España pactó en secreto con Marruecos la Marcha Verde
El agonizante régimen de Franco, con Juan Carlos a la
cabeza, accedió a la estrategia de Rabat para ocupar el Sáhara a cambio de una
"salida elegante". El todavía príncipe quiso desvincularse de las
negociaciones por sus "consecuencias negativas"
SERGIO LEÓN
"España está comprometida con la autodeterminación del Sáhara". La declaración de intenciones es de agosto de 1973. Por entonces, al ya agotado régimen de Franco le sobraba la colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de guerrillas y la administración franquista intentaba cargar con su responsabilidad a la ONU para abandonar lo que se había convertido en un problema y para que su imagen no quedara demasiado dañada ante las ambiciones territoriales de otros países.
¿Qué pasó durante los siguientes dos años? Desde las declaraciones de Laureano López Rodó, el entonces ministro de Exteriores español, hasta que Rabat asumiera la ocupación, se sucedieron miles de conversaciones para negociar la suerte del pueblo saharaui. Los Cables de Kissinger recopilados por Wikileaks recogen la enorme actividad diplomática entre los países interesados a hacerse con un trozo del pastel.
Marruecos envió su primer grupo de "marchadores verdes" el 30 de octubre de 1975
Los embajadores estadounidenses detallaron las intenciones de unos y de otros mientras España bullía ante el ocaso de la dictadura y el inicio de la Transición. La Marcha Verde de noviembre de 1975 impulsó e impuso a Marruecos como nuevo dueño, aunque, desde hacía meses, el Spanish Sahara era ya un asunto que copaba los informes de los representantes estadounidenses de Rabat y Madrid.
El rey Hassan II tomó la decisión de enviar a 350.000 civiles marroquíes y 20.000 soldados al recibir el varapalo de La Haya. En 1974 España anunció que no tardaría en realizar un referéndum entre la población saharaui sobre su independencia. El reino alauí, que sabía que tenía las de perder ante el plebiscito, apeló al Tribunal Internacional de Justicia. El principal órgano judicial de Naciones Unidas dictaminó el 16 de octubre del 75 que, aunque existían vínculos jurídicos entre Marruecos y el territorio del Sáhara Occidental, éstos no establecían ningún vínculo de soberanía. Hassan II entendió lo que le convino. "No nos queda más remedio que recuperar nuestro Sáhara", anunció.Conversaciones secretas
De aquella consulta popular sobre la autonomía de los saharauis no se supo más. Y hasta hoy. Mientras la administración franquista seguía defendiendo en público el derecho de autodeterminación reconocido por Naciones Unidas, mandaba a un representante para iniciar las conversaciones secretas con Rabat. La estrategia marroquí para iniciar su conquista de la región había dado comienzo. España tenía las de perder, pero nada más lejos de la realidad. El régimen no sólo conocía los planes marroquíes, sino que los acordó con ellos. Un cable enviado desde la embajada en Marruecos el 23 de octubre dejó a las claras los términos del pacto que alcanzaron Hassan II y el enviado español José Solis, ministro del Movimiento.
Rabat y Madrid pretendían utilizar a la ONU para organizar un plebiscito "controlado"
El documento, dirigido al Departamento de Estado de Henry Kissinger, resume una conversación de Hassan II con los representantes estadounidenses en la que detalla la reunión. El monarca se mostró optimista ya que "tres cuartas partes del problema habían quedado resueltas tras el acuerdo alcanzado con Solis". El pacto estableció que la Marcha Verde, como gran idea del rey alauí, seguiría adelante. "El concepto es mío. La organización es mía. Voy a dar la orden de cruzar la frontera. Sólo la gente lo puede cancelar y si lo hacen puede que yo también coja mis maletas y me mude a mi casa de Madrid", avisó el monarca.
Como contrapartida, Marruecos y España quedaron en buscar al régimen una salida "elegante" del Sáhara que le permitiera "guardar las apariencias". La idea consistía en utilizar a Naciones Unidas para legitimar la ocupación marroquí a través de un referéndum "controlado". Para ello contarían con la ayuda de Mauritania y, esperaban, la de EEUU. Las siguientes conversaciones servirían, según el cable, para trabajar y definir esta fórmula. Asimismo, Solis aprovechó el encuentro para anunciar que España renunciaba a un Sáhara independiente y, además, y para tranquilidad de Washington, dejaría de considerar a Argelia, aliada de la Unión Soviética, como "parte interesada".
