jueves, 8 de agosto de 2019

El Paso.Texas.USA .- El terrorismo blanco

El terrorismo blanco y sus fantasías



Hace décadas que escribimos y contestamos llamadas de medios para discutir las matanzas en Estados Unidos. Virginia Tech, Sandy Hook, Orlando, Las Vegas… Por no hablar de la criminalidad común de varias ciudades grandes que se aproximan bastante a los vergonzosos números de algunos países de América Central. Uruguay está bajo una fuerte crítica, interna y de Estados Unidos, por haber aumentado su tasa de asesinatos hasta 11.2 cada cien mil habitantes mientras sus turistas se sienten seguros en Miami Beach, sin reparar que la ciudad de Miami, en sus mínimos históricos, tiene la misma tasa de asesinatos. Por no hablar de otras cuarenta grandes ciudades que superan esos guarismos, como St. Louis, que llega a 60.
No en pocas ocasiones me he despedido de esos amigos periodistas con el doloroso humor negro de “hasta la próxima matanza”. En mis clases algunos estudiantes me han reprochado la dureza de este tipo de expresiones. Tal vez es parte del problema que comparte la religión de las armas con el racismo rampante de este país, se cuida demasiado el lenguaje para no ofender a nadie pero no se soluciona el problema. Se lo empeora.
Las dos últimas matanzas por tiroteo, de las 250 que van en el año, llamaron la atención por su numero de muertos y por su proximidad una de otra (13 horas). Ambas poseen elementos en común, pero en su naturaleza ideológica difieren mucho.
Empecemos por la segunda, la de Dayton en Ohio. El asesino, un joven de 24 años, no tenía motivaciones raciales, ni siquiera ideológicas. Como les gusta decir a los políticos especialistas en rezar como único recurso, era un “enfermo mental”. De hecho era simpatizante de la izquierda y de la regulación de las armas y entre las nueve de sus víctimas estaba su propia hermana, de 22 años. Claro que entre enfrentarse a un enfermo mental con un rifle y a otro con un palo, cualquiera elegiría este último.
La tragedia ocurrida 13 horas antes en El Paso, Texas, ya está alimentada y motivada por razones claramente raciales. El asesino de 21 años, cuyo nombre no quiero recordar, manejó nueve horas de Dallas hasta la frontera sur para matar hispanos. En un manifiesto plagado de faltas ortográficas y, peor, de conceptos históricos, advierte de su plan debido a la “invasión de hispanos a Texas”. El Paso posee una población del 80 por ciento de estadounidenses mexicanos, además de mexicanos visitantes. Gran parte del tercio oeste de Estados Unidos posee una fuerte cultura y una numerosa población hispana no sólo porque desde que Estados Unidos tomó posesión de esas tierras los mexicanos han cruzado permanentemente una frontera invisible para trabajar en las zafras del norte, regresando al sur ese mismo año, sino porque por siglos fue tierra de España o de México. Texas, que tanto enojaba al asesino, se independizó de México en 1836 porque los mexicanos habían abolido la esclavitud en esa provincia y los nuevos inmigrantes anglos no podían prosperar sin esclavos negros, los que solían escapar hacia México buscando la libertad. Cuando Texas se une a Estados Unidos y el Norte entra en guerra civil con el Sur, Texas se une a la Confederación para mantener sus privilegios esclavistas. Desde su derrota a manos de Lincoln, el Sur esclavista convirtió esa derrota en una victimización moral de los blancos, desviando la atención sobre la esclavitud y narrando en libros, películas y salones de clase la idea de que la Guerra Civil fue una lucha desigual por “los valores” del Sur.
