miércoles, 5 de febrero de 2020

Del nacional populismo al mesianismo.

Cataluña: «¡A por ellos!» versus «Marxem!» («¡Nos vamos!»)

Miguel Muñiz

 Mientras tanto.

Adelanto a beneficio de la lectora o lector; el título original de este texto: Cataluña 2012-2020. Las izquierdas atrapadas entre el “Marxem!” (¡Nos vamos!) y el “¡A por ellos!”, describe su enfoque, y casi su contenido; por ello quienes tienen una opinión formada sobre el asunto pueden ahorrar un tiempo precioso prescindiendo de su lectura.
Fue en 2012 cuando se produjo la eclosión; personas que trabajábamos como voluntarias en activismo social de base fuimos interpeladas sobre lo necesario que era alinearnos en clave nacional. No fue una sorpresa, desde hacía meses en gran cantidad de rotondas de las carreteras de Cataluña habían aparecido mástiles con nuevas banderas, banderas sobre cuya colocación nadie había preguntado a los habitantes de los municipios en que se hallaban las susodichas rotondas; y en los ayuntamientos se iban aprobando mociones sobre cuestiones nacionales que no habían figurado en los programas municipales de algunas candidaturas que les daban apoyo; mociones que se plasmaban en adhesiones en plafones metálicos en el límite municipal. Antes habían aparecido los mapas: si en un municipio las elecciones daban mayoría a las fuerzas identificadas con una versión del hecho nacional, aunque fuera por un solo voto de diferencia, el territorio del municipio en cuestión quedaba pintado de un color en el mapa; el resultado eran mapas casi monocromáticos, en los que se perdían unas minúsculas manchas de municipios de color diferente. Las cosas estaban así; aunque no se pensaba que esas cuestiones, propias de la política partidista, llegarían hasta el asociacionismo de base.
Como es lógico, la petición para definirnos provenía de compañeras o compañeros que participaban en las entidades y sentían hondamente la causa nacional. Se trataba de que el colectivo se adscribiese a una entidad patriótica de reciente creación, que aspiraba a integrar en su seno a todo el tejido asociativo de Cataluña.
La petición era legítima, pero lo novedoso ―en sentido negativo― era la imposibilidad de debatirla o analizarla. Es decir, que si se razonaba sobre la inoportunidad de introducir la cuestión nacional en colectivos que trabajaban sobre conflictos o problemáticas que, en muchos casos, desbordaban los marcos nacionales, se respondía con juicios de intención hacia la persona, o personas, que expresaba las objeciones en el sentido de que, en realidad, lo que sucedía era que estaba(n) alineada(s) con el nacionalismo enemigo.
A lo largo de 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017, la dinámica de adhesión, pronunciamiento o toma de partido en clave nacional se extendió a casi todos los ámbitos de la vida social de Cataluña, y llegó al nivel familiar. La exigencia nacional se formulaba, al comienzo, en términos ambiguos (derecho a decidir, derecho a votar, derecho a ser normal, etc.), pero pronto derivó en una llamada a la secesión del resto de España porque, se decía, esa era la voluntad del pueblo de Cataluña. Y si se expresaban objeciones, preguntas, dudas…, sobre qué ventajas e inconvenientes implicaba la secesión; o se analizaba a qué clases sociales de Cataluña beneficiaba, y cuáles eran las perjudicadas, la cuestión derivaba rápidamente hacia una cierta violencia expresiva.
La dinámica llegaba a su máxima expresión en las llamadas redes sociales; el uso del correo electrónico en los foros era ilustrativo; mensajes con argumentaciones detalladas, que contenían enlaces a documentos y textos aclaratorios, se convirtieron en malditos; es decir, que si en el debate participaban patriotas activos de la secesión, era muy probable que cualquier argumentación, por muy razonada y documentada que estuviese, recibiese como contestación una lista de descalificaciones sobre lo que a juicio del, o de la, patriota de turno era España; la lista finalizaba, si el intercambio de mensajes era en catalán, con un inapelable: “Marxem!”, o con su equivalente en el caso del castellano: “¡Nos vamos!”.
