miércoles, 9 de octubre de 2024

La moral de la tropa 1 .

  Los avances rusos en el frente y las dudas de EEUU empujan a Ucrania hacia la negociación

Las nuevas victorias rusas en el este de Ucrania y las dudas sobre la continuación del apoyo de EEUU dejan a Kiev sin capacidad de maniobra de cara al invierno.

 Juan Antonio Sanz

Ni en la sede de la OTAN en Bruselas ni en Washington se habla ya de una factible victoria ucraniana sobre Rusia, sino más bien de salvar los muebles, si es posible, en un conflicto que avanza hacia su tercer año sin visos de una solución favorable a Kiev y con un creciente número de dudas en la actuación del presidente Volodímir Zelenski, empeñado en la participación total de Occidente en la guerra.

 Con el invierno a la vuelta de la esquina y gran parte de los sistemas energéticos dañados, las derrotas ucranianas en el frente del este se suceden, Estados Unidos pierde interés en el conflicto, condicionado por sus elecciones presidenciales en noviembre y la imparable crisis de Oriente Medio, y la OTAN empieza a tocar el tema de las negociaciones como única salida a la conti El nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, lo dijo este martes en Bruselas. Ucrania podría afrontar el peor invierno de la guerra. Los ataques rusos para dejar a oscuras, sin agua y sin calefacción a millones de ucranianos se han incrementado. Y esa estrategia desmoralizadora solo puede atajarse multiplicando las defensas antiaéreas de Ucrania, algo que los aliados de Kiev no están logrando.

 Rutte pone en el horizonte las negociaciones con Rusia

Rutte sucedió al frente de la Alianza el 1 de octubre al belicista Jens Stoltenberg, siempre confiado en una victoria ucraniana que el tiempo y el curso de la guerra se han encargado de mostrar como improbable. El político neerlandés ha tardado poco en poner sobre la mesa el tema de las negociaciones para detener la sangría.

 En esas declaraciones junto al presidente finlandés, Alexander Stubb, el máximo responsable de la OTAN insistió en la necesidad de entregar más armas a Ucrania, pero ya no subrayó que el fin de la guerra pasa por derrotar a los rusos.

 "¿Por qué es tan importante que hagamos más para fortalecer a Ucrania? Porque es el único camino hacia un acuerdo negociado y para convencer a (el presidente ruso, Vladímir) Putin de que no va a ganar en el campo de batalla", afirmó Rutte.

 Según el jefe de la OTAN, "depende de Ucrania decidir cuáles son las condiciones aceptables para una solución negociada y también cuáles son las condiciones para entablar conversaciones con los rusos". La OTAN, insistió, "lo que puede hacer es ayudar a fortalecer las bazas de Ucrania proporcionando suficiente apoyo militar".

 De momento el compromiso formal con Ucrania aguanta, pero las dudas crecen y esta guerra empieza a dejar de ser una prioridad en la política exterior de Estados Unidos.

 EEUU suspende una reunión clave para la entrega de armas a Ucrania

Este sábado estaba prevista una cumbre del medio centenar de países que apoyan a Ucrania en la base estadounidense de Ramstein, Alemania. La convocatoria fue del presidente Joe Biden y era esperada con mucha expectación por Kiev, sobre todo tras los últimos reveses en el frente bélico.

 Zelenski quería remarcar en Ramstein la importancia de esa ayuda, ahora que las guerras de Gaza y el Líbano, y una posible contienda entre Israel e Irán, con participación de EEUU, están apartando la atención internacional del conflicto ucraniano.

 Pero Biden indicó de forma repentina que no acudiría a Ramstein por lo que el encuentro del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania finalmente fue aplazado.

 Biden señaló que tampoco viajará a Alemania, en la que se esperaba que fuera la primera visita a este país de un mandatario estadounidense en cuatro décadas. El presidente alegó que los preparativos ante el inminente embate del huracán Milton y la organización de la ayuda por los efectos devastadores que ha tenido otro ciclón, el Helena, que dejó 200 muertos en ese país, demandan su presencia en Estados Unidos.

 Aunque no la ha incluido la Casa Blanca para explicar la cancelación del viaje de Biden, pende en el aire la inminente represalia israelí contra Irán, tras la lluvia de misiles que lanzó Teherán la semana pasada. EEUU ha cerrado filas con Israel y podría participar en el contraataque o al menos contrarrestar una represalia iraní.