La misma fundación de Texas tiene una raíz profundamente racista, como la fundación de Estados Unidos. Pero tanto Estados Unidos como Texas han sido capaces de integrarse a las grandes luchas sociales de los años 60, no sólo de Martín Luther King sino de muchos otros líderes latinos como César Chávez, Dolores Huerta o Sal Castro. Los países no tienen dueños. Incluso Jefferson había dicho algo por demás obvio: la tierra pertenece a los vivos, no a los muertos.
Sin embargo aquí radica el centro del problema de la ideología supremacista blanca: el concepto de defensa de una raza para que su predominio perdure más allá de los individuos. ¿Por qué me importaría que mi país conservase una población que se parezca a mí? Es más, sería una pesadilla levantarse un día y ver que todos se parecen a nosotros y piensan como nosotros.
El moderno concepto de supremacía blanca en Occidente surge a principios del siglo XX en las colonias británicas. Vaya casualidad. Justo cuando Europa y Gran Bretaña comienzan a perder el privilegio de esclavizar al resto del mundo aparece una teoría infantil del “genocidio blanco”. Según esta teoría, que se hace popular en Estados Unidos en la década del 20, la “raza blanca” está bajo amenaza de extinción por parte de las otras razas, negra, marrón, amarilla, roja… Todo a pesar de que ninguna de estas “razas” nunca en la Era Moderna invadieron Europa ni Estados Unidos sino exactamente lo contrario. África fue, por trecientos años, hasta muy recientemente, el patio trasero de Europa y allí los crímenes se contaban por decenas de millones de negros, por decenas de gobiernos destruidos, intervenidos o aniquilados. En los últimos tiempos en nombre de la lucha contra el comunismo pero desde mucho antes en nombre de la defensa de la “raza hermosa”, la raza blanca que debía dominar al resto. Exterminación, lisa y llana. Lo mismo América latina con respecto a Estados Unidos. Lo mismo diferentes pueblos de Asia y Medio Oriente con respecto a las potencias occidentales.
Pues resulta que ahora los niños de bien se quejan de una “invasión hispana”, de un “genocidio blanco” y otras pataletas. ¿Por qué?
Estados Unidos es el único país “desarrollado” cuya expectativa de vida ha decrecido en los últimos años. Los estudios indican que se debe al deterioro de la salud de la población blanca debido a la epidemia de drogas, en particular opioides (que se cobra la vida de 50.000 personas por año), el alcoholismo y la depresión. Esta terrible situación no es una conspiración racial sino de sus bienquerida libertad de negocios, los negocios farmacéuticos que han creado y mantenido un beneficio de 75 billones de dólares anuales para que la gente siga muriendo.
El asesino de El Paso, en su manifiesto, además se quejaba que si bien los inmigrantes hacen el trabajo sucio, sus hijos suelen tener éxito en las universidades. Es decir, que hasta podría tolerar que la raza inferior haga un trabajo sucio siempre y cuando no demuestre que puede trabajar más duro y alcanzar algún mérito académico. Ésta es la cultura del competidor. Como siempre, competencia sí, sólo mientras yo tengo todas las de ganar.
Cuando una sociedad sufre la soberbia del ganador es muy difícil que reconozca errores y crímenes. Normalmente una minoría critica lo hace, pero eso no es suficiente. No se debe subestimar la ignorancia y el fanatismo de un significativo sector de la población que considera que cualquier cambio, cualquier forma de ser diferente es “antiamericano”.
Como otras tragedias esta pasará de la memoria colectiva. Porque si hay algo que la cultura estadounidense sabe hacer muy bien es olvidar. Los edificios históricos se echan abajo como el pasado más cercano y en su lugar se levanta algo nuevo (un Walmart, un McDonald’s) y se dice que siempre estuvo allí desde que Dios creó el mundo.