Las justificaciones del “Marxem!/¡Nos vamos!” mencionaban hechos que resultaban chocantes, por ajenos a lo conocido de la historia y la realidad social y política de Cataluña y del resto de España. Así, se informaba, por ejemplo, de que, desde hacía un mínimo de 300 años, Cataluña intentaba integrarse en España, intentos sólo contestados con desprecios y violencia; que, en realidad, la Guerra Civil española no fue tal, sino que había sido una guerra de España contra Cataluña; que millones de personas, emigradas desde varios territorios para trabajar allá donde se concentraba el crecimiento económico (Madrid, Bilbao, Valencia, Barcelona, etc.), habían sido, en el caso de Cataluña, acogidas; por ello, y como agradecimiento al pueblo que las había acogido, debían apoyar la secesión ya que sus derechos ciudadanos no venían de su trabajo como contribución al enriquecimiento material de Cataluña, sino de su identidad; que España era sinónimo de oscurantismo, fascismo, incultura, ignorancia, opresión, genocidio indígena, fanatismo religioso y caciquismo, mientras que los pueblos oprimidos por esa España, eran un dechado de virtudes, armonía, solidaridad, democracia, justicia y civismo, etc.; si el patriota estaba muy motivado incluso informaba de que quienes habían emigrado a Cataluña para trabajar eran colonizadores lingüísticos, voluntarios o involuntarios, enviados por el franquismo para conseguir la desaparición del idioma catalán.
Una relación exhaustiva de ese tipo de informaciones no tiene sentido. La realidad era que se había construido un enemigo al que el pueblo catalán se enfrentaba de forma pacífica, sonriente, cívica y democrática. Y todo lo que cuestionaba la construcción de ese enemigo era una manifestación de apoyo al enemigo.
Por eso, si se exponían datos que contradecían esas informaciones se entraba en una espiral de agravios comparativos. Recordar cosas como la participación de las clases acomodadas y dominantes de Cataluña en la gobernabilidad de España durante los siglos 19 y 20; recordar que gran parte de esas mismas clases apoyaron al franquismo en la Guerra Civil española, o que se beneficiaron económicamente de la dictadura; recordar que Madrid y otros lugares de España habían sido referente internacional de resistencia ante el fascismo; que la inmigración se había producido en toda España, y que había sido repelida por el franquismo en Cataluña en sus etapas iniciales (devolviendo inmigrantes a sus lugares de origen); que el terror y la destrucción ligados al colonialismo eran comunes a toda Europa, o que ilustres catalanes habían cumulado su riqueza en América Latina mediante el expolio o el comercio de esclavos; recordar que también existe oscurantismo y violencia religiosa en Cataluña, y el auge que tuvo durante las guerras carlistas; demostrar que el idioma catalán, que se presentaba como en trance de desaparición inmediata, es el determinante en la escuela pública, e idioma único en todos los niveles de la administración, y en toda la comunicación vinculada a ésta (hecho considerado históricamente excepcional, según varios gobiernos de la Generalitat),etc.; todo ello no servía de nada ante los arraigados sentimientos de agravio del pueblo catalán, imposibles de concretar y cuantificar.
