martes, 31 de mayo de 2016

El pentagonismo avisa .


 

 Hiroshima mon amour (Rodríguez) en Rebelión.




 ---------------------------------------

Avisos del Pentágono

Topoexpress


En la etapa final del mandato de Obama, los principales objetivos que persigue la política exterior norteamericana son la contención de China y Rusia, y el control de Oriente Medio, pese a los fracasos obtenidos en la última década. Es poco probable que los dos primeros sean sometidos a una revisión profunda: Washington, sea quien sea el nuevo presidente norteamericano, es consciente de que Pekín y Moscú son sus principales rivales. En Oriente Medio, su política sigue la inercia de los últimos años, que sólo ha conseguido ensangrentar más a toda la región. Empantanadas y sin resolver las guerras de Afganistán e Iraq, Estados Unidos se lanzó a derribar a los gobiernos sirio y libio, y aceptó que su aliada Arabia iniciase una feroz intervención en Yemen, cuyos únicos resultados han sido centenares de miles de muertos, millones de refugiados y el aumento del caos y la destrucción en todo Oriente Medio. A corto plazo, Washington no va a revisar su política en Oriente Medio, aunque las negociaciones de Ginebra sobre Siria son una débil esperanza En los tres escenarios, Estados Unidos ha movido en las últimas semanas algunas piezas: en Ucrania, Siria y en el mar de la China meridional. Victoria Nuland, la subsecretaria de Estado norteamericana, ha visitado Moscú para mediar en la crisis ucraniana y para examinar el estado de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. El mensaje de Obama era explícito: Washington no aceptará ni reconocerá las elecciones que se celebren en el Donbás, el este ucraniano que se rebeló contra el golpe de Estado de febrero de 2014 y el gobierno surgido del Maidán. En sus conversaciones con responsables rusos, Nuland exhibió los acuerdos de Minsk, y la obligación de las partes enfrentadas de respetarlos, aunque omitió la persistente negativa del gobierno de Kiev de aplicar los puntos más relevantes de los acuerdos: el diálogo directo entre las partes (Kiev y Donbás), la amnistía para los combatientes, la reforma constitucional, y la autonomía para el Donbás. Significativamente, Estados Unidos se ha negado a implicarse en la aplicación de los acuerdos, y ni siquiera está presente en el “cuarteto de Normandía” (Rusia, Alemania, Francia y Ucrania) que fiscaliza la evolución de la crisis ucraniana, y no descarta la revisión de los acuerdos de Minsk.
Nuland fue uno de los responsables norteamericanos que participaron en la preparación del golpe de Estado: desde la supervisión de la campaña de propaganda en Ucrania y en medios internacionales, hasta el operativo para entrenar militarmente en Polonia a los provocadores que ensangrentaron el Maidán en los días del asedio al gobierno de Yanukóvich. Nuland llegó a viajar a Kiev para estimular la rebelión contra el anterior gobierno, y para repartir galletas entre los congregados en el Maidán, sabiendo la repercusión internacional de semejante gesto, compartido por otros ministros europeos, y asesoró al nuevo gobierno surgido del golpe de fuerza: Poroshenko fue el elegido por el Departamento de Estado como el peón que podía asegurar la consolidación del gabinete golpista y la rápida aproximación de Ucrania a Estados Unidos y la OTAN. Objetivo: seguir presionando en la periferia rusa, e impedir el fortalecimiento y la creación de nuevos vínculos entre las viejas repúblicas soviéticas que intenta conseguir Moscú con su apuesta por la Unión Euroasiática. Además, jugando esa carta, Estados Unidos consigue limitar la capacidad internacional de la Unión Europea, manteniendo el foco de crisis ucraniano, que, por otra parte, se añade a las dificultades de Bruselas para gobernar la emergencia creada por los centenares de miles de refugiados que huyen de Oriente Medio, y por el terrorismo yihadista, que afecta a Europa y el mundo musulmán pero no a Estados Unidos.
Al mismo tiempo, Stoltenberg, secretario general de la OTAN, anunciaba que su organización podría desplegar nuevas fuerzas en el Báltico (Estonia, Letonia, Lituania), decisión que se añade al inicio del despliegue del escudo antimisiles en Rumania y Polonia. Negando la evidencia, Stoltenberg aseguró que esas medidas eran “plenamente defensivas”, y que no buscaban iniciar una nueva carrera de armamentos ni ponían en tela de juicio los acuerdos con Moscú, pese a las protestas rusas y a la constatación de que la OTAN ha aproximado sus fuerzas en Europa hasta las mismas fronteras rusas. Rusia no se ha movido, pero las tropas de la OTAN, sí.
En el segundo foco de atención, Oriente Medio, se movían otras piezas. El 21 de mayo, el general Joseph Leonard Votel , comandante del United States Central Command viajaba al norte de Siria, donde ya han ingresado dos centenares de miembros de los grupos de operaciones especiales norteamericanos, sin acuerdo del gobierno de Damasco y en abierta violación del derecho internacional, que prohíbe la entrada de fuerzas militares en cualquier país sin el acuerdo del gobierno afectado. Votel, que había viajado antes a Bagdad, es el militar estadounidense de más alta graduación que supervisa las operaciones en Siria y en todo Oriente Medio. Votel se reunió con miembros de la “oposición moderada” (según la descripción norteamericana; en realidad, yihadistas financiados por Arabia y las monarquías del golfo, así como por Turquía y por Washington), para examinar las próximas ofensivas militares. El propósito anunciado era la supervisión de la lucha contra Daesh, aunque Estados Unidos ha limitado sus acciones contra el ejército de Abu Bakr al-Baghdadi y no ha desdeñado su contribución en la guerra contra el gobierno de Damasco. Estados Unidos, además, se ha negado a colaborar con Rusia en los ataques contra Daesh: Moscú había ofrecido iniciar una ofensiva conjunta con Washington contra los grupos yihadistas en Siria, iniciativa que fue rechazada de forma tajante por el Pentágono. Pese a defender, a regañadientes, las conversaciones de Ginebra, el gobierno norteamericano sigue empeñado en derribar al gobierno de Damasco.
A miles de kilómetros de distancia, el tercer foco de interés: dos aviones militares chinos interceptaban un avión espía norteamericano que volaba sobre el mar de la China meridional. Washington se vio forzado a realizar una declaración oficial: el Pentágono aseguró que su avión realizaba un “patrullaje de rutina”. El incidente se añadía a otro ocurrido dos semanas antes: un navío de guerra norteamericano se aproximó a las islas artificiales construidas por China en ese mar (en la zona de las Islas Spratly) como parte de su esfuerzo defensivo. Pekín intenta crear un sistema de defensa contra los submarinos norteamericanos, muy activos en todo el mar de la China meridional. Estados Unidos rechaza la construcción de islas artificiales por Pekín, y trabaja para crear un frente antichino en el sudeste asiático, dentro de su plan estratégico de “contención de China”. La visita de Obama a Hanoi se enmarca también en ese objetivo, aunque es muy dudoso que pueda atraerse al gobierno vietnamita. Estados Unidos ha aumentado sus fuerzas y su despliegue militar en toda el área del mar de la China meridional y, en general, en todo el sudeste asiático, como parte de la estrategia anunciada por Obama del “giro a Asia”.
¿Qué tienen en común los tres movimientos? El aumento de la presión militar norteamericana en los tres principales focos de fricción entre las grandes potencias: pese a las intenciones proclamadas por Obama, Estados Unidos sigue negándose a una mayor colaboración internacional para resolver las guerras, impulsar procesos de negociación efectivos, y contribuir a la paz internacional. En los últimos meses de la presidencia de Obama, mientras aumentan los signos de crisis, la Casa Blanca y el Pentágono siguen apostando por la fuerza, lanzando avisos, ignorando el sufrimiento de millones de personas, amagando con la guerra.
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/avisos-del-pentagono/

