viernes, 31 de agosto de 2018

Heidegger el " inmaculado" . ..

La nazificación del trabajo según Heidegger

fliegecojonera



Heidegger, ¿un nazi típico?: Los discursos, conferencias y proclamaciones políticas del filósofo más influyente e importante del siglo XX, Martin Heidegger, pronunciados entre los años 1933 y 1934 han sido editadas por primera vez en alemán en el tomo 16, Band 16 Reden und andere Zeugnisse eines Lebensweges (1910-1976) de las obras completas, las Gesamtausgabe, llamadas “integrales”. Constituyen un brulote de prosa ultranazi. Las lecturas de estos textos nos revelan no sólo el compromiso radical del filósofo con Hitler, sino que ni la brutalidad policial, ni los campos de concentración, ni la quema pública de libros, ni la persecución a judíos y comunistas, ni la instauración de una dictadura de partido único, ni siquiera la matanza ilegal y atroz de los militantes de las SA en junio de 1934, hicieron mella en sus creencias políticas. Hace falta evocar estos textos (inéditos en español) para penetrar en este período negro y distinguir hasta qué punto está comprometida la filosofía heideggeriana con el nacionalsocialismo. Es más: Heidegger no duda en ir más allá del centro de oscilación ideológico del nacionalsocialismo: es un entusiasta radical de los nuevos campos de trabajo forzados, exalta a la raza endurecida, alaba a la guerra como única salvación posible, está convencido de la sanidad racial del pueblo alemán a través de la eugenesia, es un antimarxista rabioso. El semestre del invierno europeo 1933-1934 es el período más activo del filósofo y ahora Rektor-Führer Martín Heidegger: de mayo de 1933 a noviembre de 1934, a lo largo de cuatro cursos universitarios, realiza más de veinte discursos y conferencias donde pone su filosofía al servicio de la consolidación del NS-Staat. El discurso que presentamos por primera vez traducido al español es un ejemplo de la fascinación de Heidegger por una de las instituciones más típicas del estado nazi: los campos de trabajo (Arbeitslager). Los campos no sólo servían como re-educación, sino como una manifestación sin mediaciones “liberales” o “marxistas” de la comunidad racial-popular, la “Volksgemeinschaft”. Pero Heidegger no solo es un teórico völkisch, su pasión la llevó a la práctica: organizará un campo en Todtnauberg, cerca de su mítica cabaña de montaña, su Hütte, del 4 al 10 de octubre de 1933. Sus participantes serán estudiantes que pertenezcan obligatoriamente a las SA, SS y eventualmente la organización hermana de los Stahlhelm. Sus integrantes marcharán con sus uniformes pardos desde Freiburg, en orden militar cerrado con el brazalete con la swástica. Günther Anders, el malogrado pensador marido de Hanna Arendt, poseía una carta postal de propaganda del NSDAP de Freiburg, donde podía verse al Rektor Heidegger desfilar con el uniforme pardo a la cabeza de las SA de la ciudad. También recordaba que durante todo ese año Heidegger daba sus cursos con la camisa parda y que los estudiantes debían saludar con un ¡Heil Hitler!. No nos sorprende entonces el entusiasmo y el amor militante de Heidegger en este discurso por no sólo militarizar la vida universitaria, sino transformar el concepto de trabajo en la versión nacionalsocialista. Si el trabajo era para Marx esa mercancía especial que permitía, a través de su doble carácter, explicar el secreto de la explotación bajo el capitalismo, para el fascismo en general el plusvalor no es histórico sino eterno, y lo que debe modificarse es el principio de organización social basado en lazos formales y reorganizarlo bajo la identidad de la Tierra y la Sangre. Ahora sí tiene sentido ese lema que se presentaba como una broma siniestra, El trabajo a la comunidad nacional nos hace libres, “Arbeit macht frei”. Y justificar el universo de los campos, en sus diferentes versiones, como instituciones no sólo legítimas sino necesarias para la existencia del pueblo alemán como tal.
Ascenso y consolidación de Hitler: A lo largo del año 1933, el “año de la decisión” como lo presentaba la ideología nazi, Baden y en especial su capital, Freiburg, fueron la avanzada del fanatismo y la nivelación (“Gleichschaltung”) racial de toda Alemania. Hay que señalar que ya en las elecciones de 1932 el NSDAP era el partido mayoritario de la región y tras el éxito en las elecciones (las últimas semilibres) en marzo de 1933, se rompió todo formalismo constitucional. El ministro del Interior de Hitler, Frick, nombró Reichskommissar al temible Wagner, quien disolvió el gobierno provincial y creó un cuerpo paramilitar de apoyo formado por 500 miembros de las SS, SA y los Stahlhelm, persiguiendo todo forma de oposición o protesta. La “Casa del Pueblo” de Freiburg, sede de los sindicatos, fue violentamente atacada hasta su cierre definitivo. Al poco tiempo fue asesinado por dos policías el muy conocido diputado socialdemócrata de origen judío Nussbaum. En la plaza de la catedral de Freiburg, el NSDAP organizo un mitin multitudinario bajo el lema “Manifestación contra el marxismo”. Todos los parlamentarios y concejales comunistas y socialdemócratas fueron encarcelados sin más, prohibidos los partidos políticos, disueltas las organizaciones que no respondieran al NSDAP y los órganos de la prensa independiente cerrados o censurados. En esa época ya existían dos campos de concentración muy conocidos en Baden, ambos ubicados en el pueblito de Heuberg, una aldea cercana al pueblo natal de Heidegger, Messkirch. Los campos quedaron chicos y fueron cerrados en 1935, trasladándose a los presos (en su mayoría comunistas, anarquistas, socialdemócratas y “pacifistas”) al temible KZ Dachau. En 1933 el alcalde nazi de Freiburg, el Doctor Franz Kerber, dirigió un boicot público contra los comercios judíos y se publicó una lista desde el Ayuntamiento con los nombres de abogados, médicos y otros profesionales judíos para que también se los boicoteara. En abril de 1933 se promulgó para toda la provincia una ley de “re-estructuración de la función pública”, pionera en la limpieza racial, que notificaba la expulsión de todos los judíos de la administración pública y, por supuesto, de las universidades. La depuración étnica en Baden se completaría recién en 1940, cuando los últimos 5.617 judíos fueron enviados al KZ Gurs (Pirineos franceses), el lugar donde estuvo internado Jean Améry, para luego desaparecer en los infiernos de los campos de exterminio del Este. Es en este contexto que hay que interpretar y sopesar las palabras de Heidegger.
Trabajo forzado y nacionalsocialismo: El “Servicio de Trabajo del Reich” o simplemente conocido como “RAD” por sus siglas alemanas “ReichsArbeitsDienst”, era un programa de trabajo forzoso en obras públicas que requería seis meses de servicio de cada hombre comprendido entre los dieciocho y veinticinco años, para las mujeres el “RAD” era voluntario pero las presiones para el reclutamiento eran muy intensas. Los jóvenes vivían en campos de trabajo (“Arbeitslager”) y por sueldos de subsistencia, de los cuales se deducían descuentos obligatorios a diversas agencias del NSDAP, y trabajaban en labores como cultivos de tierras pobres, construcción de canales de riego, saneamiento de campos, etc. Graduados universitarios y de las Escuelas Superiores, bachilleres, artesanos, campesinos, obreros y desempleados se dedicaban todos juntos a las mismas tareas serviles, parte de la ideología de la “Volksgemeinschaft”, la superación conservadora de la sociedad de clases, además se inculcaba respeto por la mitológica figura del “Trabajador”. El regimentado entrenamiento y la experiencia en las duras condiciones laborales, prepararían a los jóvenes para la futura “Mobilmachung” de la guerra. Aunque con características similares al “Civilian Conservation Corps” del “New Deal” de Roosevelt, el RAD era una organización paramilitar que se integraba al nuevo aparato de poder del estado nacionalsocialista, con sus propios uniformes y rangos, propia jerarquía (compañía, batallón, regimiento), burocracia, líderes y su propio órgano de prensa y propaganda, “Der Arbeitsmann”. Su origen fue la