martes, 22 de abril de 2025

Ecuador . La república bananera de Noboa .

 

 

ECUADOR. El robo electoral de Daniel Noboa consolida el control de cárteles y corporaciones sobre el país

Ahora se dispone a consolidar el control de un sistema que ha beneficiado a los cárteles y a las corporaciones multinacionales, incluyendo su empresa familiar, a costa del ciudadano común y corriente. Y a Washington le gusta lo que ve.

 

Vea aquí el video especial de The Grayzone sobre los vínculos bien documentados de las empresas de Noboa con los cárteles transnacionales de la droga.

El 13 de abril de 2025, el Consejo Nacional Electoral de Ecuador proclamó al presidente en ejercicio Daniel Noboa como ganador de la segunda vuelta presidencial, un resultado que su rival, la izquierdista Luisa González, denunció como un “fraude masivo”.

Si Noboa logra lo que parece ser una victoria ilícita, podrá consolidar el control total sobre un Estado debilitado por la austeridad y corrompido por la profunda infiltración de los cárteles transnacionales de la droga, una red criminal profundamente entrelazada con los negocios de su familia.

González, quien lideraba varias encuestas hasta el viernes por 6 puntos, ha exigido un recuento voto por voto.

Al hacerlo, señaló irregularidades que incluyen, entre otras:

  • 18 colegios electorales en sus bastiones reubicados a última hora
  • Bonos pagados en efectivo con fondos del FMI antes de la segunda vuelta
  • “Falsos positivos” de papeletas que forzaron el cierre de colegios electorales donde ella tenía una amplia ventaja
  • La prohibición de varios grupos de observadores extranjeros
  • Se impuso la ley marcial en siete provincias, favorable a González
  • Se negó el derecho al voto a todos los ecuatorianos residentes en Venezuela
  • Noboa realizó campaña ilegal durante su mandato, desafiando las órdenes judiciales

Andrés Arauz, excandidato presidencial y aliado cercano de González, presentó copias de papeletas alteradas, con irregularidades y sin las firmas de validación requeridas. Estas papeletas fueron contabilizadas y, de alguna manera, siempre favorecieron a Noboa. Esto podría explicar por qué se prohibió el uso de cámaras de celulares en los colegios electorales. Estos extraños sucesos reflejan denuncias previas de fraude, claramente documentadas con fotos y videos de la primera vuelta.

Dada la enorme riqueza mineral de Ecuador y el momento en que se anunciaron los resultados electorales, en medio de una competencia mundial por el cobre, el petróleo y los metales de tierras raras, la ya frágil soberanía e integridad institucional del país ahora penden de un hilo.

Noboa hunde a Ecuador en la violencia y la corrupción vinculada a los cárteles.

La victoria de Noboa refleja el dominio de una élite arraigada en el extranjero. Nacido en Miami, el presidente en funciones es descendiente de un imperio familiar arraigado en el sistema del capitalismo global y que opera con total impunidad. Como se expuso en los Papeles de Panamá, su empresa familiar incluye Lanfranco Holdings, vinculada a tres envíos fallidos de cocaína a Europa. Las empresas propiedad de Noboa adeudan 98 millones de dólares en impuestos al país que ahora gobierna, y él ha declarado públicamente que no tiene intención de pagar.

El mandato de Noboa sigue el giro neoliberal liderado por los expresidentes Lenín Moreno y Guillermo Lasso, quienes desataron una ola de austeridad en el país, vaciando los servicios públicos y las instituciones estatales, a la vez que cooperaban con la agenda de seguridad nacional de Washington, sobre todo en la entrega de Julian Assange a las autoridades británicas.

El debilitamiento del Estado, especialmente en zonas marginadas, abrió la puerta a la infiltración de los cárteles, desde los puertos hasta las estructuras de poder. Los periodistas de investigación Andrés Durán y Anderson Boscán, ambos ecuatorianos, han expuesto metódicamente los vínculos entre el Estado y los cárteles, que transformaron a Ecuador en un centro de narcotráfico y lavado de dinero, al tiempo que hundían a la sociedad en la violencia. Sin embargo, el trabajo periodístico de este dúo los obligó a exiliarse para salvar sus vidas, poniendo de relieve el riesgo que enfrentan los disidentes en el Ecuador de Noboa.