Con Franco en su lecho de muerte, fue el todavía príncipe Juan Carlos quien lideró las negociaciones. Aunque, en un principio, el aspirante a la corona no quiso saber nada del tema, según relató el jefe de la legación estadounidense en Madrid en septiembre del 75: "Juan Carlos no tiene ninguna intención de involucrarse en este problema, que sólo le podría traer consecuencias negativas". Wells Stabler explicó en el documento que el Borbón se negó a ser el interlocutor español en una reunión en Nueva York propuesta por Hassan II. Pretendía que el dictador "no desapareciera de escena" antes de que el asunto del Sáhara quedara resuelto.
El monarca español asumió la jefatura de Estado el 31 de octubre del 75 después de negarse a hacerlo una semana antes. Ese mismo día convocó un Consejo de Ministros y se puso manos a la obra. Sus contactos con su homólogo marroquí fueron constantes, como constató el embajador de EEUU en Rabat. Hasta entonces, según transmitió Stabler, "el Gobierno seguía vacilante" ante la falta de liderazgo y, sobre todo, el aumento de las presiones marroquíes. Rabat envió el primer grupo de "marchadores verdes" al Sáhara el 30 de octubre, y no el 6 de noviembre, fecha oficial del inicio de la Marcha Verde, para bloquear una posible intervención de Argelia contra la invasión.
Solís: "Sería una tragedia que los soldados españoles se vean envueltos en una confrontación abierta
En ese momento "sólo unos pocos altos oficiales españoles" participaban en las negociaciones, según informó desde Madrid el legado en uno de sus telegramas. Entre ellos ya no estaría Pedro Cortina. El ministro de Exteriores, en el cargo desde enero del 74 a diciembre del 75, aseguró ante el embajador que la política española original sobre el Sáhara, la del referéndum, no había cambiado. En otro informe, Stabler comentó que, entre lo confuso de la situación, "lo único claro es que [la opinión de Cortina] ha quedado totalmente descartada".
El 25 de octubre, en un encuentro con Solis a su regreso de Rabat, el ministro del Movimiento Nacional dio cuenta de su reunión con Hassan II, una reunión que calificó de "realista, positiva, dura y fructífera". En el documento, Stabler destacó que la mayor preocupación de España era, por encima de todo, evitar entrar en una guerra colonial con Marruecos: "Sería una tragedia que los soldados españoles en el Sáhara se vean envueltos en una confrontación abierta". Asimismo, el hombre de Franco dejó claro que por nada del mundo el régimen quería perturbar sus relaciones con Rabat. "España desea salir del Sáhara [...] Solis dijo que está a favor de un acuerdo por el que la región se convierta en una provincia autónoma de Marruecos". Cuatro meses después se hizo realidad.
El 2 de noviembre del 75 Juan Carlos viajó al Sáhara para, en teoría, dar su apoyo a las tropas allí destinadas. Marruecos dio por cumplidos sus objetivos y el 9 de ese mismo mes retiró la Marcha Verde. Durante todos esos días ningún legionario o soldado español movió un dedo. El 14 España firmaba los Acuerdos de Madrid y se constituía una administración tripartita junto a Marruecos y Mauritania. Duró hasta el 26 de febrero del año siguiente, cuando España finalmente abandonó a los saharauis, que empezarían a pasar de la ocupación española al dominio militar marroquí.
La trama no contada de la invasión marroquí al Sahara
El plan estratégico de la invasión marroquí del Sáhara, no comenzó con la entrada de la Marcha Verde, eso vino después y sirvió para desviar la atención de la Comunidad Internacional. Ahí es donde estaba el espectáculo y la prensa, pero no donde se estaba produciendo la invasión militar del Sáhara.
La movilización de miles de colonos marroquíes enardecidos por el discurso de su rey Hassan II, precedidos por un despliegue militar con claras instrucciones, fue una maniobra acordada de antemano, meditada con tiempo y maquinada para lograr el objetivo sin estorbos. Esa estampa, que fue grabada, fotografiada y documentada desde una barrera segura por los medios españoles, franceses y marroquíes, es lo que ha permanecido en la memoria de gran parte de la sociedad española sobre los acontecimientos ocurridos hace tan solo 40 años. Eso es lo que vendió la prensa instalada con sus trípodes frente a los colonos que enarbolaban banderas de su país. Ahí es donde estaba el espectáculo pero no donde se estaba produciendo la invasión militar del Sáhara.
