miércoles, 1 de febrero de 2017

UE .-Las condiciones de un proceso aparentemente irreversible de autodestrucción.

Adiós, Unión Europea

La Vanguardia


Las condiciones de un proceso aparentemente irreversible de autodestrucción (*)
TIEMPOS DE CAMBIO Y DESORDEN
El mundo se encuentra en una fase de cambio y gran desorden. El modelo del capitalismo neoliberal y la receta del hegemonismo en relaciones internacionales no funcionan desde hace tiempo, pero su inercia sigue siendo fuerte y nos lleva contra las rocas.
Este año hemos tenido tres cambios principales que marcarán tendencia;
1-La derrota occidental en Siria (que refleja las tensiones del paso del desorden hegemónico monopolar a las del mundo multipolar).2-El cambio de orientación en Estados Unidos, con la sugerencia de cambiar el “América World” por el “América First” de Trump, lo que abre la puerta a peleas internas en la primera potencia mundial y a toda una serie de otros “first´s” en el mundo; “China first”, “EU first”, etc.y 3-La desaparición de todo proyecto común en Europa, fracaso que induce a buscar enemigos (Rusia) y a incrementar la militarización de la “Europa de la defensa”. (1)
Todo esto es mucho para un solo año y explica con creces el vértigo que hay en el ambiente.
SIN PRECEDENTES E IRRESOLUBLE
La crisis de la Unión Europea está inserta en ese desorden más general y ha derivado en lo que da la impresión que es un dilema irresoluble:
Si la UE quiere atajar lo que la destruye (es decir los referéndums crispados y el progreso de la extrema derecha antiliberal), debería negarse a sí misma. Si por el contrario prefiere no hacer nada y quedarse como está, entonces parece condenada a continuar alimentando lo que la destruye”. La cita es de Fréderic Lordon, el autor que mejor ha retratado la situación en el debate francés. (2)
La Unión Europea ha perdido el grueso de sus ilusiones y mitos fundadores. La crisis financiera de 2007/2008 ha demostrado que no es un club democrático de iguales, sino una construcción oligárquica y antidemocrática. Su diseño de los últimos treinta años bajo ese sello, los defectos de nacimiento del euro y la nacionalización de las pérdidas bancarias a costa de las clases medias y bajas, se han derrumbado sobre la promesa de prosperidad y justicia que estaba en la base del discurso europeísta y su narrativa narcisista.(3)
El desencanto es patente, especialmente en la Europa del Sur, antigua receptora de fondos de cohesión, pero también, y seguramente aún más, en el Este, cuya integración en la UE ha sido un fracaso en términos económicos y políticos.
En el Sur, la Europa de los fondos de cohesión, la modernidad y las “infraestructuras” ha dado paso a la Europa del recorte en su más dura modalidad.
En la Europa del Este después de 27 años de vida europea (más de la mitad del tiempo pasado bajo el yugo soviético) la evidente ganancia en oxígeno que la sociedad obtuvo al salir de las dictaduras sociales ha quedado deslucida por el regreso del ex bloque al estatuto de periferia subordinada y dependiente que tenía en el periodo de entreguerras: reserva de mano de obra barata y completa dependencia financiera e industrial. No hay atisbo de convergencia económica y social niveladora hacia Europa Occidental, y, a diferencia del Sur, tampoco de fondos de cohesión. (4)
En el Norte hay un hartazgo y una clara animosidad hacia los manirrotos del Sur: “Venderos vuestras islas”, dice el Bild alemán, mientras se compra a precio de saldo los aeropuertos griegos más jugosos obligados a privatizarse.
Todo esto guarda, desde luego, una relación directa con la incompatibilidad general de la lógica de mercado con la nivelación social y territorial -el sistema capitalista es intrínsecamente desigual- pero en el caso del particular sistema UE se parte de una contradicción esencial: la democracia y la soberanía popular residen en los estados nacionales, pero en la UE casi todo lo que cuenta queda fuera de ese marco:
-Los bancos centrales son “independientes”, la moneda común impide ajustes y devaluaciones, los ministerios de economía son meros ejecutores de directivas decididas en la UE, la OMC, el FMI…
-El derecho europeo tiene mayor rango que el nacional, pese a carecer de un fundamento democrático: es legal, pero no legítimo.
-Y la política exterior y de defensa viene encuadrada por una estrategia (americana) organizada a través de la OTAN que es no solo exterior a la nación, sino a la propia UE.
¿Qué le queda a la soberanía popular, al sujeto que vota en unas elecciones nacionales? Muy poco. Y encima, esa desposesión ha sido santuarizada, blindada en normas y tratados para hacerla irreversible.
El maltrato de Grecia, castigada su sociedad con un programa de austeridad aún más estricto por haber rechazado el anterior en referéndum, ha ofrecido el último ejemplo de desprecio de la voluntad popular. El Brexit ha demostrado la estricta jerarquía y desigualdad en el trato, porque la voluntad popular expresada por el referéndum británico (mucho más ajustada que la griega), sí ha sido reconocida, aunque con mal humor.
“No puede haber opción democrática contra los tratados europeos”, ha dicho Jean-Claude Juncker. (5)
¿Qué clase de club es ese del que no se puede salir, ni plantear reforma de sus estatutos, sin provocar convulsiones y amenazas? Manifiestamente no solo un club defectuoso en su diseño, sino también autoritario. Esta historia del desprecio de los referéndums ya tiene 24 años y 9 consultas a su cuenta. (6)
BALCANIZACIÓN
Es la hora de la balcanización. Por doquier se asiste a una desintegradora fragmentación. El Brexit (UK first) ha sido un adelanto del contagioso “America First” de Donald Trump, pero el proceso ya tenía su propia dinámica interna no solo en las naciones de la UE -e incluso dentro de sus estados en algunos casos- sino en sus conglomerados y clubs informales.
Los países del Sur celebran tímidas cumbres en las que sus timoratos dirigentes, de momento, ponen en común su impotencia. En el Este, se incrementa la concertación de clubs como el de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia). En el Norte, con centro en Berlín -sin duda el club más relevante y discreto- se hacen números alrededor de la idea de una Kerneuropa, la Europa matriz luterana y virtuosa, separada del lastre. Los números no salen y la conclusión sigue siendo la misma que la señalada en 2012 por los documentos internos del Ministerio de Finanzas alemán: de momento no conviene. De todos los “first” europeos, el “Kerneuropa first” de Alemania y sus compañeros de fe en la “regla de oro” y el principio, “por la exportación hacia Dios-crecimiento”, es seguramente el más relevante…
