domingo, 20 de julio de 2025

La guerra eterna contra Rusia .

                                                                                        

El componente militar de las amenazas de Trump

 @nsanzo

 

20/07/2025     


“El rechazo del presidente ruso, Vladímir Putin, a las propuestas de paz del presidente Donald Trump y sus continuas matanzas de civiles ucranianos en ataques a ciudades han frenado las esperanzas de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la guerra o repare las relaciones de Moscú con Occidente”, escribe en su último artículo sobre la guerra de Putin el diario estadounidense The Washington Post. Este discurso, prácticamente único esta semana en los medios, evita explicar que el actual conflicto no puede resolverse con breves

conversaciones entre presidentes y que nunca se ha llegado a un proceso de negociación en el que las partes trataran las cuestiones políticas, militares, territoriales y sociales que han llevado a la guerra, prerrequisito para un acuerdo que sea más que una imagen de compromiso de alto el fuego que presentar como un éxito que colapsaría poco después. Los análisis que están publicándose estos días omiten incluso que Estados Unidos ni siquiera dio a Rusia tiempo para responder o matizar la “propuesta final” preparada por Steve Witkoff antes de que esa hoja de ruta se convirtiera, gracias a la intervención de Keith Kellogg y Marco Rubio, en la contrapropuesta de Ucrania y sus aliados europeos.

En apenas unos días, la intervención externa hizo que los términos de la propuesta de Witkoff, tan breves y vagos que habrían sido manipulables como lo fueron los de Minsk, dejando abiertas las cuestiones territoriales y de seguridad, incluían el levantamiento de sanciones contra Rusia y el reconocimiento estadounidense de la soberanía sobre Crimea, fueran abandonados en favor de un documento en el que se especificaba que no habría limitaciones a la presencia de tropas extranjeras en territorio ucraniano, una de las causas de la guerra. Conscientes de que Rusia no puede aceptar  si no es militarmente derrotada un documento en el que no se determinan unas fronteras -que quedan deliberadamente en el aire-, se abre la puerta a la adhesión futura de Ucrania a la OTAN y ni siquiera se levantan las sanciones, los países europeos, cuya propuesta era maximalista precisamente para evitar que pudiera ser debatida y acordada, elevaron la apuesta con un ultimátum. Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia dieron a Rusia 48 horas para aceptar un alto el fuego incondicional que ni siquiera venía acompañado de promesas de una negociación para lograr el final del conflicto, posiblemente porque mantenerlo sigue siendo la estrategia de los países europeos. De la guerra eterna al conflicto -político, económico y social- eterno.

Rusia ganó tiempo convocando a Ucrania a unas negociaciones directas a las que Kiev se presentó únicamente para cubrir el expediente. Desde entonces, en ningún momento se ha informado de avances en la negociación política, posiblemente porque nunca se han producido. El giro de guion dado por Donald Trump esta semana en la que se ha unido al lenguaje del ultimátum europeo y, aunque lo niegue, ha hecho suya la guerra de Biden, no es algo que haya surgido de forma espontánea, sino que era algo previsible en el momento en el que quedó claro que no iba a haber un alto el fuego que el presidente de Estados Unidos pudiera presentar como un éxito personal. Al agravio por la sensación de sentirse traicionado por un amigo, una visión infantil de las relaciones internacionales en general y más aún en condiciones de guerra, hay que añadir un proceso de acercamiento a las posiciones ucranianas desde la Operación Tela de Araña, momento en el que Ucrania más ha jugado con la tercera guerra mundial, como Trump había acusado a Zelensky meses antes, pero no en aquel momento.

“El presidente Trump se da cuenta de que Putin le está mintiendo, y es importante que el presidente Trump lo vea por sí mismo, no lo que oye de otra persona, sino lo que ve con sus propios ojos”, ha afirmado esta semana en una entrevista Volodymyr Zelensky, con la confianza renovada en que la opinión del presidente de Estados Unidos con respecto a la guerra de Ucrania no cambiará en el próximo mes y medio y con la certeza de que las declaraciones políticas van a venir acompañadas por gestos militares. Para garantizarlo, Zelensky está dispuesto incluso a volver a enviar una delegación a Estambul a negociar con Rusia, como afirmó ayer. Sin embargo, una reunión rutinaria más, en la que ya anuncia que volverá a exigir a Moscú el alto el fuego incondicional que sabe que el Kremlin no puede aceptar, no va a cambiar la trayectoria de la guerra ni de la paz.

 “La Cámara de Representantes de Estados Unidos votó a favor de continuar la ayuda militar a Ucrania”, se congratulaba ayer Andriy Ermak en un post acompañado, como es habitual, por emojis para ilustrar su significado, en esta ocasión las banderas de Estados Unidos y Ucrania unidas por dos manos estrechándose. La decisión, que no implica asignación económica, es la ratificación de lo anunciado por Donald Trump, cuyo cambio de opinión ha causado, de forma inmediata, una postura similar en la inmensa mayoría del trumpismo, única parte del Partido Republicano que había rechazado el envío de más armas estadounidenses a la guerra. El beneficio económico y la necesidad de tapar el fracaso que supone para Trump no haber logrado ningún avance político en seis meses han provocado el punto de inflexión.

En Wiesbaden, el lugar en el que Estados Unidos y el Reino Unido ayudaron a Ucrania a librar la guerra proxy y planificaron con Zaluzhny la contraofensiva que debía romper definitivamente el frente para obligar a Rusia a una paz en condiciones de debilidad, el nuevo comandante del ejército estadounidense en Europa, Alexus Grynkevich, ha confirmado que está de camino el suministro militar de grandes cantidades de “armas muy sofisticadas”, como describió Donald Trump los sistemas de defensa aérea y posiblemente misiles. “No voy a revelar a los rusos ni a nadie el número exacto de armas que estamos transfiriendo ni cuándo lo haremos, pero lo que sí diré es que los preparativos están en marcha”, declaró en sus primeras horas en el cargo en una comparecencia en la que añadió que “vamos a movernos tan rápido como podamos”. En la misma línea se mostró el canciller alemán Friedrich Merz, principal patrocinador de la iniciativa según la cual la OTAN adquirirá el armamento para Ucrania, que pondrá los muertos, mientras que Estados Unidos se llevará el beneficio. “Ucrania recibirá pronto sistemas de ataque de largo alcance y apoyo militar adicional”, afirmó en una comparecencia común con sir Keir Starmer en la que añadió que “estamos trabajando con la administración de Estados Unidos y el Congreso para finalizar las decisiones al respecto”. Con sus palabras, Merz confirmó que la nueva asistencia no se limitará a sistemas y munición de defensa aérea como había prometido Trump durante la cumbre de la OTAN, sino de armas puramente ofensivas.

“He ordenado que se firmen urgentemente todos los contratos pertinentes para los drones que necesitan nuestras Fuerzas de Defensa de Ucrania. También hablamos sobre cómo garantizar la capacidad de ataque profundo: la frecuencia de nuestros ataques y las tareas prioritarias”, escribió ayer Volodymyr Zelensky apuntando también a un aumento de la guerra aérea en términos de reanudación de la estrategia de hace un año, con la que Ucrania quiso desgastar a Rusia a base de ataques con misiles occidentales en su retaguardia.

En este sentido, es relevante recordar lo publicado por medios como The Washington Post y Financial Times sobre la conversación entre Trump y Zelensky del 4 de julio, que el presidente ucraniano percibió como la más importante de las que ha mantenido con su homólogo estadounidense. Según los dos medios, Donald Trump habría preguntado a Zelensky por qué Ucrania no ha atacado Moscú o San Petersburgo y si disponía de las armas para hacerlo. Tras la publicación de los detalles de la conversación, la Casa Blanca trató de negar los hechos y Trump, acostumbrado a refutar la realidad y tratar de cambiar el significado de sus palabras, alegó que solo se había tratado de una inocente pregunta. Aunque Donald Trump insistió en que no había tratado de sugerir a Zelensky que Ucrania ataque las dos capitales rusas, la pregunta, unida al comentario en el que, según los dos medios estadounidenses, insistió en que “los rusos tienen que sentir el dolor” de la guerra, recuerda a la retórica de Biden durante su mandato. En otro paralelismo, exoficiales afines al presidente realizan apariciones mediáticas explicando la importancia de los actos de la Casa Blanca. Ya no es John Bolton en la CNN, sino el general Jack Keane en Fox News sugiriendo que Trump no ha prohibido a Ucrania atacar Moscú o San Petersburgo, sino recordado que solo ha de atacar objetivos militares. Teniendo en cuenta que nunca han molestado a Trump los ataques con artillería contra barrios de Donetsk ni tampoco el sabotaje de trenes causando víctimas civiles, el argumento suena a intento de desmarcarse de cualquier efecto secundario no deseado causado por las armas enviadas por Estados Unidos y cuyo uso precisa de la autorización de Washington.