reforma y unificación de los servicios de trabajo heredados de la República de Weimar, los “Freiwilligen Arbeitdienste” creados por Konstantin Hierl en 1931. Su objetivo era triple: bajar el paro, poner en práctica la ideología comunitaria racial del nacionalsocialismo, preparar el rearme general de Alemania. El motto nazi del servicio se resumía en una tríada: “Schulpflicht-Arbeitdienstpflicht-Wehrpflicht” (escuela obligatoria, servicio de trabajo obligatorio, servicio militar obligatorio). El primer Führer del RAD fue Franz Seldte, antiguo dirigente de los conservadores Stahlhem, los “Cascos de Acero”, quien en 1934 integró los diversos sistemas dentro del ministerio de trabajo, el Reichsarbeitministerium. En la fundamentación jurídica del RAD en el NS-Staat, conformado como ley el 1º de junio de 1935, en su primer parágrafo señalaba que “Der Reichsarbeitsdienst (RAD) ist Ehrendienst am deutsche Volk”, o sea: el Servicio del Trabajo Imperial es un servicio de honor en el Pueblo Alemán… El RAD se dividía en dos secciones: la femenina (Reichsarbeitsdienst der weiblichen Jugend, RAD/wJ) y la masculina (Reichsarbeitsdienst Männer, RAD/M). Regionalmente se dividían en distritos divisionales de trabajo, Arbeitsgau; cada uno de esos distritos era comandado por un oficial con su cuartel general y su propio staff administrativo. En cada distrito se conformaban entre seis y ocho grupos de trabajo (Arbeitsgruppen), batallones de trabajo de entre 1200 y 1800 trabajadores. Cada miembro raso del RAD era equipado por el estado con una bicicleta y una pala.
Trabajo y militarización: El RAD, asimismo, formaba parte de la idea fuerza de Hitler “¡Alles für Wehrmacht!” (¡Todo para el Ejército!), que planteaba que toda medida pública de creación de trabajo sería examinada en función de su utilidad para la preparación militar de Alemania, calculada en cinco años. El RAD era una Wehrmachtsgefolge, literalmente una fuerza auxiliar de las fuerzas armadas, que podían ser incluidas bajo la protección de la Convención de Ginebra y rápidamente militarizadas a nivel profesional. Las primeras medidas del llamado ‘Plan Reinhardt’ se implementaron entre el 1 y el 27 de junio de 1933: ley para la reducción del paro y ley para la construcción de las “Autobahn” del Reich. Toda la movilización estatal contra el desempleo encubría, bajo el manto ideológico de la “Volksgemeinschaft”, la comunidad racial sin clases, una vigorosa política de rearme. A esta verdadera economía de guerra en tiempo de paz se le sumó una serie de medidas, el llamado ‘socialismo práctico del NSDAP’, para terminar de conquistar a la reacia clase obrera alemana: protección al trabajo femenino y contra los despidos sin indemnización, vacaciones pagas, prestamos blandos para nuevos matrimonios, el ‘Auxilio de Invierno’ para llevar ayuda a cuatro millones de indigentes, etc. La consigna de Hitler en cuanto a estas medidas siempre fue concisa y clara: “Keines Arbeitsbeschaffung ohne Wehrhaftmachung” (No hay creación de trabajo sin movilización de rearme). Durante el inicio de la Segunda Guerra Mundial, unidades del RAD trabajaron en la segunda línea tanto en la invasión de Noruega como en el frente de Francia. Su tarea era de apoyo logístico (alimentos y municiones), reconstrucción de carreteras, puentes y aeródromos, además de construcción de fortificaciones fronterizas y costeras (la Ostwall, la Westwall y la más famosa la Atlantikwall), búnkeres, campos de minas y como unidades de vigilancia de puntos estratégicos y prisioneros. Cuando se desató la invasión a la URSS en 1941, unidades del RAD fueron usadas en operaciones contra partisanos. En 1943 fueron instruidos miles de trabajadores del RAD como auxiliares para la artillería antiaérea por la Lutwaffe. A partir de 1944 la militarización del Arbeitsdienst se hizo vital para Alemania: seis divisiones, las RAD-Infanteriedivisionen, fueron formadas para integrar, junto con el Volkssturms, la última jugada de Hitler para ganar la guerra.
Historia de una foto: el “Führer” de la Universidad de Freiburg aparece en esta interesante (y poco difundida) foto oficial. Apareció en el número 31 de la revista “Minerva. Jahrbuch der gelehrten Welt” en el año 1934, editada en Berlin y Leipzig, más o menos por la misma época de este discurso. Heidegger aparece teatralmente en su despacho, el Eigenschaft, de Rector con un traje regional bávaro color pardo. Su mirada irradia visión de futuro y decisión, sobre un escritorio inmaculado y en orden, mientras le respaldan siglos de sabiduría germánica desde la biblioteca en segundo plano. En su solapa luce ostentosa, casi como vórtice del retrato, el águila dorada con la swástica del NSDAP. La foto incluye la firma manuscrita del filósofo.
“El Servicio de Trabajo del Imperio (RAD) y la Universidad Alemana”
(20 de Junio de 1933)*
En el futuro la escuela no disfrutará de su antigua posición exclusiva en la educación. Con el RAD (“ReichsArbeitsDienst”) se ha levantado una nueva y decisiva fuerza educativa (“Erziehungsmacht”). El Campo de Trabajo (“Arbeitslager”) ahora toma su lugar al lado del hogar, de las ligas juveniles, del servicio militar y de la escuela.
En el Campo de Trabajo (“Arbeitslager”) vemos realizarse, concretamente, el lugar de una manifestación nueva y sin mediaciones de la Comunidad del Pueblo (“Volksgemeinschaft”). Los jóvenes alemanes, en el futuro, podrán ser gobernados por el conocimiento del trabajo (“vom Wissen um die Arbeit”), saber en el cual el Pueblo concentra su fuerza, en el orden para experimentar la dureza de su existencia (“Dasein”), preservar el impulso de la propia Voluntad, y aprender nuevamente el valor de sus múltiples habilidades. El Campo de Trabajo (“Arbeitslager”) es, al mismo tiempo, un campo de entrenamiento de Líderes de todos los grupos sociales y profesiones (“Schulungslager für das Führertum in allen Ständen”). Lo que cuenta en el campo es la actividad ejemplar y el trabajo en conjunto, pero no establecido por quien supervisa. En cuanto a aquellos que tienen la ocasión de hacer una ‘pequeña visita”, ellos no se aproximan ni cercanamente a la realidad de los campos de trabajo y a su novedad.
El Campo de Trabajo (“Arbeitslager”) no sólo despierta y educa en el conocimiento de la comunidad trabajadora a todos los grupos sociales (“die arbeitende Gemeinschaft aller Stände”), sino que en el futuro este conocimiento del trabajo, arraigado en las almas de los jóvenes alemanes, podrá tener también un efecto purificador sobre la escuela y podrá entonces legislar qué es lo que se puede y qué es lo que no se puede, lo que se debe y lo que no se debe.
El Campo de Trabajo (“Arbeitslager”), como institución educativa, institución autónoma, con su peculiares características y en propio derecho, se vuelve una fuente nueva de todas esas energías por las que todas las otras instituciones educativas, sobre todo y especialmente la escuela, están forzadas a decidir (“zur Entscheidung”), y en consecuencia, a transformarse.
Nuestra Universidad esta rodeada en su vecindad inmediata por los Campos de Trabajo del “RAD”, que están co-dirigidos y supervisados por maestros de esta institución.
El Campo de Trabajo (“Arbeitslager”) una nueva realidad (“neue Wirklichkeit”) está presente. Esta realidad sirve como un símbolo del hecho de que nuestra Universidad esta abriéndose a sí misma a la nueva fuerza educativa encarnada en el servicio al trabajo, al RAD. Campo de Trabajo y Universidad están resueltos a traer juntos, en un recíproco tomar y dar, las fuerzas educacionales (“erzieherischen Mächte”) de nuestro pueblo dentro de una Totalidad (“Einheit”) nueva enraizada y arraigada, y a partir de la cual el pueblo se empeña, en su estado, de actuar por su destino colectivo (“Schiksal”). Triple ¡Sieg Heil!
M. Heidegger, Rektor
(El texto fue tomado del original editado por Guido Schneeberger en Suiza en los años '60. Se ha contrastado con las pésimas traducciones al francés y al italiano, así como la versión en inglés. Traducción: Nicolás González Varela)
http://fliegecojonera.blogspot.com/2007/04/la-nazificacin-del-trabajo-segn.html



