Macolm X:
“Si no estais prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido". ( NOTA DEL BLOG)
...
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu
Fabra
El Público.
¿Qué está pasando en España? El comportamiento fascistoide de los
aparatos del Estado
Me temo que no hay suficiente conciencia en este país de la enorme
importancia de conocer nuestro pasado para entender nuestro presente. Y por
pasado
quiero decir la historia reciente de este país, que todavía no se ha recuperado
debido a la muy limitada atención que se ha dado en recuperarla. Y por
presente
me refiero a los mayores eventos que han ocurrido en las pasadas semanas, y que
incluyen desde la publicación por parte de
Público de la evidencia que
prueba la existencia de entramados dentro del Estado para destruir a los que
son considerados sus “enemigos”, hasta el sorprendente resultado de las
elecciones del pasado 26 de junio.
Comencemos por el entramado (referido como
las cloacas del Estado)
y su funcionamiento. He indicado en múltiples ocasiones que, como consecuencia
del gran dominio que los herederos de los que realizaron el golpe militar en el
año 1936 (en contra de la
Segunda República) tuvieron en el proceso de la transición de
la dictadura a la democracia, el nuevo Estado español no supuso una ruptura,
sino una adaptación y reforma del Estado anterior a la transición, con lo cual
tal nuevo Estado dista mucho de ser homologable a los Estados democráticos de la Europa Occidental.
La imagen falsa e idealizada que han dado de tal transición los mayores medios
de información (liderados por
El País, y dentro de él por los Santos
Juliá de turno), definiéndola como “modélica”, ha ocultado la escasísima
cultura democrática existente en el Estado español, todavía hoy dominado por
fuerzas profundamente conservadoras, herederas de las derechas que
establecieron una de las dictaduras más represivas y sangrientas que hayan
existido en la
Europa Occidental.
La herencia del Estado franquista
Los hechos acaecidos en las últimas semanas, publicados, repito, en
Público,
han permitido a la ciudadanía española no solo leer, sino también oír (a
través de los registros reales de las conversaciones) cómo un aparato del
Estado, el
Ministerio del Interior, se movilizaba para (utilizando
otra rama del Estado, la
Oficina Antifraude de Catalunya (OAC),
contando también con la complicidad de otra rama del Estado, la
Fiscalía General
del Estado, y con la ayuda de un cuerpo especial del Estado, llamado la
Policía
patriótica) “destruir al enemigo” (expresión utilizada en su conversación
por los dos personajes principales del entramado, el Ministro del Interior, el
sr. Jorge Fernández Díaz, y el sr. Daniel de Alfonso, director de la OAC). Tal “enemigo” eran
dirigentes políticos y partidos políticos legales y legítimos, con
representación parlamentaria en las Cortes Españolas y en el Parlament de
Catalunya. Dicha destrucción del enemigo consistía en la producción de informes
por parte de la policía “patriótica”, muchos de ellos falsos, que se publicaban
con la complicidad de periodistas de gran visibilidad mediática como Eduardo
Inda, entonces de
El Mundo, y Francisco Marhuenda, de
La Razón (ver las
series de artículos publicados en
El Triangle sobre este tema) que
continúan hoy teniendo gran visibilidad y acceso mediático a través del canal La Sexta, tanto en el programa
Al
Rojo Vivo como en
La
Sexta Noche.
Este entramado dentro del Estado sigue al pie de la letra las prácticas de
los Estados fascistas y nazis, con la diferencia que durante el fascismo
español
las víctimas de tal entramado terminaban, además de ser depuradas
de su posición social, en la cárcel o en el paredón. Tal comportamiento,
incluso su narrativa, es una copia de lo que ocurría durante la dictadura que
existió en España durante casi cuarenta años.
Para aquellos que crean que exagero, me limito al estilo de la conversación
entre el ministro y el director de la OAC. El tono de este último encaja perfectamente
en la narrativa del fascismo español (también llamado nacionalcatolicismo).
