martes, 28 de enero de 2020

¿Terroristas “luchando” contra el terrorismo?

¿Terroristas “luchando” contra el terrorismo?



Hace poco más de una semana tuvo lugar una cumbre hemisférica en Bogotá mentirosamente titulada “IIIª Cumbre Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo.” Quien aparece organizando el evento fue el “régimen” de Iván Duque, empecinado más aún que sus predecesores en convertir a Colombia en un lastimoso enclave neocolonial estadounidense en Sudamérica. Pero quien realmente convocó la conferencia fue el gobierno de Estados Unidos, a juicio de Frei Betto y muchos de nosotros, el mayor terrorista de la historia. Nadie jamás perpetró tantos atentados como Washington, antes y después de Hiroshima y Nagasaki. El asesinato del General Qassem Suleimani, orgullosamente reconocido como tal por un impresentable e inimputable Donald Trump rebosante de felicidad al comunicar su aniquilación en un tercer país, es una perla más de un largo collar de infamias que jalonan la historia de Estados Unidos desde su fundación.

¿Qué autoridad moral tiene Washington para presentarse como un campeón de la lucha antiterrorista? Ninguna.

El evento de Bogotá fue importante porque marca una nueva vuelta de tuerca en el proceso de militarización de la política exterior de Estados Unidos y la voluntad de criminalizar todo lo que se oponga a sus nefastos designios. “Si estás conmigo eres un ángel democrático”, dicen en las cercanías de la Oficina Oval aunque, como hace Duque, asesines a un líder social por día (27 en los primeros 26 días del 2020). “Pero no debes preocuparte porque nuestro inmenso aparato comunicacional silenciará tus crímenes. Pero si rechazas mi amistad y no te sometes a mis órdenes, como Maduro, Díaz Canel u Ortega, eres una despiadada dictadura y la prensa, una vez más, se encargará de convertirte en un personaje aborrecible y repugnante.” Tal es el discurso dominante en Washington. Será muy difícil para gobiernos como el de Alberto Fernández o Andrés M. López Obrador sortear esta trampa tendida por los estrategas y los propagandistas del imperio.La reunión de Bogotá trajo también una novedad: la indisimulada y oficial intromisión de Israel -un “estado canalla”, sistemático transgresor de la legalidad internacional por su genocidio del pueblo palestino y desacato ante las resoluciones de las Naciones Unidas- en los asuntos hemisféricos para cumplir el papel del matón de otro barrio llamado a aportar su experiencia en materia de equipamientos sofisticados para el control de las protestas sociales, aplicación de torturas y represión de las luchas populares en momentos en que el neoliberalismo arde sin remedio en todo el cordón de los Andes, desde Colombia hasta el Sur de Chile.
  y ver  ..

 http://estrategia.la/2020/01/28/afirmaciones-de-bolton-pueden-acelerar-el-impeachment-a-trump/

lunes, 27 de enero de 2020

El ‘peace game’ Venezuela .

Carrie Filipetti y el ‘peace game’ Venezuela

ctxt.es

Estados Unidos baraja un escenario de hundimiento del Gobierno de Maduro, debido a las sanciones y al embargo petrolero, y sin alternativa de poder dada la debilidad de Guaidó