Porque por encima de realidades sociales, plurales y conflictivas, por encima del resultado de investigaciones históricas, sociales y políticas, estaba el pueblo; un pueblo entendido no como sujeto formado por clases sociales con contradicciones e intereses contrapuestos, sino como bloque unido; el pueblo se definía por su voluntad de ser, y por su reivindicación de un derecho a decidir sin ningún anclaje jurídico, un derecho que se invocaba como mecanismo de usar y tirar; ya que ninguna de las elaboraciones legales que se iban conociendo de la futura estructura de la Cataluña separada del resto de España, hacía mención al derecho a decidir como parte de su normativa. El tal derecho a decidir caducaba una vez cumplida su única función: justificar la secesión.
Para amparar la legitimidad de la secesión se construyó un marco político al uso. Así, cualquier persona podía declararse de derechas o de izquierdas, liberal o conservador, anarquista, sindicalista, comunista, socialista, socialdemócrata, nacionalista, soberanista, catalanista, independentista..., incluso españolista agradecido al pueblo catalán (hasta se creó una asociación al respecto) siempre que apoyase la secesión; incluso se inventó un oxímoron que se difundió ampliamente: el independentista que no era nacionalista.
Como la voluntad del pueblo catalán debía concretarse, el gobierno de la Generalitat decidió convocar una consulta sobre el futuro político de Cataluña, prescindiendo de lo que opinaron los partidos contrarios a ella y sin buscar ningún tipo de consenso previo. Había prisa. Tras una intensa campaña de propaganda para que el pueblo se manifestase, el 9 de noviembre de 2014 (9N) sucedió lo que se esperaba: la casi totalidad de participantes en la consulta fueron personas que apoyaban la secesión; el resto, la gran mayoría, se quedó en casa. La sociedad daba muestras de un molesto pluralismo.
Pero la interpretación que hicieron los grupos convocantes del resultado del 9N fue curiosa: ignoraron la falta de participación mayoritaria y, basándose sólo en el amplio apoyo de sus partidarios, proclamaron que era necesaria una salida política. Para ello convocaron, el 27 de septiembre de 2015, unas elecciones autonómicas que calificaron de plebiscitarias, en las que, si la mayoría de votantes apoyaba a las fuerzas partidarias de la secesión, se avanzarían etapas para llevarla a cabo.
Y volvió a repetirse lo previsible: los grupos políticos partidarios de la secesión obtuvieron un amplio respaldo que se tradujo en mayoría parlamentaria, pero no llegaron a sumar la mayoría de votos ni tenían, lógicamente, una mayoría social detrás. Y aquí se lio. En lugar de detener el proceso se decidió, nuevamente, ignorar el molesto pluralismo político y social del pueblo. Y como para los nacionalismos pueblo no hay más uno, se decidió que la mayoría parlamentaria bastaba para comenzar el proceso de secesión, al que se fijó un plazo máximo de 18 meses.
A medida que la fractura social y la tensión en Cataluña por la cuestión nacional fue creciendo se produjeron dos fenómenos que eclosionaron en 2017. El primero, una parte de la sociedad catalana que desde 1980 se mostraba indiferente o pasiva ante la cuestión nacional, comenzó a manifestar un cierto activismo nacionalista español; la expresión más visible fue que barrios de ciudades dónde no se había expresado nunca patriotismo españolista comenzaron mostrar una cierta proliferación de banderas españolas en los balcones. Aquí es necesario apuntar que en pueblos y zonas urbanas con mayoría de patriotismo catalanista se desplegaba, desde 2012, una abrumadora escenografía de banderas, murales y pancartas a favor de la secesión.
El segundo fenómeno se produjo en 2017, al llegar la tensión patriótica al máximo nivel; cuando la mayoría del Parlament derogó de facto la Constitución y el Estatut de Autonomía, y rompió los procedimientos legales para imponer unas llamadas leyes de desconexión; y cuando el gobierno central reaccionó torpemente, reforzando las dotaciones de algunos municipios de Cataluña con policías y guardias civiles trasladados desde otros lugares de España, tratando de impedir la máxima expresión de esa secesión en forma de referéndum unilateral convocado por la Generalitat para el 1 de Octubre; los patriotas activos del españolismo despidieron a las unidades que partían con un inapelable: “¡A por ellos!”.
