viernes, 18 de mayo de 2018

El Galapagargate


El Galapagargate

David Torres

 Puesto que había que crear una cortina de humo que distrajera del interminable caudal de mierda que corre bajo las titulaciones académicas de Pablo Casado, Cristina Cifuentes y otros ilustres masterizados del PP, se encargó la tarea a una de las cloacas habituales de la caverna. La noticia salió publicada el miércoles y de inmediato se convirtió en número uno gracias a la avidez lectora del personal y su infinita capacidad de ramonear alfalfa. La noticia en sí misma era una memez de mucho cuidado, indigna incluso de aparecer en letra pequeña en un semanario de la prensa rosa, pero si había funcionado la Coca-cola de Espinar o el asistente de Echenique, por qué no iba a funcionar el Galapagargate de Irene y Pablo.

He ahí el gran escándalo, fíjate, que Irene y Pablo se van a meter en una hipoteca de unos 600.000 euros a costa de su propio bolsillo. Un chalet a todo trapo, con huerto y piscina, en el pueblo de Galapagar, a 40 kilómetros de la capital, donde viven tres o cuatro de mis amigos, cuando lo suyo sería que vivieran apretujados con sus futuros mellizos en un piso de Vallecas. Han rescatado declaraciones de cuando Pablo iba de asambleario para afearle sus contradicciones esenciales; básicamente de una en la que hablaba de la habilidad comercial del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, al agenciarse un ático de lujo en La Moraleja, aprovechando la brutal bajada de precios y meses antes de que el gobierno aplicara el 10% de impuestos.

No importaban las diferencias entre una compra y otra, entre una urbanización y otra, entre una casa destinada a vivienda y otra destinada a la especulación. Lo llamativo era que, una vez más, se había demostrado que los podemitas no son santos, sino pecadores, como todo hijo de vecino. Daban igual la cantidad y la calidad de los pecados: un asistente que viene a trabajar en casa, igual que un fisioterapeuta, vale por una cuenta opaca en Panamá; una Coca-cola en la cafetería del Congreso de los Diputados por un deportivo último modelo brotando del suelo de un garaje; la hipoteca de un chalet comprado a plazos por el ático de lujo de Ignacio González en medio de una operación fraudulenta de cohecho y blanqueo de capitales.

Exactamente el mismo día que salía a la luz el Galapagargate, pasaba de puntillas la noticia de que las viviendas de protección oficial que Blackstone adquirió en Madrid en 2013 a un precio ridículo mediante un chanchullo preparado por el consistorio de Ana Botella habían multiplicado su valor en un 400%. Es decir, unos 800 millones de euros saqueados gracias a un fondo buitre. (1) Pero esa barbaridad no merecía ni un tuit, ni un mal sarcasmo, ni un ataquito de rabia, nada: era el momento de obedecer a las cheerleaders de la derecha y para eso la izquierda tiene pompones de color rosa.

La caverna saca un trapo rojo y embestimos de frente. Luego muchos no se explican como la gente vota lo que vota. Más allá de la ingenuidad irremediable de una militancia que confunde a sus líderes con frailes franciscanos, queda lo de siempre. Gente que no se ha indignado ni un poquito por las desvergüenzas de la trama Gürtel, de la trama Púnica, del caso Lezo, del interminable reguero de casos aislados de corrupción del PP; gente que no se ha molestado apenas por una tesorería podrida hasta los cimientos y computada en los cuadernos de Bárcenas; gente que aplaudió un vergonzoso bodorrio en El Escorial donde la mitad de los invitados iba a acabar entre rejas, de repente se echa las manos a la cabeza. Era de esperar, por supuesto, pero lo más triste de todo este asunto es que Iglesias y Montero hayan tenido que dar explicaciones, como si hubieran cometido un delito. En el huerto, mejor que planten nabos bien gordos



 Nota 1  del blog  ...



Nota  2 del blog .
El tuit de Pablo Iglesias   sobre Guindos , cosa que no suelen citar  fue del 2012 y Podemos se creó en el 2014.. o sea van por ellos .