  Y VER  ..



martes, 6 de agosto de 2019

Trump el racista .

Trump, un racista atrapado en el pasado

  Paul Krugman
Empecemos por aclarar lo evidente: sí, Donald Trump es un vil racista

De manera habitual usa un lenguaje deshumanizante para referirse a la gente que no es de piel blanca, incluidos los miembros del congreso estadounidense. Y aunque algunos argumentan que es una estrategia cínica para fomentar la participación de sus votantes, es a lo sumo una estrategia que se basa en la intolerancia preexistente de Trump. Él diría estas cosas de cualquier manera (y ya las decía mucho antes de que contendiera a la presidencia); su equipo solo está tratando de convertir los limones de su intolerancia en una limonada política.
Sin embargo, lo que no he visto que se diga mucho es que el racismo de Trump se basa en una visión de EEUU que desde hace décadas es obsoleta. En su mente, siempre es 1989. Y eso no es un accidente: la manera en que EEUU cambió en las últimas tres décadas, tanto para bien como para mal, es tremendamente incompatible con el racismo al estilo de Trump.
¿Por qué 1989? Ese fue el año en que exigió el restablecimiento de la pena de muerte en respuesta al caso de los Cinco de Central Park, adolescentes latinos y negros sentenciados por violar a una mujer blanca que se ejercitaba en Central Park. De hecho, eran inocentes (y por eso ahora son conocidos como los Cinco Exonerados); sus sentencias fueron anuladas en 2002. A pesar de ello, Trump se ha negado a disculparse y no admite que estaba equivocado.
Su comportamiento en ese entonces y después fue atroz, y no es válido excusarlo porque en esa época EEUU padecía una ola delictiva. Sin embargo, ese auge delictivo se produjo y era bastante común hablar del colapso social en las comunidades de los barrios desfavorecidos de las ciudades.
Sin embargo, Trump no parece estar consciente de que los tiempos han cambiado. Su visión de la “carnicería estadounidense” es la de una nación cuyo principal problema social es la violencia de los habitantes no blancos de los vecindarios pobres de los centros urbanos. Esa es una visión cómoda si eres un racista que considera que las personas de raza negra o personas morenas son inferiores, pero es totalmente errónea como una imagen del EEUU de hoy.
En primer lugar, los delitos violentos han caído considerablemente desde principios de la década de los noventa, en especial en las grandes ciudades. Es verdad que la seguridad de nuestras ciudades no es perfecta y algunas de ellas —como Baltimore— no han visto avances. No obstante, el estado social del EEUU urbano es inmensamente mejor de lo que era.
Por otra parte, el estado social de las regiones rurales de EEUU —de vocación agrícola y con un predominio de habitantes de raza blanca— se está deteriorando. A tal punto que eso que llamamos la “carnicería estadounidense” se concentra entre los blancos con poca educación, en especial en las zonas rurales que padecen el auge de las “muertes por desesperanza” a causa de los opioides, el suicidio y el alcohol, lo que ha elevado los índices de mortalidad de este segmento de la población por encima de los de los afroestadounidenses.
Además, los indicadores de colapso social (como el porcentaje de hombres en la máxima edad productiva que no están trabajando) también se han incrementado repentinamente en las ciudades pequeñas y en las áreas rurales del este de los EEUU, donde la mayoría de la población es blanca.
Lo que esto me dice es que los racistas, e incluso aquellos que afirmaban que había un problema específico con la cultura negra, estaban equivocados y que el sociólogo William Julius Wilson tenía razón.
Cuando el colapso social parecía ser básicamente un problema de los barrios citadinos de habitantes negros, era posible argumentar que las raíces del problema obedecían a alguna disfunción cultural única, y varios comentaristas insinuaron —o, en algunos casos, dijeron abiertamente— que había algo en el hecho de no ser blanco que predisponía a la gente a tener un comportamiento antisocial.
Sin embargo, lo que Wilson argumenta es que la disfunción social era un efecto, no una causa. Su trabajo, que culminó en el aclamado libro “When Work Disappears”, afirmaba que la disminución de las oportunidades laborales para los trabajadores urbanos, en lugar de alguna disposición cultural o racial subyacente, explicaba el declive del empleo en la edad más productiva, la decadencia de la familia tradicional y otros problemas.
¿Cómo podemos poner a prueba la hipótesis de Wilson? Bueno, se podría acabar con las oportunidades laborales de varias personas blancas y ver si experimentan un declive en su propensión a trabajar y si dejan de formar familias estables, entre otras cosas. Con toda seguridad, eso es exactamente lo que ha ocurrido en zonas de EEUU que no están en las áreas metropolitanas y que realmente se han estancado debido a la economía cambiante.
No estoy diciendo que haya algo malo o inferior en los habitantes de, por mencionar un ejemplo, el este de Kentucky (y ningún político estadounidense se atrevería a sugerir eso); por el contrario: lo que los cambios en los problemas sociales de EEUU demuestran es que toda la gente es igual, sin importar el color de su piel. Si les dan oportunidades razonables para superarse económica y personalmente, florecerán; si las privan de esas oportunidades, no lo lograrán.
Esto nos lleva de nuevo a Trump y sus ataques al congresista Elijah Cummings, a quien acusó de representar a un distrito que es un “desastre”, donde “ningún ser humano querría vivir”. En realidad, una parte del distrito es bastante pudiente y bien educada y, en todo caso, Trump está degradando su cargo al afirmar que, en efecto, algunos estadounidenses no merecen representación política.
No obstante, la verdadera ironía es que si preguntan cuáles distritos son verdaderos “desastres”, en el sentido de que sufren problemas sociales serios, muchos de ellos —tal vez la mayoría— apoyaron a Trump en 2016. Y Trump, claro está, no está haciendo nada para ayudar a esos distritos. Todo lo que puede ofrecerles es odio.
Texto completo en: https://www.lahaine.org/cH2G

