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La deserción finlandesa
HIGINIO POLO
Con la incorporación a la OTAN, el gobierno socialdemócrata, al igual que la mayoría de los verdes europeos, ha entrado en la lógica de la guerra y de las empresas de armamento
Cuando en diciembre de 2019 Sanna Marin asumió la jefatura del gobierno finlandés, sustituyendo a Antti Rinne, su llegada fue celebrada por casi toda la izquierda: era una mujer joven de treinta y cuatro años, socialdemócrata, de una familia modesta que necesitaba ayudas sociales, que había trabajado como dependienta y conocía las dificultades de la vida, y que articulaba una coalición de gobierno de centro-izquierda y mayoría socialdemócrata, con cinco partidos: el Partido Socialdemócrata (SDP), el Partido de Centro (liberal), el Partido Verde, la Alianza de Izquierda y el pequeño Partido Popular Sueco (SFP).
Además, Marin formó un gobierno compuesto mayoritariamente por mujeres jóvenes que ocuparon doce de los diecisiete ministerios. Unía juventud y planes progresistas de gobierno, y quitaba importancia a su condición de mujer y a su edad: Marin insistió en que esos rasgos no eran lo más importante: eran los hechos, lo que su gobierno quería llevar a cabo.
Sin embargo, Sanna Marin, elogiada por su gestión de la pandemia, por su empeño en combatir la violencia contra las mujeres y en equiparar los salarios de hombres y mujeres, y por su programa de igualdad para las minorías raciales, ha dado un peligroso giro a la tradicional política de neutralidad finlandesa posterior a la II Guerra Mundial, y ha abandonado la diplomacia que trabajaba por la paz con su petición de ingreso en la OTAN.
El pequeño país de poco más de cinco millones de habitantes, tiene problemas desde hace tiempo: el alcoholismo, el racismo, el acoso sexual a las mujeres, la recesión económica. Ahora, el ministerio de Hacienda quiere recortar servicios públicos, cuando los trabajadores padecen dificultades. También, Finlandia soporta el oscuro recuerdo de su pasado cómplice con la Alemania nazi, que si bien fue enterrado durante los años de la llamada «finlandización» vuelve a aparecer a la vista del apoyo de los gobiernos de las tres repúblicas bálticas vecinas a los desfiles de veteranos de las SS nazis y de la nueva situación creada en Ucrania por la dictadura de Zelenski.
La incorporación de Finlandia a la OTAN supondrá transformar los más de mil trescientos kilómetros de su frontera oriental en la línea de contacto de la OTAN con Rusia, además de convertir a Finlandia en enemigo de Moscú, según la doctrina estratégica elaborada por EEUU y asumida por la alianza militar occidental.
Tras una abrumadora campaña que ha cambiado la opinión pública, el gobierno de Marin ni siquiera ha considerado la posibilidad de que la población pudiera expresar su opinión sobre la entrada en la OTAN con un referéndum: con una mayoría en el Parlamento, Marin tira por la borda siete décadas de neutralidad y de política exterior de estímulo a la paz.
Pocas voces públicas se oponen a ese despropósito: entre ellas, Tiina Sandberg, secretaria del SKP (Partido Comunista), y otros dirigentes comunistas, o Markus Mustajärvi, parlamentario de la Alianza de la Izquierda y miembro del Comité de Defensa del parlamento, quien denunció que «el ingreso de Finlandia en la OTAN se ha preparado a propósito desde la desintegración de la Unión Soviética. Las voces críticas han sido silenciadas y el ambiente se ha vuelto muy opresivo, incluso amenazante, y eso siempre tiene consecuencias.»
Con el gabinete de Sanna Marin se ha culminado la transformación de Finlandia, que deserta así del grupo de países que apostaban por la paz y la desaparición de los bloques militares. También culmina la metamorfosis de la socialdemocracia, de los verdes y de la mayor parte de la izquierda finlandesa, entre ellos de los ex comunistas que se integraron en Vasemmistoliitto (Alianza de la Izquierda, que cuenta con tres ministros) en un viaje a ninguna parte a semejanza del que hicieron los italianos de Achille Occhetto, convertidos hoy en el socialdemócrata y atlantista Partito Democratico.