A finales de octubre de 1975, España, Marruecos y Mauritania, con la protección y el amparo de otros países como EE.UU., Francia e Israel, mantienen conversaciones con el fin de que la invasión militar del territorio saharaui se lleve a cabo, a pesar de que días antes, la Corte internacional de Justicia había emitido su dictamen jurídico en el que decretaba que no existían lazos de soberanía alguno para que Marruecos pudiera argumentar que el Sáhara era parte integrante de su territorio, por lo que al pueblo saharaui le pertenecía decidir su futuro mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación. Dicho de otra forma: el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación.
La invasión se produce a 300 kilómetros del espectáculo de la Marcha Verde. El ejército marroquí aniquila a todo ser vivo y oculta los cadáveres de los saharauis en fosas comunes.
Marruecos se prepara militarmente utilizando arsenal bélico de origen americano y francés, con el apoyo de los petrodólares saudíes. Los oficiales del ejército español sirven de guías sobre el terreno.
En un intento de camuflar esta invasión ante la Comunidad Internacional, deciden comenzar su entrada alejándose un poco del Aaiun circundando el territorio desde Hauza y Chederia, al este de Smara. En ese momento, la cobertura mediática está controlada por la prensa de los tres principales actores: Francia, España y Marruecos. Los medios de estos tres países sólo hablan del desarrollo de una «marcha pacífica» la Marcha Verde, mientras que a unos 300 kilómetros al este, se está aniquilando a la población saharaui, ejecutados o enterrados vivos en fosas comunes que abren para ocultar los cadáveres. Hasta el ganado es exterminado, envenenan el agua de los pozos, arrasan y destruyen todo lo que encuentran a su paso: tierra quemada. La idea de la «marcha pacífica» se presenta al mundo como una forma de «recuperar el Sáhara» mientras que Marruecos con sus aliados está invadiendo el territorio utilizando tácticas militares de guerra y cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Los reclutados eran delincuentes.
Los reclutados para integrar esa marcha eran delincuentes, presos, criminales, y también personas sin recursos recogidos en las calles de las ciudades marroquíes, gente sin nada que perder. Estos fueron los elegidos para formar las columnas de 350.000 colonos invasores que llegarían a todos los rincones del Sáhara y entre los que también se encontraban unidades del ejército marroquí.
Hoy en día, muchos siguen creyendo que Marruecos no entró en el Aaiun, sino que se detuvo en las fronteras heredadas de España cuando la marcha recibió la orden de retroceder. En ese momento del retroceso, ya las unidades acorazadas marroquíes habían entrado al territorio saharaui cubriendo toda la parte este del Sáhara Occidental.
El acuerdo tripartito pretende formalizar algo ilegal y que estaba costando la vida de miles de personas inocentes.
El acuerdo tripartito de Madrid fue firmado pocos días después, (14 de noviembre de 1975), con la presión francesa hacia los mauritanos (Mokhtar Dadah), y con la presión de otros elementos interesados en el reparto. El objetivo fue legalizar la ocupación del Sáhara, una ocupación que ya estaba hecha.
La Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó de forma determinante los hechos y presentó una resolución en la que se exigía el respeto a la legalidad internacional y que reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Hasta la fecha nadie reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara como tampoco Marruecos cumple con la legislación internacional ni reconoce las resoluciones de la ONU.
El rey Mohamed VI celebra «a lo grande» el genocidio.
Cada 6 de noviembre, el Rey de Marruecos celebra a lo grande este trágico acontecimiento que supuso el genocidio de la población saharaui, la vulneración de todos sus derechos y el robo de su país, lo que conmemoramos todos los demás el 31 de octubre de cada año, como también se vuelve a poner sobre la mesa la responsabilidad de España, el abandono de la que fuera una más de sus provincias, junto a su población, el inconcluso proceso de descolonización, las resoluciones de la ONU a favor del derecho del pueblo saharaui, la necesidad de hacer cumplir a Marruecos con la legalidad internacional y la imposición de justicia para el pueblo saharaui en su derecho a ser soberano.
Pobreza extrema en los Campamentos de refugiados y violación de los derechos humanos en los Territorios Ocupados.
La población saharaui que logró huir de la invasión y alcanzó atravesar los miles de kilómetros de desierto bajo el bombardeo de la aviación militar marroquí, la que logró sobrevivir al Napalm y al Fósforo Blanco, al hambre y a la sed, a las enfermedades y a las inclemencias del tiempo, se estableció en campamentos de refugiados que hace pocos días fueron dañados por las intensas lluvias que cayeron en la zona. A pesar de que la vida parece imposible en la hammada, ellos han logrado crear de la nada una infraestructura para su supervivencia, y aunque malviven en condiciones de pobreza y malnutrición, su convicción política y el derecho a recuperar su tierra permanece intacto.
