jueves, 5 de julio de 2018

La brunete mediática se dispara ..








El Mundo' y los presos políticos: cuatro frases, cuatro mentiras
 

Antoni Maria Piqué


El Mundo ponía cara de perro de barraca este martes. El traslado de los presos políticos a prisiones catalanas le ha puesto de mal humor y el tabloide nacionalista español ha hecho una portada de gesto torcido, donde lo más difícil es encontrar alguna información: ni uno solo de los cuatro titulares sobre la cosa és cierto. Eso sí, suman al sonsonete que hacen circular PP y Ciudadanos: que Pedro Sánchez paga con ese traslado el voto de los "separatistas", que van a prisiones "de cinco estrellas", que la Generalitat les otorgará beneficios penitenciarios, etcétera.
elmundo mentida retall


Todo está bien calculado para poner a los lectores como una moto. El verbo "ceder" señala a Sánchez como un gobernante débil, vencido, de pacotilla —y no muscular, irreductible y granítico como el anterior, se insinúa, con el apoyo de la frase bajo la cabecera ("Las concesiones de los débiles son las concesiones del miedo"), del político conservador inglés Edmund Burke..
En realidad, Sánchez sólo cumple la ley, como hace el mismo juez Pablo Llarena al firmar las autorizaciones de traslado. Si uno "cede"... ¿el otro también? No tiene ni pies ni cabeza.

La peor trola

El titular sigue diciendo que se entrega "el control de los presos" al "separatismo", en lenguaje cuartelero o de aroma mafioso, como si se tratara de una especie de intercambio de prisioneros por nada. También tiene lo suyo llamar "cabecillas del 1-O" a los presos, con el mismo aire que Roberto Alcázar y Pedrín llamaban "mastuerzo" y "bribón" a los malos de uno de los cómics franquistas por excelencia. También se cuidan de añadir que el traslado se produce "al mes de recibir el apoyo de los independentistas para ser investido". Como queriendo decir que Sánchez vende la patria por el cargo.
Encima, el director general de Prisiones de la Generalitat es independentista y lleva lazo amarillo, avisan en un destacado. Qué extraño, qué horror, qué mal todo: ¡en un Gobierno indepe hay un director general indepe! Y como es indepe, seguro que perpetrará todo tipo de negligencias e infracciones en favor de los presos políticos. Chimpún.
La peor trola de todas, sin embargo, es la última y de más éxito entre la hinchada unionista: que la Generalitat "podrá otorgar beneficios penitenciarios" a los presos políticos. A ver. A los presos preventivos no se les puede aplicar ningún beneficio penitenciario. Es fácil de comprobar: basta buscarlo en Google. Además, lo han recordado este martes la consellera de Justícia, Esther Capella, y los abogados Andreu Van den Eynde (el de Junqueras y Romeva), y Gonzalo Boye (del equipo jurídico de los exiliados).
La Generalitat tiene transferidas las competencias en materia penitenciaria, ha aclarado Boye, pero no puede acordar su excarcelación ni la concesión de beneficios penitenciarios (permisos de salida, por ejemplo), ni la progresión de grado, que no son aplicables a los presos preventivos.

El mundo al revés

Entonces ¿por qué esta serie de mistificaciones? La portada de un diario suele hacerse en una reunión de personas en pleno uso de sus facultades mentales, generalmente sobrias y con títulos universitarios, que deliberan sobre los hechos del día para escoger los más relevantes y explicarlos tal como son. ¿Puede equivocarse tan groseramente un grupo de profesionales tan cualificado o es que tomaron la decisión de equivocarse deliberadamente?
Peor todavía, la portada deja en el aire la duda de si en el diario madrileño entienden el proceso judicial a los "cabecillas del 1-O" y las prisiones preventivas como la aplicación de justicia o como un castigo y/o una revancha, sometidos a decisión política del gobierno español. Quizás porque creen que bse trata de lo último piensan que la Generalitat hará lo mismo, pero al revés.
Al final, esa portada confirma que los "cabecillas" son presos políticos y los mismos que lo niegan son quienes mejor lo argumentan.
A estas alturas, sin embargo, nadie se extraña. Antes de abrir la boca, ya se les han visto los dientes.