Dicho personaje, en su servilismo a la autoridad, utilizó términos tales como
“Yo a sus órdenes, ministro”, ”Todo lo que usted decida, bien decidido está,
ministro”, “Las ideas son suyas”, “Considérame un cabo de tu Cuerpo Nacional”,
“Les hemos destrozado (al enemigo) el sistema sanitario”, “Yo, ministro, soy
partidario de asestar el golpe cuando el golpe va a acabar con el animal (el
enemigo)”, y así un largo etcétera. Este “cabo de tu Cuerpo Nacional” era nada
menos que el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, institución que
tiene como objetivo “fortalecer la integridad en el sector público catalán, previniendo
e investigando la corrupción”, lo cual se convirtió en cómo investigar y
destruir al enemigo, creándose incluso evidencias falsas para alcanzar ese
objetivo.
La enorme inmunidad, otro indicador de la mala calidad democrática en
la cultura mediática y política del país
Y lo que es incluso más escandaloso es que nadie envuelto en este entramado
haya sido sancionado. En realidad, el presidente Rajoy, que dirige el Partido
Popular, así como el gobierno español, ha aprobado y defendido a tal ministro,
el cual continúa en su cargo. Es más que probable que el presidente conociera y
aprobara dicha campaña de destrucción del enemigo. Y aunque el sr. Daniel de
Alfonso, director de la OAC,
ha sido depuesto de su cargo por el Parlament de Catalunya, continúa siendo
juez, sin que el cuerpo o asociación de tales funcionarios haya movido un dedo
para expulsarle de la carrera judicial, considerando, por lo tanto, que nada de
lo que tal personaje haya hecho merece sanción.
En cuanto a los policías y periodistas patrióticos, ninguna sanción está
siendo considerada. En realidad aquellos periodistas, cómplices de aquella
campaña de desprestigio del enemigo, continúan teniendo una gran visibilidad en
los medios, sin que ningún colegio de periodistas (que en teoría son responsables
de garantizar la ética profesional en su profesión) les haya sancionado, o
incluso criticado, por ser casos claros de mala práctica periodística (el
distribuir información falsa).
La reproducción de la baja cultura democrática en los medios
Otra consecuencia del domino de las fuerzas conservadora en la Transición inmodélica
ha sido la falta de diversidad de los grandes medios de información españoles,
claramente escorados hacia la ultraderecha, la derecha y el centroderecha. No
hay en España un gran medio de información, sea de prensa o televisivo, de
izquierdas. Y los grandes medios de información y persuasión discriminan a las
voces críticas y de izquierdas en el país. Es interesante en este aspecto
señalar que el único rotativo que tenía la reputación de centrista,
El País,
ha ido claramente evolucionando a la derecha, con escasa receptividad hacia
voces de izquierdas. Es un reflejo de hasta qué punto se ha derechizado este
rotativo, que en un reciente editorial (que no tiene desperdicio) acusara a La Sexta de ser un canal
televisivo de izquierdas que había creado a Podemos, a base de promocionar a
sus líderes. En realidad, lo que ha hecho
La Sexta (en
La Sexta Noche
y en
Al Rojo Vivo) y que ha originado el enfado de
El País
es permitir que haya en sus tertulias comentaristas de izquierdas junto con
otros tertulianos, la mayoría de los cuales son de derechas. Es más, los dos
programas citados anteriormente cuentan con la presencia de economistas
neoliberales, incluyendo el “economista de la casa”, el sr. José Carlos Díez,
que apoyó la reforma laboral del sr. Zapatero, así como las políticas de
austeridad del sr. Zapatero y del sr. Rajoy, era defensor (hasta hace poco) de
la ortodoxia liberal, asesor del PSOE, y que define a la clase trabajadora como
la “clase baja”. Tal economista es también, por cierto, el economista de
cabecera de
El País.
La avalancha contra “el enemigo” en los grandes medios de información
En la gran mayoría de los grandes medios de información se reproduce una
cultura generalizada en amplios sectores de la población, heredada de la
dictadura, que es enormemente agresiva y hostil hacia aquellos que tienen una
visión de España distinta a la uninacional dominante en la cultura política y
mediática del país. Junto a esta visión existe también otra profundamente
adversa hacia las visiones de izquierdas que difieren de la visión más
moderada, que se ha ido adaptando al régimen actual, y que está representada
por el PSOE. La agresividad que caracterizó a la dictadura frente a los que
esta definió como “rojos” y “separatistas” ha continuado en los grandes medios
de comunicación y persuasión de España. Los partidos “separatistas” son
considerados como el “enemigo”, al no compartir la visión de España hoy
dominante en el Estado. Ha sido precisamente la rigidez y falta de sensibilidad
democrática del Estado español y de los mayores medios de información españoles
lo que ha estimulado su conversión a partidos independentistas. Ni ERC ni
Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) habían apoyado la separación de
España hasta una época reciente. Y, muy probablemente, la continuación del
gobierno Rajoy aumentaría el deseo de la población en Catalunya de separarse de
España, alcanzando la mayoría.