Nota del blog..
Se publicó el  quinto volumen de los Cuadernos Negros de  Heidegger, Peter Trawny  editor de los cuadernos se extraña que este “artista del pensamiento”  diga  en este nuevo volumen  QUE EL MISMO NO COMPRENDE LO QUE ESCRIBE... "Para el mesías de Friburgo querer hacerse entender implica la ausencia de pensamiento". No lo digo yo, lo dice en Le Monde Diplomatique  Sidone Kellerer…una investigadora especialista en él, como no puedo poner el articulo, pongo otro de ella, que ya  decía algo de ello,  pero la referencia era a los cuadernos anteriores, “los nómadas semitas”  que ya mencionó Faye  y  que solo recibió insultos. Pero al igual los insultos  al autor del  articulo de arriba N.G. Valera, " acusar de antisemitismo a Heidegger, es puro ejercicio demagógico de carácter amarillista y sensacionalista....rebosan oportunismo , ignorancia hipocresía , inquina ,resentimiento y mediocridad"   Alejandro Escudero Pérez...en Heidegger y la crisis de la modernidad política ,UCM ,  eso ya publicados los  primeros cuadernos.. parte de la  teorías de la posmodernidad estaban influidas por el y se les derrumba , el mesías de Friburgo. Pero parece que se les derrumba la filosofía . Pero ver a un investigador insultar a otro y de esa forma , no dice nada bueno de él.. y encima  ocultando  lo que dicen los Cuadernos Negros  ..





