lunes, 2 de enero de 2017

El debate actual sobre las pensiones y el uso que el Gobierno ha hecho del Fondo de Reserva



La catedrática de Derecho del Trabajo Julia López critica el debate actual sobre las pensiones y el uso que el Gobierno ha hecho del Fondo de Reserva

"La brecha salarial se ha sofisticado. Se mantiene porque hay un salario complejo, las empresas no pagan por tu trabajo efectivo, sino también por el modo y el lugar en el que lo prestas"

López subraya que el mercado de trabajo es "precario y sexista" e impide a las mujeres acceder a mejores pensiones de jubilación

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Ana Requena Aguilar
 Eldiario.es



Julia López es catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Experta en derechos laborales y normas internacionales y políticas de igualdad, López es profundamente crítica con las últimas reformas del mercado laboral y también con el actual debate sobre las pensiones. Asegura que el uso que el Gobierno ha hecho del Fondo de Reserva es espurio y pide una reflexión sobre la pensión de viudedad de la que, dice, debe desaparecer y convertirse en otra prestación. Sobre otra de sus líneas de trabajo, la brecha salarial, asegura que se ha sofisticado y reclama más inspección de trabajo y la aplicación real de la Ley de Igualdad.

¿Hace falta otra reforma de las pensiones?

Lo que pasa en este país con las pensiones es que se descontextualiza el debate. La pregunta no es si hace falta una reforma de pensiones solo sino contextualizar las políticas públicas. Lo que se ha producido es un expolio de las pensiones: se está sacando dinero del Fondo de Reserva, que tiene una asignación directa y finalista, y se está utilizando para otras cosas. Hay un incumplimiento del Pacto de Toledo, que dice que el fondo sirve para garantizar algo que está en la Constitución: que los poderes públicos mantendrán un sistema público de pensiones. Por tanto, lo primero que hay que hacer es devolver ese dinero.

Si este debate no se contextualiza, conviertes el debate de pensiones en un debate a corto plazo, cuando es diacrónico: hay que ver de dónde venimos y hacia dónde vamos. No se puede meter el debate de las pensiones como si fuera aislado y mientras rescatar bancos y autopistas.

El Gobierno ha subrayado que el dinero que se ha sacado del Fondo de Reserva ha ido a abonar las pagas extra de los pensionistas y, sistemáticamente, ha sido en verano y Navidad cuando se ha hecho. ¿Usted sostiene que no es así?

Se ha utilizado la reducción de cotizaciones para crear entre comillas empleo, un tipo de empleo precario que mete a la Seguridad Social en un ciclo vicioso: primero porque no paga cotizaciones y luego porque no genera recursos. La Seguridad Social no puede ser un instrumento para alimentar las políticas de empleo. Estamos conectando la Seguridad Social con el mercado de trabajo de forma viciosa, mientras no rompamos eso, no arreglaremos el problema. La Seguridad Social tiene que recuperar su autonomía.

¿Considera que el uso del Fondo de Reserva ha sido espurio?

Completamente. Lo que no se puede hacer es una valoración política del Fondo de Reserva separado de todo lo demás. Ese dinero es finalista y no lo ha sido, en las cuentas del Gobierno tampoco queda nada claro que haya ido a pagar las pagas extra de los pensionistas. En cualquier caso, no se puede decir que se ha usado para abonar las pagas mientras por el desagüe del sistema se iban las cotizaciones sociales regaladas a las empresas.

El debate de las pensiones gira ahora sobre cómo conseguir más ingresos para el sistema. Una de las ideas que se han lanzado es pagar las pensiones de viudedad y orfandad con impuestos. ¿Está de acuerdo con esa propuesta?

Estoy a favor de que para tener un Estado de bienestar hacen falta impuestos, es imposible hacerlo de otra forma, los países del norte de Europa son un ejemplo. El tema es con qué impuestos y si desviamos o no el carácter redistributivo de la Seguridad Social. Soy partidaria de que se financie con impuestos que redistribuyan. Ahora mismo un sistema impositivo para financiar las pensiones que mantuviera la fiscalidad que tenemos no valdría.

¿Y esos impuestos deben ir a pagar concretamente las pensiones de viudedad y orfandad? Hay quien dice que señalar estas prestaciones pueden ser contraproducente o tener otros objetivos.

Que toquen las pensiones de viudedad y orfandad implica no volver a meternos en el debate de siempre, que es el debate de género. Más del 90% de los permisos y excedencias las cogen las mujeres, esto implica que son las mujeres las que tienen vacíos de cotización y, mientras, el sistema está exigiendo cada vez más para cobrar una pensión. Esto es lo contrario a la redistribución de la riqueza y penaliza, sobre todo, a las mujeres. Yo mantengo que la pensión de viudedad debería desaparecer para convertirse en una pensión de jubilación. Es un debate que no se puede abordar sin hacerlo más amplio.

Las pensiones de viudedad y orfandad se tienen que reformar, para dar dignidad a las mujeres, que son la mayoría de las perceptoras de viudedad, tienen que financiarse con impuestos y tienen que tener un indicador de renta. No creo que sea justo que una mujer con medios de vida propios tenga una pensión de viudedad del 55% de la base reguladora igual que una mujer que no tiene recursos.

¿Tiene sentido una pensión de viudedad como la que ahora conocemos?

El término viudedad ya es inaceptable. Es una pensión que estaba pensada para un modelo de sociedad que ya no existe. ¿Hay que quitarla? No, porque hay mujeres que la necesitan. Hay que unirla con el mercado de trabajo, con la responsabilidad familiar... Hay que hacer una pensión neutra a nivel de género, reorientarla sobre capacidad económica. Con la de orfandad, hay que hacer algo similar: se produce una situación de necesidad cuando se te muere tu padre y no tienes medios, pero si resulta que tienes medios para estudiar en el extranjero no creo que tengas que generar una pensión.