 Nota .-

  Lo increíble es que el mismo léxico, las mismas mentiras  que antes dirigían a Podemos  ahora son contra el PSOE... no se molestan ni en crear nuevas.


  

( Está debia ser la portada real )
 Pues sí que ha habido que esperar años para que el 'ABC' hable de "golpistas" en portada, sí...¿Os imagináis al periódico de @abc_es poniendo de portada un montaje fotográfico, y llamando golpistas a partidos escogidos democráticamente y de forma constitucional?


 

Pues no lo imaginéis, lo han hecho de verdad, esta es la verdadera portada del ABC.
 http://cort.as/-7rGJ

martes, 3 de julio de 2018

La era neoliberal explota en una ola neofascista

 
El triunfo de la extrema derecha: la era neoliberal explota en una ola neofascista



La UE ha sido contundente y demoledora contra aquellos gobiernos que han intentado hacer políticas económicas de tipo social y alternativo al neoliberalismo vigente, pero es absolutamente dócil con los discursos racistas y xenófobos de centroeuropa, Europa del este o Italia. La UE no bromea con el neoliberalismo: la economía es algo demasiado importante como para confiársela a los pueblos. En cambio, de la democracia y de los derechos humanos, de ello sí es posible reírse.
De hecho, no ha dudado en chantajear, presionar y amenazar al gobierno de Chipras en Grecia, para que pusiera en marcha medidas de recortes sociales contra el pueblo, para seguir pagando los intereses y la deuda con los banqueros alemanes y franceses. Sin embargo, se muestra completamente débil, complaciente e incluso apoya y secunda las políticas xenófobas de los países europeos gobernados por la extrema derecha. Como denuncia Alberto Garzón, Coordinador de Izquierda Unida, “el acuerdo que ha firmado el Consejo Europeo sobre migración es impropio de supuestas democracias avanzadas, y el mejor posible para la extrema derecha”. Porque, como él dice, es un acuerdo que no compromete a los países más xenófobos y antiinmigración, con el que han salido absolutamente satisfechos.
Mientras anunciaban la noticia de que habían muerto al menos cien personas, entre ellos tres bebés, en el naufragio de una patera, al impedir el ministro de interior ultraderechista de Italia a las ONGs acudir a su rescate, los gobernantes de la UE estaban reunidos para acordar medidas ante la crisis humanitaria de las personas refugiadas. La solución xenófoba promovida por los gobiernos de ultraderecha se ha impuesto: un mayor control de las fronteras, el bloqueo de los migrantes en el Mediterráneo y la creación de centros de detención de migrantes dentro y fuera dela Unión Europea. Es decir, Guantánamos europeos, siguiendo el modelo norteamericano.
Italia y Austria, con gobiernos en coalición con la extrema derecha, junto con el Grupo de Visegrado –Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia–, con gobiernos directamente de extrema derecha, han sido especialmente eficaz forzando la agenda europea hacia posiciones cada vez más xenófobas en la acogida de refugiados e inmigrantes.
En la última década, los totalitarismos de extrema derecha, que habían quedado relegados en Europa a tener una presencia residual tras la Segunda Guerra Mundial, han resurgido de sus cenizas y han regresado, más radicalizados si cabe, convirtiéndose en algunos casos en parte del gobierno en sus respectivos países. De ser excepciones periféricas, han pasado a situarse en la centralidad del tablero europeo. La extrema derecha se está extendiendo por toda la UE como un cáncer.
En Alemania, la ultraderecha de la AfD se dispara hasta el 13% del voto con un discurso contra la política de acogida de refugiados, con tonos claramente racistas, consiguiendo volver a entrar en el Bundestag por primera vez desde el nazismo. Mientras Ángela Merkel endurece la política de inmigración ante las presiones de la CSU, que intenta ganar puntos de cara a las elecciones frente al partido ultraderechista que amenaza con debilitar al CSU con una retórica extremista al estilo Trump. Austria también se sube a la ola de la ultraderecha europea. En Suiza gobierna la extrema derecha, de la mano de la Unión Democrática del Centro (SVP). En Hungría, Víktor Orbán. En