sábado, 7 de junio de 2025

¿”Judeo-cristiano”, dicen?



¿”Judeo-cristiano”, dicen?

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«Este ensayo de deconstrucción que he intentado emprender tiene por objetivo, retejer los lazos rotos por todos los costados y volver a construir lo viviente y lo real en lugar de las exclusiones mortíferas que proponen a sus pueblos todos los defensores identitarios del Norte y el Sur reunidos en su rechazo del otro, de lo complejo y lo diverso, es decir en el rechazo de toda paz posible»

 

Sophie Bessis (Túnez, 1947) es historiadora, periodista y autora de reseñables obras sobre Occidente y la visión, y dominio que ejerce, sobre los otros, con especial atención a la mitad del cielo, femenino; directora de la revista Jeune Afrique, profesora, investigadora y autora de más de una docena de obras, a las que se ha de añadir la que acaba de publicarse: «La civilisation judéo-chrétienne. Anatomie d´une imposture», publicado por Les Liens qui libèrent.

 

Cinco capítulos encadenados que se van complementando para desenmascarar la falaz e interesada expresión civilización judeo-cristiana. Comienza el recorrido con el Gran Remplazo, que hace que, lo que en sus años escolares, se hablaba de civilización europea, greco-latina, ha pasado a partir de los años 80 a imponerse esta nueva expresión, que pretende dar cuenta de una civilización que nunca ha existido, y que se utiliza y se impone con el fin de ocultar los siglos de antisemitismo cristiano y de paso excluir al islam del tríptico monoteísta, reforzando de ese modo una supuesta identidad occidental, ejemplar ella. Se erige así, una Fábrica del olvido, que borra de un plumazo los pogromos que se sucedían constantemente en los pagos del Viejo Continente, inventándose una historia de fraternidad que nunca se ha dado a lo largo de la historia; así pues, la autora incide en que estamos ante una mentira flagrante de invención reciente. El cristianismo se dio en abierta ruptura con el judaísmo, siendo considerado este último, como perteneciente al pueblo deicida, lo que supuso persecuciones sin cuento, matanzas, marginación y exclusión tanto en barrios aparte en las urbes, guetos, y en el terreno laboral, atribuyéndoles posteriormente la voluntad de diferenciarse y su tendencia a la usura…cuando de hecho eran arrojados a este tipo de actividades debido a la prohibición de ejercer ciertas actividades (me viene a la mente el ejemplo del padre de Karl Marx que para ejercer la abogacía, convirtiéndose así en el primer abogado de origen judío en Alemania, tras convertirse al credo evangélico). Resulta indiscutible, sin lugar a dudas, el papel importante que jugaron judíos en la creación de la modernidad europea (ensayos de Edgar Morin y de Enzo Traverso, ofrecen detalladas precisiones sobre dicha huella), si bien de ahí a unir en una sola expresión los nombres de ambas creencias es un salto mortal y medio.

 

Una época esencial en esta truculenta metamorfosis comenzó a ponerse en marcha tras la segunda guerra mundial, y el espanto ante la carnicería al por mayor, la Shoa, urgió a la necesidad de crear una identidad desculpabilizada, lo que dio lugar, como compensación por los males infringidos, a la instalación en tierra ajena del Estado de Israel, lo que, en parte, hacía que Occidente, el europeo fundamentalmente -si en cuenta se tiene que fue el escenario de la locura asesina- aunque también los USA, sintiese que pagase su deuda con los judíos… y sabido es que confesado el pecado, y pagando la penitencia impuesta…la cosa queda resuelta. Subraya Sophie Bessis que, en especial tras el proceso de Eichmann, se recalcó la singularidad del genocidio judío, al tiempo que se ponía en marcha la conversión de Israel en víctima permanente, eterna, al mismo tiempo que se corría un velo de olvido sobre los crímenes debidos al esclavismo, al colonianismo promovidos por Europa y sus colegas del otro lado del charco; esta calculada estrategia suponía que se considerase a Israel como un Estado diferente, no como los otros, conllevando tal singularidad que no se pueda, ni se deba, tratarle como a los otros, las exigencias que se dan con otros Estados, no rigen para Israel, que, a su vez, se ha convertido en símbolo de Occidente, extensión y baluarte, gendarme de él, lo que ha sido dicho por activa y por pasiva tanto por líderes occidentales como por los propios dirigentes sionistas…tal empeño se ha visto recalcado, una y otra vez, por Netanyahu que presenta al estado que dirige como parte de Europa («Europa acaba en Israel»)…esto hace que, amalgamando, criticar a Israel suponga al tiempo criticar las tropelías occidentales (colonialismo, etnocentrismo, imposición, jerarquía y supuesta superioridad).

 

Esta operación se ha erigido en una Máquina de expulsión, lo que hace que se dé un olvido absoluto sobre el judaísmo oriental, ocultando los tiempos en los que el judaísmo y el islam mantenían unas relaciones de cercanía desde luego mayor que la que mantenía con el cristianismo, lo que hace que resulte pertinente constatar la existencia de una cultura judeo-musulmana que hoy, por supuesto ha desaparecido, al ser eliminadas, a la vez que vilipendiadas, tanto por los nacionalismo árabes como por el sionismo, manteniendo este último una política de desprecio, marginación y apartheid con los árabes, al considerárseles desde antiguo como salvajes, no yidis-parlantes; discriminación reforzada por el judaísmo dominante que se ha empeñado en borrar todas las historias nacionales, ocultando los casos, como el de las revueltas bereberes en la Argelia del siglo VII, que con toda probabilidad estaban integradas por judíos-cristianos y árabes-musulmanes. Esta ignorancia programada se ha visto reforzada por el esquema del choque de civilizaciones, retro-alimentada a su vez por la lucha contra el terrorismo. Saca a relucir Bessis las coincidencias que se dan entre los sionistas cristianos y sus nuevos aliados:coincidiendo los sionistas antisemitas y los evangelistas americanos que sostienen de manera decidida a Israel, con una óptica teñida de mesianismo, de proclamas acerca de la Tierra Santa, posturas que cuentan con el decidido apoyo de la extrema derecha -que ocultando su tradicional antisemitismo- lo presentan como muro contra el islam, dándose una identidad ideológica, iliberal, entre las extremas derechas de distinto pelaje: israelí y foránea, que postulan una defensa acérrima de un nacionalismo étnico que se alza contra el islam. Destaca así, Sophie Bessis, que todos estos giros semánticos e ideológicos resultan una Mentira cómoda, aún en su vacío conceptual, que sirve como arma de ataque y exclusión…Ante todo ello, y ante las estrategias de división, islamofobia galopante a trote, y la conversión de los verdugos en pretendidas víctimas, la ensayista reivindica los valores de unión y concordia que se dieron en otros tiempos.

 Una travesía de una gran pertinencia que cumple con sobradas creces, la pretensión expuesta por la autora, que cito al principio del

https://kaosenlared.net/judeo-cristiano-dice/



 artículo.

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