miércoles, 30 de noviembre de 2016

La ciudad y el capitalismo distópico .

 Resultado de imagen de David Harvey. Ciudades rebeldes.

 

Miseria y muerte en la era de las ciudades inteligentes del capitalismo

Por José Iglesias Fernández
 Economista
 Kaosenlared
 
En medio de los planes de ciudades inteligentes, en las que se reclaman y prometen modelos ecológicos sostenibles, gestionados por políticos al servicio de los capitales de estas multinacionales, la gente muere de frío y hambre, carente de las energías más elementales, y que son un bien común de la humanidad: tierra, agua, aire limpio, sabiduría, espacio y tiempo social…


1) Dos hechos que confirman la presencia del capitalismo distópico
Estos días, las empresas más importantes de todo el mundo celebran el Congreso Mundial de las Ciudades Inteligentes en Barcelona. El encuentro presume de pasar de ser una “feria de teorías para convertirse en un lugar de realidades. Ya no solo se presentan proyectos de futuro, ideas, sino que muchos municipios de grandes ciudades y empresas exponen ya casos reales, prácticos, de cómo las tecnologías están transformando el día a día de los ciudadanos”.1 Consideran ejemplos de esta novedad a “los medios de comunicación gobierno-ciudadano, los robots policía, las cabinas inteligentes, la emprendeduría, los cambios en el transporte y las tiendas inteligentes”. Son iniciativas en marcha relacionadas con las ciudades inteligentes que el capitalismo distópico proyecta de acuerdo con sus nuevos objetivos de acumulación y apropiación de riqueza.
Por estas mismas fechas, los mismos medios informan como una persona de 81 años de edad, que tenía la luz cortada por falta de recursos económicos, muere en un incendio causado por una vela. La víctima llevaba dos meses sin suministro eléctrico e utilizaba estas lamparillas tan de tiempos antiguos, de pueblos y aldeas de la edad media, para iluminarse; antiguallas en comparación con lo que nos dicen que son las sociedades inteligentes. Según fuentes consistoriales, la mujer recibía ayuda para pagar el agua pero no había pedido la de la electricidad, pese a que le correspondía. Es decir, “por sufrir pobreza energética debería de estar viva y con electricidad si los mecanismos previstos por la ley hubieran funcionado. Pero nadie, ni siquiera ella misma, alertó de lo precario de su situación. A pesar de que la ley 24/2015 obliga a que las compañías de servicios básicos (luz, agua y gas) informen a los servicios sociales de que van a cortar el servicio por falta de pago, la mujer pasó los dos últimos meses de su vida a oscuras”. Mientras, el ayuntamiento y la suministradora se echan la culpa de la muerte de esta ciudadana; el alcalde denunciará ante la fiscalía el corte de luz que obligó a la mujer a usar velas, mientras la empresa alega que el ayuntamiento no avisó de la vulnerabilidad económica de la mujer. ¿Cuántas personas más, incluso familias, están en esta situación de abandono social? ¿Cuántas más no irán muriendo? Lo que queda claro es que el consistorio (Reus) por la suministradora (Gas Natural), y ésta por aquel, la casa sin barrer. La Generalitat y los servicios sociales oficiales tampoco quieren asumir responsabilidades. 2
Pero estos dos hechos, coincidentes en el tiempo, no deben sorprendernos. Este es el capitalismo distópico, un “sistema caracterizado por los elementos más negativos de las sociedades despóticas, crueles y totalitarias […] un mundo malo”.3 Los medios de comunicación denuncian situaciones de carencia y atropello sin tener en cuenta que no es una ley administrativa la que protege a las personas ciudadanas, sino que es la lógica depredadora del sistema la que genera estas situaciones de explotación, desigualdad y desamparo. Las leyes que salen y administran sus instituciones oficiales no pueden amparar lo que el propio capitalismo como sistema necesita para su desarrollo. En otro artículo ya avanzaba la existencia de un periodismo alienante, 4 otra de las actividades indispensables para la consolidación y legitimación del capitalismo distópico. Al periodista, tertuliano, parlanchín, le cuesta aceptar que ejerce el papel de policía bueno del sistema.
2) El veneno de la mentira repetida
El título ya es llamativo en sí mismo, propio de un ecologicista todo terreno. 5 Seguramente por eso le conceden el premio Ramón Margalef de la Generalitat de Cataluña, por prestarse a culpar a la humanidad de los desastres ecológicos que amenazan al planeta, y así exculpar al capitalismo de sus responsabilidades. No es el primero, tampoco será el último. 6
Josep Peñuelas (JP) repasa y repite con ánimo catastrofista los conocidos tópicos de la tribu académica ecologicista: el crecimiento del CO2 se dispara; inundaciones y sequías anti cíclicas en diferentes partes de planeta; todo ello pone en peligro muchas de las actividades productivas económicas o las altera geográficamente; cierto que la inversión en tecnologías pueden ayudar, aunque no sean suficientes; la especie humana está amenazada por el cambio climático; los gobiernos han de intervenir más; pero sobre todo, y he aquí el valor del premio, la culpa de todo esto la tenemos los humanos por nuestra persistencia en los hábitos de consumo y nuestra manía de consumir “por encima de lo que puede soportar la Tierra, tanto en recursos alimentarios como en determinados minerales. No hay para todos y además está mal repartido, algo que solo puede desembocar en problemas”. ¿Un galardón por repetir estos viejos y carcomidos eslóganes? Se ve que hace tiempo que el mercado de académicos está bastante abaratado…
Causas y culpables o consecuencias y víctimas…
Cierto que está cambiando el clima; ahí está el deshielo en los polos para confirmarlo. Cierto que aumentan los residuos urbanos y rurales, aunque también es verdad que el capitalismo está encontrando soluciones sobre las que obtiene pingües beneficios; por ejemplo, se están ya empleando nuevos modelos productivos basados en el reciclaje y reutilización de materiales y recursos. Cierto que se mantienen alteraciones en el ecosistema, aunque está por demostrar que los cambios negativos que se dan en un lugar del planeta no sean beneficiosos en otro. Cierto…
Sin embargo, en otros trabajos ya denunciábamos en un buen número de ecologicistas la actitud catastrofista y de poner el énfasis en el nosotras las personas como culpables de tales agresiones al planeta. 7 Según estos autores, no es el capitalismo, depredador de los recursos naturales y explotador de la fuerza de trabajo el que aparece como responsable, sino que, con la excusa de apoyarse en el conocimiento científico, consiguen que la humanidad nos sintamos culpables de tales desastres y que está, por tanto, en nuestras manos el corregirlos.
Releyendo la entrevista a JP, no encontramos en ningún momento que sea el capitalismo el que mal usa los recursos energéticos y los humanos, polucionando y creando residuos en todas las fases de su actividad: producción, consumo, inversión, creación de necesidades innecesarias, o destruyendo recursos productivos y generando paro, pobreza, desigualdad. Se queda tan tranquilo constatando que el cambio en “la distribución de los corales y de los manglares, además de modificar la distribución del agua” se debe a los efectos climáticos, y estos al sistema económico que practican los humanos; no a la decisión y gestión de las empresas multinacionales. Es decir, los purines y hormonas de las industrias cárnicas no se deben a estas empresas sino a los humanos; el cultivo de productos transgénicos, o genéticamente modificados, que destruyen el suelo no se debe a las compañías que producen las semillas, y a los terratenientes que las plantan, sino a los humanos; la contaminación 8 térmica y el vertido a los ríos de residuos de nitratos y metales pesados no se debe a las empresas sino a los humanos; la culpa de las emisiones de compuestos químicos y gases tóxicos emitidos a la atmósfera por industrias químicas, metalúrgicas, energéticas, etc., es de los humanos; la potenciación del uso del transporte privado (coches, camiones; viajeros y mercancías) a expensas del público, no está inducido por la acción de los Estados sino por la irresponsabilidad de los humanos; la mala gestión y pésima distribución de la riqueza no se debe a ese 1% que es propietario privado de la misma, sino al 99% de los humanos que somos incapaces de responsabilizarnos de nuestras vidas. Es resumen, lo que para JP es preocupante es la economía de los humanos, pues el capitalismo como sistema social nos existe, y lo que no existe no puede ser la causa de la contaminación y demás agresiones al planeta: lo dice claro en una de sus respuestas: “el cambio actual es muy rápido. Además, eso no es lo que está fundamentalmente en juego: a la vida quizá no le pase nada, pero los humanos sí podemos salir perjudicados. No es un problema ambiental, sino un problema global. Afecta a todas nuestras actividades, como la agricultura, la salud o el turismo. ¡Quién querrá venir a veranear a nuestras tierras si estamos todos los días a 40 grados!”. No se acuerda de que el turismo ha dejado de visitar los países de la otra ribera del Mediterráneo, debido a las guerras de baja intensidad que las poderosas empresas multinacionales han desencadenado en esa rapiña y control por las energías y metales que poseen esos territorios.
Para JP, en todo esto de la ecología siempre hay alguna gente que gana (no son los capitalistas) y mucha que pierde (no es la trabajadora), pero no clasifica a la humanidad en clases sociales: opresores y oprimidos, explotadores y explotados, etc. Sino que todas las posibles soluciones las simplifica o reduce a un repetitivo nos: “lo que necesitamos es cambiar de manera significativa el estilo de vida para no agotar los recursos […] Es posible que podamos cultivar naranjas en Girona […] No estamos preparados para estos cambios bruscos […] Siempre habrá gente que gane, por supuesto, pero la mayoría saldrá perjudicada […] No hay para todos y además está mal repartido, algo que solo puede desembocar en problemas […] No entiendo por qué nuestros gobernantes no liberan más el uso de energías alternativas en el ámbito doméstico, que la gente se lo haga en casa. Los veo muy en manos de los grupos de presión económica. Sé que no es fácil, pero el cambio energético es algo que necesitamos de forma inmediata”.
Con este discurso de la ambigüedad social, la humanidad es siempre la culpable, no el sistema; es decir, tan culpable es el rey como su porquero, el director de Monsanto como el segurata que le abre la puerta cuando llega por la mañana a tomar decisiones y dar órdenes.
3) Recopilando: tres sucesos
Dos mundos en contraste, el de la explotación, miseria, desamparo, y muerte, y el de las ciudades inteligentes con su cibernética, ciberespacio, inteligencia artificial, robótica, electrónica, sus modelos sostenibles y otras tecnologías que se irán descubriendo. Entonces, ¿a qué y en qué mundo vivirán las personas? Si David Harvey tiene razón, él ya nos advertía que, actualmente, las ciudades crecen y se desarrollan de acuerdo con las exigencias de acumulación de capitalismo. 9 Por tanto, como en Metrópolis,10 la gran mayoría de la gente vivirá en los subterráneos de las ciudades inteligentes mientras que ese afamado 1% vivirá en la superficie, un espacio edénico, todo jardín, disfrutando de un aire limpio y un sol radiante como parece que acríticamente defiende JP sin tener en cuenta las realidades sociales, de clase, que componen y son explotadas dentro del capitalismo.
Hemos juntado tres hechos sobre los que debemos reflexionar. En medio de los planes de ciudades inteligentes, en las que se reclaman y prometen modelos ecológicos sostenibles, gestionados por políticos al servicio de los capitales de estas multinacionales, la gente muere de frío y hambre, carente de las energías más elementales, y que son un bien común de la humanidad: tierra, agua, aire limpio, sabiduría, espacio y tiempo social. Mientras, parte de las izquierdas aplauden y se sientan plácidamente en la mesa del amo a consolidar el capitalismo distópico. 