La justicia ha archivado ya 14 querellas contra Podemos y sus dirigentes


miércoles, 16 de mayo de 2018

El sionismo cristiano deTrump .



 
 Antonio Rodríguez en Rebelión
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Trump, el Mesías del sionismo cristiano



«El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia». (Génesis 49:10)


La noticia es que Trump anuncia que Estados Unidos abandona el pacto nuclear con Irán, restableciendo las sanciones económicas contra la república islámica. Fue uno de los mensajes promesa de su campaña, lanzado en 2016 en la convención anual de AIPAC (Comité de asuntos públicos EEUU-Israel) donde dijo: «Cuando sea presidente, los días en que los israelíes son tratados como ciudadanos de segunda clase habrán terminado (...) Os prometo que desmantelaré ese acuerdo». Nunca ha disimulado su postura proisraelí –a finales del año pasado reconoció a Jerusalén como capital de Israel– llegando a afirmar que no hay una «equivalencia moral» entre los israelíes y los palestinos, por lo que no concibe un proceso de paz en igualdad. No es de extrañar, pues, que la administración Trump diera en seguida por cierto el supuesto «plan secreto nuclear» iraní que el presidente Netanyahu denunció en comparecencia del pasado 30 de abril aportando pruebas cuando menos discutibles y, en ningún caso, capaces de demostrar su denuncia.
Ese compromiso moral del Presidente de los EEUU tiene un fundamento religioso que se halla inscrito en el imaginario colectivo de una parte significativa de la ciudadanía estadounidense. Cuando hablamos de aquello que conforma la identidad de una comunidad de individuos que se reconoce como nación no hay que perder de vista que en su núcleo siempre se halla el mito. Como animales mitogenéticos que somos por naturaleza, la creencia en una genealogía que nos conecta con un origen que certifica nuestra superioridad moral es esencial para mantener inquebrantable la fe en un destino común que trasciende nuestra contingente existencia de seres mortales (léase a este respecto mi ensayo titulado Esbozo del delirio nacionalista publicado en Claves de razón práctica, nº 257). Seguramente sea el más ancestral –por efectivo– autoengaño colectivo. Religiones y nacionalismos compiten entre sí para ver cuál de sus múltiples y diversas versiones promete un más dichoso paraíso a cambio de un más heroico repertorio de luchas y sacrificios (desde la muerte, pasando por la prisión hasta el exilio). Todas ellas contribuyen a la generación y mantenimiento de un clima ético que convierte en algo natural la asimetría moral entre un nosotros, siempre los merecedores de lo mejor, y un ellos, de los que siempre habrá que desconfiar.
¿Qué mito convierte la decisión de Trump con respecto a Irán en algo moralmente justificable ante sus votantes? Todos sabemos que Israel no podría tratar a sus vecinos como lo hace sin el apoyo incondicional de la superpotencia mundial; pero ¿qué fondo creencial sustenta ese apoyo más allá del derecho internacional y de los intereses geoestratégicos? En su libro La insensatez de los necios el profesor Robert Trivers señala al sionismo cristiano, un movimiento activo en los Estados Unidos de Norteamérica ya en 1810, antes de que naciera el sionismo judío en la década de 1880. Como tantos rasgos constitutivos de la idiosincrasia norteamericana tiene su origen en la Europa del siglo XVI. «Se trata de un movimiento –nos explica Trivers– que ha sufrido diversas mutaciones pero su puntal es la Biblia y una historia compartida de expansión y limpieza étnica sacralizada como la voluntad de Dios». El escritor Hermann Melville lo sintetizó en unas frases que expresan una creencia que a buen seguro se trasluce en la conducta histórica de su patria: «El pueblo estadounidense es especial, es el pueblo elegido: el Israel de nuestra época; somos los depositarios del arca de las libertades del mundo».
El vínculo sagrado entre Israel y Norteamérica es la Biblia, claro está, texto en el que se celebra el genocidio de pueblos vecinos, se anima a la ocupación de nuevas tierras; todo lo cual se justifica moralmente mediante la evidencia de la superioridad racial de los ocupantes. No hace falta decir que todo esto ya valió a los pioneros norteamericanos para perpetrar el genocidio indoamericano. En fin, un credo compartido, que se basa nada menos que en la palabra de Dios, que elimina toda razón de censura a lo que ahora los israelíes ejecutan en suelo palestino.
Fue en 1891 cuando cuatrocientas personas firmaron una petición elevada luego al presidente norteamericano Benjamin Harrison para que ejerciera su influencia a fin de que el Imperio Otomano devolviese Palestina a los judíos. Los firmantes eran todos cristianos; todos integrantes de las élites política, periodística, económica y clerical, deseando devolver la tierra prometida al pueblo que perdió su condición de elegido por Dios, pues no supo reconocer en su momento al verdadero Mesías. Aquí cabría llamar la atención sobre una cierta ambigüedad del sionismo cristiano en la motivación de su interés por el retorno del pueblo hebreo a su cuna bíblica, ya que para sus seguidores siempre fue deseable tener la menor cantidad de judíos a su alrededor. En ello incide el filósofo Sam Harris desde la perspectiva actual en su libro El fin de la fe cuando dice: «La política estadounidense en Oriente Medio se ha visto mediatizada durante muchos años por los intereses que tienen los cristianos fundamentalistas en el futuro de un estado judío. El "apoyo a Israel" cristiano es, de hecho, un ejemplo de cinismo religioso en nuestro discurso político, tan trascendental como casi invisible. Los fundamentalistas cristianos apoyan a Israel porque creen que la consolidación del poder judío en Tierra Santa –concretamente, la reconstrucción del templo de Salomón– propiciará la segunda venida de Jesucristo y con ella la destrucción final de los judíos».
Justamente ahora en mayo de este año se cumple setenta años de la declaración unilateral del Estado de Israel, lo que supuso la burla del plan inicialmente aprobado por la ONU para la partición de Palestina. A partir de aquí se inicia el conflicto palestino-israelí y décadas de guerra y actos terroristas, todo ello acompañado de un proceso de limpieza étnica que ha permitido a los israelíes la conformación de un Estado en gran medida homogéneo, con un territorio 50% más grande que el previsto en un principio por el organismo internacional. Pues bien, la creación de este país al margen del consenso y casi que del sentido común fue tomada como empeño personal por un sionista cristiano, el presidente estadounidense Harry Truman. Él fue quien, después de la Segunda Guerra Mundial, en contra del criterio de su propio Departamento de Estado y en contra de la potencia colonial de la zona, Gran Bretaña –que también contribuyó al desbarajuste inicial–, trabajó incansablemente para lograr la creación del Estado de Israel. Tenía que cumplirse la palabra de la Biblia, supuesto que del texto sagrado no cabía según Truman interpretación que no fuese la literal, y el Antiguo Testamento decía que los judíos debían estar en Israel.
Esa preocupación por Israel constituye una seña de identidad de la política internacional de EEUU. En su libro El futuro es un pais extraño, Josep Fontana denomina el tema de Irán con estas palabras: «un proyecto de guerra para el futuro». En él destaca la ciberguerra emprendida por Estados Unidos e Israel, conocida como «Olympic Games», «que empleaba un virus, Stuxnet, capaz de interferir en las centrifugadoras empleadas para el enriquecimiento de uranio, y de destruirlas en la práctica». Sin embargo, el antiguo secretario de Defensa Robert Gates considera que una guerra con Irán «sería una catástrofe», mientras que no son muchos los que se dan cuenta de la irracionalidad que supone considerar que un arma nuclear iraní, desarrollada para defender al régimen de un ataque exterior, se deba tomar como una amenaza mundial. Como dijo Ahmadinejad: «¿Quién sería tan insensato como para combatir contra 5000 bombas norteamericanas con una sola bomba?». Pero Israel se siente amenazado.
El sionismo cristiano es parte constitutiva de la concepción teológica de la historia que para Georges Corm convierte a Occidente en una «mitideología», según defiende en su brillante ensayo titulado Europa y el mito de Occidente. Dentro de esta concepción, que dota de una ilusoria identidad homogénea a la civilización que tuvo su cuna en las antiguas Grecia y Roma, el Estado de Israel es un esqueje de esa civilización moderna e ilustrada injertado en medio de un entorno islamofascista, la única democracia consolidada de la región según la aparente percepción de los líderes del antaño autoproclamado «mundo libre». Como advierte el profesor Corm, muy atinadamente a mi modesto entender: «A pesar de la vitalidad del pensamiento crítico, moral, ético y político tanto en Europa como en Estados Unidos, el mundo de los responsables políticos a ambos lados del Atlántico parece afectado de autismo, tanto más narcisista y arrogante cuanto que el pensamiento está aquí afectado de anemia y de entropía, lo que engendra esta retórica a la vez vacía, obsesiva y agresiva. Por ello la paz del mundo nunca ha sido de nuevo más frágil». Esperemos que estas palabras, que fueron escritas un par de años antes del advenimiento de Trump y que expresan un temor fundamentado, tengan que ser matizadas si se confirman esos indicios de rebelión de Europa ante el amigo americano con respecto a la ruptura del acuerdo con Irán.
Con la decisión del presidente estadounidense se ha dado un paso más en la senda histórica de irracionalidad aquí expuesta. Ahora el sionismo cristiano tiene su Mesías posmoderno, un magnate de la globalización económica que en su fulgurante carrera política utiliza como combustible los más añejos prejuicios tribales. Los designios del Señor son siempre inescrutables.




martes, 15 de mayo de 2018

Orwell lo habia dicho.


Vivir en una distopía orwelliana

gilad.co.uk

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Es desconcertante presenciar la velocidad y la ferocidad con la que Gran Bretaña se está deteriorando hasta convertirse en una pesadilla orwelliana.
The Evening Standard informó ayer de que "un trabajador del concejo londinense fue suspendido luego de haber sido atrapado alegando que los sionistas 'colaboraron' con los nazis".
Aparentemente Stan Keable fue removido de sus obligaciones como funcionario de aplicación ambiental para el Consejo de Hammersmith & Fulham después de decir: "Los nazis eran antisemitas. El problema que tengo es que el gobierno sionista de la época colaboró ​​con ellos. Aceptaron las ideas de que los judíos no son aceptables aquí".
Keable hizo los comentarios, compartidos en un clip en Twitter, en una manifestación pro-Corbyn fuera del Parlamento. Supongo que en Gran Bretaña 2018 puedes perder tu trabajo simplemente por expresar una opinión.
Parece que algunos judíos británicos están perturbados por partes de su historia. Intentan suprimir cualquier discurso sobre el Acuerdo Haavará. El exalcalde de Londres Ken Livingstone fue suspendido del Partido Laborista por mencionar esa colaboración entre Hitler y el sionismo. E inquietantemente, en la discusión del Partido Laborista sobre el caso de Livingstone, el secretario general del partido, Iain McNicol, "dejó en claro en una carta al exalcalde que el caso en su contra no se trataba de hechos históricos, sino de si su conducta era gravemente perjudicial "para el partido…" *
El Acuerdo de Transferencia (Haavara) entre el régimen nazi y la dirección sionista palestina es un hecho histórico aceptado. En su excelente libro Solución final, el historiador judío británico David Cesarani examina el acuerdo y cita las voces sionistas alemanas que aprobaron el régimen nazi e incluso dieron la bienvenida a las Leyes raciales de Núremberg porque presionaron por la segregación. Pero la verdad probatoria no es una defensa en Gran Bretaña en 2018. Creo que este desprecio por la verdad es solo otro síntoma de nuestra eliminación del ethos ateniense.
El diputado conservador por Chelsea & Fulham, Greg Hands, dijo: "Estoy sorprendido de que alguien que expresa opiniones de odio pueda tener un trabajo de reunirse con inquilinos en situación de vulnerabilidad. El líder del consejo debería iniciar una investigación sobre si hay otros de su clase en el consejo".
No puedo ver una gota de odio en el comentario de Keable. Pero me gustaría aconsejar al diputado conservador y otros tories ignorantes que, mientras que el Acuerdo de Haavara se firmó como un intento de salvar a los judíos alemanes, el Gobierno conservador aquí en Gran Bretaña hizo poco por los judíos alemanes y otros refugiados judíos.
Mike Katz, del Jewish Labor Movement, dijo: "Tratar de torcer la historia de los nazis para que encaje en una narrativa antisionista es ofensivo". Puede ser ofensivo, pero el Acuerdo de Haavara y la colaboración entre organizaciones sionistas y funcionarios nazis de 1933 hasta el final de la guerra son parte de la historia judía y el terrorismo político no borrará esa historia.
Cuando el Stándard lo contactó, Keable dijo: "Lo siento por cualquier ofensa que pueda haber causado. Pero el régimen nazi y la Federación Sionista de Alemania colaboraron, a través del acuerdo de Haavara, en la emigración de unos 60.000 judíos a Palestina entre 1933 y 1939". Dijo que no insinuó que los judíos colaboraban con los nazis.
Si quieren quemarlo, ¡quieres leerlo!
Fuente:  http://www.gilad.co.uk/writings/2018/5/3/living-in-an-orwellian-dystopia