“Como líder efectivo del mundo entero, Trump no está contento”, afirmó en una de sus ruedas de prensa de esta semana la portavoz del Departamento de Estado, que otorgó a su presidente el estatus de líder planetario, pero no fue capaz de explicar qué espera conseguir con las actuales medidas. La incoherente forma en la que la Casa Blanca ha gestionado su caótico intento de conseguir una negociación entre Rusia y Ucrania, el rápido retorno a la táctica de escalada progresiva de la era Biden y el paso a una retórica que recuerda a la de su predecesor han revitalizado las esperanzas ucranianas y europeas de seguir luchando hasta conseguir una posición de fuerza con la que imponer los términos de paz al Kremlin. En este contexto, las noticias sobre el envío australiano de 49 tanques estadounidenses Abrams o las esperanzas que Merz pone en los misiles de largo alcance suponen un flashback a 2023, cuando Ucrania preparaba su gran operación terrestre en los campos de Zaporozhie.

A los sueños ucranianos de ofensiva con la que derrotar a Rusia en el frente hay que añadir el comentario de Trump en la conversación del 4 de julio. “Según un oficial ucraniano, Trump afirmó que Ucrania no va a cambiar el curso de la guerra jugando a la defensiva y necesitaba pasar a la ofensiva”, escribe The Washington Post. Comparativamente mucho más debilitada que hace dos años, cuando se ponía en duda las capacidades rusas de defender un frente tan extenso con tropas movilizadas hacía apenas unos meses, es prácticamente impensable que Kiev pudiera ser capaz de organizar otra ofensiva multimillonaria en la que encontrarse con aún más dificultades que en 2023. El comentario de Trump, más retórico que político y basado en el desconocimiento de la realidad militar de la guerra, es solo otro paralelismo con la actitud del equipo de Joe Biden. Los 140.000 millones de euros en asistencia militar a Ucrania que los países occidentales y sus aliados habían entregado a Kiev hasta abril de este año según el último recuento del Kiel Institute no han conseguido derrotar a Rusia, una realidad que no ha enseñado a la Casa Blanca la lección de lo que implica subestimar la capacidad de Moscú de responder a las nuevas condiciones en el frente. La historia no se repite, ya que no hay actualmente condiciones para una gran ofensiva terrestre, pero sí rima, especialmente en la voluntad de Estados Unidos de utilizar la opción militar con la esperanza de poder imponer a Rusia unos términos que no se corresponden con el equilibrio de fuerzas que muestra el frente.

https://slavyangrad.es/2025/07/20/el-componente-militar-de-las-amenazas-de-trump/#more-32641

sábado, 19 de julio de 2025

El militarismo alemán

                                                                          


 Renace el militarismo alemán

 

Europa 18 julio, 2025

 

 Thomas Fazi

 El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, exrepresentante del gigante financiero BlackRock, lanza un rearme militar masivo, rompiendo con la tradición pacifista de posguerra. Con inversiones sin precedentes y una clara alineación con el atlantismo, Berlín abandona la Ostpolitik y adopta una postura agresiva hacia Moscú. Sin embargo, tras la retórica soberanista se esconde una creciente subordinación estratégica. Merz debe enfrentarse a una profunda disidencia interna, especialmente entre los jóvenes.

 Se quiere convertir a la Bundeswehr en la fuerza armada convencional más poderosa de la UE. En la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya el 25 de junio, el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, presentó su plan para el rearme alemán. Con una inversión de 400.000 millones de euros y el objetivo de aumentar el gasto militar al 5 % del PIB, no se trata solo de un ajuste presupuestario, sino de la desaparición de la identidad estratégica de Alemania posterior a 1945. Una revolución arraigada en la completa internalización de la ideología atlantista por parte de la clase dirigente.

 El plan de rearme de Alemania y su agresiva postura antirrusa no representan un retorno al nacionalismo alemán, sino su opuesto. Las políticas implementadas hoy no se derivan de una búsqueda fría de los intereses nacionales alemanes, sino de su negación. Son la expresión de una clase política que ha interiorizado tan profundamente la ideología atlantista que ya no es capaz de distinguir entre la estrategia nacional y la lealtad transatlántica.

 Esta es la consecuencia a largo plazo de cómo se «resolvió» la cuestión alemana tras la Segunda Guerra Mundial: mediante la integración de Alemania en el «Occidente colectivo» bajo la tutela estratégica estadounidense. Durante gran parte de la posguerra, los líderes alemanes buscaron equilibrar este acuerdo con la defensa de su interés nacional, pero en los años posteriores al golpe de Estado en Ucrania, el ala «estadounidense» del establishment alemán comenzó a tomar la delantera. Con Merz, exrepresentante de BlackRock, está firmemente al mando.

 Hoy en día, los líderes solo piensan en alinearse con un proyecto occidental cuyas prioridades suelen definirse en otros ámbitos. En un editorial publicado el 23 de junio en el Financial Times, por ejemplo, Merz y Emmanuel Macron reafirmaron su compromiso con la relación transatlántica y la OTAN (lo que siempre ha implicado la subordinación estratégica de Europa a Washington), a pesar de los recientes gestos retóricos hacia una política europea más autónoma.

 Cabe destacar que Merz, aunque critica públicamente a Donald Trump, está haciendo realidad su visión: presionar a Alemania para que aumente drásticamente el gasto en defensa, lidere la guerra en Ucrania y rompa los lazos energéticos con Rusia. Sin embargo, todo esto se presenta como una expresión de la soberanía alemana y europea. Contrariamente a la valiente postura de Gerhard Schröder contra la invasión estadounidense de Irak hace 20 años, Merz también ofreció su pleno apoyo al reciente ataque de Trump contra Irán.

 La idea de rearmar las fuerzas armadas alemanas se remonta al discurso de la Zeitenwende (punto de inflexión) pronunciado en 2022 por el entonces canciller Olaf Scholz, tras la invasión rusa de Ucrania. Scholz prometió un fondo de 100.000 millones de euros para las fuerzas armadas y el logro del objetivo del 2 % del PIB en gasto militar, tal como lo solicitó la OTAN. Sin embargo, ese punto de inflexión quedó en gran medida en el papel. Dos años después, el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores declaró contundentemente que poco había cambiado.

 Ahora Merz está decidido a lograr lo que Scholz solo había insinuado. El nuevo canciller ha hecho de la defensa y la seguridad la piedra angular de su mandato, lanzando la campaña de rearme más ambiciosa desde la Segunda Guerra Mundial. El plan de inversión en defensa y seguridad, de 400.000 millones de euros, representaría casi la mitad del presupuesto federal. Este cambio trascendental tendrá enormes repercusiones: Berlín ha confirmado que el gasto militar alcanzará el 3,5 % del PIB para 2029, con un objetivo del 5 % a partir de entonces.

 Para lograr estos objetivos, Merz impuso una enmienda constitucional para reformar el «freno de la deuda», un mecanismo fiscal incorporado a la Ley Fundamental alemana en 2009 que limita el déficit estructural federal. A pesar de prometer mantenerlo intacto durante la campaña electoral, Merz cambió de rumbo inmediatamente después de su elección. Su gobierno aprovechó la última sesión del parlamento saliente para aprobar la enmienda. El objetivo era claro: liberar cuantiosos fondos para la expansión militar.

 El 19 de mayo, el general Carsten Breuer, el máximo oficial militar de Alemania, emitió una directiva que describe una visión integral para la Bundeswehr, con el objetivo de alcanzar la plena disponibilidad operativa para 2029. Las prioridades son numerosas y ambiciosas: equipar y digitalizar completamente todas las unidades, reanudar el servicio militar obligatorio, desarrollar defensas antidrones y antimisiles, fortalecer las capacidades ofensivas de guerra cibernética y electrónica, e incluso desarrollar sistemas de defensa espaciales. El plan también incluye fortalecer la participación de Alemania en el programa de intercambio nuclear de la OTAN y ampliar su capacidad de ataque de largo alcance.

 Estos cambios no se limitan a la doctrina militar: reflejan una profunda transformación de la postura de política exterior alemana. Merz ha expresado una firme oposición a Rusia, haciéndose eco de las voces más altas de la OTAN. Afirmó que Rusia libra una agresiva guerra híbrida a diario y declaró que «Rusia nos amenaza a todos». En vísperas de la cumbre de la OTAN, argumentó que «debemos temer que Rusia continúe la guerra más allá de Ucrania», sugiriendo una amenaza directa e inminente para Europa.

 Mientras tanto, un documento de estrategia de la Bundeswehr, publicado por Reuters, describe a Rusia como un «riesgo existencial» y habla de los preparativos del Kremlin para un conflicto a gran escala con la OTAN «para finales de la década». La idea de que Rusia podría lanzar un ataque contra Europa en los próximos años forma parte ya del discurso oficial de los líderes de la UE y la OTAN, a pesar de que Moscú no tiene ni la capacidad ni el interés estratégico para tal acción.

 Inmediatamente después de asumir el cargo, Merz lanzó una activa campaña de política exterior. Visitó capitales europeas para coordinar su postura sobre Moscú y Kiev. Una de sus primeras acciones fue viajar a Kiev con los líderes de Francia, el Reino Unido y Polonia, un gesto simbólico de unidad con Ucrania y un desafío directo a Donald Trump, quien, entretanto, había promovido públicamente un acuerdo negociado con Rusia.

 En Berlín, Merz se reunió con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y propuso el envío de misiles Taurus de fabricación alemana, con un alcance de más de 500 kilómetros. Ante la fuerte oposición interna, dio marcha atrás parcialmente, pero retomó la estrategia con una nueva: un acuerdo de 5.000 millones de euros para la coproducción de misiles de largo alcance en territorio ucraniano con tecnología alemana.