Tuve la escalofriante experiencia en octubre pasado de ver en persona, durante un evento del Atlantic Council, en Washington, a Carrie Filipetti, la ice queen de la política venezolana del Departamento de Estado estadounidense.
De tez tan blanca y transparente y mirada tan fría, que sería material de casting para la próxima teleserie de vampiros, Filipetti había sido invitada para hablar del embargo petrolero a Venezuela. La invitada estrella del think tank más querido del Departamento de Estado pidió, de manera previsible, más sanciones contra Venezuela y el endurecimiento de un bloqueo que ha dificultado la exportación de crudo, que supone el 95% de las exportaciones venezolanas y es crucial para importar bienes esenciales.
Pese a tener escasa experiencia en relaciones exteriores, Filipetti es responsable de Cuba y Venezuela en el departamento de Mike Pompeo. Licenciada en estudios religiosos por la Universidad de Virginia, fue responsable de la cartera de donativos de la fundación del financiero neoconservador Paul Singer, el gestor de fondos buitre que quiso provocar una guerra con Argentina.
En la conferencia, Filipetti describió el panorama desolador de desabastecimiento y migración masiva en Venezuela. Lamentó con verdadera indignación virginiana que miles de venezolanos estén muriendo debido a la escasez de medicamentos. Adoptó un tono de superioridad moral al arremeter contra chinos y rusos por su negativa a apoyar la política de cambio de régimen y por intentar burlar el embargo. “No actuar es ser cómplice de la maldad (evil fue la palabra que ella eligió)”, denunció.
En el Atlantic Council, un grupo de periodistas –entre ellos algún español– se lanzó a intercambiar tarjetas de visita con la nueva cara de la diplomacia evangelista de la nueva guerra fría en el Caribe. Pero nadie se atrevió a preguntarle si en sus clases de metafísica en Virginia se llegó a plantear alguna vez la moralidad de condenar una catástrofe humanitaria que uno mismo ha ayudado a crear.
Unos días después, el Atlantic Council celebró en la misma sede un brainstorming estratégico, un llamado juego de paz, Peace game Venezuela. El planteamiento de un desenlace fatal para la crisis venezolana y sus correspondientes posibles escenarios resultó, sin embargo, ser todo menos un juego de paz. Más bien se parecía a uno de esos siniestros war games que se organizan en las salas oscuras del Pentágono. Esos en los que los generales se asombran horrorizados por la devastación provocada por sus propias bombas.
Vamos a esbozar la puesta en escena del juego Peace game Venezuela, pathways to peace (rutas hacia la paz). Los jugadores son un puñado de especialistas del establishment de la política exterior en Washington (embajadores, ministros y militares) y ‘expertos’ latinoamericanos admiradores casi todos de Carrie Filipetti y de su jefe, el secretario de Estado, Mike Pompeo. Entre estos está el representante de la Organización de Estados Americanos, que pide más sanciones contra Venezuela, y el representante de Juan Guaidó en Washington, que ha intentado convencer a Estados Unidos de actuar militarmente contra su propio país, cosa que ni Carrie Filipetti ve con buenos ojos.
Por motivos que el Atlantic Council no explica, el juego por la paz en Venezuela fue patrocinado por la petro-teocracia de Emiratos Árabes. Los otros patrocinadores eran la Universidad de Florida, estado en el que Donald Trump busca el voto excubano, y la revista Foreign Policy, cuyo director más influyente fue Moisés Naím, exministro de Fomento del venezolano Carlos Andrés Pérez.
El juego empieza con la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si la situación en Venezuela se vuelve verdaderamente catastrófica y se produce el colapso? Es un escenario que no se puede descartar por terrible que sea, coinciden los jugadores. Así, manejan la hipótesis de que se produce una situación de caos tras el hipotético colapso del gobierno de Nicolás Maduro, pero, dada la debilidad total del supuesto gobierno alternativo de Guaidó, no hay otro poder ejecutivo para sustituirlo.
