Caza de brujas pro OTAN en Alemania
Expertos críticos y pacifistas son expulsados del discurso público sobre la guerra de Ucrania mientras se modifica el Código Penal para aumentar los delitos de expresión
La lista es cada vez más larga. Son pacifistas, expertos, personalidades públicas… que, tras la invasión rusa a Ucrania el pasado febrero, para evitar que la OTAN se instale a las puertas de Moscú, han sido difamados por tratar de explicar el contexto del conflicto entre los dos países, por plantear argumentos que no encajan en la narrativa de los gobiernos de la OTAN y, sobre todo, por querer parar la escalada bélica. “Hay muchas otras personas a quienes se les ha prohibido en la práctica tener una opinión propia en el discurso público”, explica a CTXT la profesora de Política Europea de la Universidad de Bonn Ulrike Guerót, que no quiere con esta entrevista dar la impresión de ser un caso aislado. Su nuevo libro El fin de Europa. Por qué el proyecto europeo ha fracasado y cómo podemos volver a soñar con él, publicado a finales de noviembre y escrito junto al historiador Hauke Heinrich Ritz, ha recibido críticas furibundas que han llegado a pedir que se le retire su plaza de profesora.
“En mi libro trato de contextualizar la guerra, los treinta años anteriores, de aportar argumentos plausibles sobre cómo se llegó al conflicto y repensar el concepto de la culpa”, asegura. “Yo no tengo ni la verdad absoluta, ni he justificado al presidente Putin ni legitimo la guerra defensiva, ni trato de relativizar las víctimas”. Guérot cree, y repite, que en este momento lo más importante es conseguir una tregua y negociaciones. “La información que publican los medios alemanes sobre la guerra de Ucrania es muy parcial”, continúa. “Es una evolución muy problemática y creo que deberíamos tener una prensa libre”, defiende. “Tenemos unas tendencias muy cuestionables de limitación del discurso y ello se ve claramente en cómo se está tratando de intimidar con los nuevos artículos del Código Penal”. La profesora Guérot apenas puede intervenir en debates. Participó en uno dirigido por el famoso moderador Markus Lanz en el que fue constantemente interrumpida y atacada por tres participantes y también por el moderador. Pero hay otras personas que están siendo reprimidas de otra manera.
Es el caso del activista por la paz Heinrich Bücker, que regenta un local llamado Coop Anti-War Café en el centro de Berlín, en el que se reúnen grupos de activistas de diversos países y que, desde el pasado febrero, ha sido vandalizado y amenazado en varias ocasiones. Hace dos semanas, Bücker realizaba un llamamiento en su web con el título “No a la limitación de la libertad de opinión”. En él explicaba que le había llegado una denuncia por, supuestamente, haber realizado “apología de delitos” en relación a la guerra en Ucrania, por lo que podrían condenarle hasta con tres años de cárcel. Bücker dio un discurso el pasado 22 de junio en una concentración con motivo del aniversario del ataque de la Wehrmacht a la Unión Soviética en el monumento soviético situado en Treptower Park. Una declaración por la paz publicada en su web y firmada por decenas de activistas y organizaciones podría ser también motivo de la denuncia. La policía de Berlín había prohibido, en ese mismo parque el 8 de mayo, día de la victoria sobre el fascismo, mostrar la bandera soviética con la excusa de evitar confrontaciones, a pesar de que dicha bandera no tiene nada que ver con la bandera rusa actual. Y además, la bandera ucraniana se puede mostrar libremente.
En el acto, organizado por la Coordinadora por la Paz de Berlín (Friedenskoordination Berlin), Bücker se refería a la Operación Barbarossa, al papel de Alemania en la II Guerra Mundial, a las víctimas y al dolor que el país produjo no solo en Rusia, sino en toda Europa, para criticar a continuación la glorificación de nazis por parte de Ucrania en la actualidad. Por último, pedía a los alemanes que no se implicasen en una guerra contra Rusia de nuevo. “En Alemania, actualmente estamos experimentando un estrechamiento del espacio para el debate y restricciones a la libertad de expresión, causadas por informaciones unilaterales de los medios de comunicación”, escribe Bücker en su declaración. Y sigue: “Cualquiera que continúe informando exhaustivamente sobre el contexto y la historia anterior al conflicto actual en Ucrania encontrará rechazo, menosprecio y censura”.
El escrito de la policía se basa en el artículo 140 del Código Penal. El pasado 20 de octubre, sin embargo, el Bundestag aprobó una modificación del artículo 130 que amplía en su nuevo apartado quinto la pena por delitos de incitación al odio, a la banalización o negación de delitos de genocidio. Se teme que este nuevo articulado pueda usarse para castigar declaraciones realizadas en el contexto de la guerra de Ucrania. Kai Ambos, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Gotinga, explicaba en una entrevista en el número de diciembre de la revista Konkret que esta nueva norma afecta a la libertad de expresión “y podría también afectar a la libertad de cátedra”. El profesor cree posible que la negación de supuestos crímenes de guerra rusos en Ucrania pueda ser penada en base a la nueva norma. Además, en Alemania se prohibió a finales de marzo el símbolo Z por considerarse también apología de la invasión rusa de Ucrania.
Los medios rusos RT y Sputnik fueron borrados del mapa europeo de forma conjunta, pero el gobierno alemán también ha llevado a cabo acciones propias para luchar contra “la desinformación de la guerra rusa contra Ucrania”, según reconoció a la web Nachdenkseiten, que publicó un documento con actividades estatales en ese sentido el pasado septiembre. Un plan orquestado en conjunto por varios ministerios en el que se detallan todas las acciones que deben llevarse a cabo para guiar la opinión hacia lo que el gobierno considera información válida y desviar de la “desinformación”. Desde entrevistas con medios a enlaces a las páginas oficiales de varios blogs y medios de fact-checking que siempre descubren la propaganda rusa y nunca la ucraniana.
El objetivo es que esta formación del consenso no se pare ni ante las autoridades más informadas en la materia. Uno de los casos más flagrantes es el de la antigua corresponsal en Moscú y moderadora de la cadena pública de televisión alemana ARD Gabriele Krone-Schmalz, que también es profesora universitaria. En sus libros, sobre todo en Entender a Rusia. La lucha por Ucrania y la arrogancia de occidente (2015) y Era de hielo. Cómo se demoniza a Rusia y porqué es tan peligroso (2017), Krone-Schmalz ha descrito el peligroso camino de la escalada bélica entre Rusia y Ucrania, así como el apoyo a esta última de la Unión Europea y la OTAN. Sin embargo, en un momento en el que los argumentos y explicaciones son más necesarios que nunca, la editorial que había publicado dos de sus obras claves decidió no reeditarlas ante el aluvión de críticas que recibió la periodista.
Hace un par de meses, la charla que dio Krone-Schmalz sobre los orígenes del conflicto en un centro cultural público de la ciudad de Reutlingen fue recibida con numerosas críticas. La historiadora Franziska Davies de la Universidad de Múnich, la acusó de presentar hechos de forma manipulada y de ser cercana a Putin. La periodista se ha defendido de las acusaciones en los tribunales y ambas se encuentran en una disputa jurídica, por lo que Krone-Schmalz no ha querido hacer declaraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario