lunes, 2 de julio de 2018

Hollwood y la trata de negros.

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Hollwood y la trata de negros
   



Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Hace ya unos años, las agencias contaron que en su visita a Putin, el presidente norteamericano Bush jr., tuvo el detalle de sacarle a relucir a éste la historia del “Gulag” y todo lo demás, atribuyéndolo todo al “comunismo”.

 
Hace ya unos años, las agencias contaron que en su visita a Putin, el presidente norteamericano Bush jr., tuvo el detalle de sacarle a relucir a éste la historia del “Gulag” y todo lo demás, atribuyéndolo todo-por supuesto- al “comunismo”.  El presidente ruso que se esperaba algo así, no dudó en devolverle la pelota. De alguna manera le respondió algo así como mira quién vino a hablar. Entonces le recordó al señor de la guerra del Dios del Sinaí el papel de los Estados Unidos en la trata de negros así como en el exterminio de las tribus indias. Otro  más actualizado le podría haber sacado a relucir Vietnam, su papel en toda clase de golpes de estados en el mundo (a Suharto, Pinochet, etc.), pero la cosa quedó ahí. En realidad, ninguno de los dos merecía hablar de estas historias de las que, en no poca medida, habían sido beneficiarios.



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Desde el lado norteamericano resulta cuanto menos curioso que una industria tan emblemática como la de Hollywood, que produjo decenas de películas contra el “comunismo” (descrito como algo propio de gente sin escrúpulos, como personajes propios del cine negro), la trata de negros apenas sí asomó por sus cámaras, aunque no faltaron apuntes y no precisamente “humanistas” como el expresado por El nacimiento de una nación (David Wark Griffith, 1915), cuyo estrenos por diversas ciudades dejó tras de sí un reguero de linchamientos animados por el Klan. Aunque la experiencia sirvió de advertencia cómo quedaría evidenciado en Lo que el viento se llevó, cuya adaptación enmendó la encendida narrativa racista de la novelista Margaret Mitchell, hubo decenas de películas en las que la esclavitud era tratada como algo natural. De hecho,  no fue hasta pasada la II Guerra Mundial que se puede hablar de un cine “liberal antirracista”, sí bien los títulos que abundaban en directo el   en la que hasta llegar a Amistad (EUA, 1997), de Steven Spielberg pasando por algunos unos escasos ejemplos europeos como Tamango (Francia, 1958), obra del “black liste” exiliado John Berry, y pocos más. Entre nosotros este tema quedó representado por títulos como Fray Escoba (1962),  y no faltan voces (Josep Piqué) que se atreven a declarar que “nuestra colonización fue consentida”, por no hablar de otras (Fraga) que proclamó hasta el final que España no colonizó sino que “evangelizó”



 Resultado de imagen de Amistad (EUA, 1997), de Steven Spielberg
En este apartado, el capítulo más importante lo ha jugado la televisión, a pesar de todos los impedimentos del poderoso “lobby” neoconservador norteamericano que, en este punto, roza unos criterios revisionistas no muy diferentes al empleado por cierta historiografía sobre el nazismo o el franquismo. Aparte de los títulos clásicos citados en los estudios mencionados, habría que añadir algunos documentales que cuentan quiénes fueron los ideólogos y factótums de las redes solidarias con los esclavos fugados.
Es el caso de la serie que en 1987 se hizo para televisión sobre el líder abolicionista Frederick Douglas, el más importante e influyente de su tiempo. Y es precisamente el medio televisivo el que mayor filmografía atesora en esta materia. Ahí está el caso de Friendly Persuasión (1975) del aplicado Joseph Sargent, una puesta en escena de los libros antiesclavistas de Jessamyn West situada históricamente en los años de la guerra civil norteamericana. Otra buena historia filmada es la de Harriet Tubman, una esclava que consiguió huir al Norte y que llegó a ser una de las voces habituales en los mítines y conferencias que realizaban los aboque más duele al espectador es el desamparo y el desprecio que los esclavistas tuvieron respecto a sus “propiedades”, punto en el que resulta magistral el personaje encarnado por James Mason en Mandingo (EUA, 1975) una de las obras más logradas sobre la cuestión.
Solomon Northup no pudo recuperar la libertad y regresar a su vida normal, hasta que se convirtió en un acérrimo abolicionista, una actividad militante que mantuvo hasta su muerte en fechas y circunstancias que no han quedado aún demasiado claras.  Una de las causas que posibilitaron el rescate de Northup y de otros muchos como él, fue la ley del estado de Nueva York aprobada en 1840 por la que se podía/debía recuperar a cualquier ciudadano libre (fuera cual fuera su raza o color) que fuera secuestrado y vendido como esclavo en cualquier parte de la nación.  La temática fue ya motivo de atención en Solomon Northup’s Odissey, un trabajo para la televisión pública estadounidense (la PBS) dirigido por Gordón Parks, reconocido animador de cine blaxploit en la década de los 70 del siglo pasado con el detective Shaft (Richard Roundtree), que en una de sus aventuras se enfrentó con unos tratantes de esclavos . Northup fue encarnado entonces por el excelente actor Avery Brooks (Hawk en la teleserie Spenser, detective privado y su subsiguiente spin. En A woman callea Moses (1978) del destajista Paul Wendkos, con Cicely Tyson (Mona Lisa) encarnando a Miss Tubman, en una cinta donde por cierto interviene como secundario nada menos que Orson Welles que se tenían que ganar las habichuelas en papeles muy menores.
Las historias Underground Railroad tuvieron héroes anónimos como el granjero de ascendencia holandesa protagonista de House of Dies Drear (1984) de Alian A. Goldstein que fue parte activa de ese “tren clandestino”; aunque más popular fue El viaje de August King (1985)  también de la pareja interracial formada por otro granjero (Jason Patrie), y una esclava prófuga (Thandie Newton), una obra bienintencionada pero carente de fuerza dramática como es propio de John Duigan (Romero), y que aquí llegó en formato televisivo. Un formato al que hay que recurrir al tratar cuestiones con tan mala prensa como la trata de negros, y sobre la cual se han producido no pocas serie y documentales del mayor nivel de exigencia y que tendría que estar p presente en escuelas y bibliotecas públicas.
Todo este panorama comienza a cambiar radicalmente en la gran pantalla con títulos tan emblemáticos como 12 años de esclavitud, (EUA, 2014) una obra ambiciosa de Steve McQueen, el director de color de nombre similar al del protagonista de La gran evasión. El cineasta ya tenía un bagaje destacado como artista y como hombre de cine off blockbusters de Hollywood. Sus filmes Hunger (basado en la huelga de hambre real que inició un preso político) y Shame (centrado en la adicción sexual de un bróker neoyorquino), lo habían convertido en un auténtico icono del cine independiente. Con esta producción radicalmente antiesclavista, Steve aborda la cuestión con un coraje que no se veía desde Espartaco, con una franqueza que no estaba presente en Amistad (EUA, 1997), ya que Spielberg acaba adoptando el punto de vista del liberal blanco que asume puntualmente la defensa de los negros sublevados en alta mar.