 El sector armamentístico de EEUU podría verse obligado a cortar sus suministros a Kiev para centrarlos en Israel

Pero la Casa Blanca no desea una conflagración a gran escala con Teherán en estos momentos. A menos de un mes de las elecciones presidenciales tal conflicto podría derivar en una desafección mayor de la población musulmana de Estados Unidos.

 Además, el sector armamentístico estadounidense podría verse obligado a cortar sus suministros a Kiev para centrarlos en Israel y en el fuerte contingente estadounidense desplegado ya en Oriente Medio.

 En cualquier caso, al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, le ha quedado claro que la guerra contra Rusia ya no figura entre las prioridades de Washington. Así, el aspirante republicano a suceder a Biden en la Casa Blanca, el expresidente Donald Trump, ha insistido muchas en que una de las primeras cosas que hará si llega al poder será poner fin a esa guerra.

 Se acaba el tiempo para Ucrania

La suspensión de la cumbre de Ramstein ha caído como un jarro de agua fría para Zelenski, que ve cómo se echa el tiempo encima sin el suficiente armamento como para sostener la ofensiva ucraniana de Kursk, en el sur de Rusia, defenderse de los ataques aéreos rusos contra las infraestructuras críticas y, sobre todo, para detener el imparable avance ruso en el este de Ucrania, en la región de Donetsk.

 A Zelenski le ha quedado claro que la guerra contra Rusia ya no figura entre las prioridades de Washington

El propio secretario general de la OTAN tuvo que admitir el martes que la situación de Ucrania en el campo de batalla "sigue siendo difícil", pues los rusos "están haciendo avances lentos, pero constantes, en el este", pese a la "enorme" magnitud de sus pérdidas humanas.

 Rutte no comentó, claro, la difícil situación del ejército ucraniano, sin tropas de refuerzo y con apenas reclutas para suplir a los veteranos del frente, agotados tras más de dos años y medio de guerra, lo que se está reflejando en la capacidad de resistencia en el frente del Donbás y en concreto en esa región de Donetsk.

 Una victoria rusa que ha pasado desapercibida

La invasión israelí del Líbano y el ataque con misiles iraní sobre Israel quitaron atención al que ha sido uno de los golpes más duros sufridos por el ejército ucraniano en el último medio año precisamente en Donetsk.

 La semana pasada, el 2 de octubre, cayó en manos rusas el hasta ahora inexpugnable bastión de Vugledar, el mayor triunfo de las fuerzas del Kremlin desde la captura de Avdivka, en febrero pasado. Vugledar, una ciudad minera que domina la región circundante, es un importante nudo ferroviario entre el este y el sur de Ucrania, y una encrucijada clave para las líneas de suministro del ejército ucraniano.

 En menos de dos semanas, las fuerzas rusas han conquistado ocho localidades en Donetsk

Ahora, el objetivo ruso es Pokrovsk, otra localidad muy fortificada que analistas occidentales consideran que podría ser conquistada antes de la llegada del invierno. En menos de dos semanas, las fuerzas rusas han conquistado ocho localidades en Donetsk, imprimiendo a la ofensiva en el Donbás una celeridad que no se había visto desde el comienzo de la guerra, el 24 de febrero de 2022.

 Pero los avances rusos no se limitan a Donetsk. En la región meridional rusa de Kursk, donde a principios de agosto entró un importante contingente ucraniano, el ejército del Kremlin recuperó esta semana dos aldeas, Nóvaya Soróchina y Pokrovski. Esa ofensiva ucraniana, aunque mantiene ocupada una pequeña porción del sur de Kursk, ha sido ya detenida por las fuerzas rusas y corre el riesgo de que las tropas sean cercadas.

 Zelenski insiste en que Biden puede cambiar las tornas

Durante su visita a Zagreb este miércoles, Zelenski confió en que en los próximos tres meses, antes de que Biden deje la Presidencia de Estados Unidos, Ucrania pueda con su ayuda dar la vuelta al conflicto y así avanzar hacia una paz aceptable para Kiev e impedir que la guerra se alargue más allá de 2025.

 Zelenski indicó que cuenta con "el liderazgo" de Biden para acometer ese propósito antes de fin de año. En septiembre, presentó al presidente estadounidense su llamado "Plan de la victoria", destinado a forzar a Moscú a aceptar el plan de paz ucraniano que incluye la retirada completa rusa de Ucrania.

 No han trascendido los detalles concretos del plan, pero todo apunta a que contempla el bombardeo de objetivos militares y civiles (centrales de energía) en el corazón de Rusia con los misiles de largo alcance occidentales, cuyo uso más allá de la frontera ucraniana ha sido denegado a Kiev por Washington.

 Pero estos deseos de Zelenski, que desestiman una eventual respuesta militar rusa, tampoco parecen factibles si se considera que puede ser inminente una guerra de grandes de Israel contra Irán, con la implicación total estadounidense y con Rusia de por medio, por su alianza con Teherán.

 El chasco de Ramstein

El presidente ucraniano quería presentar este sábado su Plan de la Victoria a sus aliados en Ramstein. La anulación del encuentro apunta también a la desconfianza de Washington ante un plan que demanda a Occidente cruzar demasiadas líneas rojas y acelerar su implicación directa en la guerra.

 Zelenski trata de maniobrar y atraer el apoyo del mayor número de países, como hizo este miércoles en la ciudad croata de Dubrovnik con los líderes de treces países del sudeste de Europa más Turquía.

 Sin embargo, desde el momento en que Israel decidió prender su guerra en Oriente Medio hace un año, primero en Gaza y después en el Líbano, las cosas empezaron a cambiar. El tablero de juego es mucho mayor y Ucrania solo es una casilla más. Una casilla en la cual ya nadie se cree que se juega el destino de Europa y menos aún el del mundo.

 https://www.publico.es/internacional/avances-rusos-frente-dudas-eeuu-empujan-ucrania-negociacion.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t4;mm=mobile-big

 ver  ...

https://www.lahaine.org/mundo.php/la-moral-de-la-tropa

  Nota del blog ..

 Afirman que Zelenski habría optado por cancelar la cumbre sobre Ucrania por falta de participantes

 https://noticiaslatam.lat/20241009/afirman-que-zelenski-habria-optado-por-cancelar-la-cumbre-sobre-ucrania-por-falta-de-participantes-1158121161.html  

 https://noticiaslatam.lat/20241010/las-razones-del-retraso-de-la-reunion-de-ramstein-un-milagro-no-llegara-para-salvar-a-ucrania-1158133836.html

 

 

 

 

domingo, 6 de octubre de 2024

El problema de creerse la propia propaganda

 El modo occidental de hacer la guerra: la apropiación de la narrativa triunfa sobre la realidad

Alastair Crooke    
 

 

Apropiarse del relato ganador es ganar, según la visión de Occidente: es más importante que enfrentar los hechos sobre el terreno. La "victoria" virtual, por lo tanto, triunfa sobre la realidad "real"

La propaganda y las fintas bélicas son tan antiguas como el mundo. No son nada nuevo. Pero lo que sí es nuevo es que la guerra de la información ya no es un complemento de objetivos bélicos más amplios, sino que se ha convertido en un fin en sí mismo.

Occidente ha llegado a considerar que "apropiarse" del relato ganador -y presentar el del Otro como torpe, disonante y extremista- es más importante que enfrentar los hechos sobre el terreno. Apropiarse del relato ganador es ganar, según esta visión. La "victoria" virtual, por lo tanto, triunfa sobre la realidad "real".

De este modo, la guerra se convierte más bien en el escenario para imponer un alineamiento ideológico a lo largo de una amplia alianza global y hacerlo cumplir mediante medios de comunicación complacientes.

Este objetivo goza de mayor prioridad que, por ejemplo, garantizar una capacidad de fabricación suficiente para sostener objetivos militares. La creación de una "realidad" imaginada ha tenido prioridad sobre la conformación de la realidad sobre el terreno.

El punto aquí es que este enfoque -al ser una función del alineamiento de toda la sociedad (tanto en el país como en el extranjero)- crea trampas en falsas realidades, falsas expectativas, de las cuales una salida (cuando se vuelve necesaria) se vuelve casi imposible, precisamente porque el alineamiento impuesto ha osificado el sentimiento público. La posibilidad de que un Estado cambie de rumbo a medida que se desarrollan los acontecimientos se ve limitada o se pierde, y la lectura precisa de los hechos sobre el terreno vira hacia lo políticamente correcto y se aleja de la realidad.

El efecto acumulativo de una "narrativa virtual ganadora" conlleva, no obstante, el riesgo de deslizarse progresivamente hacia una "guerra real" involuntaria.

Ucrania "lleva la guerra a Rusia"

Tomemos como ejemplo la incursión orquestada y equipada por la OTAN en la simbólicamente significativa región de Kursk. En términos de una "narrativa ganadora", su atractivo para Occidente es obvio: Ucrania "lleva la guerra a Rusia".