lunes, 5 de agosto de 2019

Las cloacas de Bolsonaro.


El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha pasado esta semana de la defensa al contrataque ante dos escándalos que amenazan el futuro de su Gobierno presidencialista de ultraderecha.
El primero, las sospechas de que su hijo Flávio, cuando era diputado por el estado de Río de Janeiro, recibía dinero ilícitamente de grupos paramilitares en barrios de la zona oeste de la capital.
En segundo lugar, se acusa al ministro de Justicia de Bolsonaro, Sérgio Moro –el antes elogiado superjuez que encabezó la investigación anticorrupción Lava jato (lavacoches)–, de haber violado los principios de la independencia judicial. Esta acusación se basa en cientos de mensajes y conversaciones telefónicas filtrados al medio de investigación estadounidense The Intercept en las que el juez pactaba estrategias con los fiscales con el fin de sentenciar al expresidente Lula da Silva y destruir al Partido del Trabajo (PT).




viernes, 2 de agosto de 2019

Los silencios del lobby español marroquí.

Los clamorosos silencios del lobby promarroquí español
Trasfondo y sentido de la visita borbónica a Marruecos

Tlaxcala


Con motivo de la reciente visita de los reyes de España a Marruecos, el diario El País publicó el 12 de febrero pasado un artículo de opinión firmado por María Teresa Fernández de la Vega, en su condición de presidenta del Consejo de Estado, titulado “Marruecos y España, unidos en la diversidad”. Formaba parte de un amplio dispositivo propagandístico ideado para complacer al régimen alauita y publicitar las presuntas razones del viaje que emprendían -¡por fin!- los monarcas españoles al país vecino, después de varias intentonas fallidas (léase “desplantes” de Mohamed VI).
En dicho dispositivo publicitario participaban, en diversos medios de comunicación, otros destacados miembros del lobby promarroquí: José Luis Rodríguez Zapatero, en su condición de expresidente del Gobierno, en el diario La Razón; Ana Palacio, exministra de Exteriores y también ‘miembra’ del Consejo de Estado, en El Mundo; Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto Elcano, en El País; Josep Borrell, actual ministro de Exteriores, a través de declaraciones a diversos medios; o Luis Planas, ex embajador en Marruecos, ministro de Agricultura y conspicuo lobbista merecidamente condecorado por Marruecos -como también lo fuera el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos- con el Gran Cordón de la Orden del Wissam al Alaoui, por los servicios prestados, como siempre entre bambalinas…
El artículo publicado en El País subrayaba –al igual que los publicados en otros medios- la importancia ‘estratégica’ de Marruecos y los intereses mutuos; cantaba las excelencias del vecino alauita y, sobre todo, las inmejorables oportunidades para los buenos negocios…; destacaba el “momento particularmente dulce” que atraviesan las relaciones comerciales bilaterales y señalaba que va en interés de todos “cuidar el excelente trato político y comercial” para así poder “seguir trabajando en beneficio de la paz, el progreso y la democracia”. En opinión de la firmante, el ‘estratégico’ viaje de los Reyes servía, también, para que las dos Casas Reales “forjen sus relaciones personales”, que –siempre en su opinión- hermanan a sus pueblos, como puede hacerlo también el fútbol con la candidatura conjunta para el Mundial de 2030, sugerida por el presidente Pedro Sánchez en su anterior visita a Mohamed VI.
Rebosante de jabón, lisonjas y florituras, el mencionado artículo eludía y silenciaba –al gusto de Rabat- una cuestión crucial, no solo en la relación de España con Marruecos sino también en el terreno de las relaciones internacionales, el derecho internacional y la justicia universal, y que se pretende ocultar a los lectores y al mundo: la invasión y ocupación militar del territorio saharaui por el ejército marroquí, 43 años de ignominia colonial, la pertinaz represión del ocupante, la sistemática expulsión del Sáhara Occidental de eurodiputados, juristas, observadores, periodistas y estudiantes para impedirles constatar