 

domingo, 13 de mayo de 2018

Macri en brazos del FMI. Dossier







Es más grave que una corrida cambiaria
Rolando Astarita
En una nota anterior, publicada a fines de marzo, decíamos que el sostenimiento de la demanda basada en alto déficit fiscal y de cuenta corriente, financiados con entrada de capitales especulativos y deuda creciente, era insostenible en el mediano plazo, y agregábamos: “se sabe cómo suele terminar esta historia: llega un punto en que comienza la salida precipitada de los fondos especulativos (en una situación de fragilidad económica el disparador puede ser cualquier elemento que los inversores consideren negativo), con las consecuencias de violentas devaluaciones cambiarias y profundas crisis financieras” (aquí).
Pues bien, la salida de capitales se desató mucho antes de lo que preveíamos en esa nota, a partir de la suba de la tasa de interés en EEUU y la agudización de diferencias y tensiones, no solo entre la oposición y el Gobierno, sino al interior de la misma coalición de Cambiemos. Desde que se inició la corrida, el Banco Central perdió el 8% de sus reservas, el peso se devaluó en un solo día (el 3/05) un 8%, y la sangría solo fue frenada, parcialmente, con una suba de la tasa de interés de referencia de 1250 puntos básicos, desde el 27,5% al 40%. Sin embargo, no se trata solo de la corrida cambiaria: también cayeron los bonos de la deuda (el riesgo país aumentó desde 397 a 471 puntos básicos en menos de un mes) y las acciones se derrumbaron. Al momento de escribir esta nota el dólar sube a $23,5 y el Merval se hunde más del 4%. Hasta el presente, más que “volatilidad” hubo caída libre. Y está abierto el escenario para una crisis financiera.
Subrayamos: es imposible sostener indefinidamente un elevado déficit de cuenta corriente con entrada de capitales especulativos. Incluso la historia de años recientes muestra que cuando el déficit de cuenta corriente se acerca al 5% del PBI, las crisis llamadas sudden stop (interrupción brusca de la entrada de capitales de portfolio, y salida de los mismos) se hacen casi inevitables. Ocurrió en México 1994, en Tailandia 1998 y en Argentina 2001. El gobierno de Cambiemos apostó a la entrada de esos capitales ofreciéndoles altas rentabilidades con la bicicleta financiera, pero por esta vía no hay salida. Precisamente, en referencia al carry trade, en abril del año pasado escribíamos:


  sigue   y ver   dossier   :

http://www.sinpermiso.info/textos/argentina-macri-en-brazos-del-fmi-dossier




 y   ver  ...