Las condiciones de un proceso aparentemente irreversible de autodestrucción (*)
TIEMPOS DE CAMBIO Y DESORDEN
El
mundo se encuentra en una fase de cambio y gran desorden. El modelo del
capitalismo neoliberal y la receta del hegemonismo en relaciones
internacionales no funcionan desde hace tiempo, pero su inercia sigue
siendo fuerte y nos lleva contra las rocas.
Este año hemos tenido tres cambios principales que marcarán tendencia;
1-La
derrota occidental en Siria (que refleja las tensiones del paso del
desorden hegemónico monopolar a las del mundo multipolar).2-El cambio de
orientación en Estados Unidos, con la sugerencia de cambiar el “América
World” por el “América First” de Trump, lo que abre la puerta a peleas
internas en la primera potencia mundial y a toda una serie de otros
“first´s” en el mundo; “China first”, “EU first”, etc.y 3-La
desaparición de todo proyecto común en Europa, fracaso que induce a
buscar enemigos (Rusia) y a incrementar la militarización de la “Europa
de la defensa”.
(1)
Todo esto es mucho para un solo año y explica con creces el vértigo que hay en el ambiente.
SIN PRECEDENTES E IRRESOLUBLE
La
crisis de la Unión Europea está inserta en ese desorden más general y
ha derivado en lo que da la impresión que es un dilema irresoluble:
“
Si
la UE quiere atajar lo que la destruye (es decir los referéndums
crispados y el progreso de la extrema derecha antiliberal), debería
negarse a sí misma. Si por el contrario prefiere no hacer nada y
quedarse como está, entonces parece condenada a continuar alimentando lo
que la destruye”. La cita es de Fréderic Lordon, el autor que mejor ha retratado la situación en el debate francés.
(2)
La
Unión Europea ha perdido el grueso de sus ilusiones y mitos fundadores.
La crisis financiera de 2007/2008 ha demostrado que no es un club
democrático de iguales, sino una construcción oligárquica y
antidemocrática. Su diseño de los últimos treinta años bajo ese sello,
los defectos de nacimiento del euro y la nacionalización de las pérdidas
bancarias a costa de las clases medias y bajas, se han derrumbado sobre
la promesa de prosperidad y justicia que estaba en la base del discurso
europeísta y su narrativa narcisista.
(3)
El desencanto es
patente, especialmente en la Europa del Sur, antigua receptora de fondos
de cohesión, pero también, y seguramente aún más, en el Este, cuya
integración en la UE ha sido un fracaso en términos económicos y
políticos.
En el Sur, la Europa de los fondos de cohesión, la
modernidad y las “infraestructuras” ha dado paso a la Europa del recorte
en su más dura modalidad.
En la Europa del Este después de 27
años de vida europea (más de la mitad del tiempo pasado bajo el yugo
soviético) la evidente ganancia en oxígeno que la sociedad obtuvo al
salir de las dictaduras sociales ha quedado deslucida por el regreso del
ex bloque al estatuto de periferia subordinada y dependiente que tenía
en el periodo de entreguerras: reserva de mano de obra barata y completa
dependencia financiera e industrial. No hay atisbo de convergencia
económica y social niveladora hacia Europa Occidental, y, a diferencia
del Sur, tampoco de fondos de cohesión.
(4)
En el Norte hay un hartazgo y una clara animosidad hacia los
manirrotos del Sur: “Venderos vuestras islas”, dice el
Bild alemán, mientras se compra a precio de saldo los aeropuertos griegos más jugosos obligados a privatizarse.
Todo
esto guarda, desde luego, una relación directa con la incompatibilidad
general de la lógica de mercado con la nivelación social y territorial
-el sistema capitalista es intrínsecamente desigual- pero en el caso del
particular sistema UE se parte de una contradicción esencial:
la
democracia y la soberanía popular residen en los estados nacionales,
pero en la UE casi todo lo que cuenta queda fuera de ese marco:
-Los
bancos centrales son “independientes”, la moneda común impide ajustes y
devaluaciones, los ministerios de economía son meros ejecutores de
directivas decididas en la UE, la OMC, el FMI…
-El derecho europeo tiene mayor rango que el nacional, pese a carecer de un fundamento democrático: es legal, pero no legítimo.
-Y
la política exterior y de defensa viene encuadrada por una estrategia
(americana) organizada a través de la OTAN que es no solo exterior a la
nación, sino a la propia UE.
¿Qué le queda a la soberanía popular,
al sujeto que vota en unas elecciones nacionales? Muy poco. Y encima,
esa desposesión ha sido santuarizada, blindada en normas y tratados para
hacerla irreversible.
El maltrato de Grecia, castigada su
sociedad con un programa de austeridad aún más estricto por haber
rechazado el anterior en referéndum, ha ofrecido el último ejemplo de
desprecio de la voluntad popular. El
Brexit ha demostrado la
estricta jerarquía y desigualdad en el trato, porque la voluntad popular
expresada por el referéndum británico (mucho más ajustada que la
griega), sí ha sido reconocida, aunque con mal humor.
“No puede haber opción democrática contra los tratados europeos”, ha dicho Jean-Claude Juncker.
(5)
¿Qué
clase de club es ese del que no se puede salir, ni plantear reforma de
sus estatutos, sin provocar convulsiones y amenazas? Manifiestamente no
solo un club defectuoso en su diseño, sino también autoritario. Esta
historia del desprecio de los referéndums ya tiene 24 años y 9 consultas
a su cuenta.
(6)
BALCANIZACIÓN
Es la hora de la balcanización. Por doquier se asiste a una desintegradora fragmentación. El
Brexit
(UK first) ha sido un adelanto del contagioso “America First” de Donald
Trump, pero el proceso ya tenía su propia dinámica interna no solo en
las naciones de la UE -e incluso dentro de sus estados en algunos casos-
sino en sus conglomerados y clubs informales.
Los países del Sur
celebran tímidas cumbres en las que sus timoratos dirigentes, de
momento, ponen en común su impotencia. En el Este, se incrementa la
concertación de clubs como el de Visegrado (Hungría, Polonia, República
Checa y Eslovaquia). En el Norte, con centro en Berlín -sin duda el club
más relevante y discreto- se hacen números alrededor de la idea de una
Kerneuropa,
la Europa matriz luterana y virtuosa, separada del lastre. Los números
no salen y la conclusión sigue siendo la misma que la señalada en 2012
por los documentos internos del Ministerio de Finanzas alemán: de
momento no conviene. De todos los “first” europeos, el “
Kerneuropa first”
de Alemania y sus compañeros de fe en la “regla de oro” y el principio,
“por la exportación hacia Dios-crecimiento”, es seguramente el más
relevante…
Si la tesis del dilema irresoluble es correcta, el vector de esta balcanización es inequívoco:
la desmembración es solo cuestión de tiempo.
SEGURIDAD: INTEGRAR O EXCLUIR
En
materia de seguridad y relaciones internacionales, la situación es
obvia: cuando hay que inventar algo nuevo y consensuado entre los
actores de la multipolaridad para afrontar los
retos del siglo
(actuar contra el calentamiento global, paliar la desigualdad y afrontar
el desarme de la cada vez más generalizada capacidad de destrucción
masiva), en Occidente constatamos la persistencia de toda una generación
política (y la red de expertos a su servicio) formada en el viejo
hegemonismo y sin experiencia ni recuerdo ya de la misma esencia de la
acción diplomática y el multilateralismo.
Tras setenta años de
holgado dominio, Estados Unidos está muy mal preparado para ese cambio
de actitud exigido por la realidad del mundo multipolar. Enfrentándose a
Rusia en Occidente y a China en Oriente, ha suscitado el acercamiento
entre esos dos países, que no desean un regreso a la lógica de bloques
pero que al mismo tiempo ya se declaran dispuestos a oponerse
militarmente al cerco en sus fronteras más inmediatas (Ucrania/Mar de
China meridional). Se constata la fuerza inercial de toda esa gente (en
la política, los
think tanks y los medios de comunicación)
aferrada a la política del castigo militar, de las sanciones, del
desprecio al derecho internacional y a la invocación fraudulenta -por
selectiva y tramposa- de los derechos humanos como argumento de
injerencia y guerras.
(7)
Varios estados han sido ya
disueltos y sustituidos por agujeros negros, mayormente en operaciones
occidentales de cambio de régimen en Oriente Medio, con el resultado de
centenares de miles de muertos.
(8)
En Europa esa misma
tendencia contribuyó a exacerbar los dramas de la desmembración
yugoslava y la proliferación de conflictos y tensiones militares en el
continente: Croacia, Bosnia, Serbia, Kosovo, Macedonia, Transnistria,
Abjasia, Osetia y Donbas.
En el contexto de grave crisis interna
en la UE, cuando hay una urgente necesidad de encontrar “explicaciones” a
todo ello, es extremadamente peligrosa la búsqueda de enemigos
practicada desde Bruselas, con Rusia en el punto de mira.
(9)
Es necesario hacer memoria y recordar la alternativa integrar/excluir de la historia europea.
Tras
las guerras napoleónicas los vencedores implicaron a la vencida Francia
en la toma de decisiones, lo que abrió una larga etapa de paz y
estabilidad continental. El ejemplo contrario es lo que se hizo con la
Alemania posguillermina tras la primera guerra mundial y también con la
Rusia bolchevique tras la Revolución de 1917. En ambos casos, las
políticas de exclusión -y de tremendo intervencionismo militar en la
guerra civil rusa- tuvieron consecuencias nefastas para lo que luego fue
el nazismo y el estalinismo.
Lo que hemos visto hacia Rusia en
Europa desde el fin de la guerra fría es una nueva advertencia sobre los
peligros de excluir a una gran potencia de la toma de decisiones y
tratarla a base de imposiciones y sanciones.
La integración del ex
bloque del Este se hizo de una forma fraudulenta. Desde la agenda
oculta del expansionismo de la OTAN, traicionando los acuerdos tácitos
alcanzados con Moscú a cambio de su retirada imperial, se ofreció a esos
países el ingreso en un bloque militar antiruso como antesala del
ingreso en la UE.
(10)
Durante treinta años, ese proceso de
meterle el dedo en el ojo al oso ruso ha creado tensiones artificiales
que se han ido acumulando. Cuando esas tensiones han estallado
militarmente, la reacción instintiva del oso, se ha denunciado como
muestra de la agresividad de Rusia, de la maldad de su dirigente (un
nacionalista de derechas, popular en su país por haberlo estabilizado,
sin que haya repartido renta petrolera ni revisado la criminal
privatización de los noventa) o de su mítica voluntad de “reconstruir la
URSS”. La denunciada “agresividad” rusa, en realidad un reflejo
defensivo largamente anunciado e ignorado, ha sido una profecía inducida
y autocumplida.
(11)
Para remediar eso es imprescindible
que Europa ejerza la independencia estratégica y se organice un sistema
de seguridad continental, libre de la lógica de bloques y en el que la
seguridad de unos no se construya a costa de la seguridad de otros. Es
decir: precisamente aplicar la intención que se firmó en noviembre de
1990 con la Carta de París para una nueva Europa de la OSCE.
Para llegar a algo así es imperativo disolver la OTAN como bloque militar. Pero, ¿qué político del
establishment
europeo actual asumiría hoy esa causa en las inestables condiciones
actuales, cuando el propio mando de la OTAN se dedica a sembrar esa
inestabilidad promocionando la tensión con Rusia para justificar su
existencia?
Los dos políticos que en Alemania y en Francia hablan
de ello y claman contra el vector de la guerra -Oskar Lafontaine y
Jean-Luc Mélenchon- tienen una intención de voto de entre el 10% y el
15%… Así que veo una gran
necesidad y una escasa
posibilidad.