 Resultado de imagen de 12 años esclavitud

 En 12 años de esclavitud, Me Queen se mantiene fiel a su estilo seco, poético y duro, pero para ello ha partido de una historia verídica, la de Solomon Northup (1808-?), un negro libre nacido y residente en Saratoga Springs, en el Estado de Nueva Cork. Había sido violinista y hombre respetado en su comunidad, hasta que fue engañado, drogado y vendido como esclavo en Washington. Northup (Chiwetel Ejiofor) relataría esas penurias que duraron más de una década en un libro titulado precisamente 12 años de esclavitud, que fue publicado en 1853. La película obtuvo magníficas críticas, y de hecho ofrece un discurso que no ha perdido actualidad, especialmente desde que el mercado y las multinacionales se han erigidos en los reyes de la Creación. La trama sigue todos esos años de Northup en condiciones extremas, malos tratos y vejaciones en plantaciones de algodón de Nueva Orleans y Luisiana. Para enfatizar el drama, el director no ahorra en la cinta secuencias crudas de violencia.
Entre otras cosas, dicha trama remite al Underground Railroad, una línea clandestina de escapada de muchos esclavos del Sur hasta conseguir la libertad en el Norte. Eran caminos, casas seguras, refugios e historias de abolicionistas intrépidos que ayudaron a muchos afroamericanos a escapar en su lucha por la libertad. La mayoría alcanzaron los estados no esclavistas del Norte, pero los hubo que llegaron a Canadá o incluso hasta México. Incluso peor resulta ese paternalismo que algunos amos ejercieron sobre algunos de sus esclavos (Benedict Cumberbatch), una actitud que no dejó de resultar representativa en muchos liberales, por ejemplo aparece de manera subyacente en una película célebre Adivina quién viene a cenar esta noche ( Guess Who’s Coming to Dinner, EUA, 1967) obra del emblemático Stanley Kramer con Tracy&Hepburn y un Sydney Poitier en su apogeo.
Aunque el catálogo de atrocidades desplegado por McQueen en 12 años de esclavitud parecía imposible de superar, la historia permite dar total credibilidad a El nacimiento de una nación (USA; 2016), debut en el largometraje del también actor protagonista Nate Parker, que rebasa cualquier explicitud, aunque sin la complejidad y la trascendencia puntual de la ganadora del Oscar a la mejor película de 2013. Parker ha compuesto una película seguramente literal sobre un hecho verídico, la tentativa de revolución comandada por un esclavo en el estado de Virginia, en el año 1831, pero que se antoja pura venganza. Una revancha quizá justa, pero unidireccional, en forma de película, con un título que, además, ejerce de reverso histórico de El nacimiento de una nación (1915), aquella racista apología del Ku Klux Klan creada por el pionero del lenguaje del cine David Wark Griffith que demostró aquello que el “nacimiento” del cine “made in Hollywood” estaba ligado a otra página de inaudita barbarie. Sin embargo, todavía cabía otra vuelta a la tuerca como lo demuestran las imágenes auténticas utilizadas por Bob Peck (El joven Karl Marx), en Am Not Your Negro, que ganó el Oscar al Mejor Documental en el 2016 y que se inspira en los escritos de James Baldwin (1924-1987), marxista que hablaba con tanto rigor como con vehemencia.
Hasta el papa Francisco reconoce que detrás del racismo y la xenofobia de los Salvini, Rivera, Hernando  y CIA, subsiste esa tradición esclavista para que los refugiados son “carne humana”, mera mercancía de unas mafias que ellos deben de conocer muy bien ya que forman parte de ellas.(1)





 Nota.- (1)

  La separación de familias se remonta a la época de la esclavitud


https://www.lahaine.org/mundo.php/el-decreto-del-regimen-de

La Corona se zombiza.



El fin de la impunidad para un grupo de comisarios arruina la leyenda del rey emérito

Villarejo grabó a la antigua amiga del monarca en uno de sus trabajos parapoliciales; las cintas salen a la luz ahora, con el comisario en prisión
En las cintas que grabó el comisario, encarcelado por organización criminal, Corinna presenta a Juan Carlos I como un comisionista y defraudador fiscal
Con el arresto de los comisarios acaba una era en la Policía: cuarenta años de trabajo descontrolado y encargos “especiales” de todos los gobiernos