 De forma aún más provocativa, Merz declaró que las armas suministradas por Occidente ya no están sujetas a restricciones de alcance. «Ucrania ahora puede defenderse atacando objetivos militares en Rusia», afirmó, dando así luz verde a atacar territorio ruso con armas occidentales. Por primera vez desde 1945, Alemania no solo se está rearmando a gran escala, sino que también legitima la escalada directa contra una potencia nuclear. Confirmando este enfoque, Merz anunció la entrega de nuevos sistemas alemanes de defensa aérea a Ucrania, como parte de un plan plurianual.

 Pero lo que hace particularmente significativa esta campaña de rearme es que no se limita al ámbito militar. La visión de Merz exige una movilización total: un enfoque que busca preparar no solo a las fuerzas armadas, sino a toda la economía y la infraestructura civil alemanas para la confrontación con Rusia. Los medios de comunicación, la educación, la política industrial y la defensa civil se están alineando gradualmente con la nueva postura bélica. La disidencia (política, periodística o académica) se estigmatiza cada vez más como subversiva o incluso se considera una amenaza para la seguridad nacional.

 Esta es una ruptura profunda. Durante gran parte de la posguerra, Alemania se definió contrastando su pasado militarista. Ejerció influencia no con tanques, sino con el comercio, la diplomacia y el liderazgo en la UE. La doctrina de Zivilmacht (poder civil) no era solo una línea política, sino un compromiso moral forjado a partir de las cenizas del nazismo. La Bundeswehr era un «ejército parlamentario», creado para prevenir abusos del ejecutivo e integrado en instituciones multilaterales diseñadas para limitar el aventurerismo soberano.

La retórica agresiva de Merz contra Rusia y la postura estratégica resultante representan una ruptura radical con esa tradición. Su predecesor, Olaf Scholz, si bien apoyaba a Ucrania, también se negó a autorizar el uso de armas occidentales para atacar territorio ruso. Merz ha cruzado una línea roja. Moscú ya ha advertido que tales acciones podrían provocar represalias contra objetivos de la OTAN. Hasta hace poco, semejante escenario habría sido impensable para un canciller alemán.

 Durante gran parte de la posguerra, incluso durante la Guerra Fría, la política alemana se centró en mejorar las relaciones con Rusia, entonces Unión Soviética. Esta estrategia, conocida como Ostpolitik (Política Oriental), se basaba en la creencia de que la estabilidad política y la paz en Europa podían lograrse mediante vínculos económicos más estrechos y un diálogo constante con Moscú. La distensión, no la confrontación, era el medio para generar confianza y un espacio político para la reconciliación.

 Durante más de 50 años, este fue el consenso dominante en Alemania, al menos hasta la invasión rusa de Ucrania en 2022. Sin embargo, con el tiempo, los líderes alemanes, en particular Angela Merkel, han tenido cada vez más dificultades para equilibrar los intereses estratégicos nacionales con los vínculos transatlánticos, bajo la intensa presión de Estados Unidos para desestabilizar a Rusia precisamente a través de Ucrania.

 Sin embargo, desde 2022, ese consenso posbélico ha comenzado a desmantelarse, y hoy ha sido completamente revocado. Pero ¿cómo es posible que en tan solo unos años hayamos pasado de la Ostpolitik a Merz, quien promete hacer «todo» para impedir la reapertura del gasoducto Nord Stream, lanza un rearme masivo y habla con ligereza de ayudar a Ucrania a bombardear Rusia? ¿Es esta simplemente una respuesta «natural» a la invasión rusa y al nuevo panorama geopolítico posterior a 2022, exacerbado por la retirada estadounidense?

 Según algunos observadores, este cambio de rumbo señala el peligroso regreso del nacionalismo y el revanchismo alemanes: un impulso latente que lleva mucho tiempo latente entre sectores de la élite y la sociedad. Durante décadas, argumentan, este instinto estuvo contenido por el consenso de posguerra y el orden de seguridad liderado por Estados Unidos. Ahora que Washington parece estar retirándose, esa moderación se ha relajado. Según esta interpretación, Berlín está aprovechando el vacío dejado por Estados Unidos para recuperar una posición hegemónica en Europa. Esta vez, no solo mediante influencia económica, sino también mediante una postura militar asertiva, en un inquietante regreso a las páginas oscuras del siglo XX.

 Pero esta interpretación, en mi opinión, es errónea. Lo que presenciamos no es un regreso del nacionalismo alemán, sino su opuesto. Las políticas actuales —desde el rearme masivo hasta la escalada del conflicto con Rusia— no se basan en una defensa fría de los intereses nacionales, sino en su negación. Son la expresión de una clase política que ha interiorizado tan profundamente la ideología atlantista que ya no sabe distinguir entre la estrategia nacional y la lealtad transatlántica.

La buena noticia es que las ambiciones militaristas de Alemania se enfrentan a una dura realidad: la Bundeswehr no encuentra suficientes hombres dispuestos a luchar en sus guerras. El ejército tiene un déficit de 30.000 hombres, y uno de cada cuatro reclutas abandona el ejército en un plazo de seis meses. La OTAN ha pedido a Berlín que cree siete nuevas brigadas, lo que requeriría 60.000 soldados adicionales, un objetivo que incluso el ministro de Defensa, Boris Pistorius, considera poco realista.

 Pistorius afirma que, por ahora, el reclutamiento está descartado, no por falta de voluntad, sino por su imposibilidad logística. «No tenemos las instalaciones necesarias, ni en cuarteles ni para entrenamiento», declaró el ministro al Parlamento. Sin embargo, insinuó que esta podría ser solo una fase transitoria, sujeta a que el ejército encuentre suficientes voluntarios.

 Pero el verdadero obstáculo podría no ser logístico, sino cultural. Una encuesta de YouGov reveló que el 63% de los alemanes de entre 18 y 29 años se oponen al servicio militar obligatorio; solo el 19% estaría dispuesto a luchar si Alemania fuera atacada. En cambio, el apoyo es mucho mayor entre los mayores de 60 años, quienes han superado con creces la edad de reclutamiento. «Esta divergencia generacional no es solo un cambio de actitud», argumentan los investigadores Chris Reiter y Will Wilkes. «Refleja dos realidades completamente diferentes. Los alemanes de la posguerra crecieron durante la Guerra Fría, en un mundo con una misión cívica compartida: defender la democracia del expansionismo soviético. A cambio, el Estado ofrecía empleos estables, viviendas asequibles y un sentido de propósito nacional».

 Pero este pacto social se ha roto, en medio de unas perspectivas sociales y económicas cada vez más precarias para los jóvenes. «Para muchos, el llamado a vestir uniforme no suena a patriotismo, sino a una exigencia más de un sistema que no da nada a cambio», escriben Reiter y Wilkes. «Ignoran nuestras preocupaciones y luego nos piden que muramos por el Estado; es absurdo», declaró el influencer Simon David Dressler en un debate televisado. Este sentimiento fue quizás mejor expresado por el periodista alemán de 27 años Ole Nymoen en un libro titulado « Por qué nunca lucharía por mi país» , en el que el autor aborda la oposición generalizada de su generación a la militarización, el reclutamiento y el rearme.

 Este desencanto también se refleja en la política. En las últimas elecciones, casi la mitad de los jóvenes votantes rechazaron a los partidos tradicionales y se inclinaron por Die Linke o la AfD, no necesariamente por afinidad ideológica, sino como una forma de rechazo a la agenda de la OTAN y escepticismo hacia el rearme. En última instancia, este podría ser el verdadero obstáculo para el rearme, tanto en Alemania como en otros países: cada vez más personas empiezan a comprender que los verdaderos enemigos no están en Moscú, sino entre las élites políticas y económicas de su propio país.

 El problema, entonces, no es la ambición de Alemania, sino su sumisión. Y lo trágico es que esta sumisión se disfraza de autonomía estratégica, una parodia de soberanía en una era de dependencia ideológica. Mientras que los líderes alemanes del pasado sabían que la paz con Rusia era un interés fundamental del país, los líderes actuales se comportan como si el conflicto permanente fuera un prerrequisito para la responsabilidad estatal. Este cambio de perspectiva no solo es peligroso para Alemania, sino para toda Europa.

 

Fuente: Krisis.

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/renace-el-militarismo-aleman/

jueves, 17 de julio de 2025

La motosierra de Macron

 

La motosierra se pone en marcha en Francia, allí también con mentiras

 Juan  Torres  López 

 

El primer ministro francés, François Bayrou, acaba de anunciar un recorte de 44.000 millones de euros en el Presupuesto de 2025 que presentará el próximo mes de octubre.

El recorte afectará al gasto en educación, sanidad, pensiones y ayudas sociales y a la creación de empleo público, aunque no al gasto militar pues. Prácticamente al mismo tiempo, se ha anunciado que este aumentará en 6.000 millones de euros en los próximos dos años.

Como ocurre siempre que los políticos y economistas neoliberales hablan de deuda, ahora en Francia se vuelve a engañar a la gente. Se le hace creer que, con recortes como los de Bayrou, se va a reducir y que lo más adecuado para lograrlo es disminuir el gasto social.