la realidad; la culpabilidad de los gobernantes españoles, la traición de los ‘socialistas’, el abandono de los principios anticolonialistas, el permanente chantaje alauita, la impune violación de la legalidad internacional por un régimen al que se le siguen vendiendo armas con las que se reprime al pueblo saharaui,… y la ejemplar resistencia de un pueblo que lucha pacíficamente por el respeto de los derechos humanos, por su legítimo derecho a su propia tierra, a sus recursos naturales, a su propia vida en paz y libertad, y que ha sido capaz de construir su propio Estado, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), de cuya proclamación (Bir Lehlu, 27 de febrero de 1976) se cumplen ahora 43 años, con el reconocimiento de más de ochenta países, a pesar de tantas maniobras rastreras en su contra. En resumen, un panegírico falaz y una operación propagandística de un cualificado elenco de aduladores entusiastas del régimen alauita, que silenciaba también la gran deuda de la Monarquía española con el pueblo saharaui y que pretendía vendernos la burra de un Marruecos inocente y sus excelsas relaciones con España.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha fallado reiteradamente que el Sáhara Occidental es un territorio distinto y separado de Marruecos, conforme al estatus de territorio no autónomo –pendiente de descolonización- establecido por la ONU. A pesar de ello, el lobby promarroquí también ha trabajado denodadamente en las instituciones de la Europa comunitaria, con el inestimable apoyo de los funcionarios españoles, llevando a cabo oscuras maniobras para que prosiga el latrocinio de los recursos nacionales saharauis y la violación del derecho internacional, como señalan los propios eurodiputados. ¿No decía el Sr. Felipe González Márquez que en el Sáhara Occidental no había riqueza ni actividad económica alguna? A un expresidente del Gobierno se le supone suficientemente informado, por lo que tales manifestaciones solo pueden calificarse de mentiras o cinismo. O ambas cosas a la vez.
El panegírico de la Sra. Presidenta del Consejo de Estado oculta deliberadamente la verdad, tratando de blanquear así el crimen colonialista de Marruecos, como quiere el Majzén y como se viene haciendo desde que se diera la orden de “encapsular el tema del Sáhara Occidental”. Y ahora, ya no sólo impiden hablar del Sáhara Occidental en el Congreso de los Diputados, ¡en nuestro propio país!, por pavor al rey marroquí, sino que, además, deportan y entregan al enemigo a quienes huyen del régimen alauita perseguidos por el mero hecho de ser saharauis. Un ‘encomiable trabajo’ conjunto de los ministerios de Interior y Asuntos Exteriores (‘Asuntos Marroquíes”) que ha sido inmediatamente denunciado ante la Comisión Europea por la eurodiputada de Izquierda Unida (IU) Marina Albiol.
Que hayan tenido que ser nada menos que la presidenta del Consejo de Estado de España, el expresidente del Gobierno y también consejero estatal, Sr. Rodríguez Zapatero, y la no menos consejera ‘binacional’, Sra. Ana Palacio, los principales encargados visibles de poner alfombra roja a la fanfarria real alauita, puede dar una idea de hasta dónde han llegado el poder y los manejos del lobby promarroquí y en qué opacas y sumisas tareas anda metido el susodicho Consejo de Estado, que todos sufragamos. Si el Departamento español de Exteriores es conocido despectivamente como ‘Ministerio de Asuntos Marroquíes’, nada de extraño tiene que también el Consejo de Estado se dedique, en sus ratos libres, a hacer lobby en beneficio de la monarquía alauita y en contra del pueblo del Sáhara Occidental, en coherencia con los “intereses estratégicos” clarificados por la señora Fernández de la Vega y sus compañeros del lobby.