Los jugadores imaginan, pues, el siguiente escenario: “Conforme se colapsa el Estado venezolano, el sistema de sanidad se desintegra también. Los cortes de luz ya crónicos, la falta de agua y las condiciones insalubres se generalizan. El escenario se despliega con un brote de sarampión en Petare (una barriada pobre de Caracas). (…), la violencia, el hambre y la desesperación intensifican los flujos migratorios desde Caracas de 5.000 a 10.000 al día…”.
Echándole todavía más imaginación morbosa, los jugadores del Atlantic Council se inventan un escenario –tal vez sugerido por el jugador colombiano integrante del gobierno de Iván Duque– en el que la facción disidente de las FARC (que se desarmó hace dos años) se hace con el control en Venezuela junto con otro grupo de la “narco guerrilla” , ELN, y colectivos chavistas. “Las FARC, el ELN y los colectivos toman el poder conforme la situación se deteriora. Estos grupos aprovechan el vacío del poder para elevar su apoyo y legitimidad y su poder de negociación”, reza el guión.
Con ese grado de imaginación, el peace game del Atlantic Council empieza a parecer uno de esos videojuegos de fantasía gótica y violenta. Dark souls (almas oscuras), por ejemplo, con su primera entrega titulada Prepárense para morir, que, dicho sea de paso, tiene algunos personajes que se parecen bastante a Carrie Filipetti.
Al final del juego, los participantes logran estabilizar la situación: “La emergencia humanitaria consigue armonizar una respuesta a la crisis de seguridad pero no antes de numerosas muertes de civiles”.
Hay algo perverso en la metodología del juego Peace game Venezuela. Las catástrofes humanas que vislumbran los expertos en sus fantasiosas tormentas de ideas son la consecuencia, precisamente, de las premisas iniciales del juego: las sanciones y el embargo petrolero implementado por la administración Trump.
“El escenario [del juego] plantea que EE.UU. y Europa vayan intensificando la presión económica sobre el régimen de Maduro al abortar totalmente la capacidad de Venezuela para usar el sistema de pagos internacionales”, se explica. “Las endurecidas sanciones, en tándem con la incapacidad para acceder a los mercados financieros, empujan finalmente al régimen de Maduro hasta el abismo y desencadenan el colapso político y económico del Estado y todas las instituciones nacionales”.
Sería lógico, dada la evolución de este juego, que se intentara hacer otro peace game, en el que las condiciones iniciales fuesen otras. Por ejemplo, la retirada del embargo y las sanciones a cambio del respaldo de Maduro a negociaciones entre el Gobierno y la oposición con el fin de convocar elecciones en 2021. O tal vez, otras premisas iniciales podrían ser un programa de alimentos por petróleo, como el que propone Francisco Rodríguez, economista y asesor del líder opositor Henri Falcón. Habría sido interesante poder ver los escenarios correspondientes a esas condiciones iniciales de juego alternativo. Pero, al parecer, el Atlantic Council y los jugadores del peace game son todos defensores acérrimos de las sanciones y, al igual que Filipetti, acusan de crímenes morales a cualquiera que cuestione su eficacia o que intente sortear el embargo.
Mientras los participantes del juego en el Atlantic Council barajaban escenarios de muerte, unas manzanas más al sur, Pompeo advertía de que, en lo que se refiere a las sanciones, EE.UU. no ha terminado aún. “The United States is not done”, dijo como si se tratara de una hamburguesa medio engullida. Seguirán apretando las tuercas. Es un castigo colectivo que viola la convención de Ginebra y, por tanto, el derecho internacional humanitario. Además, tal y como ha quedado claro, no sirve para forzar una salida de Maduro si eso es lo que se quiere. Pero da para jugar un divertido peace game.
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* Andy Robinsones es licenciado por la London School of Economics en Ciencias Económicas y Sociología y en Periodismo por El País UAM. Fue corresponsal de ‘La Vanguardia’ en Nueva York y hoy ejerce como enviado especial para este periódico. Su último libro es ‘Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América’ (Editorial Ariel, 2016).