Vayamos por partes y supongamos por un momento que de verdad fuese necesario reducir la deuda.

El presidente Bayrou ha justificado los recortes por el enorme volumen de deuda que acumula Francia: 3,3 billones de euros, un 114% de su PIB. Sin embargo, no ha hecho referencia a algo fundamental.

En 1973, Francia tenía una deuda pública muy baja, unos 80.000 euros de la época equivalentes a menos del 20’% del PIB. En 1995, ya era de 696.236 millones de euros, según Eurostat. En total, por lo tanto, desde 1973 a la actualidad ha crecido 3,2 billones y, desde 1995, 2,6 billones. Lo que olvida Bayrou es que Francia ha pagado 2,33 billones de euros de intereses desde 1995 y unos 2,75 billones desde 1973, siempre según Eurostat y los datos oficiales franceses. En 2024, fueron 60.200 millones de euros, 16.200 millones más de lo que se quiere recortar.

El presidente francés se queja de que la deuda pública de su país es muy elevada, pero no menciona que el 86% de su incremento desde 1973 y el 89,6% desde 1995 se debe al pago de intereses. Y, por supuesto, olvida también que Francia ha pagado esa cantidad astronómica de intereses no como efecto de una ley natural e inevitable, sino por una de 3 de enero de 1973, impulsada por el gobierno del presidente Georges Pompidou, que prohibió que el Banco de Francia siguiera financiando sin interés al Estado, como hasta entonces había hecho.

Sin esa ley, y si el Estado francés hubiera gastado lo mismo que ha gastado desde 1973, pero sin pagar intereses, la deuda pública francesa no sería hoy día del 114% del PIB que preocupa a Bayrou, sino que estaría entre el 17 y el 20% del PIB, según las diferentes estimaciones.

En resumen, lo que hace que la deuda francesa crezca sin cesar (como la de los demás países que renunciaron a la financiación del banco central) es el pago de intereses y no que el Estado gaste mucho en otras partidas. Y si eso ocurre es porque se concedió a las finanzas privadas el mayor negocio de todos los tiempos: financiar a los gobiernos a intereses de mercado. No es casualidad que Georges Pompidou hubiese sido director general del Banco Rothschild antes que presidente de la República.

El segundo engaño de Bayrou a su pueblo consiste en decirle que reduciendo el gasto público con su motosierra disminuirá la deuda.

Al aplicar la motosierra a su economía para llevar a cabo un recorte tan brutal del gasto público social, lo que Bayrou provocará será una recesión, una importante caída de la actividad económica, puesto que cada euro recortado se convertirá en una caída mayor en el ingreso de las empresas privadas y en la renta de los hogares. Esto último y el desempleo en aumento, forzosamente obligarán a que empresas y hogares aumenten su endeudamiento y provocarán,  a la postre, que siga aumentando la deuda pública, pues disminuirán los ingresos del Estado. Ha sucedido siempre y volverá a ocurrir ahora en Francia, sin ningún tipo de duda.

Bayrou lo sabe y por eso miente. Lo que busca el presidente francés con su motosierra no es reducir la deuda, sino provocar un shock para producir desmovilización social y favorecer la privatización de servicios públicos que van a empezar a funcionar aún peor cuando tengan menos financiación, manteniendo a salvo el negocio financiero.

No se trata de defender el incremento de la deuda pública como un fin en sí mismo. La deuda es una esclavitud y el gasto público debe realizarse con austeridad auténtica, con transparencia y eficacia, no con la corrupción propia del capitalismo de amiguetes y extractivo de nuestros días. Pero eso es una cosa y otra no entender que el gasto del Estado es un motor fundamental de la economía y que, cuando se frena, esta se viene abajo. O que si la deuda aumenta tanto es, como he dicho, a causa del pago de intereses.

Si el presidente francés estuviera de verdad preocupado por la deuda actuaría de otra forma. En primer lugar, tomaría medidas para evitar la sangría permanente que supone en pago de intereses, y trataría de reducirla como se ha hecho en otras ocasiones, sin necesidad de recortar gasto esencial para el bienestar o la inversión, con más equidad y racionalidad. Y, en segundo lugar, se preocuparía por otra deuda mucho más peligosa para la economía francesa y el planeta, la climática que podría llegar a suponer el 61 % del PIB de Francia en 2050, según un estudio reciente.

Bayrou se dispone a poner en marcha la nueva economía de la motosierra que no es exclusiva de Milei o Trump, sino el signo de nuestros tiempos, los de un capitalismo cada vez más degenerado e incompatible con la democracia, como explico en el libro que pronto estará en la calle publicado por Ediciones Deusto.

Fuente: https://juantorreslopez.com/la-motosierra-se-pone-en-marcha-en-francia-alli-tambien-con-mentiras/

El Sáhara Occidental pasado y presente .

 

El Sáhara Occidental tras la Paz de los Cementerios de 1958

Lluís Rodríguez Capdevila    

viernes, 11 de julio de 2025

Los BRICS del Sur Global se consolidan .

Vietnam nuevo socio: Los BRICS se expanden al 56% de la población mundial y al 44% del PIB global

 

 


 

Los BRICS se han expandido a 20 países (10 miembros y 10 socios) tras la incorporación de Vietnam. 

Los BRICS+ representan ahora el 44 % del PIB mundial (PPA) y el 56 % de la población mundial.

 

  Ben Norton

 

 7 julio, 2025


  La organización BRICS liderada por el Sur Global continúa expandiéndose.

 Mientras Estados Unidos e Israel estaban ocupados librando una guerra contra Irán en junio, los BRICS anunciaron discretamente que Vietnam había aceptado la invitación del grupo para unirse como país socio.

 Con la incorporación de Vietnam, el BRICS+ ampliado tendrá 20 miembros y socios a partir de julio de 2025.

 Los 10 miembros del BRICS son Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán y los Emiratos Árabes Unidos.

 Los 10 socios del BRICS son Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajstán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.

 En conjunto, los BRICS 20 representan el 43,93% de la economía mundial, cuando su PIB combinado se mide en paridad de poder adquisitivo (PPA), según datos del FMI.

 Los BRICS 20 tienen una población combinada de 4.450 millones de personas, de una población mundial de 8.010 millones en 2025, según datos del FMI.

 Esto significa que los BRICS+ representan el 55,61% de la población mundial.

BRICS fue fundado inicialmente como BRIC –por Brasil, Rusia, India y China– en 2009. Sudáfrica se unió en 2010 y se convirtió en BRICS.

 La organización liderada por el Sur Global se expandió por primera vez en la cumbre BRICS en Johannesburgo, Sudáfrica, en 2023, agregando nuevos miembros.

 En su cumbre de 2024 en Kazán, Rusia, los BRICS invitaron a una docena más de países a unirse como “estados socios”.

 Desde su expansión, el grupo ha sido frecuentemente denominado BRICS+, aunque no existe una definición fija de este término y se utilizan ambos nombres.

 Vietnam había sido invitado a convertirse en socio del BRICS en la cumbre de octubre de 2024, pero esperó hasta junio de 2025 para aceptar la invitación

 EE.UU. no logra dividir a China y Vietnam: Hanoi mantiene su no alineación

 La decisión de Vietnam de unirse al BRICS es profundamente simbólica, porque reafirma la política exterior independiente del país y su no alineamiento estratégico.

 El propio BRICS comparte muchos puntos en común con el Movimiento de Países No Alineados, fundado por líderes anticoloniales del Sur Global que se negaron a participar en la Primera Guerra Fría.

 En el siglo XXI, Estados Unidos ha buscado dividir a Vietnam de China, como parte de la Segunda Guerra Fría que Washington libra contra Pekín.

 El gobierno de Estados Unidos planea desviar las cadenas de suministro a través de Vietnam para excluir a China, en un ejemplo de lo que se ha denominado “friendshoring”.

 Washington ha presionado a las empresas estadounidenses para que se “desvinculen” tecnológicamente de China , retiren sus inversiones del país y se reubiquen en Vietnam.

 Esta política de divide y vencerás ha sido aplicada tanto por las administraciones de Donald Trump como de Joe Biden.

 El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, un multimillonario gestor de fondos de cobertura de Wall Street, intentó reclutar a Vietnam, Japón, Corea del Sur e India para aislar a China en lo que Bloomberg describió como una estrategia de “gran cerco” .

Sin embargo, Vietnam ha resistido firmemente los esfuerzos de Estados Unidos por sabotear sus relaciones con China .

 De hecho, las relaciones entre Hanoi y Pekín han mejorado en los últimos años , tras las tumultuosas décadas de la Primera Guerra Fría y la ruptura chino-soviética, cuando Vietnam se había acercado mucho más a la URSS.

China es el principal socio comercial de Vietnam . Estados Unidos es el segundo.

 La amenaza de Donald Trump de imponer altos aranceles a Vietnam, cuya economía depende en gran medida de las exportaciones al mercado estadounidense, sólo ha alentado a Hanoi y Pekín a acercarse .

 Hoy en día, Vietnam promueve la no alineación, basada en la política de los “Cuatro No” , que el gobierno vietnamita ha definido de la siguiente manera:

No participar en alianzas militares .No ponerse del lado de un país para actuar en contra de otro .Ninguna base militar extranjera en territorio vietnamita ni utilizar a Vietnam como palanca para contrarrestar a otros países, y

No usar la fuerza ni amenazar con usar la fuerza en las relaciones internacionales.

