Con el "escándalo Volkswagen", EEUU muestra para qué sirve el TTIP
El
economista alemán Hamer presenta una faceta oculta tras la denuncia de
la Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense contra VW
El
vicepresidente de EEUU, Joe Biden, ha comparado con la OTAN eso que los
estadounidenses y sus empresas transnacionales prefieren llamar «Acuerdo de Libre Comercio» (TTIP, Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión) [1].
Este acuerdo apunta a someter Europa al predominio económico de EEUU y los intereses de ese país. Consta de una faceta interna y de otra externa:
• Hace mucho tiempo que la pandilla reunida en Bruselas alrededor de Jean-Claude Juncker se esfuerza por desmantelar los Estados-Naciones europeos y por acabar con el poder de sus Parlamentos como medio de garantizar el poder dominante de la Comisión Europea. Es por esa razón que el buró político de Bruselas negocia en secreto únicamente con EEUU, excluyendo a los Estados-Naciones. Esto contradice la cláusula de subsidiaridad y de soberanía de la Unión Europea. Pero el programa principal de Juncker es la centralización, aplicada durante la crisis financiera y partiendo de la unión de la competencia económica, pasando por la unión de la responsabilidad, y posteriormente del endeudamiento, para llegar a la unión financiera.
Cuando la Unión Europea intervino recientemente en Polonia contra la destitución de agentes estadounidenses presentes en la radiodifusión nacional polaca, pudo comprobarse que Bruselas no tolera opiniones divergentes de parte de los gobiernos o de los Parlamentos, ni que se limite la influencia de EEUU en Europa.
• Hacia el exterior, el TTIP sirve –en beneficio de la economía de EEUU (y de la OTAN)– para intensificar la guerra económica contra Rusia (sanciones, guerra del petróleo, guerra de monedas). Según la doctrina Brzezinski, EEUU sólo puede mantener su posición de potencia mundial si controla Europa, y no puede dominar Europa sin controlar Alemania. Pero tiene que controlar Alemania no sólo en el plano político –en el sentido de los atlantistas– sino también en el plano económico: la mayoría de las empresas del DAX se hallan bajo tutela estadounidense.
Ahora hay que fusionar todo eso, con el TTIP, en un espacio económico común euro-atlántico, contrario a Rusia.
La toma del poder económico y jurídico en Europa a través del TTIP se acompaña de ataques contra bastiones económicos, ante todo alemanes, que todavía no están bajo administración estadounidense. Y le ha llegado el turno a Volkswagen.
General Motors trató por dos veces de comprar el «gran pastel VW» con ayuda de créditos ilimitados provenientes de la Fed [2].
La primera vez, la familia Porsche se le adelantó. La segunda, General Motors fracasó con su denuncia contra el derecho de veto de la Baja Sajonia. En este momento, General Motors trata por tercera vez de provocar una depreciación de Volkswagen recurriendo a autoridades y abogados mandatados en EEUU por esa gran transnacional estadounidense, siendo su objetivo comprar el gigante automovilístico alemán a precio de rebaja.
Si VW tratara de hacer lo mismo en EEUU, el gobierno estadounidense intervendría de inmediato invocando el interés del país y la seguridad nacional. El verdadero «Escandalo VW» es que el gobierno alemán no defiende a Volkswagen y se siente más comprometido con EEUU que con los 100 000 empleados de VW.
Si toleramos que EEUU destruya Volkswagen para favorecer a sus competidores estadounidenses Ford Alemania y Opel (pertenecientes ambos a General Motors), Alemania perderá uno de los faros de su industria, cuya luz va mucho más allá de las fronteras alemanas. Comenzamos así a comprender lo que EEUU hará contra las demás grandes empresas alemanas, utilizando para ello el derecho estadounidense impuesto en suelo alemán a través del TTIP.