Entre el “Marxem!” y el “¡A por ellos!” transcurre la historia de Cataluña en este 2020; porque se trata de expresiones arraigadas en una de las peores ideologías generadas por la cultura occidental en los siglos 19 y 20: el nacionalismo; los nacionalismos, mejor dicho. Como el monstruo mítico de la Hidra de Lerna, cuando un nacionalismo resulta impugnado (aquí no hay cabezas que cortar) surgen dos, o más, que ocupan su lugar.
Pero, dejando a un lado la mitología, y en la perspectiva de este 2020 en que parece que se inicie una etapa diferente, cabe hacerse una pregunta retrospectiva: ¿No existía ninguna opción política al margen de los nacionalismos español o catalán? ¿Una opción que impugnase con igual contundencia el “Marxem!” y el “¡A por ellos!”? ¿Qué decían las izquierdas que habían sido importantes en Cataluña y en el resto de España durante décadas, y que eran históricamente críticas con los nacionalismos? ¿No tenían un discurso propio fuera de alinearse, de diversas maneras, en el enfrentamiento entre banderas?
Responder estas cuestiones obligaría a un repaso de la historia de España desde la muerte del general Franco hasta 2012; enumerando contrastes, zonas oscuras y logros, lo que convertiría este texto en un libro. Y ya hay demasiadas publicaciones sobre el asunto. Pero también hay una anécdota que explica muchas cosas.
El 21 de diciembre de 2014, el líder de una nueva fuerza política emergente, surgida del movimiento 15M, dio su primer mitin en Barcelona. Ante una representación destacada de figuras de las consideradas izquierdas, y en presencia de miles de partidarios, en un momento cumbre de su intervención gritó: “¡Yo no vengo a Cataluña a levantar muros o fronteras! ¡Vengo a tender puentes!”.
El grito cosechó una gran ovación, pero no tuvo ni una sola consecuencia práctica. La interpretación más benevolente del hecho puede concluir que el líder no se había documentado bien antes de gritar; porque los muros y fronteras que denunciaba ya se habían ido levantando, de manera silenciosa y paciente, por parte de ambos nacionalismos, catalán y español, desde 1990 y 1996, respectivamente. Lo necesario era empezar a demolerlos. Pero esa demolición, entre muchos otros temas, era algo de lo que ni en Cataluña ni en España tocaba hablar, nunca, desde 1975, había tocado hablar de eso.
Acabemos con una nota optimista. Reírse de los monstruos nacionales es arriesgado, porque los patriotas saben que la risa les da su auténtica estatura y suelen ponerse agresivos. Sobre el monstruo nacionalista español ya existen muchas formas de reírse entre las llamadas izquierdas; la cuestión es que, sobre el otro monstruo, el nacionalista catalán, casi no existen.
En diciembre de 2019 se presentó un libro, Estàvem cansats de viure bé (Estábamos cansados de vivir bien), una selección de los artículos que publica semanalmente en el Diari de Girona el periodista Albert Solé. El título, según se explica en lo que podría denominarse el prólogo, surgía de una frase escuchada casualmente por el autor, con la que dos viejos pescadores de Girona concluyeron la conversación que mantenían sobre la situación actual de Cataluña.
Debería editarse una traducción al castellano del libro, aunque parte de los matices y la fina ironía del autor se pierdan por la gran calidad y riqueza expresiva, ausente de cultismos, del catalán en que escribe Albert Soler. Debería editarse porque es una manera, acaso la única, de abordar el supuesto conflicto. Comenzar a reírse de ambos monstruos.
Sirva este cierre como homenaje a la capacidad de Albert Soler para retratar magistralmente el egoísmo social que encubre el uso, abusivo y excluyente, de la palabra pueblo.
26/1/2019
 