A pesar de sus diferencias geopolíticas tras la ruptura chino-soviética, la República Popular China y la República Socialista de Vietnam tienen sistemas políticos y económicos muy similares, especialmente después de que ambas llevaron a cabo un proceso de reforma de mercado.

 China describe su sistema como una economía de mercado socialista . Vietnam lo define como una economía de mercado de orientación socialista .

 Los modelos socialistas de mercado de China y Vietnam han tenido un éxito notable en el desarrollo económico, la reducción de la pobreza, el aumento de los ingresos de la clase trabajadora y el ascenso en la cadena de valor global de la manufactura industrial .https://observatoriocrisis.com/2025/07/07/vietnam-nuevo-socio-los-brics-se-expanden-al-56-de-la-poblacion-mundial-y-al-44-del-pib-global/

Nota del blog - Trump en venganza le metió a Vietnam un arancel  del 90%  por no romper  con su socio mayoritario, China y  otro a Brasil del 50%  mintiendo  al decir que USA tiene déficit  comercial cuando EEUU ha tenido un superávit comercial de más de 410 000 millones de dólares con Brasil en los últimos 15 años alegando además una caza  de brujas por juzgar  a Bolsonaro por golpista.

 Y Lula le respondió con un arancel  similar y defendiendo la soberanía política  y judicial brasileña..

Y ver como lo explica  el geopolítico Pepe Escobar https://observatoriocrisis.com/2025/07/10/lo-que-realmente-lograron-los-brics-en-rio-de-janeiro/

 

 

 

miércoles, 9 de julio de 2025

Australia .- El genocidio aborigen.

 

Australia frente a su historia oculta: El genocidio aborigen


Fuentes: Rebelión

Durante décadas, la historia oficial australiana ha silenciado uno de los capítulos más oscuros de su pasado: el exterminio sistemático de los pueblos aborígenes tras la llegada de los colonos europeos.

Sin embargo, una reciente investigación académica ha calificado por primera vez estos crímenes como un auténtico genocidio, desafiando los cimientos de la narrativa nacional y abriendo una herida que sigue supurando en la memoria colectiva del país.

Según un informe elaborado por historiadores de la Universidad de Newcastle, más de 10,000 aborígenes fueron asesinados deliberadamente entre los siglos XVIII y XX. Las matanzas no fueron aisladas ni fortuitas, sino parte de una política encubierta —aunque a veces explícitamente justificada— para “limpiar” territorios que los colonos británicos codiciaban para la agricultura y la expansión.

El estudio localizó más de 420 sitios de masacres distribuidos por todo el continente, desde Queensland hasta Tasmania, confirmando lo que las comunidades indígenas han denunciado por generaciones. Muchas de estas matanzas fueron perpetradas por milicias paramilitares contratadas por colonos, o incluso por unidades policiales bajo el auspicio del Estado colonial. La mayoría de las víctimas eran hombres, mujeres y niños desarmados, asesinados sin juicio ni remordimiento.

A pesar de la magnitud de estos crímenes, el Estado australiano ha tardado más de dos siglos en comenzar a asumir su responsabilidad. El negacionismo ha sido un componente estructural de la educación, los medios de comunicación y la política nacional. Sólo en los últimos años —y con una presión creciente desde las comunidades indígenas y organizaciones de derechos humanos— ha comenzado a abrirse paso una narrativa más honesta.

El informe destaca que el genocidio no sólo fue físico, sino también cultural. La separación forzosa de niños indígenas de sus familias, lo que hoy se conoce como las «Generaciones Robadas», constituye otra forma de exterminio: el intento deliberado de erradicar una cultura, una identidad, una cosmovisión.

Aún más alarmante es la escasa o nula rendición de cuentas. No hay registros de que los responsables de estas masacres —muchos de ellos incluso celebrados como «pioneros» en monumentos públicos— hayan sido juzgados. Este silencio institucional ha perpetuado el trauma y el racismo estructural que persiste hasta hoy.

El reconocimiento de estos crímenes como genocidio no es solo una cuestión semántica. Es un paso esencial hacia la justicia histórica. Llamar genocidio al genocidio obliga al Estado australiano a replantear su relación con los pueblos indígenas, desde el reconocimiento territorial hasta la reparación simbólica y material.

La gran pregunta que se impone ahora es: ¿tendrá Australia el valor político y moral de afrontar las consecuencias de esta verdad histórica? ¿O seguirá navegando en la cómoda niebla del olvido, mientras sus primeros habitantes continúan esperando justicia?

Ver: https://c21ch.newcastle.edu.au/colonialmassacres/introduction.php

martes, 8 de julio de 2025

Entrevista a Najib Abu-Warda.

                                                                                         


Najib Abu-Warda: “La nación palestina sin Estado es mucho más fuerte que el Estado de Israel sin identidad nacional”

 Francesca Cicardi

7 de julio de 2025   

    El profesor de Relaciones Internacionales de origen gazatí, que ha desarrollado toda su carrera en España, acaba de publicar 'Palestina. Historia documentada de 100 años de guerra'

Najib Abu-Warda (Gaza, 1953) ha dedicado gran parte de su vida a estudiar, entender y explicar la política internacional y los medios de comunicación en el mundo árabe y el mundo islámico. Se licenció en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, donde fue profesor de Relaciones Internacionales entre 1989 y 2023. También fue profesor invitado en universidades de otros países como Egipto, Argelia y México.

 Cuando se jubiló, empezó a escribir un libro sobre geopolítica, pero el ataque que el grupo palestino Hamás lanzó contra Israel el 7 de octubre de 2023 y la posterior guerra de castigo israelí contra su Gaza natal desbarató sus planes. Empezó entonces una labor exhaustiva de documentación que ha quedado recogida en 'Palestina. Historia documentada de 100 años de guerra' (Ediciones Trea). En una entrevista con elDiario.es en Casa Árabe en Madrid desgranó los orígenes del conflicto en Oriente Medio y las perspectivas –nulas, en su opinión– de que haya una solución a corto o medio plazo.

 ¿Es el genocidio de Gaza uno de los motivos por los que consideró que era necesario contar la historia de Palestina?

 Sí, absolutamente sí. De hecho, antes del 7 de octubre, estaba escribiendo otro libro sobre geopolítica en Oriente Medio. Pero cuando estalló aquello pensé que era necesario empezar otro libro porque mucha gente me empezó a llamar, a preguntar, a hacerme entrevistas. Me dije a mí mismo: ¿Por qué todo lo que estoy diciendo no lo incluyo en un libro para que sea más fácil consultar?

 Como yo digo siempre, la causa palestina es tan justa que se defiende sola. Si se expone tal y como es, no necesita abogados. Lamentablemente tiene los peores abogados del mundo, la actitud de sus defensores a nivel palestino, a nivel regional, a nivel internacional realmente perjudica a la causa.

 Palestina es víctima de todo el mundo. Empezando a nivel local; a nivel regional, todo el mundo árabe ha instrumentalizado la cuestión palestina de distintas formas, porque a muchos de los regímenes árabes no les conviene resolver el conflicto palestino porque les sigue siendo útil [tener] el pretexto de que están en guerra con Israel. No están en guerra con Israel: son dictaduras que necesitan mantener un Estado de excepción para aplastar a sus pueblos, eliminando todo tipo de libertad y derechos. Y todos necesitan una excusa, que es la causa palestina.

 A nivel internacional, hay muchos intereses geopolíticos en Oriente Medio. Entonces era necesario sembrar allí al Estado de Israel para garantizar la inestabilidad durante mucho tiempo. Por lo tanto, la conclusión a la que llego [en el libro] es que lamentablemente no hay voluntad o voluntades de avanzar hacia una solución pacífica a este conflicto porque sigue siendo útil para todos.

 Gaza pone de manifiesto que no hay voluntad de buscar una solución pacífica...

 Yo creo que nunca hubo voluntad y hasta hoy no existe esa voluntad. Para que haya una solución o una transición política se deben dar varios componentes simultáneamente. En este conflicto hay actores locales, regionales e internacionales y hay una interrelación entre todos ellos. Para que haya un cambio que desemboque en una situación de paz deben coincidir los intereses hacia una salida pacífica, en la que los intereses de todos sean respetados de alguna forma y que todos vean en esa solución ningún perjuicio y mucho beneficio. En este momento, no se están dando esas condiciones y esas voluntades.

 Oriente Medio es una zona históricamente de conflictos internacionales. Si lo comparamos con todas las demás regiones del mundo, vemos que en una escala del 1 al 10, Oriente Medio ocupa el nivel 10 de conflictividad en toda la historia. Europa, en el segundo lugar, se sitúa en el 7. Hay una diferencia importante. Y el siguiente es África, que pasa al 5.

 La situación es de conflictividad casi permanente en Oriente Medio y Palestina es un elemento esencial para mantener, aumentar o bajar la intensidad [del conflicto]. ¿Por qué esta zona ha sido siempre de máximo nivel de conflictividad? Tenemos que analizar la política, la geografía como un factor esencial. ¿Dónde está situado Oriente Medio? En el cruce de comunicaciones entre el Cercano y el Lejano Oriente. Aparte del petróleo, la energía, hay muchos factores, también culturales, religiosos... Este conjunto de elementos puede explicar por qué Oriente Medio hasta hoy no ha tenido un tiempo largo de estabilidad.

