miércoles, 30 de abril de 2025

Intermedio ucraniano.

 

Intermedio ucraniano



Entre el acuerdo ruso-americano y la transformación de la guerra en Europa

El viernes 25 de abril un atentado con coche bomba mató en la periferia de Moscú a otro general ruso, Yaroslav Moskalik, vicejefe de la dirección principal operativa del Estado Mayor. Los atentados ucranianos contra militares y civiles en Rusia son frecuentes. En diciembre cayó el general Igor Kirilov y antes que él dos periodistas rusos y un diputado ucraniano refugiado en Moscú, entre otros. Según el general Leonid Reshetnikov, un jubilado del servicio de inteligencia exterior, estos atentados se cometen “bajo el directo asesoramiento” de los servicios secretos británicos. Su actual objetivo es torpedear las negociaciones para un acuerdo de paz entre el Kremlin y Washington.

A las pocas horas del atentado contra Moskalik, aterrizaba en Moscú el avión del enviado especial del presidente Trump, Steve Witkoff. Era la cuarta visita cordial de Witkoff a Moscú. En esta ocasión, Putin accedió a mantener negociaciones directas con Ucrania y al día siguiente anunció que el ejército ruso ha terminado de expulsar a las fuerzas ucranianas de la provincia rusa de Kursk, donde entraron en agosto, en una operación con más sentido de imagen que militar, y que se ha saldado con un considerable fracaso y gran mortandad en las mejores unidades militares ucranianas. (1)

Estas dos noticias, el aparente avance de la negociación y el descalabro militar en Kursk, arrojan un balance bastante angustioso para el gobierno de Kiev, cuyas divisiones, tensiones y rivalidades internas aumentan manifiestamente, según se desprende del mero seguimiento de la prensa local.

El jefe de la inteligencia militar, Kiril Budanov, un hombre de la CIA, está enfrentado con el jefe de la administración presidencial y mano derecha de Zelenski, Andri Yermak. Hay rumores de destitución de Budanov, que en enero dijo en una reunión parlamentaria a puerta cerrada que si no habían negociaciones de paz pronto el país se iría al garete. El jefe del grupo parlamentario del partido del presidente, David Arajamiya, también está peleado con la administración presidencial que le quiere relevar del cargo. Arajamiya fue quien confirmó que en las negociaciones de marzo/abril de 2022 en Estambul había un acuerdo de paz ya preparado que no llegó a prosperar por la presión occidental. El exjefe del ejército Valeri Zaluzhni, al que Zelenski destituyó y envió de embajador a Londres por ser más popular que él, tiene ambiciones y mantiene contacto con el expresidente Petró Poroshenko, otro rival de Zelenski al que éste ha represaliado. La actitud negativa de Trump hacia Zelenski y sus sugerencias directas de que el presidente no es capaz de negociar la paz no hacen más que reavivar estas tensiones y disputas por el poder en el interior del régimen de Kiev. Aún más, cuando la narrativa occidental sobre la guerra como “agresión rusa no provocada a cargo de una especie de nuevo Hitler, y en la que la OTAN no tiene nada que ver”, se ha hundido manifiestamente.

Por un lado el jefe de la OTAN, es decir el presidente de Estados Unidos, reconoce gran parte del argumentario ruso, y, por otro, la prensa americana más beligerante (Véase los últimos informes del New York Times) no cesa de concretar la implicación de la OTAN en Ucrania desde 2014, mucho antes de la invasión, desmintiendo con todo tipo de detalles la afirmación canónica de 2023 y 2024 de que “la OTAN no está en guerra con Rusia” (el exsecretario de Defensa americano Lloyd Austin, entre muchos otros).

Estados Unidos ha pasado de resistirse a la aparición de un orden mundial multipolar a intentar dominarlo sobre nuevas bases

Trump ha reconocido que la línea política de Washington de los últimos treinta años ha fracasado y está introduciendo importantes enmiendas en ella. Como dice el politólogo ruso Dmitri Trenin, Estados Unidos ha pasado de resistirse a la aparición de un orden mundial multipolar a intentar dominarlo sobre nuevas bases.

Todo esto ha descolocado por completo a los aliados europeos y al gobierno de Kiev, que ni siquiera están dispuestos a reconocer que la ampliación de la OTAN supone un problema para Rusia. En lugar de asumir que la única “garantía de seguridad” de Ucrania es restablecer su neutralidad –con la que Rusia convivió desde la disolución de la URSS–, la Unión Europea prefiere amenazar con rearmarse y movilizar ejércitos de los que carece contra una fantasmagórica amenaza de invasión rusa de Europa, sobre la que no existe el menor indicio, voluntad ni posibilidad militar en Moscú.