José Iglesias Fernández
Barcelona, 15 noviembre del 2016


1 En http://www.elperiodico.com/es/temas/smart-city-26971 . 13 a 16 de noviembre del 2016.
2 Para ver y entender el papel burocrático de los funcionarios y políticos, especialmente relacionados con los servicios sociales, véase Yo, Daniel Blake, película reciente de Ken Loach.
3 José Iglesias Fernández. “Viene el capitalismo distópico, si antes no lo paramos”. Próxima publicación en Directa. En https://directa.cat/ .
5 Josep Peñuelas: «Estamos consumiendo más de lo que la Tierra puede soportar». El Periódico de Cataluña, 14 noviembre del 2016. En http://www.elperiodico.com/es/noticias/medio-ambiente/entrevista-josep-penuelas-premio-ramon-margalef-5626138
6 José Iglesias Fernández. El final está cerca, pero el comienzo también. Desde el marxismo, reflexiones para la recuperación del ecologismo. Para escudriñadoras Baladre, 2014.
7 José Iglesias Fernández. Renta Básica, sustentabilidad, sostenibilidad. Cuadernos nº 6. Baladre Zambra, 2005. Decrecimiento. El vano intento de poner a dieta a la bestia. Cuadernos nº 9, Baladre/Zambra 2007. Sobre el decrecimiento y otras rendiciones. Interpretación crítica sobre el decrecimiento y el consumo responsable. Libreando Baladre, 2010. La miseria del decrecimiento. De cómo salvar el planeta con el capitalismo dentro. Libreando Baladre, 2011.
8 Los contaminantes, primarios y secundarios pueden depositarse en la superficie de la tierra por precipitación, deposición seca o húmeda e impactar en determinados receptores, como personas, animales, ecosistemas acuáticos, bosques, cosechas y materiales.
9 David Harvey. Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana.
En http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/CIUDADES_REBELDES.pdf
10 Fritz Lang. Metrópolis. En https://www.youtube.com/watch?v=pT4A-76CS28

sábado, 26 de noviembre de 2016

Amarga dulzura.










 

 Diego Rivera. Ingenio de azúcar. 1930. Fresco, aprox. 14' 3 1/4" x 111" (4.35 x 2.82 m). Palacio de Cortés, Museo Regional Cuauhnáhuac, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Cuernavaca, México.




 HISTORIA DEL AZUCAR.






 Resultado de imagen de historia del azucar









 

viernes, 25 de noviembre de 2016

Brasil, rumbo al fin del mundo



Las delaciones del grupo Odebrecht llegan al corazón del sistema político
Brasil, rumbo al fin del mundo

Página 12

El grupo que controla la mayor constructora de América latina involucró en la corrupción a al menos 130 diputados, senadores, ministros y alrededor de 20 gobernadores. Las denuncias abarcan los mandatos de Cardoso, Da Silva y Rousseff.

En la tarde del miércoles se anunció formalmente que Marcelo Odebrecht, heredero y presidente del gigante de la construcción, firmó su “acuerdo de delación premiada”. Además de él, quien se encuentra detenido desde junio del año pasado, otros 77 altos ejecutivos del grupo, que controla la que es la mayor constructora de América latina, también empezaron a firmar acuerdos semejantes. A cambio de contar todo lo que saben del esquema de corrupción existente no sólo en la estatal de petróleo Petrobras, sino también en otras obras públicas que consumieron miles de millones de dólares, podrán tener sus condenas reducidas.

Las negociaciones entre detenidos, fiscales federales y Policía Federal suelen ser largas, tensas e intrincadas, antes de que se llegue a la firma con el Ministerio Público. En ese trámite, ya se sabe que tanto Marcelo Odebrecht como sus antiguos directores mencionaron los nombres de por lo menos 130 diputados, senadores, ministros, además de otros veinte gobernadores o ex gobernadores. 

Corren rumores, en Brasilia, de que el número total podrá acercarse y hasta superar la marca de los 200. Además, ya se sabe que las denuncias no se refieren solamente a los gobiernos del PT, con Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), sino que retroceden al año 2000, cuando la presidencia era ocupada por Fernando Henrique Cardoso, uno de los mentores e impulsores del golpe institucional que destituyó a la mandataria electa por 54 millones de votos.


Entre los nombres mencionados están los del actual presidente de la República, Michel Temer, de al menos tres de sus principales ministros (Eliseu Padilha, de la Jefatura de Gabinete; José Serra, de Relaciones Exteriores, y Geddel Vieira Lima, secretario de Gobierno) y de otros políticos de importancia clave para el actual gobierno. De hecho, las delaciones alcanzan, con el poder destructivo de una bomba, el corazón del actual sistema político brasileño.