Luego de una inicial infiltración del Estado ecuatoriano, los cárteles se transformaron, mutando de sindicatos transnacionales monolíticos a una federación flexible de franquicias especializadas que coordinan el tráfico de armas y el flujo de dinero. Y que, dado su compartimentalización, es casi imposible detener la cadena de tráfico y suplemento, dado que siempre surge un nuevo eslabón, y los capturados tienen limitada responsabilidad y conocimiento. Estas redes dominan ahora el territorio fragmentado y balcanizado de Ecuador, con mínima resistencia estatal.

El clima de violencia y austeridad resultante mantiene a la población en estado de shock. Para evitar que la clase trabajadora ecuatoriana busque una alternativa en la izquierda nacionalista representada por González, es constantemente invocado el fantasma de la Venezuela socialista, como advertencia, advirtiendo que cualquier ruptura con el modelo neoliberal impuesto por Washington conducirá a la ruina económica.

Aunque los principales medios de comunicación pintan a Noboa como un político “moderado” que lucha con mano dura contra los sicarios de los cárteles, los hechos sobre el terreno son contundentes: 46 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2023, 10.700 extorsiones en 2024 —cifras mucho peores que las de Venezuela bajo Maduro— y 220 toneladas de cocaína incautadas, la mayoría enviadas desde puertos privados, todo lo cual marca una tendencia al alza a lo largo de los años.

Estos puertos están supervisados ​​por una unidad de inteligencia aduanera con un presupuesto anual de tan solo 33.633 dólares, según el periodista Andrés Durán, frente a un tráfico de drogas de millones, miles de millones o incluso billones. Hasta julio de 2024, solo se habían desembolsado 5.677 dólares, o el 17% de esa suma, para combatir la que quizás sea la red criminal transnacional más grande del mundo.

Noboa ha atacado a las pandillas callejeras, pero ha dejado intactas las estructuras financieras de los cárteles. Su proyecto de ley contra el blanqueo de capitales, presentado con urgencia al Congreso, ocultó disposiciones que fueron rechazadas previamente. Los legisladores argumentaron que la propuesta no proporcionaba herramientas efectivas para combatir el lavado de dinero y que habría introducido nuevas cargas fiscales.

En Ecuador, las fuerzas militares arrestan y desaparecen a menores, como en el infame caso de los “4 de Malvinas”, aprovechando la excusa legal de un indulto presidencial preventivo. Al mismo tiempo, se manipulan los casos de corrupción y narcotráfico para proteger a los involucrados y asegurar su impunidad.

Las cifras lo demuestran: la austeridad alimenta a los cárteles, mientras que la inversión social fortalece las instituciones y ofrece alternativas. Esa inversión, prometida por Noboa en su primera campaña, nunca se materializó. Desde entonces, solo ha habido un “garrote”, ninguna “zanahoria”, y la situación ha empeorado, con los años 2024 y 2025 mostrando los peores datos de seguridad en la historia republicana. En el período previo a las elecciones, los apagones azotaron el país y los servicios públicos como la salud y la educación siguen decayendo.

La “victoria” de Noboa desafía las encuestas y alegra a la inteligencia estadounidense.

Las bases de apoyo de Noboa se han movilizado contra el regreso de un líder nacionalista de izquierda como el expresidente ecuatoriano Rafael Correa. A pesar de un Estado más fuerte y funcional en ese momento, los casos de corrupción y represión contra activistas indígenas antimineros fragmentaron y debilitaron a la izquierda. Salvo una elección de mitad de mandato, han perdido seis contiendas consecutivas.

 

Pero esta vez fue diferente. La presencia tóxica de Noboa, nacido en Miami, y su mandato ruinoso y manchado por la corrupción, han logrado unir a facciones de izquierda y derecha en su contra y a favor de González. Esto significa que el movimiento indígena ha convergido con la izquierda correísta tras más de una década de rencor. Incluso el veterano militar de derecha y excandidato presidencial Jan Topic, y la congresista de derecha Ana Galarza, han expresado su apoyo a González.

Apenas una semana antes de las elecciones, la mayoría de las encuestas mostraban a González con un impulso enorme, con una ventaja de hasta 6 puntos y una tendencia al alza. Su ascenso se produjo tras una actuación dominante en el debate, en la que atacó duramente al presidente por los vínculos documentados entre su empresa familiar y los cárteles, y lo retó a hacerse una prueba de drogas “aquí mismo, después del debate”. Noboa, visiblemente conmocionado, ignoró el reto y cambió de tema.