 Históricamente las potencias europeas han tenido un papel fundamental en Oriente Medio y en Palestina. ¿Por qué no han contribuido a solucionar el conflicto?

 El mapa de Oriente Medio actual es el mapa del colonialismo europeo, o sea, el diseño del Acuerdo Sykes-Picot [de 1916]. Hasta la Primera Guerra Mundial, toda la zona era parte del Imperio Otomano y había demandas de crear una nación árabe unida. En aquel momento para Europa era un peligro: una nación árabe unida y con expectativas de transformar Oriente Medio en una potencia mundial. Una potencia mundial que, con la posición geopolítica que tiene, hubiera condicionado a las demás potencias Europeas.

 Entonces, era necesario buscar mecanismos para evitar a toda costa una nación árabe unida. ¿Cómo? Crear el Estado de Israel y crear el Estado de Jordania como protección del Estado de Israel, y crear la Liga de Naciones Árabes para dividir el mundo árabe. Una nación árabe unida es una línea roja desde hace cien años y sigue siéndolo porque Oriente Medio tiene todos los factores necesarios para ser una potencia mundial competitiva. Tiene las comunicaciones, el lugar geoestratégico, la energía, la demografía [con una población muy joven y que aumenta]...

 Pero para ello es necesaria una profunda transformación. Primero, derrocar a todos los regímenes, todas las dictaduras impuestas por el colonialismo. Hoy se llama neocolonialismo, pero vienen del antiguo colonialismo, y los regímenes actuales son peores que los anteriores, lo estamos viendo en Gaza. Todos participan en el bloqueo de Gaza. Los regímenes árabes son cómplices activos, no pasivos. Europa es cómplice activo y pasivo.

 El Occidente democrático no puede seguir manteniendo, armando y financiando a un Estado fascista como el Estado de Israel, a un gobierno fascista como el de Arabia Saudí o como otros gobiernos árabes. Son regímenes dictatoriales que aplastan a sus pueblos y compran armas [de Occidente] para utilizarlas contra su población.

 Donald Trump lleva como lema el de la libertad de América. Su primer viaje [al extranjero] fue a Arabia Saudí, a los países del Golfo Pérsico, para financiar su [industria de] defensa. Los Gobiernos del Golfo saben que sin el apoyo americano y occidental caerían.

 ¿Por qué todas las potencias occidentales apoyan a Israel y nadie le ha parado hasta ahora?

 El mundo está en silencio. Nadie critica lo que está haciendo Israel que, como dicen los tribunales internacionales de justicia, va mucho más allá de crímenes de guerra [en Gaza]. Pero no solamente es silencio, todos están aceptando lo que está haciendo, es decir, es complicidad activa.

 Netanyahu dice que esta es una “cuestión de existencia”. ¿Cómo puede Israel temer por su existencia como Estado si tiene todo el poder del mundo, si tiene las armas –¡armas nucleares!– y todo lo que le da Estados Unidos? Pero yo estoy de acuerdo con él, porque lo que está haciendo pone en peligro la existencia del Estado de Israel, porque esa gente, esos niños que están quedando heridos, mutilados, sin familia en Gaza, van a ser más radicales que el Hamás de ahora.

 Palestina es una nación desde hace miles de años. El Estado de Israel es un proyecto colonial sionista. Un proyecto colonial sionista puede caer en cualquier momento si le falla cualquier elemento aliado. Si Estados Unidos deja de ser Estados Unidos o hay un cambio político importante en Estados Unidos, la existencia de Israel sería cuestionada.

 Ahora mismo en Gaza o durante el ataque contra Irán [a mediados de junio], Israel duraría un mes sin el apoyo de Estados Unidos y de Alemania. ¡Si los egipcios van andando a Palestina, se acaba el Estado de Israel!

 Occidente lo sabe perfectamente. Por eso, cuando empezó la guerra contra Irán, Francia dijo que Israel tenía derecho a defenderse. A ver, ¿quién empezó a atacar a quién? ¿Por qué nadie dijo que Irán tenía derecho a defenderse? Pensaban que Irán iba a eliminar a Israel del mapa, se alarmaron.

 Si los actores que han establecido el sistema de Naciones Unidas no son capaces de respetar sus propias normas, significa que estamos en una situación muy crítica del sistema internacional. [Esta situación] debe desembocar en un nuevo orden internacional, creo que es necesario más que nunca.

 Entonces, ¿hasta que no haya un cambio en el orden mundial, no puede haber solución al conflicto?

En mi opinión, no. Israel quiere mantener el estatus de ni guerra ni paz porque le interesa, porque como he comentado antes, el Estado es frágil y necesita consolidarse como nación. Y para pasar de un Estado a una nación, necesita siglos, necesita generaciones. Toda su población tiene doble nacionalidad, por lo tanto cuando se ven en peligro, vuelven a sus países. Por esa fragilidad insiste en mantener la amenaza externa, para mantener unido al pueblo.

 La nación palestina sin Estado es mucho más fuerte que el Estado de Israel sin identidad nacional. Israel tiene la potencia nuclear, pero eso no resuelve nada, no cambia la historia. La historia de Palestina es la fuerza de Palestina, el derecho de la historia y la historia del derecho son los que van a seguir frente a cualquier narrativa ajustada a lo que está haciendo Israel.

 No va a haber solución al conflicto palestino hasta que haya cambios mundiales que tengan en cuenta y vean que la estabilidad de Palestina repercute en la estabilidad de Oriente Medio. No importa que Israel normalice sus relaciones con todos, pero establecer relaciones diplomáticas no es no normalizar al Estado de Israel en la zona. Egipto tiene relaciones [con Israel] desde 1979, pero el pueblo egipcio sigue viendo a Israel como agresor, como enemigo. Para que haya normalización, tiene que cambiar Israel para que los demás cambien su percepción de él.

 

La estabilidad en Oriente Medio exige necesariamente una solución justa al conflicto palestino israelí y para que los israelíes normalicen [sus relaciones] con todo el mundo árabe o musulmán deben normalizarlas antes con los palestinos. Si los palestinos le dicen a los demás que conviven en paz con Israel –no importa cómo, en un Estado binacional, dos Estados, un Estado federal, un Estado confederal, lo importante es que toda la población tenga los mismos derechos y que éstos no sean cuestionados por la otra parte–. Incluso los palestinos pueden jugar un papel fundamental [a nivel regional], porque nadie entiende a Israel mejor que los palestinos.

 Los cambios van a depender en gran medida de cambios importantes a nivel regional y a nivel internacional. A nivel regional, se debe democratizar Oriente Medio para que los pueblos de Oriente Medio vivan en libertad y con derechos. Están sometidos a dictaduras, no pueden ni hablar, no pueden manifestarse. El pueblo de Gaza casi tiene más libertad que el pueblo saudí, a pesar de todo lo que está pasando en Gaza.

 ¿No ve una solución a corto plazo, en concreto, en Gaza?

 A corto plazo, yo creo que a Trump le interesa calmar la situación, pero no resolver el conflicto. Son cosas distintas.

 https://www.eldiario.es/internacional/najib-abu-warda-nacion-palestina-fuerte-israel-identidad-nacional_128_12444786.html

 

 

 

 

 

miércoles, 2 de julio de 2025

Lucrarse con el genocidio .

                                                                                                                                                                                                             

 




 

Lucrarse con el genocidio

Chris Hedges    

El genocidio requiere de una vasta red y miles de millones de dólares para sostenerse. El régimen sionista no podría llevar a cabo su matanza masiva de palestinos sin este ecosistema

 

La guerra es un negocio. El genocidio también. El último informe presentado por Francesca Albanese, Relatora Especial sobre los Territorios Palestinos Ocupados, enumera 48 empresas e instituciones, entre las que se encuentran Palantir Technologies Inc., Lockheed Martin, Alphabet Inc., Amazon, International Business Machine Corporation (IBM), Caterpillar Inc., Microsoft Corporation, CAF, Sidenor y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), junto con bancos y empresas financieras como Blackrock, aseguradoras, empresas inmobiliarias y organizaciones benéficas, que, en violación del derecho internacional, están obteniendo miles de millones de dólares gracias a la ocupación y el genocidio de los palestinos.

 

El informe, que incluye una base de datos de más de 1.000 entidades corporativas que colaboran con Israel, exige a estas empresas e instituciones que rompan sus vínculos con el régimen de Netanyahu o que rindan cuentas por su complicidad en crímenes de guerra. Describe la «ocupación eterna» de Israel como «el campo de pruebas ideal para los fabricantes de armas y las grandes empresas tecnológicas, ya que proporciona una oferta y una demanda significativas, poca supervisión y cero responsabilidad, mientras que los inversores y las instituciones públicas y privadas se benefician libremente».

 

Los juicios a los industriales tras el Holocausto y la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica sentaron las bases legales para reconocer la responsabilidad penal de las instituciones y empresas que participan en crímenes internacionales. Este nuevo informe deja claro que las decisiones de la Corte Internacional de Justicia obligan a las entidades a «no participar y/o retirarse total e incondicionalmente de cualquier acuerdo relacionado, y a garantizar que cualquier compromiso con los palestinos permita su autodeterminación».