La única medida que se ha tomado para tratar de cerrar la brecha entre las pensiones de mujeres y hombres es el complemento a jubiladas con más de un hijo. ¿Ayuda a romper la desigualdad o la refuerza?

Refuerza que no haya el debate. No puedes solventarlo con 200 euros. El debate es otro, esto es un parche. No estoy en contra de dar dinero a la gente que lo necesita, pero lo que hace es tratar el síntoma y no la enfermedad.

¿Y cuál es la enfermedad?

Que el mercado de trabajo es precario y sexista, en el que las mujeres para salir adelante tienen que ser el 10% de la población más lista. Que se aplique la Ley de Igualdad, es una ley excelente, que no está aplicando, no se está previniendo la discriminación. Por ejemplo, no se está apostando porque haya campañas fuertes de inspección de trabajo ni por potenciar los planes de igualdad. Todo eso al final desemboca en que las mujeres no accedan a mejores pensiones de jubilación. El debate sobre la desigualdad está siendo cosmético, ¿qué está pasando en las tablas salariales, en la contratación temporal, parcial?

¿Son también esos factores los que están influyendo en que persista la brecha salarial?

La igualdad se está escapando en la estructura del salario. Antes, en los convenios se ponía el salario base de peón y el de peona. Eso ya no existe pero la brecha salarial se ha sofisticado, ahora está en la composición de los pluses. Cuando tienes una parte fija pero el resto del salario es variable, compones el sueldo, por ejemplo, por la permanencia, por la disponibilidad, por viajes, por la rentabilidad... Las mujeres tienen más problema para lo que se llaman las polivalencias: estar un día por la mañana y quedare un poco por la tarde, otro día por la tarde pero al final también de mañana, trabajar un sábado...

Para generar lo mismo tienes que cumplir distintos requisitos, una serie de elementos que componen el total de la remuneración. Si tú metes un plus de permanencia estás perjudicando a las mujeres porque son las que más llevan los niños al médico. La brecha salarial se mantiene porque hay un salario complejo, las empresas no pagan por tu trabajo efectivo, sino también por el modo y el lugar en el que prestas tu trabajo, y ahí es donde se escapan las mujeres.

¿Y qué medidas concretas podrían servir para cambiar la situación?

Hay que empezar a tomarse en serio la conciliación de la vida laboral y familiar. Y luego está el tema de los permisos de maternidad y paternidad: una serie de semanas pertenecen a la mujer y luego ella puede desplazárselas a la pareja. Hay que separar maternidad física de maternidad y paternidad. Una cosa es la situación que genera recuperarse de un parto y otra, quién cuida al niño. Tal y como está ahora mismo son situaciones fundidas y hay que cambiarlo. Tú, como mujer, eres titular de esas semanas y el ordenamiento de esa forma te está diciendo que tú eres la que te tienes que ocupar, se lo puedes pasar a tu pareja, pero la titular eres tú y eso tiene que desaparecer. Soy partidaria de los permisos iguales e intransferibles.

Es fundamental también una tarea de inspección de trabajo de entrar en los centros de trabajo. La igualdad es un modelo de sociedad, no puede ser un lujo, ahora parece que con tal de mantener el empleo, lo demás da igual. Hay que pensar también en políticas municipales que permitan construir la ciudad de forma que no haya que pasarse hora y media en transporte para hacer lo que haya que hay que hacer: la compra, ir a la escuela, al trabajo, al parque... No podemos seguir teniendo unos AVE maravillosos y un sistema de transporte de proximidad que, si lo analizas, penaliza a las mujeres. Son políticas que hay que coordinar, son políticas de tiempo. Y luego hay un modelo cultural. No podemos seguir el foco en el asesinato de las mujeres sin seguir todo lo que hay detrás, que es un modelo machista.

Mucho se ha hablado estos años de adoptar en el mercado laboral un modelo de flexiseguridad. Sin embargo, usted acuñó el término flexiprecariedad, ¿a qué se refiere?

El derecho del trabajo crea unos mínimos equilibrios que son muy importantes. El modelo de la Unión Europea es de flexiseguridad: meter flexibilidad interna, movilidades funcionales y geográficas, liberalizar el despido... pero a cambio ofrecer fuertes mecanismos de seguridad. Por ejemplo, que cuando te despidan tengas periodos muy cortos de transición, en los que se te hacen itinerarios de formación personalizados mientras tienes cobertura. ¿Qué se hace en España? La flexiprecariedad: se ha metido la flexibilidad a tope, pero no se ha mejorado la segunda parte.

¿Cuál debe ser la salida después de las sentencias europeas sobre temporalidad, interinidad y discriminación?

Se está produciendo solo un debate sobre las indemnizaciones, y debe ser un debate sobre modelo laboral y de contratación. Hay una cosa muy importante, que es volver causalizar la contratación temporal: las empresas tienen que tener claro que los contratos temporales deben hacerse solo cuando se dan determinadas causas y contratos por tiempo indefinido cuando no haya causalidad.

Por otro lado, hay que que cambiar la cultura del trabajo, no puede ser que sea mejor tener a las personas cuanto menos tiempo posible mejor porque así no las formas. Lo gordo ahora es que la normativa europea está protegiendo más los derechos laborales que nuestras normas y que nosotros estamos intentando no aplicarla. Yo mantengo que España está haciendo un Brexit jurídico.

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