Fuente: https://ctxt.es/es/20200115/Politica/30691/Andy-Robinson-Carrie-Filipetti-peace-game-Venezuela-Diario-itinerante-Estados-Unidos-Maduro-Guaido.htm

domingo, 26 de enero de 2020

Trump y las saciones como arma de guerra

El mundo debe poner fin a la guerra económica ilegal de los Estados Unidos

Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

El uso indiscriminado, ilegal e inmoral de las sanciones es un acto de guerra.
Estados Unidos depende cada vez más de medidas coercitivas ilegales unilaterales (también conocidas como sanciones económicas) en lugar de la guerra o como parte de su preparación para la guerra. De hecho las sanciones económicas son un acto de guerra que mata a decenas de miles de personas cada año a través del estrangulamiento financiero. Un bloqueo económico pone a un país bajo asedio.
Un ejemplo reciente es el aumento de las medidas económicas impuestas contra Irán, que muchos consideraron más aceptable que un ataque militar. En respuesta a la represalia de Irán por el asesinato del general Qassem Soleimani y otras siete personas, Irán utilizó misiles balísticos para atacar dos bases en Irak que albergan tropas estadounidenses. El presidente Trump respondió diciendo que impondría más sanciones a Irán. Luego terminó sus comentarios instando a negociaciones de paz con Irán. Estados Unidos necesita comprender que no habrá negociaciones con Irán mientras no levante las sanciones que buscan destruir la economía iraní y poner a la gente en contra de su Gobierno.
Las sanciones contra Irán han estado vigentes desde la Revolución iraní de 1979, que independizó al país de la tutela estadounidense. Irán no es el único país sancionado por Estados Unidos. Samuel Moncada, el embajador venezolano ante las Naciones Unidas, en la cumbre del Movimiento de Países No Alineados de 120 naciones el 26 de octubre de 2019, denunció la imposición de sanciones por parte de los Estados Unidos, como "terrorismo económico que afecta a un tercio de la humanidad con más de 8.000 medidas en 39 países".
Es hora de poner fin a la guerra económica de Estados Unidos y derogar estas medidas coercitivas unilaterales que violan el derecho internacional.

