martes, 3 de abril de 2018

La internacionalización del independentismo catalán

Cuidado con la resistencia internacional del independentismo catalán . Puede dar frutos en cualquier momento
  Barrios al Poder
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Dicen que resistir es vencer. Y de momento el movimiento independentista catalán está resistiendo. Les han perseguido, apaleado en las calles, encarcelado, obligado a exiliarse..., y los catalanes siguen sin rendirse.
El objetivo de resistir es generar una crisis en la élite política española, que les fuerce a ceder, a dialogar, a ser razonables. Y una de las herramientas para forzar a España a negociar ha sido la búsqueda de apoyo en Europa, que si bien por ahora no ha llegado de forma efectiva, la puerta a que esa opción triunfe sigue abierta.

En este artículo simplemente queremos poner el foco en la cuestión europea y su potencial desestabilizador para el imperialismo español. Hasta ahora la mayoría de los gobiernos europeos no han querido mojarse claramente. Miran para otro lado, lo resumen todo en que se trata de un asunto interno español. Sin embargo las justicias europeas no están pudiendo mirar para otro lado. Por un lado, la justicia belga puso en libertad sin fianza a los consellers el pasado mes de noviembre, dejando en ridículo a la justicia española y evidenciando que está utilizando la prisión provisional como arma política y, de cara a la galería europea, evidenciando que no está del todo claro quién tiene la razón en ese "asunto interno".
Este elemento belga supuso una grieta en la estrategia imperialista española, sin embargo pretendieron no hacer caso y seguir con lo suyo hasta que nuevamente encarcelaron a los últimos 5 dirigentes catalanes y lanzaron la euroorden. Pero la grieta existe, tal es así que el New York Times pidió la semana pasada a Alemania que promoviera un “gesto conciliador” para “calmar una confrontación que ha ido demasiado lejos”. Pidió que Puigdemont no fuera procesado por Rebelión, casi nada, sólo la principal amenaza de la justicia española contra los dirigentes del procés. Así mismo, el auto de la juez alemana que interrogó a Puigdemont recogió que, después de la evaluación completa de las cuestiones judiciales, "podría ser denegada” la extradición. Y para más inri, el diario conservador alemán Welt difundió una encuesta elaborada por el instituto Civey, en la que se constataba que la mayoría de los alemanes rechaza la extradición de Puigdemont. Ante la pregunta "¿Debe extraditarse al expresidente regional catalán Puigdemont a España?", el 51% dijo que no, el 35% que sí y un 14% que no sabe.
Así mismo, la grieta ha llegado a Escocia. Clara Ponsatí (miembro de la Asamblea Nacional Catalana y consejera de Enseñanza del Gobierno de Catalunya), exiliada en Saint Andrews, una localidad situada a una hora de Edimburgo, fue puesta en libertad con cargos la semana pasada a pesar de que la euroorden de la justicia española también pretende endosarle los delitos de rebelión y malversación de fondos relacionados con el referendum del 1 de octubre. De nuevo, en España los consellers van a la cárcel, en Europa quedan en libertad. No sólo eso, la primera ministra escocesa ha manifestado públicamente su apoyo a Ponsatí y ha rechazado el encarcelamiento de políticos catalanes. Además, la prensa escocesa ha publicado varias noticias denunciando la persecución de la conseller e incluso la comunidad universitaria de St. Andrews se ha volcado en su defensa.También ha sido noticia las más de 200.000 libras que Ponsatí ha recaudado para su defensa legal gracias al apoyo popular y en tiempo record.

En definitiva, la grieta se agranda. Por su parte, las autoridades suizas recordaron la semana pasada su ­posición de no conceder extradiciones por “delitos políticos” al ser consultadas sobre la secretaria general de ERC, Marta Rovira, exiliada en este país. De nuevo se desinfla un poco más la teoría del Partido Popular de colocar a los politicos catalanes en el cajón de la delincuencia común.
En conclusión, cuidado con la resistencia internacional del independentismo catalán, aún no ha dado todos los frutos deseables pero puede darlos en cualquier momento. Quizá a medio plazo, desde luego el tiempo está jugando en contra de los intereses del imperialismo español. Por eso les interesa tanto que se coloque un nuevo presidente catalán que acate las normas, quitar el 155 y volver a dar una imagen internacional de normalidad. Y por eso es posible que hoy la consigna "resistir es vencer" esté teniendo más vigencia que nunca en Catalunya.
La Haine




