sábado, 10 de noviembre de 2018

La Audiencia Nacional y la doble vara de medir el terrorismo





La Fiscalía de la Audiencia Nacional se retracta y admite ahora que sí conocía el caso del francotirador

  El Público.
La cadena Ser informa de que el pasado 19 de septiembre, el día de la detención de Manuel Murillo, los fiscales de guardia que estaban en Terrasa y los que estaban en la Audiencia Nacional mantuvieron varias conversaciones. La fiscalía de la Audiencia Nacional decidió entonces que el caso no era de su competencia


La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha tenido que rectificar y admitir que sí estaba al tanto del caso de Manuel Murillo, el francotirador de 63 años que quería asesinar al presidente del Gobierno. Ayer, jueves por la tarde, la Fiscalía de la Audiencia Nacional afirmó que desconocía el caso adelantado en exclusiva por Público porque que ni los Mossos ni el juez de Terrasa (Barcelona) que instruye el caso le dieron traslado ni del atestado ni del procedimiento que se estaba siguiendo sobre este asunto en el juzgado número 3 de la localidad catalana. Pero no es es así, según informa la cadena Ser: ahora los fiscales se retractan y admiten que sí conocían el caso del magnicida de Terrasa.

De acuerdo a la información adelantada por la cadena de radio, cuando el pasado día 19 de septiembre el francotirador fue detenido, los fiscales de guardia de los juzgados de Terrasa y los de la Audiencia Nacional mantuvieron varios contactos, y "después de consultar con la jefatura de la Fiscalía de la Audiencia Nacional decidieron que el caso no era la competencia de la Audiencia Nacional, por lo que ésta se inhibió.

En ese sentido, los Mossos remitieron un atestado al juzgado de guardia para que decidiera si la causa era competencia de la justicia ordinaria o, por el contrario, de la Audiencia Nacional, que lleva las investigaciones por terrorismo.

La Ser también informa de que el titular del juzgado de Terrasa que estaba de guardia en ese momento, "hizo gestiones" ante el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu. Los dos magistrados convinieron que era la Fiscalía la que tenía que resolver el caso.

Como ya adelantó Público en su exclusiva, las diligencias pasaron del Juzgado de Guardia de Terrasa al de Instrucción Nº3 porque la Audiencia Nacional rechazó el caso, considerando que no se trataba de una amenaza terrorista, sino meramente una "proposición de homicidio de autoridad", con "tenencia ilícita" de un "depósito de armas", según señalaron fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado.

Tras recibir el caso, el titular del Juzgado de Instrucción Nº3 de Terrasa también podía decidir si lo consideraba como terrorismo pero rechazó inhibirse en favor de la Audiencia Nacional o pedir un informe a la Fiscalía para que se pronunciase al respecto, y abrió entonces una investigación al francotirador por los delitos de conspiración para atentar contra la autoridad con uso de arma, amenazas graves, tenencia ilícita de armas y explosivos, así como incitación al odio.

Manuel Murillo está actualmente en prisión incondicional en el Centro Penitenciario Brians-2, en Sant Esteve Sesrovires, cerca de Martorell, donde confesó nada más ingresar sus intenciones de atentar contra Pedro Sánchez.



https://www.publico.es/politica/fiscalia-audiencia-nacional-conocia-caso-del-francotirador-terrasa.html

 
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 Nota .- Esto confirma lo que habia dicho en un  post anterior   y dije también que  tras la reforma del Código Penal de 2015, para atribuir a una persona unos hechos delictivos calificados como terrorismo, ya no es necesaria su pertenencia a un grupo terrorista, una medida tomada para incluir figuras terroristas nuevas a raíz del yihadismo radical. Es decir, un ‘lobo solitario’ —como es este caso— puede cometer delito de terrorismo.

Global .- ¿ Fascismo o derecha radical?.