Las sanciones son un arma de guerra
Estados Unidos usa sanciones contra países que resisten la agenda de los Estados Unidos. Las sanciones de los Estados Unidos están diseñadas para matar al destruir una economía a través de la denegación de acceso a la financiación, lo que provoca hiperinflación y escasez y bloquea las necesidades básicas, como alimentos y medicamentos. Se espera, por ejemplo, que las sanciones causen la muerte de decenas de miles de iraníes al crear una grave escasez de medicamentos esenciales y equipos médicos en todo Irán.
Muhammad Sahimi escribe que en una "carta publicada por The Lancet, la prestigiosa revista médica, tres médicos que trabajan en el Centro de Tratamiento e Investigación del Cáncer Pediátrico MAHAK de Teherán advirtieron de que el 'restablecimiento de sanciones, escasez de medicamentos debido a la renuencia de las compañías farmacéuticas para tratar con Irán, y un tremendo aumento en los precios de los medicamentos oncológicos [debido al desplome del valor del rial iraní en un 50-70%], inevitablemente conducirá a una disminución en la supervivencia de los niños con cáncer'”.
La diabetes, la esclerosis múltiple, el VIH/SIDA, el Parkinson, el Alzheimer y el asma afectan a más de diez millones de iraníes que encontrarán que los medicamentos esenciales son imposibles de obtener o están disponibles solo a precios altos. Estados Unidos afirma que los alimentos y las medicinas están excluidos de las sanciones, pero en la práctica no lo son porque las compañías farmacéuticas temen que se les apliquen sanciones por alguna violación técnica e Irán no puede pagar los elementos esenciales cuando los bancos no pueden hacer negocios con ellos. Las naciones europeas no lograron persuadir a la Administración de Trump de garantizar que los iraníes tengan acceso a medicamentos y alimentos esenciales.
En Venezuela, debido a las sanciones, 180.000 operaciones médicas han sido canceladas y 823.000 pacientes con enfermedades crónicas esperan medicamentos. El Centro de Investigación Económica y Política descubrió que las sanciones han privado a Venezuela de "miles de millones de dólares en divisas necesarias para pagar las importaciones esenciales y que salvan vidas", lo que contribuye a 40.000 muertes totales en 2017 y 2018. Más de 300.000 venezolanos están en riesgo debido a la falta de acceso a medicamentos o tratamientos. Los economistas advierten de que las sanciones estadounidenses podrían causar hambruna en Venezuela. Las sanciones también causan escasez de piezas y equipos necesarios para la generación de electricidad, sistemas de agua y transporte, además de evitar la participación en el mercado financiero mundial. Las sanciones, que son ilegales bajo la ley de la ONU, la OEA y los Estados Unidos, han provocado protestas masivas en Venezuela contra los Estados Unidos.
Las sanciones contra Irán y Venezuela podrían ser el preludio de un ataque militar, es decir, que Estados Unidos debilite económicamente a una nación antes de atacarla. Esto es lo que sucedió en Irak. Bajo la presión de los Estados Unidos, el 2 de agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó sanciones que requerían que los países dejaran de comerciar o realizar transacciones financieras con Irak. El presidente George HW Bush dijo que las sanciones de la ONU no se levantarían "mientras Saddam Hussein esté en el poder". Estados Unidos continuó presionando a los miembros cada vez más escépticos del Consejo de Seguridad para que las cumplieran aunque cientos de miles de niños estaban muriendo. En 1996 se preguntó a la entonces Embajadora de los Estados Unidos ante la ONU, Madeleine Albright, sobre la muerte de hasta 500.000 niños debido a la falta de medicamentos y el aumento de la desnutrición exacerbada por las sanciones y ella respondió brutalmente: "[El] precio vale la pena". Las sanciones también se usaron contra Libia y Siria antes de que Estados Unidos las atacara.
Esto es coherente con el "método de guerra" de los Estados Unidos descrito por Roxanne Dunbar-Ortiz en An Indigenous Peoples’ History of the United States, que describe la contrainsurgencia fronteriza basada en la aniquilación, incluida la destrucción de alimentos, viviendas y recursos, así como el militarismo despiadado. Estados Unidos ha librado una guerra económica a largo plazo contra Cuba (sanciones vigentes desde 1960), Corea del Norte (primeras sanciones en la década de 1950 endurecidas en la década de 1980), Zimbabue (2003) e Irán (1979).
Las sanciones perjudican a los civiles, especialmente a los más vulnerables (bebés, niños, ancianos y enfermos crónicos), no a los gobiernos. Su intención es reducir la economía y causar escasez crónica e hiperinflación al tiempo que asegura la falta de acceso a la financiación para pagar lo esencial. Luego Estados Unidos culpa al gobierno objetivo de la acción alegando que la corrupción o el socialismo son el problema en un esfuerzo por poner a la gente en contra de su gobierno. Esto a menudo fracasa cuando la gente se moviliza alrededor del gobierno, silencia sus llamados a la “democracia” y trabaja para desarrollar una economía de resistencia.