lunes, 30 de mayo de 2016

Los supermercados para ricos en Venezuela.


 Agustín Otxotorena es un ejecutivo vasco residenciado en Caracas, que hace poco más de una semana se cansó de que sus amigos y allegados en España todos los días lo llamaran para decirle que en Venezuela no hay comida y que se vivía en niveles de pobreza similares a los de Somalia o Etiopía, en el continenente africano.

  Así, el 20 de mayo comenzó a publicar en su página personal de Facebook series de fotografías de los supermercados y tiendas de alimentos de los sectores de clase media alta de la capital venezolana, que residen en algunas zonas del este y especialmente el sureste de Caracas.





 Y luego va el ABC y lo autocensura ...



 

y ver ..

domingo, 29 de mayo de 2016

La Troica .- Un estado de excepción europeo .



El fin de Europa


Enzo Traverso  



El proceso de unificación europea está sufriendo una crisis profunda, sin duda la más profunda desde que se inició a principios de la década de 1950.  En menos de un año, la UE se ha enfrentado a dos grandes pruebas: primero la crisis griega; a continuación, la crisis de refugiados, que han revelado su verdadero rostro: una mezcla de impotencia, falta de voluntad, egoísmo, arrogancia y cinismo.  No es un espectáculo edificante.  No caben ilusiones sobre esta entidad que, lejos de encarnar el ideal federal, se ha convertido en una cáscara vacía, un objeto de vergüenza y de merecido sarcasmo.  Los que todavía proclaman de manera ritual sus virtudes son los representantes de una clase política muy desacreditada que no parecen albergar ya ninguna cultura o valores.  Cuanto más afirman su creencia en la UE, más se descalifican, incluso a los ojos de los millones de personas que nunca han sentido ninguna simpatía por el conservadurismo, el nacionalismo y la xenofobia.

La xenofobia es precisamente el resultado de esta bancarrota política.  Crece en todas partes, alimentada por el miedo, la búsqueda de chivos expiatorios.  La crisis de los refugiados de la que somos testigos es su expresión más dramática.  Acoger a estos parias es un deber ético y político, en primer lugar porque, más allá de cualquier índole humanitaria, huyen las guerras provocadas por Occidente.  Son el producto de la desestabilización de Oriente Medio y el Norte de África, zonas sumidas en el caos por varias guerras occidentales.  Entre la invasión de Irak en 2003 y la intervención militar en Libia en 2011, estas tierras han sido balcanizadas;  sus estados y economías destruidos;  su equilibrio étnico y religioso, ya precario, creado hace un siglo en la partición del Imperio Otomano, se ha roto.

Decir la verdad significa reconocer algunos hechos elementales.  Europa necesita inmigrantes: los necesita para sobrevivir, para detener su caída demográfica, para que funcionen sus fábricas, sus laboratorios y sus servicios, así como para preservar su poder económico, para financiar el retiro de su envejecida población, y para abrirse al mundo global.  Todos los observadores subrayan esto, pero hasta ahora las únicas medidas que los líderes europeos han sido capaces de adoptar han sido cierre de la frontera, la militarización del Mediterráneo, la expulsión de los indocumentados y la multiplicación de los centros de retención que funcionan como reinos anómicos de humillación y miseria.  Europa considera a sus inmigrantes una amenaza y se niega, en muchos países, a naturalizar a los "extranjeros" que nacieron en su suelo y se educaron en sus escuelas;  promulga leyes cuya única finalidad es estigmatizar a sus propios ciudadanos musulmanes.

Esta falta de visión y coraje hace que los países europeos sean  responsables de la matanza que tiene lugar todos los días en el Mediterráneo.  Algunos cientos de miles de refugiados, incluso uno o dos millones, no son muchos para un continente rico de quinientos millones de personas - nada en absoluto en comparación con los esfuerzos de los países más pequeños y pobres como Líbano, Jordania o Túnez.  Esta crisis, sin embargo, ha sido suficiente para poner en tela de juicio el tratado de Schengen, para provocar el cierre de fronteras dentro de la UE, y, finalmente, para revelar la completa incapacidad de los gobiernos de la UE a la hora de encontrar una política común.  Recuerda a la Conferencia de Evian de 1938, cuando las potencias occidentales demostraron su falta de voluntad para recibir a los judíos que huían de la Alemania nazi.  Nadie los quería, y los argumentos utilizados para justificar este rechazo eran extrañamente similares a la retórica actual de nuestros políticos: la crisis económica, la falta de infraestructura, tales como centros de recepción, la hostilidad de la opinión pública ... La historia se repite, y los monumentos conmemorativos del Holocausto inaugurados en muchos países europeos en los últimos años simplemente demuestran la hipocresía de las instituciones europeas.  Quieren recordar a las víctimas de genocidios pasados ​​y defender los derechos del hombre, pero son completamente indiferentes a las víctimas del presente.

El contraste entre los dirigentes europeos actuales y sus predecesores es clarificadora. Está uno tentado a admirar los padres fundadores de la UE.  Ni siquiera estoy hablando de intelectuales como Altiero Spinelli, quien imaginó una Europa federada, a pesar de vivir en medio de una terrible guerra.  Me refiero a los arquitectos de la UE - Adenauer, De Gasperi y Schuman.  Todos ellos nacieron, como Susan Watkins nos ha recordado recientemente, en la década de 1880, en pleno apogeo del nacionalismo, y crecieron cuando la gente todavía viajaba en carruajes tirados por caballos.  Es probable que compartiesen una cierta concepción europea de “germanidad”: Adenauer había sido alcalde de Colonia, De Gasperi había representado a la minoría italiana en el Parlamento Habsburgo, y Schuman creció en Estrasburgo, en la Alsacia alemana anterior a 1914. Cuando se conocieron, hablaban alemán, pero defendían una visión cosmopolita y multicultural de Alemania, lejos de la tradición del nacionalismo prusiano y el pangermanismo.  Tenían una visión de Europa, que proyectaron como un destino común en el mundo bipolar de la Guerra Fría, y tenían coraje, en la medida en que propusieron este proyecto a unos pueblos que acababan de poner fin al intento de destruirse unos a otros.  Su proyecto de integración económica del carbón y el acero se basaba en la voluntad política.  Concibieron un mercado común como el primer paso hacia la unificación política, no como un acto de sumisión a los intereses financieros.  Para bien y para mal, Kohl y Mitterrand fueron los últimos en perseguir esa meta.  No tenían la misma estatura que sus predecesores, pero tampoco eran simples ejecutivos de los bancos e instituciones financieras internacionales.