Decir "fascismo" confunde y despolitiza



La extrema derecha actual es hija del extractivismo/cuarta guerra mundial, mientras el fascismo fue parido por el capitalismo monopolista en competencia por los mercados mundiales, por el colonialismo e imperialismo en su deriva racista, como señaló Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo.
Comprendo que en los debates apasionados contra esa derecha machista y racista que crece exponencialmente, hablemos de fascistas o fachos y utilicemos adjetivos similares. Muchos lo hacemos como forma de fustigarlos. Sin embargo, el análisis sereno que expide el pensamiento crítico debería ir más al fondo de la cuestión.
Una porción importante de tales analistas desgajan el crecimiento de esta ultraderecha de la realidad económica, social y cultural que vivimos, y atribuyen este proceso a la influencia de los medios, al papel del imperialismo y a otras cuestiones generales que no consiguen explicar el fenómeno y lo atribuyen o bien a causas exógenas o a fenómenos como las redes sociales que no explican nada. La Revolución Francesa no fue consecuencia de la expansión de la imprenta, ni la rusa fue hija de la electricidad o del cine, aunque estos desarrollos tecnológicos tuvieron su influencia.
Por otro lado, el capitalismo no fue siempre igual. No siempre pretendió eliminar a camadas enteras de la sociedad, como aspira hacerlo en estos tiempos. Hubo periodos en los cuales las clases dominantes buscaron integrar a las clases peligrosas, y a esa política la denominamos estados del bienestar. Ahora se trata de explicar porqué han pasado de la integración a la segregación, para fantasear luego con el exterminio.
Para comprender el nazismo y el fascismo, Karl Polanyi se remontó a la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, analizando en detalle el cercamiento de los terrenos comunales (enclosures) en favor de los terratenientes. Ese proceso fue clave para promover la modernización, liberando a los campesinos de la tierra de la que fueron expulsados, sin más opción que ofrecer sus brazos a la naciente industria.
Pero la proletarización del campesinado fue un proceso traumático, que desarticuló la sociedad inglesa, como destaca Polanyi en La gran transformación, publicado en 1944. Con datos económicos, sociológicos y antropológicos, el autor concluye que el liberalismo económico y su mercado autorregulado, destruyeron los cimientos materiales y espirituales de las sociedades.
En sus propias palabras, la economía de mercado procedió a la demolición de las estructuras sociales para obtener mano de obra, y de las ruinas de la vida comunitaria nació la tentación fascista.
Las ultraderechas actuales tienen otra genealogía, aunque es evidente que hay puntos en común. Quiero destacar algunos aspectos que muestran las diferencias con el fascismo de los años 30 del siglo pasado y señalan también la necesidad de hurgar en nuestras sociedades para entender la deriva en curso.
Uno, el extractivismo expulsa a la mitad de la población (según regiones más o menos) de una vida digna, incluyendo salud, educación, vivienda, agua y seguridades mínimas. Esa población a la intemperie, debe ser controlada con nuevos modos: masificación de cámaras de seguridad, militarización, feminicidios, bandas de narcotraficantes, milicias parapoliciales, entre las más conocidas formas legales e ilegales.
Dos, el tipo de Estado que corresponde a este sistema de acumulación por despojo/cuarta guerra mundial, es el Estado policial, con sus correspondientes campos de concentración para los de abajo. Quien crea que exagero, que observe los entornos de la gran minería, de las megaobras de infraestructura y de los monocultivos, donde esto ya funciona. ¿Qué son las barriadas de las periferias urbanas, sin agua pero con abundancia de hombres armados, sino campos de concentración?
Tres, este sistema desborda violencia estructural, machista y racista, por todos sus poros. Sugiero dos lecturas. El reportaje de Katrin Beenhold en The New York Times sobre los varones de extrema derecha en Alemania del este (goo.gl/Y98L51), donde la violencia machista tiene un claro motivo sistémico; y El laboratorio social de China en Xinjiang, en II Manifesto (goo.gl/bH9JTk), donde el poder ejerce un control capilar y diabólico sobre la población.
Los varones, desde Alemania hasta Brasil, no se vuelven feminicidas por su genética, sino porque perdieron muchas cosas, como consecuencia de un modo de acumulación que no reconoce fronteras. Entre lo que perdieron, está el mandato de masculinidad, que analiza Rita Segato.
Cuatro, este sistema extractivo de guerra no puede ser desmontado paso a paso, ni desde adentro, porque sus instituciones no funcionan para la sociedad sino contra ella. No son las instituciones que conocimos durante el periodo del desarrollismo y el estado del bienestar que protegían a los ciudadanos. Las de ahora lo parasitan, en particular a quienes viven en la zona del no-ser: pobres y descartables, mujeres y jóvenes.