La Alianza de la Izquierda de Li Andersson ha asumido todas las decisiones de Sanna Marin. Cuando el gobierno de Marin tomó la decisión de ingresar en la OTAN, el ministro de Asuntos Exteriores, Pekka Haavisto, del Partido Verde, aseguró que Finlandia fortalecería así su seguridad, la estabilidad en el norte de Europa, aumentaría su influencia y apoyaría el desarme nuclear. Todo era falso, y Haavisto lo sabía, porque EEUU está militarizando la península escandinava: ya ha firmado un acuerdo de defensa con Noruega y está ultimando otro con Finlandia.
EEUU quiere disponer en Escandinavia de instalaciones y bases aéreas y navales restringidas para su ejército donde, prescindiendo de la soberanía de cada país, aplicará exclusivamente su legislación, al margen del derecho noruego o finlandés, para poder introducir armamento nuclear en una situación de crisis.
Con la complicidad del gobierno noruego, EEUU tiene previsto crear áreas acotadas en Rygge (en el fiordo de Oslo), en Sola (costa del Mar del Norte), y en Ramsund y Evenes (en el fiordo de Narvik, cerca de Suecia y de Finlandia y al norte del Círculo Polar ártico). El despliegue en el fiordo de Narvik servirá también a EEUU para reforzar su dispositivo militar e intervenir en la disputa por los recursos del océano Ártico. Washington quiere también que Finlandia se incorpore a su alianza contra China.
Los gastos militares se han disparado: Helsinki invierte ya más del doble de lo que dedicaba a su ejército en 2019, al inicio de la legislatura, y ningún partido de la coalición se ha opuesto a ese despilfarro. La izquierda gubernamental se apresuró a cubrir la nueva política con palabras huecas: Vasemmistoliitto (Alianza de la Izquierda) apoyó en junio de 2022 el ingreso de Finlandia en la OTAN, y lo hizo, como otros partidos del gobierno, exigiendo que el país no aceptase armas nucleares, tropas ni bases de la alianza en su territorio. Incluso el presidente Sauli Niinistö insistió en que Finlandia no albergaría armas nucleares.
Era un brindis al sol, y todos lo sabían: el equivalente de las condiciones que el PSOE puso en el referéndum de ingreso de España en la OTAN, que nunca se cumplieron. En octubre de 2022, apenas cuatro meses después del anuncio, Marin declaraba que Finlandia «participará plenamente en la OTAN», y que «no era conveniente poner condiciones sobre bases militares o armamento nuclear».
De hecho, el gobierno no aceptó incluir esos requisitos para la solicitud de ingreso, y el ejército finlandés ya colabora con EEUU en ejercicios aéreos como los del Support of Nuclear Operations with Conventional Air Tactics, SNOWCAT. Otra muestra de la progresiva subordinación de Finlandia a Washington, porque la OTAN no dispone de armas nucleares, son propiedad de quienes las poseen: EEUU, Gran Bretaña y Francia, y solo el Pentágono tiene desplegadas esas armas en otros países, como los europeos.
Con su nueva identidad atlantista, el gobierno finlandés repite las acusaciones de Blinken y Stoltenberg sobre las supuestas «amenazas nucleares» lanzadas por Moscú, pero omite que, a diferencia de Rusia, EEUU no ha renunciado a ser el primero en utilizar armamento atómico, y la diplomacia finlandesa ya empieza a aplicar los criterios de la OTAN, aunque aún no sea miembro: en la declaración presentada en la ONU que exige el desarme nuclear, Finlandia se abstuvo, aunque anteriormente votaba a favor.
Siguiendo también las instrucciones de la OTAN, como admitió veladamente el propio gobierno, votó también en contra del Tratado de prohibición de armas nucleares. Además, el gobierno de Marin presiona a Alemania para que envíe a Ucrania los tanques Leopard contra los rusos. Significativamente, pese a que Suecia confirmó el sabotaje al Nord Stream tras hallar rastros de explosivos y a la evidencia de que solo EEUU y su aliado británico podían haberlo llevado a cabo, Finlandia, como sus vecinos escandinavos, se ha abstenido de pedir cualquier responsabilidad, y mantuvo silencio ante la grosera intoxicación lanzada por Washington y la OTAN haciendo responsable a Rusia de la voladura de su propio gasoducto [y ahora a un fantasmagórico grupo ucraniano "no perteneciente al gobierno"].
