La prensa, el PP y Ciudadanos ante La Manada
Por Domingo Sanz
Muchos son los compromisos de los medios de comunicación ante la
sociedad derivados de la libertad de prensa. Uno de ellos es la
obligación de realizar un seguimiento permanente de la clase política.
Se trata, entre otras cosas, de conocer sus opiniones sobre lo más
relevante de cada día.
Si hay un hecho reciente en España que
ha provocado movilizaciones en tiempo real y que además ha vuelto a
tener repercusión internacional, una vez más para mal, es el de la
sentencia de La Manada. En este momento son las 4 de la tarde del 27 de
abril y hace poco más de 24 horas que hemos conocido el fallo de los
jueces, sentenciado como “error” por el “jurado” espontáneo y popular
que se ha constituido en multitud de plazas y calles.
A la hora citada, en las portadas de
líderes de audiencia como El País, El Mundo, El Diario, Público, El
Confidencial, InfoLibre, ABC, La Razón y El Periódico se destaca que el
Gobierno revisará el tema de los delitos sexuales en el Código Penal, lo
que suena a uno de tantos cuentos de ocasión para enfriar pero que
después se quedan en agua de borrajas. Solo alguno de los medios citados
hace referencia a unas declaraciones muy breves realizadas horas antes
por Cospedal. Ayer, al poco de publicarse la sentencia, ya se habían
pronunciado varios líderes de la Izquierda, tanto del PSOE como de
Unidos Podemos.
Es decir, ningún periodista ha buscado, o
conseguido encontrar, a los y las Rajoy, Casado, Martínez Maíllo, Sáenz
de Santamaría, Pastor, Arenas, Levy, Maroto, Monserrat o
García-Tejerina, por citar a diez del PP. Tampoco han reclamado alguna
palabra sobre la sentencia a Rivera, Arrimadas, Villegas, Girauta,
Aguado, Villacís o Toni Cantó, siete de los más conocidos de Ciudadanos.
Reconozco que puedo no haber buscado la letra pequeña con el
microscopio adecuado.
Seguro que usted ya se imagina el motivo
de porqué no me sorprende la desbandada de la derecha “nacional”, cosa
que, unida al fracaso de la prensa en su “persecución”, ha conducido a
un casi desierto de declaraciones sobre la sentencia más contestada de
nuestra historia reciente. Si, todos tenemos aún en la memoria el
espantoso ridículo que PP y Ciudadanos hicieron ante la gran
movilización feminista del 8 de marzo. Desde el primero hasta el último
mono de esos dos partidos, lo del simio es coloquial.
Si, por mucho que, cobardes, se hayan
ocultado, necesitábamos escuchar como los periodistas, micrófonos en
ristre como armas de libertad masiva, les preguntaban a estos políticos
si también en el caso de La Manada, como en tantas ocasiones anteriores,
iban a respetar la sentencia por encima de cualquier otra
consideración. Ya sabemos lo mal que la política, especialmente la
Derecha, torea conflictos transversales como el del feminismo. Pero se
podía esperar un poco más de mano izquierda.
Tampoco hemos visto a la prensa buscar a
mandos del Ejército o de la Guardia Civil para preguntarles que piensan
hacer con los dos condenados, pertenecientes a ambas fuerzas armadas.
Se les protege tanto de la dura realidad como si no trabajaran gracias a
nuestros impuestos. Que en un país como España declaren los jefes
militares sobre agresiones machistas cometidas por soldados rasos es
probablemente más de lo que la sensibilidad del franquismo sociológico
puede soportar. Según cómo y qué se pregunte, lo mismo encarcelan al
periodista.
En este caso lo que no viene a la
cabeza, fue hace poco más de treinta días, es la casi absoluta
unanimidad de los medios para suprimir de sus informaciones la condición
de hija de militar, concretamente de un general de brigada, en la que
ella misma se apoyó, con aquel video selfi para la eternidad, al
anunciar que, ante el acoso que sufría, “no daría un paso atrás ni para
tomar impulso, como buena hija de militar”. Nunca he sido partidario de
criticar a nadie por sus nexos familiares, salvo si los utilizan para
defenderse. Por lo demás, no es necesario decir el nombre de quien
finalmente ha terminado reconociendo que su resistencia, o quizás su
cinismo, también tenía un límite.
Lo que la prensa no puede hacer es
suprimir del discurso de Cifuentes los argumentos que ha utilizado en su
propia defensa, por muy incómodos que sean y por mucho que impliquen a
terceros. No se han dejado de repetir las declaraciones de las misma ex
presidenta, y de muchos del PP, arrojando porquería sobre la Universidad
y, que sepamos, este país no le debe más a sus militares que a sus
catedráticos. Si alguien como Cifuentes es capaz de ofender al Ejercito
para blindarse ante las críticas, pues ya son mayorcitos los generales, o
la ministra, que para eso no ha dado la cara María Dolores, para decir
bien alto que esa hija ese día no fue digna de su padre. O quien sabe.
En resumen, que sobre el asunto de La
Manada solo hemos oído a una Ministra de Defensa, quizás porque según
algunos medios se encuentra al borde del abismo por su irracional
defensa de la hoy derrotada Cifuentes. Probablemente lo ha hecho para
que se hable de ella por cualquier otra cosa, menos de la madrileña.
Puede que hasta haya salido ganando.