La élite europea está dividida en el grado de conformidad con esta leyenda. Los austrohúngaros (Hungría, Eslovaquia y quizás pronto Chequia) rechazan la dialéctica guerrera. La Europa mediterránea no cree en ella pero acepta el rearme, porque, dada su impotencia, no le queda más remedio que la disciplina. Francia, donde no se sabe si el próximo presidente será una Le Pen o un Villepin, navega por ahí en medio, y solo los bálticos, polacos y escandinavos parecen decididos a enfrentarse militarmente a Rusia en una “guerra del Norte” que abra un segundo frente contra Moscú, con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, directamente amenazada en Groenlandia por Trump, declarando que “la paz en Ucrania es más peligrosa que la actual guerra”…

Por razones industriales y políticas, el rearme europeo solo puede ser un bluf

A Europa le cuesta mucho comprender que ya no es la dueña del mundo y que ha perdido su antigua preponderancia en él. Por razones industriales y políticas, el rearme europeo solo puede ser un bluf. La idea de crear una economía de guerra en Europa, ese “continente de paz” del que surgieron las principales tragedias del mundo de los últimos siglos, desde el holocausto colonial hasta las dos guerras mundiales, es una quimera sin paliativos. El economista Michael Hudson tiene razón cuando dice que habría que sustituir a los economistas y politólogos europeos por psicoterapeutas. Y en ningún lugar eso es más cierto que en Alemania.

Por mucha desmemoria que haya generado la irracionalidad europea, la cuestión de cómo se vivirá desde países como Francia, Holanda, Dinamarca o Italia, el hecho de que el Bundeswehr se convierta dentro de algunos años en el primer ejército europeo –acaso con un futuro gobierno de coalición entre la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD) y la CDU– acabará abriéndose paso.

La clase política alemana se ha soltado el pelo y bate todos los récords de irracionalidad. Ya no tiene complejos. La nueva generación ha transferido la culpa histórica a Putin, convertido en nuevo Hitler, mientras todo el país gira a la derecha, rehabilita el militarismo y encoge las libertades, criminalizando la solidaridad con Gaza o el pacifismo. Con una economía en recesión, el país se instala en una nueva patología macartista que borra toda confrontación crítica con el pasado nacional (Vergangenheitsbewältigung) y la sustituye por la rusofobia hacia la que dirige su energía agresiva. Esta quinta Alemania, aborto de su reunificación, camina directa hacia el batacazo.

Las confusas enmiendas de Trump a la globalización, con la mira puesta en la contención de China, pasan por cierto acercamiento a Rusia. Desde luego no se va a romper la relación entre Moscú y Pekín (a ese propósito se llega con diez o veinte años de retraso), pero el desequilibrio económico y comercial entre Rusia y China ofrece cierto margen de juego. El mercado chino representa el 36% de la importación rusa y el 30% de su exportación, pero Rusia solo representa el 4% del comercio exterior chino (cifras de 2023). A Rusia le interesa diversificar y Estados Unidos es un gran mercado alternativo, lo que abre algunas posibilidades. Para Washington, Rusia también es importante en Oriente Medio. A Trump le importa más Irán, con quien está empezando a negociar un acuerdo de desnuclearización, que Ucrania.

Cuando las delegaciones rusas y americanas se reúnen, no hablan solo (ni a lo mejor sobre todo) de Ucrania. Moscú no va a tirar por la borda sus acuerdos y alianzas con Irán y China, pero a cambio de que Washington reconozca que Rusia tiene intereses en Europa y que el principal de ellos es que Ucrania no se convierta en una amenaza de seguridad contra ella después de la guerra, puede flexibilizar mucho su actitud en asuntos que interesan a Estados Unidos.

Zelenski lo tiene todo en contra. Cuanto antes lo admita, menor será el daño y la carnicería. Pero el presidente ucraniano lo tiene difícil porque cualquier decisión realista de su parte será considerada “traición” por su potente extrema derecha militar. Si por el contrario, animado por sus ilusos aliados europeos, se mantiene inflexible, se arriesga a que Estados Unidos le abandone militarmente. Y sin la ayuda de satélites, información y comunicaciones que le brindan los americanos, y que los europeos no pueden reemplazar, seguramente el frente ucraniano colapsaría pronto.