http://www.mientrastanto.org/boletin-187/notas/cataluna-a-por-ellos-versus-marxem-nos-vamos



 Nota del blog. 
 
El Proceso  ha sido una constante  huida hacia delante,  de crisis de hegemonía del post pujolismo y una larga lucha entre ellos por quien recogía  esa hegemonía...y también  CiU  tapar el 3%.   "Hagamos como si fuéramos soberanos”,  les  decía Pujol.  Pero Pujol   sabía que era imposible  y se lo dijo. Más de una vez  .Y ellos    además   sin tener en cuenta que el sistema electoral esta trampeado a su favor, teniendo mayoría en el Parlament   pero  minoría en la sociedad. La misma dinámica de Mas la estuvieron repitiendo compitiendo entre ellos, los otros no existían, solo ellos eran Cataluña y esa dinámica  es  la  que  los  llevó a tirar hacia delante a toda prisa aunque fuera ciegas y así  al final hasta dejar  el  barco  desarbolado  y sin capitán  antes de llegar a Ítaca y ahora  hay que volver a remo. Es decir reflexionar  .Y cuesta. Tampoco es ajeno a ello  la globalización  y  la crisis del neoliberalismo  donde los  estados  van   hacia los nacional populismos , véase el Brexit , Como implosiones  . Tan variantes como países y dentro de su tradición  política  reinventada por su catalanismo político,  después del fracaso  de Cataluña  dentro de una España Grande.  Que lo repitió Maragall como si España  fuera  la  1930  . El proceso es todo una ruptura de ello . Que ahora  era lo de Cataluña motor  de España  . Su mito nacional populista . Ni España  ni Madrid tampoco es el de 1930.
Pero eso no niega su voluntad  de ser como ya hace años decía el historiador  no nacionalista Vicens Vives.. y Pujol copiaba.  Tampoco era el momento dentro de la UE, y menos intentando crear un nuevo estado...   Pero no olvidemos que los  hechos  históricos  suceden a pesar de los políticos...Yo lo llamo  nacional populismo  sin estado   pero no deja de ser  como la continuación  del fracaso  neoliberal de Mas .  Su trampantojo  está   saber   unir la vieja izquierda liberal republicana y el nacionalismo. . El otro día  hicieron de capitanes araña en la  apertura de las Cortes con el rey, con tres puntos que son para analizar. Por ejemplo dicen: “La sociedad catalana, vasca y gallega rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo que se sustenta en el objetivo de mantener e imponer la unidad de España y sus leyes”(1).   Asi ahora ya son mayoría social en Cataluña, País Vasco y Galicia   y el  PNV ni el apoyo  y en Galicia solo el BNG  que  tiene 6 diputados en Galicia.    Esto es como un mesianismo . Y no precisamente el meláncolico de W. Benjamin .
Veremos qué pasa con el Reino Unido. Pero con el Brexit, la UE se hace desmontable .No deja de ser ciclo. Y aunque no cabe duda que  el   llamado   Estado democrático que  tenemos  haya quedado retratado   en negativo.
(1)https://www.elplural.com/politica/manifiesto-erc-jxcat-bildu-cup-bng-no-rey_232471102



Las mentiras bolsonarianas .

Las siete mentiras de la extrema derecha

NODAL


Una práctica común de la extrema derecha es cambiar nuestra percepción de lo verdadero y lo falso, la promoción de la sensación general de inseguridad, confusión con respecto a los hechos, el miedo al futuro, mientras se toman los derechos básicos.
La angustia que vivimos, especie de aturdimiento, antes del colapso de industrias como la ingeniería nacional, el petróleo, la educación, la ciencia y la tecnología (Embraer vendió etc.) no sólo expresa la indignación que compartimos en toda la villanía, pero el hecho de los términos específicos Estado mínimo.
Y brutalmente mínimo: El gasto de techo, la privatización, los cambios en la Seguridad Social, los tribunales de derechos sociales, brutal concentración del ingreso, la venta de propiedad pública (que pertenece a nuestros hijos y nietos), la falta de regulación de las actividades de las empresas internacionales y así sucesivamente.
mentiras y engaños sólo son capaces de mantener la política asesina Temer y ahora el Pinochet Paulo Guedes. Y cuántas mentiras, proponemos pequeñas reflexiones en sólo siete cada vez naturalizadas en el habla cotidiana de las personas.

1 – La elección 2018
Muchas de las preguntas giran en torno a la victoria Bolsonaro en 2018. No nos referimos a puñalada –de hecho, parece extraño que ADELIO Obispo, en medio de ángeles multitud, ha dejado con vida después del ataque…-, pero con el uso mentira evidente que la elección, a través de la masa de información errónea, aire y difamación para miles de personas.
En junio de 2019, los informes de Patricia Campos en Folha de Sao Paulo revelaron que las empresas pro-Bolsonaro bombardearon a cabo hasta $12 millones de reales (más de tres millones de dólares) para asegurar cientos de millones de vacunas en las redes sociales (especialmente WhatsApp) contra el PT.
La cuestión es que además de las personas han sido engañados con el contenido publicado (botella de Dick, Gay kit etc…), la prohibición de la financiación de la campaña pública fue engañado por estas empresas que pagan directamente los disparos a los proveedores, sin nada que declarar Justicia electoral.
Una astuta trampa del poder económico de cuatro décadas de reconstrucción democrática. El mensaje de las elecciones a la población es clara: no importa los medios para alcanzar los fines. Vale todo.