Ver también:
Catalunya: La batalla de ideas
x Barrios al Poder
 La Haine

domingo, 1 de abril de 2018

Fraude a la ley

 Reino de España: En fraude de ley




Javier Pérez Royo

01/04/2018


La  euroorden  es simultáneamente un instrumento de cooperación intra e interjudicial. Es intrajudicial porque en ella intervienen únicamente jueces. En el punto de partida está el juez emisor de la  euroorden. En el punto de llegada está el juez receptor que tiene que decidir si la acepta en los mismos términos en que ha sido emitida o no. Es también interjudicial porque el juez que está en el punto de partida es de un país distinto al del juez que está en el punto de llegada.
La finalidad de la  euroorden  es clara: se trata de dejar a los  gobiernos de los distintos países fuera de la operación. Únicamente un juez debe tomar la decisión acerca de la solicitud de otro juez para que un determinado ciudadano le sea entregado, a fin de proceder penalmente contra él.
La  euroorden  descansa en la confianza. Descansa en la presunción de que todos los jueces de los países en los que opera dicho instrumento de colaboración actúan como se espera que lo haga un juez en un Estado democrático de Derecho. Se entiende que nadie va a intentar dar gato por liebre, es decir, dar una calificación jurídica  a unos hechos distinta de la que les corresponde. Se presume, por tanto, que ningún juez va a pedir autorización para perseguir penalmente a un ciudadano por una conducta que no es constitutiva del delito por el que se le pretende procesar de acuerdo con el relato de los hechos construido por el propio juez emisor.  Dicho en pocas palabras, se presume que ningún juez va a emitir una  euroorden  en fraude de ley.
Y sin embargo, esto es, justamente, lo que ha hecho el juez Pablo Llanera al dictar la euroorden contra Carles Puigdemont y otros cuatro dirigentes nacionalistas catalanes. El juez califica como delito de rebelión conductas en las que no está presente el elemento central del tipo penal de dicho delito que es la violencia.
Para que exista un delito de rebelión es necesario que se produzca un "alzamiento violento", expresión que, en la interpretación prácticamente unánime de la doctrina, no es el resultado de yuxtaponer un adjetivo al sustantivo, sino que "alzamiento violento"  es un conjunto inescindible. El delito de rebelión es un   alzamientoviolento, en el que la violencia tiene que estar desde antes de que empiece el alzamiento, desde el momento preparatorio del mismo y  del que no desaparece durante todo su desarrollo. No se trata de que haya episodios violentos, sino de que no haya prácticamente nada más que violencia.
Y este alzamiento violento simplemente no ha existido. Ha habido episodios violentos de muy diferente entidad, que pueden ser o no constitutivos de delito, pero que, en ningún caso, pueden serlo del delito de rebelión. Y esto resulta meridianamente claro a partir de  la lectura de los autos sucesivos que ha dictado el juez instructor.
Afortunadamente van a ser órganos jurisdiccionales de cuatro países democráticos los que va a tener que pronunciarse. Cada uno de ellos es independiente. No es un órgano colegiado el que va a intervenir, sino cuatro órganos independientes. Pero a nadie se le oculta y menos que a nadie, a los jueces de esos cuatro países que van a tener que tomar la decisión, que la misma va más allá del caso concreto que se somete a su consideración. Lo que van a decidir es el canon europeo del delito de rebelión, es decir, qué debe entenderse por rebelión en la democracia europea del siglo XXI.
Aunque cada órgano judicial va a tomar la decisión de manera independiente, todos son conscientes de que se trata de un asunto del que está pendiente la opinión pública europea, y no solamente la europea, que espera de ellos que definan el común denominador europeo del delito de rebelión.
Y ese común denominador  no puede ser el que figura en los autos y en la  euroorden  del Juez Pablo Llanera. El fraude de ley va a quedar retratado en las decisiones de los cuatro órganos jurisdiccionales europeos de manera inequívoca e inapelable.
El abuso de confianza se acaba pagando siempre. La  euroorden  se va a volver como un boomerang contra la justicia española, que va a sufrir un descrédito evidente.