En los territorios ocupados, el régimen marroquí ataca con dureza a la resistencia pacífica saharaui. Secuestra a periodistas y defensores de derechos humanos, los somete a torturas y amenazas. El régimen marroquí ataca a los saharauis que se manifiestan o se concentran para reivindicar sus derechos, despliega a todos los cuerpos policiales por las ciudades ocupadas y arma a los colonos contra la población saharaui cercando y aislando sus barrios. Controla y persigue a los activistas, a las organizaciones de derechos humanos saharauis que considera ilegales, prohíbe la entrada de observadores internacionales al territorio, detiene a los saharauis de forma arbitraria, los encarcela y tortura para después someterlos a juicios sumarísimos en los que se dictan largas sentencias de años contra ellos por haber participado en una manifestación pacífica…
Pero la lucha contra la ocupación marroquí y a favor de la independencia crece y se fortalece en el tiempo. Las manifestaciones de la población saharaui han ido en aumento por todo el territorio desde que en el 2005 se produjera la primera intifada, a pesar de la larga lista de presos, desaparecidos y de muertos. La determinación de sus reivindicaciones se consolida y se refuerza generación tras generación, marcando fechas y acontecimientos que son hitos históricos en su lucha, como fueron las protestas y el levantamiento del campamento de Gdeim Izik en 2010, o el reconocimiento internacional de activistas defensores de los DDHH.
Los líderes activistas de la Causa saharaui han aumentado en estos últimos años en los Territorios Ocupados, respaldados por la Comunidad saharaui, tanto en las ciudades del Sáhara ocupado, como desde los Campamentos de Refugiados, como los que, desde el exilio les muestran su apoyo y consideración.
La movilización de miles de colonos marroquíes enardecidos por el discurso de su rey Hassan II, precedidos por un despliegue militar con claras instrucciones, fue una maniobra acordada de antemano, meditada con tiempo y maquinada para lograr el objetivo sin estorbos. Esa estampa, que fue grabada, fotografiada y documentada desde una barrera segura por los medios españoles, franceses y marroquíes, es lo que ha permanecido en la memoria de gran parte de la sociedad española sobre los acontecimientos ocurridos hace tan solo 40 años. Eso es lo que vendió la prensa instalada con sus trípodes frente a los colonos que enarbolaban banderas de su país. Ahí es donde estaba el espectáculo pero no donde se estaba produciendo la invasión militar del Sáhara.
A finales de octubre de 1975, España, Marruecos y Mauritania, con la protección y el amparo de otros países como EE.UU., Francia e Israel, mantienen conversaciones con el fin de que la invasión militar del territorio saharaui se lleve a cabo, a pesar de que días antes, la Corte internacional de Justicia había emitido su dictamen jurídico en el que decretaba que no existían lazos de soberanía alguno para que Marruecos pudiera argumentar que el Sáhara era parte integrante de su territorio, por lo que al pueblo saharaui le pertenecía decidir su futuro mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación. Dicho de otra forma: el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación.
La invasión se produce a 300 kilómetros del espectáculo de la Marcha Verde. El ejército marroquí aniquila a todo ser vivo y oculta los cadáveres de los saharauis en fosas comunes.
Marruecos se prepara militarmente utilizando arsenal bélico de origen americano y francés, con el apoyo de los petrodólares saudíes. Los oficiales del ejército español sirven de guías sobre el terreno.
En un intento de camuflar esta invasión ante la Comunidad Internacional, deciden comenzar su entrada alejándose un poco del Aaiun circundando el territorio desde Hauza y Chederia, al este de Smara. En ese momento, la cobertura mediática está controlada por la prensa de los tres principales actores: Francia, España y Marruecos. Los medios de estos tres países sólo hablan del desarrollo de una «marcha pacífica» la Marcha Verde, mientras que a unos 300 kilómetros al este, se está aniquilando a la población saharaui, ejecutados o enterrados vivos en fosas comunes que abren para ocultar los cadáveres. Hasta el ganado es exterminado, envenenan el agua de los pozos, arrasan y destruyen todo lo que encuentran a su paso: tierra quemada. La idea de la «marcha pacífica» se presenta al mundo como una forma de «recuperar el Sáhara» mientras que Marruecos con sus aliados está invadiendo el territorio utilizando tácticas militares de guerra y cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Los reclutados eran delincuentes.