La hostilidad hacia los “rojos” de la cultura franquista continúa en
el Estado y en la mayoría de los medios de información y persuasión
Hemos visto, por ejemplo, durante la campaña electoral la gran hostilidad de
la gran mayoría de los grandes medios hacia Podemos en general y Pablo Iglesias
en particular, hostilidad que ha sido facilitada y estimulada por el entramado
franquista existente en el Estado que cité al principio del artículo. Desde el
informe PISA intentando encontrar actividad delictiva en el Secretario General
de Podemos (Pablo Iglesias), hasta el intento de encontrar financiación
extranjera (venezolana) del partido Podemos, entre muchos otros casos de
infamia, calumnia y mentiras, los grandes medios de información han intentado
también “destruir al enemigo rojo”, llegando al extremo, como el del diario
El
País, de indicar que la población presente en el estadio abarrotado la
primera vez que Pablo Iglesias vino a Barcelona, había abucheado al sr. Pasqual
Maragall, ex alcalde de Barcelona, cuando en realidad recibió una ovación que
duró varios minutos (ver mi artículo “Manipulaciones y mentiras en
El País”,
Público, 30.12.14). Nunca había visto tal nivel de manipulación,
mentira y mendacidad como en aquel caso, que es todo un récord de infamia
mediática, infamia que no se corrigió a pesar de ser el rotativo conocedor del
error cometido por su corresponsal.
En todos estos casos, todos los rotativos se hicieron eco de las acusaciones
que procedían de las cloacas del Estado, presentándolas como verídicas y
certeras cuando eran falsas y erróneas, hecho que muchos de ellos sabían, lo
cual no impidió que continuaran promoviéndolas. Y los periodistas que
publicaron esta información procedente de los aparatos del Estado continúan con
tales falsedades, sin que sean corregidos, sancionados o denunciados por las
asociaciones profesionales encargadas de velar por el comportamiento ético de
sus profesionales. La inmunidad de las prácticas antidemocráticas y/o
fascistoides es absoluta, con unos medios de información y persuasión que
pueden destruir al enemigo (los rojos y separatistas) a su antojo, sin ningún
tipo de protección.
Como consecuencia, hoy la cultura franquista del régimen resultado de la
primera transición inmodélica es reproducida, no solo por la represión física,
sino también a través de la destrucción de lo que el régimen y los aparatos del
Estado consideran “enemigos”, contando con la complicidad de los grandes medios
de información para tal tarea. El cuarto poder es cómplice del Estado en su
ataque brutal a la democracia y a los demócratas. Ni que decir tiene que esta
campaña mediática contra “rojos” y “separatistas”, alimentada por las cloacas
del Estado, tuvo gran impacto cuando varias falsedades fueron distribuidas y
promovidas por tales medios -como la financiación de Podemos por Venezuela,
entre otras- con el intento parcialmente exitoso de desalentar el voto
favorable a Podemos.
Cómo la cultura franquista afectó a las elecciones del 26 de junio
Una pregunta que se han hecho millones de personas con sensibilidad
democrática es: ¿cómo puede ser que un partido tan corrupto como el PP (cuyo
presidente, que lo es también del gobierno español, aprobó la existencia de tal
cloaca así como la extensísima corrupción existente en tal partido) fuera
votado de nuevo?. En realidad, donde la corrupción fue más extensa fue
precisamente donde tuvo lugar el aumento del voto al PP.