También ha cambiado la apreciación de Finlandia sobre la guerra en Oriente Medio: mientras el gobierno anterior, con Antti Rinne, condenó a Turquía cuando invadió el norte de Siria, ahora, con Sanna Marin, el gabinete guarda silencio ante los bombardeos de Erdogan sobre los kurdos sirios. Todo ha cambiado tras la firma del Memorando de Madrid entre Finlandia, Suecia y Turquía bajo los auspicios del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Desertando de las filas de la paz con la incorporación a la alianza militar occidental, el gobierno socialdemócrata, al igual que la mayoría de los verdes europeos, ha entrado en la lógica de la guerra y de las empresas de armamento con la prevista construcción de un muro en los límites con Rusia, incrementando el presupuesto militar y exigiendo una mayor intervención de la OTAN en Ucrania, suscribiendo el vergonzoso Memorando de Madrid y apoyando la expansión militarista de EEUU hasta las fronteras rusas.
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Texto completo en: https://www.lahaine.org/mundo.php/la-desercion-finlandesa .
EEUU: La quiebra del Silicon Valley Bank.
SVB: Del valle al abismo
Michael Roberts
El viernes, el banco californiano Silicon Valley Bank (SVB) se ha convertido en el banco más grande en quiebra desde la crisis financiera de 2008. En un colapso repentino que conmocionó a los mercados financieros, dejó varados miles de millones de dólares pertenecientes a empresas e inversores.
SVB tomó depósitos e hizo préstamos a empresas en el corazón del sector tecnológico de Estados Unidos. La Corporación Federal de Seguros de Depósitos de EEUU (FDIC) ahora está actuando como liquidador. La FDIC es una agencia gubernamental independiente que asegura los depósitos bancarios y supervisa las instituciones financieras, lo que significa que liquidará los activos del banco para pagar a sus clientes, incluidos los depositantes y acreedores.
¿Qué pasó con SVB y es esto una señal aislada o una señal de que están en camino más crisis financieras? El resultado inmediato fue el anuncio de SVB de que había vendido con pérdidas un montón de valores en los que había invertido y que tendría que vender 2.250 millones de dólares en nuevas acciones para tratar de apuntalar su balance. Eso provocó un pánico entre las empresas tecnológicas clave de California que tenían su efectivo en SVB. Hubo una corrida clásica. A la velocidad del rayo, el banco tuvo que evitar que los depositantes retiraran dinero en efectivo. El precio de las acciones de la compañía colapsó, arrastrando a otros bancos con él. El comercio de acciones de SVB se detuvo y SVB acabó abandonando los esfuerzos para recaudar capital o encontrar un comprador, lo que llevó a que la FDIC tomara el control.
Aunque relativamente desconocido fuera de Silicon Valley, SVB estaba entre los 20 principales bancos comerciales estadounidenses (el 160 más grande), con 209 mil millones de dólares en activos totales a finales del año pasado, según la FDIC. Es el prestamista más grande en quiebra desde que Washington Mutual se derrumbó en 2008 durante el colapso financiero mundial. Así que, contrariamente a algunos informes, SVB no es un pececillo. Ofreció servicios a casi la mitad de todas las empresas de tecnología y de atención médica respaldadas por fondos de riesgo en los Estados Unidos. SVB tenía dinero para estos "capitalistas de riesgo" (aquellos que invierten en nuevas empresas de "start-up").
Pero también hizo inversiones con los depósitos en efectivo que obtuvo, extendiendo préstamos personales, a veces arriesgados, a los fundadores de las empresas tecnológicas, así como a sus empresas. Pero sus inversiones comenzaron a generar pérdidas. SVB había apostado por comprar bonos del gobierno de EEUU aparentemente seguros. Sin embargo, a medida que la Reserva Federal comenzó su ciclo de aumento de las tasas de interés para "controlar la inflación", el valor de estos bonos del gobierno cayó bruscamente y el balance de SVB comenzó a hacer agua. Cuando informó al mundo financiero que estaba vendiendo estos bonos con pérdidas para satisfacer los retiros de efectivo de los clientes, la corrida de retirada de depósitos en el banco se desató. Al no obtener financiación adicional mediante la venta de acciones, SVB tuvo que declararse en bancarrota y entrar en la suspensión de pagos de la FDIC.
Algunos están descartando la idea de que el colapso de SVB es una señal de lo que está por venir. "SVB era pequeño, con una base de depósitos muy concentrada", dijo el jefe de investigación de capital europeo de Amundi, Ciaran Callaghan. "No estaba preparado para las retiradas de depósitos, no tenía liquidez a mano para cubrir los reembolsos de depósitos y, en consecuencia, era un vendedor forzado de bonos que impulsó un aumento de capital y creó el contagio. Este es un caso muy aislado e idiosincrásico".