Pero
imaginemos que la UE llega a ser un polo autónomo y soberano en el
mundo con la gran potencia e influencia mundial que se deduce de sus
parámetros fundamentales de población, PNB y potencia cultural y
militar. La pregunta que se impone es,
¿todo eso para hacer qué? ¿
Para contribuir a qué mundo?
Continuar haciendo soberanamente lo que se ha venido haciendo hasta
ahora en calidad de “ayudante del sheriff” significa contribuir de una
forma más efectiva y autónoma al desastre, a la perspectiva de los
imperios combatientes. Tener por ejemplo un ejército europeo integrado para poder hacer la guerra en Siria, en Libia, en Ucrania, etc.
Mi conclusión es que si Europa resultara incapaz de elaborar un proyecto de acción exterior en sintonía con los
retos del siglo,
hay que decirlo con claridad: es mejor que no exista como gran
potencia, que sea un conglomerado lo más débil posible para reducir su
capacidad de hacer daño.
EL EJE FRANCO-ALEMÁN NO EXISTE
Durante
muchos años una Alemania que veía en Europa la única posibilidad de
recuperar su soberanía y una Francia que temía dejarla sola, formaron el
gran eje básico de interés común de la Unión Europea. En aquella época
fundacional, en ambos países la derecha defendía políticas económicas y
sociales que hoy serían consideradas de “izquierda radical”.
En
Francia la inspiración social del gaullismo era el programa del Consejo
Nacional de la Resistencia de marzo de 1944. En Alemania la Economía
social de mercado era la doctrina de la coalición de cristianos y ex
nazis de la CDU con la que se conjuraba a la alternativa de la otra
Alemania, la RDA, con su mezcla de socialismo y dictadura que ponía la
asistencia y nivelación social en el centro de su proyecto.
Esa base histórica del eje ya no corresponde al mundo de hoy.
Desde
que Alemania recuperó su plena soberanía con la reunificación nacional
de 1990 y la anexión de la RDA por la RFA, su visión de la UE cambió.
Europa ya no era la solución al
handicap heredado del desastre nazi, sino el primer espacio sobre el que proyectar su soberanía dominadora.
Desapareció la generación política de los que vivieron la guerra; los Brandt, Kohl y Schmidt.
Se inició la rehabilitación del nacionalismo alemán en unos términos completamente nuevos e impensables en la fase anterior
(12)
Y
el marco general de este cambio en la relación franco-germana no es una
“economía social de mercado” / Consejo nacional de la resistencia con
el telón de fondo del miedo al “comunismo”, sino la doctrina neoliberal,
es decir: la demolición programada y sostenida de las conquistas
sociales vigentes desde la posguerra.
En ese contexto de
subidón
nacionalista y costeando con dos billones de euros la anexión de la
RDA, Alemania impuso al resto del club europeo su estrategia nacional
exportadora, desprovista de todo deseo de subvencionar a socios. Vía
dumping
salarial, todo lo alemán se hizo más competitivo frente a (y a costa
de) sus socios. El dinero que generó su excedente comercial se
invirtió. En los noventa
invertir
era, en gran parte, financiar burbujas inmobiliarias que encontraban el
terreno mejor abonado en países con gran corrupción y pésimo gobierno
como España.
Cuando eso explotó poniendo en peligro a los fondos
de pensiones alemanes y a los bancos, los políticos germanos hicieron
ver que ellos no tenían nada que ver con el asunto, que todo era culpa
de una serie de manirrotos “Pigs” meridionales faltos de reformas. Es
decir: ofrecieron una
explicación nacional en línea con la ortodoxia neoliberal a
un problema sistémico internacional.
La
canciller que gobernó todo eso con torpeza, Angela Merkel, ha dañado
seriamente los tres pilares que rehabilitaron a la política alemana
después de la Segunda Guerra Mundial: el Estado social, la integración
de la Unión Europea y la política de distensión hacia Rusia conocida
como
Ostpolitik. Que a pesar de ello Merkel pase por ser la gran
líder continental resume muy bien la situación en la UE, pero sobre todo
demuestra que nos encontramos ante
otra Alemania.