 El Diario .es



Juan Carlos I fue proclamado rey de España en 1975, el año en que la Policía asignó su primer destino relevante a José Manuel Villarejo, la lucha contra ETA en Euskadi.  Cuarenta y dos años después el decadente final del todopoderoso comisario, encarcelado como cabecilla de una trama de corrupción, amenaza con arrastrar al monarca y arruinar lo que queda de la leyenda que acompañó durante casi medio siglo al rey de España. Los audios con los que el comisario jubilado intenta sacudirse las graves acusaciones en su contra han arrasado la imagen del rey emérito, aquella visión idílica del jefe del Estado ha quedado hecha añicos por la gravedad de las conductas que describe en esas grabaciones su presunta amante Corinna Zu Sayn Wittgenstein.
¿Qué hacía un policía adscrito a la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía entrevistándose con la amiga del rey en Londres con un importante empresario como testigo en la cita? La respuesta, o la falta de ella, resultan esclarecedoras. Villarejo se definía a sí mismo como “agente encubierto”, un cajón de sastre que le ha servido durante cuarenta años para justificar su presencia en escenarios y situaciones que desbordan la misión que la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado reserva a los miembros del Cuerpo Nacional de Policía. Una situación que toleraron, cuando no fomentaron, todos los gobiernos de la democracia: desde UCD al PP pasando por el PSOE. A todos les resultaron útiles esos servicios de policías acostumbrados a vivir en el límite de la ley e incluso a salirse por fuera de ella ya fuese para misiones antiterroristas o cualquier otra misión de Estado que se les encomendase.  
Ocurrió recientemente con la Operación Cataluña, cuya legalidad siguió defendiendo Villarejo en sede judicial, a pesar de que la búsqueda prospectiva del delito en que consistía, la falta de control judicial y su intencionalidad política también sobrepasaban todos los cometidos de la Policía.
Tanto las maniobras contra el proceso soberanista como el viaje a Londres para entrevistarse con la comisionista amiga del rey se producen en el periodo de Jorge Fernández Díaz en el Ministerio del Interior y del comisario Eugenio Pino al frente de esa Dirección Operativa, una de las etapas más oscuras del Cuerpo, según coinciden mandos de una y otra época. En esas alcantarillas del Estado se movía Villarejo con tres DNI distintos y otras tantas identidades falsas facilitadas por la Secretaría de Estado de Seguridad.
Esa libertad de movimientos que él defiende abarca gran parte de la carrera del comisario más famoso de España y sólo acabó tras su jubilación hace dos años. Villarejo estuvo fuera de la Policía entre 1983 y 1993, año de su regreso con el socialista José Luis Corcuera en el Ministerio del Interior. También con el PSOE en el Gobierno, el comisario recibió el encargo de investigar el ático de Ignacio González, uno de los dirigentes más poderosos del PP en Madrid y rival político de los socialistas en aquel momento.
Es el mismo Villarejo que sigue imputado por agredir a una doctora en Madrid, presuntamente por orden del empresario Javier López Madrid, el amigo o antiguo amigo del actual jefe del Estado, hijo de Juan Carlos I. Felipe VI y la reina Letizia trasladaron su apoyo a López Madrid en pleno escándalo de las tarjetas ‘black’ con unos mensajes cuyo contenido desveló en marzo de 2016 eldiario.es. Habían pasado cuatro años desde que su padre pidiera perdón a los españoles por romperse la cadera en una cacería de lujo en Botswana, junto a Corinna Zu Sayn Wittgenstein, mientras la crisis económica devoraba a buena parte de sus súbditos.

Operación Tándem, el golpe definitivo

Villarejo es también el cupable de que un país entero asista ahora perplejo a un  espectáculo nunca visto. Programas en prime time y tertulias de radio que durante décadas cantaron las bondades de la monarquía y presentaron al Rey Juan Carlos como una figura intocable garante de la democracia y la unidad de los españoles, hablan ahora sin tapujos de sus amantes, de sus cuentas en Suiza y de los mismos testaferros que sirvieron a la red Gürtel para esconder el dinero de sus millonarios botines. 
Todo eso sucede porque el futuro del comisario Villarejo se torció definitivamente el 3 de noviembre del pasado año, cuando fue detenido por Asuntos Internos acusado de organización criminal, blanqueo de capitales y cohecho.
No era la primera investigación desde que, en poco tiempo y después de años en el anonimato, distintos casos lo han colocado continuamente bajo el foco. Las pesquisas a raíz del caso del Pequeño Nicolas, que lideró su antiguo compañero de la policía política y hoy enemigo, el comisario Marcelino Martín Blas, fueron rechazadas por Fiscalía y jueces por inconsistentes. Pero esta vez la Audiencia Nacional asumió las tesis de Anticorrupción y la Unidad de Asuntos Internos y ordenó detener y encarcelar provisionalmente a Villarejo como pieza principal de la llamada Operación Tándem.
El grueso de la investigación de la Fiscalía Anticorrupción continúa secreta ocho meses después. De lo conocido hasta ahora se desprende que los fiscales Miguel Serrano e Ignacio Stampa comenzaron a tirar del hilo que proporcionó un empresario para desmontar toda la trama liderada por el comisario, una organización dedicada a vender a un alto precio dossieres para desacreditar a rivales empresariales, políticos o para torpedear procesos judiciales o blanquear dinero.