En marzo, en una reunión a puerta cerrada con la principal organización de empresarios e industriales rusos, Putin dijo que Rusia no tiene intención de hacerse con “Odesa y otros territorios de Ucrania” si en las negociaciones de paz se reconoce que Crimea, las repúblicas de Donetsk y Lugansk y las otras dos regiones (Jersón y Zaporiyia) parcialmente arrebatadas a Ucrania forman parte de Rusia. Por supuesto, en el plazo de uno o dos años el giro político de Trump se puede hundir y crear un gran desbarajuste económico en el interior de Estados Unidos con el lío de los aranceles contra todos, pero para entonces el ejército ruso podría haber llegado a Odesa, convirtiendo lo que quede de Ucrania en un país irrelevante sin salida al mar.

La guerra en Ucrania puede terminar si se llega a algún acuerdo, pero también puede transformarse en algo más estrictamente europeo y menos euroatlántico. Vivimos tiempos inciertos para todos, pero algunos lo tienen peor que otros.

Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona) fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania  de la eurocrisis.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250401/Politica/49104/rafael-poch-guerra-ucrania-donald-trump-europa.htm

 

Nota del blog .-

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-carniceria-ucraniana/


martes, 22 de abril de 2025

Ecuador . La república bananera de Noboa .

 

 

ECUADOR. El robo electoral de Daniel Noboa consolida el control de cárteles y corporaciones sobre el país

Ahora se dispone a consolidar el control de un sistema que ha beneficiado a los cárteles y a las corporaciones multinacionales, incluyendo su empresa familiar, a costa del ciudadano común y corriente. Y a Washington le gusta lo que ve.

 

Vea aquí el video especial de The Grayzone sobre los vínculos bien documentados de las empresas de Noboa con los cárteles transnacionales de la droga.

El 13 de abril de 2025, el Consejo Nacional Electoral de Ecuador proclamó al presidente en ejercicio Daniel Noboa como ganador de la segunda vuelta presidencial, un resultado que su rival, la izquierdista Luisa González, denunció como un “fraude masivo”.

Si Noboa logra lo que parece ser una victoria ilícita, podrá consolidar el control total sobre un Estado debilitado por la austeridad y corrompido por la profunda infiltración de los cárteles transnacionales de la droga, una red criminal profundamente entrelazada con los negocios de su familia.

González, quien lideraba varias encuestas hasta el viernes por 6 puntos, ha exigido un recuento voto por voto.

Al hacerlo, señaló irregularidades que incluyen, entre otras:

  • 18 colegios electorales en sus bastiones reubicados a última hora
  • Bonos pagados en efectivo con fondos del FMI antes de la segunda vuelta
  • “Falsos positivos” de papeletas que forzaron el cierre de colegios electorales donde ella tenía una amplia ventaja
  • La prohibición de varios grupos de observadores extranjeros
  • Se impuso la ley marcial en siete provincias, favorable a González
  • Se negó el derecho al voto a todos los ecuatorianos residentes en Venezuela
  • Noboa realizó campaña ilegal durante su mandato, desafiando las órdenes judiciales

Andrés Arauz, excandidato presidencial y aliado cercano de González, presentó copias de papeletas alteradas, con irregularidades y sin las firmas de validación requeridas. Estas papeletas fueron contabilizadas y, de alguna manera, siempre favorecieron a Noboa. Esto podría explicar por qué se prohibió el uso de cámaras de celulares en los colegios electorales. Estos extraños sucesos reflejan denuncias previas de fraude, claramente documentadas con fotos y videos de la primera vuelta.

Dada la enorme riqueza mineral de Ecuador y el momento en que se anunciaron los resultados electorales, en medio de una competencia mundial por el cobre, el petróleo y los metales de tierras raras, la ya frágil soberanía e integridad institucional del país ahora penden de un hilo.

Noboa hunde a Ecuador en la violencia y la corrupción vinculada a los cárteles.

La victoria de Noboa refleja el dominio de una élite arraigada en el extranjero. Nacido en Miami, el presidente en funciones es descendiente de un imperio familiar arraigado en el sistema del capitalismo global y que opera con total impunidad. Como se expuso en los Papeles de Panamá, su empresa familiar incluye Lanfranco Holdings, vinculada a tres envíos fallidos de cocaína a Europa. Las empresas propiedad de Noboa adeudan 98 millones de dólares en impuestos al país que ahora gobierna, y él ha declarado públicamente que no tiene intención de pagar.