 

«El genocidio en Gaza no ha cesado porque es lucrativo, porque es rentable para demasiadas personas», me dijo Albanese. «Es un negocio. Hay entidades corporativas, incluso de Estados amigos de Palestina, que durante décadas han hecho negocios y obtenido beneficios de la economía de la ocupación. Israel siempre ha explotado la tierra, los recursos y la vida de los palestinos. Los beneficios han continuado e incluso aumentado a medida que la economía de la ocupación se ha transformado en una economía de genocidio».

 

Además, dijo, los palestinos han proporcionado «campos de entrenamiento ilimitados para probar tecnologías, armas y técnicas de vigilancia que ahora se utilizan contra personas de todo el mundo, desde el Sur Global hasta el Norte Global».

 

El informe critica duramente a las empresas por «proporcionar a Israel las armas y la maquinaria necesarias para destruir hogares, escuelas, hospitales, lugares de ocio y culto, medios de vida y activos productivos, como olivares y huertos».

 

El territorio palestino, señala el informe, es un «mercado cautivo» debido a las restricciones impuestas por Israel al comercio y la inversión, la plantación de árboles, la pesca y el agua para las colonias. Las empresas se han beneficiado de este «mercado cautivo» al «explotar la mano de obra y los recursos palestinos, degradar y desviar los recursos naturales, construir y abastecer de energía a las colonias y vender y comercializar los bienes y servicios derivados en Israel, el territorio palestino ocupado y en todo el mundo».

 

«Israel se beneficia de esta explotación, mientras que a la economía palestina le cuesta al menos el 35 % de su PIB», señala el informe.

 

Los bancos, las empresas de gestión de activos, los fondos de pensiones y las aseguradoras han «canalizado financiación hacia la ocupación ilegal», denuncia el informe. Además, «las universidades, centros de crecimiento intelectual y poder, han sostenido la ideología política que sustenta la colonización de los territorios palestinos, han desarrollado armamento y han pasado por alto o incluso respaldado la violencia sistémica, mientras que las colaboraciones de investigación a nivel mundial han ocultado la desaparición de Palestina tras un velo de neutralidad académica».

 

Las tecnologías de vigilancia y encarcelamiento «han evolucionado hasta convertirse en herramientas para atacar indiscriminadamente a la población palestina», señala el informe. «La maquinaria pesada que antes se utilizaba para demoler casas, destruir infraestructuras y confiscar recursos en Cisjordania se ha reutilizado para arrasar el paisaje urbano de Gaza, impidiendo que las poblaciones desplazadas regresen y se reconstituyan como comunidad».

 

El asalto militar contra los palestinos también ha «proporcionado un campo de pruebas para capacidades militares de vanguardia: plataformas de defensa aérea, drones, herramientas de localización de objetivos impulsadas por inteligencia artificial e incluso el programa F-35 liderado por los Estados Unidos de América. Estas tecnologías se comercializan luego como 'probadas en combate'».

 

Desde 2020, Israel es el octavo mayor exportador de armas del mundo. Sus dos mayores empresas armamentísticas son Elbit Systems Ltd y la empresa estatal Israel Aerospace Industries Ltd (IAI). Cuenta con una serie de asociaciones internacionales con empresas armamentísticas extranjeras, entre ellas «la del avión de combate F-35, liderada por la empresa estadounidense Lockheed Martin».

 

«Los componentes y piezas fabricados a nivel mundial contribuyen a la flota israelí de F-35, que Israel personaliza y mantiene en colaboración con Lockheed Martin y empresas nacionales». Según el informe, desde octubre de 2023, los aviones F-35 y F-16 han sido «fundamentales para dotar a Israel de un poder aéreo sin precedentes para lanzar unas 85.000 toneladas de bombas, en su mayoría no guiadas, con las que han matado y herido a más de 179.411 palestinos y arrasado Gaza».

 

«Los drones, hexacópteros y cuadricópteros también han sido máquinas de matar omnipresentes en los cielos de Gaza», se lee en el informe. «Los drones, desarrollados y suministrados en gran medida por Elbit Systems e Israel Aerospace Industries, llevan mucho tiempo volando junto a los aviones de combate, vigilando a los palestinos y proporcionando información sobre los objetivos. En las últimas dos décadas, con el apoyo de estas empresas y la colaboración de instituciones como el Instituto Tecnológico de Massachusetts, los drones utilizados por Israel han adquirido sistemas de armas automatizados y la capacidad de volar en formación de enjambre».

 

Las empresas japonesas FANUC venden productos de automatización y «suministran maquinaria robótica para líneas de producción de armas, entre otras a IAI, Elbit Systems y Lockheed Martin».

 

«Empresas navieras como la danesa A.P. Moller-Maersk A/S transportan componentes, piezas, armas y materias primas, lo que mantiene un flujo constante de equipo militar suministrado por Estados Unidos desde octubre de 2023».

 

Hubo un «aumento del 65% en el gasto militar israelí entre 2023 y 2024, que ascendió a 46.500 millones de dólares, uno de los más altos per cápita del mundo». Esto «generó un fuerte aumento de sus beneficios anuales», mientras que «las empresas armamentísticas extranjeras, especialmente los fabricantes de municiones y artillería, también se beneficiaron».

 

Al mismo tiempo, las empresas tecnológicas se han beneficiado del genocidio «al proporcionar infraestructura de doble uso para integrar la recopilación y vigilancia masiva de datos, al tiempo que se benefician del singular campo de pruebas para la tecnología militar que ofrece el territorio palestino ocupado». Mejoran «los servicios carcelarios y de vigilancia, desde redes de televisión en circuito cerrado (CCTV), vigilancia biométrica, redes de puestos de control con tecnología avanzada, 'muros inteligentes´y vigilancia con drones, hasta la computación en la nube, la inteligencia artificial y el análisis de datos que dan apoyo al personal militar sobre el terreno».

 

«Las empresas tecnológicas israelíes suelen surgir de la infraestructura y la estrategia militar», se lee en el informe, «como lo hizo el Grupo NSO, fundado por exmiembros de la Unidad 8200. Su software espía Pegasus, diseñado para la vigilancia encubierta de teléfonos inteligentes, se ha utilizado contra activistas palestinos y se ha utilizado a nivel mundial para atacar a líderes, periodistas y defensores de los derechos humanos. Exportada en virtud de la Ley de Control de Exportaciones de Defensa, la tecnología de vigilancia del Grupo NSO permite la 'diplomacia del software espía' al tiempo que refuerza la impunidad del Estado».

 

IBM, cuya tecnología facilitó a la Alemania nazi la generación y tabulación de tarjetas perforadas para los datos del censo nacional, la logística militar, las estadísticas de los guetos, la gestión del tráfico ferroviario y la capacidad de los campos de concentración, vuelve a ser cómplice del genocidio actual.

 

Opera en Israel desde 1972. Imparte formación a las agencias militares y de inteligencia israelíes, especialmente a la Unidad 8200, responsable de operaciones clandestinas, la recopilación de inteligencia de señales y el descifrado de códigos, junto con la contrainteligencia, la guerra cibernética, la inteligencia militar y la vigilancia.

 

«Desde 2019, IBM Israel ha gestionado y actualizado la base de datos central de la Autoridad de Población e Inmigración, lo que ha permitido la recopilación, el almacenamiento y el uso gubernamental de datos biométricos sobre los palestinos, y ha respaldado el régimen discriminatorio de permisos de Israel», señala el informe.

 

Microsoft, presente en Israel desde 1989, está «integrada en los servicios penitenciarios, la policía, las universidades y las escuelas, incluidas las colonias. Microsoft lleva desde 2003 integrando sus sistemas y tecnología civil en el ejército israelí, al tiempo que adquiere empresas emergentes israelíes de ciberseguridad y vigilancia».

 

«A medida que los sistemas de apartheid, militares y de control de la población de Israel generan volúmenes cada vez mayores de datos, ha aumentado su dependencia del almacenamiento y la computación en la nube», se lee en el informe. «En 2021, Israel adjudicó a Alphabet Inc. (Google) y Amazon.com, Inc. un contrato de 1.200 millones de dólares (Proyecto Nimbus), financiado en gran parte con fondos del Ministerio de Defensa, para proporcionar infraestructura tecnológica básica».

 

Microsoft, Alphabet Inc. y Amazon «conceden acceso a prácticamente toda la administración pública israelí a sus tecnologías de nube e inteligencia artificial, mejorando el procesamiento de datos, la toma de decisiones y las capacidades de vigilancia y análisis».

 

El ejército israelí, señala el informe, «ha desarrollado sistemas de inteligencia artificial como 'Lavender', 'Gospel' y 'Where's Daddy?' para procesar datos y generar listas de objetivos, remodelando la guerra moderna e ilustrando la naturaleza de doble uso de la inteligencia artificial».

 

Según el informe, hay «motivos razonables» para creer que Palantir Technology Inc., que mantiene una larga relación con Israel, «ha proporcionado tecnología policial predictiva automática, infraestructura de defensa básica para la construcción y el despliegue rápido y a gran escala de software militar, y su plataforma de inteligencia artificial permite la integración de datos del campo de batalla en tiempo real para la toma de decisiones automatizada».