Si las fuerzas ucranianas hubieran logrado capturar la central nuclear de Kursk, o tan siquiera la ciudad, habrían tenido una importante moneda de cambio y bien podrían haber desviado fuerzas rusas de la "línea" (del frente) ucraniana en constante colapso en el Donbass.

Y para colmo (en términos de guerra de información), los medios occidentales estaban preparados y alineados para mostrar al presidente Putin como "congelado" por la incursión sorpresa y "tambaleándose" por el miedo de que el público ruso se volviera contra él en su ira por la humillación.

Bill Burns, director de la CIA, opinó que "Rusia no haría concesiones en relación con Ucrania hasta que se pusiera a prueba la confianza excesiva de Putin y Ucrania pudiera mostrar su fuerza". Otros funcionarios estadounidenses añadieron que la incursión en Kursk, por sí sola, no llevaría a Rusia a la mesa de negociaciones; sería necesario ampliar la operación Kursk con otras operaciones audaces (para sacudir la sangre fría de Moscú).

Por supuesto, el objetivo general era mostrar a Rusia como frágil y vulnerable, en línea con la narrativa de que, en cualquier momento, Rusia podría resquebrajarse y dispersarse en pedazos, dejando a Occidente como ganador, por supuesto.

En realidad, la incursión en Kursk fue una gran apuesta de la OTAN: implicó hipotecar las reservas militares y los blindados de Ucrania, como fichas en la mesa de la ruleta, como una apuesta a que un éxito efímero en Kursk trastocaría el equilibrio estratégico. La apuesta se perdió y las fichas se perdieron.

En pocas palabras, el caso Kursk ejemplifica el problema que tiene Occidente con las "narrativas ganadoras": su defecto inherente es que se basan en el emotivismo y evitan la argumentación. Inevitablemente, son simplistas. Su único objetivo es fomentar una alineación común de "toda la sociedad". Es decir, los principales medios de comunicación, las empresas, las agencias oficiales, las ONG y el sector de la seguridad deberían adherirse a la oposición a todos los "extremismos" que amenacen "nuestra democracia".

Este objetivo, por sí mismo, dicta que la narrativa sea poco exigente y relativamente no polémica: "Nuestra democracia, nuestros valores y nuestro consenso". La Convención Nacional Demócrata de EEUU, por ejemplo, adopta la "alegría" (repetida sin cesar), "avanzar" y "oponerse a lo raro" como declaraciones clave. Son banales; sin embargo, estos memes obtienen su energía e impulso, no tanto por el contenido, sino por el entorno deliberado de Hollywood que les da ostentación y glamour.

No es difícil ver cómo este espíritu de la época unidimensional puede haber contribuido a que EEUU y sus aliados interpretaran erróneamente el impacto que la "audaz aventura" de Kursk tuvo sobre los rusos comunes.

Occidente va a por Rusia

"Kursk" tiene historia. En 1943, Alemania invadió Rusia en Kursk para desviar la atención de sus propias pérdidas, y Alemania finalmente fue derrotada en la Batalla de Kursk. El regreso del equipo militar alemán a los alrededores de Kursk debe haber dejado a muchos boquiabiertos; el actual campo de batalla alrededor de la ciudad de Sudzha (cerca de la frontera con Ucrania y a unos 150 km de Kursk) es precisamente el lugar donde, en 1943, los ejércitos soviéticos 38 y 40 se prepararon para una contraofensiva contra el 4.º Ejército alemán.

A lo largo de los siglos, Rusia ha sido atacada de diversas formas en su flanco vulnerable desde Occidente, y más recientemente por Napoleón y Hitler. No sorprende que los rusos sean sumamente sensibles a esta sangrienta historia. ¿Bill Burns y compañía pensaron en esto detenidamente? ¿Se imaginaron que la invasión de Rusia por parte de la OTAN haría que Putin se sintiera "desafiado" y que, con un empujón más, se rendiría y aceptaría un resultado "congelado" en Ucrania, con el ingreso de este último país a la OTAN y la entrega de las nuevas provincias y de Crimea? Tal vez lo hayan pensado.

En definitiva, el mensaje que enviaron los servicios occidentales fue que Occidente (la OTAN) va a por Rusia. Este es el significado de elegir deliberadamente Kursk. Leer las runas del mensaje de Bill Burns dice que hay que prepararse para la guerra con la OTAN.