Finlandia, Timo Soini se ha convertido en ministro de Exteriores. En Grecia, Amanecer Dorado. En Dinamarca, el gobierno en minoría necesita el apoyo del ultraderechista y anti-inmigrantes Partido Popular Danés (DF) para tomar decisiones. El Partido de la Libertad holandés, considera que sus provocaciones xenófobas le lanzarán al gobierno del país. En Francia la ultraderechista Marine Le Pen, que lidera el Frente Nacional (FN), disputa la presidencia de la nación consiguiendo alcanzar la segunda vuelta en las presidenciales francesas. El belga Vlaams Belang, la italiana Liga Norte, el británico Ukip o el finlandés Partido Finns avanzan posiciones y cada vez se vuelven más radicales y agresivos en sus discursos y sus prácticas atizando el odio contra el extranjero.
¿Qué está ocurriendo en el mundo? Mientras que en 2000 la UE imponía sanciones a la Austria de Jorg Haider, en 2018 ésta va a asumir la presidencia europea con Sebastian Kurz. Tras la devastadora Segunda Guerra Mundial impulsada por los regímenes fascistas, se llegó al acuerdo de que la democracia liberal era la menos mala de las alternativas posibles. Pero ahora, la extrema derecha se está nutriendo de la dramática situación de los refugiados, la mayor crisis migratoria en Europa desde 1945. Los xenófobos están alentando la exacerbación de la simbología emocional de la patria y la soberanía nacional para enfrentarse a una supuesta invasión extranjera, frente a lo que fue un proyecto comunitario de la Europa de los pueblos y la solidaridad. De esta forma la noción de que Europa está siendo “invadida por musulmanes y terroristas” ha ganado una considerable fuerza en la última década y los partidos de extrema derecha cada vez más despliegan esta retórica para presentar al islam y los extranjeros como una amenaza a la supuesta “unidad nacional y cultural” de los países y del continente.
Es más sorprendente que esta xenofobia cale en la población europea cuando la cantidad de refugiados llamando a las puertas de la UE es hoy exponencialmente menor que hace tres años. Incluso entonces, cabía preguntarse por qué la entrada de un millón o dos de personas a una comunidad de 510 millones era y es presentada como una “crisis”.
Con todo, la presión actual de la extrema derecha en Europa ha hecho cambiar los términos del debate. Hace unas semanas, el gobierno español sacaba pecho ante su decisión de acoger al Aquarius frente la política fascista de políticos como Salvini. Pero hoy Merkel y Macron, con Sánchez aspiran, no a reformular el conjunto de las políticas de acogida de la Unión, sino a crear “centros cerrados” para inmigrantes en los puertos de llegada de Europa, una iniciativa idéntica a la de los centros de internamiento de extranjeros (CIEs) que han sido duramente criticados por organizaciones de derechos humanos y que son los “guantánamos” tan denunciados.
Lo cierto es que la era neoliberal está culminando en Europa y Estados Unidos con una explosión neofascista, que ha integrado a la primera, en donde una xenofobia política y social está ahogando aún más la agenda de la UE, que ha pasado de ser la Europa de los mercaderes a la Europa del racismo genocida. Esta es la realidad de la Fortaleza Europa: autoridades tan ciegas por su obsesión con el asunto de la inmigración que han perdido la capacidad de reconocer la más básica de las obligaciones hacia otros seres humanos.
Debemos reclamar una movilización que denuncie la responsabilidad del neoliberalismo respecto del auge de este neofascismo. Exigir y obligar a cumplir a nuestros dirigentes con los principios de respeto y garantía de derechos humanos. No es una opción. Es lo que nos permite sentirnos parte de una civilización o engrosar las filas de la barbarie. Hemos de convertir Europa en lo que dice ser: una unión social y política que respeta los derechos humanos, prohíbe las expulsiones colectivas e impide la extradición de personas a estados donde puedan sufrir muerte, tortura o tratos inhumanos o degradantes.
Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León.

 y ver ..


https://ombelico.com.ar/2018/06/25/el-corazon-xenofobo-del-norte-del-mundo/

 y ver ..