Encuestas (7 al 9 de abril de 2025, según El Universo):

  • TresPuntoZero (7 abr): González 52,87%, Noboa 47,13%
  • MaLuk (7 abr): González 53,47%, Noboa 46,53%
  • Ideamos (7 abr): González 52,14%, Noboa 47,86%
  • Pedro Cango (9 abr): González 52,1%, Noboa 47,9% (±2,8%)
  • Tino Electoral (7 abr): Noboa 53,74%, González 46,26%
  • Cedatos (7 abr): Noboa 61,08%, González 38,92%

Las acusaciones de fraude de González ayudaron a exponer un sistema fundamentalmente corrupto. El consejo electoral central de Ecuador, conocido como el CNE, está dirigido por Diana Atamaint, cuyo hermano, Kar Atamaint, fue nombrado por Noboa para un puesto diplomático como cónsul de Ecuador en Queens, Nueva York. De los cinco miembros del consejo electoral, cuatro son leales al gobierno.

Ante la creciente presión para que Atamaint renuncie, y al expirar su mandato, en noviembre 20 de 2024, Noboa envió a la policía para rodear las oficinas del CNE e impedir que los nuevos miembros del consejo asumieran el cargo, extendiendo así el mandato de Atamaint por la fuerza.

Mientras tanto, como informó The Grayzone, la fiscal de Noboa, Diana Salazar, ha atacado selectivamente a opositores políticos mientras protege a sus socios —incluidos bancos vinculados a Lasso y Noboa— de las investigaciones por lavado de dinero.

En 2022, Estados Unidos firmó un tratado bilateral con Ecuador que le permite instalar bases militares ilimitadas con plena inmunidad legal para el personal. En los días previos a las elecciones de 2025, funcionarios de inteligencia anónimos de la administración Trump declararon que preferían a Noboa sobre González porque este les había garantizado el derecho permanente a una base militar. Su declaración ayuda a explicar por qué Washington se ha mostrado tan reacio a criticar el evidente fraude electoral que Noboa ha cometido.

La exigencia de recuento de González desafía a una poderosa élite con sede en Miami que se sitúa muy por encima de las instituciones locales, imponiendo su voluntad a millones de ecuatorianos sin su consentimiento. Consideremos lo siguiente: de niño, Álvaro Noboa —padre del actual presidente— estudió junto a Winthrop Rockefeller y el rey Faruk II de Egipto en un colegio privado en Suiza. Ese es el nivel de riqueza e influencia de Daniel Noboa. Otro ejemplo: Leonardo Campana, primo del presidente y compañero de Leonel Messi en el club de fútbol Inter Miami, es supuestamente más rico que Messi (o Ronaldo).

original . grayzone

 https://insurgente.org/ecuador-el-robo-electoral-de-daniel-noboa-consolida-el-control-de-carteles-y-corporaciones-sobre-el-pais/

ver ..https://www.pagina12.com.ar/818522-ecuador-milagro-estadistico?utm_source=app&utm_medium=app

  ver    https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/04/20/editorial/noboa-cortinas-de-humo

 

 

lunes, 21 de abril de 2025

El silencio de Occidente sobre Gaza

   

Sobre el «pánico moral» y el valor de hablar

El silencio de Occidente sobre Gaza

Fuentes: Voces del Mundo [Foto: Manifestación de apoyo a Gaza en Yemen]

Las respuestas del mundo occidental a la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿por qué el Occidente oficial, y la Europa occidental oficial en particular, son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos?

¿Por qué el Partido Demócrata de Estados Unidos es cómplice, directa e indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan visible que probablemente fue una de las razones por las que perdieron las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía perdonar, y con razón, al gobierno de Biden su participación en el genocidio de la Franja de Gaza?

Se trata de una pregunta pertinente, dado que estamos ante un genocidio televisado que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de periodos anteriores en los que se mostró la indiferencia y complicidad occidentales, ya fuera durante la Nakba o durante los largos años de ocupación desde 1967.

Durante la Nakba y hasta 1967 no era fácil obtener información y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte incremental y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos. 

Pero estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania solo puede calificarse de intencionado y no de ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el discurso que las acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que políticos, académicos y periodistas decidan hacerlo.