El paso siguiente será la homologación, por el Supremo Tribunal Federal, de los acuerdos. Para llegar a esto, se examinarán todos los términos de los acuerdos alcanzados, se verificará su veracidad y serán pedidas pruebas de lo que consta en las declaraciones. 


Lo que se sabe hasta ahora ha sido filtrado a los medios de comunicación, una práctica ilegal pero de largo uso cuando los mencionados eran nombres de peso del PT y sus antiguos aliados. Ahora les toca a los del gobierno nacido a raíz del golpe institucional probar del mismo veneno antes destinado exclusivamente al PT de Lula da Silva, lo que provoca sacudones de pánico en Michel Temer, sus acólitos y sus paniaguados.


Tan pronto se supo de la noticia empezaron a circular, en Brasilia, rumores con buena base de credibilidad, indicando que parte de lo negociado podrá implicar penas más suaves para algunos figurazos del actual gobierno. El daño moral y sus consecuencias, sin embargo, serán inevitables.


Acosado por pésimas noticias del área económica –en 2016 todos los indicadores fueron revisados para peor, e igualmente retrocedieron las proyecciones para 2017–, enfrentando fuerte resistencia en determinados nichos de la opinión pública (hay más de mil secundarias públicas y un nutrido número de universidades nacionales ocupadas por estudiantes), sin haber alcanzado siquiera vestigios de la tan ansiada legitimidad, Michel Temer se ve cada vez más acorralado.


Sigue discurseando por doquier, como si fuese otra la realidad vivida por el país y por su gobierno. Pero es nítido su creciente aislamiento y la evidente falta de estatura para conducir Brasil en un momento especialmente tenso y nebuloso.


La más reciente muestra de que Temer carece de condiciones para diluir el cerco que se aprieta cada vez más surgió, el pasado viernes 18, dentro de su propio gobierno. En aquella ocasión Marcelo Calero, un diplomático joven y poco expresivo, abandonó intempestivamente el Ministerio de Cultura. Para justificar su abrupta renuncia, centró sus cañones contra Geddel Vieira Lima, que desde hace un cuarto de siglo es íntimo amigo de Temer y uno de sus tres brazos derechos (los otros dos son Eliseu Padilha, el jefe de Gabinete, y Moreira Franco, encargado del multimillonario programa de privatizaciones). 


De forma convincente, gracias principalmente a los métodos de Geddel Vieira, Calero lo acusó de haber intentado intervenir en una decisión del Instituto de Patrimonio Histórico, órgano del Ministerio de Cultura, que impedía la construcción de una torre de 30 pisos en un área de protección patrimonial en Salvador, Bahía. Argumentando haber comprado un piso en el edificio cuya construcción fue embargada, Geddel Vieira amenazó con recurrir directamente a Temer, en caso de que el entonces ministro de Cultura no admitiera revertir la decisión. Frente al escándalo desatado, Temer hizo exactamente lo que se podría esperar de él: saltó en defensa de su viejo compinche.


Pasados tres días ya se sabe que Geddel Vieira compró no uno, sino tres departamentos en el edificio cuya construcción fue embargada.Como una especie de isla cercada por escándalos y denuncias por todos los lados, Temer sigue discurseando como si nada.
Mientras, el país sigue a paso firme rumbo al fin del mundo. ¿Hasta cuándo?

Fuente
:
https://www.pagina12.com.ar/4898-brasil-rumbo-al-fin-del-mundo


Las delaciones del grupo Odebrecht llegan al corazón del sistema político
Brasil, rumbo al fin del mundo

Página 12

El grupo que controla la mayor constructora de América latina involucró en la corrupción a al menos 130 diputados, senadores, ministros y alrededor de 20 gobernadores. Las denuncias abarcan los mandatos de Cardoso, Da Silva y Rousseff.