Así que es una excepción. ¿De verdad? El colapso de SVB se debe a un hecho más amplio, a saber, los agresivos aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal durante el año pasado. Cuando las tasas de interés estaban cerca de cero, los bancos como SVB atesoraban bonos del tesoro a largo plazo y aparentemente de bajo riesgo. Pero a medida que la Reserva Federal aumentó las tasas de interés para "luchar contra la inflación", el valor de esos activos cayó, dejando a muchos bancos con balances con pérdidas no realizadas.
Las tasas más altas también han afectado especialmente al sector tecnológico, socavando el valor de las acciones tecnológicas y dificultando la recaudación de fondos. Así que las empresas de tecnología comenzaron a retirar sus depósitos en efectivo en SVB para pagar sus facturas. Ed Moya, analista senior de mercado de Oanda, comentó: "Todo el mundo en Wall Street sabía que la campaña de subida de tasas de la Reserva Federal eventualmente rompería algo, y ahora mismo está derribando a los pequeños bancos". La otra grieta en el muro bancario está en las criptomonedas. El prestamista del banco criptográfico Silvergate también se ha visto obligado a liquidar después del colapso de los precios e intercambios de bitcoins y otras criptomonedas.
"Los desafíos institucionales de SVB reflejan un problema sistémico más grande y generalizado: la industria bancaria está sentada sobre una tonelada de activos de bajo rendimiento que, gracias al último año de aumentos de tasas, ahora están muy bajo el agua y se están hundiendo", dijo Konrad Alt, cofundador de Klaros Group. Alt estimó que los aumentos de tasas han "barrido efectivamente aproximadamente el 28 % de todo el capital de la industria bancaria a finales de 2022".
El fracaso de SVB puede ser único, pero los colapsos financieros siempre comienzan con los más débiles o los más imprudentes. Era un banco que estaba siendo exprimido por las tijeras de una crisis inminente: la caída de las ganancias en el sector tecnológico y la caída de los precios de los activos causada por el aumento de las tasas de interés. SVB había crecido a alrededor de 209 mil millones de dólares en activos con una base de clientes concentrada en las nuevas empresas tecnológicas, por lo que resultó particularmente vulnerable al impacto del rápido aumento de las tasas de interés. Pero las pérdidas de SVB en las ventas de bonos se están repitiendo en muchos otros bancos. La FDIC informó recientemente que los bancos estadounidenses registran 620 mil millones de dólares de pérdidas no realizadas en sus carteras de valores.
Mientras tanto, después de que las últimas cifras de empleo volvieran a indicar un mercado laboral "tirante", la Reserva Federal parece que continuará aumentando las tasas de interés más rápido y más alto de lo que los inversores financieros esperaban. Al declarar ante el Congreso de los Estados Unidos la semana pasada, el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, lo dejó claro: "El empleo, el gasto de los consumidores, la producción manufacturera y la inflación han revertido en parte las tendencias más suaves que habíamos visto en los datos hace solo un mes". Y como lo resumió Larry Summers, gurú keynesiano y ex secretario del Tesoro, "Tenemos que estar preparados para seguir haciendo lo necesario para contener la inflación". Posiblemente hasta el punto de hacer quebrar partes del sector bancario y corporativo.
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https://sinpermiso.info/textos/eeuu-la-quiebra-del-silicon-valley-bank-dossier
Cambio masivo de nombres de calles en Ucrania
Hace 80 años, en 1943, la capital de Ucrania, Kiev, fue liberada de la ocupación nazi por tropas del Ejército Rojo dirigidas por el general Nikolai Vatutin. Poco después de la liberación, el general Vatutin murió como consecuencia de una herida causada por colaboracionistas nazis de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN, por sus siglas en ucraniano). En 1944 recibió sepultura en uno de los parques centrales del Kiev que liberó y sobre su tumba se levantó un monumento con la inscripción: “Al general Vatutin, del pueblo ucraniano”.
Este general era considerado un héroe por méritos propios; sobre su tumba siempre había flores colocadas por los habitantes de la capital. Y estos días, en el 80º aniversario de la liberación de Kiev, el monumento ha sido demolido por las autoridades de Kiev profanando así su tumba.