Este tipo de ignorancia es, ante todo, el resultado del éxito de los grupos de presión israelíes que prosperaron en el fértil terreno del complejo de culpa, el racismo y la islamofobia europeos.  En el caso de Estados Unidos es también el resultado de muchos años de una eficaz y despiadada maquinaria de presión a la que muy pocos en el mundo académico, los medios de comunicación y, en particular, la política se atreven a desobedecer.

Este fenómeno se conoce en la erudición reciente como pánico moral, muy característico de los sectores más concienciados de las sociedades occidentales: intelectuales, periodistas y artistas.

El pánico moral es una situación en la que una persona teme adherirse a sus propias convicciones morales porque ello exigiría un cierto valor que podría tener consecuencias. No siempre se nos pone a prueba en situaciones que exigen valor, o al menos integridad. Cuando ocurre, es en situaciones en las que la moralidad no es una idea abstracta, sino una llamada a la acción.

Por eso muchos alemanes guardaron silencio cuando los judíos fueron enviados a campos de exterminio, y por eso los estadounidenses blancos permanecieron impasibles cuando los afroamericanos fueron linchados o antes esclavizados y maltratados. 

¿Cuál es el precio que tendrían que pagar los principales periodistas occidentales, los políticos veteranos, los profesores titulares o los directores generales de empresas de renombre si culparan a Israel de cometer un genocidio en la Franja de Gaza?

Parece que les preocupan dos posibles consecuencias. La primera es ser condenados como antisemitas o negacionistas del Holocausto y, en segundo lugar, temen que su respuesta honesta desencadene un debate que incluya la complicidad de su país, o de Europa, u Occidente en general, en permitir el genocidio y todas las políticas criminales contra los palestinos que lo precedieron.

Este pánico moral conduce a algunos fenómenos asombrosos. En general, transforma a personas educadas, muy elocuentes y entendidas en imbéciles totales cuando hablan de Palestina. Impide a los miembros más perspicaces y reflexivos de los servicios de seguridad examinar las exigencias israelíes de incluir a toda la resistencia palestina en una lista de terroristas, y deshumaniza a las víctimas palestinas en los principales medios de comunicación.

La falta de compasión y solidaridad básica con las víctimas del genocidio quedó expuesta por el doble rasero mostrado por los principales medios de comunicación de Occidente, y en particular por los periódicos más establecidos de Estados Unidos, como The New York Times y The Washington Post. Cuando el director de Palestine Chronicle, el Dr. Ramzy Baroud, perdió a 56 miembros de su familia -asesinados por la campaña genocida israelí en la Franja de Gaza- ni uno solo de sus colegas del periodismo estadounidense se molestó en hablar con él ni mostró interés alguno en oír hablar de esta atrocidad. En cambio, una falsa acusación israelí sobre una conexión entre el Chronicle y una familia en cuyo bloque de pisos había rehenes suscitó un enorme interés por parte de estos medios y atrajo su atención.

Este desequilibrio de humanidad y solidaridad es solo un ejemplo de las distorsiones que trae consigo el pánico moral. No me cabe duda de que las acciones contra estudiantes palestinos o propalestinos en Estados Unidos, o contra conocidos activistas en Gran Bretaña y Francia, así como la detención del director de The Electronic Intifada, Ali Abunimah, en Suiza, son manifestaciones de este comportamiento moral distorsionado.

Recientemente se ha producido un caso similar en Australia. Mary Kostakidis, una famosa periodista australiana y antigua presentadora de SBS World News Australia en horario de máxima audiencia, ha sido llevada ante el tribunal federal por su -hay que decir que bastante manso- reportaje sobre la situación en la Franja de Gaza. El mero hecho de que el tribunal no haya desestimado esta acusación a su llegada demuestra lo arraigado que está el pánico moral en el Norte Global.

Pero hay otra cara de la moneda. Afortunadamente, hay un grupo mucho más amplio de personas que no temen correr los riesgos que implica manifestar claramente su apoyo a los palestinos, y que muestran esta solidaridad aun sabiendo que puede acarrear la suspensión, la deportación o incluso la cárcel. No es fácil encontrarlos entre la corriente académica, mediática o política dominante, pero son la auténtica voz de sus sociedades en muchas partes del mundo occidental.