Si la tesis del dilema irresoluble es correcta, el vector de esta balcanización es inequívoco: la desmembración es solo cuestión de tiempo.
SEGURIDAD: INTEGRAR O EXCLUIR
En materia de seguridad y relaciones internacionales, la situación es obvia: cuando hay que inventar algo nuevo y consensuado entre los actores de la multipolaridad para afrontar los retos del siglo (actuar contra el calentamiento global, paliar la desigualdad y afrontar el desarme de la cada vez más generalizada capacidad de destrucción masiva), en Occidente constatamos la persistencia de toda una generación política (y la red de expertos a su servicio) formada en el viejo hegemonismo y sin experiencia ni recuerdo ya de la misma esencia de la acción diplomática y el multilateralismo.
Tras setenta años de holgado dominio, Estados Unidos está muy mal preparado para ese cambio de actitud exigido por la realidad del mundo multipolar. Enfrentándose a Rusia en Occidente y a China en Oriente, ha suscitado el acercamiento entre esos dos países, que no desean un regreso a la lógica de bloques pero que al mismo tiempo ya se declaran dispuestos a oponerse militarmente al cerco en sus fronteras más inmediatas (Ucrania/Mar de China meridional). Se constata la fuerza inercial de toda esa gente (en la política, los think tanks y los medios de comunicación) aferrada a la política del castigo militar, de las sanciones, del desprecio al derecho internacional y a la invocación fraudulenta -por selectiva y tramposa- de los derechos humanos como argumento de injerencia y guerras. (7)
Varios estados han sido ya disueltos y sustituidos por agujeros negros, mayormente en operaciones occidentales de cambio de régimen en Oriente Medio, con el resultado de centenares de miles de muertos. (8)
En Europa esa misma tendencia contribuyó a exacerbar los dramas de la desmembración yugoslava y la proliferación de conflictos y tensiones militares en el continente: Croacia, Bosnia, Serbia, Kosovo, Macedonia, Transnistria, Abjasia, Osetia y Donbas.
En el contexto de grave crisis interna en la UE, cuando hay una urgente necesidad de encontrar “explicaciones” a todo ello, es extremadamente peligrosa la búsqueda de enemigos practicada desde Bruselas, con Rusia en el punto de mira. (9)
Es necesario hacer memoria y recordar la alternativa integrar/excluir de la historia europea.
Tras las guerras napoleónicas los vencedores implicaron a la vencida Francia en la toma de decisiones, lo que abrió una larga etapa de paz y estabilidad continental. El ejemplo contrario es lo que se hizo con la Alemania posguillermina tras la primera guerra mundial y también con la Rusia bolchevique tras la Revolución de 1917. En ambos casos, las políticas de exclusión -y de tremendo intervencionismo militar en la guerra civil rusa- tuvieron consecuencias nefastas para lo que luego fue el nazismo y el estalinismo.
Lo que hemos visto hacia Rusia en Europa desde el fin de la guerra fría es una nueva advertencia sobre los peligros de excluir a una gran potencia de la toma de decisiones y tratarla a base de imposiciones y sanciones.
La integración del ex bloque del Este se hizo de una forma fraudulenta. Desde la agenda oculta del expansionismo de la OTAN, traicionando los acuerdos tácitos alcanzados con Moscú a cambio de su retirada imperial, se ofreció a esos países el ingreso en un bloque militar antiruso como antesala del ingreso en la UE. (10)
Durante treinta años, ese proceso de meterle el dedo en el ojo al oso ruso ha creado tensiones artificiales que se han ido acumulando. Cuando esas tensiones han estallado militarmente, la reacción instintiva del oso, se ha denunciado como muestra de la agresividad de Rusia, de la maldad de su dirigente (un nacionalista de derechas, popular en su país por haberlo estabilizado, sin que haya repartido renta petrolera ni revisado la criminal privatización de los noventa) o de su mítica voluntad de “reconstruir la URSS”. La denunciada “agresividad” rusa, en realidad un reflejo defensivo largamente anunciado e ignorado, ha sido una profecía inducida y autocumplida. (11)
Para remediar eso es imprescindible que Europa ejerza la independencia estratégica y se organice un sistema de seguridad continental, libre de la lógica de bloques y en el que la seguridad de unos no se construya a costa de la seguridad de otros. Es decir: precisamente aplicar la intención que se firmó en noviembre de 1990 con la Carta de París para una nueva Europa de la OSCE.
Para llegar a algo así es imperativo disolver la OTAN como bloque militar. Pero, ¿qué político del establishment europeo actual asumiría hoy esa causa en las inestables condiciones actuales, cuando el propio mando de la OTAN se dedica a sembrar esa inestabilidad promocionando la tensión con Rusia para justificar su existencia?
Los dos políticos que en Alemania y en Francia hablan de ello y claman contra el vector de la guerra -Oskar Lafontaine y Jean-Luc Mélenchon- tienen una intención de voto de entre el 10% y el 15%… Así que veo una gran necesidad y una escasa posibilidad.
Pero imaginemos que la UE llega a ser un polo autónomo y soberano en el mundo con la gran potencia e influencia mundial que se deduce de sus parámetros fundamentales de población, PNB y potencia cultural y militar. La pregunta que se impone es, ¿todo eso para hacer qué? ¿Para contribuir a qué mundo? Continuar haciendo soberanamente lo que se ha venido haciendo hasta ahora en calidad de “ayudante del sheriff” significa contribuir de una forma más efectiva y autónoma al desastre, a la perspectiva de los imperios combatientes. Tener por ejemplo un ejército europeo integrado para poder hacer la guerra en Siria, en Libia, en Ucrania, etc.
Mi conclusión es que si Europa resultara incapaz de elaborar un proyecto de acción exterior en sintonía con los retos del siglo, hay que decirlo con claridad: es mejor que no exista como gran potencia, que sea un conglomerado lo más débil posible para reducir su capacidad de hacer daño.
EL EJE FRANCO-ALEMÁN NO EXISTE
Durante muchos años una Alemania que veía en Europa la única posibilidad de recuperar su soberanía y una Francia que temía dejarla sola, formaron el gran eje básico de interés común de la Unión Europea. En aquella época fundacional, en ambos países la derecha defendía políticas económicas y sociales que hoy serían consideradas de “izquierda radical”.
En Francia la inspiración social del gaullismo era el programa del Consejo Nacional de la Resistencia de marzo de 1944. En Alemania la Economía social de mercado era la doctrina de la coalición de cristianos y ex nazis de la CDU con la que se conjuraba a la alternativa de la otra Alemania, la RDA, con su mezcla de socialismo y dictadura que ponía la asistencia y nivelación social en el centro de su proyecto.