El mandato de Noboa sigue el giro neoliberal liderado por los expresidentes Lenín Moreno y Guillermo Lasso, quienes desataron una ola de austeridad en el país, vaciando los servicios públicos y las instituciones estatales, a la vez que cooperaban con la agenda de seguridad nacional de Washington, sobre todo en la entrega de Julian Assange a las autoridades británicas.

El debilitamiento del Estado, especialmente en zonas marginadas, abrió la puerta a la infiltración de los cárteles, desde los puertos hasta las estructuras de poder. Los periodistas de investigación Andrés Durán y Anderson Boscán, ambos ecuatorianos, han expuesto metódicamente los vínculos entre el Estado y los cárteles, que transformaron a Ecuador en un centro de narcotráfico y lavado de dinero, al tiempo que hundían a la sociedad en la violencia. Sin embargo, el trabajo periodístico de este dúo los obligó a exiliarse para salvar sus vidas, poniendo de relieve el riesgo que enfrentan los disidentes en el Ecuador de Noboa.

Luego de una inicial infiltración del Estado ecuatoriano, los cárteles se transformaron, mutando de sindicatos transnacionales monolíticos a una federación flexible de franquicias especializadas que coordinan el tráfico de armas y el flujo de dinero. Y que, dado su compartimentalización, es casi imposible detener la cadena de tráfico y suplemento, dado que siempre surge un nuevo eslabón, y los capturados tienen limitada responsabilidad y conocimiento. Estas redes dominan ahora el territorio fragmentado y balcanizado de Ecuador, con mínima resistencia estatal.

El clima de violencia y austeridad resultante mantiene a la población en estado de shock. Para evitar que la clase trabajadora ecuatoriana busque una alternativa en la izquierda nacionalista representada por González, es constantemente invocado el fantasma de la Venezuela socialista, como advertencia, advirtiendo que cualquier ruptura con el modelo neoliberal impuesto por Washington conducirá a la ruina económica.

Aunque los principales medios de comunicación pintan a Noboa como un político “moderado” que lucha con mano dura contra los sicarios de los cárteles, los hechos sobre el terreno son contundentes: 46 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2023, 10.700 extorsiones en 2024 —cifras mucho peores que las de Venezuela bajo Maduro— y 220 toneladas de cocaína incautadas, la mayoría enviadas desde puertos privados, todo lo cual marca una tendencia al alza a lo largo de los años.

Estos puertos están supervisados ​​por una unidad de inteligencia aduanera con un presupuesto anual de tan solo 33.633 dólares, según el periodista Andrés Durán, frente a un tráfico de drogas de millones, miles de millones o incluso billones. Hasta julio de 2024, solo se habían desembolsado 5.677 dólares, o el 17% de esa suma, para combatir la que quizás sea la red criminal transnacional más grande del mundo.

Noboa ha atacado a las pandillas callejeras, pero ha dejado intactas las estructuras financieras de los cárteles. Su proyecto de ley contra el blanqueo de capitales, presentado con urgencia al Congreso, ocultó disposiciones que fueron rechazadas previamente. Los legisladores argumentaron que la propuesta no proporcionaba herramientas efectivas para combatir el lavado de dinero y que habría introducido nuevas cargas fiscales.

En Ecuador, las fuerzas militares arrestan y desaparecen a menores, como en el infame caso de los “4 de Malvinas”, aprovechando la excusa legal de un indulto presidencial preventivo. Al mismo tiempo, se manipulan los casos de corrupción y narcotráfico para proteger a los involucrados y asegurar su impunidad.

Las cifras lo demuestran: la austeridad alimenta a los cárteles, mientras que la inversión social fortalece las instituciones y ofrece alternativas. Esa inversión, prometida por Noboa en su primera campaña, nunca se materializó. Desde entonces, solo ha habido un “garrote”, ninguna “zanahoria”, y la situación ha empeorado, con los años 2024 y 2025 mostrando los peores datos de seguridad en la historia republicana. En el período previo a las elecciones, los apagones azotaron el país y los servicios públicos como la salud y la educación siguen decayendo.

La “victoria” de Noboa desafía las encuestas y alegra a la inteligencia estadounidense.