La explicación de este hecho no es complicada y es relativamente fácil de
ver. Es parte del ideario popular heredado de la experiencia del
nacionalcatolicismo, profundamente antidemocrático, el asumir que todos los
políticos roban, pues así pasó durante la dictadura, cuando la corrupción era
muy extensa entre los cargos públicos. En sí, esta corrupción se ve como
intrínseca a la función pública y al mundo político, pues todos roban. La
denuncia de tal corrupción del PP, sobre todo en la última parte de la campaña
(incluyendo la corrupción política), se vio por parte de los votantes del PP
como un ataque a su partido, hecho única y exclusivamente con fines electorales
por los adversarios de tal partido, lo que determinó la movilización masiva del
electorado a su favor (esto pasa también, por cierto, entre los seguidores de
Le Pen en Francia y Donald Trump en EEUU, que son impermeables a cualquier
información contraria a sus líderes). El hecho de que las conversaciones del
ministro aparecieran días antes de las elecciones tuvo un impacto movilizador
de la población de ultraderecha que compartía los objetivos del ministerio:
destruir a los que atacan la
Unidad de España. Tal material, publicado en
Público,
se vio primordialmente y paradójicamente como un
juego sucio para destruir
al PP, y tuvo un impacto opuesto al que se suponía que iba a tener. La
corrupción era marca de aquel régimen dictatorial. Y su aceptación era un componente
de aquella cultura. Su pensamiento es que “puesto que todos lo hacen, hay que
defender a los nuestros cuando intentan destruirlos por una práctica que todos
llevan a cabo”. La inmoralidad es parte de la cultura franquista, y la
tolerancia hacia ella es intrínseca en dicha cultura.
La cultura franquista no ha muerto
Un tanto igual ocurrió en el caso de las conversaciones del ministro. La
cultura franquista odia a los “rojos” y “secesionistas”, incluyendo como
secesionistas a aquellos que defienden el reconocimiento de una España
plurinacional, distinta a la uninacional, la única que –según ellos- debe
aceptarse. Y su máximo enemigo es el partido que cuestiona tanto la
uninacionalidad como lo que la cultura franquista llama la “unidad de España”.
Hay que recordar que esta fue la justificación del alzamiento fascista del
1936: la defensa de la unidad de España frente a los rojos y a los
secesionistas. Y causaron la muerte de 400.000 personas en defensa de tal
causa. Es esta la cultura que aparece en la conversación entre el ministro
Jorge Fernández Díaz y el director de la
OAC, el sr. Daniel de Alfonso. Este último justifica lo que
está haciendo definiéndose a sí mismo como un “patriota español”, utilizando
una narrativa claramente militar franquista (“a tus órdenes”) que nos recuerda
mucho aquel periodo. Según los votantes del PP, todo lo que hacían aquellos
personajes era un acto patriótico, realizado por policías que se llamaban
“patriotas”, y que lo hacían por una causa patriótica (ver mi artículo “¿Qué
hay detrás de la defensa de la ‘unidad de España’?”,
Público,
30.12.15). El comportamiento del ministro fue percibido, por parte de la
cultura franquista, como un acto patriótico que no afectó negativamente el voto
del PP. Todo lo contrario, lo favoreció. Hay que notar que el PP defendió al
ministro y se opuso a la destitución del sr. Daniel de Alfonso.
¿Por qué Unidos Podemos perdió más de un millón de votos?
Era de esperar que tal masiva movilización de los medios tuviera un impacto
negativo en la atracción que Unidos Podemos (UP) había tenido, pues esta
movilización fue máxima al ver que tal coalición podría haber ganado las
elecciones. De ahí que en la medida en que las encuestas mostraban que tal
coalición (UP) podía ganar, la movilización fue mucho mayor que en las
elecciones anteriores. Y así se vio, el día de las elecciones, a partir de las
nueve de la noche, cuando el ministerio liderado por el mismo sr. Fernández
Díaz, dio los datos que, en contra de todas las expectativas, eran casi
opuestos a los esperados. El PP subió mucho por el miedo de las derechas al
triunfo de la coalición UP, un miedo que provocó como resultado un aumento de
su movilización, temerosas de que el PP pudiera sufrir un enorme bajón como
consecuencia de los descubrimientos de la extensa corrupción y de las
entrevistas del ministro.
Por qué el bajón de Unidos Podemos
Es probable que la mayor parte del descenso del voto a Unidos Podemos (UP)
se deba a muchos factores, incluidos algunos procedentes de la propia UP
(aunque creo que se han exagerado estos últimos errores). Hay dos causas
externas, sin embargo, que sí que creo que han sido importantes. Una ha sido la
percepción de votantes de Podemos (que habían votado al PSOE en las elecciones
anteriores a las del 2015), que fueron convencidos por el propio PSOE y por la
gran mayoría de medios, de que Podemos había sido responsable de que Rajoy no
dejara de ser presidente del país, al haberse opuesto al pacto PSOE-Ciudadanos,
imposibilitando que Pedro Sánchez lo sustituyera. Este mensaje, repetido por
tierra, mar y aire, caló. Y de ahí que el PSOE esté insistiendo en ello miles
de veces. Se acepta así que Podemos (y en particular “el supuesto deseo de
tener sillones de poder por parte del malo de la película, Pablo Iglesias”) fue
el responsable de que Pedro Sánchez no sustituyera a Mariano Rajoy, mensaje que
tuvo impacto en amplios sectores de ex votantes del PSOE. El hecho de que
hubiera habido otra alternativa después del 20D de formar gobierno con una amplia
coalición de izquierdas fue prácticamente silenciado por el PSOE y por la
mayoría de los medios.