Esa base histórica del eje ya no corresponde al mundo de hoy.
Desde que Alemania recuperó su plena soberanía con la reunificación nacional de 1990 y la anexión de la RDA por la RFA, su visión de la UE cambió. Europa ya no era la solución al handicap heredado del desastre nazi, sino el primer espacio sobre el que proyectar su soberanía dominadora.
Desapareció la generación política de los que vivieron la guerra; los Brandt, Kohl y Schmidt.
Se inició la rehabilitación del nacionalismo alemán en unos términos completamente nuevos e impensables en la fase anterior (12)
Y el marco general de este cambio en la relación franco-germana no es una “economía social de mercado” / Consejo nacional de la resistencia con el telón de fondo del miedo al “comunismo”, sino la doctrina neoliberal, es decir: la demolición programada y sostenida de las conquistas sociales vigentes desde la posguerra.
En ese contexto de subidón nacionalista y costeando con dos billones de euros la anexión de la RDA, Alemania impuso al resto del club europeo su estrategia nacional exportadora, desprovista de todo deseo de subvencionar a socios. Vía dumping salarial, todo lo alemán se hizo más competitivo frente a (y a costa de) sus socios. El dinero que generó su excedente comercial se invirtió. En los noventa invertir era, en gran parte, financiar burbujas inmobiliarias que encontraban el terreno mejor abonado en países con gran corrupción y pésimo gobierno como España.
Cuando eso explotó poniendo en peligro a los fondos de pensiones alemanes y a los bancos, los políticos germanos hicieron ver que ellos no tenían nada que ver con el asunto, que todo era culpa de una serie de manirrotos “Pigs” meridionales faltos de reformas. Es decir: ofrecieron una explicación nacional en línea con la ortodoxia neoliberal a un problema sistémico internacional.
La canciller que gobernó todo eso con torpeza, Angela Merkel, ha dañado seriamente los tres pilares que rehabilitaron a la política alemana después de la Segunda Guerra Mundial: el Estado social, la integración de la Unión Europea y la política de distensión hacia Rusia conocida como Ostpolitik. Que a pesar de ello Merkel pase por ser la gran líder continental resume muy bien la situación en la UE, pero sobre todo demuestra que nos encontramos ante otra Alemania. (13)
¿Qué pasa con Francia? En 1983 Mitterrand renunció a la política del programa común de la izquierda con el que había ganado las elecciones de 1981, un programa nacional de transformación, para abrazar la línea europeísta neoliberal arriba descrita. A diferencia de Alemania, Francia no tenía ninguna estrategia económica nacional propia. La moneda común fue saludada por Mitterrand como mecanismo para evitar sorpresas alemanas pero se volvió contra Francia. Todo el terreno ganado por la exportación alemana en el último periodo corresponde, aproximadamente, a lo perdido por los socios europeos, con Francia en primer lugar.
Los políticos franceses se han convertido en subalternos de la línea alemana. El periodista Romaric Gordin describe la situación como, “una especie de Vichy postmoderno”. “En Europa, Francia solo sirve como el socio colaboracionista de Alemania”, dice. Bajo esa colaboración la vida social francesa y la convivencia interna se han degradado.
Curiosamente, en Francia no se conoce muy bien Alemania. Es un país asociado a malas experiencias históricas que nunca ha interesado demasiado. Pese a que el sistema educativo promociona intensamente la enseñanza del alemán, significativamente se estudia mucho más el español (a razón de 4 millones de alumnos contra medio millón). Sobre ese desconocimiento y desinterés, se ha impuesto, con la ayuda de los medios de comunicación, cierta leyenda acomplejada de que en Alemania todo va bien, incluso mucho mejor que en Francia. En ese contexto se ha ido abriendo paso, sordamente, a nivel popular, no en las élites, la idea de que en el actual matrimonio, Alemania es el macho y Francia la mujer maltratada. Cobra fuerza la idea de que ya no estamos ante un matrimonio en crisis, sino ante un caso de violencia de género. ¿Tiene eso solución?
MÁS EUROPA O DECONSTRUCCIÓN ORDENADA
Mi impresión es que Fréderic Lordon tiene razón cuando habla de una situación cerrada en la que eliminar lo que está destruyendo al sistema de la Unión Europea pasaría por negar el propio sistema.
La reflexión puede aplicarse a Alemania: no será capaz de hacer marcha atrás sin que su clase política, sus medios de comunicación, todo su establishment se nieguen a sí mismos diciendo: “lo que hemos hecho hasta ahora es un error garrafal”.
¿Es imaginable que Francia sea capaz de convencer a Alemania de que renuncie a la europeización de su estrategia económica nacional por ejemplo desmontando el euro y regresando al Sistema Monetario Europeo, SME (como propone Oskar Lafontaine), la regla de oro de los déficits presupuestarios o el estatuto del BCE? Me parece que no, así que estamos ante algo parecido a un proceso irreversible de autodestrucción.
En Francia da la sensación de que cada vez más gente piensa, a izquierda y a derecha, que la única forma de cambiar Europa es empezar por cambiar Francia. Es lógico teniendo en cuenta la ausencia de un “demos” europeo, sujeto de la soberanía, y la fuerza de la tradición social francesa. Sin esperar una coordinación automática entre países, ese regreso a los estados nacionales, es decir al marco de la soberanía popular, es lo que a largo plazo podría redundar en una redefinición del proyecto europeo. El problema es que, hoy por hoy, ese regreso al estado nacional lo está capitalizando la extrema derecha. Incluido en Francia.
Me parece que uno de los escenarios que tiene más futuro en la Europa de hoy (“presente” si se atiende a lo que los tories están haciendo en el Reino Unido) es el de la “lepenización de Goldman-Sachs”: una síntesis y entendimiento entre la extrema derecha y el establishment neoliberal.
Pero, aunque la extrema derecha esté capitalizando ese regreso al estado nacional, eso no quiere decir que una solución decente a la crisis europea (es decir social, ecologista e internacionalista y en línea con los retos del siglo) no pase por ese vector de regreso. Los pasos atrás, lo que Lordon define como un proceso ordenado de deconstrucción de la Unión Europea, serán una solución más efectiva para salir del atolladero que el más Europa y más federalismo autoritario cuyo último recurso es el vector de guerra que supone la “Europa de la defensa”.