 

El director ejecutivo de Palantir respondió en abril de 2025 a las acusaciones de que Palantir mata palestinos en Gaza diciendo: «En su mayoría son terroristas, eso es así».

 

«Las tecnologías civiles han servido durante mucho tiempo como herramientas de doble uso para la ocupación colonial», se lee en el informe. «Las operaciones militares israelíes dependen en gran medida de equipos de los principales fabricantes mundiales para 'desalojar' a los palestinos de sus tierras, demoler viviendas, edificios públicos, tierras de cultivo, carreteras y otras infraestructuras vitales. Desde octubre de 2023, esta maquinaria ha sido fundamental para dañar y destruir el 70% de las estructuras y el 81% de las tierras de cultivo en Gaza».

 

Caterpillar Inc. lleva décadas proporcionando al ejército israelí equipos utilizados para demoler hogares, mezquitas y hospitales palestinos, así como para «enterrar vivos a palestinos heridos», y ha matado a activistas como Rachel Corrie.

 

«Israel ha convertido la excavadora D9 de Caterpillar en un arma básica automatizada y controlada a distancia del ejército israelí, desplegada en casi todas las actividades militares desde el 2.000, despejando líneas de incursión, 'neutralizando' el territorio y matando palestinos», se lee en el informe. Este año, Caterpillar «consiguió otro contrato multimillonario con Israel».

 

«La empresa coreana HD Hyundai y su filial parcialmente propiedad de Doosan, junto con el grupo sueco Volvo y otros importantes fabricantes de maquinaria pesada, llevan mucho tiempo vinculados a la destrucción de propiedades palestinas, ya que cada uno de ellos suministra equipos a través de distribuidores israelíes con licencia exclusiva», se lee en el informe.

 

«Las empresas han contribuido a la destrucción de la vida palestina en los territorios palestinos ocupados, pero también han ayudado a construir lo que la sustituye: colonias y su infraestructura, extrayendo y comercializando materiales, energía y productos agrícolas, y atrayendo visitantes a las colonias como si se tratara de un destino vacacional normal».

 

«Se han construido más de 371 colonias y asentamientos ilegales, que han sido abastecidos y comercializados por empresas que facilitan la sustitución por parte de Israel de la población indígena en los territorios palestinos ocupados», concluye el informe.

 

Estos proyectos de construcción han utilizado excavadoras y maquinaria pesada de Caterpillar, HD Hyundai y Volvo. Hanson Israel, una filial de la alemana Heidelberg Materials AG, «ha contribuido al saqueo de millones de toneladas de roca dolomítica de la cantera de Nahal Raba, en terrenos confiscados a pueblos palestinos de Cisjordania». La dolomita extraída se utiliza para construir colonias judías en Cisjordania.

 

Empresas extranjeras han «contribuido también al desarrollo de carreteras e infraestructuras de transporte público fundamentales para establecer y ampliar las colonias y conectarlas con Israel, al tiempo que excluyen y segregan a los palestinos».

 

Empresas inmobiliarias internacionales venden propiedades en asentamientos coloniales a compradores israelíes e internacionales. Entre estas empresas inmobiliarias se encuentra Keller Williams Realty LLC, que «ha tenido sucursales en los asentamientos» a través de su franquiciado israelí KW Israel. El año pasado, a través de otro franquiciado llamado Home in Israel, Keller Williams «organizó una gira inmobiliaria en Canadá y Estados Unidos, patrocinada conjuntamente con varias empresas que desarrollan y comercializan miles de apartamentos en los asentamientos».

 

Plataformas de alquiler, como Booking.com y Airbnb, incluyen en sus listados propiedades y habitaciones de hotel en colonias judías ilegales en Cisjordania.

 

La empresa china Bright Dairy & Food es propietaria mayoritaria de Tnuva, el mayor conglomerado alimentario de Israel, que utiliza tierras confiscadas a los palestinos en Cisjordania.

 

En el sector energético, «Chevron Corporation, en consorcio con la israelí NewMedEnergy (una filial del Grupo Delek, que figura en la base de datos de la OACDH), extrae gas natural de los yacimientos de Leviathan y Tamar; en 2023 pagó al Gobierno de Israel 453 millones de dólares en concepto de regalías e impuestos. El consorcio de Chevron suministra más del 70% del consumo energético de Israel. Chevron también se beneficia de su participación en el gasoducto del Mediterráneo Oriental, que atraviesa el territorio marítimo palestino, y de las ventas de gas a Egipto y Jordania».

 

BP y Chevron son también «los mayores contribuyentes a las importaciones israelíes de petróleo crudo, como principales propietarios del estratégico oleoducto Azeri Baku-Tbilisi-Ceyhan y del Consorcio del Oleoducto del Caspio de Kazajistán, respectivamente, y de sus yacimientos petrolíferos asociados. Cada conglomerado suministró efectivamente el 8% del crudo israelí entre octubre de 2023 y julio de 2024, complementado con envíos de crudo procedentes de los yacimientos petrolíferos brasileños, en los que Petrobras tiene la mayor participación, y combustible para aviones militares. El petróleo de estas empresas abastece a dos refinerías en Israel».

 

«Al suministrar carbón, gas, petróleo y combustible a Israel, las empresas están contribuyendo a las infraestructuras civiles que Israel utiliza para afianzar la anexión permanente y que ahora utiliza como arma para destruir la vida de los palestinos en Gaza», se lee en el informe. «Las mismas infraestructuras a las que estas empresas suministran recursos han prestado servicio al ejército israelí y a su destrucción de Gaza, impulsada por un uso intensivo de energía y tecnología».

 

Los bancos y las empresas financieras internacionales también han sostenido el genocidio mediante la compra de bonos del Tesoro israelíes.

 

«Como principal fuente de financiación del presupuesto del Estado israelí, los bonos del Tesoro han desempeñado un papel fundamental en la financiación del actual asalto a Gaza», se lee en el informe. «Entre 2022 y 2024, el presupuesto militar israelí pasó del 4,2% al 8,3% del PIB, lo que provocó un déficit del 6,8% en el presupuesto público. Israel financió este presupuesto cada vez mayor aumentando la emisión de bonos, incluidos 8.000 millones de dólares en marzo de 2024 y 5.000 millones de dólares en febrero de 2025, junto con emisiones en su mercado nacional del nuevo shekel».

 

El informe señala que algunos de los bancos más grandes del mundo, entre ellos BNP Paribas y Barclays, «intervinieron para reforzar la confianza del mercado suscribiendo estos bonos del Tesoro internacionales y nacionales, lo que permitió a Israel contener la prima de interés, a pesar de la rebaja de la calificación crediticia». Las empresas de gestión de activos -entre ellas Blackrock (68 millones de dólares), Vanguard (546 millones de dólares) y la filial de gestión de activos de Allianz, PIMCO (960 millones de dólares)- se encontraban entre los al menos 400 inversores de 36 países que los compraron».

 

Las organizaciones benéficas religiosas «también se han convertido en facilitadores financieros clave de proyectos ilegales, incluidos los del territorio palestino ocupado, y a menudo reciben deducciones fiscales en el extranjero a pesar de los estrictos marcos normativos que regulan dichas organizaciones», se lee en el informe.

 

«El Fondo Nacional Judío (KKL-JNF) y sus más de 20 filiales financian la expansión de los asentamientos y proyectos vinculados al ejército», se lee en el informe. «Desde octubre de 2023, plataformas como Israel Gives han permitido la financiación colectiva deducible de impuestos en 32 países para unidades militares y colonos israelíes. La organización estadounidense Christian Friends of Israeli Communities, Dutch Christians for Israel y sus filiales globales enviaron más de 12,25 millones de dólares en 2023 a diversos proyectos que apoyan a las colonias, incluidos algunos que entrenan a colonos extremistas».

 

El informe critica a las universidades que se asocian con universidades e instituciones israelíes. Señala que los laboratorios del MIT «llevan a cabo investigaciones sobre armas y vigilancia financiadas por el Ministerio de Defensa israelí». Estos proyectos incluyen «el control de enjambres de drones -una característica distintiva del ataque israelí a Gaza desde octubre de 2023-, algoritmos de persecución y vigilancia submarina».

 

El genocidio requiere de una vasta red y miles de millones de dólares para sostenerse. El régimen sionista no podría llevar a cabo su matanza masiva de palestinos sin este ecosistema. Estas entidades, que se benefician de la violencia a escala industrial contra los palestinos y del desplazamiento masivo, son tan culpables de genocidio como las unidades militares israelíes que están diezmando a la población de Gaza. También son criminales de guerra. También deben rendir cuentas.

 

The Chris Hedges Report

 

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Texto completo en: https://www.lahaine.org/mundo.php/lucrarse-con-el-genocidio

 

  y ver   

 https://www.eldiario.es/internacional/son-empresas-senaladas-informe-relatora-onu-colaborar-ocupacion-israel_1_12433414.html

  y  ver  

 https://www.eldiario.es/internacional/vende-exporta-armas-israel-masacres_1_11698072.html


  y ver  

https://insurgente.org/ee-uu-e-israel-exhiben-su-ira-por-lo-detallado-del-informe-de-una-experta-de-la-onu-que-denuncia-sus-negocios-con-el-genocidio-en-gaza/