Escuchas y fondos reservados

La investigación apunta que esa organización criminal estuvo liderada por Villarejo también durante su periodo en activo. En ella desempeñaron distintos papeles otros dos comisarios, según la investigación, Carlos Salamanca y Enrique García Castaño, conocido éste último en ambientes policiales como El Gordo. Ambos fueron jefes de una de las unidades más sensibles de la Policía, la Central de Apoyo Operativo (UCAO), encargada de los seguimientos y escuchas en materia antiterrorista, de la captación de fuentes, del manejo de fondos reservados, el lugar donde recaían los “encargos especiales” de los distintos gobiernos, el eufemismo habitual para las misiones sin control judicial.
Como en el caso de Villarejo, los dos comisarios entraron en la Policía en plena Transición. García Castaño dos años después que el anterior, en 1975; Salamanca, en 1979. La carrera en la Policía de los tres, ahora manchada por la Operación Tándem, ha corrido paralela al reinado del monarca. A su manera, todos han disfrutado del beneplácito político y mediático o al menos de su silencio. La lacra de tantos años de terrorismo, el intento de golpe de Estado, y las supuestas necesidades de una democracia incipiente contribuyeron a que algunas instituciones quedaran fuera del control del Parlamento, de los medios de comunicación y a veces también de la Justicia. 
Juan Carlos I fue el símbolo del sistema político construido tras la dictadura. Los comisarios recibieron cuarenta años de cobertura a una forma de actuar por el bien superior que implicaba el combate del terrorismo y más recientemente la gravedad del desafío soberanista catalán.
La prensa no fue ajena a todo ello y ahí está el papel que desempeñaron algunos medios de comunicación en la Operación Cataluña, con la publicación de informes “de inteligencia”, apócrifos, construidos para ser difundidos cuando convenía y no para entregarlos a un juez.

La relación con los jueces: "Baltasar es amigo"

De aquella era de los grandes despliegues humanos y de medios para combatir el azote de ETA procede la estrecha relación entre los comisarios y jueces de la Audiencia Nacional. “No te preocupes, Baltasar es amigo”, le dijo García Castaño al comisario condenado por el caso Faisán en un pinchazo telefónico. El mismo Baltasar Garzón que a través de su despacho de abogados se ha hecho cargo ahora de la defensa de García Castaño, como lo hace desde noviembre de la de Carlos Salamanca. El juez defendió los servicios al Estado de Villarejo en el programa de Jordi Évole dedicado al comisario.
El abogado considerado mano derecha de Villarejo, Rafael Redondo, quien permanece junto a él en la cárcel de Estremera, es socio de un forense de los juzgados de Plaza de Castilla que hace una década montó una escuela jurídica por la que pasaron, cobrando, una larga lista de magistrados de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo y en la que tuvo una participación de promoción activa el fiscal general del Estado José Manuel Maza, fallecido el pasado invierno. 
Los indicios reunidos por Anticorrupción señalan que los tres mandos detenidos en la Operación Tándem habrían compaginado su trabajo de funcionarios con la práctica del delito, sirviéndose precisamente de su impunidad para enriquecerse. Su historia se cruza ahora con la del rey Juan Carlos I, a quien la archifamosa Corinna  presenta ahora en esas cintas como un comisionista y un defraudador fiscal. “Yo estaba delante cuando pedía dinero para Nóos. No distingue lo legal de lo ilegal”, aparece diciendo su presunta amante en las grabaciones realizadas por Villarejo.
Ninguno de los protagonistas ha desmentido lo que se dice en esas cintas. Zu Sayn Wittgenstein ha emitido un comunicado para lamentar que se haya montado una campaña de desprestigio contra ella. Y la defensa de Villarejo ha confirmado, a través de otra nota de prensa, que las grabaciones difundidas son parte del archivo secreto del comisario, incautado en los registros de la Operación Tándem, que ya ha originado otras piezas separadas y detenciones contra clientes del negocio de Villarejo. En la nota del letrado Ernesto Díaz Bastien se sugiere que la Policía podría haber filtrado las grabaciones.
Desde el Ministerio del Interior y la Fiscalía Anticorrupción guardan silencio a la pregunta de si esos audios han sido localizados ya entre el abundante material requisado al comisario y si son objeto de alguna investigación. Sobre las publicaciones en los medios, una fuente de las pesquisas se limita a señalar: “Villarejo no nos va a marcar los tiempos”. El Gobierno de Pedro Sánchez respondió este viernes a través de su portavoz Isabel Celaá que las grabaciones "afortunadamente no afectan a Felipe VI" y subrayó tras el Consejo de Ministros que el Ejecutivo ni las considera.
En el sumario que ha permitido airear todo el escándalo figura también el comisario Carlos Salamanca que llevaba muchos años fuera de la lucha antiterrorista cuando fue detenido en noviembre. Antes de su último destino al mando de una unidad central contra la inmigración irregular fue el jefe policial del aeropuerto de Barajas. Allí habría protagonizado distintas corruptelas a cambio de dádivas de ciudadanos guineanos a los que facilitaba la entrada en España, según los investigadores.
El policía conducía dos Porsche que los investigadores creen recibió a cambio del trabajo para los guineanos. Fue detenido en su despacho de la Comisaría General de Extranjería por un grupo de agentes de Asuntos Internos que encabezó para la ocasión el comisario jefe de la Unidad, quien tuvo que lidiar con la oposicion inicial del entonces jefe de Extranjería, Juan Carlos Ortiz, a que el arresto se produjera en sus dependencias.
La investigación a García Castaño continúa secreta, pero desde la Audiencia Nacional se comunicó el viernes que está acusado de cobrar por facilitar datos protegidos de personas para los dossieres que elaboraba Villarejo. Su pareja y su hija están también imputadas. Ambas conducían sendos BMW a nombre de empresas de Villarejo, según fuentes jurídicas. También un hijo de Salamanca figura como investigado. La detención de García Castaño representó un choque entre el juez Diego de Egea y los fiscales del caso. El primero no acordó el arresto, que se hizo a instancias de la Fiscalía. Después, el Ministerio Público solicitó prisión incondicional y el magistrado decretó la libertad con medidas cautelares. 