Por doquier se responde a la idea de ese regreso a los estados nacionales con el anatema: “aislamiento”, “repliegue”, “nacionalismo excluyente”, “fascismo”, pero las naciones de Europa vivieron en paz y crearon cosas como Airbus y el programa Erasmus durante muchos años sin moneda única y sin el corsé de los actuales tratados. Algunos de los países europeos más prósperos (Islandia, Noruega o Suiza) ni siquiera son miembros de la UE. Muchos más no participan en el euro, sin que ello los convierta en algo remotamente parecido a marginados de la globalización. Así que, si se quiere poner en el centro del proyecto europeo otras cosas diferentes a la libre circulación de mercancías/ capitales y a los beneficios oligárquicos que lo ha dominado y arruinado todo en los últimas décadas, cierta desintegración me parece ineludible.
Para remediar la situación el primer paso es desacralizar la Unión Europea, bajarla del altar y colocarla al alcance de una crítica realista.
MUERTOS VIVIENTES, LA SOCIEDAD DE NACIONES
¿Qué puede ocurrir en defecto de esta deconstrucción ordenada que permita reformular el proyecto Europa a largo plazo? Continuará lo que tenemos ahora: el derrumbe paulatino de la actual UE.
En ese escenario la UE se convertiría en una especie de muerto viviente cada vez más irrelevante a todos los efectos. Podría ser un poco como la Sociedad de Naciones, antecesora de la ONU. ¿Recuerdan? Aquello también nació de un buen propósito, en 1919, para imponer la paz entre europeos y acabó siendo un instrumento de los intereses de los imperios coloniales occidentales.
La Sociedad de Naciones fue completamente inoperante en la génesis de la Segunda Guerra Mundial, el rearme alemán y la invasión japonesa de China, y cuando la disolvieron en abril de 1946 sobre el panorama de una Europa y un Japón en ruinas, nadie la echó a faltar porque hacía tiempo que había muerto.
(*) Este texto sigue las notas de la conferencia “Crisis del eje franco-alemán, ¿terminal o reconducible?” pronunciada el 26 de enero en el Palau Macaya de Barcelona a invitación del Consell Català del Moviment Europeu.
NOTAS
(1) Ver las previsiones para 2017 del LEAP, raro think tank europeísta independiente que destaca por su crítico realismo. En: GEAB, 111. 15/01/2017.
(2) Para la posición de Lordon, ver aquí y aquí sus dos artículos fundamentales.
(3) Sobre la narrativa narcisista de la UE y su legitimación, contrastada con las realidades de la historia europea, ver: Europa, ¿se hace o deshace?
(4) La evolución de la opinión negativa sobre la UE es reveladora: 71% en Grecia, 61% en Francia (24 puntos más que en 2007), 41% en España (34 puntos más que en 2007) y 39% en Italia (23 puntos más que en 2007). Ver Pew Research Center, junio 2016. Para el fracaso de la integración del ex bloque del Este: Joachim Becker, Europe´s other periphery. NLR, mayo/junio 2016. Eldesencanto que reflejan las encuestas del BERD en el Este es aún más notable: En el grupo de Visegrado, el más exitoso del ex bloque, la valoración de si la vida ha mejorado o no respecto a 1989 divide por la mitad a checos, eslovacos y polacos, mientras que un 80% de húngaros opinan que las cosas han ido a peor. En Rumania algunas encuestas han dado un apoyo de hasta el 80% al estado de cosas bajo el régimen de Ceaucescu, uno de los peores del bloque a finales de los ochenta.
(5) En Le Figaro, 29/01/2015.
(6) He aquí la serie completa (porcentajes sobre participantes):
-1992: el 50,7% de los daneses votan contra el Tratado de Maastricht. Se les hace volver a votar.
-2001: el53,9% de los irlandeses votan contra el Tratado de Niza. Se les hace volver a votar.
-2005: el 55% de los franceses y el 61% de los holandeses rechazan el tratado constitucional europeo. No se les hace volver a votar (demasiado arriesgado) y se incluye la esencia de lo rechazado en el Tratado de Lisboa, dos años después.
-2008: el 53,4% de los irlandeses vuelven a votar contra lo que ahora se llama Tratado de Lisboa.
-2015: Referéndum griego contra la austeridad (61,3%). Se les impone más.
-2016: El 61,1% de los holandeses rechazan el acuerdo de asociación de la UE con Ucrania.
-2016: Brexit (51,9%)
-2016: 59,4% de los italianos rechazan la reforma constitucional.
(7) En Siria hemos vuelto a ver en acción a esa coalición de halcones militaristas, periodistas, y defensores de derechos humanos bien intencionados, pidiendo más guerra.
(8) Este es el somero balance:
-Afganistán: 15 años de guerra (por no hablar de 30, si incluimos a los soviéticos), 230.000 muertos / los talibán siguen fuertes/ catástrofe en seguridad y ausencia de mejoras en las condiciones de vida. Al Qaeda nace allí.
– Irak: 13 años de guerra/un millón de muertos/ partición del país en tres trozos y condiciones de vida peores que con Sadam. El Estado Islámico nace allí.
-Libia: 5 años de caos/ 40.000 muertos/ país partido en tres y condiciones de vida peores que con Gadafi. Ulterior desestabilitación del África subsahariana.
-Siria: 5 años de guerra/ 350.000 muertos/ probable partición en dos o tres trozos/ Situación general mucho peor que antes de la rebelión.
(9) La resolución del Parlamento Europeo del 14 de octubre de 2016, acusando a medios de comunicación rusos de practicar, en una escala mucho menor, hacia la UE (con el objetivo de, “socavar la coherencia de la política exterior de la Unión”), lo mismo que los medios occidentales realizan con Rusia desde siempre, ilustra el naufragio europeo ante unos medios rusos, como el canal RT, que han mejorado su influencia en Occidente, contribuyendo a un pluralismo de propagandas. La resolución coloca la amenaza de la propaganda rusa junto a la del Estado Islámico y es un ataque muy significativo al pluralismo informativo.
(10) Para una crónica de los términos de las negociaciones que pusieron fin a la guerra fría en Europa, ver R. Poch-de-Feliu, La quiebra optimista del orden europeo, en La Gran Transición. Rusia 1985-2002. Barcelona Crítica 2003.
(11) El discurso de Putin ante la Conferencia de Seguridad de Munich del 10 de febrero de 2007, hace diez años, fue la más clara expresión de la posición de Rusia. Para una lectura interna del machismo exterior de Putin y los riesgos del “escenario 1905” para su régimen, ver: Rusia, riesgos y agravios
(12) El secretario general de la CDU, Volker Kauder, puede, por ejemplo, jactarse ahora, de que, “Europa habla alemán” y ser por ello ovacionado en un congreso de su partido. Los Brandt, Kohl y Schmidt, nunca se habrían permitido tal licencia.
(13) Sobre ello véase, Poch-de-Feliu/Ferrero/Negrete: La Quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo. Icaria, Barcelona 2013.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/02/01/adios-union-europea-42041/