Fuente: http://www.jornada.com.mx/2018/11/09/opinion/022a2pol

viernes, 9 de noviembre de 2018

La Aundiencia Nacional y la extrema derecha.

Tolerancia y risas ante la ultraderecha armada

Quien escuche a Herrera o a Losantos, quien vea la tele de los obispos o lea determinados digitales o periódicos de la caverna madrileña vive pensando que la mitad de los catalanes son unos jodidos terroristas
Una parte de la derecha mediática de este país está sobrepasando, desde hace mucho tiempo, todas las líneas rojas


 




Nueve y once minutos de la mañana. En la tertulia de la COPE, la segunda más oída en nuestro país en esa franja horaria, hablan sobre la detención del ultraderechista que quería atentar contra el presidente del Gobierno. El locutor, Carlos Herrera, ridiculiza el asunto: "El tipo este de Tarrasa que supuestamente era un francotirador y que quería… era un tipo que amenazó en un Whatsapp con pegar un tiro a Sánchez. No tiene antecedentes, ni por supuesto avanzó en los planes…".
La contertulia de turno, Pilar García de la Granja, no tiene palabras: "Yo es que estoy perpleja. No sé qué decir…". José María Fidalgo, aquel líder sindical que puso CCOO en manos de Aznar, es otro de los invitados en el aquelarre: "¿Perpleja? ¿De que quieran pegar un tiro a Sánchez?". La ocurrencia es recibida con risas por los colegas de charla que acaban estallando en carcajadas cuando Fidalgo remata su chascarrillo: "Yo creo que es por lo del salario mínimo…". La conversación continúa con el campechano locutor andaluz poniendo en duda la gravedad de los hechos, recordando que han sido "los Mossos" los que le han detenido, y con sus contertulios burlándose de los datos que se van conociendo: "Dicen que es un experto tirador… ¿un guardia de seguridad?", dice de la Granja; "esto es como lo de la mujer de la granada…", añade Fidalgo. Herrera reafirma, riéndose: "como lo de la granada…", para inmediatamente cambiar de tercio y de semblante. Toca entrevistar con tono grave y apesadumbrado a Teresa Giménez Becerril, hermana y cuñada de dos víctimas de ETA.