Respecto a la afirmación de la presidenta del Consejo de Estado de que “las relaciones políticas [España-Marruecos] han estado siempre muy cuidadas”, mediante “una política de Estado que protege la estabilidad de nuestra relación”, lo cierto es que lo que realmente protegen esas “muy cuidadas” relaciones políticas es la ocupación ilegal del Sáhara Occidental, la impunidad frente al genocidio del pueblo saharaui (con napalm, fósforo blanco, bombas de fragmentación y ametrallamiento aéreo), la violación del IV Convenio de Ginebra, de las resoluciones de NN.UU, de la jurisprudencia de la UE, de la legalidad internacional. Y todo eso, en última instancia, sí que genera inestabilidad, inseguridad, desafección, odio y descrédito institucional.
Como también es cierto que esas relaciones y esa política han sido de subordinación y sumisión de España a las exigencias del Majzén (“la otra rendición de Breda”): primero, se vendió al pueblo saharaui mediante los ilegales e ilegítimos “Acuerdos Tripartitos de Madrid” y, después, se le intenta utilizar descaradamente como moneda de cambio, para hacer buenos negocios, tapar las vergüenzas y humillaciones de los gobernantes españoles y procurar superar los chantajes alauitas. En cambio, lo que sí debiera ser una honesta ‘política de Estado’ es la definitiva, y de una vez por todas, descolonización del Sáhara Occidental -vergüenza pendiente de nuestra inacabada Transición-, que España, como potencia responsable de iure, debiera liderar, en lugar de mirar para otro lado como si nada hubiera sucedido.
Por su parte, la también muy influyente lobista, consejera estatal y ¡simultáneamente! también consejera de la empresa pública marroquí de fosfatos, OCP, Ana Palacio, parece haber abjurado hoy de su firme posición de antaño: “El Sáhara no es moneda de cambio. Nuestra postura sobre el Sáhara está fundada en muchísimas cosas, pero desde luego en ningún caso será moneda de cambio para mejorar nuestras relaciones con Marruecos” (El País, 26/09/2002). La carne es débil y el bolsillo también, pero el Sáhara Occidental y el Pueblo Saharaui no tienen por qué ser moneda de cambio de las intrigas y traiciones de nadie; y mucho menos para calmar las ambiciones expansionistas de la monarquía alauita.
Al rey marroquí –que siempre quiere más y más ‘pasta’ de la UE- le sobran dineros, palacios, lujos, propiedades y viajes de placer, que muy bien podría dedicar a mejorar la vida de su pueblo, en lugar de pedir dinero y chantajear al vecino y a Europa con el terrorismo, el narcotráfico y las pateras. Y lo mismo cabe decir del ingente gasto militar y de seguridad, y de la montaña de prebendas utilizadas para mantener la ocupación militar de la mayor parte del Sáhara Occidental usurpado, mientras un 91 por ciento de los jóvenes marroquíes manifiestan su deseo de abandonar su propio país, aunque sea jugándose la vida en patera (digital marroquí LesEco.ma).
Lo dice muy claro Ignacio Cembrero (elconfidencial.com): "Ese pavor a indisponer a Marruecos explica, entre otras muchas cosas, la doble vara de medir del Ejecutivo socialista, y también del PP, en relación a su defensa de los derechos humanos más allá de las fronteras de España. Hasta el 20 de enero el número de presos políticos, cerca de 500, según dos ONG locales, era muy superior en Marruecos al de Venezuela —273 según el Foro Penal Venezolano—. La gran mayoría de los marroquíes encarcelados no son islamistas, sino jóvenes activistas rifeños víctimas de la represión que padece la región desde mayo de 2017." “Desde 2014, la inmigración, los problemas de Ceuta y Melilla y la fluidez de la relación política al más alto nivel han ido a peor,…—la económica va viento en popa—“. “La mayoría relativa (un 22%) de los [inmigrantes] que llegan por mar son marroquíes, muchos de ellos jóvenes rifeños. Algunos cuentan al desembarcar a la policía que no tuvieron ningún impedimento para zarpar de la costa del Rif, como si las autoridades de Rabat les quisieran facilitar la salida para rebajar así la presión social dentro del país.” “El 80% [de los menores no acompañados, MENA] son marroquíes que no pueden ser repatriados por la falta de colaboración de Rabat.” “Atenazado por la inmigración y la necesidad de contar con Marruecos en la lucha antiterrorista, el Gobierno español ha multiplicado los gestos hacia el vecino del sur. Se ha batido el cobre en Bruselas para conseguir los 140 millones de euros en ayudas o para que los nuevos acuerdos de asociación y pesca entre la UE y Marruecos incluyan al Sáhara Occidental. Gilles Devers, el abogado francés del Frente Polisario, ya ha anunciado que recurrirá los nuevos acuerdos y, según fuentes jurídicas, "tiene todas las de ganar".