Para que quede claro, este género de "narrativa ganadora" en torno a Kursk no es ni engaño ni finta. Los Acuerdos de Minsk fueron ejemplos de engaño, pero eran engaños basados en una estrategia racional (es decir, eran históricamente normales). Los engaños de Minsk tenían como objetivo ganar tiempo para Occidente para avanzar en la militarización de Ucrania, antes de atacar el Donbass. El engaño funcionó, pero sólo al altísimo precio de una ruptura definitiva de la confianza entre Rusia y Occidente. Los engaños de Minsk también aceleraron el fin de la era de 200 años de occidentalización de Rusia.

Kursk, en cambio, es un tema diferente. Se basa en las nociones del excepcionalismo occidental. Occidente se percibe a sí mismo como alguien que se está moviendo hacia "el lado correcto de la Historia". Las "narrativas ganadoras" afirman esencialmente -en formato secular- la inevitabilidad de la Misión escatológica occidental para la redención y convergencia global. En este nuevo contexto narrativo, los hechos sobre el terreno se convierten en meros irritantes y no en realidades que deben tenerse en cuenta.

Éste es su talón de Aquiles.

"Extremismo" en conflicto con "Nuestra Democracia"

Sin embargo, la convención demócrata en Chicago subrayó una preocupación adicional: Así como el Occidente hegemónico surgió de la era de la Guerra Fría, moldeado y vigorizado a través de la oposición dialéctica al comunismo (en la mitología occidental), así vemos hoy un "extremismo" (pretendidamente) totalizador (ya sea del modo MAGA; o de la variedad externa: Irán, Rusia, etc.) - planteado en Chicago en una oposición dialéctica hegeliana similar a la anterior, capitalismo versus comunismo; pero en el caso de hoy es "extremismo" en conflicto con "Nuestra Democracia".

La tesis narrativa de la Convención Nacional Demócrata de Chicago es en sí misma una tautología de diferenciación identitaria que se presenta como "unión" bajo una bandera de diversidad y en conflicto con la "blancura" y el "extremismo". El "extremismo" se presenta claramente como el sucesor de la antigua antítesis de la Guerra Fría: el comunismo.

Es posible que en la "trastienda" de Chicago se esté pensando que una confrontación con el extremismo -en sentido amplio- volverá a producir, como ocurrió en la era posterior a la Guerra Fría, un rejuvenecimiento estadounidense. Es decir, que un conflicto con Irán, Rusia y China (de una manera diferente) podría entrar en la agenda. Las señales reveladoras están ahí (además de la urgente necesidad de Occidente de reestructurar su economía, algo que la guerra suele proporcionar).

Sin duda, la maniobra de Kursk les pareció inteligente y audaz a Londres y Washington. Pero ¿con qué resultado? No logró ni el objetivo de tomar la central nuclear de Kursk ni el de desviar tropas rusas de la línea de contacto. La presencia ucraniana en la región de Kursk será eliminada o ya lo fue.

Pero lo que sí hizo fue poner fin a todas las perspectivas de un eventual acuerdo negociado en Ucrania. La desconfianza de Rusia hacia EEUU es ahora absoluta y ha hecho que Moscú esté más decidido a llevar a cabo la operación especial hasta su conclusión. El equipo alemán visible en Kursk ha despertado viejos fantasmas (no sólo en Putín y sus ministros: campesinos de Kursk apoyaban con sus escopetas de caza a las tropas rusas) y ha consolidado la conciencia de las hostiles intenciones occidentales hacia Rusia. "Nunca más", es la respuesta tácita.


Fondo de la Cultura Estratégica. Traducido para www.nodo50.org/ceprid por María Valdés

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Texto completo en: https://www.lahaine.org/mundo.php/el-modo-occidental-de-hacer

viernes, 4 de octubre de 2024

¿Quién fabrica la proganda de guerra ?

 

Las fábricas ideológicas de la propaganda de guerra

 5 de octubre de 2024

 

Una guerra no sólo necesita armas y carne de cañón, sino también pretextos y justificaciones, que proceden de los “expertos” y equipos de análisis (“think tanks”) que financian las industrias de la guerra. Unos venden armas y otros relatos. Además, en el mundo contemporáneo las guerras hay que explicarlas en tiempo real. Las imágenes de la televisión tienen que ir acompañas de voces “autorizadas”.

Los relatos también cuestan dinero. El año pasado los fabricantes de armas donaron al menos 7,8 millones de dólares a los cincuenta mayores equipos de análisis de Estados Unidos, que a su vez publican informes pidiendo más guerras y más gastos militares, lo que aumenta significativamente los beneficios de sus patrocinadores. El único perdedor de este sistema circular y cerrado es la población estadounidense, agobiada por impuestos más altos, y las decenas de millones de personas en todo el mundo que son víctimas de la maquinaria de guerra estadounidense.