La otra causa fue la gran dificultad de compatibilizar dos culturas
distintas, la de Podemos y la de IU. He hablado de ello en artículos.
Establecer dicha coalición en un periodo de tiempo muy corto era difícil. Y
como consecuencia, hubo sectores de IU que se sintieron molestos por la manera
como se hizo tal coalición. Y se quedaron en casa como protesta. Ahora bien,
considero que en este tema el mayor problema no fue una inexistente
insensibilidad por parte de los responsables de la coalición, sino la falta de
tiempo para poder manejar estas dos culturas en una coalición. En este sentido,
la constante distinción que se hace entre
transversalismo versus unidad de
izquierda, o entre los de abajo frente a los de arriba, es de utilidad
limitada, pues la transversalidad tiene que ser respetuosa con la especificidad
de las distintas culturas existentes en la coalición. Las izquierdas han sido
históricamente las defensoras de los de abajo (los oprimidos y los explotados)
frente a los opresores y explotadores. Puesto que la mayoría de la población
pertenece a la primera categoría, el reto de las fuerzas progresistas es hacer
ver los elementos comunes que los distintos sectores de la mayoría tienen en su
enfrentamiento con la minoría. De ahí que la necesaria transversalidad tiene
una serie de requerimientos, tales como ser sensibles a cada una de estas
poblaciones oprimidas, que han desarrollado sus propias culturas. En España la
situación se complica todavía más debido a que a la existente explotación de
clase, se le añade también la explotación de género y de nación, esta última
negada sistemáticamente por la cultura franquista. Pero esta transversalidad
tiene que ser extraordinariamente sensible a no diluir la cultura de cada grupo
explotado. Y esto requiere especial atención hacia el grupo, como IU, que es la
fuerza que ha mantenido siempre la cultura de resistencia frente a la opresión
predominantemente de clase social. Tal resistencia exige un respeto especial,
pues son también el enlace con la historia de resistencia en este país. Me
consta que la dirección de UP es consciente de ello, pero el desarrollo de
culturas comunes lleva su tiempo.
¿Qué hay que hacer ahora?
La autocrítica es necesaria pero sería mejor que se
hiciera en el momento en que el proceso de investidura terminara. Hay que ser
consciente que todavía no hay gobierno, y UP debería todavía influenciar en
dicho proceso. O al menos sacar rentabilidad política de lo que se deje de
hacer por parte del PSOE. Por ejemplo, hay que señalar que todavía es posible
realizar un gobierno progresista, alternativo al del PP. Un gobierno de
progreso es posible con el apoyo del PSOE, UP y las confluencias, y de los nacionalistas
vascos y catalanes, o incluso una alianza PSOE, UP y C’s, alianza que sería
distinta de la coalición PSOE, C’s y UP que el PSOE consideró (el orden de los
factores altera el producto). El PSOE y UP podrían acordar un pacto e invitar a
C’s a que se sumara a él con medidas que no cuestionaran la esencia de dicho
pacto PSOE-UP, tal como hizo el PSOE antes cuando pactó primero con C’s y luego
invitó a Podemos a unírseles, pero cambiando el orden y la secuencia de los
contactos. Es más que probable que el PSOE no aceptara tal alianza, pues, en
realidad, nunca quiso aliarse con Podemos. Pero es importante mostrar a la
ciudadanía española que fue el PSOE el que nunca quiso aliarse con las
izquierdas, prefiriendo hacerlo con las derechas, aunque ello tuviera como
consecuencia que tengamos en España a un personaje y a un partido de la cultura
franquista en el poder.
.. y ver ..
https://labasematerial.wordpress.com/2016/07/05/de-la-guerra-relampago-al-movimiento-popular/