La generación que los ha reemplazado con el siglo XXI no tiene ni la visión - presumen de su falta de ideas como una virtud de pragmatismo post-ideológico - ni el coraje, porque sus decisiones dependen siempre de las encuestas de opinión.  El caso paradigmático es Tony Blair, quien ha hecho un arte de la mentira, el oportunismo y el arribismo político.  Está completamente desacreditado en su propio país, pero aún participa en varias lucrativas empresas.  Un europeísta convencido, el más europeísta entre los dirigentes británicos de la posguerra- encarna una nueva mutación: la élite política neoliberal que trasciende la división tradicional entre la derecha y la izquierda.  Tariq Ali lo llama el "extremo centro". Blair fue el modelo de François Hollande, de Matteo Renzi, de los dirigentes del PSOE español, e incluso, hasta cierto punto, de Angela Merkel, que gobierna en perfecta armonía con el SPD.  El neoliberalismo ha absorbido tanto a los herederos de la socialdemocracia y las corrientes conservadoras  cristianas.

El resultado de este neoliberalismo es el callejón sin salida del propio proyecto europeo.  Por un lado, la falta de visión ha llevado a la UE a concebirse como un organismo encargado de la aplicación de las medidas exigidas por el capitalismo financiero.  Por otro lado, la falta de valor ha impedido cualquier avance en el proceso de integración política.  Obsesionados por las encuestas de opinión y los medios de comunicación, los hombres de Estado de la UE creen que la política significa ayudar a la economía de mercado y seducir a los votantes con argumentos populistas y xenófobos.  Imposible la vuelta a las viejas soberanías nacionales y sin voluntad para construir nuevas instituciones federales, la UE se ha convertido en un monstruo tan inusual como horripilante: la "troika" no tiene ni una existencia jurídico / política adecuada, ni legitimidad democrática, pero sin embargo ostenta el poder real y, de hecho, gobierna el continente.  El FMI, el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión europea pueden dictar la política a cualquier gobierno nacional, evaluar su aplicación y decidir los ajustes obligatorios.  Pueden incluso cambiar un gobierno nacional, como ocurrió en Italia a finales de 2011, cuando Mario Monti, el hombre de confianza del BCE y Goldman Sachs, reemplazó a Silvio Berlusconi.  A veces sentencian a un país, como el año pasado a Grecia.  El derecho a decidir sobre  la vida y la muerte que, según Foucault, constituye la soberanía clásica, es precisamente el derecho que la "troika" ejerció durante la crisis griega, cuando amenazaba con asfixiar y matar a todo un país.  Cuando la "troika" no tiene intereses específicos que defender, como hoy en día con respecto a la crisis de los refugiados, la UE ya no existe y se rompe: cada país desea cerrar sus fronteras.

Este abrumador poder no emana de ningún parlamento o de la soberanía popular, ya que el FMI no pertenece a la UE y el BCE es una institución independiente.  Por lo tanto, como han observado muchos analistas, después de Carl Schmitt, la "troika" encarna un estado de excepción.  En la actual UE, la política ha quedado completamente subordinada a las finanzas.  En resumen, se trata de un estado de excepción que establece una especie de dictadura financiera, un Leviatán neoliberal.  La "troika" establece las reglas, las transmite a los diferentes estados de la UE y controla su ejecución.  Esto es, en último análisis, el "ordo-liberalismo" de Wolfgang Schäuble: el capitalismo no sometido a reglas, sino el capitalismo financiero que dicta sus propias reglas.  ¿Quién podría personificar mejor tal estado de excepción financiero que Jean-Claude Juncker?  Durante veinte años dirigió el Gran Ducado de Luxemburgo, cuyo propósito principal (y fuente de su prosperidad) es su condición de paraíso fiscal.  Juncker transformó su país en la patria del capitalismo sin reglas.  La definición del estado acuñada por Marx en el siglo XIX, un comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía, ha encontrado su realización casi perfecta en la UE.

Este estado de excepción también plantea una paradoja en relación con el papel de Alemania, el componente más importante de la UE.  En el momento de la Guerra Fría, la "Gran Alemania" (Grossdeutschland) se había convertido en un objeto historiográfico, una especie de "futuro pasado" teñida de nostalgia o alivio: la grandeza demoníaca de Macht der Mitte (Michael Stürmer), la Mitteleuropa soñada por Friedrich Naumann, o la pesadilla de los pequeños países atrapados entre Prusia y Rusia, siempre temerosos de ser aniquilados (y por lo tanto afectados de una forma de "histeria política" estudiada cuidadosamente por una Istvan Bibó).  Tras la caída del muro de Berlín y la reunificación nacional, sin embargo, Alemania recuperó pronto su viejo status de potencia en el corazón de una UE ampliada.

En 1990, este regreso de la "Gran Alemania" atemorizó no sólo a sus vecinos, sino también a muchos de sus ciudadanos.  Acabábamos de salir de la Historikerstreit -la violenta controversia que había enfrentado a Jürgen Habermas con Ernst Nolte, al patriotismo constitucional con el revisionismo histórico-  y algunas personalidades importantes de la República Federal como Günther Grass deseaban mantener una nación dividida: la herida debe permanecer abierta.  Como garantía para la anexión de la RDA a la RFA, Polonia pidió un nuevo tratado que reconociese la línea Oder-Neisse como una frontera sagrada.  En ese momento, Francia, que siempre concibió el proceso de integración europea como una estrategia para neutralizar a Alemania, aceptó la reunificación a cambio de una moneda común.  Con una perspectiva maquiavélica, los más brillantes altos funcionarios franceses- los enarcas- convencieron a Mitterrand de que cualquier ambición de conquista alemana podría ser sofocada mediante la absorción del marco alemán por el euro.  La creación de una moneda europea sin un estado europeo les parecía una estrategia de contención inteligente.  En ese momento, Europa experimentó un poderoso despertar del pasado que situó al Holocausto en el núcleo de su memoria colectiva y reforzó el temor de una vuelta del pangermanismo.  Cuando la República Federal abandonó el marco alemán para compartir la moneda común con sus socios, incluyendo los países del sur de Europa como Italia, España, Portugal y Grecia, la imagen de los soldados de la Wehrmacht desfilando en Praga, Varsovia, Milán o París desapareció definitivamente.