Los equipos de análisis que recibieron más dinero corrupto fueron, por orden, el Consejo Atlántico, CSIS, CNAS, el Instituto Hudson y el Consejo de Relaciones Internacionales, mientras que los fabricantes de armas más activos en los pasillos de Washington fueron Northrop Grumman, Lockheed Martin y General Atomics.

Estos expertos tienen una influencia directa en las guerras de todo el mundo. El CSIS, por ejemplo, es uno de los más firmes defensores de armar a Ucrania, Taiwán e Israel, incluso aunque esté cometiendo un genocidio en Palestina. Un informe enumera las armas estadounidenses que podrían ayudar al ejército israelí, incluidos los proyectiles de artillería Excalibur, los sistemas de guiado de bombas JDAM y los misiles Javelin. Estas armas son fabricadas por Raytheon, Boeing y Lockheed Martin respectivamente, los cuales se encuentran entre los principales financieros del CSIS.

Las armas estadounidenses se utilizan a diario para llevar a cabo ataques ilegales y mortales contra poblaciones civiles en Palestina, Líbano y Siria, lo que convierte a los fabricantes de armas en cómplices directos de crímenes de guerra.

Un ejemplo de esto es la reciente Guerra de Gaza. Israel arrojó tres bombas MK-84 de una tonelada sobre el campo, matando al menos a 19 personas. Decenas más siguen desaparecidas. Según la ONU, las explosiones de las bombas MK-84 rompen los pulmones, arrancan extremidades y cabezas de los cuerpos y revientan los senos nasales hasta a cientos de metros de distancia.

Las bombas MK-84 fueron producidas en Estados Unidos por General Dynamics y enviadas a Israel con la bendición de Washington. General Dynamics obtuvo enormes beneficios con la masacre. La cotización de las acciones del fabricante de armas con sede en Washington ha subido un 42 por cien desde el 7 de octubre.

La norma son los conflictos de intereses

Los equipos de análisis son una parte vital de los cabilderos, asociaciones comerciales y otras organizaciones que intentan orientar la política gubernamental. Son grupos de intelectuales que se reúnen para discutir y defender políticas con la esperanza de influir en la Casa Blanca y en el debate público. Realizan y publican investigaciones en profundidad sobre políticas gubernamentales, ayudan a redactar leyes y sirven como expertos de referencia para los medios. Muchos colaboradores de canales de noticias de 24 horas o editores invitados que escriben editoriales en periódicos trabajan en grupos de expertos. Como tales, son un impulsor clave del discurso político en todo el país.

También sirven como fuente para las instituciones públicas que buscan cubrir puestos administrativos. Cuando un partido pierde el poder, los antiguos altos funcionarios del gobierno a menudo toman posiciones en centros de estudios para ayudarles a resistir hasta que su bando recupere la Casa Blanca. Como tales, existen como una especie de gobierno privado a la espera, que emite recomendaciones políticas que esperan implementar algún día por sí mismos.

Pero todos esos funcionarios y sus elegantes oficinas en Nueva York o Washington no son baratos y, por lo general, sólo hay dos fuentes de financiación: contratos gubernamentales o empresas estadounidenses. El dinero llega con condiciones. Las empresas estadounidenses que financian los equipos de análisis esperan que defiendan sus intereses. Los cabildos empresariales pagan a los equipos de análisis que abogan por impuestos más bajos y menos regulaciones, mientras que la industria de defensa da dinero a los halcones que abogan por la guerra y un aumento del gasto militar.

Algunos han argumentado que los equipos de análisis no son árbitros neutrales de buenas ideas, sino actores capitalistas respaldados por el gobierno que promueven planes mientras intentan mantener un barniz de objetividad y respetabilidad.

Es evidente que existe un enorme conflicto de intereses si los grupos que asesoran al gobierno estadounidense sobre política militar están inundados de dinero de la industria armamentista. Un estudio ha analizado los 50 equipos de análisis de política exterior más influyentes de Estados Unidos y realizó un seguimiento de su financiación para determinar cuánto dinero recibieron de cada una de la empresas armamentistas.