Catedrático emérito de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.
Fuente: 
 
 https://www.eldiario.es/zonacritica/fraude-ley_6_755634432.html

  Y VER  ..

  Rebelión, alzamiento y el legislador de 1995
El auto de Llarena ignora olímpicamente la letra y el espíritu de la norma, y aplica la interpretación que los redactores del Código Penal quisieron evitar


 : http://ctxt.es/es/20180328/Politica/18704/rebelion-sedicion-llarena-codigo-penal-catalu%C3%B1a.htm


 Nota .- Fraude de ley o fraude a la ley es la realización de una estafa o fraude por medio de un acto o negocio jurídico amparándose en una normativa existente con la finalidad de alcanzar ciertos objetivos, que, no siendo los propios de esa norma, sean además contrarios a otra ley existente del ordenamiento jurídico.​

España .- El gobierno de los jueces .


El caso catalán estalla en Europa (y ya no es un asunto interno)

Lluís Bou
  Nacional .cat.
La orden de detención que ha dictado el juez Pablo Llarena contra los exiliados catalanes ha hecho entrar el caso catalán por primera vez en la agenda europea. La detención del president Carles Puigdemont en Alemania y la citación judicial de la consellera Clara Ponsatí en Escocia han cambiado el escenario, y han enterrado definitivamente que el procés sea un simple asunto interno español. Ahora existen más actores.
El diario británico Financial Times, siempre atento a los movimientos de fondo en el continente, ha advertido de este hecho y ha recordado que ahora el caso catalán ha pasado, de convertirse en un quebradero de cabeza español, a desembarcar justo en medio de la escena internacional. Y lo ha acabado haciendo en Alemania, el mayor país de la UE, el vigía que siempre observa atónito el Sur, y en el Reino Unido, precisamente en Escocia, que es el segundo foco independentista de Europa.

"Catalunya ha vuelto al corazón del debate europeo", ha indicado el Financial Times
El president Carles Puigdemont no había conseguido nunca hasta ahora que el proceso catalán dejara de considerarse de forma tan clara un simple problema interno español. Pero la arriesgada apuesta que ha hecho "el gobierno de los jueces" (en palabras de Felipe González), al trasladar la discusión a Europa, lo ha empezado a dibujar. El globo mediático español ha pinchado en el exterior, la promesa que hizo de una extradición exprés no se ha producido y la debe revisar a diario, y las acusaciones a España de caer en prácticas autoritarias se han extendido como una mancha de aceite.
Si al final Alemania no extraditara a Puigdemont, su victoria política sería rotunda, porque será una desautorización de la primera potencia europea al Estado español acompañada del aplauso internacional. Y si el juez Pablo Llarena lo intuye antes y opta por retirar la euroorden como hizo el año pasado con Bélgica, dará una clara muestra de impotencia ante el árbitro de Europa. Si la vía jurídica consigue la extradición la deberá hacer con un soberanismo movilizado y que ha captado la atención mediática internacional.
España envía en todas las opciones la señal de que no se apaña ya sola, después de que prometió a sus socios comunitarios que acabaría con el conflicto catalán en las elecciones del 21-D que tenían que situar a Inés Arrimadas en la presidencia.
The New York Times, el principal diario global, lo explica de esta manera, literalmente: España no consigue resolver por sí sola el conflicto de Catalunya. La vibración que emite La Moncloa al exterior es ahora de debilidad y contradictoria.