Veinticinco años más tarde, este miedo parece absurdo.  Durante este lapso de tiempo, a ningún político alemán se le ha pasado por la cabeza reconstruir el Reich de preguerra.  Un gigantesco monumento al Holocausto ocupa hoy el corazón de Berlín, al lado del Parlamento, y Alemania sigue siendo, a pesar de las manifestaciones de Pegida y del éxito electoral de Alternativa für Deutschland, uno de los países menos xenófobos del continente en comparación con Francia, Italia, Bélgica y los Países Bajos, por no hablar de los nuevos miembros de la UE, entre los que Hungría se distingue por su racismo.  El Volk ohne Raum se ha convertido en un mito arcaico y el expansionismo alemán ha encontrado en el euro su instrumento más eficaz.  La Alemania ordo-liberal no necesita un poderoso ejército para conquistar los mercados continentales.  Basta el Euro.  Esta es la paradoja europea, que ilustra una heterogénesis asombrosa de fines: el euro, que nació para contener el poder alemán, se ha convertido en instrumento de éste e incluso, como la crisis griega demostró elocuentemente hace un año, en su símbolo.

La unión monetaria sin unión política está destruyendo la democracia al desacreditar a todo gobierno nacional que aplique las políticas de austeridad y amplíe las desigualdades sociales entre los países del continente.  Sin ningún tipo de forma democrática de compartir recursos o sin estrategia de desarrollo común, la unión monetaria se ha convertido en un mecanismo perverso que drena recursos de los pobres hacía los países ricos.  Los bancos alemanes, y la economía alemana en términos más generales, próspera a expensas de muchos países endeudados.

Unos fines tan heterogéneos en la construcción de Europa no sólo revelan la ceguera de los inventores de euros;  también revelan la irresponsabilidad histórica de sus beneficiarios.  El Euro permitió a Alemania reforzar su poder, pero no le dio legitimidad para dirigir el continente;  Alemania ha demostrado más bien su incapacidad para desempeñar un papel dirigente.  El Nacional-socialismo, la derrota al final de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría han agotado las ambiciones geopolíticas de Alemania sin atemperar su egoísmo nacional.  Esta es una de las causas de la crisis europea ya que Alemania está obligada por su posición geográfica y su fuerza económica y demográfica a desempeñar un papel dirigente en el continente.  Esto requiere líderes con visión y coraje, exactamente las cualidades de las que carece la actual dirección alemana.  No tiene ni una visión continental ambiciosa ni el coraje para tomar decisiones que podrían poner en peligro su propio egoísmo nacional.  Jürgen Habermas escribió que, durante la negociación que obligaron a Grecia a rendirse al chantaje "de la troika", Merkel y Schäuble fueron capaces de hacer desaparecer, en una sola noche, los esfuerzos realizados durante décadas para restaurar la dignidad de Alemania dentro de la comunidad internacional.  Esto es probablemente cierto, y el castigo infligido a Grecia es muy poco en comparación con el daño causado a la imagen y la idea de la unidad europea.

Los líderes alemanes no pueden dirigir un continente de quinientos millones de personas actuando como los representantes del Bundesbank.  La definición del colonialismo británico en la India acuñada por los estudiosos de los estudios subalternos, corresponde bastante bien a la posición alemana en la Europa contemporánea: "dominio sin hegemonía". La debilidad evidente del liderazgo alemán también se beneficia de la pasividad de muchos otros países, en particular Francia, que ha perdido sus ambiciones competitivas, pero también de Italia y España, que aceptan su papel de alumnos obedientes (sin ninguna diferencia entre las direcciones izquierda y derecha).

En resumen, la UE está colapsando y corre el riesgo de desintegrarse con la aparición de una ola xenófoba y populista.  El proyecto europeo necesita ser replanteado por completo, lejos del estado de excepción actual.  Tal vez la crisis griega del año pasado fue el síntoma de un cambio aún invisible, subterráneo.  El gobierno de Syriza no pudo resistir el rodillo de la "troika", pero durante seis meses Alexis Tsipras fue un símbolo para todo el continente.  Hoy, las esperanzas se vuelven hacia España y Podemos, así como al Reino Unido, donde Jeremy Corbyn expresa una voluntad similar de cambio.  Muestran que la xenofobia no es el único resultado posible de la crisis de la UE, y que el retorno a las viejas soberanías nacionales no es la única alternativa al neoliberalismo y la globalización del capital.  También muestran que con el fin de construir una alternativa tenemos que cambiar a la propia izquierda, y trascender los paradigmas heredados del siglo XX.
Enzo Traverso
profesor de historia moderna europea en la Universidad de Cornell, Nueva York.
Fuente:
http://www.publicseminar.org/2016/04/the-end-of-europe/#.V0Fma2MUz4e
Traducción:

viernes, 27 de mayo de 2016

Gràcia , una permanente resistencia.






Claves para entender el conflicto en las calles del barrio de Gràcia

Èric Lluent

redaccion@lamarea.com


Si Georges-Eugène Haussmann, el funcionario público que recibió el encargo de Napoleón III Bonaparte* de reorganizar el entramado urbano de París en 1852, hubiera nacido y ejercido en la misma época pero en Barcelona, el barrio de Gràcia, tal como lo conocemos hoy en día, no existiría. El Plan Haussmann incluía la construcción de grandes avenidas por toda la capital francesa que, aparte de su pretendida opulencia, tenían un objetivo militar muy claro: permitir rápidas maniobras del ejército para evitar las revueltas populares que habían nacido en los estrechas y oscuras calles del París de finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y que aún conservaba su estructura medieval.

Gràcia es un antiguo pueblo, independiente de la capital catalana hasta 1898, vertebrado por pequeñas calles y populosas plazas en las que sus vecinos impulsan de forma casi patológica la vida en comunidad, ya sea para el comercio, el arte, la cultura popular, la gastronomía o la reivindicación. Echarte a la calle y compartir experiencias y proyectos con las personas que viven en tu entorno es parte de un carácter gracienc que en los últimos años se ha erigido como uno de los conos de resistencia de la marca Barcelona, la que atrae a la Ciudad Condal más de ocho millones de turistas al año, según cifras de Barcelona Turisme del año 2015.

El columnista catalán del ABC Salvador Sostres ya alertó a la caverna mediática española de los peligros de este distrito barcelonés en agosto del año pasado. En su artículo, titulado con un “Hay que entrar en Gràcia” de inspiración haussmanniana, invitaba a las fuerzas del orden a arrasar Gràcia sin contemplaciones. “Hay que entrar con tanquetas que disparen agua enjabonada. Hay que rapar a ocupas y perroflautas. Hay que desparasitar, hay que desratizar, hay que reventar callejas y plazoletas y construir avenidas francas por las que todas las unidades del ejército puedan desfilar”, reclamaba exaltadamente Sostres. No menciona Sostres las innumerables veces en la que los grises, la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra han militarizado Gràcia para luchar contra los movimientos independentista y antisistema, sin haber podido mermar el espíritu de un barrio que hace bandera del pensamiento crítico y las alternativas al sistema establecido.