A lo largo de todo el país se está llevando a cabo la destrucción de monumentos a los soldados del Ejército Rojo que liberaron Ucrania del fascismo. En algunos lugares se desmantelan (como en Chernivtsi, Rivne y otras ciudades); en otros simplemente se vuelan por los aires, como ocurrió en Nikolaev. A esto se añade el derribo de otros monumentos: al poeta Alexander Pushkin, a los escritores Nikolai Ostrovsky y Máximo Gorki, al piloto de pruebas Valery Chkalov y muchos más.
Complementa este borrado de la historia el cambio de nombre de toda una serie de ciudades, calles y plazas. Desde 2014, tras el golpe de Estado del Euromaidan, más de 1.000 localidades y de 50.000 calles cambiaron de nombre en Ucrania.
Solo en Kiev y durante el último año, 237 calles, avenidas, plazas y bulevares recibieron un nuevo nombre, según informan con orgullo las autoridades municipales, encabezadas por su alcalde Vitaly Klitschko. El mismo gobierno local que durante nueve años no ha sido capaz de construir –en una ciudad de 3 millones de habitantes con constantes atascos de tráfico– ni una sola estación de Metro, ni un solo intercambiador de transporte, ni un solo centro médico, ni un solo campus universitario, ni planta procesadora de residuos…
¿De dónde procede un deseo tan insistente de cambiar el nombre de todo y de todos? ¿Será que de repente toda la población está descontenta con los nombres de sus ciudades y calles, donde ellos mismos, sus padres y a veces sus abuelos han nacido y crecido? Nada de eso. No hubo referendos, ni votaciones de los residentes sobre estas cuestiones, nadie les pidió su opinión.
Por el contrario, en los pocos casos en que se realizaron encuestas, estas mostraron casi siempre el desacuerdo con el cambio de nombre. Por ejemplo, en el caso del centro regional de Kirovograd, llamado así hace casi 90 años en honor del famoso estadista soviético Sergei Kirov, la mayoría absoluta de la población de la ciudad, el 82%, rechazó hace unos años la decisión de cambiar el nombre de la ciudad a «Kropyvnytsky» y solo el 14% la apoyó.
Pero ni en este ni en todos los demás casos, ni para cambiar los nombres ni para demoler los monumentos, las autoridades han tenido en cuenta la opinión de los ciudadanos. Entonces, ¿por qué ocurre todo esto? La respuesta a esta pregunta será más evidente si se observa de cerca qué nombres y monumentos están sustituyendo a los de antes.
La avenida del general Vatutin, liberador de Kiev del nazismo mencionado al principio de este artículo, pasó a llamarse avenida de Roman Shukhevych, un nazi ucraniano que, en el momento del ataque de la Alemania nazi a la Unión Soviética en 1941, formaba parte del batallón Nachtigal, una subdivisión de la Abwehr (inteligencia militar de la Wehrmacht), formada por colaboradores nazis ucranianos.
La Avenida de Moscú en Kiev pasó a llamarse Avenida de Stepan Bandera –otro colaborador nazi ucraniano, líder de la OUN–, que durante la Segunda Guerra Mundial se hizo tristemente famoso no solo por cooperar con los nazis alemanes, sino por el genocidio de la población polaca y judía. Bandera tiene monumentos en muchas ciudades ucranianas.
El bulevar Druzhby Narodov de Kiev pasó a llamarse bulevar Mykola Mikhnovsky, uno de los creadores de la ideología del nacionalismo ucraniano, autor del lema chovinista: «¡Ucrania para los ucranianos!».
Y la calle que lleva el nombre del mariscal ucraniano Malinovsky, uno de los líderes del Ejército Rojo durante la guerra contra el nazismo, fue rebautizada como la calle de los Héroes del Regimiento Azov –una unidad militar moderna de Ucrania, cuyo emblema es el «wolfsangel» (un símbolo heráldico alemán inspirado en la forma de una antigua trampa para lobos), el emblema nazi utilizado por las unidades de las SS. Para quien no lo sepa o lo haya olvidado, incluso el Congreso de Estados Unidos consideró al Batallón Azov como grupo neonazi y terrorista.