Los palestinos no pueden permitirse el lujo de que el pánico moral occidental tenga voz o repercusión. No ceder a este pánico es un paso pequeño pero importante en la construcción de una red global de Palestina que se necesita con urgencia, en primer lugar, para detener la destrucción de Palestina y su pueblo y, en segundo lugar, para crear las condiciones para una Palestina descolonizada y liberada en el futuro.

Ilan Pappé es un historiador y activista socialista israelí. Es catedrático de Historia en la Facultad de Ciencias Sociales y Estudios Internacionales de la Universidad de Exeter (Reino Unido), director del Centro Europeo de Estudios sobre Palestina y codirector del Centro de Estudios Etnopolíticos de Exeter. Asimismo, es autor de los bestsellers The Ethnic Cleansing of Palestine (Oneworld), A History of Modern Palestine (Cambridge), The Modern Middle East (Routledge), The Israel/Palestine Question (Routledge), The Forgotten Palestinians: A History of the Palestinians in Israel (Yale), The Idea of Israel: A History of Power and Knowledge (Verso) y, con Noam Chomsky, Gaza in Crisis: Reflections on Israel’s War Against the Palestinians(Penguin). Escribe, entre otros, para The Guardian y London Review of Books. En X: @pappe54

Texto original: The Palestine Chronicle, traducido del inglés por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/04/20/sobre-el-panico-moral-y-el-valor-de-hablar-el-silencio-de-occidente-sobre-gaza/

Campos de concentración estadounidenses .

 

Campos de concentración estadounidenses


Una vez que un régimen comienza a enviar gente a campos de concentración —incluidos los de El Salvador— crea un sistema de detención que elude el debido proceso y hace desaparecer a los ciudadanos en agujeros negros.

 

Por Chris Hedges

  21 de abril de 2025 

Una vez que un régimen comienza a enviar gente a campos de concentración —incluidos los de El Salvador— crea un sistema de detención que elude el debido proceso y hace desaparecer a los ciudadanos en agujeros negros.

 Nuestros campos de concentración extraterritoriales, por ahora, se encuentran en El Salvador y la Bahía de Guantánamo, Cuba. Pero no esperen que permanezcan allí. Una vez que se normalice su situación, no solo para los inmigrantes y residentes deportados de Estados Unidos , sino también para los ciudadanos estadounidenses , migrarán a su país de origen. Hay un paso muy corto entre nuestras cárceles, ya plagadas de abusos y maltratos , y los campos de concentración , donde los reclusos son aislados del mundo exterior —«desaparecidos»—, se les niega representación legal y se les hacina en celdas fétidas y hacinadas.

 Los prisioneros en los campos de El Salvador se ven obligados a dormir en el suelo o en régimen de aislamiento a oscuras. Muchos padecen tuberculosis, infecciones fúngicas, sarna, desnutrición severa y enfermedades digestivas crónicas. Los reclusos, entre ellos más de 3.000 niños, son alimentados con alimentos rancios. Sufren palizas. Son torturados , incluso mediante el simulacro de ahogamiento o siendo obligados a sumergirse desnudos en barriles de agua helada, según Human Rights Watch. En 2023, el Departamento de Estado describió el encarcelamiento como «potencialmente mortal», y eso fue antes de que el gobierno salvadoreño declarara el «estado de excepción» en marzo de 2022. La situación se ha visto gravemente «agravada», señala el Departamento de Estado, por la «incorporación de 72.000 detenidos bajo el estado de excepción». Unas 375 personas han muerto en los campamentos desde que se estableció el estado de excepción , parte de la “guerra contra las pandillas” del presidente salvadoreño Nayib Bukele, según el grupo local de derechos humanos Socorro Jurídico Humanitario.

 Estos campos —el “Centro de Confinamiento del Terrorismo” conocido como CECOT, al que están siendo enviados los deportados estadounidenses, alberga a unas 40.000 personas— son el modelo, el presagio de lo que nos espera.

 El obrero metalúrgico y sindicalista Kilmar Ábrego García, quien fue secuestrado El 12 de marzo de 2025, frente a su hijo de cinco años, fue acusado de ser pandillero y enviado a El Salvador. La Corte Suprema coincidió con la jueza de distrito Paula Xinis, quien determinó que la deportación de García fue un «acto ilegal». Los funcionarios de Trump atribuyeron la deportación de García a un «error administrativo». Xinis ordenó a la administración Trump que «facilitara» su regreso. Pero eso no significa que vaya a regresar.