El problema no es solo la falta de profesionalidad periodística y la mezquindad humana que emana de esta tertulia. El problema es que en programas como ese, precisamente, es donde se está echando gasolina al fuego y se están agitando las peores pasiones de los españoles. Quien escuche a Herrera o a Losantos, quien vea la tele de los obispos o lea determinados digitales o periódicos de la caverna madrileña vive pensando que la mitad de los catalanes son unos jodidos terroristas. Vive creyendo que en España se ha producido un golpe de Estado liderado por el PSOE y por Podemos con la ayuda de independentistas y etarras. Vive odiando mortalmente a Sánchez, a Iglesias, a Echenique, a Torra, a Colau o a Carmena. Vive escuchando cómo su radiopredicador favorito manifiesta su deseo de disparar contra los líderes de Podemos, anima a atacar a los turistas alemanes en Baleares o se burla de un plan, por muy incipiente y descabellado que fuera (que lo veremos), para asesinar el presidente del Gobierno.
Una parte de la derecha mediática de este país está sobrepasando, desde hace mucho tiempo, todas las líneas rojas. Ya estamos acostumbrados a que publiquen en sus portadas los rostros de cualquier simple ciudadano que no piensa como ellos. Lo vimos con los profesores que, supuestamente, habían humillado a hijos de guardias civiles y que luego, en su mayor parte, fueron exculpados por el juez. Lo vimos con magistrados que dictaban resoluciones que no les gustaban. Lo estamos viendo incluso con humoristas, como Dani Mateo, fotografiados en las puertas de sus casas para que cualquier radical pueda tomar nota y cometer una barbaridad.
Que nadie piense, eso sí, que estamos ante una estrategia novedosa. Ya entre 2004 y 2011 este amplio sector de la derecha intentó que los ciudadanos identificaran a Zapatero con ETA e incluso con Al Qaeda. En aquellos años se publicó, incluso, el nombre del colegio al que iban los hijos de determinados políticos socialistas. Se repitió, una y otra vez, que el Gobierno había provocado directamente los atentados del 11M o, al menos, que protegía a sus verdaderos autores. Si yo escucho, día tras día en la radio, que un político es un golpista y el mayor cómplice de los asesinos islamistas o de los dirigentes etarras… ¿no tengo legitimidad para meterle un tiro entre ceja y ceja?
Ante todos estos comportamientos, la reacción de los medios de comunicación serios y también de la mayoría de los ciudadanos suele ser la de mirar para otro lado. En buena parte de los casos hay detrás una buena intención, la de no dar publicidad a estos energúmenos. "Mejor ignorarles"; "no demos difusión a lo que dicen…" ¿Es una buena intención o es una ingenua intención? Mientras no lo contemos, no lo denunciemos y no les contestemos seguirán alimentando el odio con su inmoralidad, sus falsedades y sus medias verdades. Mientras callamos, ellos hablan; mientras hacemos como que no existen, ellos siguen creciendo.
La ultraderecha violenta está ahí. Nunca se fue. Ante ella, al menos de momento, parecemos desvalidos. Para empezar, cuesta entender que la Audiencia Nacional actúe en horas contra marionetas, raperos o tuiteros y, sin embargo, sea por la razón que sea, no se entere y no investigue una intentona encaminada a cargarse a nuestro presidente. Para continuar, es incomprensible que un atentado neonazi, como el ocurrido hace diez días en Pittsburgh, ocupe la centésima parte del espacio informativo que hubiera acaparado un ataque similar perpetrado por islamistas radicales. Para terminar, existen una absoluta impunidad entre quienes tienen el privilegio de sentarse delante de un micrófono.
Un seguidor de Trump fue el autor en Estados Unidos del envío de decenas de paquetes bomba contra políticos y simpatizantes demócratas. Un neonazi, de aquellos a los que el presidente estadounidense justificó tras atropellar mortalmente a una persona y dejar decenas de heridos en Virginia, asesinó a once judíos en una sinagoga de Pittsburgh. Un ultraderechista español quería matar a Pedro Sánchez para vengar la posible exhumación de Franco. ¿Seguimos con las risas?





 Nota .-   

Tras la reforma del Código Penal de 2015, para atribuir a una persona unos hechos delictivos calificados como terrorismo, ya no es necesaria su pertenencia a un grupo terrorista, una medida tomada para incluir figuras terroristas nuevas a raíz del yihadismo radical. Es decir, un ‘lobo solitario’ —como es este caso— puede cometer delito de terrorismo.

Desde la Audiencia Nacional afirman que “no les consta” que ningún juzgado central de instrucción valorase este caso y lo remitiese a los juzgados ordinarios. No obstante, el asunto fue enviado automáticamente a la Audiencia Nacional según    fuentes internas de las fuerzas de seguridad del Estado y de la policía autonómica catalana.  Y  la Audiencia Nacional lo rechazo y lo envió a juez ordinario

¿ La policía también se equivoco al enviarlo a la Audicencia Nacional ?
  Pero despues  de ver el supremo,   que emiten sentencias que a los pocos días tiran "patrás" y tienen los santo cinturones de decir que son independientes , poco queda ya por ver.
 y ver  .....