Por cierto, más o menos al mismo tiempo que se demolía el monumento al general Vatutin en Kiev, la Décima Brigada de Asalto de Montaña de las Fuerzas Armadas de Ucrania recibió oficialmente el nombre de Edelweiss. Durante la Segunda Guerra Mundial, este era el nombre de la Primera División de Infantería de Montaña de las fuerzas armadas de la Alemania nazi, que participó en la deportación de judíos, la ejecución de prisioneros de guerra, en operaciones punitivas contra los partisanos de Yugoslavia, Italia, Checoslovaquia y Grecia. Las insignias de calavera, que prácticamente no difieren de los emblemas de la división de las SS «Cabeza Muerta» y otras unidades nazis, son exhibidas abiertamente no sólo por muchos militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania, sino también por su Comandante Supremo.
El actual gobierno de Ucrania está destruyendo por completo todo lo que de alguna manera se relacione con Rusia, de la que la mayor parte de Ucrania formó parte durante cientos de años (aunque se trate de monumentos y calles en honor a escritores de fama mundial, como León Tolstoi), y con el periodo soviético de 70 años de la historia de Ucrania, además de con el socialismo y la ideología de izquierdas en general. Por ejemplo, se ha cambiado el nombre de calles que llevaban los nombres de Karl Marx y Friedrich Engels, se han demolido monumentos dedicados a ellos y se prohíben los símbolos socialistas y comunistas, desde la bandera roja hasta la interpretación de la «Internacional». Asimismo, todos los partidos de izquierda están prohibidos, incluida la Unión de Fuerzas de Izquierda–Por un Nuevo Socialismo, que este autor preside.
El socialismo y el comunismo están prohibidos, los activistas de izquierda son perseguidos y encarcelados, y el neonazismo se ha convertido en un elemento de la política estatal y en la ideología dominante.
Por si fuera poco, toda esta guerra iniciada por las autoridades ucranianas contra los nombres, los monumentos y la ideología de izquierdas requiere mucho dinero. El coste de una sola placa con un nuevo nombre de calle para colocar en una esquina, según las propias autoridades de Kiev, es de al menos 1.000 hryvnia (unos 25 euros) y eso debe multiplicarse por docenas (y a veces cientos) de placas en la misma calle. Y luego por decenas de miles de calles rebautizadas. Permítanme recordarles también las más de 1.000 ciudades y pueblos rebautizados.
Y el coste de las nuevas placas es sólo una pequeña parte del coste del cambio de nombre. Hay muchos más componentes. Todas las instituciones y empresas tienen que modificar los documentos, encargar nuevos sellos y timbres, actualizar las señales de entrada, etcétera. Necesitamos nuevas señales y carteles en las carreteras, en las entradas de la localidad y en las rutas por toda Ucrania. Es necesario dotar a muchas instituciones de nuevos mapas y atlas, no sólo ubicados en la ciudad rebautizada, sino en todo el país.
Cuando, por ejemplo, se realizó el cambio de nombre de la ciudad de Zhdanov a Mariupol, un solo cambio costó unos 24 millones de euros. La oleada total de cambio de nombre y demolición de monumentos en todo el país, según las estimaciones más conservadoras, ¡cuesta más de 1.000 millones de euros!
Y esto en el país más empobrecido de Europa que, además, está en guerra. En un país que tiene absoluta necesidad de ayuda financiera del exterior y en el que este año más del 60% de los ingresos del presupuesto estatal proceden de países extranjeros, principalmente de los países de la Unión Europea y de Estados Unidos.
De este modo, el dinero de los contribuyentes europeos y estadounidenses se gasta ahora, entre otras cosas, en el cambio masivo de nombre de calles de Ucrania en honor de los nazis y neonazis. No creo que la mayoría de los ciudadanos de los países donantes estén de acuerdo con esto. Pero parece que a ellos, como a la mayoría de los ciudadanos de Ucrania, nadie va a preguntarles su opinión.
Maxim Goldarb es presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda de Ucrania-Por un Nuevo Socialismo.
¿Monumentos a los nazis con dinero de Estados Unidos y de Europa? – Rebelion
Nota del blog .- Recordemos otra cosa y es que el tribunal administrativo de Kiev su juez/es fue/ron destituido/s por luchar contra la corrupción y por oponerse al cambio de nombres por nazis..Al igual en las fotos de abajo se puede ver a Zelenski y tras el guarda espaldas ucraniano nazi , para lavarle la cara luego resaltan que Zelenski es judío.. También lo es el oligarca que lo financió y que al mismo tiempo creaba los batallones neonazis que masacraron el Dombás .. ver
Bajo el fragor de la guerra se está estableciendo un Ucrania una dictadura oligárquica – Rebelion