En la tarde del miércoles se anunció formalmente que Marcelo Odebrecht, heredero y presidente del gigante de la construcción, firmó su “acuerdo de delación premiada”. Además de él, quien se encuentra detenido desde junio del año pasado, otros 77 altos ejecutivos del grupo, que controla la que es la mayor constructora de América latina, también empezaron a firmar acuerdos semejantes. A cambio de contar todo lo que saben del esquema de corrupción existente no sólo en la estatal de petróleo Petrobras, sino también en otras obras públicas que consumieron miles de millones de dólares, podrán tener sus condenas reducidas.

Las negociaciones entre detenidos, fiscales federales y Policía Federal suelen ser largas, tensas e intrincadas, antes de que se llegue a la firma con el Ministerio Público. En ese trámite, ya se sabe que tanto Marcelo Odebrecht como sus antiguos directores mencionaron los nombres de por lo menos 130 diputados, senadores, ministros, además de otros veinte gobernadores o ex gobernadores. 

Corren rumores, en Brasilia, de que el número total podrá acercarse y hasta superar la marca de los 200. Además, ya se sabe que las denuncias no se refieren solamente a los gobiernos del PT, con Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), sino que retroceden al año 2000, cuando la presidencia era ocupada por Fernando Henrique Cardoso, uno de los mentores e impulsores del golpe institucional que destituyó a la mandataria electa por 54 millones de votos.


Entre los nombres mencionados están los del actual presidente de la República, Michel Temer, de al menos tres de sus principales ministros (Eliseu Padilha, de la Jefatura de Gabinete; José Serra, de Relaciones Exteriores, y Geddel Vieira Lima, secretario de Gobierno) y de otros políticos de importancia clave para el actual gobierno. De hecho, las delaciones alcanzan, con el poder destructivo de una bomba, el corazón del actual sistema político brasileño.


El paso siguiente será la homologación, por el Supremo Tribunal Federal, de los acuerdos. Para llegar a esto, se examinarán todos los términos de los acuerdos alcanzados, se verificará su veracidad y serán pedidas pruebas de lo que consta en las declaraciones. 


Lo que se sabe hasta ahora ha sido filtrado a los medios de comunicación, una práctica ilegal pero de largo uso cuando los mencionados eran nombres de peso del PT y sus antiguos aliados. Ahora les toca a los del gobierno nacido a raíz del golpe institucional probar del mismo veneno antes destinado exclusivamente al PT de Lula da Silva, lo que provoca sacudones de pánico en Michel Temer, sus acólitos y sus paniaguados.


Tan pronto se supo de la noticia empezaron a circular, en Brasilia, rumores con buena base de credibilidad, indicando que parte de lo negociado podrá implicar penas más suaves para algunos figurazos del actual gobierno. El daño moral y sus consecuencias, sin embargo, serán inevitables.


Acosado por pésimas noticias del área económica –en 2016 todos los indicadores fueron revisados para peor, e igualmente retrocedieron las proyecciones para 2017–, enfrentando fuerte resistencia en determinados nichos de la opinión pública (hay más de mil secundarias públicas y un nutrido número de universidades nacionales ocupadas por estudiantes), sin haber alcanzado siquiera vestigios de la tan ansiada legitimidad, Michel Temer se ve cada vez más acorralado.


Sigue discurseando por doquier, como si fuese otra la realidad vivida por el país y por su gobierno. Pero es nítido su creciente aislamiento y la evidente falta de estatura para conducir Brasil en un momento especialmente tenso y nebuloso.


La más reciente muestra de que Temer carece de condiciones para diluir el cerco que se aprieta cada vez más surgió, el pasado viernes 18, dentro de su propio gobierno. En aquella ocasión Marcelo Calero, un diplomático joven y poco expresivo, abandonó intempestivamente el Ministerio de Cultura. Para justificar su abrupta renuncia, centró sus cañones contra Geddel Vieira Lima, que desde hace un cuarto de siglo es íntimo amigo de Temer y uno de sus tres brazos derechos (los otros dos son Eliseu Padilha, el jefe de Gabinete, y Moreira Franco, encargado del multimillonario programa de privatizaciones). 