(13)
¿Qué
pasa con Francia? En 1983 Mitterrand renunció a la política del
programa común de la izquierda con el que había ganado las elecciones de
1981, un programa nacional de transformación, para abrazar la línea
europeísta neoliberal arriba descrita. A diferencia de Alemania, Francia
no tenía ninguna estrategia económica nacional propia. La moneda común
fue saludada por Mitterrand como mecanismo para evitar sorpresas
alemanas pero se volvió contra Francia. Todo el terreno ganado por la
exportación alemana en el último periodo corresponde, aproximadamente, a
lo perdido por los socios europeos, con Francia en primer lugar.
Los
políticos franceses se han convertido en subalternos de la línea
alemana. El periodista Romaric Gordin describe la situación como, “una
especie de Vichy postmoderno”. “En Europa, Francia solo sirve como el
socio colaboracionista de Alemania”, dice. Bajo esa colaboración la vida
social francesa y la convivencia interna se han degradado.
Curiosamente,
en Francia no se conoce muy bien Alemania. Es un país asociado a malas
experiencias históricas que nunca ha interesado demasiado. Pese a que el
sistema educativo promociona intensamente la enseñanza del alemán,
significativamente se estudia mucho más el español (a razón de 4
millones de alumnos contra medio millón). Sobre ese desconocimiento y
desinterés, se ha impuesto, con la ayuda de los medios de comunicación,
cierta leyenda acomplejada de que en Alemania todo va bien, incluso
mucho mejor que en Francia. En ese contexto se ha ido abriendo paso,
sordamente, a nivel popular, no en las élites, la idea de que en el
actual matrimonio, Alemania es el macho y Francia la mujer maltratada.
Cobra fuerza la idea de que ya no estamos ante un matrimonio en crisis,
sino ante un caso de violencia de género. ¿Tiene eso solución?
MÁS EUROPA O DECONSTRUCCIÓN ORDENADA
Mi
impresión es que Fréderic Lordon tiene razón cuando habla de una
situación cerrada en la que eliminar lo que está destruyendo al sistema
de la Unión Europea pasaría por negar el propio sistema.
La
reflexión puede aplicarse a Alemania: no será capaz de hacer marcha
atrás sin que su clase política, sus medios de comunicación, todo su
establishment se nieguen a sí mismos diciendo: “lo que hemos hecho hasta ahora es un error garrafal”.
¿Es
imaginable que Francia sea capaz de convencer a Alemania de que
renuncie a la europeización de su estrategia económica nacional por
ejemplo desmontando el euro y regresando al Sistema Monetario Europeo,
SME (como propone Oskar Lafontaine), la regla de oro de los déficits
presupuestarios o el estatuto del BCE? Me parece que no, así que estamos
ante algo parecido a un proceso irreversible de autodestrucción.
En
Francia da la sensación de que cada vez más gente piensa, a izquierda y
a derecha, que la única forma de cambiar Europa es empezar por cambiar
Francia. Es lógico teniendo en cuenta la ausencia de un “demos” europeo,
sujeto de la soberanía, y la fuerza de la tradición social francesa.
Sin esperar una coordinación automática entre países, ese regreso a los
estados nacionales, es decir al marco de la soberanía popular, es lo que
a largo plazo podría redundar en una redefinición del proyecto europeo.
El problema es que, hoy por hoy, ese regreso al estado nacional lo está
capitalizando la extrema derecha. Incluido en Francia.
Me parece
que uno de los escenarios que tiene más futuro en la Europa de hoy
(“presente” si se atiende a lo que los tories están haciendo en el Reino
Unido) es el de la “
lepenización de Goldman-Sachs”: una síntesis y entendimiento entre la extrema derecha y el
establishment neoliberal.