La Audiencia Nacional manipula las leyes a destajo.

La Audiencia Nacional busca atajos para la extradición de Valtonyc: delito de terrorismo y un código penal distinto


Por Fátima Caballero


El juez belga rechazó la entrega automática del rapero y ahora tendrá que determinar si los delitos por los que España le reclama lo son también el Bélgica
El formulario que deben redactar los tribunales para solicitar una euroorden permite a quien la redacta explicar los hechos por los que pide la detención y traslado de un ciudadano en el extranjero. Ese documento incluye un importante apartado final: un listado de delitos que los países solicitantes deben cubrir simplemente marcando con una equis en las casillas si alguno se ajusta al cometido por el reclamado. Esa clasificación de los delitos más graves, pactada entre los países de la UE, agiliza la entrega: cualquier ciudadanos que haya cometido uno de los de la lista será extraditado de forma automática al país que lo reclama. El terrorismo sí está en la lista pero no el enaltecimiento que la jurisprudencia de los tribunales españoles enclava dentro de los delitos de odio.
Pero además, en la euroorden que remitió al tribunal de Bélgica, la Audiencia Nacional hizo referencia a los artículos del Código Penal por los que fue juzgado de forma errónea. El tribunal se refirió a ellos según están actualmente redactadis después de una reforma en 2015 que endurecía las sanciones, en lugar de citar la normativa vigente en 2012, cuando Valtonyc cometió los hechos por los que fue condenado.
La defensa alegó que el rapero no cometió un delito de terrorismo, como figura en la euroorden, sino que fue condenado por delitos de opinión. Los abogados también repararon en el error de los artículos 578 y 579 del código penal. La justicia belga les dio la razón el pasado 21 de agosto. El juez de la ciudad de Gante rechazó que se tratara de un delito de terrorismo y requirió una justificación a la Audiencia Nacional y la literalidad de los artículos por los que Valtonyc fue condenado.
La Audiencia Nacional ha respondido al requerimiento del juez belga este pasado lunes. En el escrito firmado por el presidente en funciones de la Sección Segunda, Ángel Hurtado Adrián, y al que ha tenido acceso eldiario.es, el tribunal español de delitos especiales insiste en que Valtonyc fue juzgado y condenado por un delito de terrorismo. Lo argumenta asegurando que “son diez artículos los que se dedican al terrorismo, comenzando por el 571” y acabando por los 578 y 579, los referentes a entaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas por los que Valtonyc fue condenado.
El presidente en funciones de la Sección Segunda muestra en la respuesta al tribunal belga su “malestar” por la solicitud de información complementaria, ya que a su juicio, al estar tipificado dentro de un delito de terrorismo la entrega debería haber sido automática. Ese “malestar” lo hace extensivo al requerimiento de información respecto a los artículos anteriormente mencionados pese a “reconocer que hubo un error en la transcripción”.
Así lo justifica el magistrado: “El referido error en la transcripción de los artículos 578 y 579 que se remitieron en su día surge porque los hechos por los que fue condenado el reclamado se sitúan en los años 2012 y 2013, lo que se tiene en cuenta en la dictada por la Audiencia Nacional, 41/2017, y que se condena por la redacción de esos artículos 578 y 579 del Código Penal vigentes en la fecha de comisión de los hechos”, mientras que actualmente esos artículos se vieron modificados tras una reforma de la ley orgánica en 2015.
Tal modificación suponía un endurecimiento de las penas por los delitos de enaltecimiento y humillación a las víctimas. El denominado “error” vulneraría el “principio de irretroactividad penal”, aseguran fuentes jurídicas a eldiario.es. Es decir, que no se puede juzgar a nadie con un Código Penal distinto al que estaba en vigor cuando se cometió el delito.

