¿”Judeo-cristiano”, dicen?
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«Este ensayo de deconstrucción que he intentado emprender
tiene por objetivo, retejer los lazos rotos por todos los costados y volver a
construir lo viviente y lo real en lugar de las exclusiones mortíferas que
proponen a sus pueblos todos los defensores identitarios del Norte y el Sur
reunidos en su rechazo del otro, de lo complejo y lo diverso, es decir en el
rechazo de toda paz posible»
Sophie Bessis (Túnez, 1947) es historiadora, periodista y
autora de reseñables obras sobre Occidente y la visión, y dominio que ejerce,
sobre los otros, con especial atención a la mitad del cielo, femenino;
directora de la revista Jeune Afrique, profesora, investigadora y autora de más
de una docena de obras, a las que se ha de añadir la que acaba de publicarse:
«La civilisation judéo-chrétienne. Anatomie d´une imposture», publicado por Les
Liens qui libèrent.
Cinco capítulos encadenados que se van complementando para
desenmascarar la falaz e interesada expresión civilización judeo-cristiana.
Comienza el recorrido con el Gran Remplazo, que hace que, lo que en sus años
escolares, se hablaba de civilización europea, greco-latina, ha pasado a partir
de los años 80 a imponerse esta nueva expresión, que pretende dar cuenta de una
civilización que nunca ha existido, y que se utiliza y se impone con el fin de
ocultar los siglos de antisemitismo cristiano y de paso excluir al islam del
tríptico monoteísta, reforzando de ese modo una supuesta identidad occidental,
ejemplar ella. Se erige así, una Fábrica del olvido, que borra de un plumazo
los pogromos que se sucedían constantemente en los pagos del Viejo Continente,
inventándose una historia de fraternidad que nunca se ha dado a lo largo de la
historia; así pues, la autora incide en que estamos ante una mentira flagrante
de invención reciente. El cristianismo se dio en abierta ruptura con el
judaísmo, siendo considerado este último, como perteneciente al pueblo deicida,
lo que supuso persecuciones sin cuento, matanzas, marginación y exclusión tanto
en barrios aparte en las urbes, guetos, y en el terreno laboral, atribuyéndoles
posteriormente la voluntad de diferenciarse y su tendencia a la usura…cuando de
hecho eran arrojados a este tipo de actividades debido a la prohibición de
ejercer ciertas actividades (me viene a la mente el ejemplo del padre de Karl
Marx que para ejercer la abogacía, convirtiéndose así en el primer abogado de
origen judío en Alemania, tras convertirse al credo evangélico). Resulta
indiscutible, sin lugar a dudas, el papel importante que jugaron judíos en la
creación de la modernidad europea (ensayos de Edgar Morin y de Enzo Traverso,
ofrecen detalladas precisiones sobre dicha huella), si bien de ahí a unir en
una sola expresión los nombres de ambas creencias es un salto mortal y medio.
Una época esencial en esta truculenta metamorfosis comenzó a
ponerse en marcha tras la segunda guerra mundial, y el espanto ante la
carnicería al por mayor, la Shoa, urgió a la necesidad de crear una identidad
desculpabilizada, lo que dio lugar, como compensación por los males
infringidos, a la instalación en tierra ajena del Estado de Israel, lo que, en
parte, hacía que Occidente, el europeo fundamentalmente -si en cuenta se tiene
que fue el escenario de la locura asesina- aunque también los USA, sintiese que
pagase su deuda con los judíos… y sabido es que confesado el pecado, y pagando
la penitencia impuesta…la cosa queda resuelta. Subraya Sophie Bessis que, en
especial tras el proceso de Eichmann, se recalcó la singularidad del genocidio
judío, al tiempo que se ponía en marcha la conversión de Israel en víctima
permanente, eterna, al mismo tiempo que se corría un velo de olvido sobre los
crímenes debidos al esclavismo, al colonianismo promovidos por Europa y sus
colegas del otro lado del charco; esta calculada estrategia suponía que se
considerase a Israel como un Estado diferente, no como los otros, conllevando
tal singularidad que no se pueda, ni se deba, tratarle como a los otros, las
exigencias que se dan con otros Estados, no rigen para Israel, que, a su vez,
se ha convertido en símbolo de Occidente, extensión y baluarte, gendarme de él,
lo que ha sido dicho por activa y por pasiva tanto por líderes occidentales
como por los propios dirigentes sionistas…tal empeño se ha visto recalcado, una
y otra vez, por Netanyahu que presenta al estado que dirige como parte de
Europa («Europa acaba en Israel»)…esto hace que, amalgamando, criticar a Israel
suponga al tiempo criticar las tropelías occidentales (colonialismo,
etnocentrismo, imposición, jerarquía y supuesta superioridad).
Esta operación se ha erigido en una Máquina de expulsión, lo
que hace que se dé un olvido absoluto sobre el judaísmo oriental, ocultando los
tiempos en los que el judaísmo y el islam mantenían unas relaciones de cercanía
desde luego mayor que la que mantenía con el cristianismo, lo que hace que
resulte pertinente constatar la existencia de una cultura judeo-musulmana que
hoy, por supuesto ha desaparecido, al ser eliminadas, a la vez que
vilipendiadas, tanto por los nacionalismo árabes como por el sionismo,
manteniendo este último una política de desprecio, marginación y apartheid con
los árabes, al considerárseles desde antiguo como salvajes, no yidis-parlantes;
discriminación reforzada por el judaísmo dominante que se ha empeñado en borrar
todas las historias nacionales, ocultando los casos, como el de las revueltas
bereberes en la Argelia del siglo VII, que con toda probabilidad estaban
integradas por judíos-cristianos y árabes-musulmanes. Esta ignorancia
programada se ha visto reforzada por el esquema del choque de civilizaciones,
retro-alimentada a su vez por la lucha contra el terrorismo. Saca a relucir
Bessis las coincidencias que se dan entre los sionistas cristianos y sus nuevos
aliados:coincidiendo los sionistas antisemitas y los evangelistas americanos
que sostienen de manera decidida a Israel, con una óptica teñida de mesianismo,
de proclamas acerca de la Tierra Santa, posturas que cuentan con el decidido
apoyo de la extrema derecha -que ocultando su tradicional antisemitismo- lo
presentan como muro contra el islam, dándose una identidad ideológica,
iliberal, entre las extremas derechas de distinto pelaje: israelí y foránea,
que postulan una defensa acérrima de un nacionalismo étnico que se alza contra
el islam. Destaca así, Sophie Bessis, que todos estos giros semánticos e
ideológicos resultan una Mentira cómoda, aún en su vacío conceptual, que sirve
como arma de ataque y exclusión…Ante todo ello, y ante las estrategias de
división, islamofobia galopante a trote, y la conversión de los verdugos en
pretendidas víctimas, la ensayista reivindica los valores de unión y concordia
que se dieron en otros tiempos.
https://kaosenlared.net/judeo-cristiano-dice/
artículo.
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