 “Espero que no esté insinuando que yo introduzca a un terrorista de contrabando a Estados Unidos”, dijo Bukele a la prensa en una reunión con Trump en la Casa Blanca. “¿Cómo puedo traerlo de contrabando… cómo puedo devolverlo a Estados Unidos? ¿O sea, traerlo de contrabando a Estados Unidos? Bueno, claro que no lo voy a hacer… la pregunta es absurda”.

 A NOSOTROS

 El presidente Donald Trump se reúne con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington D. C., el 14 de abril de 2025. (Foto de BRENDAN SMIALOWSKI/AFP vía Getty Images)

 Este es el futuro. Una vez que un segmento de la población es demonizado —incluyendo a los ciudadanos estadounidenses a quienes Trump califica de «criminales locales»—, una vez que se les despoja de su humanidad, una vez que encarnan el mal y se les considera una amenaza existencial, el resultado final es que estos «contaminantes» humanos son eliminados de la sociedad. La culpabilidad o la inocencia, al menos ante la ley, son irrelevantes. La ciudadanía no ofrece protección alguna.

 “El primer paso esencial en el camino hacia la dominación total es eliminar la persona jurídica del hombre”, escribe Hannah Arendt en “ Los orígenes del totalitarismo ”. “Esto se logró, por un lado, expulsando a ciertas categorías de personas de la protección de la ley y, al mismo tiempo, mediante la desnacionalización, obligando al mundo no totalitario a reconocer la ilegalidad; por otro lado, situando el campo de concentración fuera del sistema penal normal y seleccionando a los reclusos al margen del procedimiento judicial habitual, en el que un delito concreto conlleva una pena previsible”.

 Quienes construyen campos de concentración construyen sociedades de miedo. Emiten advertencias incesantes de peligro mortal, ya sea de inmigrantes, musulmanes, traidores, criminales o terroristas. El miedo se propaga lentamente, como un gas sulfuroso, hasta infectar todas las interacciones sociales e inducir la parálisis. Lleva tiempo. En los primeros años del Tercer Reich, los nazis operaron diez campos con unos 10.000 reclusos. Pero una vez que lograron aplastar todos los centros de poder en competencia —sindicatos, partidos políticos, prensa independiente, universidades y las iglesias católica y protestante—, el sistema de campos de concentración explotó. Para 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, los nazis dirigían más de 100 campos de concentración con aproximadamente un millón de reclusos. A continuación, se establecieron los campos de exterminio.

 Quienes crean estos campos les dan amplia publicidad. Están diseñados para intimidar. Su brutalidad es su atractivo. Dachau, el primer campo de concentración nazi, no fue, como escribe Richard Evans en » La llegada del Tercer Reich «, «una solución improvisada a un problema inesperado de hacinamiento en los campos, sino una medida planificada desde hace tiempo que los nazis habían previsto prácticamente desde el principio. Fue ampliamente publicitada y reportada en la prensa local, regional y nacional, y sirvió como una dura advertencia para cualquiera que considerara ofrecer resistencia al régimen nazi».

 Agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), vestidos de civil y circulando por los barrios en vehículos sin identificación, secuestran a residentes legales como Mahmoud Khalil. Estos secuestros son una réplica de los que presencié en las calles de Santiago de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet, o en San Salvador, la capital de El Salvador, durante la dictadura militar.

 El ICE se está convirtiendo rápidamente en nuestra versión local de la Gestapo o el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD). Supervisa 200 centros de detención. Es una formidable agencia de vigilancia nacional que ha recopilado datos sobre la mayoría de los estadounidenses, según un informe elaborado por el Centro de Privacidad y Tecnología de Georgetown.

 “Al acceder a los registros digitales de los gobiernos estatales y locales y adquirir bases de datos con miles de millones de datos de empresas privadas, el ICE ha creado una infraestructura de vigilancia que le permite obtener expedientes detallados de prácticamente cualquier persona, prácticamente en cualquier momento”, afirma el informe. “En sus esfuerzos por arrestar y deportar, el ICE, sin ninguna supervisión judicial, legislativa o pública, ha accedido a conjuntos de datos que contienen información personal sobre la gran mayoría de las personas que viven en Estados Unidos, cuyos registros pueden acabar en manos de las autoridades migratorias simplemente por solicitar licencias de conducir, circular por las carreteras o contratar los servicios públicos locales para acceder a la calefacción, el agua y la electricidad”.