2 – La elección 2016
Esta elección sucia vimos suceder en el país lleva la marca Steve Bannon, el Trump inteligente todopoderoso, jefe de estrategia de su gobierno en 2017, que participan en la trampa de Cambridge Analytica, reveló en The Guardian y The New York Times, que implica la compra , análisis de datos y segmentación publicadas en Facebook por 80 millones de usuarios.
Esto permitió un mapeo producido estrategia muy eficaz segmentación de contenido. Es lo que explica, de por supuesto, pero nos ayuda a comprender los fenómenos extraños tales como Brexit en la victoria de Inglaterra Trump en los Estados Unidos, tanto en el año 2016.

3 – La recuperación económica
Mientras que blinda Globo Paulo Guedes, es cada vez más evidente artificialidad de la tesis sobre el retorno de la confianza y el rendimiento de las inversiones en Brasil. Los números del Instituto de Estudios de Desarrollo Industrial (IDEI), publicado el 17 de enero de este año y en relación a noviembre de 2019, atestiguan disminución de –1,2% en la industria, “uno de sus peores resultados, llegando a la mayoría de sus ramas mostrando también la difusión del punto de vista geográfico “.
De acuerdo con el IBGE, “71% de los parques industriales de la región estaban en números rojos, ahorrando casi ninguno de los principales polos de la industria.” La industria en Sao Paulo registró –2,6% de la actividad industrial, cayendo dos veces más intenso que el total en Brasil y su peor resultado de la serie.
En Rio Grande do Sul, el descenso fue del –1,5%; y MG –3,4% . Sin embargo, la prensa ha estado golpeando el tambor para Guedes, sin lugar a dudas que se interesó en esta política. Algo que nuestros economistas han cuestionado en 2016 en el libro “La austeridad para quién?”

4 – La guerra contra Irán
Cavando su reelección este 2020 Donald Trump está promoviendo su guerra particular, en Irán, tras el asesinato del iraní general Qasem Soleimani. Como se señaló Karen de Young, esta guerra nace bajo la sospecha del 73% de los estadounidenses preocupados con la posibilidad de la participación de Estados Unidos en una guerra a gran escala con Irán.
En Brasil, sin embargo, por lo informó, la posibilidad de guerra obtuvo el apoyo Bolsonaro, en un primer momento, eufórico con la oportunidad de mostrar su sumisión al Imperio; después, el presidente domesticado, y escuchó la expresión de sorpresa, incluyendo generales, contra la acción de Estados Unidos en el Medio Oriente.
El miércoles 29 de enero, el gobierno de Brasil, haciendo caso omiso de las resoluciones internacionales, alabó el plan de Estados Unidos para la región, diciendo que el plan de “contempla las aspiraciones de los palestinos y los israelíes.” Una burla real.
5 – Lucha entre O Globo y Bolsonaro
El primer punto a tener en cuenta en esta lucha: Globo no actúa movido por la empatía o antipatía, pero bajo profundo espíritu de clase, buscando asegurar los privilegios y las negociaciones nunca. Por otra parte, su ADN nunca fue democrático. Globo es autorizada y nunca respetó la democracia en este país.
Segundo punto: no podemos disociar (como ellos quieren que hagamos) el autoritarismo de la agenda económica del gobierno actual, uno de los más violentos desde el retorno a la democracia, sellado por el globo y los medios de comunicación responsables del golpe de Estado en 2016. Justo a su vez en la televisión, día tras día, los empujones de la prensa brasileña en nuestras gargantas la población, como está marcado por las necesidades básicas, la reducción drástica de los aranceles diciendo que es correcto, la única manera, la salida después de la caída de los gobiernos del PT.
¿Quieres más violencia que la jubilación de las personas, obligándolas a trabajar hasta los 70 años de edad? personas confinan a los salarios no ajustados por inflación y sin derechos laborales? Cualquier medio de comunicación que el nombre prensa sabe muy bien cómo el matrimonio sólido entre estos medios de comunicación y el autoritarismo. Mientras que servía, Bolsonaro está en la carrera. Simple así.
6 – La normalidad Judicial
Siga estupefacto desde 2005 a situarnos en este siglo, la continua persecución promovida por sectores judiciales contra los gobiernos del PT y sus principales líderes. Persecución que culminó en el golpe de 2016, con la participación central del sistema de justicia en Brasil – ya sea por omisión (en varios momentos del STF se lavó las manos, simplemente) o por la persecución real, con todo su aparato ideológico asegurar los abusos Vimos y denuncia.
Al mismo tiempo, esta misma Justicia, presentada por el racismo institucionalizado cuando no mata, que condena a miles de jóvenes, contribuyendo masacre real de la juventud negro de los suburbios. Y estamos dando dos ejemplos que podríamos enumerar a varios otros que revelan cómo nuestro sistema judicial, a pesar de la Constitución de 1988, ha garantizado la explotación de los pobres por los ricos, el blanco del negro, de las mujeres por los hombres.
7 – Vivimos en una democracia
Por último, la mentira de que vivimos en la normalidad democrática. Y aquí voy a dar sólo un ejemplo, ya que nunca puede ser un país democrático que impide el ascenso de su juventud a las universidades públicas, como estamos viendo, aterrorizados, tratando de ENEM desmontar, SISU, Prouni …
Además de antidemocrático es inhumano evitar el aumento de la población a la que tiene derecho a: a la educación superior. Y no tenemos ninguna duda, esto es parte de un proyecto de privatización masiva en el país –la participación de sectores cruciales como educación, salud, seguridad pública– y que nunca podría ser verbalizado, porque si lo fuera, fuera del deber loco, nadie habría votado por Jair Bolsonaro y su asesino séquito de ministros futuras, sueños, oportunidades. Y todavía llaman a sí mismos defensores de la familia brasileña.
Es mucha hipocresía. Corresponde a cada uno de nosotros desenmascaralos.
Joaquim Palhares es director de Carta Maior, portal asociado a Nodal y al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.
Fuente: https://www.nodal.am/2020/02/brasil-las-siete-mentiras-de-la-extrema-derecha-por-joaquim-palhares/