“Encargos que nadie se atrevía a hacer”

En el centro de todo está el comisario Villarejo quien asegura que su fortuna procede de la recalificación de unos terrenos familiares en Córdoba y del trabajo que realizó en la década que se mantuvo en excedencia fuera de la Policía, entre 1983 y 1993. Precisamente, defiende que regresó al Cuerpo porque el Estado necesitaba una estructura empresarial ajena para dar cobertura a determinadas operaciones. También asegura que nunca ha cobrado de fondos públicos por su utilización. Desde el entorno de los policías defienden sus éxitos policiales: “Hacían lo que les encargaban y lo que nadie se atrevía a hacer”.
El comisario jubilado afirma en un texto, publicado por elespanol.com, que también la visita a Corinna constituía una misión de Estado. Que viajó a Londres a ganarse la confianza de la amiga del Rey por encargo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que quería averiguar el nivel de amenaza para el Estado y la Corona que era la comisionista alemana. La carta habría sido redactada por el comisario para ser entregada al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pero como siempre acabó en los periódicos.
El CNI guarda en este asunto el silencio oficial de costumbre. Un silencio que solo rompió cuando Villarejo, en una de sus “notas informativas”, acusó a la Inteligencia española de negociar con Jordi Pujol para que éste no revelara las supuestas cuentas del rey en Suiza. El Mundo publicó esa nota en enero de 2017, once meses antes de la detención de Villarejo. Un portavoz del servicio secreto español hizo entonces un comentario sin precedentes al mismo periódico: “Cuando el CNI recibe un órdago, dice quiero”.
 

  
  y ver
 https://www.eldiario.es/zonacritica/Corona-agoniza_6_788181189.html

 y ver ..
 https://www.eldiario.es/zonacritica/Felipe-VI-eligio-bando_6_789581060.html

Nota .- Son muy curiosos los titulares en alguna prensa seria , en este caso Infolibre ,  pasando de puntillas,  dicen :  "Las revelaciones de Corinna resquebrajan el tabú sobre la fortuna del rey emérito" ...no era la censura se ve ,  era el tabu ...."PP y PSOE miran hacia otro lado y guardan silencio sobre el supuesto fraude fiscal y el cobro de comisiones del padre del rey".. el padre del rey no fue rey ni se llama juan carlos ...."El aforamiento blinda al rey emérito ante el Supremo pero permite investigarle si blanqueó dinero tras abdicar" ... o sea que si blanqueo antes , nada , tenia derecho a blanquerar se ve y en ultimo recurso le llaman el rey émerito no juan carlos I..o como el País  , califica a Corinna de " amiga" , no de amante, ni querida..o sea que no es tabu , es hipocresia.
En fin para seguir  la informacion vale tanto, El Diario .es ,como El Español .