Los reclutados para integrar esa marcha eran delincuentes, presos, criminales, y también personas sin recursos recogidos en las calles de las ciudades marroquíes, gente sin nada que perder. Estos fueron los elegidos para formar las columnas de 350.000 colonos invasores que llegarían a todos los rincones del Sáhara y entre los que también se encontraban unidades del ejército marroquí.
Hoy en día, muchos siguen creyendo que Marruecos no entró en el Aaiun, sino que se detuvo en las fronteras heredadas de España cuando la marcha recibió la orden de retroceder. En ese momento del retroceso, ya las unidades acorazadas marroquíes habían entrado al territorio saharaui cubriendo toda la parte este del Sáhara Occidental.
El acuerdo tripartito pretende formalizar algo ilegal y que estaba costando la vida de miles de personas inocentes.
El acuerdo tripartito de Madrid fue firmado pocos días después, (14 de noviembre de 1975), con la presión francesa hacia los mauritanos (Mokhtar Dadah), y con la presión de otros elementos interesados en el reparto. El objetivo fue legalizar la ocupación del Sáhara, una ocupación que ya estaba hecha.
La Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó de forma determinante los hechos y presentó una resolución en la que se exigía el respeto a la legalidad internacional y que reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Hasta la fecha nadie reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara como tampoco Marruecos cumple con la legislación internacional ni reconoce las resoluciones de la ONU.
El rey Mohamed VI celebra «a lo grande» el genocidio.
Cada 6 de noviembre, el Rey de Marruecos celebra a lo grande este trágico acontecimiento que supuso el genocidio de la población saharaui, la vulneración de todos sus derechos y el robo de su país, lo que conmemoramos todos los demás el 31 de octubre de cada año, como también se vuelve a poner sobre la mesa la responsabilidad de España, el abandono de la que fuera una más de sus provincias, junto a su población, el inconcluso proceso de descolonización, las resoluciones de la ONU a favor del derecho del pueblo saharaui, la necesidad de hacer cumplir a Marruecos con la legalidad internacional y la imposición de justicia para el pueblo saharaui en su derecho a ser soberano.
Pobreza extrema en los Campamentos de refugiados y violación de los derechos humanos en los Territorios Ocupados.
La población saharaui que logró huir de la invasión y alcanzó atravesar los miles de kilómetros de desierto bajo el bombardeo de la aviación militar marroquí, la que logró sobrevivir al Napalm y al Fósforo Blanco, al hambre y a la sed, a las enfermedades y a las inclemencias del tiempo, se estableció en campamentos de refugiados que hace pocos días fueron dañados por las intensas lluvias que cayeron en la zona. A pesar de que la vida parece imposible en la hammada, ellos han logrado crear de la nada una infraestructura para su supervivencia, y aunque malviven en condiciones de pobreza y malnutrición, su convicción política y el derecho a recuperar su tierra permanece intacto.
En los territorios ocupados, el régimen marroquí ataca con dureza a la resistencia pacífica saharaui. Secuestra a periodistas y defensores de derechos humanos, los somete a torturas y amenazas. El régimen marroquí ataca a los saharauis que se manifiestan o se concentran para reivindicar sus derechos, despliega a todos los cuerpos policiales por las ciudades ocupadas y arma a los colonos contra la población saharaui cercando y aislando sus barrios. Controla y persigue a los activistas, a las organizaciones de derechos humanos saharauis que considera ilegales, prohíbe la entrada de observadores internacionales al territorio, detiene a los saharauis de forma arbitraria, los encarcela y tortura para después someterlos a juicios sumarísimos en los que se dictan largas sentencias de años contra ellos por haber participado en una manifestación pacífica…
Pero la lucha contra la ocupación marroquí y a favor de la independencia crece y se fortalece en el tiempo. Las manifestaciones de la población saharaui han ido en aumento por todo el territorio desde que en el 2005 se produjera la primera intifada, a pesar de la larga lista de presos, desaparecidos y de muertos. La determinación de sus reivindicaciones se consolida y se refuerza generación tras generación, marcando fechas y acontecimientos que son hitos históricos en su lucha, como fueron las protestas y el levantamiento del campamento de Gdeim Izik en 2010, o el reconocimiento internacional de activistas defensores de los DDHH.
Los líderes activistas de la Causa saharaui han aumentado en estos últimos años en los Territorios Ocupados, respaldados por la Comunidad saharaui, tanto en las ciudades del Sáhara ocupado, como desde los Campamentos de Refugiados, como los que, desde el exilio les muestran su apoyo y consideración.