Nota.- 

Lo increíble de todo ello, es que en parte  el NORTE lo ha provocado con  las intervenciones y  no han hecho ni la mínima autocrítica…no están acostumbrados a ella …véase el caso más fragante  , Libia , tampoco todos los refugiados y emigrantes , son musulmanes , sino de ex colonias  europeas  , pero por ejemplo Inglaterra se  ha blindado  de responsabilidades  con el Brexit , ni tampoco son capaces de autocriticarse  por  la entrada  de los  países del Este sin referéndums  y que han salido rana en todo ello , y pero aun  , lo de Libia , se  reproduce a su modo en Ucrania . No hay por dónde cogerlo, ni que lo hicieran a propósito  saldría peor.

lunes, 2 de julio de 2018

Hollwood y la trata de negros.

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Hollwood y la trata de negros
   



Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Hace ya unos años, las agencias contaron que en su visita a Putin, el presidente norteamericano Bush jr., tuvo el detalle de sacarle a relucir a éste la historia del “Gulag” y todo lo demás, atribuyéndolo todo al “comunismo”.

 
Hace ya unos años, las agencias contaron que en su visita a Putin, el presidente norteamericano Bush jr., tuvo el detalle de sacarle a relucir a éste la historia del “Gulag” y todo lo demás, atribuyéndolo todo-por supuesto- al “comunismo”.  El presidente ruso que se esperaba algo así, no dudó en devolverle la pelota. De alguna manera le respondió algo así como mira quién vino a hablar. Entonces le recordó al señor de la guerra del Dios del Sinaí el papel de los Estados Unidos en la trata de negros así como en el exterminio de las tribus indias. Otro  más actualizado le podría haber sacado a relucir Vietnam, su papel en toda clase de golpes de estados en el mundo (a Suharto, Pinochet, etc.), pero la cosa quedó ahí. En realidad, ninguno de los dos merecía hablar de estas historias de las que, en no poca medida, habían sido beneficiarios.



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Desde el lado norteamericano resulta cuanto menos curioso que una industria tan emblemática como la de Hollywood, que produjo decenas de películas contra el “comunismo” (descrito como algo propio de gente sin escrúpulos, como personajes propios del cine negro), la trata de negros apenas sí asomó por sus cámaras, aunque no faltaron apuntes y no precisamente “humanistas” como el expresado por El nacimiento de una nación (David Wark Griffith, 1915), cuyo estrenos por diversas ciudades dejó tras de sí un reguero de linchamientos animados por el Klan. Aunque la experiencia sirvió de advertencia cómo quedaría evidenciado en Lo que el viento se llevó, cuya adaptación enmendó la encendida narrativa racista de la novelista Margaret Mitchell, hubo decenas de películas en las que la esclavitud era tratada como algo natural. De hecho,  no fue hasta pasada la II Guerra Mundial que se puede hablar de un cine “liberal antirracista”, sí bien los títulos que abundaban en directo el   en la que hasta llegar a Amistad (EUA, 1997), de Steven Spielberg pasando por algunos unos escasos ejemplos europeos como Tamango (Francia, 1958), obra del “black liste” exiliado John Berry, y pocos más. Entre nosotros este tema quedó representado por títulos como Fray Escoba (1962),  y no faltan voces (Josep Piqué) que se atreven a declarar que “nuestra colonización fue consentida”, por no hablar de otras (Fraga) que proclamó hasta el final que España no colonizó sino que “evangelizó”