En la memoria colectiva de los gracienses están las brutales cargas de los grises durante un concierto de Raimon y Juan Manel Serrat en la plaza del Sol durante la Fiesta Mayor 1975, la represión que el movimiento okupa y el independentista sufrió en los noventa y principios de los dos mil por parte de la Policía Nacional (con casos de tortura documentados por el periodista y exdiputado de la CUP graciense David Fernández en el libro Cròniques del 6 i altres retalls de la clavaguera policial) y extravagantes demostraciones de fuerza de los Mossos d’Esquadra, como el desfile en formación (con máscaras de gas y armamento incluido) de la unidad antidisturbios que tuvo lugar en abril de 2013 para acompañar una protesta de apenas cien personas.

Teniendo en cuenta este contexto, el conflicto que se ha desatado en las últimas dos noches entre los manifestantes que protestaban por el desalojo del Banc Expropiat y la policía catalana no sorprende en absoluto a los vecinos. Los de la noche del lunes fueron tildados por el semanal de información local l’Independent de Gràcia como los peores incidentes que se recuerdan después de un desalojo. En total quince manifestantes resultaron heridos de diversa consideración y hubo cuantiosos daños materiales a raíz de las barricadas de contenedores y vehículos en llamas que montaron algunos participantes en la protesta.

El Banc Expropiat era un local okupado desde 2011 y ubicado en una de las dos principales vías del barrio, la Travessera de Gràcia, justo en frente del mercado Abecería Central. El espacio rápidamente se ganó la simpatía de amplios sectores del vecindario, puesto que sus actividades siempre fueron diurnas y con una clara voluntad de ayudar a las personas más necesitadas del entorno y colaborar con los demás movimientos sociales de Gràcia. Actualmente, en su sede, una antigua sucursal de Caixa Catalunya, se ofrecía ropa de segunda mano gratuita, así como libros, se hacían debates, charlas y proyecciones documentales, se impartían clases de catalán, euskera e inglés y se llevaban a cabo las reuniones y asambleas habituales de distintos colectivos del barri


Incluso los sectores tradicionalmente conservadores de Gràcia, con una dilatada trayectoria de denuncia contra al movimiento okupa, han mostrado en los últimos meses su simpatía por el Banc Expropiat. Se da el caso que el anterior alcalde, Xavier Trias (CiU), ante la amenaza de desalojo del local y el miedo a la reproducción de un conflicto similar al de Can Vies a pocos meses de las elecciones, decidió, sin anunciarlo, pagar un alquiler mensual de 5.500 euros al propietario del local. Los impulsores del Banc Expropiat repudiaron la acción del gobierno de Trias dado que con la okupación, entre otras cosas, pretendían denunciar la especulación inmobiliaria que sufre Barcelona. Después de descubrirse esta rocambolesca situación (un gobierno conservador estaba financiando un espacio okupa a cambio de la paz social ante unas reñidas elecciones municipales), el nuevo equipo de gobierno liderado por Ada Colau decidió rescindir el contrato de alquiler y el espacio quedó expuesto a la acción de la justicia.

Este lunes los antidisturbios tomaron el local y lo chaparon con placas metálicas soldadas para evitar que los movimientos sociales del barrio lo pudieran volver a okupar. Por la noche, los manifestantes se dirigieron a la antigua sede bancaria para intentar volver a acceder a su interior, momento en el que se inició una batalla campal que dejó el barrio en llamas. En la noche del martes, una nueva manifestación consiguió derrumbar la puerta del espacio. Cinco minutos después, una violenta carga policial acababa con la fugaz reokupación. Después de dos noches de protestas, se ha demostrado la capacidad de respuesta del tejido social del barrio, con el apoyo de muchas familias durante las manifestaciones han improvisado caceroladas desde los balcones. Pero por otra parte, la violencia urbana ha vuelto a estigmatizar a un antiguo pueblo que en los grandes medios estatales es sinónimo de conflicto. No debemos obviar que los destrozos materiales de la primera noche, incluyendo coches y motocicletas de vecinos, no sirvieron absolutamente para nada y hay quien tiene la sensación de que a algunos encapuchados les interesa más ensayar tácticas de guerrilla urbana que la reapertura del Banc Expropiat.

El conflicto social en las calles de Gràcia no va acabar y si la puerta del búnker metalizado ha caído ya una vez, volverá a caer. Con barricadas o sin, parte de la población del barrio está empeñada en mostrar los límites del sistema, en poner el foco en las injusticias y las contradicciones de una estructura de poder que criminaliza alternativas reales como la del Banc Expropiat a la vez que incentiva la especulación salvaje que diluye barrios y comunidades, eso sí, sin necesidad de altercados. Gràcia no es más que un síntoma del grave conflicto social, económico y político de nuestros días. Y tan sólo con la erradicación de los problemas de raíz, los síntomas desaparecen. En Gràcia, y en tantos otros barrios y ciudades del sur de Europa, estamos a años luz de un escenario de resolución del conflicto. Esta vez el barrio está cargado de razones y no dará su brazo a torcer. Atentos, porque esta resistencia se puede convertir en todo un símbolo y un referente para aquellos que ya perdieron la esperanza.

---

  y ver ...





 Nota del blog ..

Caixa de Cataluña ,dueña de ese local antes , seria preciso recordar que era la Caja de la Diputación Provincial de Barcelona , nombre anterior desde 1916 , nada menos , que presidió el antiguo alcalde socialista Narciso Serra . hoy imputado...o sea que no era ninguna propiedad privada y además fue nacionalizada por el estado y se gasto con otras dos , 13 mil milllones que han ido parar a la deuda pública y la caja regalada a la banca. En realida esos activistas  lo entendieron.

 Ver el enfoque habitual  paranoico policial copiado en la  prensa ... http://cort.as/gkUQ

 


Rajoy oculta 25.000 millones de euros en gasto militar.