En total, la industria armamentística ha donado al menos 7,8 millones de dólares a estos equipos. Es una subestimación significativa por varias razones. En primer lugar, los equipos no están obligados a revelar sus fuentes de financiación, lo que significa que el conjunto de datos está incompleto. Además, quienes lo hacen suelen ser muy vagos respecto de las cantidades exactas que se les pagan. Por ejemplo, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) señala que grupos como Leonard SpA, Lockheed Martin, Huntington Ingalls Industries y Northrop Grumman les donaron al menos 250.000 dólares en el último año fiscal. Sin embargo, el CSIS no ha establecido un límite superior para sus donaciones, lo que significa que “251.000 dólares o más” podría significar 1.100 millones o 250.000 millones de dólares.

Una financiación oculta

Los gigantescos fabricantes de armas financian silenciosamente a muchos de los grupos más grandes e influyentes que asesoran al gobierno de Estados Unidos sobre su política exterior. Sólo el Consejo Atlántico está financiado por 22 empresas armamentistas, por un total de al menos 2,69 millones de dólares el año pasado. Incluso un grupo como el Carnegie Endowment for Peace, establecido en 1910 como una organización dedicada a reducir los conflictos mundiales, está patrocinado por empresas que fabrican armas de guerra, incluidas Boeing y Leonardo, que donan decenas de miles de dólares cada año.

Los cinco equipos que recibieron más dinero de la industria armamentística son: el Consejo Atlántico, 2,69 millones de dólares; el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), 2,46 millones de dólares; el Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense (CNAS), 950.000 dólares; el Instituto Hudson, 300.000 dólares; y el Consejo de Relaciones Internacionales, 10.000 dólares.

Al menos 36 fabricantes de armas han brindado apoyo financiero a importantes equipos estadounidenses de análisis. Los más generosos son Northrop Grumman, con 1,07 millones de dólares; Lockheed Martin, con 838.000 dólares; General Atomics, con 485.000 dólares; Leonardo SpA, con 10.000 dólares; y Mitsubishi, con otros 10.000 dólares.

El papel de los equipos de análisis financiados por la industria armamentista consiste en construir, a través de interminables repeticiones y debates que permanezcan dentro de sus extraños parámetros, la idea de que las guerras se ganan, que las guerras son defensivas, que las armas nucleares disuaden las guerras, que no podemos hablar con los enemigos, que el gasto en armas es un servicio público que los países deberían ampliar en la medida de lo posible, privando al mismo tiempo de fondos destinados a los gastos sociales.

¿Quién paga el precio?

No es casualidad que los grupos que reciben la mayor cantidad de dinero de la industria armamentista sean el hogar de algunas de las voces más duras del mundo. La industria armamentista, como todas las empresas, no dona por la bondad de su corazón, sino que busca un retorno de la inversión.

Influyentes equipos como el CSIS están dando a sus benefactores un retorno de la inversión, pidiendo constantemente más gasto militar y más guerras en todo el mundo, cualesquiera que sean las consecuencias.

En 2022 el CSIS argumentó que la Guerra de Ucrania presentaba una oportunidad única para transformar y racionalizar la defensa europea, es decir, imponer enormes aumentos del gasto militar. Advirtió que eso debe hacerse rápidamente, ya que el tiempo para hacerlo puede ser efímero, que Europa debe evitar un enfoque fragmentado de su ejército y no debe seguir dependiendo de Estados Unidos para su defensa. El objetivo del 2 por cien del PIB que los países de la OTAN deben dedicar a sus fuerzas armadas es demasiado bajo y recomienda duplicar el gasto militar en Europa al 4 por cien. Lo que no se menciona es que eso sería una gran aportación para las empresas armamentistas que los financian.

Los países europeos, insistió también el CSIS, deben hacer todo lo posible dentro de la OTAN, militarizando sus sociedades, como la de Estados Unidos, en nombre de la “democracia mundial”.

En un artículo publicado en The Atlantic, Eliot A. Cohen, presidente Arleigh A. Burke de Estrategia en el CSIS, exigió una escalada de la participación occidental en Ucrania. “Necesitamos ver masas de rusos huyendo, desertando, disparando a sus oficiales, siendo hechos prisioneros o asesinados. La derrota rusa debe ser un desastre enorme y sangriento”, escribió, añadiendo que “para este fin, Occidente debe dar urgentemente todo lo que Ucrania pueda necesitar”. Eso incluye misiles de largo alcance y aviones de combate F-16 y F-35.

Lo que ni Cohen ni The Atlantic advierten, sin embargo, es que las armas que exigió que se compraran y enviaran a Ucrania son fabricadas por General Dynamics y Lockheed Martin, grupos que financian directamente al CSIS.