Ese testimonio de un muy acreditado profesional de la información –y hay multitud de tales testimonios- desautoriza de plano las aduladoras lisonjas de los panegiristas del lobby, que no dicen ni una sola palabra de todo lo anterior, lo ocultan, silencian, mienten, intoxican o simplemente desinforman. Como ha señalado Javier Cercas en otro contexto (“El triunfo de los mentirosos”), hay que denunciar una y otra vez las mentiras y los silencios cómplices, la manipulación mediática e institucional, la ocultación interesada de la verdad; en nuestro caso, la responsabilidad de España y Marruecos en la tragedia saharaui. Sería inútil pedir a los cualificados miembros del lobby que no nos vendan las pretendidas bondades de Marruecos ni los suculentos negocios basados en ‘intereses mutuos’; pero ya que no tienen capacidad moral para defender los legítimos derechos del pueblo saharaui, al menos podrían limitarse a describir simplemente la realidad, no a ocultarla o tergiversarla. En palabras del senador Pablo Rodríguez Cejas: “no es admisible que las relaciones de España con Marruecos sean un pretexto para encubrir y silenciar una situación de injusticia, de ocupación por la fuerza, de intransigencia e impunidad por parte de Marruecos, que incumple sistemáticamente las normas básicas del derecho internacional”.
Fútbol y elecciones
Marruecos no puede ser admitido por la FIFA como país candidato para el Mundial de Fútbol 2030. El Mundial es un importante evento deportivo que representa un reconocimiento internacional y un honor –además de cuantiosos beneficios económicos- para el país finalmente designado. Ni Marruecos lo merece ni el mundo puede permitirlo. Marruecos debe ser excluido de ese honor y esos beneficios mientras sea un Estado gamberro que viola impunemente los derechos humanos y la legalidad internacional, persiste en la ocupación manu militari del Sáhara Occidental y en la represión del Pueblo Saharaui, mantiene en condiciones infrahumanas a los presos políticos, chantajea a los gobiernos europeos, impide el acceso al territorio no autónomo del Sáhara Occidental y, en definitiva, constituye un serio obstáculo para la paz en la región.
Quienes promuevan, permitan o autoricen, en su caso, la inmerecida candidatura de Marruecos, serían cómplices de la ilegal e ilegítima ocupación del Sáhara Occidental condenada por la comunidad internacional, de los crímenes que se perpetran cotidianamente por causa de dicha ocupación, y de obstaculizar una verdadera solución a la ilegal ocupación marroquí del territorio saharaui, la última colonia en África. Adicionalmente, aceptar arteramente la candidatura de Marruecos para ese evento deportivo, en su actual condición de potencia ocupante del Sáhara Occidental, podría suponer el desprestigio de la FIFA (respaldando la violación de la legalidad internacional por parte de Marruecos) y el boicot y una campaña mundial de protestas, como ya sucedió con el boicot internacional a la celebración del Mundial 1978 en Argentina bajo la dictadura de los generales, hoy juzgados y condenados.
Hay que seguir trabajando cada día en apoyo de la causa saharaui. Estamos ahora a las puertas de las elecciones generales en España, el 28 de abril; y de las autonómicas, locales y al Parlamento Europeo, el 26 de mayo. Podemos contribuir a solucionar el ‘conflicto saharaui’ votando a aquellos partidos y formaciones políticas que han demostrado su apoyo a la justa causa del pueblo saharaui y a su derecho a la autodeterminación, incluida la opción de la independencia, y que así lo lleven en sus respectivos programas electorales. De esta manera podremos aunar esfuerzos con nuestros representantes electos y reclamarles que cumplan y trabajen por lo que han prometido a sus electores: ¡Justicia y Libertad para el Pueblo Saharaui!
Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=25500