El delito de enaltecimiento no es terrorismo

Los juristas consultados por este diario enmarcan el enaltecimiento del terrorismo dentro de los denominados “delitos de odio”, aunque en el Código Penal se agrupen con los delitos de terrorismo, como intenta justificar ahora la Audiencia Nacional. Estas mismas fuentes hacen referencia a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que no ha sido modificada posteriormente, que establece literalmente que “la apología, cuando se persigue penalmente, es un delito (de opinión) que versa sobre otro delito distinto, o delito-objeto: el de terrorismo, con el que no puede confundirse”.
La sentencia de la sala 2ª del Tribunal Supremo de 23 de mayo de 2002 añade que “la diferencia es tan clara que mientras la primera clase de acciones se ha perseguido y se persigue siempre en todas sus modalidades, la segunda a veces es impune y con frecuencia conoce sólo formas atenuadas de persecución”. “Los antecedentes expuestos llevan necesariamente a la conclusión de que las conductas denotadas como apología del terrorismo, con independencia de la ubicación que decida darles el legislador cuando opte por su incriminación, no son delitos de terrorismo”, concluye.
En otra sentencia de ese mismo año del 14 de junio, el Supremo abordaba la inducción a error que se había causado redactando los artículos de terrorismo y enaltecimiento conjuntamente cuando se elaboró la ley en 2002, el argumento que ahora el magistrado de la Audiencia Nacional ha utilizado para justificar que se marcara la casilla de “Terrorismo”. El Alto Tribunal consideró que se “hizo difícil la comprensión integradora del cuerpo legal resultante, al etiquetar formalmente de ‘delitos de terrorismo’ conductas que morfológicamente no lo son”.
“Se trata de un delito de opinión, que tiene al de terrorismo como referente necesario pero externo, desde el punto de vista del iter criminis. De un delito, pues, relacionado con el de terrorismo en el plano ideológico y en la perspectiva del bien jurídico de referencia”, concluía el Tribunal Supremo.
Pese a la jurisprudencia, la Audiencia Nacional ha comunicado por segunda vez al tribunal belga que los delitos por los que se reclama a Valtonyc se enmarcan dentro de Terrorismo y ha vuelto a reclamar su extradición urgente apelando al principio de confianza entre los estados. La próxima cita será el lunes, cuando el juez belga ha convocado otra comparecencia de Valtonyc. El tribunal de Gante tras rechazar la entrega automática, tendrá que determinar si se cumple la doble incriminación, es decir si los delitos por los que se reclama al rapero lo son también en Bélgica.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Y dicen que no habia franquistas.

Eneko en Rebelión

Que no había franquistas

Aníbal Malvar

 25 agosto, 2018

Llevábamos décadas presumiendo de que ya no quedaban fraquistas en España. Nuestra modélica Transición había hecho desaparecer a la ultraderecha con el bálsamo borbónico de la concordia. Y mira por dónde han aflorado fascistas a miles en cuanto el maléfico gobierno de Pedro Sánchez ha osado tocarle su único cojón a La Paquita, que es como apodaban a Francisco Franco algunos de sus más leales condotieros. En parte, uno se alegra. Es difícil vivir en un país que se engaña tanto a sí mismo.

Francisco Marhuenda, director de La Razón y hagiógrafo perenne de Mariano Rajoy, nos llamó ayer “ignorantes” a los que consideramos a Franco un dictador: “Me parece delirante cuando se dice que Franco fue un dictador fascista. ¿Se puede ser más ignorante? Franco era un militar católico que hizo un régimen totalitario y ya está”.

Al día siguiente, en su periódico, sacó en portada la foto de la vicepresidenta Carmen Calvo metida en una burbuja roja, que le da aire de gorgona cautiva dentro de su bola de cristal: espejito, espejito, ¿quién es la bruja más piruja de la política española?

En su editorial de hoy —La izquierda rompe el consenso–, el periódico de Planeta califica de “indigno” y “distorsión de la realidad” el discurso socialista sobre los motivos del desalojo de Franco: “Es una artimaña legal que no está a la altura de la sociedad española”, un “ejercicio de tergiversación histórica en el que la izquierda, una vez más, culpará a sus adversarios de todas las causas de la Guerra Civil”.

En ABC, más de lo mismo: “Franco lleva 43 años allí enterrado sin que ese hecho haya sido durante este casi medio siglo motivo de especial preocupación para la inmensa mayoría de los españoles”. Ítem más: “El PSOE se ha empeñado en reescibir la historia de la Guerra Civil desde solo uno de los bandos (lo mismo de lo que se acusó al franquismo)”. De todos es sabido que Europa está plagada de historiadores que han estudiado la guerra mundial desde el punto de vista de los nazis. Los asesinos franquistas ya ofrecieron su versión de la guerra y la dictadura caligrafiada con mucha sangre. La democracia nos ofreció después otra versión escrita con mucho miedo. Ya va siendo hora de que nuestra historia deje un hueco a la verdad.





El Mundo, sorprendentemente, ha eludido editorializar sobre el tema que hoy colapsa las tertulias y ensordece las ondas hertzianas. Sus columnistas llevan los artículos al periódico escritos en papel de fumar. Ninguneando la decisión de Sánchez y minimizando el horror asociado al franquismo: “La distancia histórica ha reducido al dictador a la condición de caricatura”, escribe brioso Manuel Arias Maldonado en el periódico de la bola. Tal caricatura, tengo entendido, no hace mucha gracia a los habitantes de nuestras cunetas. Ni del Valle de los Caídos (vale: yo también me invento mayorías sociológicas, como Marhuenda).

Habla también Maldonado del “descontento con nuestra propia historia”, como si hubiera que alegrarse de que España sea el único lugar donde las guerras europeas de mitad del siglo las ganó el fascismo.

Esa conciliación entre vencedores y vencidos que nos venden en los zocos mediáticos es, fue y será imposible. Un demócrata no tiene ni derecho a conciliar con un fascista. Otra cosa es que el fascista, haciendo mucho ruido de fusiles y soldados para acojonar, te obligue a olvidar lo imperdonable, que es lo que sucedió en nuestra modélica y borbónica Transición.

Pero la Historia es terca y se transmite por generaciones, como un ADN cabezota y rabioso. No había franquistas en España, se decía hinchando al viento la española bandera. Triste trapo. https://blogs.publico.es/repartidor/2018/08/25/que-no-habia-franquistas/ 


 Nota .-  La red además se llena de mentiras a favor d e Franco

 Franco no inventó la seguridad social ni las vacaciones pagadas






martes, 28 de agosto de 2018

Llarena en la caja de Pandora.