 Resultado de imagen de Amistad (EUA, 1997), de Steven Spielberg
En este apartado, el capítulo más importante lo ha jugado la televisión, a pesar de todos los impedimentos del poderoso “lobby” neoconservador norteamericano que, en este punto, roza unos criterios revisionistas no muy diferentes al empleado por cierta historiografía sobre el nazismo o el franquismo. Aparte de los títulos clásicos citados en los estudios mencionados, habría que añadir algunos documentales que cuentan quiénes fueron los ideólogos y factótums de las redes solidarias con los esclavos fugados.
Es el caso de la serie que en 1987 se hizo para televisión sobre el líder abolicionista Frederick Douglas, el más importante e influyente de su tiempo. Y es precisamente el medio televisivo el que mayor filmografía atesora en esta materia. Ahí está el caso de Friendly Persuasión (1975) del aplicado Joseph Sargent, una puesta en escena de los libros antiesclavistas de Jessamyn West situada históricamente en los años de la guerra civil norteamericana. Otra buena historia filmada es la de Harriet Tubman, una esclava que consiguió huir al Norte y que llegó a ser una de las voces habituales en los mítines y conferencias que realizaban los aboque más duele al espectador es el desamparo y el desprecio que los esclavistas tuvieron respecto a sus “propiedades”, punto en el que resulta magistral el personaje encarnado por James Mason en Mandingo (EUA, 1975) una de las obras más logradas sobre la cuestión.
Solomon Northup no pudo recuperar la libertad y regresar a su vida normal, hasta que se convirtió en un acérrimo abolicionista, una actividad militante que mantuvo hasta su muerte en fechas y circunstancias que no han quedado aún demasiado claras.  Una de las causas que posibilitaron el rescate de Northup y de otros muchos como él, fue la ley del estado de Nueva York aprobada en 1840 por la que se podía/debía recuperar a cualquier ciudadano libre (fuera cual fuera su raza o color) que fuera secuestrado y vendido como esclavo en cualquier parte de la nación.  La temática fue ya motivo de atención en Solomon Northup’s Odissey, un trabajo para la televisión pública estadounidense (la PBS) dirigido por Gordón Parks, reconocido animador de cine blaxploit en la década de los 70 del siglo pasado con el detective Shaft (Richard Roundtree), que en una de sus aventuras se enfrentó con unos tratantes de esclavos . Northup fue encarnado entonces por el excelente actor Avery Brooks (Hawk en la teleserie Spenser, detective privado y su subsiguiente spin. En A woman callea Moses (1978) del destajista Paul Wendkos, con Cicely Tyson (Mona Lisa) encarnando a Miss Tubman, en una cinta donde por cierto interviene como secundario nada menos que Orson Welles que se tenían que ganar las habichuelas en papeles muy menores.
Las historias Underground Railroad tuvieron héroes anónimos como el granjero de ascendencia holandesa protagonista de House of Dies Drear (1984) de Alian A. Goldstein que fue parte activa de ese “tren clandestino”; aunque más popular fue El viaje de August King (1985)  también de la pareja interracial formada por otro granjero (Jason Patrie), y una esclava prófuga (Thandie Newton), una obra bienintencionada pero carente de fuerza dramática como es propio de John Duigan (Romero), y que aquí llegó en formato televisivo. Un formato al que hay que recurrir al tratar cuestiones con tan mala prensa como la trata de negros, y sobre la cual se han producido no pocas serie y documentales del mayor nivel de exigencia y que tendría que estar p presente en escuelas y bibliotecas públicas.
Todo este panorama comienza a cambiar radicalmente en la gran pantalla con títulos tan emblemáticos como 12 años de esclavitud, (EUA, 2014) una obra ambiciosa de Steve McQueen, el director de color de nombre similar al del protagonista de La gran evasión. El cineasta ya tenía un bagaje destacado como artista y como hombre de cine off blockbusters de Hollywood. Sus filmes Hunger (basado en la huelga de hambre real que inició un preso político) y Shame (centrado en la adicción sexual de un bróker neoyorquino), lo habían convertido en un auténtico icono del cine independiente. Con esta producción radicalmente antiesclavista, Steve aborda la cuestión con un coraje que no se veía desde Espartaco, con una franqueza que no estaba presente en Amistad (EUA, 1997), ya que Spielberg acaba adoptando el punto de vista del liberal blanco que asume puntualmente la defensa de los negros sublevados en alta mar.