 y ver  .. 
https://www.eldiario.es/internacional/extremismo-evangelico-convertido-religioso-Brasil_0_990051925.html

 y ver



martes, 4 de febrero de 2020

YouTube empuja a los usuarios hacia vídeos radicales.



Un nuevo estudio muestra que YouTube empuja a los usuarios hacia vídeos radicales y de extrema derecha

 Una investigación presentada esta semana en Barcelona encuentra "fuertes evidencias" de que los usuarios de YouTube "migran constantemente a contenidos más extremistas" por las recomendaciones de la plataforma

Carlos del Castillo
30/01/2020  

La tendencia a la radicalización progresiva en los contenidos que consumen los usuarios de YouTube ha sido un tema recurrente en investigaciones periodísticas y de organizaciones especializadas en los últimos años. (los investigadores)  (1)..Un estudio presentado esta semana en la Conferencia tecnológica FAT, que reúne esta semana en Barcelona a expertos mundiales en la equidad y transparencia de los algoritmos, ha podido probar que "los usuarios migran constantemente de contenido más moderado a más extremo" y que buena parte de los miembros que integran las comunidades de extrema derecha en la plataforma comenzó viendo vídeos sobre temáticas similares, pero de contenido mucho menos radical.

"Hemos encontrado fuertes evidencias de radicalización entre los usuarios de YouTube, y que el sistema de recomendación de contenidos permite a los canales de extrema derecha ser descubiertos, incluso en un escenario sin personalización" del algoritmo, aseveran en el estudio los investigadores, procedentes de la Escuela Politécnica de Lausana (Suiza), de la Universidad de Minas Gerais (Brasil) y de la Universidad de Harvard (EEUU).

La investigación se han basado en el análisis de 330.925 vídeos de 349 canales de YouTube, así como de los más de dos millones de vídeos y diez millones de canales que recomendó el algoritmo de la plataforma a partir del visionado de los primeros. Para seguir el rastro de los usuarios y comprobar la evolución de los contenidos que consumían, los autores ha analizado sus comentarios en estos vídeos, más de 72 millones en total.

Los comentarios y vídeos analizados pertenecían a tres comunidades "tradicionalmente asociadas a la radicalización": la Intellectual Dark Web, que comenta temas controvertidos como por ejemplo la relación entre raza y coeficiente intelectual, aunque sin apoyar necesariamente ideas extremistas o racistas; la alt-lite, un concepto surgido en EEUU en 2017 para nombrar una nueva corriente en la derecha caracterizada por rechazar el conservadurismo moderado tradicional pero también ideas de extrema derecha como el supremacismo blanco; y por último la alt-right o extrema derecha, comunidad cuyos vídeos difunden abiertamente ideas racistas, machistas o negacionistas con el cambio climático.