Sorpresas judiciales

eldiario.es


Intentar resolver políticamente la integración de Catalunya en el Estado español de una manera que resulte aceptable tanto para los ciudadanos de Catalunya como para los del resto del Estado es endiabladamente difícil. Pero intentar resolver el problema por vía judicial es mucho más que difícil.
Aunque al desplazar la respuesta a los tribunales de Justicia puede parecer que se va a controlar el curso de los acontecimientos, ocurre todo lo contrario. Mientras un problema de naturaleza política se mantiene dentro del campo de la política, hay alguna posibilidad de abordarlo desde la negociación. Cuando un problema de esa naturaleza es desplazado al terreno de la administración de justicia, tal posibilidad desaparece. No hay manera de controlar el curso de los acontecimientos. Y ya no se puede negociar.
Como, además, el problema sigue siendo de naturaleza política, aunque esté residenciado ante un tribunal de justicia, el cruce de la lógica política y la lógica jurídica desvirtúa la acción del Tribunal, haciéndole perder el control del propio proceso judicial que tiene que decidir. No solamente no se gana en seguridad, sino que se produce todo lo contrario.
Puede que Mariano Rajoy y el Fiscal General del Estado José Manuel Mazas estuvieran seguros de que activando querellas por el delito de rebelión contra Carles Puigdemont y otros políticos nacionalistas catalanes iban a controlar el procés y en poco tiempo el Tribunal Supremo dictaría una sentencia con la que pondría a cada uno en su sitio. Una vez dictada la sentencia, se podría volver a recurrir a la política, pero con la base sólida de una sentencia firme, con valor de cosa juzgada.
Pero esa confianza en la acción de la justicia era una ensoñación. Los meandros por los que puede discurrir un proceso judicial son casi tan numerosos como aquellos por los que puede transitar la acción política. Como, además, están codificados y hay derechos que se pueden hacer valer en cada uno de dichos meandros, el enmarañamiento puede resultar inmanejable.
El intento de procesar a Carles Puigdemont y demás políticos nacionalistas por el delito de rebelión lo está dejando claro. El Tribunal Supremo ha perdido el control del proceso. No puede proceder contra Carles Puigdemont tras la decisión del Tribunal Superior de Schleswig-Holstein y, al no poder hacerlo, tampoco puede proceder contra los demás querellados sin quebrar la "cadena de legitimidad democrática" en que consiste el Estado Constitucional, ya que, de todos los querellados, únicamente Carles Puigdemont es portador de legitimidad democrática a través de la investidura. Todos los demás la han recibido de él. Su procesamiento deriva del procesamiento del president, es un corolario del procesamiento del president. El Tribunal Supremo podría abrir juicio contra Carles Puigdemont exclusivamente, dejando fuera a los demás. Pero lo que no puede es procesar a los demás, sin procesar a Carles Puigdemont. Esto es una consecuencia insoslayable del principio de legitimación democrática del poder.
Pero es que hay más. Con la errática instrucción del juez Pablo Llarena, que le ha llevado a retirar primero la euroorden dictada en su día por la jueza Carmen Lamela ante la justicia belga, a dictar después una nueva euroorden para volver a retirarla, el juez instructor ha afectado a derechos fundamentales de Carles Puigdemont negándole al mismo tiempo la posibilidad de defenderse.
Tras la emisión de las dos euroórdenes, Puigdemont se tuvo que poner a disposición de la justicia belga y, aunque no se adoptaron contra él medidas privativas de libertad, sí se vio sometido a restricción de movimientos y a la comparecencia periódica ante el juzgado correspondiente. Tuvo que contratar un abogado para defenderse, incurriendo en los gastos que tal contratación conlleva. Y al final, al ser retirada la euroorden, no ha podido defenderse y tener una respuesta judicial frente a la acusación que el juez instructor español le dirigía.
Con su actuación de dictar y retirar la euroorden, Llarena le ha abierto la puerta a Puigdemont ante la justicia belga. Es el juez instructor español el que ha tomado la iniciativa. Puigdemont únicamente está reaccionando ante la iniciativa del juez. Si no hubiera retirado la euroorden, no podría haber planteado la demanda civil ante la justicia belga. Tras la retirada, Puigdemont, que es un ciudadano en pleno ejercicio de todos sus derechos fundamentales, porque no ha sido privado de ninguno de ellos mediante sentencia judicial firme, que reside en Bélgica y que se ha visto afectado en el ejercicio de sus derechos por el juez instructor sin darle posibilidad de defenderse, tiene todo el derecho del mundo a demandar a dicho juez instructor y a exigirle responsabilidad por su errática instrucción.
Es el propio juez Llarena el que se ha puesto en una posición jurídica insostenible. No estamos ante un ataque grosero a la integridad de la justicia española, como ha dicho Llarena. Es una reacción de legítima defensa frente a una instrucción errática.
El 4 de septiembre se va a producir una nueva sorpresa. Y no será la última.
Vamos de disparate en disparate.
Fuente: https://www.eldiario.es/zonacritica/Sorpresas-judiciales_6_805329465.html

y ver ...   https://www.cuartopoder.es/espana/justicia/2018/08/28/enrique-santiago-que-el-gobierno-defienda-a-llarena-cuestiona-la-independencia-judicial-belga/

NOTA.- El problema de la Llarena es que no quiso solo juzgarlos , como sería  lógico  ,sino castigarlos.