De forma convincente, gracias principalmente a los métodos de Geddel Vieira, Calero lo acusó de haber intentado intervenir en una decisión del Instituto de Patrimonio Histórico, órgano del Ministerio de Cultura, que impedía la construcción de una torre de 30 pisos en un área de protección patrimonial en Salvador, Bahía. Argumentando haber comprado un piso en el edificio cuya construcción fue embargada, Geddel Vieira amenazó con recurrir directamente a Temer, en caso de que el entonces ministro de Cultura no admitiera revertir la decisión. Frente al escándalo desatado, Temer hizo exactamente lo que se podría esperar de él: saltó en defensa de su viejo compinche.


Pasados tres días ya se sabe que Geddel Vieira compró no uno, sino tres departamentos en el edificio cuya construcción fue embargada.Como una especie de isla cercada por escándalos y denuncias por todos los lados, Temer sigue discurseando como si nada.
Mientras, el país sigue a paso firme rumbo al fin del mundo. ¿Hasta cuándo?

Fuente
:
https://www.pagina12.com.ar/4898-brasil-rumbo-al-fin-del-mundo

Bretaña dio cobijo a 21.000 refugiados españoles



Una patera llamada "Manolito"
Cuando Bretaña dio cobijo a 21.000 refugiados españoles

La Vanguardia


Mercantes destartalados repletos de gente desesperada arribaban a los puertos bretones: era 1937 y eran refugiados españoles.
 
Escapando de otra guerra. Un barco cargado con niños españoles llegando al puerto francés de La Rochelle en 1937 (Imagno / Getty)