No es por lo tanto sorprendente que un gobierno que se calla ante la destrucción de VW, se muestre tolerante con –e incluso favorezca activamente– la toma del poder de las transnacionales estadounidenses sobre la economía alemana [con el TTIP]. Los alemanes no tendrían ninguna posibilidad de aplicar en EEUU una guerra destructiva, como la que EEUU está librando contra Volkswagen, y ningún gobierno estadounidense, ni el Congreso de ese país, toleraría tal cosa.
Esto demuestra el verdadero valor de un acuerdo entre una potencia (EEUU) y un impotente (la Unión Europea), acuerdo concluido entre un poder global y funcionarios que él mismo controla (la Comisión Europea). Además, los funcionarios de la organización patronal representan los intereses de las transnacionales en contra de la gran mayoría de sus miembros, que son empresas pequeñas y medianas (PME).
La naturaleza de la toma del poder económico en Europa por parte de EEUU aparece perfectamente ilustrada en el itinerario y la agenda del presidente estadounidense Barack Obama, quien inaugurará con Angela Merkel la Feria de Hanover para «alinear la política y la economía con el TTIP».
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Notas
[1] Las siglas TTIP, corresponden al nombre en inglés (Transatlantic Trade and Investment Partnership) de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, cuyas siglas en español son ATCI, también identificada en inglés como TAFTA (Transatlantic Free Trade Area). Nota de la Red Voltaire.
[2] La Fed o Federal Reserve System, comúnmente designada en español como “Reserva Federal”, es una entidad que funge como banco central de EEUU. Contrariamente a la creencia generalizada, la “Reserva Federal” es propiedad de 12 “Regional Federal Reserve Banks” que figuran como accionistas de la Fed y que a su vez tienen como accionistas a los bancos comerciales (privados) situados en la zona geográfica donde opera cada uno de estos “Bancos Federales de Reserva Regionales”. Ello implica que, a pesar de que los 7 miembros de la Junta de Gobernadores de la Fed y su presidente son designados directamente por el presidente de EEUU, los mayores bancos privados del sistema estadounidenses tienen de hecho voz y voto tanto en los “Bancos Federales de Reserva Regionales” como en la propia Fed. Nota de la Red Voltaire.
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Texto completo en: http://www.lahaine.org/con-el-escandalo-volkswagen-eeuuEste acuerdo apunta a someter Europa al predominio económico de EEUU y los intereses de ese país. Consta de una faceta interna y de otra externa:
• Hace mucho tiempo que la pandilla reunida en Bruselas alrededor de Jean-Claude Juncker se esfuerza por desmantelar los Estados-Naciones europeos y por acabar con el poder de sus Parlamentos como medio de garantizar el poder dominante de la Comisión Europea. Es por esa razón que el buró político de Bruselas negocia en secreto únicamente con EEUU, excluyendo a los Estados-Naciones. Esto contradice la cláusula de subsidiaridad y de soberanía de la Unión Europea. Pero el programa principal de Juncker es la centralización, aplicada durante la crisis financiera y partiendo de la unión de la competencia económica, pasando por la unión de la responsabilidad, y posteriormente del endeudamiento, para llegar a la unión financiera.
Cuando la Unión Europea intervino recientemente en Polonia contra la destitución de agentes estadounidenses presentes en la radiodifusión nacional polaca, pudo comprobarse que Bruselas no tolera opiniones divergentes de parte de los gobiernos o de los Parlamentos, ni que se limite la influencia de EEUU en Europa.
• Hacia el exterior, el TTIP sirve –en beneficio de la economía de EEUU (y de la OTAN)– para intensificar la guerra económica contra Rusia (sanciones, guerra del petróleo, guerra de monedas). Según la doctrina Brzezinski, EEUU sólo puede mantener su posición de potencia mundial si controla Europa, y no puede dominar Europa sin controlar Alemania. Pero tiene que controlar Alemania no sólo en el plano político –en el sentido de los atlantistas– sino también en el plano económico: la mayoría de las empresas del DAX se hallan bajo tutela estadounidense.
