay que escarmentar ese ejemplo, algo que afecta a todos los periodistas, incluso si no son estadounidenses (Assange no lo es), en cualquier parte del mundo.
El jueves Assange mantendrá su primera comparecencia judicial sobre la solicitud de extradición a Estados Unidos. Lo que se ha visto hasta ahora de la justicia británica, cómplice indigna de esta barbaridad liberticida, hace temer lo peor. Pero, ¿qué le espera a Assange?
Lo que le espera a 
“Cuando le echen la mano harán con él cosas criminales e inmorales, será la tortura”, explica Matthew Hoh, funcionario del Center for International Policy de Washington. “Le pondrán una capucha en la cabeza, será esposado y encadenado, lo embarcarán en un vuelo clandestino, será llevado a Estados Unidos y sometido a aislamiento, lo que es una forma de tortura”, explica el periodista Chris Hedges, premio Pulitzer. “Es así como rompen a la gente: será interrogado sin pausa, le aplicarán todas las técnicas sicológicas posibles, en su celda hará mucho calor, luego mucho frío, le despertarán constantemente cada dos o tres horas para impedirle dormir, puede que le metan en una celda sin agua para obligarle a pedir agua, para ir al lavabo o lavarse”, dice. “Todo el mundo tiene su punto de quiebra, le intentarán destruir sicológicamente. Lo hemos visto con muchos casos de detenidos la mayoría vendidos a Estados Unidos por señores de la guerra en Afganistán o Pakistán: quedan emocionalmente inválidos de por vida. Será una tortura científica”, dice Hedges, citado por Elizabeth Vos en Consortium News.  Todo eso puede deducirse del injusto proceso y detención sufrido por Chelsea Manning. “Habrá un barniz de legalidad, una apariencia, pero será tratado como todas las personas de todo el mundo que han desaparecido en ese sistema”, pronostica Hedges.
La cárcel interior del Imperio
Ese sistema es el que corresponde a la acción imperial de Estados Unidos, a la violencia exterior ejercida por ese país, pero tiene una dimensión interior muy clara y conocida     -aunque se hable poco de ella- que confiere a Estados Unidos la capitalidad mundial del Gulag: el mayor sistema carcelario del mundo. El Gulag son ellos.
En Estados Unidos más de mil personas mueren anualmente a manos de la policía, por arma de fuego, golpes o gases. La policía tiene, en la práctica, licencia para matar, a juzgar por el insignificante número de agentes juzgados.
“Venganza y represión son objetivos explícitos de las instituciones del Estado hacia los negros”, dice el periodista suizo Walter Tauber, un veterano ex corresponsal del semanario Der Spiegel. “Quien entra en la maquinaria de la justicia como negro casi nunca se convertirá de nuevo en un ciudadano libre, incluso si su delito original hubiera sido fumarse un porro en la juventud y luego robar una pizza por hambre. Millones de negros y latinos son liberados de la cárcel sin recuperar la libertad, porque muy pocos logran convertirse de nuevo en ciudadanos libres”, dice.
Casi cada día un negro es muerto a balazos por un agente. Según el diario USA Today, entre 2006 y 2012 agentes de policía blancos mataron cada año una media de 96 jóvenes negros, uno cada cuatro días. Pero esa cuenta, del FBI, solo concierne a delincuentes condenados. Esa situación fue la que generó el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan). La ciudad de Ferguson (Missouri) fue uno de los centros de aquel movimiento. La protesta de Ferguson arrancó, en agosto de 2014, tras la muerte del joven Michael Brown.
Desde entonces, seis personas vinculadas a aquellas protestas han muerto en circunstancias escandalosamente sospechosas: dos fueron encontrados calcinados y con una bala en la cabeza dentro de un coche incendiado en dos sucesos independientes, otros tres murieron en extraños suicidios y un sexto murió en un autobús en lo que se explicó como consecuencia de una sobredosis. Los líderes de la protesta reciben anónimos amenazantes. A uno de ellos, el sacerdote Darryl Gray, le pusieron dentro del coche una caja en la que había una serpiente. Esta serie de incidentes es atribuida por una de las activistas concernidas a “supremacistas blancos o simpatizantes de la policía”.
La mayor red de cárceles del mundo
En Estados Unidos más de 2,3 millones de personas, la mayoría de ellas negros y latinos, están recluidos en la mayor red mundial de cárceles y centros de detención para emigrantes del mundo. Si a ellos se suman aquellos que están en libertad provisional la cifra asciende a siete millones. Ningún país del mundo mantiene tantos prisioneros como Estados Unidos: 698 personas por cada 100.000 habitantes. Más que la Unión Soviética en su etapa final, más que China que tiene 1,6 millones de presos con una población cuatro veces mayor, más que en la actual Rusia o en Brasil (600.000) y aún más que los 400.000 de India (cifras de 2015). Muchos están encarcelados por el hecho de ser pobres y no poder pagar una fianza de 10.000 dólares y uno de cada cinco presos por haber sido sentenciados a duras penas por asuntos de droga sin mediar violencia.
Las condiciones de encarcelamiento son atroces, como reveló en marzo un informe del Departamento de Justicia sobre las prisiones del estado de Alabama: violaciones, asesinatos, palizas, suicidios (15 en los últimos quince meses). Esta situación viene amparada por lo que un especialista define como, “la naturaleza oculta de las prisiones de Estados Unidos”, algo que parece, “una opción política deliberada única entre las democracias”. “No hay en Estados Unidos una institución nacional independiente que supervise las condiciones de vida en las cárceles”, dice.
Agujero negro
Unos 61.000 presos sufren diariamente celdas de aislamiento, procedimiento que Naciones Unidas equipara con tortura y de los que muchos salen mentalmente enfermos. Hace tres años entrevisté a Albert Woodfox, un activista negro de 71 años que me explicó lo que significa aislamiento: “Una celda de 6 metros cuadrados en la que estás solo y encerrado 23 horas al día con una hora en el exterior. También hay gaseamientos y golpes, es tortura”, decía el ex preso. “El sistema está diseñado para romper tu espíritu y tu dignidad, muchos se vuelven locos, otros se suicidan, hay gente que se corta las venas para poder salir unas horas al hospital”.
Woodfox ha sido, seguramente, el preso del mundo que más tiempo ha pasado en régimen de aislamiento: 43 años y diez meses. Entró en la cárcel por delitos menores por los que fue condenado a 15 años, luego se escapó y se hizo activista contra las condiciones de encarcelamiento en el estado de Nueva York. Ese activismo lo llevó de nuevo a la cárcel donde se adhirió al movimiento de los Black Panthers. “Creamos la única célula de los Black Panthers en prisión y nos acusaron de la muerte de un guardia, todo fue fabricado, nuestro proceso fue una venganza por nuestra militancia”. El aislamiento fue parte de aquella venganza, porque, “desde el momento en que has sido condenado, te conviertes en un esclavo”.
Esa frase de Woodfox no es retórica: Adoptada en 1865, la decimotercera enmienda de la Constitución americana prohíbe la esclavitud…”excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto”. Woodfox y sus compañeros eran convictos del más grave delito: la rebelión de los negros para ser considerados y tratados como personas. De ahí parte toda una industria carcelaria de gestión frecuentemente privatizada que es alimentada por trabajo esclavo.
Tal es el contexto, general y concreto, de lo que le espera a Julian Assange en Estados Unidos cuando la judicatura británica apruebe su extradición: ingresar en ese agujero negro.