Virginia Woolf, la vida es un soplo en una llama
JUAN ÁNGEL JURISTO |
«A lo largo de
algunos años se publicarán los cinco tomos de los ‘Diarios’ de Virginia Woolf y
ahora, a finales de este mes, saldrá el primero de ellos»
«Los ‘Diarios’ son
prácticamente la única obra que Virginia Woolf quiso salvar de su casa
londinense antes de que la destruyera los bombarderos alemanes en 1940»
«La mente de
Virginia Woolf, depresiva, bipolar que se dice ahora con especial falta de
rigor, veía la vida y sobre todo el Tiempo como una secuencia llena de
atmósferas»
Salvo el caso de Flush, que se publicó en Destino en la década de los cincuenta y Una habitación propia que publicó Seix Barral en 1967, la obra de Virginia Woolf se editó entre nosotros sólo tras la muerte de Franco, y no es descabellado suponer que las entonces incipientes plataformas feministas tuvieron mucho que ver con la rápida traducción y edición, por parte de Lumen (ay, Esther Tusquets, cómo se te echa de menos)
de las obras de una de las grandes escritoras del siglo XX. Pero había
una laguna que sólo ahora parece rellenarse, una ausencia casi
imperdonable habida cuenta de que muchas de las obras de la autora británica se han reeditado de manera constante en estos treinta años, aprovechando el tirón mediático, como la reedición de La señora Dalloway cuando se estrenó el film Las horas, que dirigió en 2002 Stephen Daldry con música de Philip Glass e interpretada por Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore y las sucesivas tiradas de Una habitación propia y Tres guineas, ensayos
donde Virginia Woolf expone su ideario de la libertad femenina,
incluída una ingenua posición ante la guerra con la esperanza de que
fueran las mujeres las que acabaran con la lacra. Esa ausencia
imperdonable es la edición de los Diarios de la autora británica que parece que se va a hacer cargo la editorial Tres Hermanas:
a lo largo de algunos años se publicarán los cinco tomos de los que
constan y ahora, a finales de este mes, saldrá el primero de ellos, que
abarca los años que van desde 1915 a 1918 en traducción de Olivia de Miguel y prólogo de Inés Martín Rodrigo. Laguna imperdonable que esperamos quede anegada con una edición impecable.
Porque hasta ahora la publicación fragmentaria de los Diarios de Virginia Woolf ha sido un tanto caótica, por emplear una palabra amable. Los Diarios
constan de casi treinta cuadernos que se conservan desde 1979 en la
Biblioteca Pública de Nueva York y son prácticamente la única obra que
Virginia Woolf quiso salvar de su casa londinense de Tavistock Square
antes de que la destruyera los bombarderos alemanes en 1940. Este
material ha sido tratado en las ediciones anglosajonas de dos maneras: Leonard Woolf hizo una selección de los Diarios de su esposa y destacó sólo aquello que tenía que ver con sus reflexiones literarias. Llamó a éstos Diarios de un escritor y
fue una de mis primeras experiencias de lectura de la escritora
británica en la versión francesa de Editions du Rocher bajo el título de
Journal d´un ecrivain. Leonard Woolf publicó aparte La muerte de Virginia,
texto más breve que trata de los últimos días de la vida de su mujer
antes de que se suicidara ahogándose en el río Ouse. Por su parte, Anne Olivier Bell editó en cinco volúmenes los Diarios
en 1977 en la Hogarth Press, que hay que decir no están completos del
todo a pesar de su ingente material y que es la versión que publicará
Tres Hermanas en español aunque la publicidad inherente a estos casos se
empeñe en lo contrario.
Hasta ahora, salvo la edición de Siruela que reproduce en su integridad el tomo tercero de los Diarios,
es decir, los que comprenden los años que van de 1925 a 1930, han sido
parciales, cosa que no debe importar siempre que se diga que no recogen
los textos completos. No ha sido así, desde la traducción de Justo Navarro, con el título de Diario íntimo, hasta la llamada Hogarth House, 1915-1921, traducida por Antonio Merino, Inma Arrillaga y Sara Múgica,
que es casi una mera repetición de la versión de Navarro, las versiones
españolas han sido traducciones de fragmentos y es ahora, con la
proyectada edición de Tres Hermanas donde se aborda la edición completa
de Anne Olivier Bell.
La introducción es del sobrino de Virginia Woolf, Quentin Bell,
autor de una celebrada y primeriza biografía de su tía, y la edición de
la mujer de éste, Anne Olivier, que en muchas ocasiones ha declarado
que cree que todo lo que se anota en esos Diarios de la tía de su
marido no se ajusta a la realidad. En realidad la cuestión, aunque
importante para la familia, nos importa poco porque lo interesante de
estos textos son justamente el modo en que percibía las cosas la autora
de Las olas, una de las narraciones más curiosas que nos haya
sido dado leer, como bien dejó constancia en un bello ensayo su
traductora al francés, Marguerite Yourcenar.
Parece
ser que la edición respeta la grafía de la autora, que anotaba “&” y
no “y” cuando quería describir situaciones cotidianas y se reservaba
esa “y” para reflejar momentos más elevados. La Yourcenar, con su
tremenda lucidez, afirma que Virginia Woolf era una mística y que no lo
sabía. Como los místicos, la verdad es que proyectaba estados de ánimos
en cosas materiales, como la manía del grafismo, y lo cierto es que la
mente de esta mujer, depresiva, bipolar que se dice ahora con especial
falta de rigor, que veía la vida y sobre todo el Tiempo como una
secuencia llena de atmósferas, de tono, fue capaz de detectar como pocos
el espíritu de su tiempo y, desde luego, el irrepetible, el suyo,
transfigurando el mundo, dándonos un buen ramillete de obras maestras.
Hora es ya de sumergirse en su intimidad.