"España, incapaz de vencer a Catalunya en las urnas, lleva la lucha a Europa", dice The New York Times
El abogado alemán de Puigdemont, Wolfgang Schomburg, es consciente de esta implicación geopolítica y presiona directamente en el compromiso democrático de Berlín. Reclama al gobierno alemán que reconozca que no puede activar una extradición por delitos políticos y si gana -desde Süddeutsche Zeitung a Der Spiegel pasando por el diario económico Handelsblatt no lo descartan- significará que el árbitro de Europa desautoriza "al gobierno de los jueces".
El caso Puigdemont provocó el mismo domingo de su detención una reunión vía telefónica de medio gobierno alemán, entre la ministra de Justicia, Katarina Barley, el ministro de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, el jefe de la Cancillería, Helge Braun, y Hans-Georg Engelke, secretario de Estado del Ministerio del Interior. Decidieron neutralidad ante el procedimiento judicial, y que tampoco usaría el derecho de veto sobre la decisión que tome el Tribunal de Schleswig-Holstein. Es una decisión a alto nivel que denota prudencia extrema.
El tiempo dirá lo qué sucede, pero de momento la detención de Puigdemont ya ha sido la que ha provocado más debate en Alemania desde hace décadas, y su resonancia ha hecho salir a los presos políticos catalanes en el Parlamento de Westminster y el de Portugal. Y Le Monde ha publicado un manifiesto de intelectuales franceses e italianos pidiendo la puesta en libertad de los presos políticos. El soberanismo ha empezado a recoger simpatías en países que hasta ahora veían con frialdad la reivindicación catalana.
España ha perdido la batalla para evitar que se hable de "presos políticos" a nivel internacional, y la detención de Puigdemont ha sido el resorte que ha activado muestras de solidaridad. Desde eurodiputados escoceses tanto de signo soberanista como unionista, a 55 diputados flamencos. El goteo va al alza y puede durar semanas y semanas.
España arriesga mucho llevando la persecución judicial a Europa, porque es una apuesta de máximos y con un coste elevado. Desata la respuesta internacional de solidaridad y esta es contraria al relato oficial español. Algunos observadores engagés, como el filósofo Fernando Savater y el escritor Arturo Perez Reverte, se empiezan a lamentar de ello quizás intuyendo la magnitud de lo que puede suceder con las acciones "del gobierno de los jueces" y con el ejecutivo español parapetado tras él.
El exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, advertía desde hacía tiempo que el proceso soberanista se decidiría finalmente en el escenario internacional y que era necesario estudiar todos los pasos. Pero el presidente Mariano Rajoy no le hizo nunca mucho caso, más allá de suprimir el Diplocat y las delegaciones catalanas con el 155.
Ahora toda la apuesta española es que Alemania extradite a Puigdemont, pero ha visto que sólo lo puede conseguir -y no es seguro- pagando el precio de la internacionalización del proceso catalán. Es la fórmula que ha sacado adelante el "gobierno de los jueces". Si la extradición es denegada, o concedida por delitos menores, esta vía habrá embarrancado. En todo caso, ya ha situado a Catalunya definitivamente en el mapa.


 NOTA .- No por ser texto del nacional cat tiene menos razón en este caso, en País el sabado Lluís Bassets , hablaba igual de la internacionalización aunque no citaba la prensa extrangera. O como expresa Ramoneda en el mismo medio .http://cort.as/-3TYo

  y ver

 http://www.lavanguardia.com/politica/20180329/442022546077/abogado-puigdemont-estado-propicio-detencion-alemania-conveniencia-juridica.html
  y ver  ..

'Der Spiegel' se pregunta si Puigdemont se dejó detener: "No podía irle mejor"

Carles Puigdemont im Gefängnis von Neumünster: Auferstanden ...

www.spiegel.de › Politik › Deutschland › Carles Puigdemont - Traducir esta página
 y ver  ..


  y ver ..

sábado, 31 de marzo de 2018

Brasil , violencia y odio de clase.

 Resultado de imagen de Marielle
Violencia y odio de clase



¿Qué relaciones podemos establecer entre el asesinato de la concejala Marielle Franco y el juicio penal contra Lula? ¿Cómo vincular la destitución ilegítima de Dilma Rousseff con la intervención militar en las favelas? ¿Qué lazos existen entre el aumento exponencial de la violencia contra negros y negras y los sucesivos récords que está batiendo la bolsa de Sao Paulo?

Un hilo de sangre que se llama odio de clase. Un odio heredado de la esclavitud y del orden colonial en el que prosperó. Los esclavistas sólo se preocuparon por los esclavos cuando se fugaban y creaban quilombos/palenques, espacios de libertad y de vida que se convirtieron en referencia para todos los que vivían encadenados.