  Y VER ..
 Benoît Hamon  
"Los social-liberales son un pollo sin cabeza y ya han perdido"

 http://sanchopanza.net/n6-sanchopanzalab/Benoit-Hamon-entrevista-2008-social-liberales-europa-c.html

lunes, 30 de enero de 2017

La teoría económica convencional se ha divorciado de la realidad.

El sistema se rompe

En una nota de fin de año, el biógrafo de John Maynard Keynes, el economista Lord Robert Skidelsky   escribe: "Seamos honestos: nadie sabe lo que está sucediendo en la economía mundial en la actualidad. La recuperación del colapso de 2008 ha sido inesperadamente lenta. ¿Estamos en el camino a una plena recuperación o estamos sumidos en un "estancamiento secular?". ¿La globalización va o viene?
Y continúa: "Los políticos no saben qué hacer. Utilizan las palancas habituales (e incluso las inusuales) y no pasa nada. La flexibilización cuantitativa (QE) se suponía que produciría la inflación "prevista". No lo hizo. La contracción fiscal debía restablecer la confianza. No lo hizo".
Skidelsky echa la culpa de esto al estado de la macroeconomía - nos recuerda la ahora infame visita de la reina británica Isabel II a la London School of Economics en medio de la Gran Recesión en 2008, cuando preguntó a un grupo de eminentes economistas: ¿por qué no la vieron venir? (Véase mi libro, La Larga Depresión). Le respondieron que ¡no sabían lo qué no sabían!
Skidelsky pasa a considerar varias razones del fracaso de la economía dominante a la hora de ver venir la crisis o saber qué hacer con ella. Una de las razones podría ser la concentración de la enseñanza de la economía en modelos poco realistas y fórmulas matemáticas, en vez de comprender "la imagen completa". Cree que la economía se ha aislado de "la comprensión común de cómo funcionan o deben funcionar las cosas”. Este análisis sigue al que hizo recientemente Paul Romer, el nuevo economista jefe del Banco Mundial, que, tras renunciar a la academia, también criticó el estado actual de la macroeconomía.
La segunda razón de Skidelsky es que la economía dominante entiende la sociedad como una máquina que puede alcanzar el equilibrio de la oferta y la demanda a fin de que "las desviaciones de equilibrio son ‘fricciones’, simples ‘baches en el camino’; restringiéndolos, los resultados son pre-determinados y óptimos". Lo que esto no tiene en cuenta, dice Skidelsky, es que hay seres humanos que operan en un sistema económico y que no pueden entrar en los cálculos de un modelo de equilibrio. Las matemáticas se interpone en el camino de la gran imagen con todos sus impredecibles y cambios humanos. Lo que no funciona en la teoría económica, según Skidelsky es su falta de una "educación y visión amplias". Los economistas necesitan saber más cosas sobre la organización social, el comportamiento y la historia del desarrollo humano, no sólo de modelos y matemáticas.
Si bien los argumentos de Skidelsky tienen más de un punto de razón, en realidad no explican por qué la teoría económica convencional se ha divorciado de la realidad. No se trata de un error pedagógico o de una  falta de reconocimiento de las ciencias sociales más generalistas, como la psicología; se trata del resultado deliberado de la necesidad de evitar la realidad del capitalismo. 'La economía política' comenzó como un análisis de la naturaleza del capitalismo sobre una base "objetiva" por los grandes economistas clásicos Adam Smith, David Ricardo, James Mill y otros. Pero una vez que el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante en las principales economías y se hizo evidente que el capitalismo era otra forma de explotación de la mano de obra (esta vez por el capital), la economía se apresuró a negar la realidad. En lugar de ello, la economía convencional se convirtió en una apología del capitalismo, y el equilibrio general sustituyó a la competencia real; la utilidad marginal sustituyó a la teoría del valor trabajo; y la Ley de Say sustituyó a la teoría de las crisis.
Como Marx lo resumió: "De una vez por todas quiero aclarar que por economía política clásica entiendo la teoría económica, que, desde la época de W. Petty, ha investigado las relaciones reales de producción en la sociedad burguesa, a diferencia de economía vulgar, que se ocupa sólo de las apariencias, rumia sin cesar los materiales que desde hace mucho tiempo ha proporcionado la economía científica, y busca explicaciones plausibles de los fenómenos más abstrusos, para uso diario de la burguesía, pero para el resto, se limita a sistematizar de forma pedante, y proclamando verdades eternas, las ideas trilladas en las que cree la auto-complaciente burguesía con respecto a su propio mundo, que es para ellos el mejor de los mundos posibles".
El problema de la teoría económica convencional no es (solo) que los economistas actuales se centran demasiado en las matemáticas y los modelos económicos - no hay nada inherentemente malo en utilizar matemáticas y modelos - o que la mayoría de los economistas no tengan tanta "erudición y talentos múltiples" como los clásicos del pasado. El problema es que la economía ya no es "economía política", un análisis objetivo de las leyes del movimiento del capitalismo, sino una apología de todas las "virtudes" del capitalismo.
La asunción de la economía es que el capitalismo es el único sistema viable de organización social humana capaz de satisfacer los deseos y necesidades de las personas. No hay alternativa. El capitalismo es eterno y funcionará siempre que no haya demasiadas interferencias en los mercados de fuerzas externas como el gobierno o de monopolios "excesivos". De vez en cuando, la tarea es controlar los 'choques externos' del sistema (visión neoclásica) o intervenir para corregir los "problemas técnicos" en la producción y la circulación capitalistas (visión keynesiana). Pero el sistema en sí, funciona.
Veamos la reacción de Paul Krugman a la nota de Skidelsky. Lo que molesta a Krugman es la sugerencia de Skidelsky de que la economía dominante mantiene que la contracción fiscal (austeridad) era necesaria para "restablecer la confianza" después de la Gran Recesión. Krugman, como decano moderno del keynesianismo, no está de acuerdo con el biógrafo de Keynes. La economía dominante, al menos su ala keynesiana, sostienen lo contrario. Más gasto público, no menos, es lo que hubiera sacado a la economía capitalista de su depresión. Eso dice la macroeconomía básica, afirma Krugman.
A continuación, señala que la austeridad está "fuertemente correlacionada con las crisis económicas". En realidad, la evidencia de ello es realmente débil, como he demostrado en varias notas y en varios ensayos (publicados y futuros). Las grandes soluciones keynesianas de dinero fácil, tasas de interés cero y gasto fiscal no han sido capaces ni de lejos de acabar con la depresión cuando se han aplicado (y las tres se han probado en Japón). Krugman, por supuesto, nos dice que no se han intentado, o por lo menos no lo suficiente. Los políticos "se negaron a utilizar la política fiscal para promover el empleo; prefirieron creer en la hada de la confianza para justificar los ataques contra el estado de bienestar, porque eso es lo que querían hacer. Y sí, algunos economistas les dieron excusas. Pero eso es una historia muy diferente a la afirmación de que la economía no pudo ofrecer una orientación útil. Por el contrario, se ofrecieron orientaciones muy útiles, que los políticos, por razones políticas, prefirieron ignorar ".
En mi opinión, los políticos pueden haber decidido ignorar el gasto fiscal para resolver el "problema técnico" de la Larga Depresión en parte "por razones políticas". Pero también hay muy buenas razones económicas para defender que en una economía capitalista, el aumento del gasto público y el crecimiento del déficit fiscal no conseguirían la recuperación económica si la rentabilidad del capital es baja.
Skidelsky mencionó el otro gran punto ciego de la economía convencional: la afirmación de que la libre circulación de mercancías y capitales, la globalización, beneficia todos. Angus Deaton, ganador del Premio Nobel de Economía en 2015, es un defensor optimista de la globalización. El libro de Deaton La gran evasión (2013) defendió que el mundo en que vivimos hoy es más sano y más rico de lo que hubiera sido, gracias a siglos de integración económica. En una entrevista en el FT , Deaton cree que "la globalización no parece ser un mal importante en si misma y me resulta muy difícil no pensar en los miles de millones de personas que han salido de la pobreza gracias a ella".
He discutido los argumentos de Deaton en notas anteriores. Deaton representa lo mejor de la economía dominante actual cuando aborda los grandes temas: la globalización, los robots, la desigualdad, la salud humana y la felicidad. Ahora está preocupado por la amenaza de los robots a las rentas del trabajo, las crecientes desigualdades en la "búsqueda de rentas" y el deterioro de la salud de los estadounidenses por el uso abusivo de medicamentos con los que les bombardean las compañías farmacéuticas. Cree que "la felicidad alcanza su punto máximo cuando una persona gana el equivalente a 75.000 dólares al año".  Por supuesto, la mayoría no gana eso, como bien sabe Deaton. Pero él sigue confiando en que el capitalismo es el mejor sistema de organización social, ya que ha sacado a mil millones de personas "de la pobreza" en los últimos 250 años. Así que el capitalismo funciona, incluso si sus apologistas ignorar su funcionamiento y no pueden explicar como funciona.
El entrevistador del FT dejó a Deaton y se dirigió hacia su coche: "Hay una multa de aparcamiento mojada en mi parabrisas, una multa de 40 dólares. Sonrío. Recuerdo el consejo de Deaton cuando me senté con él y le mencioné mi temor de acabar con una multa. "Estoy seguro de que podrá evitar pagarla", me dijo el premio Nobel. "Simplemente dígales que el parquímetro no funcionaba".
Pues bien, el sistema se rompe y los economistas no pueden sacarnos de él.

es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2016/12/25/the-system-is-broken/
Traducción:





sábado, 28 de enero de 2017

La reorganización del Imperio



"American Carnage"... O la reorganización del Imperio (Primera parte)


La periferia parece demandar que el centro del capitalismo siga manteniendo el modelo económico neoliberal, a pesar de las atrocidades que ha causado en las sociedades desde hace tres décadas.