Lo que han encontrado los investigadores es que es fácil que los vídeos de las dos primeras comunidades, más moderadas, sean promocionados por la plataforma en una búsqueda sencilla de contenidos. No así los que se pueden clasificar como de extrema derecha, que no aparecen en esas búsquedas superficiales. Sin embargo, a partir del estudio de los comentarios en los vídeos de la Intellectual Dark Web y de la alt-lite, los investigadores encontraron hasta un 26% de los usuarios que habían comentado esos vídeos aparecían "al cabo de los años" comentando en vídeos etiquetados como de extrema derecha por efecto de las recomendaciones.
 El estudio muestra que esta tendencia se ha ido acelerando desde 2016, cuando apareció en escena Donald Trump. Los mayores saltos de las comunidades más moderadas hacia la extrema derecha se producen precisamente a partir de esa fecha. Por ejemplo, hasta un 12% de los usuarios que empezaron a comentar vídeos moderados en 2017 fue expuesto a contenidos de extrema derecha por la plataforma en los siguientes 18 meses. Esta cifra equivale a 60.000 personas.

Para comparar el trasvase de usuarios entre las comunidades de la Intellectual Dark Web y la alt-lite con la extrema derecha con el que que se produce desde otro tipo de canales, los investigadores han analizado también cuántos consumidores de vídeos de noticias terminan apareciendo como comentaristas de los contenidos radicales. En este caso el porcentaje se mueve en torno al 1%.

Aunque todo apunta a que el algoritmo de YouTube guía a los usuarios de la plataforma a contenidos cada vez más extremos, los investigadores aclaran que no tienen pruebas de ello. Entre otras cosas, porque no han introducido la variable de la personalización en la recomendación de contenidos. "Aunque argumentamos que existe una fuerte evidencia de la existencia de espirales de radicalización en YouTube, nuestro trabajo proporciona poca información sobre por qué existen esas espirales. Elucidar esas causas", explican los investigadores, "será importante para comprender mejor los procesos de radicalización y el impacto de las redes sociales en nuestras vidas".

"Por lo que sabemos, esta es la primera auditoría cuantitativa a gran escala de la radicalización de usuarios en YouTube", defienden.
YouTube critica el estudio

"Estamos totalmente en desacuerdo con la metodología, los datos y, lo que es más importante, con las conclusiones que se han extraído de esta nueva investigación", ha explicado un portavoz de YouTube en un comunicado remitido a eldiario.es. "Si bien aceptamos la investigación externa, este estudio no refleja los cambios que se han producido como resultado de nuestra política del discurso del odio y las actualizaciones de las recomendaciones", recogen.

Respecto a la metodología, los investigadores defienden que rastrear los comentarios de los usuarios es un buen método de análisis, debido a que los vídeos de las tres comunidades analizadas tienen un alto grado de engagement. En el caso de la extrema derecha es particularmente alto, ya que uno de cada cinco usuarios que ven un vídeo con este tipo de contenido lo comenta. Además estas aportaciones son abrumadoramente positivas: de los 900 comentarios seleccionados aleatoriamente para analizar esta cuestión (300 en cada comunidad), "solo 5 podían interpretarse como críticos con el vídeo al que estaban asociados", señala el estudio.

"En los últimos años, hemos invertido mucho en políticas, recursos y productos necesarios para proteger a la comunidad de YouTube", responden desde la empresa, propiedad de Google: "Cambiamos nuestros algoritmos de búsqueda para garantizar que el contenido más fidedigno apareciese y se etiquetase de forma destacada en los resultados y recomendaciones de las búsquedas, y comenzamos a reducir las recomendaciones de contenido y vídeos de carácter dudoso que podrían desinformar a los usuarios de forma perjudicial". Aseguran que gracias a este cambio se ha reducido un 50% las recomendaciones de este tipo de contenido extremista por parte de su algoritmo.




 y ver  (1)...  los investigadores