Las bases de apoyo de Noboa se han movilizado contra el regreso de un líder nacionalista de izquierda como el expresidente ecuatoriano Rafael Correa. A pesar de un Estado más fuerte y funcional en ese momento, los casos de corrupción y represión contra activistas indígenas antimineros fragmentaron y debilitaron a la izquierda. Salvo una elección de mitad de mandato, han perdido seis contiendas consecutivas.

 

Pero esta vez fue diferente. La presencia tóxica de Noboa, nacido en Miami, y su mandato ruinoso y manchado por la corrupción, han logrado unir a facciones de izquierda y derecha en su contra y a favor de González. Esto significa que el movimiento indígena ha convergido con la izquierda correísta tras más de una década de rencor. Incluso el veterano militar de derecha y excandidato presidencial Jan Topic, y la congresista de derecha Ana Galarza, han expresado su apoyo a González.

Apenas una semana antes de las elecciones, la mayoría de las encuestas mostraban a González con un impulso enorme, con una ventaja de hasta 6 puntos y una tendencia al alza. Su ascenso se produjo tras una actuación dominante en el debate, en la que atacó duramente al presidente por los vínculos documentados entre su empresa familiar y los cárteles, y lo retó a hacerse una prueba de drogas “aquí mismo, después del debate”. Noboa, visiblemente conmocionado, ignoró el reto y cambió de tema.

Encuestas (7 al 9 de abril de 2025, según El Universo):

  • TresPuntoZero (7 abr): González 52,87%, Noboa 47,13%
  • MaLuk (7 abr): González 53,47%, Noboa 46,53%
  • Ideamos (7 abr): González 52,14%, Noboa 47,86%
  • Pedro Cango (9 abr): González 52,1%, Noboa 47,9% (±2,8%)
  • Tino Electoral (7 abr): Noboa 53,74%, González 46,26%
  • Cedatos (7 abr): Noboa 61,08%, González 38,92%

Las acusaciones de fraude de González ayudaron a exponer un sistema fundamentalmente corrupto. El consejo electoral central de Ecuador, conocido como el CNE, está dirigido por Diana Atamaint, cuyo hermano, Kar Atamaint, fue nombrado por Noboa para un puesto diplomático como cónsul de Ecuador en Queens, Nueva York. De los cinco miembros del consejo electoral, cuatro son leales al gobierno.

Ante la creciente presión para que Atamaint renuncie, y al expirar su mandato, en noviembre 20 de 2024, Noboa envió a la policía para rodear las oficinas del CNE e impedir que los nuevos miembros del consejo asumieran el cargo, extendiendo así el mandato de Atamaint por la fuerza.

Mientras tanto, como informó The Grayzone, la fiscal de Noboa, Diana Salazar, ha atacado selectivamente a opositores políticos mientras protege a sus socios —incluidos bancos vinculados a Lasso y Noboa— de las investigaciones por lavado de dinero.

En 2022, Estados Unidos firmó un tratado bilateral con Ecuador que le permite instalar bases militares ilimitadas con plena inmunidad legal para el personal. En los días previos a las elecciones de 2025, funcionarios de inteligencia anónimos de la administración Trump declararon que preferían a Noboa sobre González porque este les había garantizado el derecho permanente a una base militar. Su declaración ayuda a explicar por qué Washington se ha mostrado tan reacio a criticar el evidente fraude electoral que Noboa ha cometido.

La exigencia de recuento de González desafía a una poderosa élite con sede en Miami que se sitúa muy por encima de las instituciones locales, imponiendo su voluntad a millones de ecuatorianos sin su consentimiento. Consideremos lo siguiente: de niño, Álvaro Noboa —padre del actual presidente— estudió junto a Winthrop Rockefeller y el rey Faruk II de Egipto en un colegio privado en Suiza. Ese es el nivel de riqueza e influencia de Daniel Noboa. Otro ejemplo: Leonardo Campana, primo del presidente y compañero de Leonel Messi en el club de fútbol Inter Miami, es supuestamente más rico que Messi (o Ronaldo).

original . grayzone

 https://insurgente.org/ecuador-el-robo-electoral-de-daniel-noboa-consolida-el-control-de-carteles-y-corporaciones-sobre-el-pais/

ver ..https://www.pagina12.com.ar/818522-ecuador-milagro-estadistico?utm_source=app&utm_medium=app

  ver    https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/04/20/editorial/noboa-cortinas-de-humo