lunes, 27 de agosto de 2018

El colonialismo francés y europeo en África

La obra negativa del colonialismo francés y europeo en África

El franco CFA, una moneda colonial, servil y depredadora



bouamamas.wordpress.com




Por primera vez desde las independencias varias manifestaciones públicas en diferentes países de África (Dakar, Cotonou, Libreville, Bamako, etc) y en la región parisina han exigido la desaparición del franco CFA, una moneda que el colonialismo francés impuso a catorce países en el momento de las independencias. Estas manifestaciones impulsadas por movimientos juveniles marcan la entrada en escena de una nueva generación militante africana. No es casual que el franco CFA se haya elegido como objetivo en el arsenal de sometimiento a la dependencia que impone el colonizador en la década de 1960. En efecto, todas las demás zonas monetarias coloniales llegaron a su fin con la disolución de la última, la zona libra esterlina, en 1979 (1). Esta moneda, que el Estado francés presentaba como un símbolo de la cooperación, muestra cada vez más lo que es: un símbolo provocador de una dependencia colonial que además del franco CFA posee otras herramientas: la deuda, el Acuerdo de Asociación Económica (AAE), los acuerdos de defensa, la francofonía. “Mientras que las demás monedas africanas simbolizan por medio de su nombre la ruptura con la colonización y la independencia adquirida a principios de la década de 1960 (naira en Nigeria, cedi en Ghana, dinar en el Norte de África), la moneda que circula de Dakar a Yaundé pasando por Abidjan, Lomé, Bamako y Malabo sigue haciendo referencia al colonizador” (2), resume el jurista Yann Bedzigui. Génesis de una moneda colonial




sábado, 25 de agosto de 2018

La invención del pasado en la Historia de España. .

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La invención del pasado de Miguel-Anxo Murado, una enmienda a la totalidad.