El movimiento para poner fin a las sanciones
En los últimos años se ha creado un movimiento para poner fin al uso de medidas coercitivas económicas ilegales. El movimiento incluye gobiernos que se unen en foros como el Movimiento de Países No Alineados, conformado por países que representan el 55 por ciento de la población mundial, así como estados miembros de la ONU que piden que se respeten el derecho internacional y la Carta de la ONU y que se organicen los movimientos sociales para educar sobre el impacto de las sanciones y exigir el fin de su uso. Este junio el Movimiento de Países No Alineados pidió el fin de las sanciones contra Venezuela.
Popular Resistance está trabajando con grupos de todo el mundo en Global Appeal for Peace, una iniciativa para crear una red mundial de personas y organizaciones que trabajarán juntas para oponerse a las acciones ilegales de los Estados Unidos y de cualquier país que actúe de manera similar. Una alta prioridad es oponerse a la imposición de medidas económicas coercitivas unilaterales que violen los estatutos de las Naciones Unidas. La ONU y su Corte Internacional de Justicia han sido ineficaces en responsabilizar a los Estados Unidos por sus acciones. Ningún país o movimiento solo tiene el poder para responsabilizar a Estados Unidos, pero juntos podemos hacer la diferencia. Únete a esta campaña aquí.
Con 39 países afectados por sanciones y otros países afectados porque no pueden comerciar con esos países, las naciones están desafiando la dominación del dólar estadounidense. Los países están tratando de realizar transacciones comerciales sin el dólar y ya no tratan al dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial, al tiempo que evitan Wall Street. La desdolarización de la economía mundial es un efecto boomerang que se está acelerando debido al abuso de las sanciones y debilitará gravemente la economía de los Estados Unidos.
El ministro de Relaciones Exteriores Zarif, quien describe las sanciones como "terrorismo económico", advirtió de que "el uso extralimitado del poder económico por parte de Estados Unidos y el uso excesivo del dólar como arma para el terrorismo económico estadounidense contra otros países, será contraproducente". El retroceso continúa creciendo, el impacto negativo en la economía de los Estados Unidos puede obligar a los Estados Unidos a dejar de usar sanciones. El fin de la dominación del dólar se sumará a la desaparición del imperio estadounidense quebrado.
Es hora de poner fin al uso de sanciones económicas ilegales
La unión de países que actúan contra las sanciones de los Estados Unidos y los movimientos populares que presionan al Gobierno de los Estados Unidos tienen el potencial de poner fin al abuso de las sanciones. La UE se ha movido para mitigar el impacto de las sanciones contra Irán al crear una alternativa al sistema de comercio SWIFT controlado por Estados Unidos. Esto está estimulando el fin del dólar como moneda de reserva. Algunos funcionarios de la UE han pedido sanciones en represalia contra los EE. UU.
Trump dejó una pequeña apertura para una posible diplomacia con Irán que podría conducir al fin de las sanciones contra ese país. Trump se jactó de que Estados Unidos es el principal productor de petróleo y gas, se atribuyó el mérito por un delito climático de Obama y por lo tanto ya no necesita gastar cientos de millones al año para tener tropas en el Medio Oriente. Concluyó con un mensaje al "pueblo y líderes de Irán" de que Estados Unidos estaba "listo para tener paz con todos aquellos que la buscan". Dijo que quería que Irán tuviera un "gran y próspero futuro con otros países del mundo".
Ese futuro solo es posible si Estados Unidos se moviliza para poner fin a las sanciones contra Irán. Los iraníes han aprendido que no se puede confiar en los Estados Unidos. Irán cumplió los requisitos del acuerdo nuclear, el Plan de Acción Integral Conjunto, pero Trump no lo hizo cuando se retiró de él y restableció las sanciones draconianas levantadas por Obama. Trump agregó incluso sanciones al movimiento. Esto también enojó a los aliados europeos que habían negociado el acuerdo y se vieron en la posición de estar subordinados a los Estados Unidos o ir contra ellos. Para recuperar la confianza de Irán Estados Unidos debe hacer un gesto de buena fe para poner fin a las medidas económicas punitivas.
Corea del Norte, que ha sido sancionada por los Estados Unidos por más tiempo que cualquier otro país, tuvo una experiencia similar después de que llegaron a un acuerdo con los Estados Unidos en 1994 bajo la administración Clinton. La administración George W. Bush quería establecer un sistema nacional de defensa antimisiles, pero el acuerdo con Corea del Norte lo impedía. John Bolton y Dick Cheney acusaron falsamente a Corea del Norte de violar el acuerdo, aumentaron las sanciones contra el país y alegaron que era parte del Eje del Mal, junto con Irán e Irak. Corea del Norte, como Irán, aprendió que no se puede confiar en los Estados Unidos. Las sanciones están causando miles de muertes en Corea del Norte. Ahora China y Rusia están aliadas con Corea del Norte y están pidiendo alivio de las sanciones de Estados Unidos. Rusia y China también han ignorado las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela y continúan haciendo negocios con ese país.
El 17 de diciembre el Senado aprobó un proyecto de ley de sanciones que estableció sanciones contra las corporaciones que trabajan con Rusia para desarrollar gasoductos a Europa. La acción deja al descubierto el imperialismo estadounidense que busca evitar que Rusia sea el principal exportador de gas natural al mercado de la UE y reemplazarlo con gas más caro producido en Estados Unidos, una medida para salvar la industria del fracking estadounidense bajo el agua. Rusia, Alemania y otros han dicho –de manera desafiante- a Washington que la aplicación de sanciones económicas no detendrá la construcción del gasoducto.
El uso indiscriminado, ilegal e inmoral de las sanciones es un acto de guerra. A menos que estén autorizadas por las Naciones Unidas, las medidas coercitivas unilaterales son ilegales. Un objetivo crítico del movimiento de paz y justicia en los Estados Unidos, que trabaja con aliados en todo el mundo, debe ser poner fin a esta guerra económica terrorista. Actualmente la economía de los Estados Unidos depende de la hegemonía financiera y la guerra. El colapso lento y constante de la economía dolarizada significa que la década de 2020 será la década en que la dominación de los Estados Unidos llegue a su fin. Estados Unidos debe aprender a ser un miembro cooperativo de la comunidad global o arriesgarse a este aislamiento y la represalia.
Kevin Zeese es un activista político estadounidense que ha sido líder en la reforma de la política de drogas y los movimientos de paz y en los esfuerzos para garantizar un seguimiento de auditoría en papel verificado por los votantes. Margaret Flowers, MD, es una pediatra de Maryland que busca la nominación del Partido Verde para el Senado de los Estados Unidos. Es codirectora de PopularResistance.org y asesora de la Junta de Médicos para un Programa Nacional de Salud y forma parte del Consejo de Liderazgo de la campaña Maryland Health Care Is a Human Rights.
Este artículo fue publicado originalmente por "Popular Resistance"
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/52860.htm

 Nota del blog  .-Países como China, Rusia, Irán, Venezuela y muchos otros,trabajan intensamente para "independizarse comercialmente del dólar"-un propósito que Lula da Silva fue el primero en formular y que según él mismo fue el principal motivo de su encarcelamiento.También dan pasos para "independizarse de la industria digital de telecomunicaciones americana" que lleva incorporada la técnica de espionaje de la NSA, tal como nos explicó Snowden. Esas son las dos grandes batallas actualmente en marcha entre las potencias emergentes y el hegemonismo .
  y ver ..