 Los secuestrados, entre ellos Rümeysa Öztürk, ciudadano turco y estudiante de doctorado en la Universidad de Tufts, están acusados de comportamientos amorfos como «participar en actividades de apoyo a Hamás». Pero esto es un subterfugio, acusaciones tan poco reales como los crímenes inventados durante el estalinismo, donde se acusaba a personas de pertenecer al viejo orden —kulaks o miembros de la pequeña burguesía— o se las condenaba por conspirar para derrocar el régimen como trotskistas, titistas, agentes del capitalismo o saboteadores, conocidos como «destructores». Una vez que se selecciona a una categoría de personas, los delitos de los que se les acusa, si es que se les acusa, son casi siempre inventados.

 Los reclusos de los campos de concentración son aislados del mundo exterior. Son desaparecidos. Borrados. Son tratados como si nunca hubieran existido. Casi todos los esfuerzos por obtener información sobre ellos se encuentran con el silencio. Incluso su muerte, si mueren bajo custodia, se vuelve anónima, como si nunca hubieran nacido.

 Quienes dirigen los campos de concentración, como escribe Hannah Arendt, son personas sin la curiosidad ni la capacidad mental para formarse una opinión. Ya ni siquiera saben, señala, lo que significa estar convencido. Simplemente obedecen, condicionados a actuar como «animales pervertidos». Están embriagados por el poder divino que poseen para convertir a los seres humanos en temblorosos rebaños de ovejas.

 El objetivo de cualquier sistema de campos de concentración es destruir todos los rasgos individuales, moldear a las personas en masas temerosas, dóciles y obedientes. Los primeros campos son campos de entrenamiento para guardias de prisiones y agentes del ICE. Dominan las brutales técnicas diseñadas para infantilizar a los reclusos, una infantilización que pronto deforma a la sociedad en general.

 A los 250 supuestos pandilleros venezolanos enviados a El Salvador, desafiando a un tribunal federal, se les negó el debido proceso. Fueron conducidos sumariamente a aviones, que ignoraron la orden del juez de regresar, y una vez allí, fueron desnudados, golpeados y rapados. Las cabezas rapadas son comunes en todos los campos de concentración. La excusa son los piojos. Pero, por supuesto, se trata de la despersonalización y de por qué visten uniformes e identificados con números.

 El autócrata se deleita abiertamente con la crueldad. «Espero con ansias ver a esos matones terroristas enfermos recibir sentencias de 20 años de cárcel por lo que les están haciendo a Elon Musk y Tesla», escribió Trump en Truth Social. «¡Quizás podrían cumplirlas en las cárceles de El Salvador, que recientemente se han hecho famosas por sus condiciones tan favorables!»

 Quienes construyen campos de concentración se enorgullecen de ellos. Los exhiben ante la prensa, o al menos ante los aduladores que se hacen pasar por ellos. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien publicó un video de ella visitando la prisión salvadoreña, usó a los reclusos sin camisa y con la cabeza rapada como escenario para sus amenazas contra los inmigrantes. Si algo hace bien el fascismo, es el espectáculo.

 TOPSHOT

 Primero vienen por los inmigrantes . Luego por los activistas con visas de estudiantes extranjeros en los campus universitarios. Después, por los titulares de tarjetas de residencia . Después, vienen los ciudadanos estadounidenses que luchan contra el genocidio israelí o el fascismo insidioso. Después, vienen por ti. No porque hayas infringido la ley, sino porque la monstruosa maquinaria del terror necesita un suministro constante de víctimas para mantenerse.

 Los regímenes totalitarios sobreviven luchando eternamente contra amenazas mortales y existenciales. Una vez erradicada una amenaza, inventan otra. Se burlan del Estado de derecho. Los jueces, hasta su depuración, pueden denunciar esta anarquía, pero carecen de mecanismos para hacer cumplir sus fallos. El Departamento de Justicia, entregado a la aduladora de Trump, Pam Bondi, está, como en todas las autocracias, diseñado para bloquear la aplicación de la ley, no para facilitarla. Ya no existen impedimentos legales que nos protejan. Sabemos adónde nos lleva esto. Ya lo hemos visto antes. Y no es bueno.

https://kaosenlared.net/campos-de-concentracion-estadounidenses/