Al igual que el Consejo Atlántico, el CSIS aboga por mantener las armas nucleares estadounidenses en Europa, para que no se utilicen rápidamente. Las voces conciliadoras dentro de los grupos de expertos son, en el mejor de los casos, pocas y dispersas. Entre los editoriales y citas del CSIS que aparecieron en el New York Times durante un año y fueron escritos por el grupo de vigilancia de los medios Fairness and Accuracy in Reporting, no se encontró ningún ejemplo de la organización que defienda la reducción o la cautela en la política militar estadounidense.

Pero las voces a favor de la guerra no se limitaron al CSIS. Todos los equipos de análisis que reciben una financiación importante de la industria armamentista han adoptado una postura claramente agresiva. El Consejo Atlántico, por ejemplo, supervisó el gasto de los países europeos dentro de la OTAN con el objetivo de obligarlos a comprar más armas. Abogó por que Estados Unidos cree una nueva “coalición de inteligencia del Indo-Pacífico” que aumentaría las tensiones con China. La CNAS, por su parte, afirmó que la respuesta supuestamente moderada de Estados Unidos a las “provocaciones chinas” había erosionado su “credibilidad” en el escenario internacional.

Hablando sobre lo que lograron los equipos de análisis, Swanson dice: “Normalizaron la idea de medir el gasto de guerra como porcentaje de una economía, y la idea de que no hay un consumo excesivo. Han normalizado la idea de que sólo hay una solución para todos los problemas, incluso los creados por esa única solución, y es la guerra. Y presentan constantemente a la OTAN como una alianza defensiva, sin que nadie se dé cuenta de que todas las guerras de la OTAN han sido abiertamente agresivas”.

La población estadounidense se muestra escéptica ante la guerra. Dos tercios del país quiere que Washington y Ucrania entablen relaciones diplomáticas directas con Rusia, incluso si eso significa ceder territorio ucraniano. La mayoría de los estadounidenses también se opone a enviar más tropas estadounidenses a Oriente Medio, aunque sea para “defender a Israel”.

Cuando se habla de Ucrania, el 85 por cien de los equipos de análisis citados en los principales medios de comunicación como el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal recibieron financiación del complejo militar-industrial. Entre estos últimos, los más importantes fueron el CSIS y el Consejo Atlántico.

La guerra es siempre una buena noticia para los fabricantes de armas

La guerra es siempre una buena noticia para los fabricantes de armas. En los últimos cinco años, el precio de las acciones de General Dynamics ha subido un 103 por cien, el precio de las acciones de Lockheed Martin ha subido un 107 por cien y el precio de las acciones de Northrop Grumman ha subido un 110 por cien.

Los accionistas de la industria armamentística han visto sus inversiones dar buenos resultados gracias a un país adicto al conflicto. Estados Unidos ha estado en guerra durante 231 de sus 248 años de independencia. Según un informe del Servicio de Investigación del Congreso, una institución pública estadounidense, Estados Unidos ha iniciado 469 intervenciones militares extranjeras entre 1798 y 2022 y 251 solo desde 1991. Estos incluyen operaciones especiales, asesinatos selectivos de dirigentes extranjeros, golpes militares e invasiones y ocupaciones directas de otros países.

Más de la mitad del gasto discrecional del gobierno se destina al ejército, cuyo presupuesto se acerca al billón de dólares al año. El gasto militar estadounidense rivaliza con el de todos los demás países juntos, mantiene una red de aproximadamente 1.000 bases en todo el mundo, incluidas casi 400 en un anillo que rodea China.

Esto alimenta el apetito insaciable de los fabricantes de armas, que tienen aún más dinero para gastar en comprar enchufes y presionar al gobierno para que emprenda más guerras. Su estrategia es financiar equipos de análisis en Washington. Para empresas como Lockheed Martin y Raytheon, es una inversión empresarial inteligente. Unos cientos de miles de dólares al año gastados en financiar equipos de análisis como CSIS, CNAS o el Atlantic Council se traducen en miles de millones de dólares en pedidos adicionales de tanques, barcos y aviones.

El militarismo no ha hecho más que aumentar desde entonces. Actualmente Estados Unidos se está preparando para posibles guerras con Rusia y China, dos de los estados más grandes y poblados del planeta, ambos con grandes arsenales de armas nucleares.

Es una excelente noticia para el complejo militar-industrial, que está causando estragos.

Alan Mac Leod https://www.mintpressnews.com/raytheon-boeing-fund-push-nato-nuclear-expansion/288300/

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