 

[I]

El viernes veinte de enero, Donald Trump juró el cargo de presidente de los Estados Unidos de América, convirtiéndose, de manera simultánea, en la principal línea de mando del enorme complejo financiero-militar a través del cual el excepcionalismo estadounidense (blanco, anglosajón y protestante), ha ejercido su imperialismo sobre el resto de las Naciones que habitan el mundo —y que ocho años de mandato demócrata al frente de la Casa Blanca sólo incrementaron: a través de la reproducción de conflictos sociales en el Magreb y Oriente Medio, del financiamiento y respaldo político de golpes de estado parlamentarios en América Latina, de la militarización de Europa del Este y el Sudeste asiático y, de la acumulación y concentración de capital a costa del barrido de los aparatos productivos de otras economías nacionales. Sin embargo, para la prensa que acostumbra a defender el status quo únicamente hasta que nuevas condiciones políticas presentan mayores rendimientos materiales, lo trascendental de la toma de protesta de Trump no es —como no lo ha sido desde que el empresario declarara sus aspiraciones presidenciales—, el potencial con el que el supremacismo de éste es capaz de profundizar el avasallamiento de la modernidad capitalista sobre todos aquellos cuerpos sociales que se resisten a su avance. Por lo contrario, para el discurso político mainstream lo que se encuentra en juego es justo la posibilidad de que la presidencia de Trump haga visible la cara oculta del progreso de la modernidad; es decir, la cara del colonialismo.

Así pues, si bien el debate público en torno a la presidencia de Trump gira, ininterrumpidamente, entorno a un conjunto definido de preocupaciones que van desde la cuestión racial hasta la distención del enfrentamiento con Rusia (pasando por la continuación de la guerra en contra del terrorismo, la profundización de las inequidades de género y del coartado ejercicio de las libertades que los estadounidenses consideran fundacionales de la identidad política liberal), lo cierto que es que todas ellas se ven dominadas por las posiciones que el hoy presidente de la Unión manifiesta en torno al orden comercial vigente.

No es, por ello, azaroso que desde la derecha y hasta la izquierda, todo el espectro ideológico vuelva una y otra vez sobre el desprecio que Trump ha manifestado hacia el funcionamiento del mercado mundial; a grado tal que no faltan quienes ya comienzan a revivir el fantasma del comunismo, pero esta vez no recorriendo Europa o existiendo realmente en los herederos de la Unión Soviética, sino saturando las instituciones del Estado capitalista por antonomasia. Cada vez que Trump discurre en contra de los tratados de libre comercio, cuando señala al gran capital por haber abandonado a las clases trabajadoras y siempre que consigue que la industria se desplace de la periferia a suelo estadounidense las clases ilustradas del mundo no hacen más que vociferar que éstas son acciones que presagian el retorno a modelos económicos proteccionistas; comprobados en su inoperatividad.

En este sentido, el dogma a la acumulación de capital, a la valorización del propio valor se hace presente cada vez que los analistas de la alta diplomacia y las refinadas cuestiones de la política de los grandes poderes (Great Power Politics), se manifiesta acusando que la intervención del aparato de Estado en el funcionamiento del libre mercado es el primer paso para llevar a la humanidad, en palabras de Friedrich Hayek, por un camino de servidumbre; en donde el individuo ve perdida su más esencial condición existencial: la posibilidad de ejercer su libertad sin la intermediación de fuerza social alguna que no sea la de la oferta y la demanda.

El liberalismo económico, en particular, y el capitalismo, en general; de acuerdo con las interpretaciones dominantes en el imaginario colectivo global, se encuentra en peligro, en una fase en la que probablemente la humanidad esté asistiendo, por causa del proteccionismo comercial y lo impredecible del cuadragésimo quinto presidente estadounidense, al intento más próximo del que se tenga registro histórico de dar muerte al libre mercado. Pero al argumentar y aceptar estas interpretaciones, el mundo olvida que el capitalismo nació con la colonización europea en la periferia y que la riqueza de las Naciones centrales se debe a la explotación de esta periferia.

Y olvida, también, que en América Latina el neoliberalismo se instauró, como régimen de verdad e inevitable punto de tránsito hacia el progreso, acompañado por dictaduras militares que construyeron aparatos estatales omnipresentes; que en África la esclavitud y la guerra son las condiciones sine qua non para el desarrollo y mantenimiento de los regímenes extractivistas; y que en Asia el vuelo de los gansos sólo fue posible gracias a administraciones públicas autoritarias que industrializaron a la región sobre las ruinas de sus sistemas culturales tradicionales.

El mundo parece encontrarse en vilo sólo porque un par de armadoras automotrices trasladaron sus inversiones de la periferia a los Estados Unidos, o porque los tratados de libre comercio ya no son enunciados como la panacea de la escasez de recursos y de incremento cuantitativo de la riqueza social. Sin embargo, a pesar de la realidad de estos casos —que se presentan contrarios al credo de maximización de ganancias por abaratamiento de costos—, el discurso de Donald Trump no es el de una posición contraria al capitalismo, no lo es, ni siquiera, en contra del libre mercado.

Y es que Trump no está repatriando capitales, tampoco está exigiendo al capital financiero que abandone sus inversiones en las bolsas de valores de todo el mundo, no le pide a los bancos que restrinjan sus líneas de crédito al plano nacional, no arremete en contra de mineras, gaseras, eléctricas o empresas petroleras para que detengan la extracción de recursos naturales en las periferias globales. Trump tampoco ha detenido los flujos de mercancías, servicios y capitales desde o hacia su país. Las palabras y los hechos de la gestión pública de Trump, hasta ahora, se han enfocado en sectores muy específicos del espectro productivo global; no en la totalidad de las actividades productivas/consuntivas de las que está saturada la vida en sociedad.

¿A qué responde este comportamiento? Por un lado, la economía global no se ha recuperado de los estragos causados por la burbuja especulativa del sector inmobiliario. Al finalizar 2016 la tasa de ganancia del capital financiero aún no recobraba los niveles en los que se encontraba justo antes de que la burbuja estallara en 2008. De hecho, las estimaciones más conservadoras indican que la acumulación de capital se encuentra siete veces por debajo de su punto más alto, en 2007. En este sentido, ejercer controles de intervención estatal directa en la manera en la que se desarrolla la actividad industrial tiene un objetivo claro: si se parte de la premisa de que el capital financiero es, esencialmente, capital ficticio, la necesidad de respaldar ese capital por medio de una base material, esto es, a través de la producción industrial se tiene como consecuencia que lo que se busca es acelerar el proceso de recuperación de la tasa de ganancia sin tener que recurrir, como hasta ahora, a los instrumentos especulativos. Por el otro, el discurso de Trump se ha centrado reiterativamente en la promoción de la ética protestante como la fuerza vital que mueve al espíritu del capitalismo, y en ello, por consecuencia, no apela a una modificación de la manera en la que se encuentran organizadas las fuerzas productivas globales, no llega ni siquiera a insinuar que se requiera un cambio en la correlación de fuerzas entre las clases más adineradas y las más explotadas. Por lo contrario, afirma la posición de cada una de ellas, pero lo hace, además, forzando a las clases desposeídas a que acepten esa posición impulsando el desarrollo industrial del país; al tiempo que invisibiliza el rol que jugaron los grandes capitales (a los cuales él mismo pertenece) en el empobrecimiento de aquellas.