 Resultado de imagen de 12 años esclavitud

 En 12 años de esclavitud, Me Queen se mantiene fiel a su estilo seco, poético y duro, pero para ello ha partido de una historia verídica, la de Solomon Northup (1808-?), un negro libre nacido y residente en Saratoga Springs, en el Estado de Nueva Cork. Había sido violinista y hombre respetado en su comunidad, hasta que fue engañado, drogado y vendido como esclavo en Washington. Northup (Chiwetel Ejiofor) relataría esas penurias que duraron más de una década en un libro titulado precisamente 12 años de esclavitud, que fue publicado en 1853. La película obtuvo magníficas críticas, y de hecho ofrece un discurso que no ha perdido actualidad, especialmente desde que el mercado y las multinacionales se han erigidos en los reyes de la Creación. La trama sigue todos esos años de Northup en condiciones extremas, malos tratos y vejaciones en plantaciones de algodón de Nueva Orleans y Luisiana. Para enfatizar el drama, el director no ahorra en la cinta secuencias crudas de violencia.
Entre otras cosas, dicha trama remite al Underground Railroad, una línea clandestina de escapada de muchos esclavos del Sur hasta conseguir la libertad en el Norte. Eran caminos, casas seguras, refugios e historias de abolicionistas intrépidos que ayudaron a muchos afroamericanos a escapar en su lucha por la libertad. La mayoría alcanzaron los estados no esclavistas del Norte, pero los hubo que llegaron a Canadá o incluso hasta México. Incluso peor resulta ese paternalismo que algunos amos ejercieron sobre algunos de sus esclavos (Benedict Cumberbatch), una actitud que no dejó de resultar representativa en muchos liberales, por ejemplo aparece de manera subyacente en una película célebre Adivina quién viene a cenar esta noche ( Guess Who’s Coming to Dinner, EUA, 1967) obra del emblemático Stanley Kramer con Tracy&Hepburn y un Sydney Poitier en su apogeo.
Aunque el catálogo de atrocidades desplegado por McQueen en 12 años de esclavitud parecía imposible de superar, la historia permite dar total credibilidad a El nacimiento de una nación (USA; 2016), debut en el largometraje del también actor protagonista Nate Parker, que rebasa cualquier explicitud, aunque sin la complejidad y la trascendencia puntual de la ganadora del Oscar a la mejor película de 2013. Parker ha compuesto una película seguramente literal sobre un hecho verídico, la tentativa de revolución comandada por un esclavo en el estado de Virginia, en el año 1831, pero que se antoja pura venganza. Una revancha quizá justa, pero unidireccional, en forma de película, con un título que, además, ejerce de reverso histórico de El nacimiento de una nación (1915), aquella racista apología del Ku Klux Klan creada por el pionero del lenguaje del cine David Wark Griffith que demostró aquello que el “nacimiento” del cine “made in Hollywood” estaba ligado a otra página de inaudita barbarie. Sin embargo, todavía cabía otra vuelta a la tuerca como lo demuestran las imágenes auténticas utilizadas por Bob Peck (El joven Karl Marx), en Am Not Your Negro, que ganó el Oscar al Mejor Documental en el 2016 y que se inspira en los escritos de James Baldwin (1924-1987), marxista que hablaba con tanto rigor como con vehemencia.
Hasta el papa Francisco reconoce que detrás del racismo y la xenofobia de los Salvini, Rivera, Hernando  y CIA, subsiste esa tradición esclavista para que los refugiados son “carne humana”, mera mercancía de unas mafias que ellos deben de conocer muy bien ya que forman parte de ellas.(1)





 Nota.- (1)

  La separación de familias se remonta a la época de la esclavitud


https://www.lahaine.org/mundo.php/el-decreto-del-regimen-de