Pero,
aunque la extrema derecha esté capitalizando ese regreso al estado
nacional, eso no quiere decir que una solución decente a la crisis
europea (es decir social, ecologista e internacionalista y en línea con
los
retos del siglo) no pase por ese vector de regreso. Los pasos atrás, lo que Lordon define como
un proceso ordenado de deconstrucción
de la Unión Europea, serán una solución más efectiva para salir del
atolladero que el más Europa y más federalismo autoritario cuyo último
recurso es el vector de guerra que supone la “Europa de la defensa”.
Por
doquier se responde a la idea de ese regreso a los estados nacionales
con el anatema: “aislamiento”, “repliegue”, “nacionalismo excluyente”,
“fascismo”, pero las naciones de Europa vivieron en paz y crearon cosas
como Airbus y el programa Erasmus durante muchos años
sin moneda única y sin el corsé de los actuales tratados.
Algunos de los países europeos más prósperos (Islandia, Noruega o
Suiza) ni siquiera son miembros de la UE. Muchos más no participan en el
euro, sin que ello los convierta en algo remotamente parecido a
marginados de la globalización. Así que, si se quiere poner en el centro
del proyecto europeo otras cosas diferentes a la libre circulación de
mercancías/ capitales y a los beneficios oligárquicos que lo ha dominado
y arruinado todo en los últimas décadas,
cierta desintegración me parece ineludible.
Para
remediar la situación el primer paso es desacralizar la Unión Europea,
bajarla del altar y colocarla al alcance de una crítica realista.
MUERTOS VIVIENTES, LA SOCIEDAD DE NACIONES
¿Qué puede ocurrir en defecto de esta
deconstrucción ordenada
que permita reformular el proyecto Europa a largo plazo? Continuará lo
que tenemos ahora: el derrumbe paulatino de la actual UE.
En ese
escenario la UE se convertiría en una especie de muerto viviente cada
vez más irrelevante a todos los efectos. Podría ser un poco como la
Sociedad de Naciones, antecesora de la ONU. ¿Recuerdan? Aquello también
nació de un buen propósito, en 1919, para imponer la paz entre europeos y
acabó siendo un instrumento de los intereses de los imperios coloniales
occidentales.
La Sociedad de Naciones fue completamente
inoperante en la génesis de la Segunda Guerra Mundial, el rearme alemán y
la invasión japonesa de China, y cuando la disolvieron en abril de 1946
sobre el panorama de una Europa y un Japón en ruinas,
nadie la echó a faltar porque hacía tiempo que había muerto.
(*) Este texto sigue las notas de la conferencia “Crisis del eje franco-alemán, ¿terminal o reconducible?” pronunciada el 26 de enero en el Palau Macaya de Barcelona a invitación del Consell Català del Moviment Europeu.
NOTAS
(1) Ver las previsiones para 2017 del LEAP, raro
think tank europeísta independiente que destaca por su crítico realismo. En: GEAB, 111. 15/01/2017.
(2) Para la posición de Lordon, ver
aquí y
aquí sus dos artículos fundamentales.
(3) Sobre la narrativa narcisista de la UE y su legitimación, contrastada con las realidades de la historia europea, ver:
Europa, ¿se hace o deshace?
(4)
La evolución de la opinión negativa sobre la UE es reveladora: 71% en
Grecia, 61% en Francia (24 puntos más que en 2007), 41% en España (34
puntos más que en 2007) y 39% en Italia (23 puntos más que en 2007). Ver
Pew Research Center, junio 2016. Para el fracaso de la integración del
ex bloque del Este: Joachim Becker,
Europe´s other periphery.
NLR, mayo/junio 2016. Eldesencanto que reflejan las encuestas del BERD
en el Este es aún más notable: En el grupo de Visegrado, el más exitoso
del ex bloque, la valoración de si la vida ha mejorado o no respecto a
1989 divide por la mitad a checos, eslovacos y polacos, mientras que un
80% de húngaros opinan que las cosas han ido a peor. En Rumania algunas
encuestas han dado un apoyo de hasta el 80% al estado de cosas bajo el
régimen de Ceaucescu, uno de los peores del bloque a finales de los
ochenta.