Ver como pdf 27-05-2016

Gasto militar en España y economía de recortes
El Gobierno oculta más de 25.000 millones de euros en gasto militar



La lectura de los Presupuestos Generales del Estado nos informa que el gasto militar esta acotado en la cifra de 5.787,89 millones de euros, pero una vez más, el gobierno de turno miente, ya que se detectan muchos otros gastos militares fuera de la partida que supuestamente los acoge.
El Ministerio de Defensa tiene reconocido en los P.G.E. un gasto en 2016 de 5.787,89 millones de €, y sin embargo, el gasto militar, siguiendo los criterios contables de la OTAN, va a ser de un mínimo de 30.928,86 millones de €, ya que se esconden otros 25.000 millones de € en partidas camufladas en otros ministerios; desde Presidencia: 240,97 millones de € al CNI -¿parte de este gasto es por la investigación/montaje/informe contra Podemos, o pertenece al ministerio del Interior: 2.658,30 millones para la Guardia Civil, suministros de carácter militar de la policía?-, etc. Exteriores, Fomento, etc. Asimismo no se contabilizan los 16.127,63 millones de € de la actual y especifica deuda militar [1].
¿Por qué este gasto militar en un país con recortes económicos para toda cobertura social? ¿Qué se pretende siendo el segundo país con más intervencionismo militar de toda Europa?.
Parece que la nostalgia imperial no le desaparece a las elites de este Estado. También es probable que se estén haciendo ricos (más).
Se benefician de este gasto –de forma pública-,las cuatro grandes empresas militares participadas: Airbus Defence and Space, Navantia, General Dynamics / Santa Barbara e Indra –lo cual no quiere decir que no participen otras más pequeñas y de capital privado únicamente-, que conforman un oligopolio y son empresas dependientes/parasitarias del ministerio de Defensa, porque dependen exclusivamente de sus demandas y viven gracias al trato de favor que les concede el Gobierno (e l ministro de Defensa Pedro Morenés ha firmado un total de 32 contratos y adjudicaciones millonarias con empresas en las que trabajó antes de ser ministro, como Instalaza SA y filiales del mismo grupo).
Y dicen que hay que apretarse el cinturón y trabajar más horas, más intensivas y por menos salario; y se les sigue votando y considerándolos serios y responsables mientras la población cae cada vez más en la miseria [2].
Serio y responsable es dedicar ese dinero a paliar la situación de pobreza que vive la población, serio y responsable es implantar con ese dinero una renta básica para toda la población -s egún Red Renta Básica, implantarla supone 24.000 millones de euros [3], menos de lo que se oculta en gastos militares-, política económica posible y deseable.
Otra medida de urgencia seria ampliar a todos los parados los subsidios por carga familiar actuales, siendo este coste de ingreso mínimo a parados con y sin, cargas familiares (contabilizados según EPA), de 2.036.067.000 de euros [4], ni el 10 % de lo derrochado en gasto militar.
Estos gastos militares engordan los intereses que hay que pagar por la deuda, de la que las tres cuartas partes corresponde a la de la administración central, por la que en 2016 pagaremos 33.490 millones de €. ¡Y nos siguen hablando de recortes! Pero encima, esta deuda, según Toussaint, portavoz de la red internacional del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM); “El 65% de la deuda pública española es ilegítima, contra el interés general”.
Es un contrasentido –y una vileza- primar “compromisos con terceros” que enriquecen a los de siempre y que nos cuestan miles de millones a los que pagamos impuestos, negando un seguro de paro que cubra las necesidades primarias de la población más afectada por la gran estafa de la crisis y que, además, está pagando dichos impuestos y por tanto, posibilitando los ingresos del Estado.
Dicen el gobierno y los representantes de los partidos políticos que no se pueden hacer las cosas necesarias para el bienestar de la población porque “no hay dinero”, y volvemos a repetir que; mienten.
Notas:
[1] Fuente: Diario Publico 24/05/2016 cogido de Colectivo Utopía Contagiosa.
[2] El 20% de la población de España es pobre, o está en riesgo grave de pobreza.
[3] Sumándole el resto de rentas y subvenciones ya existentes.

[4] 4.779.500 parados según EPA, x 426 miserables euros= 2.036 millones de €

miércoles, 25 de mayo de 2016

Las mentiras de la neutralidad franquista .



 'El telegrama que salvó a Franco'


¿Qué ocurrió en 1942?

El telegrama que salvó a Franco. ¿Cómo logró sobrevivir la Dictadura?

El historiador Carlos Collado ha tenido acceso a documentación inédita que revela el contexto y las razones de la anómala supervivencia del último régimen fascista de Europa

 

Daniel Arjona

  El Confidencial .

En mayo de 1945 concluye a sangre y fuego la era fascista en Europa. ¿Toda? No. Un pequeño país de la ribera mediterránea del continente gobernado con mano de hierro por un dictador militar resiste y resistirá aún tres décadas. Y lo logrará pese a que Londres y Washington, las dos grandes capitales de los victoriosos aliados, habían acordado impulsar activamente la caída de Francisco Fanco en España. ¿Qué ocurrió? La clave de esta anomalía  hay que buscarla en las relaciones internacionales en juego entre los años 1942 y 1945. Tal es el marco de la investigación apasionante emprendida por el historiador Carlos Collado (1966) en 'El telegrama que salvó a Franco, Londres, Washington y la cuestión del Régimen' (Crítica, 2016).


Pregunta. Explica en su libro que la supervivencia del "último régimen fascista" de Europa en plena Guerra Mundial sigue cargada de tópicos, el más importante de ellos es el de "la hábil prudencia del Caudillo". ¿Cómo se forjaron y a quién beneficiaban?

Respuesta. El tópico -más bien habría que hablar de un mito- de la “hábil prudencia” de Franco se creó en la postguerra mundial para el consumo interno, pero posteriormente fue reproducido también por los sectores conservadores fuera de España que consideraban a Franco como un baluarte en defensa de los valores de Occidente. Este mito estaba dirigido sobre todo a demostrar que Franco se había enfrentado a Hítler en su ambición de lograr la entrada de España en la guerra del lado del Eje, amenazando constantemente con una invasión. Franco, sin embargo, lograría algo considerado como imposible: mantener a nuestro país apartad del conflicto y asegurar así el bienestar de los españoles. En un primer momento, este mito también estaba dirigido en contra de los Aliados: éstos habrían intentado imponer sus intereses egoistas al pretender derrocar a un régimen que no hacía más que oponerse a una imposición foránea.

La investigación, sin embargo, ha dejado claro que Franco sí quiso formar parte del orden fascista en Europa y que además se aferró premeditadamente y hasta el último momento a la amistad con el Tercer Reich. Esta amistad incluso fue más allá, al dar cobijo a nazis que huían de los tribunales de las potencias de ocupación. Pero sobre todo, ni los Aliados, ni el Eje se plantearon en ningún momento seriamente una intervención militar en España. Las desventajas fueron consideradas en todo momento como mayores que las posibles ventajas. De lo contrario hubieran invadido la Península sin miramientos. La situación del Régimen estaba asegurada a no ser que Franco cometiera graves errores, que de hecho cometió y que estuvieron a punto de provocar una intervención de los Aliados, como en 1941 con motivo de la creación de la División Azul.

La investigación aclara que Franco sí quiso formar parte del orden fascista en Europa y se aferró hasta el último momento a la amistad del Tercer Reich

P. El año clave fue 1944. Entonces se jugó la supervivencia del régimen sin que Franco pudiera intervenir. ¿Qué ocurrió aquel año y de qué manera afectó a España?