Por eso resultan absurdas las posiciones que afirman la muerte del capitalismo, del liberalismo y la globalización (a menudo tomando a las tres categorías como términos intercambiables). Porque no hay, ni en el gabinete de Trump —plagado de militares y economistas promotores del status quo neoliberal, blanco, protestante y anglosajón—, ni en el discurso del nuevo presidente un solo ápice de antiglobalización, anticapitalismo o antineoliberalismo. De hecho, Trump no es más proteccionista que el resto de sus predecesores (Reagan incluido). La cuestión es que Trump vocifera, tanto como puede, aquello que en otros contextos sólo era posible observar en acciones concretas, a posteriori.

Hoy, el supuesto keynesianismo de Trump no es más intervencionista que el proteccionismo de la Unión Europea y los Estados Unidos en sus sectores agrícolas; en detrimento de los productos periféricos. Su pretensión de abandonar sus acuerdos comerciales no es más cínica que todos los casos de incumplimiento del NAFTA. Y sus amenazas arancelarias no son peores que las restricciones comerciales, embargos y bloqueos comerciales que el gobierno que hoy encabeza utiliza desde siempre como mecanismo promotor de la democracia procedimental y los derechos humanos entendidos a la American Way of

Y es que muy a pesar de los modelos ideales sobre los cuales la tradición monetarista (desde Walter Lippmann hasta Richard Posner, pasando por Friedrich Hayek, Milton Friedman, Louis Rougier, Gary Becker, Bruno Leoni y todo asociado a la Mont Pelerin Society), y contrario al dogma neoliberal reproducido por automatismo desde los centros geopolíticos del Saber, el mercado libre de toda intervención del Estado no es más que una falacia. En todo sentido, esa libertad del mercado tan defendida por la economía de la Escuela de Chicago (que en América Latina se conoció a sangre y fuego a través del Consenso de Washington), sólo es posible si se cuenta con un Estado garante de la propiedad privada, de la represión de las resistencias sociales, y de la permanente acumulación y concentración de capital.

No importa de la sociedad de la que se trate, la historia del capitalismo, en general, y del neoliberalismo, en particular; es la historia de los aparatos de Estado y sus sistemas jurídicos como los garantes de la reproducción de la riqueza. Las concesiones de los recursos naturales, las operaciones de un empresa, los regímenes de seguridad social, los límites salariales, la regulación de la competencia, la creación de mercados en espacios sociales en los que no existen, etcétera; son todos casos de intervención del Estado en el mercado para reproducir la lógica de valorización de ese mismo mercado.

De ahí que lo realmente preocupante no sea que Trump se perfile a profundizar esas condiciones para hacer avanzar al mercado a ritmos más rápidos, sino que el debate en torno a la política económica de Donald Trump en las periferias sea el que se incline por el mantenimiento del status quo; a pesar de las atrocidades que el neoliberalismo y la militarización de los mercados en sus sociedades han causado desde hace tres décadas. Porque en realidad, lo que se combate en la periferia al acusar a Trump de proteccionista no es el mercado y sus injusticias, sino que se prive a la periferia del crecimiento por goteo que desde hace quinientos años el capitalismo les prometió.

Antaño era la periferia la que señalaba las contradicciones del capitalismo, la que mostraba al mundo el reflejo del avance de la modernidad capitalista: con todas sus muertes, con todos sus saqueos, con la explotación insaciable de sus recursos naturales y con la edificación del progreso sobre las ruinas de sus culturas tradicionales . Hoy, parece que la periferia es la vanguardia que exige al centro del capitalismo seguir exportando ese modelo económico al mundo, no detener el flujo de capitales, las inversiones directas de sus empresas o la creación de empleos en sus fábricas. Porque incluso en la periferia el dogma al capital es que no existe otra vida que no se circunscriba a la manera capitalista de reproducir la socialidad, que la vida existe y que el ser humano es tal sólo dentro del capitalismo.

Blog del autor: http://columnamx.blogspot.mx/2017/01/american-carnage-o-la-reorganizacion.html


 Nota del bog  ..

El neoliberalismo hayekiano siempre fue autoritario 




"La paradoja de la tradición liberal de von Mises y Hayek es la yuxtaposición entre un laissez faire radical y un intervencionismo jurídico que postula la ley como la gestión despótica de las reglas del juego de la economía. Esta paradoja fue asumida como una corrección o, incluso, una contraposición al liberalismo clásico, como asimismo a la propia auto organización y orden espontáneo idealizada en un momento anterior por Hayek, que dio origen a un constructivismo social que alcanzó proporciones siempre excesivas. En este sentido, no existe una teoría más vulnerable a su propia agenda ideológica,  que la ideología del neoliberalismo hayekiano."






jueves, 26 de enero de 2017

Manuel Valls y la maleta de la Françafrique.



Faure Gnassingbé aurait donné 5 milliards à Manuel Valls

    Lors de son passage à Lomé, Faure Gnassingbé aurait offert 5 milliards CFA à Manuel Valls pour le soutenir dans le cadre de sa campagne électorale.
    Dans un communiqué rendu publique ce mardi et destiné à soutenir la grève de trois jours des enseignants, le Parti des travailleurs accuse le président Faure Gnassingbé d’avoir donné une valise de 5 milliards CFA à l’ancien Premier ministre  français.

    Manuel Valls et la malette de la Françafrique

    Cette somme destinée à soutenir le Premier ministre Manuel Valls pour sa candidature à la primaire socialiste puis à la présidentielle 2017.
    «C’est ainsi que des révélations de sources proches du régime, émanant de personnalités elles-mêmes écœurées par l’incroyable cynisme de Faure Gnassingbé à l’endroit de son propre peuple, indiquent que, lors de son voyage officiel de fin 2016 au Togo, Manuel Valls, alors qu’il était encore Chef du gouvernement français, aurait reçu un « cadeau » de 5 milliards de F CFA pour sa campagne en France en vue de l’élection présidentielle de 2017 dans laquelle il envisageait de s’engager », selon le communiqué du Parti des Travailleurs.
    C’est fort de cette « manne » que l’ex Premier ministre français a fait pression pour le retrait de l’actuel locataire de l’Elysée de la course à la présidentielle française.