(5) En Le Figaro, 29/01/2015.
(6) He aquí la serie completa (porcentajes sobre participantes):
-1992: el 50,7% de los daneses votan contra el Tratado de Maastricht. Se les hace volver a votar.
-2001: el53,9% de los irlandeses votan contra el Tratado de Niza. Se les hace volver a votar.
-2005:
el 55% de los franceses y el 61% de los holandeses rechazan el tratado
constitucional europeo. No se les hace volver a votar (demasiado
arriesgado) y se incluye la esencia de lo rechazado en el Tratado de
Lisboa, dos años después.
-2008: el 53,4% de los irlandeses vuelven a votar contra lo que ahora se llama Tratado de Lisboa.
-2015: Referéndum griego contra la austeridad (61,3%). Se les impone más.
-2016: El 61,1% de los holandeses rechazan el acuerdo de asociación de la UE con Ucrania.
-2016: Brexit (51,9%)
-2016: 59,4% de los italianos rechazan la reforma constitucional.
(7)
En Siria hemos vuelto a ver en acción a esa coalición de halcones
militaristas, periodistas, y defensores de derechos humanos bien
intencionados, pidiendo más guerra.
(8) Este es el somero balance:
-Afganistán:
15 años de guerra (por no hablar de 30, si incluimos a los soviéticos),
230.000 muertos / los talibán siguen fuertes/ catástrofe en seguridad y
ausencia de mejoras en las condiciones de vida. Al Qaeda nace allí.
–
Irak: 13 años de guerra/un millón de muertos/ partición del país en
tres trozos y condiciones de vida peores que con Sadam. El Estado
Islámico nace allí.
-Libia: 5 años de caos/ 40.000 muertos/ país
partido en tres y condiciones de vida peores que con Gadafi. Ulterior
desestabilitación del África subsahariana.
-Siria: 5 años de
guerra/ 350.000 muertos/ probable partición en dos o tres trozos/
Situación general mucho peor que antes de la rebelión.
(9) La resolución del Parlamento Europeo
del 14 de octubre de 2016, acusando a medios de comunicación rusos de
practicar, en una escala mucho menor, hacia la UE (con el objetivo de,
“socavar la coherencia de la política exterior de la Unión”), lo mismo
que los medios occidentales realizan con Rusia desde siempre, ilustra el
naufragio europeo ante unos medios rusos, como el canal RT, que han
mejorado su influencia en Occidente, contribuyendo a un
pluralismo de propagandas.
La resolución coloca la amenaza de la propaganda rusa junto a la del
Estado Islámico y es un ataque muy significativo al pluralismo
informativo.
(10) Para una crónica de los términos de las negociaciones que pusieron fin a la guerra fría en Europa, ver R. Poch-de-Feliu,
La quiebra optimista del orden europeo, en La Gran Transición. Rusia 1985-2002. Barcelona Crítica 2003.
(11) El discurso de Putin ante la Conferencia de Seguridad de Munich del
10 de febrero de 2007, hace diez años, fue la más clara expresión de la
posición de Rusia. Para una lectura interna del machismo exterior de
Putin y los riesgos del “escenario 1905” para su régimen, ver:
Rusia, riesgos y agravios
(12)
El secretario general de la CDU, Volker Kauder, puede, por ejemplo,
jactarse ahora, de que, “Europa habla alemán” y ser por ello ovacionado
en un congreso de su partido. Los Brandt, Kohl y Schmidt, nunca se
habrían permitido tal licencia.
(13) Sobre ello véase, Poch-de-Feliu/Ferrero/Negrete:
La Quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo. Icaria, Barcelona 2013.
Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/02/01/adios-union-europea-42041/
Y VER ..
Benoît Hamon
"Los social-liberales son un pollo sin cabeza y ya han perdido"
http://sanchopanza.net/n6-sanchopanzalab/Benoit-Hamon-entrevista-2008-social-liberales-europa-c.html