Aún para quien no defiende a Lula, y sospecha que las acusaciones en su contra tengan cierto fundamento, parece evidente que su condena y la caída de Dilma abrieron las compuertas de un odio macizo, colonial y genocida de los de arriba. En ese clima de odio fue asesinada Marielle, negra, feminista, lesbiana, nacida en la Maré, un complejo de favelas linderas con la bahía de Guanabara.

La peculiaridad de Brasil, por lo menos en estos años, es que uno por ciento cuenta con el apoyo de una parte importante de la sociedad, probablemente entre 30 y 50 por ciento de la población: las viejas clases medias, la porción de pobres que ascendieron algunos peldaños en la escala social y todos los que sueñan con emular a los más ricos. Odian a los pobres porque sienten la espada de Damocles de la precariedad sobre sus cabezas.

Sin embargo, no estoy de acuerdo con quienes creen que la amplia y justa reacción popular al asesinato de Marielle configura una nueva coyuntura. Sin duda, empeora las expectativas de la derecha y mejora las de la izquierda, con o sin Lula en el escenario electoral. Pero las cosas son mucho más profundas y, sobre todo, de más larga duración.

Quienes conozcan mínimamente la Maré, el complejo de favelas con más de 150 mil habitantes donde nació Marielle, saben que esto no empezó con la intervención militar de Michel Temer. Más de medio siglo de historia permite asegurar que la presión y la represión sobre los favelados nunca cedió, ni siquiera bajo los gobiernos de Lula y Dilma.

Los más veteranos recuerdan con cierta nostalgia el gobierno de Leonel Brizola en el estado de Río de Janeiro (1983-1987). Junto a su vice Darcy Ribeiro, ambos del Partido Democrático Laborista, defendieron el empoderamiento de los pobres, por lo que fueron acusados de paternalistas. Brizola ordenó a la policía que se abstuviera de realizar invasiones arbitrarias en las favelas y que reprimiera a los escuadrones de exterminio parapoliciales. Más de 200 policías fueron procesados. Su gobierno fue la excepción en la relación con la población pobre y negra.

Ante los llamados a la unidad (electoral) y a la formulación de un programa común (de gobierno) en este año de elecciones presidenciales, conviene enfatizar en la necesidad de una política que se deslinde tanto de la confrontación como de las instituciones. Raras veces los esclavos enfrentaron de modo frontal a los propietarios, porque la asimetría era (y sigue siendo) brutal. Nunca fueron tan ingenuos como para soñar que su libertad vendría de cogestionar las plantaciones con sus amos (símil del proyecto progresista). Toda su energía la ponían en preparar fugas, para fundar espacios de libertad como quilombos y palenques.

¿Cómo sería una política anclada en la fuga del capitalismo, en la creación de espacios de libertad y en la resistencia a los embates de los opresores? Creo que es lo que están haciendo las mujeres que luchan, los pueblos indígenas más decididos y, notablemente, los zapatistas. Necesitamos una política en clave quilombo/palenque o comunidad indígena/campesina y popular. Es urgente, necesaria y posible.

Es urgente porque debemos desmontar la lógica del enfrentamiento frontal con el enemigo. No estoy defendiendo el no resistir, el no combatir, sino en la urgencia de cuidarnos como pueblos y clases, porque el proyecto de arriba es liquidarnos. El asesinato de Marielle fue respondido con la misma indiferencia que la desaparición de los 43 de Ayotzinapa. El poder defiende la represión, mientras las clases medias y los grandes medios culpan a las víctimas. Dicen que Marielle era narcotraficante.

Es necesaria porque debemos mirar el largo plazo y no consumir las pocas energías colectivas que aún tenemos en disputas que no conducen a ningún lado o, peor, disipan las energías colectivas en el altar electoral. Los cuerpos que preparan fugas (del capitalismo, del patriarcado, de la hacienda, del control institucional) deben entrenarse en tiempos y en espacios bien distintos que los de los cuerpos que se preparan para ocupar sillones en las instituciones.

Mientras unos necesitan exponerse permanentemente a los focos mediáticos, los otros preparan en silencio la evasión. Cuando la asimetría de poder es tan grande como la que observamos entre el uno por ciento y la mitad más pobre, se debe actuar con extrema cautela y simulando incluso obediencia, como sostiene James Scott en Los dominados y el arte de la resistencia. Son culturas políticas diametralmente opuestas, entre las cuales el diálogo es harto complejo porque hablan lenguas diferentes.