Traigo a El Polemista,  que por estas fechas cumple su tercer año y supera ampliamente el centenar de libros comentados, un ejemplo de cómo la historia de las naciones está sujeta al mito y a la invención, premisa necesaria para comprender el auge de nacionalismos que desgraciadamente padecemos.
Miguel-Anxo Murado en su La invención del pasado (Ed. Debate), pone en duda ante el lector muchos de los mitos históricos que generalmente se dan por válidos e incluso forman parte del pasado aceptado de los españoles. Y lo hace vehementemente:
“El escepticismo es también un conocimiento. Puesto que la historia es algo natural e instintivo, una carga que estamos obligados a llevar, queramos o no, es importante saber quitarle importancia para que no nos aplaste. Junto a la imaginación, ese escepticismo ha sido siempre una de las herramientas de los historiadores. Lo único que falta es que la utilicen también los lectores.” Comienzo por su conclusión, da una buena idea de lo que es un libro que sabe llegar a cualquier lector no necesariamente habituado a la lectura histórica.
Y es que ya desde las primeras páginas Murado recupera a autores entre tantos que en su día fueron tan polémicos como Ignacio Olagüe que en los setenta argumentó magistralmente la imposibilidad de que en el 711 se produjera una invasión ni árabe ni musulmana e iba más allá sosteniendo que, en realidad se habría tratado de una sustitución de la casta gobernante en la Península Ibérica desde el más desarrollado culturalmente norte de África, que ello explicaría la rapidez y la ausencia de resistencia a este hecho, entre otras cosas porque ni tan siquiera habría habido un cambio forzoso religioso, que este habría llegado más adelante por la vía del proselitismo por parte de predicadores y comerciantes. Quizá ello explique que no exista texto alguno contemporáneo al 711 que cite invasión árabe alguna de la Península, tampoco de cronistas musulmanes o europeos de la época. ¿No resulta extraño en uno de los hechos fundamentales del imaginario histórico de los españoles? Y disculpen que me haya extendido en esta cuestión, pero aquel La revolución islámica en Occidente, tuvo una notable repercusión en quienes aprendimos a tratar la historia con el escepticismo que propone Murado.
Pero esperen, que casi todo lo que sabemos del Reino de Asturias (718-925) lo tenemos a través de los textos realizados en el siglo XII por el Obispo Pelayo de Oviedo, que tanto interés puso en inventar un pasado de siglos atrás molestándose hasta en imitar la caligrafía visigoda para hacerlos pasar por más antiguos. Ya ven, ateniéndose a la documentación real, podríamos poner en duda la misma existencia del Reino de Asturias.
Por entonces, a mediados del siglo XII, Alfonso VIII reina en la emergente Castilla y requiere un pasado legitimador que se encargará de hacer otro obispo, en este caso Ximénez de Rada, que imitando la que con ese fin había realizado su similar Lucas de Tui para entroncar la monarquía leonesa con la asturiana, no será diferente a las crónicas inventadas de Navarra, Aragón… y de otros reinos europeos. No solo se buscaba legitimar y adular al monarca de turno, a través de estos relatos unos territorios se arrogaban derechos y primacías frente a otros; la cuestión es que hasta hace muy poco tiempo han sido aceptados de manera literal como correctos y las consecuencias a la vista están.
Los ejemplos se suceden en este La invención del pasado, su autor explica como en relatos épicos de nuestra historia, como es el caso del suicidio heroico y colectivo de Numancia que probablemente no se produjera dado que aparece en diferentes cronistas romanos entre el siglo I a.C. y el II d.C. como lugar común a las ciudades asediadas: se trataría de un cliché literario, no de un hecho real.
“Este proceso metafórico es universal. Se da en los geógrafos antiguos y los cronistas medievales, pero también entre los historiadores modernos, aunque sea de un modo más sutil. Nuestra mente, la de los cronistas y la nuestra, opera por medio de analogías, paralelismos y reiteraciones. No somos seres “científicos” sino literarios, y nuestra manera de recordar, también la del historiador, funciona más como la de un novelista o un poeta que como la de un científico.”
Miguel-Anxo Murado sigue poniendo en cuestión el relato histórico común: la Armada Invencible de Felipe II no sufrió una tormenta destructora, muy al contrario, la acción de los barcos incendiarios y la artillería inglesa no logró destruirla en su totalidad gracias a otra tormenta menor. De vuelta tuvieron más problemas por el clima de la zona.
De cualquier manera será el siglo XIX el que reescriba sobre mitos la historia de España. El autor pone a la cabeza en ello a Modesto Lafuente, que en su Historia General de España,  será el máximo exponente en la dotación de relato histórico a la identidad española. Entre otros mitos, aquí se apunta la invención del concepto de Reconquista nunca utilizado hasta entonces, que “convertía la presencia musulmana en algo provisional y en constante retirada, y desplazaba el foco de la acción hacia los reinos cristianos. El resultado es una gran narrativa clásica, de unidad (reino visigodo), pérdida (conquista musulmana), lucha (Reconquista), y redención (toma de Granada).”
Peor lo tiene Menéndez Pidal en este libro, Murado no puede disimular cierta obsesión por tan erudito medievalista, aparece a lo largo del texto, incluida su portada, como la representación misma del mito y le acusa abiertamente además de fantasioso de manipular una idea castellanocéntrica de nuestra historia, no solo se habría inventado toda su aportación sobre el Cid Campeador, es que también sería entre otras muchas más manipulaciones, el autor de la idea del Imperio español que hoy tenemos hecha a medida del franquismo.
Tampoco se libra Sánchez Albornoz, que partía de “la historiografía alemana de las décadas de 1920 y 1930, fuertemente influida por el nacionalismo o incluso por el nacionalsocialismo.”  A él le atribuye la equivocada idea que de los godos tenemos, incluida la dichosa lista de reyes que trajo de cabeza a nuestros padres en las escuelas, y aquí se llega a plantear la posibilidad de que no fueran ni tan siquiera un pueblo como tal, sino simplemente un ejército nómada de mercenarios de diferentes procedencias.  Como habrá podido notar a estas alturas el lector hay momentos de la lectura en los que da la sensación de que Murado exagera tanto el juicio y revela una incapacidad para leer la historiografía en su contexto histórico que puede resultar excesivo, pero ello en ningún caso priva a quien lo lee de una divertida y provocadora puesta en duda de casi todo aquello que creía saber. Pero ciertamente, en la decostrucción de los mitos que aquí se hace hay que poner en práctica el mismo escepticismo que el autor solicita en la lectura de la historia, en esta también.
Y ahora le toca a Américo Castro, aquí toma partido por su enemigo Sánchez Albornoz  (solo a medias, niega la posibilidad de debatir sobre “el origen de los españoles”) y califica al mito de las “tres culturas” como inexistente; sostiene el autor que intercambio entre cristianos, musulmanes y judíos hubo, pero que Castro lo eleva a niveles disparatados.
Una conclusión insostenible y gratuita del autor que confunde la visión esencialista de la historia de parte del siglo XX con la del franquismo, simplemente resulta incomprensible que esta frase haya superado la más mínima revisión:
“El propio Pidal regresó pronto a la España de Franco y recuperó su cátedra en 1947. Sánchez Albornoz y Castro prefirieron no regresar nunca, pero sus ideas sobre el pasado fueron las del franquismo (también las de Castro, más de lo que sus admiradores están dispuestos a aceptar.”
Llegamos a los relatos ilustrados, la importancia de la pintura de historia del siglo XIX, fuente de las imágenes mentales de apoyo al relato histórico creado y premeditadamente reforzado artísticamente. Por ejemplo, durante el reinado de Isabel II se suceden las representaciones pictóricas de Isabel la Católica motivadas porque ambas llegarían al trono tras dudosas interpretaciones del derecho dinástico y además coincidían en el nombre, pero se citan numerosos casos de escenas que teniendo orígenes literarios se han convertido en testimonio del pasado y transformado en documentos.
La fotografía también ha cumplido su papel, comprobar que un clásico de la Guerra Civil como la foto Los caballos de Agustí Centelles en realidad es un posado, me ha resultado más decepcionante que las falsedades y anacronismos que encierran cuadros como La rendición de Breda de Velázquez o la imposibilidad de que Goya fuera testigo de las escenas que recrea en Los desastres de la guerra, o peor aún, nuestro imprescindible Los fusilamientos de la Moncloa  (más conocidos como los del tres de mayo), en realidad son una copia de una escena central del anterior Tres de mayo de Juan Carrafa. ¡No dejen de buscar y comparar ambas imágenes!
Objetos y lugares, la famosa Tizona, la espada del Cid que la Junta de Castilla y León pagara en pleno aznarismo por 1,6 millones de euros cuando varios expertos negaban su autenticidad y no valoraban en más de 7000 euros, la falsedad de las viviendas atribuidas a Cervantes en Alcalá de Henares, el Greco en Toledo o a Colón en Las Palmas, las reconstrucciones sin el más mínimo criterio histórico-artístico del siglo XIX donde primó la imaginación sobre la realidad, ¡incluida la Alhambra con la que Miguel-Anxo Murado es implacable!, las rutas turísticas que se identifican con episodios o leyendas históricas, las conmemoraciones y los recuerdos selectivos, cierran un libro que  concluye poniendo a la Historia en una descalificación a mi juicio excesiva y que injustamente ignora la gran cantidad de trabajo serio y riguroso que también se realiza a diario para el conocimiento de nuestro pasado.

La lectura de La invención del pasado es un sanísimo ejercicio de puesta en duda de casi todo, un alegato de independencia intelectual que podía haberse extendido a otras deformaciones de la Historia que padecemos actualmente en España, y ello a pesar de que el autor en su obsesión por destruir el relato histórico aceptado mayoritariamente no duda en descalificar y generalizar, presumir las intenciones maléficas del legado historiográfico recibido sin la más mínima empatía contextual, y en muchas ocasiones escudarse en la negación por duda más que en la afirmación alternativa.
La edición de Debate, impecable, bien dotada de bibliografía, notas, créditos, alguna ilustración… hace justicia a un libro que hará las delicias de los lectores que se acerquen a él con el mismo escepticismo que Miguel-Anxo Murado pide para la historia que pone en cuestión.