Durante el verano y parte del otoño no cesaron de llegar barcos. Pequeños mercantes destartalados, pesqueros que eran como cáscaras de nuez repletas de desgraciados que huían de la guerra. No eran sudaneses, ni sirios, ni era el Mediterráneo en Lampedusa o las Canarias. Era el Atlántico, en 1937, en los puertos bretones, y a bordo de aquellos barcos iban nuestros abuelos: hombres, mujeres y niños, mareados y exhaustos, que huían de la guerra.
Con apenas capacidad para diez personas, el pesquero Manolito llegaba al puerto bretón de Lorient el 20 de octubre, procedente de Avilés con 55 ocupantes, entre ellos 29 carabineros. Seis días antes, el carguero Bromo, repleto de refugiados, entre ellos 50 autoridades locales: jueces, diputados, alcaldes, policías… Santander había caído en agosto, Gijón en octubre, antes el País Vasco. Sólo en la jornada del 26 de agosto, 51 pesqueros, algunos apenas en condiciones de navegar, llegaban a La Rochelle. Entre junio y septiembre de 1937 llegaron a Francia unos 125.000 españoles. En 1939 el éxodo adquirió dimensiones de varios centenares de miles.
En ese éxodo 21.000 personas llegaron a Bretaña entre 1937 y 1939, una ola sin precedentes en los siglos XIX y XX en esa región bastante cerrada en sí misma, hostil a toda guerra y aún traumatizada por las carnicerías de 1914-1918. La historiadora Isabelle Le Boulanger, del Centre de Recherche Bretonne et Celtique de Brest, ha investigado a lo largo de más de tres años todo lo que aquel movimiento poblacional dejó en papel: 104 legajos conservados en los archivos de los cinco departamentos bretones, la prensa de la época y documentos como los diarios del escritor bretón Louis Guillot, responsable del Socorro Rojo en aquella zona. El resultado ha sido el libro L’exil espagnol en Bre tagne, 1937-1940 (el exilio español en Bretaña).
La analogía con los dramas y vergüenzas de la Europa actual se hace irresistible. “Hoy se nos anuncia la llegada de 600 migrantes a Bretaña: no son nada comparados con los 15.000 refugiados españoles llegados en febrero durante la retirada, y no debería suscitar debate –dice–. Cuando un pueblo huye de la guerra, nuestro deber es acogerlo, Francia debe estar a la altura de su reputación de tierra de asilo”.
La prensa de derechas sonaba entonces terrible: “Todos los españoles son más anarquistas que republicanos y sobre todo ahora, cuando la Guerra Civil desencadena terribles instintos a ambos bandos, ya no son más que bestias feroces ejercitadas en la masacre, la violación y el pillaje que llegan con las manos llenas de sangre y el alma llena de rabia”, anunciaba La Dépêche de Brest, el 3 de octubre de 1936. Pero la República francesa, que a diferencia de la Alemania y la Italia fascistas abandonó militarmente a sus parientes políticos españoles, cumplió con su deber de acogida.
“En 1937, el gobierno del Frente Popular fue muy favorable a los refugiados españoles, hizo el máximo para acogerlos de la mejor manera posible”, explica Le Boulanger. “La situación se deterioró tras la caída del Frente Popular en abril de 1938, el nuevo gobierno radical era muy anticomunista y no mostró gran empatía hacia los republicanos españoles”. Después del 10 de mayo de 1940, los propios franceses del nordeste fueron refugiados ante el avance alemán, “se les dio prioridad y los españoles pagaron el precio”. Respecto a las organizaciones de izquierda –más las comunistas que las socialistas–, “aportaron a los refugiados todos los productos que no podían ser asumidos por las subvenciones del Estado (200 millones de francos al mes en 1939); vestimenta, calzado, productos de higiene, material de puericultura, etcétera. También organizaron colonias de vacaciones para los niños. En esa asistencia también participaron sectores católicos”, explica la historiadora, que resume así en su libro la actitud general: “Frente a una minoría activa y solidaria por convicciones políticas o religiosas, una mayoría silenciosa y pasiva manifiesta, pese a todo, poca hostilidad a su presencia”.
En 1939, la guerra de España ha acabado. Mientras la máquina de fusilar trabaja a pleno rendimiento en España, la propaganda franquista también: “Nuestro país está abierto a todos los españoles que no tienen ningún crimen que reprocharse (…) nadie cree en la leyenda de la represión española”, señala una proclama del gobierno fascista publicada en L’Ouest-Éclair el 13 de septiembre. Ante las presiones para que regresen a su país, los refugiados aducen tres razones para no hacerlo: miedo a las represalias, búsqueda de parientes en Francia o en su país y espera de noticias de aquellos para decidirse, y en tercer lugar deseo de quedarse por considerar que no tienen futuro en España y por ser en Francia las condiciones de vida más favorables.
En general los prefectos tienen en cuenta la pertenencia de un refugiado a un partido político republicano para excluirlo de la lista de repatriados. Le Boulanger ha encontrado lo que califica de “desgraciadas excepciones”. Por ejemplo, el caso de un abogado de Izquierda Republicana que alega que sus bienes han sido confiscados por los franquistas. En una demostración de ignorancia o mala fe, el prefecto anota en su dossier que “su profesión de abogado le protege y debe por tanto regresar a su país”, como si la España de los sumarísimos y de los fusilamientos fuera un Estado de derecho.
Un interno en el campo de Gurs (Pirineos Atlánticos) lo explica así: “No hace falta haber cometido crimen alguno para ser condenado a muerte por los pistoleros fascistas, basta con haber defendido una causa que no es la suya; mi propia mujer sufriría represalias por mí en caso de ser trasladada a España, pues la justicia de los fascistas alcanza también a los familiares”.
Conforme se acerca la guerra contra Alemania, aumenta la presión y la arbitrariedad contra los refugiados españoles. En noviembre se suspenden los subsidios a hombres, aunque se mantienen para niños, ancianos y mujeres. Ya cerca de la Segunda Guerra Mundial y ante los agujeros laborales que crea la movilización, la repatriación se suaviza. Al final, los que quedan son los más marcados políticamente, que serán los primeros en comprometerse en la resistencia contra los alemanes, que en Francia no adquirirá verdadera significancia hasta 1943.
Sobre la memoria histórica en España, la historiadora formula algo parecido a un amargo pero realista epitafio: “Es necesario constatar que, en el periodo de transición que siguió a la dictadura, la paz representó en la sociedad española un valor más grande que la libertad y la democracia, de la misma forma en que el bienestar ha prevalecido sobre la justicia”.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20161124/412124156694/refugiados-espanoles-bretana-1937.html