Es posible porque ya existe una política de este tipo (anclada en los quilombos y las comunidades), como lo muestran en Brasil decenas de organizaciones en las favelas, como las que pude conocer directamente en el Complexo do Alemão y en Timbau (en la Maré), en Brasilia y en Salvador.

El asesinato de Marielle es un mensaje contra la nueva generación de militantes negros que se multiplicaron desde las movilizaciones de junio de 2013. Este nuevo activismo está tejiendo un hilo de rebeldía que lleva desde el quilombo de Palmares (1580-1710) hasta la primera favela de Río de Janeiro (Morro da Providencia en 1897), pasando por el Teatro Experimental Negro en la década de 1940. Están forjando historias otras, abajo y a la izquierda.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2018/03/30/opinion/014a1pol
 

viernes, 30 de marzo de 2018

Eric Vuillard .-El orden del día

 
Resultado de imagen de Éric Vuillard   El orden del día

El orden del día

Eric Vuillard

Premio Goncourt. Traducción de Javier Albiñana. Tusquets. Barcelona, 2018. 



El orden del día, premio Goncourt 2016, puede leerse como una novela histórica, pero también como una obra de política ficción que esboza un posible y terrorífico porvenir. Los grandes empresarios que financiaron el ascenso de Hitler al poder conservaron sus privilegios tras la guerra. Algunos participaron incluso en la creación de la Unión Europea y garantizaron el porvenir de sus empresas mediante acuerdos opacos con el poder político. Muchos han financiado a partidos políticos democráticos. Podemos aventurar que no se conforman con controlar el presente. También desean apropiarse del futuro

  Éric Vuillard (Lyon, 1968) retrocede hasta el 20 de febrero de 1933 para cimentar esta tesis. En esa fecha, Hitler convoca secretamente a veintisiete grandes industriales alemanes en el Palacio Presidencial del Reichstag para pedirles su apoyo en las inminentes elecciones parlamentarias. Los empresarios se reúnen en el despacho de Göring y, tras escuchar a Hitler, acuerdan entregar una suma colosal para garantizar la victoria del NSDAP. Entre los asistentes, se halla Gustav von Krupp, poderoso gestor del grupo Krupp AG, la compañía que desde hace décadas lidera en Alemania la producción de acero, armamento y maquinaría agrícola pesada. Su fotografía sirve de portada a la novela de Vuillard, mostrando el rostro duro, afilado y aristocrático de un hombre que llegó a construir empresas en las cercanías de Auschwitz para utilizar mano de obra esclava.

Los poderosos empresarios no son individuos comunes, sino máscaras que ostentan el poder real, efectivo, con una perfecta discreción. Destacan por su prudencia, su elegancia, su insuperable cinismo. Sus negocios trascienden su destino individual, pues en nuestro tiempo “las empresas no mueren como los hombres. Son cuerpos místicos que no perecen jamás”. Los nuevos dioses se llaman Bayer, Afga, Opel, IG Farben, Siemens, Allianz, Telefunken. Los políticos no actúan de una forma menos indigna que los grandes empresarios. Lord Halifax acepta la invitación de Göring a su mansión campestre, participando en sus cenas y cacerías. Sabe que es un megalómano aficionado a los uniformes de fantasía, un morfinómano de reacciones imprevisibles, pero no le molesta su compañía. Presiente una secreta afinidad. Halifax vuelve al Reino Unido convencido de que el nazismo no es una ideología aberrante. Escribe al primer ministro Baldwin, celebrando el anticomunismo de sus anfitriones. En un alarde de sinceridad, elogia el nacionalismo y el racismo, fuerzas pujantes que no deben considerarse “contra natura ni inmorales”.