Ahora hay que fusionar todo eso, con el TTIP, en un espacio económico común euro-atlántico, contrario a Rusia.
La toma del poder económico y jurídico en Europa a través del TTIP se acompaña de ataques contra bastiones económicos, ante todo alemanes, que todavía no están bajo administración estadounidense. Y le ha llegado el turno a Volkswagen.
General Motors trató por dos veces de comprar el «gran pastel VW» con ayuda de créditos ilimitados provenientes de la Fed [2].
La primera vez, la familia Porsche se le adelantó. La segunda, General Motors fracasó con su denuncia contra el derecho de veto de la Baja Sajonia. En este momento, General Motors trata por tercera vez de provocar una depreciación de Volkswagen recurriendo a autoridades y abogados mandatados en EEUU por esa gran transnacional estadounidense, siendo su objetivo comprar el gigante automovilístico alemán a precio de rebaja.
Si VW tratara de hacer lo mismo en EEUU, el gobierno estadounidense intervendría de inmediato invocando el interés del país y la seguridad nacional. El verdadero «Escandalo VW» es que el gobierno alemán no defiende a Volkswagen y se siente más comprometido con EEUU que con los 100 000 empleados de VW.
Si toleramos que EEUU destruya Volkswagen para favorecer a sus competidores estadounidenses Ford Alemania y Opel (pertenecientes ambos a General Motors), Alemania perderá uno de los faros de su industria, cuya luz va mucho más allá de las fronteras alemanas. Comenzamos así a comprender lo que EEUU hará contra las demás grandes empresas alemanas, utilizando para ello el derecho estadounidense impuesto en suelo alemán a través del TTIP.
No es por lo tanto sorprendente que un gobierno que se calla ante la destrucción de VW, se muestre tolerante con –e incluso favorezca activamente– la toma del poder de las transnacionales estadounidenses sobre la economía alemana [con el TTIP]. Los alemanes no tendrían ninguna posibilidad de aplicar en EEUU una guerra destructiva, como la que EEUU está librando contra Volkswagen, y ningún gobierno estadounidense, ni el Congreso de ese país, toleraría tal cosa.
Esto demuestra el verdadero valor de un acuerdo entre una potencia (EEUU) y un impotente (la Unión Europea), acuerdo concluido entre un poder global y funcionarios que él mismo controla (la Comisión Europea). Además, los funcionarios de la organización patronal representan los intereses de las transnacionales en contra de la gran mayoría de sus miembros, que son empresas pequeñas y medianas (PME).
La naturaleza de la toma del poder económico en Europa por parte de EEUU aparece perfectamente ilustrada en el itinerario y la agenda del presidente estadounidense Barack Obama, quien inaugurará con Angela Merkel la Feria de Hanover para «alinear la política y la economía con el TTIP».
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Notas
[1] Las siglas TTIP, corresponden al nombre en inglés (Transatlantic Trade and Investment Partnership) de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, cuyas siglas en español son ATCI, también identificada en inglés como TAFTA (Transatlantic Free Trade Area). Nota de la Red Voltaire.
[2] La Fed o Federal Reserve System, comúnmente designada en español como “Reserva Federal”, es una entidad que funge como banco central de EEUU. Contrariamente a la creencia generalizada, la “Reserva Federal” es propiedad de 12 “Regional Federal Reserve Banks” que figuran como accionistas de la Fed y que a su vez tienen como accionistas a los bancos comerciales (privados) situados en la zona geográfica donde opera cada uno de estos “Bancos Federales de Reserva Regionales”. Ello implica que, a pesar de que los 7 miembros de la Junta de Gobernadores de la Fed y su presidente son designados directamente por el presidente de EEUU, los mayores bancos privados del sistema estadounidenses tienen de hecho voz y voto tanto en los “Bancos Federales de Reserva Regionales” como en la propia Fed. Nota de la Red Voltaire.
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