    Détournements de fonds

    Selon Monsieur Claude Ameganvi, il s’agit d’un vrai détournement de fonds car c’est en prévision de ce soutien à M. Manuel Valls que Faure Gnassingbé a fait voter par l’Assemblée nationale un collectif budgétaire de 10 milliards CFA soit disant pour paiement de cinq hélicoptères dans le cadre de la «Conférence de la sécurité sur la navigation maritime».
    Des hélicoptères introuvables, d’après le Parti des Travailleurs, car « n’ayant jamais été achetés ».

    Pays livré à l’étranger

    A côté de ce détournement, le gouvernement aurait totalement livré le pays à l’étranger en gageant des biens publics. Voici comment le communiqué détaille ces ventes déguisées de biens publics :
    Plus révoltant et aussi incroyable que cella puisse paraître, l’irresponsabilité et la gloutonnerie des membres du régime de Faure EYADEMA-GNASSINGBE les ont conduit à contracter – comme son représentant a dû l’avouer lors de la discussion sur le Collectif budgétaire, gestion 2016 – des prêts dénommés Sukuk d’un montant total de 156 milliards de F CFA auprès de certaines banques islamiques sur la période 2016-2026 en gageant des biens publics.


    Il s’agit des bâtiments suivants : le site de la Foire Togo 2000, le Commissariat général de l’OTR et son Commissariat des Impôts, le siège de Togo Télécom, le Garage central, le Ministère des Travaux publics, l’UTB, le siège de la LONATO, la CENI, le Ministère du Commerce, le siège de la SAZOF et la SAZOF-Zone portuaire.


    Il n’y a aucun doute que ces prêts, contractés dans l’opacité la plus totale et hors de tout contrôle par les institutions nationales de régulation du fonctionnement de l’Etat, ne s’inscrivent dans aucune logique rationnelle de développement comme celle des infrastructures et besoins scolaires, selon le même communiqué.

    Assez d’argent pour satisfaire les enseignants

    En conclusion, selon le Parti des Travailleurs, sans la « gloutonnerie » du régime, on pourrait satisfaire les revendications des enseignants et construire des infrastructures sociales.
    Difficile dans ce cas d’avancer le manque d’argent pour justifier la non-satisfaction des enseignants. Par conséquent, le Parti des Travailleurs soutient les enseignants et demande au peuple togolais de leur apporter son appui.

     Fuente: «Faure Gnassingbé aurait donné 5 milliards à Manuel Valls», Le Temps (Togo), 17 de enero de 2017.
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    Nota del blog . Si no me equivoco en la conversión de la moneda 5 millardos de francos centroafricanos  son 7 .6 millones de euros. En España los bancos prestaron al CS y al PSOE 7  millones a cada uno + - para las últimas elecciones y al PP  9 millones +- .

    miércoles, 25 de enero de 2017

    Los dilemas USA de los tratados de libre comercio.

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    Chau TPP, ¿hola Mercosur?

    Página/12


    El momento llegó: Donald Trump le puso fin a la participación de EEUU en el Acuerdo Transpacífico TPP, que su propio país capitaneaba. Fue a través de un decreto ejecutivo que empalma con su discurso proteccionista durante su asunción, días atrás. Cumple así una de sus principales promesas de campaña en el plano de la política exterior. La noticia tiene varias implicancias en concreto. En primer lugar, muestra que la estrategia anti China desplegada por la anterior administración norteamericana no ha dado sus frutos. El TPP, acuerdo cuyo objetivo principal era que Beijing no dictamine las normas del comercio internacional, tal como el propio Obama había afirmado, no existe más. China y los emergentes, aún creciendo por debajo de lo que lo hacían años atrás, siguen moviendo la economía internacional –que no logra aún remontar la crisis iniciada en 2008 en los países desarrollados–.
    Es probable que Xi Jinping esté notoriamente satisfecho con la noticia, que se da en la semana posterior a su participación en el Foro Económico de Davos, donde el dirigente del Partido Comunista Chino acaparó todas las miradas, por ser su primera vez allí. ¿Estamos asistiendo a un cambio del “hegemón” ante nuestros propios ojos, visto y considerando el nuevo escenario global que aquí describimos? Todo parece indicar que sí, aunque esto implicará resistencias parciales de EE.UU., que buscará una nueva estrategia de inserción internacional.
    Por otro lado, para América latina abre un marco de incertidumbre creciente sobre la posible sobrevida de instancias como la Alianza del Pacífico (AP), que dependían del contexto librecambista impulsado por EE.UU. El amesetamiento de instancias como Unasur y Mercosur deberá ser revisado a la luz del nuevo contexto, que debería fortalecer a estas herramientas integracionistas en un mundo que necesariamente deberá pensarse en torno a bloques en el corto y mediano plazo.
    Asimismo, la noticia muestra los límites del giro hacia la AP que encararon países como Argentina y Brasil durante 2016. Para Macri, quien durante todo el año pasado insistió en los beneficios de sumarse al bloque de países compuesto por México, Colombia, Perú y Chile, la noticia es un sinsabor de dimensiones, que habla de la poca pericia de las RRII del gobierno en curso: se preparó para un mundo que no es tal, movido por la ideología antes que por la cabal comprensión de los procesos en curso.
    Los errores en política exterior, a veces menos visibles en términos de la opinión pública de cada país, pueden ser tan costosos como los equívocos en la política doméstica. Todo parece indicar que el giro hacia la AP que encaró la Argentina durante 2016 fue un garrafal error de comprensión del momento histórico. ¿Se animará el gobierno de Macri a intentar fortalecer el Mercosur y la Unasur ante el derrotero del TPP y la AP? ¿Podrá rectificar a tiempo la errática política exterior que ha venido desplegando?
    Juan Manuel Karg. Politólogo UBA. Investigador CCC.
    Fuente: https://www.pagina12.com.ar/15880-chau-tpp-hola-mercosur

    ----------  Y VER ..

    Límites y contradicciones de las propuestas comerciales de Trump ( picar aquí)
    es muy importante este artículo y se entiende  la tensión con el pentagonismo militar ...


    "Trump comprendió que el desequilibrio del libre comercio estaba a favor, ya no de Estados Unidos, sino de China y las llamadas “economías emergentes”. Paul Samuelson, economista galardonado con el Premio Nobel, un ardiente partidario del libre comercio, ya en 2004 (artículo en Perspectivas Económicas) sugirió que el creciente poder económico de China pone en duda si el libre comercio convierte en un ganador (winner) a Estados Unidos. El miedo de la superpotencia a la economía china ha transformado a este país de posible socio estratégico en una amenaza actual, que se enfoca principalmente, en palabras de Henry Kissinger, en “el debilitamiento psicológico del adversario”, por lo cual “el imperialismo militar no es el estilo chino”.
    Esta es una amenaza que tiene como sustento el espectacular aumento del poder económico de China, que asimismo cuenta con la población más grande del mundo, lo cual tendría un fuerte efecto desestabilizador. Esto ha llevado a que China sea ubicada en el centro de la globalización. A decir del keynesiano Thomas I. Palley, asesor Senior de Política Económica de la AFL-CIO, “la globalización se ha transformado gradualmente en un proyecto de “globalización centrada en China”. Este fenómeno tiene graves consecuencias económicas y geopolíticas para los Estados Unidos”[22]".
     
    y ver ...
      Las tensiones del bloque de poder en EEUU.
     http://www.alainet.org/es/articulo/182990