R. Los aliados estaban cada vez más atónitos porque, ante el curso de la guerra, España no diera señales de querer adaptarse a la situación y siguiera haciendo votos de amistad con el Tercer Reich. A finales de 1943, a Washington se le acabó finalmente la paciencia y decretó el cese de los suministros petrolíferos. España dependía en un cien por cien de dichos envíos, y su interrupción hubiera conducido al colapso de la economía. La postura oficial mantenida en Washington era forzar al Régimen a romper con el Tercer Reich; pero se trataba de un secreto a voces que detrás de este planteamiento se encontraba la destitución de Franco y la disolución de la Falange.

Los británicos, por su parte, abogaron en todo momento por una política de presión comedida convencidos de que así lograrían inducir un cambio de régimen por vía pacífica que culminaría en la restauración de la monarquía en la persona de Don Juan. El gran impulsor de esta línea fue Samuel Hoare, un peso pesado de la política conservadora británica, que finalmente impuso su estrategia, a pesar de las dudas del ministro de Exteriores y de una durísima presión ejercida por Washington en los primeros meses de 1944 para forzar un giro en la política hacia España. Pero Hoare fracasó en su pretensión de que el Gobierno británico respaldara sus movimientos conspirativos para forzar la situación en España, y fracasó igualmente en su ambición de que los generales disconformes y los monárquicos se enfrentaran abiertamente al dictador. Así le hizo el juego a Franco al salvarle de la línea dura por la que apostaban los estadounidenses.

P. Ha tenido acceso a una documentación "no utilizada hasta hoy" como el telegrama que da título al libro... ¿Qué nos cuenta?

R. De entre la documentación que hasta el momento no ha tenido un reflejo en los resultados de la investigación, resalta aquel borrador de telegrama redactado por Churchill en el momento culminante de la crisis de 1944, que hubiera dado un giro fundamental al planteamiento de la política aliada respecto de España. El líder británico estaba dispuesto a secundar la política dura propuesta por Washington contra España. Pero no fue necesario enviar aquel telegrama, pues los estadounidenses al fin accedieron a mantener la política que se había seguido hasta entonces. Aquel 25 de abril de 1944 se jugó el futuro del Régimen.

Hasta la fecha tampoco se tenía constancia de la existencia de una propuesta presentada a finales de 1944 con gran urgencia por William Donovan, el Jefe del servicio de inteligencia estadounidense OSS, de realizar una operación encubierta en España con el cometido de derribar el régimen imperante e instalar uno liderado por el dirigente nacionalista vasco José Antonio Aguirre. Finalmente me gustaría mencionar la correspondencia particular de Hoare, de la que se desprende claramente que a finales de 1943, el político conservador persiguió una gran ambición personal: inducir un cambio de régimen orquestado por el sector monárquico y lograr de esta forma la restauración en la persona de Don Juan. Así, no solo regresaría a Londres de forma victoriosa sino que habría podido afianzar su futuro político dentro del partido conservador.

En 1944 el Jefe del servicio de inteligencia estadounidense propone derribar el régimen e instalar uno liderado por el nacionalista vasco Aguirre

P. Dedica páginas apasionantes a las intrigas y conspiraciones de aquellos años. ¿Cuáles son sus preferidas?

R. La de haberle podido seguir la pista a Samuel Hoare en sus intrigas y conspiraciones con los monárquicos a espaldas de su propio gobierno. En este contexto también merece mencionarse el asalto de Hoare al ministro español de Exteriores, Jordana, a finales de junio de 1944, cuando en el marco de una cena privada exigió abiertamente un cambio de régimen y la restauración monárquica. Este paso dado al margen de todas las usanzas diplomáticas no solo acabó en un grave escándalo, sino que mostró la desesperación de Hoare al ver que su táctica de persuasión no había dado el fruto deseado.

Muy revelador es también el trasfondo de la propuesta de Donovan de acometer la tarea de derribar la Dictadura por medio de una operación del OSS, pues aquí trasluce un conflicto en el seno del Ejecutivo norteamericano entre los partidarios del planteamiento tradicional de la actuación exterior estadounidense de no entrometerse en los asuntos internos de terceros países con los que se mantenían relaciones diplomáticas, y aquél que comenzaría a cobrar fuerza y a imponerse en la postguerra mundial: la razón de ser de los intereses nacionales de EEUU que justificarían la ejecución de tales operaciones.

P. ¿Y cómo se salvó finalmente la dictadura y pervivió casi cuatro décadas?

R. A partir de mediados de 1944 comenzaron a imponerse los planteamientos de postguerra que, aun con toda la repulsa al Régimen de Franco, y aun deseando su desaparición, no acosejaban forzar su derrumbamiento, provocando así una situación incontrolable que podría haber desembocado en una nueva guerra civil. Churchill veía con gran preocupación la situación de inestabilidad existente en muchos de los países liberados, y sobre todo en Francia, Italia y Grecia, así como las incógnitas que presentaba la ocupación militar de Alemania. Ante esta perspectiva era preferible mantener la estabilidad en una región tan sensible para los intereses británicos como lo era precisamente el paso por el Estrecho de Gibraltar como ruta vital para el abastecimiento de las Islas Británicas.

Los americanos, por su parte, aprovecharon la situación para sacar, de cara a sus intereses de postguerra, todo el partido posible de un Régimen ansioso de sobrevivir, logrando de esta forma unas concesiones que no hubieran podido obtener de no encontrarse en tal aprieto. Y el comienzo de la Guerra Fría se impuso finalmente también en Washington la convicción de que era preferible arreglárselas con la Dictadura. A fin de cuentas, tal y como se constató en aquel momento, Franco no era más que una desgracia para los españoles, pero no una amenaza para sus vecinos.

martes, 24 de mayo de 2016

Keynes un adelantado a su tiempo .-Un nuevo Bretton Woods .




Para imaginar un nuevo Bretton Woods


Por Yanis Varoufakis

El derrumbe financiero de 2008 dio lugar a varios llamamientos a un sistema financiero global que recortara los desequilibrios comerciales, moderase los flujos especulativos de capital e impidiera un contagio sistémico.

Tal era, por supuesto, la meta del sistema inicial de Bretton Woods. Pero ese sistema resultaría hoy tan insostenible como indeseable. Así pues, ¿qué apariencia tendría una alternativa?

La conferencia de Bretton Woods de 1944 presentó la colisión entre dos hombres y sus respectivas visiones: Harry Dexter White, representante del presidente Franklin Roosevelt, y John Maynard Keynes, que representaba a un imperio británico desfalleciente. Como no es de sorprender, prevaleció el programa de White, fundado en el superávit del comercio de postguerra de los EE. UU., que se desplegó para dolarizar Europa y Japón a cambio de su aquiescencia al criterio pleno de la política monetaria para los EE.UU. Y el nuevo sistema de postguerra proporcionó el cimiento de la mejor hora del capitalismo…hasta que Norteamérica perdió su superávit y se vino abajo lo que  White  había dispuesto.