'El orden del día' es una magnífica novela. Su enfoque - original, provocador- extiende una sombra inquietante sobre nuestras democracias
Conviene señalar que Hitler no era un ideólogo, sino un demagogo que plagiaba ideas ajenas. El nacionalsocialismo alemán aprovechó la exaltación nacionalista de Herder y Fichte, el panegírico del Estado prusiano de Hegel y la utopía comunitaria de Schelling. Son ideas filosóficas, pero en los años 30 ya habían echado raíces en el inconsciente colectivo. Por eso, cuando Hitler anunció a sus generales en 1937 que el Reich alemán debía controlar el corazón de Europa y extenderse hacia el Este, no halló oposición, sino entusiasmo. La doctrina del espacio vital ya no parecía una reivindicación política, sino una exigencia de la razón. Nacido en Braunau am Im, una pequeña ciudad fronteriza austriaca, Hitler contemplaba el Anschluss como una necesidad histórica. Austria era alemana. Por cultura, idioma y raza. El austrofascismo del canciller Dollfuss no era pangermánico. De ahí su asesinato a manos de los nazis austriacos. Kurt Schuschnigg, su sucesor, se entrevistará con Hitler en Berghof, intentando preservar la soberanía de Austria, pero su carácter débil naufraga en la impotencia. Vuillard introduce una nota lírica, comparando las negociaciones con las pinturas del suizo Louis Soutter, que pasa sus últimos días en un asilo de Ballaigues. Pobre, desconocido y enfermo de artrosis, Soutter dibuja espeluznantes fantasmas y esqueletos con sus dedos deformados: “Repulsivos y terribles monigotes se agitan en el horizonte del mundo donde rueda un sol negro”. Sin pretenderlo, la propaganda de Goebbles ha convertido a Hitler en uno de esos monigotes. El canciller del Reich de los mil años es “una criatura quimérica, aterradora, inspirada”.

Schuschnigg no podrá resistir la presión y concederá poderes crecientes al pronazi Seyss-Inquart, al que conoce desde la universidad. Los dos aman la música de Bruckner, Haydn, Beethoven y Mozart. Ambos son autoritarios, nacionalistas, antisemitas. Las mentes más cultivadas también pueden sucumbir a la barbarie ideológica. Ribbentrop no es tan refinado, pero puede ser un conversador elocuente. Diserta interminablemente sobre tenis ante Chamberlain y Churchill, mientras Hitler entra en su país natal sin encontrar resistencia. Su discurso en Viena preludia la parodia de Chaplin. Apenas se entienden palabras sueltas: “guerra”, “judíos”. Las multitudes sonríen, pero en el mes siguiente se suicidan 1500 personas: judíos, socialdemócratas, intelectuales. Vuillard se permite una licencia fantástica en el último capítulo, presentando a Gustav von Krupp atormentado por los fantasmas de la carnicería financiada con su capital. La visión de las víctimas sólo dura unos segundos, pues su mente ya viaja hacia la demencia senil.

Hitler fue derrotado, pero las empresas que lo financiaron y obtuvieron grandes beneficios con su régimen apenas respondieron por sus crímenes. Bayer, BMW, Siemens, Agfa, Shell, Telefunken, IG Farben, utilizaban mano de obra procedente de Mauthausen, Dachau, Auschwitz. Durante la posguerra, aumentaron su poder con fusiones, como es el caso del grupo Thyssen-Krupp. Krupp pagó indemnizaciones ridículas a los deportados que sobrevivieron a la esclavitud en sus fábricas. Actualmente, los nazis son seres ridículos, los malos eternos del cine. El filósofo Günter Anders trabajó como mozo y ascensorista en el Hollywood Custom Palace, limpiando los falsos uniformes de la Alemania nazi que se alquilaban para las películas. Vuillard apunta que hay algo perverso en ese destino. Anders significa “otro” y el objetivo del nazismo era la humillación y el exterminio del otro. El orden del día es una magnífica novela, con una prosa limpia y cartesiana, y un trasfondo muy alemán, muy filosófico, muy hegeliano. Su enfoque -original, provocador- extiende una sombra inquietante sobre nuestras sociedades democráticas. El poder económico se adapta a cualquier ideología para no perder su influencia. Hitler perdió la guerra, pero los Krupp -discretos, pulcros- siguen ahí, “con los mismos pañuelos de seda en el bolsillo de la chaqueta”, preparados para el próximo asalto. “Nunca se cae dos veces en el mismo abismo -concluye Vuillard- Pero siempre se cae de la misma manera, con una mezcla de ridículo y terror”.

@Rafael_Narbona