La pregunta que se ha formulado periódicamente durante buena parte de la pasada década es una pregunta directa: ¿habría sido más adecuado para nuestro mundo multipolar posterior a 2008 el plan que se descartó de Keynes?

Zhu Xiaochuan, gobernador del banco central de China, así lo sugirió a principios de  2009, lamentando que Bretton Woods no se hubiera adherido a la propuesta de Keynes. Dos años más tarde, a Dominique Strauss Kahn, entonces Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, se le preguntó cuál pensaba que debería ser el papel del FMI posterior a 2008. Su contestación fue: “Hace sesenta años, Keynes ya previó lo que hacía falta, pero era demasiado pronto. Ahora es el momento de realizarlo ¡y creo que estamos listos para llevar eso a cabo!”

A las pocas semanas, Strauss Kahn cayó en desgracia, sin llegar a explicar nunca qué es lo que entendía por “eso”. Pero no resulta difícil delinear qué es lo que “eso” podría ser.

Por encima de todo, el nuevo sistema reflejaría la visión de Keynes de que la estabilidad global se ve socavada por la ingénita tendencia del capitalismo a insertar una cuña entre las economías con superávit y las que tienen déficit. El hiato entre superávits y déficits se agranda hace durante los períodos de mejoría, mientras que, durante la recesión, el peso del ajuste recae de modo desproporcionado sobre los deudores. Lo que trae consigo un proceso de deuda y deflación que echa raíces en las regiones de déficit antes de que disminuya la demanda en todas partes.

A fin de contrarrestar esta tendencia, Keynes abogaba por substituir cualquier sistema en el que “el proceso de ajuste sea obligatorio para el deudor y voluntario para el acreedor” por otro en el que la fuerza del ajuste recaiga simétricamente sobre deudores y acreedores.

La solución de Keynes fue una Unión de Compensación Internacional (UCI) que subscribirían las principales economías. Aunque mantendrían su propia moneda y sus respectivos bancos centrales, sus miembros acordarían la denominación de todos los pagos en una unidad de contabilidad común –que Keynes denominó el “bancor”— y la compensación de todos los pagos internacionales por medio de la UCI.

Inicialmente, a la cuenta de reserva de cada Estado miembro con la UCI se le abonaría una suma de bancores proporcional a su participación en el comercio mundial. A partir de ahí, a cada uno se le abonarían bancores extra en proporción a sus exportaciones netas. Una vez establecida, la UCI gravaría fiscalmente de manera simétrica los superávits y déficits persistentes, a fin de anular el mecanismo de retroalimentación negativo entre flujos de capital desequilibrados, volatilidad, demanda agregada global inadecuada y desempleo innecesario distribuidos de manera desigual alrededor del mundo.

La propuesta de Keynes no carecía de problemas. Contemplaba divisas fijas, lo que requeriría sobregiros limitados para aquellos países que incurren en dáficits crónicos y entrañaría un regateo constante entre los ministros de economía para reajustar los tipos de cambio y de interés. Y los controles financieros rígidos, que dan a los burócratas un poder discrecional desorbitado sobre las transferencias de capital, equivalen a un error fatal.

Pero no hay razón por la que no se pueda diseñar una UCI con tipos de cambio variables y reglas sencillas y automatizadas que minimicen el poder discrecional de políticos y burócratas, a la vez que preservan las ventajas de la idea original de Keynes para mantener bajo control los desequilibrios globales.

Una nueva UCI o NUCI sería tal como Keynes la había contemplado. Pero, en lugar del  bancor abstracto, presentaría una divisa digital común – llamémosla Kosmos – que emitiría y regularía el FMI. El Fondo administraría Kosmos sobre la base de un libro de contabilidad distribuido, digital y transparente, y un algoritmo que ajustaría la oferta  total de una forma acordada previamente al volumen del comercio mundial, permitiendo un componente contracíclico automático que impulse la oferta en momentos de desaceleración general.

Los mercados cambiarios operarían tal como lo hacen hoy, y el tipo de cambio entre Kosmos y diversas divisas variaría del mismo modo que lo hacen los Derechos Especiales de Giro del FMI frente al dólar, el euro, el yen, la libra y el renminbi. La diferencia, por supuesto, consistiría en que, con la NUCI, los estados miembros permitirían que todos los pagos de uno a otro pasaran por la cuenta Kosmos NUCI del banco central.

Para aprovechar todo el potencial del programa para mantener los desequilibrios bajo control, se introducirían dos transferencias estabilizadoras. En primer lugar, se cargaría anualmente un gravamen al desequilibrio comercial en la cuenta de Kosmos de cada banco central, en proporción a su déficit o superávit y se pagaría a un fondo común de la NICU. En segundo lugar, las instituciones financieras privadas pagarían una tarifa al mismo fondo de la NUCI en proporción a cualquier aumento de los flujos de capital que salgan del país, lo que recuerda al aumento de precio que imponen empresas como Uber durante las horas de mayor tráfico.

El gravamen por desequilibrio comercial está destinado a motivar a los gobiernos de los países con superávit a que incrementen el gasto y la inversión internos a la vez que reducen de manera sistemática el poder adquisitivo internacional de los países con déficit. Los mercados cambiarios tomarán esto en consideración, ajustando los tipos de cambio con más rapidez como respuesta a los desequilibrios por cuenta corriente y anularán buena parte de los flujos de capital que hoy sostienen un comercio desequilibrado de manera crónica. De forma semejante, el recargo por “aumento” penalizará automáticamente las entradas y salidas de capital especulativas, como en manada, sin incrementar el poder discrecional de los burócratas o introducir controles de capital inflexibles.

De repente, el mundo habrá adquirido, sin necesidad de subscribir capital, un fondo soberano global de riqueza. Esto permitiría que la transición a un sistema energético bajo en carbono se financiara a escala global, y de modo tal, que estabilice la economía global por medio de inversiones en investigación y desarrollo consagrados a la energía verde y a tecnologías sostenibles.

Keynes era un adelantado a su tiempo: su propuesta precisaba de tecnologías digitales y de mercados de divisas extranjeras que no existían en los años 40. Pero hoy los tenemos, además de tener experiencia institucional con sistemas internacionales de compensación. Necesitamos desesperadamente la transición verde global que crearía automáticamente un Bretton Woods keynesiano. Todo lo que nos hace falta es el proceso político. Y, ciertamente un Roosevelt, convocar a las partes y catalizar el cambio.

 En
 http://kaosenlared.net/para-imaginar-un-nuevo-bretton-woods


 ( dedicado al amigo Mark de Zabaleta)